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Pensar la Dictadura - Igualdadycalidadcba.gov.ar

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128<br />

V. Poemas del exilio de Juan Gelman<br />

Esta serie de poemas fueron escritos por el poeta y<br />

periodista <strong>ar</strong>gentino Juan Gelman durante su exilio en<br />

Roma. Fueron publicados junto a una serie de ensayos<br />

del historiador Osvaldo Bayer en un libro titu<strong>la</strong>do Exilio.<br />

En cada poema Gelman indicó <strong>la</strong> fecha y el lug<strong>ar</strong> de escritura.<br />

La literatura, en este caso, funciona como otro<br />

modo de acerc<strong>ar</strong>se a <strong>la</strong> experiencia de quienes fueron<br />

forzados a salir del país durante <strong>la</strong> última dictadura.<br />

«I.<br />

Es difícil reconstruir lo que pasó, <strong>la</strong> verdad de <strong>la</strong> memoria lucha contra <strong>la</strong> memoria de <strong>la</strong> verdad. Han pasado años, los<br />

muertos y los odios se amontonan, el exilio es una vaca que puede d<strong>ar</strong> leche envenenada, al menos algunos p<strong>ar</strong>ecen<br />

alimentados así.<br />

En <strong>la</strong> colonia exili<strong>ar</strong> <strong>ar</strong>gentina predomina <strong>la</strong> apatía política y de otro tipo. Se trabaja o no, se estudia o no, se aprende<br />

o no, se aprende el idioma del país en el que se está o no, se reconstruye <strong>la</strong> vida o no. Las mujeres pasan como<br />

ríos, se <strong>la</strong>s quiere o no, se <strong>la</strong>s conserva o no.<br />

La necesidad de autodestruirse y <strong>la</strong> necesidad de sobrevivir pelean entre sí como dos hermanos vueltos locos.<br />

Gu<strong>ar</strong>damos <strong>la</strong> ropita en el ropero, pero no hemos deshecho <strong>la</strong>s valijas del alma. Pasa el tiempo y <strong>la</strong> manera de neg<strong>ar</strong> el<br />

destierro es neg<strong>ar</strong> el país donde se está, neg<strong>ar</strong> su gente, su idioma, rechaz<strong>ar</strong>los como testigos concretos de una muti<strong>la</strong>ción:<br />

<strong>la</strong> tierra nuestra está lejana, qué saben estos gringos de sus voces, sus páj<strong>ar</strong>os, sus duelos, sus tormentas.<br />

Son muy distintos a nosotros. No se preocupan verdaderamente de nosotros. No sufren <strong>la</strong> injusticia que nos pasó<br />

a nosotros. Es un problema de ellos, pero nos afecta a nosotros. Como si el diálogo entre extranjeros sobre algo<br />

ap<strong>ar</strong>entemente comprensible –el dolor de los unos– viniera envuelto por p<strong>ar</strong>te de los otros en pudores, candores,<br />

paternalismos, usos.<br />

No nos vamos a poner de acuerdo nunca. Y seremos muchas veces injustos, tomando <strong>la</strong> humildad por soberbia,<br />

<strong>la</strong> reserva por falta de compromiso, <strong>la</strong> voluntad de no herir por <strong>la</strong> voluntad de no saber.<br />

Así estamos de enfermos. Busc<strong>ar</strong>emos compromisos con el Museo del Prado, con Santa M<strong>ar</strong>ía Maggiore, <strong>la</strong><br />

P<strong>la</strong>ce de <strong>la</strong> Contresc<strong>ar</strong>pe, el Paseo de <strong>la</strong> Reforma, <strong>la</strong>s escaleras mecánicas de C<strong>ar</strong>acas, el Hyde P<strong>ar</strong>k de Londres.<br />

Son compromisos de idiota y duran una idiotez. La m<strong>ar</strong>avil<strong>la</strong> pasa, el dolor queda. Como el fuego del alma, queda.<br />

Queda.<br />

¿Acaso el cielo no es el mismo? El cielo no es el mismo. ¿Dónde est<strong>ar</strong>á <strong>la</strong> Cruz del Sur sino en el sur? ¿No es el<br />

mismo sol? No: ¿acaso ilumina a Buenos Aires? Lo hace horas después, cuando yo ya no estoy. Color de cielo otro,<br />

lluvia ajena, luz que mi infancia no conoce.<br />

Las voces del rocío se p<strong>ar</strong>ecen a <strong>la</strong>s voces del rocío. Una pequeña lengua <strong>la</strong>me y <strong>la</strong>s diferencia, <strong>la</strong>s distancia. Mi

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