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Que el sordo hado inexorable lanza!<br />
En vez de la alegría, la agria pena<br />
El corazón devora. ¿Por qué, padre,<br />
Con terribles castigos me atormentas?<br />
¿No te amé? ¿Te ofendí? Di, Tito fiero,<br />
¿Qué te hice, porque ser cristiano quieras?<br />
¿Podré esperar que al conocerme Eustaquio<br />
Adorara a Jove? ¡Ah! si pudiera<br />
¡Salvarle! Claro no lo veo, Claudio;<br />
¡Dioses! ¿Qué debo hacer? ¿qué me aconsejas,<br />
Amigo?<br />
CLAUDIO. ¿Qué deseas que te diga?<br />
Acaso tienes las seguras pruebas *<br />
Y engañarte no pueden los indicios Que el<br />
pasado veloz poco recuerdan?<br />
FLAVTO. Escucha, Claudio, y por ti mismo juzga Si conocerle debo.<br />
¿No te acuerdas Que en las orillas de un aciago río,<br />
Después de atravesar inculta selva, Me separé de mi<br />
querido padre? ¿Te acuerdas bien de que mi edad tan<br />
tierna No era de más de un lustro? Pues bien, Claudio,<br />
Con agudo dolor Eustaquio cuenta Esto de su hijo a<br />
Fausto, y me lo dice Fausto también a mí duda no queda:<br />
Su relación, sus hechos, su memoria De que es mi padre<br />
claros me comprueban.<br />
Y recordando su pasada vida<br />
A Tito, el noble Fausto con tristeza Los sucesos<br />
pasados refería. ¿Aun dudar podré, Claudio, si es<br />
cierta Esta esperanza que devora el pecho?<br />
CLAUDIO. Si Fausto la verdad pura te cuenta<br />
Y también él, serás tú ciertamente<br />
Su hijo. Mas, Tito, por ahora piensa<br />
Y trata de salvarle. Yo comprendo<br />
* "Aseguras", sic. Corrección: seguras.—Ed.<br />
Qué afectos en tu pecho se despiertan Para<br />
hacerte la guerra. Mas escucha: Yo quisiera que<br />
a ti mismo te venzas Ocultándote. En esto,<br />
amigo Flavio, Su dulce salvación sólo se<br />
encuentra. Eustaquio creo que amará la vida,<br />
Cuando de su hijo la existencia sepa. Débesle<br />
descubrir que su hijo vive<br />
Y vive en Roma; pero que obedezca<br />
Al mandato de Adriano y verá entonces Al hijo.<br />
Corazón y heroica fuerza Le faltarán para llevar<br />
el peso Del amor paternal y el ansia inmensa<br />
Oprimirán el dulce y noble pecho De un padre y<br />
doblegada su dureza Con gusto adoraría a<br />
nuestros dioses. He aquí lo que mi alma te<br />
aconseja.<br />
FLAVIO. ¡Ay, Claudio, cuan pesado es tu consejo, Más duro<br />
que el acero y que la piedra! ¿Cómo quieres que<br />
yo, infeliz, oculte Que soy su hijo? jAh! en vano,<br />
esperas Que de mi amor filial obtenga tanto.<br />
¿Flavio disimular que su hijo sea, Cuando el<br />
objeto encuentra de sus ruegos? ¿Que su amor<br />
paternal, no mi alma, venza Amor de un caro<br />
padre en tal peligro?