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mundo, mas -no coloquéis esta luminosidad debajo de un c<strong>el</strong>emín, sino que <strong>el</strong>la alumbre desde la altura<br />
d<strong>el</strong>ante de todos los que buscan la ciudad de Dios.<br />
"No penséis que he venido a destruir la ley de los escribas y los fariseos, pues mis días entre vosotros<br />
están contados, y mis palabras serán breves, y no tengo más que algunas horas, en cuyo espacio terminaré<br />
de daros una segunda ley y un Nuevo Testamento.<br />
"Habéis oído que os fue dicho: 'no matarás', pero yo os. digo: no os enfadéis sin razón. Los antiguos os<br />
han prescripto conducir al templo vuestros becerros, vuestros corderos y palomas, y que los sacrifiquéis<br />
en <strong>el</strong> altar, para que Jehová aspire <strong>el</strong> aroma de vuestros presentes, y así perdonaros vuestros pecados y<br />
faltas.<br />
"Mas yo os digo: ¿podréis dar a Jehová lo que desde <strong>el</strong> principio era su patrimonio?; ¿podréis<br />
calmar su cólera si su trono se <strong>el</strong>eva por encima de las silenciosas y pacíficas profundidades, y cuyos<br />
brazos abarcan y envu<strong>el</strong>ven <strong>el</strong> espacio? Buscad más bien a vuestro hermano y haced la paz con él<br />
antes de venir al Templo, y dad con amor a vuestro vecino de todo cuanto tengáis, porque en <strong>el</strong><br />
corazón de éstos Dios ha construido un Templo que jamás se destruirá, y en cuya alma ha erigido un<br />
altar eterno.<br />
"Oísteis que os fue dicho: 'ojo por ojo y diente por diente', empero yo os digo: no os resistáis al mal,<br />
porq ue la oposición lo alimenta y lo fortifica, y sólo <strong>el</strong> débil se venga.<br />
Los fuertes en <strong>el</strong> Espíritu perdonan, y <strong>el</strong> damnificado se siente honrado y glorificado al perdonar las<br />
ofensas de los demás. Tan solo <strong>el</strong> árbol cargado de frutos es sacudido por la multitud y apedreado por<br />
los transeúntes.<br />
"No os preocupéis por <strong>el</strong> mañana, más bien pensad y meditad sobre vuestro hoy, porque al día de<br />
hoy le basta su milagro.<br />
"No os vanagloriéis cuando dais de lo que es vuestro, más bien mirad la necesidad de aqu<strong>el</strong> a quien<br />
dais, pues todo aqu<strong>el</strong> que diere a un necesitado, <strong>el</strong> Padre mismo le dará con mayor abundancia. Dad a<br />
cada uno según su necesidad, porque <strong>el</strong> Padre no da sal a los sedientos, ni vacas al hambriento, ni<br />
leche al niño destetado. No deis lo santo a los perros, ni echéis perlas a los cerdos, porque con tales<br />
presentes os burláis de <strong>el</strong>los, tanto como los perros y los puercos se burlarán de vosotros, y tal vez su<br />
odio hacia vosotros los induzca a poner en p<strong>el</strong>igro vuestra vida.<br />
"No guardéis tesoros que se pudran o que los ladrones puedan apoderarse. Haceos tesoros que no se<br />
corrompan ni sean robados, sino más bien que aumenten en esplendor y hermosura a medida que los<br />
ojos los contemplen, porque allí donde estuviere tu tesoro allí estará tu corazón.<br />
"Os dijeron que <strong>el</strong> homicida debe pasarse por <strong>el</strong> filo de la espada, y que al ladrón se le debe<br />
crucificar, y lapidar a la mujer adúltera; pero yo os digo que no sois inocentes d<strong>el</strong> crimen d<strong>el</strong> asesino,<br />
ni de la culpa d<strong>el</strong> ladrón, ni d<strong>el</strong> adulterio de la pecadora; y cuando sus cuerpos son castigados,<br />
vuestros espíritus se oscurecen en lo más profundo de vosotros. La verdad es que ningún hombre ni<br />
mujer alguna cometerían un crimen solos. Todos los d<strong>el</strong>itos y los crímenes son cometidos por todos<br />
los hombres juntos; mas aqu<strong>el</strong> que paga la pena sólo quiebra un eslabón de la cadena que sujeta<br />
vuestros pies; tal vez paga con su aflicción <strong>el</strong> precio de vuestra alegría pasajera y efímera.<br />
De esa manera habló Jesús.<br />
Dominado por <strong>el</strong> respeto y la veneración quise arrodillarme ante Él, pero mi vergüenza de ser<br />
pequeño y miserable me paralizaba, me impedía moverme de mi lugar y proferir una palabra; pero<br />
cobré ánimo y le dije:<br />
-Señor, quiero rezar en este momento, pero mi lengua está pesada. Enséñame cómo debo orar.<br />
Y me contestó:<br />
-Cuando reces, que tus ansias sean las que canten las palabras de la oración. En lo más profundo de<br />
mí mismo hay un ansia escondida que, en este mismo instante, quiere orar así:<br />
Padre nuestro que estás en la Tierra y en los Ci<strong>el</strong>os:<br />
santificado sea tu nombre;<br />
acompáñanos con tu voluntad, tal como está en <strong>el</strong> Cosmos.<br />
Danos de tu pan lo suficiente como para nuestros días.<br />
Perdónanos con tu bondad y clemencia y aumenta nuestra comprensión para perdonarnos unos a<br />
otros.<br />
Condúcenos hacia Ti y extiéndenos tu mano en nuestra oscuridad;<br />
porque tuyo es <strong>el</strong> Reino y por Ti es nuestra fuerza y nuestra perfección.