Manuel Federico Ponce - Grupo América

MASADA
En ese peñón de Masada la lírica llegó con fuerza.
Identifiqué sus imposiciones y serenas resacas
por haberlas senlido antes en Ingapirca y Rumicucho.
Julio Pazos
Oí fluctuaciones, nítidas, en ese silencio,
y era mi sangre una picdrecilla arrojada en el vaso de alabastro.
No supuse que en Masada
y delante del Mar Muerto,
ópalo oculto en el vapor alcalino,
iba a encontrarme con la belleza cruel.
Asombro, angustia, me arrebataron
del recuerdo de mi paisaje distante.
En la altura de Masada quedé inerme,
además, a la vista de esas ocres fracturas
que descendían del desierto de Judea,
me enfrentaba al vacío
y a distantes pero oscuras promesas.
Ningún árbol y peor una corola,
allí se imponían los secos élitros
que cubrían el alma del baldío.
Una visión irrumpió;
piel aceitunada, ojos turquesas,