11.05.2013 Views

Jesus el Hijo del Hombre.pdf

Jesus el Hijo del Hombre.pdf

Jesus el Hijo del Hombre.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

sus infantes y jinetes. Mas yo, no obstante ser un jefe en <strong>el</strong> ejército de Jehová, no soy digno de desatar<br />

la correa de sus sandalias. Caminad y repetid a sus oídos mis palabras y rogad, en mi nombre, que os<br />

consu<strong>el</strong>e y os bendiga.<br />

Yo no permaneceré mucho tiempo en este lugar, porque cada noche, entre un despertar y otro,<br />

percibo <strong>el</strong> paso lento de unos pies sobre mi cuerpo, y cuando presto oído siento-las gotas de lluvia<br />

caer sobre mi carne.<br />

Id y decid a Jesús: Juan Al-Cadroni, cuya alma se llena y se vu<strong>el</strong>ve a vaciar de espectros, ora por ti.<br />

Entretanto, al lado de él está <strong>el</strong> implacable sepulturero, y al otro lado yergue su cabeza <strong>el</strong> verdugo que<br />

tiende su mano para recibir la paga.<br />

JOSÉ DE ARIMATEA<br />

Los propósitos primigenios de Jesús<br />

¿Queréis saber <strong>el</strong> primer propósito de Jesús? Pues, con placer y alegría os lo diré. Mas, ningún<br />

hombre podrá tocar con sus manos la viña sagrada, ni ver con sus ojos la savia santa que alimenta sus<br />

sarmientos. Y a pesar de haber yo gustado <strong>el</strong> fruto de esa viña y bebido <strong>el</strong> vino nuevo d<strong>el</strong> trapiche, no<br />

me encuentro capaz de contaros todo, pero os puedo referir lo que sé.<br />

Nuestro querido Maestro no vivió más que tres de las estaciones de los profetas. Me refiero a la<br />

Primavera de sus cantares, al Verano de su amor y al Otoño de su pasión; cada una de estas estaciones<br />

encerraba mil años. La Primavera de sus canciones la pasó entonando en Galilea; reunía en derredor<br />

suyo a sus queridos amigos; y a la orilla d<strong>el</strong> lago glauco habló primero sobre <strong>el</strong> Padre y sobre la<br />

Libertad y la Esclavitud. A la orilla d<strong>el</strong> lago de Galilea perdimos nuestro yo para encontrar nuestro<br />

sendero hacia <strong>el</strong> Padre. ¡Oh, qué insignificante es lo que perdimos ante lo que hemos ganado! Allí los<br />

áng<strong>el</strong>es <strong>el</strong>evaron sus salmos y cantaron en nuestros oídos, y luego nos ordenaron abandonar la tierra<br />

yerma, para ganar y gozar en <strong>el</strong> Paraíso de los anh<strong>el</strong>os d<strong>el</strong> corazón.<br />

Allí hablaba de los campos verdosos y de las praderas floridas; de las mesetas, declives y quebradas<br />

d<strong>el</strong> Líbano, donde se refugian los tersos lirios que no quieren ser alcanzados por las caravanas<br />

envu<strong>el</strong>tas en <strong>el</strong> polvo de la llanura. Nos describía la zarza silvestre que sonríe al sol y ofrenda su<br />

incienso a la brisa d<strong>el</strong> campo. Y a este propósito nos decía:<br />

-Los lirios y las zarzas viven un solo día, pero ese solo día es la Eternidad que se torna en Libertad.<br />

Una tarde estuvimos sentados a la orilla de un arroyo. Jesús nos dijo:<br />

-Mirad estas aguas y oíd la m<strong>el</strong>odía de sus murmullos; <strong>el</strong>las siempre anh<strong>el</strong>an la ribera d<strong>el</strong> mar, y no<br />

obstante este eterno anh<strong>el</strong>o, jamás cesan de cantar los misterios d<strong>el</strong> mar, desde uno a otro mediodía.<br />

¡Cuánto desearía que vosotros buscarais al Padre tal como este arroyu<strong>el</strong>o busca y canta la mar!<br />

Y luego llegó <strong>el</strong> Verano de su amor y nos alcanzó <strong>el</strong> mes de junio, <strong>el</strong> mes d<strong>el</strong> Amor. Sus parábolas<br />

fueron dedicadas a los demás hombres; al vecino, al peregrino, al forastero y amigos y compañeros de<br />

la mocedad. Nos habló d<strong>el</strong> peregrino que viaja de Oriente a Egipto; d<strong>el</strong> labrador que vu<strong>el</strong>ve con sus<br />

bueyes a su casa a las horas d<strong>el</strong> atardecer; y d<strong>el</strong> viajero caminant e, huésped inesperado que la noche<br />

tenebrosa encamina hasta nuestra puerta. Con respecto al vecino nos decía.<br />

-Vuestro vecino es vuestro Yo desconocido. Se reencarna en vosotros para ser visible. Vuestras<br />

aguas tranquilas reflejan ante vosotros su rostro, y si lo miráis atentamente hallaréis vuestras propias<br />

caras. Y si escucháis en la quietud de la noche, lo oiréis hablando en forma tal que las palpitaciones de<br />

vuestros corazones se encantarán en sus palabras. Por lo tanto haced con él tal como quisiereis que él<br />

hiciese con vosotros. Esta es mi ley, que yo digo a vosotros y a vuestros hijos para ser transmitida a<br />

las generaciones venideras, hasta que se agoten los tesoros d<strong>el</strong> tiempo y desaparezcan las arcas de los<br />

siglos.<br />

Al siguiente día nos habló así:<br />

-No estés solo en tu vida, por cuanto vives d<strong>el</strong> trabajo de los otros que, por más que lo desconozcan,<br />

<strong>el</strong>los viven contigo y te acompañan durante toda tu vida. No cometen ningún crimen sin que tu mano<br />

los haya armado. No caen sin que caigas con <strong>el</strong>los, y cuando te levantes se levantarán contigo. Su<br />

camino d<strong>el</strong> templo es tu camino, mas si escapan al desierto, donde los espera la fatal caída, irás con<br />

<strong>el</strong>los cual desertor. Tú y tu pariente son dos semillas sembradas en un solo campo: crecéis y os mecéis<br />

juntamente frente al viento, pero ninguno de los dos podréis pretender <strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> campo, porque<br />

la simiente que va cobrando diariamente su desarrollo, -no podría pretender ni siquiera <strong>el</strong> patrimonio

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!