AMOR Y TERROR DE LAS PALABRAS: LA INFANCIA COMO ...
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Luis Miguel Isava. Amor y terror de las palabras...<br />
Estudios 18:35 (enero-julio 2010): 105-140<br />
acercarse por comparaciones y proporciones, en un acercamiento que<br />
podríamos llamar “asintótico”, pero que nunca llegará a un conocimiento<br />
efectivo. Alcanzar la “docta ignorancia” sería entonces reconocer la existencia<br />
de ese límite –infranqueable. Esta breve sinopsis hace patente el sentido en<br />
que Briceño Guerrero adopta la “vía” de Nicolás de Cusa. En efecto, si la<br />
reflexión especulativa no nos proporciona más que aporías, no nos queda<br />
en principio más que renunciar a alcanzar conocimiento alguno, y hacer de<br />
esa constatación, de ese no-saber, la verdadera sabiduría.<br />
Pero quizá hay más conclusiones que extraer de la adopción del planteamiento<br />
del Cusano. Su conclusión tiene una implicación muy singular<br />
respecto a la especulación filosófica: éste propone, como única vía posible para<br />
ella, los procedimientos de la “teología negativa” introducida por Pseudo-<br />
Dionisio el Aeropagita. Estos consisten en proponer acercamientos “conceptuales”,<br />
o más precisamente “verbales”, a la divinidad que no sean afirmativos,<br />
sino negativos, es decir, ofrecer proposiciones de lo que ella no es. Esta “teología<br />
negativa” está en la base de gran parte de la tradición de la literatura<br />
mística occidental y, como recuerda Derrida, en ella se encuentran “los límites<br />
y las más grandes audacias del discurso en el pensamiento occidental”<br />
(1967: 399) 14. Quiero decir, que casi paradójicamente, esta forma de acercamiento<br />
a la divinidad, lejos de restringir la especulación verbal, la hace proliferar<br />
de una forma que sólo conocen algunos de los movimientos más audaces<br />
de la tradición literaria. Esta paradoja, que está en el corazón de dicha tradición<br />
“verbal”, será aprovechada por Briceño Guerrero al darle un giro que<br />
podríamos llamar “desconstructivo” a su apropiación del sentido de la “docta<br />
ignorancia”. Veamos esto con más detalle.<br />
Habíamos dicho que, para Nicolas de Cusa, la única forma de aproximarse<br />
a lo infinito –la divinidad– era precisamente a partir de la aceptación de la imposibilidad<br />
de alcanzarla, del reconocimiento (de allí lo “docto”) de esa imposibilidad<br />
(de allí la “ignorancia”). Por ello, recuerda el Cusano:<br />
oportet autem attingere sensum volentem potius supra verborum vim intellectum<br />
efferre quam proprietatibus vocabulorum insistere, quae tantis intellectualibus<br />
mysteriis proprie adaptari non possunt (De docta ignorantia, I, 2).<br />
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