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-Esta mujer profanó <strong>el</strong> voto de fid<strong>el</strong>idad, cometiendo adulterio. .<br />
Posó Jesús su mano sobre la frente de la mujer pecadora y la miró largamente en los ojos; luego se<br />
volvió a los fariseos, y después de observarlos gravemente, se inclinó y comenzó a escribir con un<br />
dedo en la arena, los nombres y pecados de los fariseos. Mientras escribía vi que los acusadores se<br />
marchaban, unos tras otros, vencidos. Antes de que terminara Jesús no quedaban a su lado más que la<br />
mujer y nosotros. Miró nuevamente a la acusada y le dijo:<br />
-Has amado mucho, pero los que te han conducido a mi presencia muy poco han amado, y sólo te<br />
trajeron para inmiscuirme en sus ardides. Ahora vete en paz; ya no queda ningún acusador; y si<br />
quieres ser tan sensata cuanto eres amorosa, llámame, que <strong>el</strong> <strong>Hijo</strong> d<strong>el</strong> <strong>Hombre</strong> no te juzgará.<br />
Me quedé admirado en ese entonces, sin saber si esto se lo dijo a <strong>el</strong>la, porque Él mismo no se<br />
hallaba libre de pecado. Desde aqu<strong>el</strong> día estudio, investigo y medito. Ahora sé bien que un corazón<br />
puro disculpa al hombre esa sed que lo conduce a aguas putrefactas, y que sólo <strong>el</strong> fuerte puede tender<br />
su mano al caído.<br />
Y de cierto digo que la angustia de la muerte es, en verdad menos amarga que la vida sin <strong>el</strong>la.<br />
UN HOMBRE RICO<br />
Los bienes<br />
Jesús condenaba a los ricos. Un día le pregunté:<br />
-¿Qué debo hacer, Señor, para poseer la paz d<strong>el</strong> Espíritu? Me ordenó entregar mis bienes a los,<br />
pobres y seguirle. Como él no posee nada no conoce lo que hay en <strong>el</strong> dinero y los bienes de seguridad<br />
para la vida y la libertad personal, y <strong>el</strong> respeto de afuera e interno.<br />
En mi casa hay ciento cuarenta sirvientes y esclavos; algunos trabajan en mis montes y otros dirigen<br />
mis naves a tierras lejanas. Si yo le hubiera escuchado, dando a los pobres mi dinero y todos mis<br />
bienes, ¿qué habría pasado con mis esclavos y sirvientes y sus respectivas familias? Sin duda alguna<br />
se habrían vu<strong>el</strong>to pordioseros y vagabundos como él y sus acólitos, y en ese estado andarían por las<br />
calles de la ciudad y por las galerías d<strong>el</strong> templo.<br />
Ese buen hombre no ha sabido investigar <strong>el</strong> secreto que rodea al oro, y como él vivía con sus<br />
sectarios de la caridad pública, creyó que todos los hombres deberían vivir como <strong>el</strong>los. He aquí ahora<br />
este secreto contradictorio: ¿Es deber de los ricos dar su fortuna a los pobres; que éstos deban poseer<br />
la copa y <strong>el</strong> pan d<strong>el</strong> rico antes de ser recibidos por <strong>el</strong>los, a sus mesas? ¿Es deber o es digno d<strong>el</strong> Señor<br />
de la Torre, dar hospedaje a sus amigos sin que primero sea nombrado dueño y señor de la tierra?<br />
La hormiga que guarda su alimento para <strong>el</strong> invierno, es más sabia que las cigarras, que un día se<br />
alegran con sus canciones y otro pasan hambre. Dijo uno de sus secuaces en la plaza pública:<br />
-Sobre <strong>el</strong> portal d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, donde Jesús pone sus sandalias, ningún hombre es digno de poner su<br />
cabeza.<br />
Mas yo cuestiono: ¿Sobre <strong>el</strong> umbral de qué casa pudo aqu<strong>el</strong> vagabundo y simple de corazón dejar<br />
sus sandalias, él que no tenía casa ni umbral y con frecuencia andaba descalzo?<br />
JUAN EN PATMOS<br />
Jesús <strong>el</strong> piadoso<br />
Deseo hablar de Él otra vez, pero como Dios me privó de la palabra, me dio en cambio la voz y los<br />
labios ardientes; y a pesar de no ser yo merecedor d<strong>el</strong> Verbo perfecto, convoco mi corazón para que se<br />
pose sobre mis labios.<br />
Jesús me amó y no sé por qué. Yo lo amé porque Él <strong>el</strong>evó mi alma por sobre mi cabeza y la bajó a<br />
honduras insondables. El Amor es un misterio sacrosanto; los que verdaderamente aman no hallan<br />
palabras con qué definir su amor, mas aqu<strong>el</strong>los que no aman creen que <strong>el</strong> amor es una burla cru<strong>el</strong>.<br />
Jesús me llamó a mí y a mi hermano mientras trabajábamos en <strong>el</strong> campo. Yo era joven; mis oídos sólo<br />
conocían la voz de la aurora, pero su voz puso punto final a mi trabajo y dio inicio a la era de mi amor<br />
y fascinación. Para mí sólo quedó, desde entonces, <strong>el</strong> caminar bajo <strong>el</strong> sol y adorar la B<strong>el</strong>leza de la<br />
Hora. ¿Puedes aceptar una sublimidad cuya sutileza impide su manifestación, o una b<strong>el</strong>leza cuya luz<br />
no llega a nuestros ojos? ¿Podrás escuchar en tus sueños una voz que se avergüenza de su amor?