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AÑO JUBILAR PAULINO

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985<br />

DOMINGO XIV<br />

DEL TIEMPO<br />

ORDINARIO<br />

(6 julio 2008)<br />

Primera lectura: Zac 9, 9-10.<br />

(Mira a tu rey que viene a ti<br />

modesto).<br />

Salmo responsorial: 144.<br />

(Bendeciré tu nombre por<br />

siempre, Dios mío, mi rey).<br />

Segunda lectura: Rom 8, 9.11-<br />

13. (Si con el Espíritu dais<br />

muerte a las obras del cuerpo,<br />

viviréis).<br />

Evangelio: Mt 11, 25-30.<br />

(Soy manso y humilde de<br />

corazón).<br />

«Venid a mí todos los que<br />

estáis cansados y agobiados y<br />

yo os aliviaré. Cargad con mi<br />

yugo y aprended de mí, que<br />

soy manso y humilde de<br />

corazón, y encontraréis<br />

vuestro descanso. Porque mi<br />

yugo es llevadero y mi carga<br />

ligera».<br />

6 de julio:<br />

JORNADA DE<br />

RESPONSABILIDAD<br />

DEL TRAFICO<br />

El domingo,<br />

pan de la palabra<br />

Una oración<br />

El evangelio de Mateo<br />

nos muestra<br />

una de las oraciones<br />

de Jesús. Es ésta, en<br />

concreto, una emotiva<br />

oración de acción de<br />

gracias dirigida al<br />

«Abba», como todas las<br />

de Jesús, y surgida desde<br />

el espíritu de las bienaventuranzas.<br />

Situada<br />

en su contexto, podemos<br />

decir que es ése un<br />

momento crucial en la<br />

vida del Maestro. Unos<br />

versículos antes Mateo<br />

cuenta la tristeza que<br />

siente Jesús por el escaso eco que ha<br />

provocado su predicación en Corozaín,<br />

en Betsaida y en el mismo Cafarnaúm.<br />

Este sentimiento de fracaso, que provoca<br />

un profundo sinsabor en el ánimo de<br />

Jesús, se transforma, sin embargo, en<br />

una sentida acción de gracias porque, a<br />

pesar de todo, el mensaje del Reino puede<br />

ser comprendido y aceptado por<br />

quienes parecen contar poco a nivel social:<br />

«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo<br />

y tierra, porque has escondido estas<br />

cosas a los sabios y entendidos y las has<br />

revelado a la gente sencilla». El eco de<br />

esta oración lo podemos encontrar, convertido<br />

en argumento, en Pablo cuando,<br />

en la Primera Carta a los Corintios, dice:<br />

«Mirad nuestra asamblea no hay en ella<br />

muchos sabios según los criterios del<br />

mundo, ni muchos poderosos, ni muchos<br />

nobles». Pablo hace esta observación<br />

para alentar a la pequeña comunidad<br />

de Corinto, demasiado preocupada<br />

por los predicadores y sus formas, y hacerles<br />

comprender que no es en la sabiduría<br />

y el conocimiento donde el creyente<br />

se encuentra con Dios sino que éste<br />

muestra su fortaleza eligiendo lo que<br />

parece menospreciable. Y eso parece<br />

querer decir la oración de Jesús cuando<br />

añade: «Sí, Padre, así te ha parecido mejor».<br />

Dios se complace en la debilidad.<br />

Número 3.420 ■ 28 de junio de 2008<br />

Dice Joachin Jeremías<br />

que esta nueva manera<br />

de orar «rompe los moldes<br />

de la costumbre ritual.<br />

No se contenta con<br />

el piadoso hábito de hacer<br />

la oración litúrgica<br />

tres veces al día, sino que<br />

Jesús pasa horas enteras<br />

en oración». Jesús saca la<br />

oración del ámbito litúrgico<br />

para ponerla en medio<br />

de la vida.<br />

Si la oración comienza<br />

como una acción<br />

de gracias dirigida<br />

al Padre, se transforma<br />

después en un grito dirigido a los hombres<br />

de todos los tiempos a quienes las<br />

cadenas de la opresión –sean del pecado<br />

o del sistema social– tienen maniatados.<br />

Es un grito que invita a mirarlo<br />

como al Hijo del «Abba», como aquel<br />

que revela el rostro cercano del Dios Padre,<br />

como aquel que comprende la hondura<br />

del sufrimiento, como aquel que es<br />

voz autorizada para acercar al Dios de lo<br />

Alto y aliviar las pesadillas y sinsabores<br />

de la vida de los seres humanos. Por eso<br />

resuena el grito de Jesús a lo largo de la<br />

historia, porque es el grito de quien se<br />

ofrece como esperanza y consuelo para<br />

aquellos a quienes el camino de la vida<br />

se lo ha negado. En esta oración, por<br />

tanto, el «venid a mí los que estáis cansados<br />

y agobiados y yo os aliviaré» y el<br />

«cargad con mi yugo y aprende de mí»<br />

son, ante todo, una invitación a aceptar<br />

a Jesús como el Señor de la historia que,<br />

intemporal, acoge los gemidos y cansancios<br />

de la humanidad para darles un<br />

sentido liberador. La actitud orante de<br />

Jesús abre expectativas y puertas donde<br />

parecen estar cerradas, ensancha horizontes<br />

y otorga a los discípulos recursos<br />

para acoger toda dolencia y presentarla<br />

ante el Dios de la misericordia. ■<br />

Jesús Francisco Riaza<br />

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