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José Martí - Nuestra América - Fundación Infocentro

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tro espíritu. En cambio ¡qué plácido sueño cuando esta * lumbre no ilumina<br />

en el corazón más que llanuras! El alma satisfecha acrece las fuerzas, rejuvenece<br />

el rostro, desarruga la frente de los viejos, perpetúa la beldad de<br />

las mujeres, limpia de ortigas los años, aligera los miembros, aviva la voluntad,<br />

acrecienta los caudales. Más joven se levanta cada mañana el hombre<br />

bueno: así los viejos suizos, amigos y camaradas de los Alpes, mueren con<br />

los ojos azules y con el color sonrosado en las mejillas, ¡porque no han doblado<br />

en un siglo el ramo de roble en que se apoyan, ni su conciencia pura<br />

–blanca como sus neveros–, su báculo más fuerte!<br />

Dejé en La Habana las iras de los hombres; y traspuse llegando a Progreso<br />

1 , si bien por tiempo breve, las majestuosas iras de la mar. Mido yo mi<br />

grandeza por la de los océanos irritados: cuando viajaba en el potente Celtic,<br />

buque de inmigrantes y de príncipes, donde vi –y no en los príncipes–<br />

más héroes respetables, el negro Atlántico reunía todas las fuerzas de su seno,<br />

no cabía su cuerpo dilatado en la implacable orilla de sus mares, y se retorcía<br />

con sacudimientos montañosos, pidiendo fuerza al cielo, negro<br />

también y oscuro, como la frente de sañudo padre, que quiere detener con<br />

su ira las impaciencias de un hijo rebelado. Mar vea el cielo, allá en la inmensidad<br />

del horizonte. Nunca sentí terror ante tan grandes luchas; antes**,<br />

las fauces, bien firmes en las órbitas mis ojos, rey también entre tanta<br />

majestad, sentía hercúleas mis espaldas. Un religioso espíritu me transportaba;<br />

afán de batalla me poseía, hogar mío creía yo a aquel espacio negro y<br />

barco hondo, y regocijado como un niño, adoraba aquel peligro, que al fin<br />

me conocía y miraba al cielo alto, que es mi manera de pintarme de rodillas.<br />

¡Qué desdén luego en mis ojos para todo lo que no amaba conmigo la tormenta!<br />

Verdad que nunca oí manera de rugir más formidable. ¡Pueril lenguaje<br />

fuera comparado al de las ondas atlánticas airadas, el de una selva de<br />

leones desatada sobre árabes temerosos en impenetrable noche oscura!<br />

Duda la mano débil al transportar a los hombres tan hermoso honor. Jamás<br />

tuvo cantor la epopeya de la Naturaleza, ni lo ha tenido aún la epopeya del<br />

esfuerzo de los hombres. Eran el mar y el buque como masas de espíritus<br />

* Palabra ininteligible<br />

** Palabra ininteligible.<br />

1. Referencia al puerto mexicano del estado Yucatán.<br />

NUESTRA AMÉRICA<br />

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