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José Martí - Nuestra América - Fundación Infocentro

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chos. ¿Ganancias? ¡Por supuesto que las hay! ¿No paga la Argentina flete<br />

y seguro sobre cada cien libras de lana sucia, que sólo le dan treinta limpias?<br />

¿No ha de sacar su utilidad el manufacturero europeo, y ponerla en el<br />

precio? ¿No paga la lana argentina al volver manufacturada al país, un cuarenta<br />

y cinco por ciento de derechos de importación? Pues manufactúresela<br />

allá, y el manufacturero tendrá amplio mercado para un producto de<br />

consumo indispensable, que no tendría que pagar ni flete, y seguro por<br />

tres tantos de su material real, ni flete de vuelta, ni cuarenta y cinco por derechos<br />

de importación. La Argentina, es cierto, ganaría con el establecimiento<br />

de la nueva industria y su pueblo se vestiría más barato y mejor, y<br />

¿por qué no con su empuje, y su mucha lana, y sus facilidades para exportar,<br />

no se haría en poco tiempo país exportador, –no proveería, por lo menos,<br />

a los mercados cercanos? La Argentina ganaría, sí; pero los que<br />

llevasen la industria harían un negocio pingüe. Por las noches, en el Club<br />

de los Lenceros, en el comedor del Union League, en cierta mesa de la cantina<br />

célebre de Hoffman, se oían frases como éstas: “¿Y esta clase de hombres,<br />

de dónde han salido?”. “Saben de nuestras cosas más que nosotros<br />

mismos”. “Ese ministro joven me dejó hoy convencido”. “Los amigos creen<br />

que hay asunto en lo que nos dijo hoy y que vale la pena de llevar allá los telares<br />

que se nos están quedando aquí sin quehacer”. “¡Smith, este Pommery<br />

por el primer telar yanqui que pongamos en la Argentina!”. “¡Eso no, –dijo<br />

de brillantón en la pechera, traje de pana nacional, y botas de becerro:<br />

por esas cosas no se brinda con Pommery sino con champaña de nuestras<br />

uvas, con champaña de Ohio!”. Que no fue como la que sirvió Sheppard,<br />

el agresivo republicano casado con la Vanderbilt, en la comida de honor,<br />

con que en la casa monumental, copia de la de Francisco I, obsequió el matrimonio<br />

millonario a los esposos Sáenz Peña.<br />

Allí estaba Chauncey Depew, el abogado de la casa, y el presidente posible:<br />

allí el general Sherman, con su cara rugosa, que se llenó de luz, como<br />

cuando da un rayo de sol sobre los riscos, cuando Sáenz Peña recibió, con<br />

sincera gratitud, un suntuoso ejemplar de sus Memorias: allí Flint 3 que el<br />

día antes tuvo a su mesa, entre gente de pro, a los dos delegados bonaerenses:<br />

allí Lawford, cuñado del juez supremo de Inglaterra y el presidente de<br />

3. Posiblemente Austin Flint (1836-1915), prominente fisiólogo.<br />

NUESTRA AMÉRICA<br />

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