Escenarios de Ciudadanía - La Ciudad Humanizada

cosas, pero luego no habido tiempo, no ha habido oportunidad, no ha habido fuerza o no
ha habido convicción para hacer eso tan imprescindible para el desarrollo, para el progreso
de una comunidad como es eso de pasar de las palabras a los hechos.
Mi manera de entender la política tiene que ver con esta circunstancia. Desde muy
pequeño yo fui formado precisamente en una serie de valores, de origen cristiano, que me
llevaban a la convicción profunda de que merecía la pena dedicar, primero una buena parte
de tu tiempo, luego una vida entera, a intentar primero conocer de verdad la realidad de
nuestra sociedad, pero no ya por su conocimiento propio, no ya por su diagnóstico, –he
empezado ya a utilizar términos médicos, ustedes me lo perdonarán–, no solamente en lo
que se refiere a su diagnóstico, sino con la sana intención de que ese diagnóstico sirviera
no sólo para hacer cávalas sobre la complejidad del comportamiento humano o sobre las
bondades o maldades de la propia condición de la persona, sino con el objetivo inmediato,
si fuera posible, de que ese análisis, ese diagnóstico, llevara a tomar las medidas correspondientes
terapéuticas para el tratamiento, para la corrección de aquellas realidades que
se determinarán como realidades patológicas, como realidades contrarias a una manera
de entender el mundo desde la perspectiva del ser humano, con una cierta redundancia, y
desde luego, con el afán de incidir, decididamente, sobre la realidad social.
Bueno, quizás fuera eso lo que a mí y a muchos como yo, nos llevó a dar el paso
de entrar en política, como también como frase hecha o acuñada se decía con mucha
frecuencia: meterse en política. Para mí meterme en política fue fundamentalmente la
manera lógica, la manera adecuada, desde mi punto de vista, también las circunstancias
nos ayudaron en ese sentido, para hacer posible, para hacer realidad muchas de las ideas
que nos habíamos propuesto desde, insisto, una serie de valores que se generaron sobre
solidaridad, sobre la igualdad de derechos, sobre la dignidad de las personas; todos esos
valores, ya digo, que estaban en nuestro pensamiento, en nuestra formación teórica, pero
que de alguna manera había que llevar a cabo y nosotros, muchos de nosotros, elegimos
el camino de la política porque nos pareció el más eficaz y también, todo hay que decirlo,
porque la circunstancias nos llevaron a ello. En ese sentido, puedo decirle con una vivencia
de carácter puramente personal, que si en un momento determinado mucha gente joven
pasamos desde los principios cristianos, los principios cristianos entendidos lógicamente
desde una perspectiva del Concilio del Vaticano II y de Juan XXIII, no esos principios que
se defienden y se proponen hoy, tan alejados muchas veces en determinados sectores a
esa realidad de lo que fue el mensaje de Cristo. Me estoy refiriendo a esas posiciones de
involución que, por desgracia han tenido un gran predicamento en los últimos años. Yo me
quedé, insisto, en Juan XXIII y que están influyendo de manera tan extraordinariamente
negativa, en sentido contrario, desde mi punto de vista, a lo que ocurre con aquellos principios
que yo mamé desde chico, están influyendo de manera negativa, no ya en la iglesia,
sino en la política española en estos momentos.
Insisto, se trata de una serie de planteamientos que tienen un origen ideológico, en
mi caso de unos principios que ya he narrado y con una orientación, clarísimamente de
izquierdas, principios ideológicos que efectivamente compartimos muchos en el momento
aquel de la Transición, y a eso me quería referir en el que uno no podía permanecer ajeno
a esa realidad social, institucional, ciudadana que fue el cambio de Régimen, el paso de la
Dictadura a la Democracia. Probablemente eso fue lo que me empujo a dar ese paso, a dar
ese salto, y a comprometerme políticamente para poder desarrollar de manera más adecuada
mis ideas. Hay otra gente, otros compañeros míos, otros ciudadanos y ciudadanas,
de mi propia generación, en el sentido más amplio, que estuvieron en la intensidad de esa
reflexión, pero que en seguida la vida les llevó por otros derroteros. Yo siempre cuento de
broma, que la gente que estaba mucho más a la izquierda que yo en la facultad y que tenía
además un pensamiento filosófico bastante profundo son los colegas que en este momento
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INtERVENCIONES.
mI pENSAmIENtO pOlÍtICO