dossier de prensa digital - Universidad Internacional Menéndez ...

O.J.D.: 96657
E.G.M.: 294000
Tarifa (€): 21893
como le llama la gente, pega unos saltitos.
«Es el precio de la fama», sonríe.
«Y de haber salido en Buenafuente». Revilla
es una fuerza de la naturalidad.
12.15 h. Saluda al escritor José Luis Sampedro.
«Aquí, un economista de Sarriko, alumno
que estudió con su libro de Estructura
Económica, el mismo que inspira a mi Gobierno»,
es su tarjeta de visita. «He fastidiado
a mucha gente», dice Sampedro con su habitual
socarronería.
Siguen casi dos horas de discursos que Revilla,
febril y con los ojos húmedos, soporta
con estoicismo. Sigue arrobado el discurso
del profesor Sampedro y de la mexicana Ana
Sara Ferrer Bohórquez, hija del mecenas Eulalio
Ferrer, que financia el galardón.
A la salida, Revilla echa chispas. «No puede
ser. Si Salvador Gutiérrez hace la laudatio
del premiado... no sé por qué hay otro tipo
que se empeña en contarnos lo mismo otra
vez. Es un plomo», brama.
Navajas,ventresca ycerezas
Un rato a la oficina y Revilla coge su coche de
nuevo. Comida en Tonino, restaurante que
regenta un concejal del Partido Regionalista
de Cantabria. De menú, Frenadol, tomate
cántabro con bonito, morgueras (navajas),
ventrecha y cerezas. Para beber, agua de la
tierra y vino Prado Rey. Como compañero de
mesa, Revilla es también incansable: habla
de los cinco meses que, cada invierno, pasaba
encerrado en su pueblo de Salceda, cercado
por las nieves y la soledad, y del caballo que,
en primavera, rompía el aislamiento para llevar
al hogar «cien kilos de ABCs», diario al
que estaba suscrito su padre; de sus correrías
estudiantiles por Bilbao, de las puntuales
500 pesetas al mes que, entre 1960 y 1965, le
hacían llegar desde casa y de cómo la escasez
le hizo aguzar el ingenio. Se detiene para paladear
la anécdota de la venta de 400 trajes
para sus compañeros en las Milicias Universitarias.
Por cada uno se embolsó 400 pesetas.
O desvela que, pese a las diferencias políticas,
‘descubrió’ la faceta guasona de Juan José
Ibarretxe en una comida oficial en la que el
ex lehendakari le fue sacando fotos y más fotos
de su pueblo natal (Salceda, «como el Rioja
que nos pusieron»), un dato que no aparece
en su biografía. Ibarretxe había llegado
hasta allí en bicicleta junto a unos amigos y
supo poner bien la oreja... al lado de un primo
del presidente cántabro que ni reconoció al
político nacionalista vasco.
Revilla es fanático del ciclismo, del remo y
del bolo montañés. Hoy es la etapa reina del
Revilla alimenta con
mendrugos de pan duro a
los gorriones de su barrio
El futuro. Revilla
visita el
Instituto de
Hidráulica
Ambiental de
Cantabria, un
centro de referenciamundial
en investigaciones
energéticas y
marinas.
Amigo de los
animales. En
el maletero,
junto a la caña
de pescar truchas
con cebo
vivoyauna
caja de Montecristos,Revilla
carga una
caja con mendrugos
de pan
para los pájarosycomiday
agua para los
gatos de su
urbanización.
Tour así que pide otro cortado, un dedo de JB
con tres hielos, y disfruta durante unos minutos
del Tourmalet... Pocos, porque habla de
la Fundación Comillas del Español y del apoyo
que recibe de Emilio Botín para «la gran
universidad mundial del castellano».
Por la tarde toca visita al Instituto de Hidráulica
Ambiental de Cantabria, en el campus
de Las Llamas. Todos vamos ya muy sofocados
por el calor y el ajetreo, pero Revilla
no pierde ripio de las explicaciones que pronuncia
Íñigo Losada sobre los modelos de
predicción de tsunamis y corrientes marinas,
un proyecto puntero de investigación «que
va a colocar a Cantabria a la cabeza del mundo
en ese campo. Somos ya un referente
mundial en la revolución tecnológica», presume.
Se coloca Revilla luego el casco y pasea entre
el hormigón del nuevo Tanque de Ingeniería
Marítima. Para acabar, los científicos le
regalan una carta de mareas del día en que
nació su hija Lara, de once años.
Con prisas, pero llegamos puntuales al
Centro Gallego. Gaitas y pregón. Una de sus
especialidades. Revilla improvisa y habla del
día de Santiago en su pueblo, cuando mataban
una oveja y comían carne durante tres
días seguidos. Revilla alborota al auditorio
que le quiere sacar a hombros...
Pasadas las nueve y media, Miguel Ángel
Revilla nos invita a su casa, donde vive con
su segunda esposa, Aurora, y su hija. Cuando
Fecha: 01/08/2010
Sección: UVE
Páginas: 2-4
En El Astillero. De
vuelta a casa, Revilla
observa los bailes de
unas amigas de su hija
pequeña, Lara, de once
años, fruto de su segundo
matrimonio.
llega a El Astillero, detiene el coche, abre el
portón trasero y descubre una caja de cartón
con mendrugos de pan duro «para alimentar
a los 200 gorriones que me cantan todos los
días». Coloca cuatro trozos bajo la rueda del
coche y los apisona para que los puedan comer
los pájaros. Adelante y atrás. Luego rellena
con agua Corconte dos cuencos de plástico
y esparce pienso para los gatos. Saluda a
unas amigas de su hija, que juegan en el patio.
Le piden una foto. Revilla moquea por la
gripe, pero accede entre el alborozo juvenil.
Entramos en la casa, dominada por ese
desorden común a los hogares con niños.
Una silla de montar muy repujada preside
el salón. Revilla nos pasa a la modesta cocina
y empieza a sacar unas panderetas de
anchoas. «Elige tú el vino», indica abriendo
la puerta del frigo. Un blanco de Tenerife
frío. «Como estoy solo, mira el pan que
tengo». Media barra. El presidente de Cantabria
corta un gran tomate maduro y lo aliña.
«Sentaos... ¡Mirad qué pinta tienen estas
anchoas!».
«Atentos... Se comen así. Se unta bien el
pan en el aceite y luego se pincha una».
Charlamos. «Mi misión es poner a Cantabria
en el mundo del siglo XXI», confía. ¿Y cuándo
desconecta? «Tengo que dormir 8 horas».
Acabamos el piscolabis y me pongo a recoger
la mesa. «Deja eso... Todos los días viene una
señora a casa un rato. Cada uno tiene que hacer
su trabajo». Y Revilla hace bien el suyo.