11.05.2013 Views

Jesus el Hijo del Hombre.pdf

Jesus el Hijo del Hombre.pdf

Jesus el Hijo del Hombre.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

manos. Al despuntar la aurora la vimos de pie entre nosotros, como un estandarte que flamea en un<br />

desierto sin legiones.<br />

Lloramos cuando supimos lo que <strong>el</strong> día de mañana guardaba para su hijo, pero <strong>el</strong>la no lloró. Sus<br />

huesos eran d<strong>el</strong> más puro bronce y su fuerza era de encina; sus ojos como <strong>el</strong> firmamento, en su<br />

amplitud y temeraria dimensión. Dime si has visto una calandria cantar ante su nido destrozado por <strong>el</strong><br />

fuego. ¿Habrás visto una mujer cuyo dolor sobrepasa sus lágrimas o un corazón herido que se <strong>el</strong>eva<br />

por sobre de su sufrimiento? No has visto a esa mujer porque no estuviste ante María, y porque jamás<br />

te ha tenido en su regazo la Madre Transparente.<br />

En aqu<strong>el</strong>la hora serena, en cuyo espacio las herraduras d<strong>el</strong> silencio golpeaban sobre <strong>el</strong> pecho de los<br />

que nos hallábamos en vigilia, entró Juan, <strong>el</strong> hijo menor de Zebedeo, exclamando: -¡Oh, Madre! ¡Oh,<br />

María! Jesús se va; ¡sigámosle!<br />

Colocó María su mano sobre <strong>el</strong> hombro de Juan y salieron seguidos de nosotros. Cuando llegamos a<br />

la torre de David, vimos a Jesús cargando con su cruz y rodeado de mucha gente. Lo acompañaban dos<br />

hombres que también llevaban una cruz cada uno. María tenía la cabeza erguida; iba con nosotros al<br />

lado de su hijo, con pie firme. Tras <strong>el</strong>la caminaban Sión y Roma; es decir, <strong>el</strong> mundo entero, para<br />

vengarse de sí mismo ante <strong>el</strong> <strong>Hombre</strong> Libre y Único. Cuando llegamos a la colina lo crucificaron. Yo<br />

observaba a María; su rostro era <strong>el</strong> de una mujer afligida. Tenía <strong>el</strong> aspecto de la tierra fértil que da hijos sin<br />

cesar y los entierra displicente. Después, evocando la adolescencia de su hijo, exclamó:<br />

-¡<strong>Hijo</strong> mío que no es mi hijo! ¡Oh! <strong>Hombre</strong> que habitó una vez mi vientre, ¡gloria a tu fuerza y a tu valor!<br />

Sé que cada gota de sangre que fluye de tus manos, será un manantial que formará ríos de naciones. Mueres<br />

en esta tormenta tal como ha muerto, una vez, mi corazón en <strong>el</strong> ocaso d<strong>el</strong> sol. Es por eso que no te lloraré.<br />

En ese instante intenté cubrirme <strong>el</strong> rostro con las manos, a fin de huir y regresar a mi tierra d<strong>el</strong> Norte;<br />

pero en ese momento oí a María exclamar:<br />

-¡<strong>Hijo</strong> mío que no es mi hijo! ¿Qué es lo que dijiste al hombre de tu diestra para hacerlo f<strong>el</strong>iz en sus<br />

dolores, tanto que ya en su rostro se dibuja apenas la sombra de la muerte, y al punto que él no puede<br />

quitarte de sus ojos? Tú me sonríes ahora y esa sonrisa me dice que has vencido al mundo. Entonces Jesús<br />

miró a su madre y respondió:<br />

-¡Oh, María, sé a partir de hoy una madre para Juan.<br />

Y dirigiéndose a éste:<br />

-Sé un tierno hijo de esta mujer. Vete a su morada y que tu sombra se dibuje y atraviese aqu<strong>el</strong> umbral<br />

sobre <strong>el</strong> cual tantas veces me he sentado. Haz todo eso en mi memoria.<br />

Alzó María su diestra hacia Jesús; estaba cual un árb ol de un solo gajo, y le dijo:<br />

-¡<strong>Hijo</strong> mío que no eres mi hijo! Si esto es de Dios, vénganos entonces la paciencia y que nos brinde <strong>el</strong><br />

conocimiento de la Verdad; y si es d<strong>el</strong> hombre, que Dios lo perdone por toda la eternidad. Si es de Dios, la<br />

nieve d<strong>el</strong> Líbano te servirá de mortaja, mas si es de estos sacerdotes y de estos soldados solamente, mi<br />

manto cubrirá tu cuerpo desnudo. ¡<strong>Hijo</strong> mío que no es mi hijo! Lo que Dios crea aquí no puede<br />

desaparecer, y lo que <strong>el</strong> hombre destruye permanecerá construido y en pie, pero en una forma que escapa al<br />

raciocinio d<strong>el</strong> hombre.<br />

En ese momento <strong>el</strong> Ci<strong>el</strong>o lo entregó a la Tierra, cual una voz y un Soplo viviente. También María lo dio<br />

al hombre cual una herida y un bálsamo.<br />

-Mirad ahora -agregó María-, ya se fue, ya concluyó la batalla y <strong>el</strong> Astro dio su luz. Ya llegó la nave al<br />

puerto, y Aqu<strong>el</strong> que se había recostado sobre mi pecho, se cierne hoy en <strong>el</strong> espacio. Aún en la propia<br />

muerte se sonríe. Venció al mundo, y me enorgullece ser la madre d<strong>el</strong> Triunfador.<br />

María se puso en camino a Jerusalén, apoyada en <strong>el</strong> brazo de Juan, <strong>el</strong> discípulo amado. Era una madre<br />

cuyas esperanzas ya se habían realizado. Cuando arribamos a la puerta de la ciudad, miré su rostro y quedé<br />

hechizada. Si es cierto que la cabeza de Jesús estaba en ese día más erguida y altiva que la de todos los<br />

hombres, la de María no lo estaba menos. Ocurrió todo esto en la Primavera; ahora estamos en Otoño, y<br />

María ha vu<strong>el</strong>to a su morada y vive sola.<br />

Desde dos sábados mi corazón era como una piedra en mi pecho,,porque mi hijo me había abandonado<br />

para ir en busca de una barca en Tiro y largarse a los mares. Me dijo que no regresaría a verme.<br />

Una tarde fui a visitar a María y la encontré sentada ante su t<strong>el</strong>ar, pero no trabajaba; se hallaba en<br />

contemplación, con la vista puesta en <strong>el</strong> horizonte, hacia la lejanía de Nazareth.<br />

-¡Salud, oh María!<br />

-Ven y siéntate a mi lado -respondió extendiéndome la mano - a contemplar cómo vierte <strong>el</strong> sol su sangre<br />

sobre estos montes.<br />

Me senté al lado de <strong>el</strong>la a contemplar <strong>el</strong> paisaje; pasado un momento, dijo :

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!