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contribuya a fomentar la reflexión sobre<br />
la historia de Europa y a estimular<br />
a sus habitantes para que redescubran<br />
el inestimable tesoro de valores que<br />
han heredado de la sabiduría propia<br />
de la cultura helenística y del evangelio.<br />
Señor embajador: Gracias por asegurar<br />
la determinación de vuestro Gobierno<br />
a resolver las cuestiones administrativas<br />
relacionadas con la Iglesia<br />
católica en vuestra nación, entre las<br />
cuales reviste especial significado la de<br />
su situación jurídica. Los fieles católicos,<br />
aun siendo poco numerosos, aguardan<br />
un resultado favorable de tales deliberaciones.<br />
Y es que cuando los líderes religiosos<br />
y las autoridades civiles colaboran<br />
en la formulación de una legislación<br />
recta que regule la vida de las comunidades<br />
eclesiales locales, el bienestar espiritual<br />
de los fieles y el bien de toda la<br />
sociedad se ven incrementados.<br />
En el ámbito internacional, son de<br />
alabar los esfuerzos de Grecia por promover<br />
la paz y la reconciliación, particularmente<br />
en el área de la cuenca mediterránea<br />
que la rodea. Sus esfuerzos<br />
por apaciguar las tensiones y por disipar<br />
las sospechas que durante tanto<br />
tiempo han estorbado el camino hacia<br />
una convivencia armónica en la región<br />
ayudarán a reavivar un espíritu de buena<br />
voluntad entre individuos y naciones.<br />
Por último, señor embajador, no<br />
puedo dejar de recordar los incendios<br />
que arrasaron Grecia durante el último<br />
verano. Sigo recordando en mis oraciones<br />
a las víctimas de aquella catástrofe<br />
y pido a Dios gracia y fortaleza<br />
para todas las personas involucradas<br />
en el proceso de reconstrucción. Al<br />
tiempo que asumís vuestras responsabilidades<br />
en el seno de la comunidad<br />
diplomática acreditada ante la Santa<br />
Sede, os expreso mis mejores deseos<br />
en la oración por el éxito de vuestra<br />
misión y os aseguro que los diferentes<br />
departamentos de la Curia Romana estarán<br />
siempre dispuestos a asistiros en<br />
el desempeño de vuestro cometido. Y<br />
ruego de todo corazón que desciendan<br />
copiosas sobre Vuestra Excelencia<br />
y sobre el amado pueblo griego las<br />
bendiciones de Dios todopoderoso. ■<br />
(Original inglés procedente del archivo<br />
informático de la Santa Sede;<br />
traducción de ECCLESIA)<br />
977<br />
Venerados hermanos en el episcopado:<br />
Me complace recibiros durante<br />
vuestra visita ad limina, con la<br />
que renováis los lazos de comunión<br />
en la fe y en el amor entre vosotros,<br />
pastores del Pueblo de Dios en<br />
Malasia, Brunéi y Singapur, y el Sucesor<br />
de Pedro en la sede de Roma. Os<br />
doy las gracias por las amables palabras<br />
que el arzobispo monseñor Pakiam<br />
me ha dirigido en vuestro nombre,<br />
y aseguro mis oraciones y mis<br />
mejores deseos para todos vosotros y<br />
para cuantos están encomendados a<br />
vuestro pastoral desvelo.<br />
Gracias a una feliz coincidencia,<br />
vuestra visita a la ciudad de los apóstoles<br />
Pedro y Pablo tiene lugar en un<br />
momento en el que la Iglesia del<br />
mundo entero se prepara para celebrar<br />
un año dedicado a San Pablo, el<br />
gran Apóstol de las Gentes, en el bimilenario<br />
de su nacimiento. Rezo por<br />
que os inspiréis en el ejemplo de tan<br />
ferviente apóstol, maestro excepcional<br />
y testigo valiente de la verdad del<br />
evangelio. Que por intercesión suya<br />
podáis experimentar un fervor renovado<br />
en la gran tarea misional con<br />
vistas a la cual, análogamente a San<br />
Pablo, habéis sido separados y llamados<br />
(cf. Ga 1, 15-16): la de anunciar el<br />
evangelio de Jesús en Malasia, Brunéi<br />
y Singapur. Haciéndome eco de las<br />
palabras que San Pablo dirigía a los<br />
presbíteros de Efeso, os insto a tener<br />
cuidado «de vosotros y de toda la<br />
Documentación<br />
El diálogo interreligioso,<br />
exigencia<br />
de un apostolado paulino<br />
Discurso de Benedicto XVI a los obispos de la Conferencia<br />
Episcopal de Malasia-Singapur-Brunéi con ocasión<br />
de su visita «ad limina Apostolorum» (6-6-2008)<br />
grey, en medio de la cual os ha puesto<br />
el Espíritu Santo como vigilantes<br />
para pastorear la Iglesia de Dios, que<br />
él consiguió con la sangre de su propio<br />
Hijo» (Hch 20, 28).<br />
«La fe de la Iglesia en Jesucristo es<br />
un don recibido y un don que ha de<br />
compartirse; es el don mayor que la<br />
Iglesia puede ofrecer a Asia» (Ecclesia<br />
in Asia, n.º 10: ECCLESIA, núm. 2.973<br />
[1999/II], pág. 1792). Afortunadamente,<br />
los pueblos de Asia muestran un intenso<br />
anhelo de Dios (cf. ibíd., n.º 9:<br />
ECCLESIA cit., pág. 1791). Al transmitirles<br />
el mensaje que en su día recibisteis<br />
(cf. 1 Cor 15, 3), vais sembrando las semillas<br />
de la evangelización en terreno<br />
fértil. Sin embargo, para florecer, la fe<br />
necesita enraizarse profundamente en<br />
Asia, de manera que no se la perciba<br />
como un producto de importación,<br />
ajeno a la cultura y a las tradiciones de<br />
vuestros pueblos. Teniendo presente la<br />
forma en que San Pablo anunció la<br />
Buena Nueva a los atenienses (cf. Hch<br />
17, 22-34), estáis llamados a presentar<br />
la fe cristiana bajo formas acordes con<br />
la «intuición espiritual innata» y la «sabiduría<br />
moral típica del alma asiática»<br />
(Ecclesia in Asia, n.º 6: ECCLESIA cit.,<br />
pág. 1789) para que las gentes la acojan<br />
y hagan propia.<br />
Más concretamente, debéis aseguraros<br />
que en su mente no se confunda<br />
el evangelio cristiano con los principios<br />
seculares asociados a la Ilustración;<br />
antes bien, «siendo sinceros en el<br />
amor» (Ef 4, 15), podéis ayudar a vuestros<br />
conciudadanos a distinguir el tri-<br />
Número 3.420 ■ 28 de junio de 2008 29