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Textos Teatrales - Casa del Teatro de Medellín

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tu or<strong>de</strong>n, se jugaron el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> <strong>de</strong>sflorarla. Se jugaron<br />

primero el placer <strong>de</strong> quitarle la túnica bordada <strong>de</strong> anémonas,<br />

y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ejercido el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> la afrenta primeriza, fue<br />

violada una y otra vez sin compasión, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la resolana <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

medio día hasta el atenuarse el cono <strong>de</strong> rayos extáticos <strong>de</strong> la<br />

luna, en el que se percibían como falenas, átomos <strong>de</strong> plata<br />

aureolados <strong>de</strong> tristeza inefable, al ver a las bestias <strong>de</strong>strozar<br />

a la tierna Ismene.<br />

Coro – Estrofa: Ya sabes, Creonte, no ha <strong>de</strong> girar el sol muchas<br />

veces, en su afanosa carrera, antes que tú tengas que dar un<br />

muerto por otro muerto y así durante los tiempos veni<strong>de</strong>ros.<br />

Esa será la resultante <strong>de</strong> tu oficio y soberbia.<br />

Coro - Anti estrofa: Pero ahora el tiempo fugaz se te escapa,<br />

se escurre por entre tus <strong>de</strong>dos mientras la feti<strong>de</strong>z <strong>de</strong> tus actos<br />

claman venganza.<br />

Creonte: Me niego a creer lo que oigo.<br />

Narradora: Algo más te queda por oír y que tus ojos confirman:<br />

no se cumplió tu or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> asesinarla.<br />

Creonte: No me consi<strong>de</strong>ro un asesino.<br />

Narradora: Eso han proclamado los gran<strong>de</strong>s carniceros <strong>de</strong><br />

la historia. Pero <strong>de</strong>ja que termine. Cuando aletargada por<br />

el dolor se <strong>de</strong>spertó, no tuvo más remedio que recorrer el<br />

camino polvoriento y reseco <strong><strong>de</strong>l</strong> regreso. Cantó suavemente a<br />

las cenizas humeantes, a los cadáveres, unos <strong>de</strong>scuartizados,<br />

otros mutilados; a veces ocultaba con un puñado <strong>de</strong> rojizo<br />

polvo, el colgan<strong>de</strong>jo <strong>de</strong> piel sangrante único testigo <strong>de</strong> la<br />

tajante explosión inesperada. Apartó <strong><strong>de</strong>l</strong> sen<strong>de</strong>ro recorrido,<br />

los ma<strong>de</strong>ros encendidos. Cuando llegó, y las horas nocturnas<br />

se colgaban <strong>de</strong> sus párpados, se refugió en el más estrecho<br />

nicho <strong><strong>de</strong>l</strong> lupanar, repitiendo salmódicamente su cantinela:<br />

130<br />

Te x T o s T e a T r a l e s

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