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Jesus el Hijo del Hombre.pdf

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(AÑO 73)<br />

Mi tía en su juventud<br />

Mi tía nos dejó cuando era joven para ir a habitar una cabaña próxima a una viña, en heredad de su<br />

padre. Vivía sola y era muy frecuentada por los campesinos, a quienes curaba sus males con hierbas<br />

frescas o con raíces y flores secadas al sol. Los campesinos la creían profetisa, pero no faltaba quien la<br />

creía hechicera y bruja.<br />

Un día me llamó mi padre y me dijo:<br />

-Lleva estas hogazas de trigo a mi hermana, con esta jarra de vino y esta cesta de pasas.<br />

Cargué con todo mi burrito y fui hasta la cabaña de mi tía, quien al verme se alegró mucho.<br />

Mientras me hallaba sentada con <strong>el</strong>la a la sombra, pasó un hombre que saludó a mi tía diciéndole:<br />

-Buenas tardes, y bendiciones de la noche sobre ti. Mi tía se levantó respetuosamente y respondió:<br />

-Buenas tardes tengas, Señor de los Buenos Espíritus y vencedor de los malos.<br />

La miró aqu<strong>el</strong> hombre con dulce mirada y siguió su camino. Reí en mi corazón porque creí aue mi<br />

tía estaba loca, pero hoy bien sé que no lo estaba. Supo que yo había reído en mi alma y me reprochó<br />

tiernamente:<br />

-Óyeme, hija mía, y aprende de mí lo que te voy a decir: ese hombre, que ha pasado ante nosotros en<br />

este instante, cual la sombra de un águila que vu<strong>el</strong>a entre <strong>el</strong> sol y la tierra, vencerá a los Césares y a su<br />

imperio; derribará al toro alado de los caldeos y al león con cabeza de hombre d<strong>el</strong> Egipto, y gobernará<br />

<strong>el</strong> mundo. Esta tierra sobre la cual camina sucumbirá; y en cuanto a Jerusalén, que está sentada<br />

soberbia sobre sus colinas, sucumbirá repudiada en medio d<strong>el</strong> humo ante <strong>el</strong> viento desolador.<br />

Cuando dejó de hablar mi risa se trocó en calma, y pregunté:<br />

-¿Quién es ese hombre, de qué país es y de qué tribu viene? ¿Cómo logrará vencer a los grandes<br />

reyes y a los opulentos reinos?<br />

-Nació en este país, mas nosotros ya lo habíamos visto en los sueños de nuestros anh<strong>el</strong>os antes de<br />

venir a este mundo y desde <strong>el</strong> comienzo d<strong>el</strong> tiempo. Es de todas las tribus y no pertenece a ninguna.<br />

Vencerá con su palabra de verdad y con <strong>el</strong> fuego de su espíritu.<br />

Y de pie, inmóvil cual una roca, agregó:<br />

-Perdóneme <strong>el</strong> Áng<strong>el</strong> de Jehová estas palabras: Lo matarán y envolverán su juventud con las<br />

mortajas, y dormirá junto al corazón callado de la tierra, y será llorado por las donc<strong>el</strong>las de Judea.<br />

Y alzando sus brazos al ci<strong>el</strong>o continuó:<br />

-Pero sólo morirá su cuerpo físico. Subsistirá su espíritu y saldrá con sus legiones de esta tierra en<br />

que nace <strong>el</strong> sol, a aqu<strong>el</strong>la en cuyo horizonte muere al atardecer, y su nombre será <strong>el</strong> primero entre las<br />

naciones.<br />

Mi tía era una profetisa de avanzada edad cuando me dijo esas palabras, mientras yo sólo era una<br />

pequeñu<strong>el</strong>a, un campo virgen y agreste y una piedra que aún no se había empleado en ningún muro.<br />

Todo cuanto he visto en ese entonces en <strong>el</strong> espejo de sus pensamientos, ahora ha sucedido ante mis<br />

ojos. Jesús resucitó y luego condujo la humanidad a la tierra donde muere <strong>el</strong> sol. Y la ciudad que lo<br />

entregó a sus enemigos se redujo a escombros. En la sala donde. lo condenaron a muerte graznan los<br />

búhos y las lechuzas, en tanto derrama la noche <strong>el</strong> rocío de su corazón, como lágrimas sobre mármol<br />

destrozado.<br />

Hoy ya soy vieja, encorvada por <strong>el</strong> peso de los años. Mis padres han muerto y mi pueblo se ha<br />

extinguido. Después de aqu<strong>el</strong> día lo vi una sola vez y oí su voz; sucedió esto en una meseta sobre una<br />

colina, cuando se dirigía a sus discípulos y amigos. Y a pesar de mi vejez actual y de mi amarga<br />

soledad, Él me visita en mis sueños; llega hasta mí cual áng<strong>el</strong> blanco; silencia con su gracia <strong>el</strong> terror<br />

de mis noches y me transporta a un mundo <strong>el</strong>evado, poblado de sueños sublimes.<br />

Aún sigo siendo un campo inculto y una fruta insulsa, todavía pegada a la rama. Todo cuanto poseo<br />

es <strong>el</strong> calor d<strong>el</strong> sol y <strong>el</strong> recuerdo de aqu<strong>el</strong> <strong>Hombre</strong>. Sé que en mi pueblo no habrá más reyes, ni Mesías,<br />

ni sumos sacerdotes, tal como lo predijo mi tía; porque saldremos de este mundo con la corriente de<br />

los ríos y se olvidarán eternamente de nuestros nombres.<br />

Mas los que han atravesado los mares de Jesús en su propia corriente, dejarán su recuerdo en <strong>el</strong><br />

mundo.<br />

MANASS, UN ABOGADO DE JERUSALÉN

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