LA MONTAÑA DE LOS SIGNOS - Iberescena

en varias posiciones. El triángulo es la figura geométrica perfecta para significar el equilibrio del cuerpo y
del alma.
Las presencias diseñan con piedras, a lado y lado del triángulo, dos signos de la cosmovisión Ra-
rámuri: A la derecha, forman el principio masculino: una piedra superior es la cabeza, una línea larga es la
columna-tronco y su prolongación es el miembro del macho. Una línea horizontal superior forma los hombros
y los brazos. Otra línea horizontal, es la cadera y dos líneas verticales, paralelas, son las piernas.
El diseño del principio femenino es similar al principio masculino y lo conforman en el lado izquierdo.
La diferencia es que la línea vertical que forma la columna-tronco no tiene prolongación fálica.
Artaud está metido en un triangulo de piedras, con brazos extendidos y con ojos dirigidos a un punto inde-
terminado. Artaud establece las coordenadas imaginarias de su ubicación en la Sierra Madre y en el Padre
Universo. Respira profundo.
Las presencias están divididas en dos grupos: En el lado del principio masculino están los hombres y
en el lado del principio femenino están las mujeres. Cantan combinando las voces graves y las voces agudas en
un canto aborigen. Un canto, a la vez, dulce y vigoroso.
Vuelven a escucharse las campanas del danzante, a lo lejos, en la reverberación del tiempo.
Mientras cantan antiguas melodías Tarahumara, con iluminación exigua, las presencias levantan
una montaña-pirámide tomando como base el triángulo en el que se había situado Artaud. Un símbolo de
sabiduría y memoria.
La luz disminuye hasta disolverse con el negro profundo.
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