AÑO JUBILAR PAULINO

Nuevo patriarca latino en Jerusalén
El sábado día 21, monseñor Michel
Sabbah, hasta ese momento
patriarca latino de Jerusalén,
hacía entrega en la Basílica de Getsemaní
del báculo pastoral al nuevo
patriarca, monseñor Fouad Twal,
quien fue nombrado arzobispo coadjutor
de la diócesis hace dos años y
medio. El nuevo patriarca tomó posesión
de la sede canónica, el Santo Sepulcro,
compartida con el patriarca
griego ortodoxo y armenio, a primera
hora de la tarde del domingo 22. Se
cierra así una etapa en la historia de
la diócesis latina de Tierra Santa, marcada
por la diáfana personalidad de
quien ha sido su pastor durante veintiún
años. La trayectoria y el temple
personal del nuevo pastor permiten augurar
un no menos rico pontificado en
la rica pero también compleja realidad
de Tierra Santa.
Voz del drama de Tierra Santa
La iglesia de las Naciones apenas podía
contener a tantos que querían agradecer
el ministerio patriarcal de monseñor
Sabbah. Su voz, físicamente débil,
resonó potente y decidida en el agradecimiento,
pero también en la petición de
soluciones para el drama de la región.
El itinerario personal del patriarca
emérito de Jerusalén ha dejado una impronta
bien perceptible en sus años al
frente de la diócesis. Nacido en Nazaret
en 1933, su infancia, juventud y formación
transcurrieron a la sombra de los
primeros enfrentamientos árabo-israelíes.
Seminarista en Beit-Yala, junto a Belén,
tareas pastorales en Jordania, universitario
con los jesuitas en Beirut, vinculado
a la gran obra educativa del Patriarcado,
así como a la Universidad de
Belén, hicieron de él un candidato inesperado
cuando Juan Pablo II lo designó
patriarca en 1987. Sus cartas pastorales,
siempre gestadas junto a las Comisiones
Teológicas y Pastorales de la
diócesis, quedarán como señuelos en la
historia de los católicos latinos de Tierra
Santa. Su testamento espiritual, plasmado
en una hermosa carta pastoral, insis-
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Monseñor Sabbah (der.) entrega el báculo a su
sucesor en Jerusalén, monseñor Twal, el 21 de junio.
Foto: Custodia de Tierra Santa.
te en la idea que nunca ha dejado de
proclamar: La misión y vocación de los
cristianos en Tierra Santa es provocar
amor y vida digna para todos sus habitantes,
judíos, musulmanes, cristianos y
drusos. Quienes han juzgado su ministerio
pastoral como demasiado atento al
escenario político de la región no han
advertido la lucidez con la que ha afrontado
la realidad, ni su gran corazón y
sentido de la justicia. Monseñor Sabbah
ha sido una cualificada voz de los árabes
cristianos en el mundo.
«Corazón que ama»
Monseñor Fouad Twal también representa,
con no menor intensidad, la
historia y las posibilidades de futuro de
los árabes cristianos. Natural de Mábada
(Jordania), su nombre de pila significa
en árabe «corazón que ama». Su familia
proviene de los clanes nómadas
que abrazaron el rito latino hace poco
más de un siglo y se asentaron después
en la célebre ciudad jordana. Formaban
parte de las tribus árabes del desierto
que fueron evangelizadas por los monjes
bizantinos en el siglo V, nunca islamizadas.
Tras los estudios eclesiásticos en
Beit-Yala y de derecho canónico e internacional
en Roma, el joven sacerdote
fue destinado al cuerpo diplomático de
la Santa Sede, prestando servicio en
América Central (Honduras, Perú), el Va-
Mundo
ticano (sección de Africa francófona),
Alemania y El Cairo. En 1992 fue
nombrado obispo de Túnez. De allí
fue llamado a ocupar la sede jerosolimitana,
en la que ha permanecido
acompañando a monseñor Sabbah
estos dos últimos años, caracterizados
por su discreción y mirada atenta
a la vida de la diócesis. Tras 18
años de vida diplomática y pastoral
en el extranjero, regresa a sus orígenes
con una amplia visión de la Iglesia
y del mundo en beneficio de Tierra
Santa.
El domingo tenía lugar el ritual solemne
del ingreso en la Basílica del
Santo Sepulcro. La ceremonia es una
herencia de los tiempos del Imperio
Otomano, cuando éste reconocía una
cierta autoridad civil a los patriarcas
cristianos: cortejo procesional desde la
puerta de Jaffa, presencia de todas las
comunidades religiosas, los Cónsules
Generales de los países protectores de
los Santos Lugares, entre ellos España,
acogida en la Puerta, canto del Te Deum
hasta llegar a la Tumba vacía, lectura de
la Bula Pontificia... ¡el esplendor oriental!
Junto al gesto, la palabra. Junto al Sepulcro
de Cristo y a escasos metros del
Gólgota, el nuevo arzobispo iniciaba así
su pontificado: «Tan corta es la distancia
entre el Calvario y la Tumba vacía, como
entre la muerte y la vida... ¡no tengáis,
por ello, miedo!».
La diócesis patriarcal acoge a fieles
de Jordania, Israel, Chipre y los Territorios
Ocupados. Sus orígenes se remontan
a la llegada de los Cruzados, en
1099. Tras la caída del reino latino en
1291, los franciscanos mantuvieron la
existencia de la Iglesia latina en Tierra
Santa, hasta que en 1847, Pío IX restableció
la Sede Patriarcal, cuyo titular venía
siendo un eclesiástico europeo. Con
los nombramientos de los dos últimos
patriarcas, árabes, se ha consolidado la
madurez de la Iglesia latina que junto a
otras quince diócesis de otros ritos, conforman
el mosaico cristiano de Tierra
Santa. ■
Javier Velasco Yeregui
Jerusalén
Número 3.420 ■ 28 de junio de 2008 17