Cash Luna – En Honor al Espiritu Santo - Ondas del Reino
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(LA BICICLETA O YO'<br />
en todos estos años es a oír a Dios y obedecerlo. Él me<br />
dijo que lo unja yeso haré».<br />
<strong>En</strong>tonces, me prenguté: ¡¡¿Y por qué me vaya dejar<br />
ungir por este hombre?». No quería caer en el emocion<strong>al</strong>ismo<br />
de aquellos que reparten llamados. Pero en ese<br />
momento el Señor me recordó la p<strong>al</strong>abra de Romanos<br />
12: 16: ¡¡Háganse solidarios con los humildes», con los de<br />
baja condición». Y luego agregó: ¡¡Ninguno de los grandes<br />
te va a ungir para que siempre sepas que fui yo quien lo<br />
hizo y recuerdes de dónde te levanté». Y yo le respondí:<br />
«Está bien, así será Señor, úngeme».<br />
Este hombre nos lavó los pies y luego nos sirvió la<br />
cena <strong>del</strong> Señor. Después puso unas to<strong>al</strong>las sobre el piso y<br />
nos mandó a hincarnos sobre ellas y sacó una jarra enorme<br />
de aceites con especias, similar a la fórmula <strong>del</strong> aceite<br />
de la unción con que se ungía los sacerdotes en el Antiguo<br />
Testamento. <strong>En</strong> ese momento, me imaginé que iba a mojar<br />
sus manos en el aceite y las pondría sobre mi cabeza,<br />
como se acostumbra hacer, o que t<strong>al</strong> vez untaría un poco<br />
en mi frente o sobre mi cabeza, pero no fue así. Para sorpresa<br />
nuestra, derramó el envase entero de aceite sobre<br />
nosotros, como si estuviéramos recibiendo un baño, de<br />
t<strong>al</strong> manera que quedamos empapados. Teníamos aceite<br />
en toda la cabeza, en la cara y en los hombros, se nos metió<br />
en los ojos y hasta dentro de la ropa. Estábamos muy<br />
tocados y quebrantados por el Señor. Ese día pude sentir<br />
su poder en ese lugar.<br />
Cuando s<strong>al</strong>imos le dije a mi esposa que la invitaba a<br />
una cafetería suiza loc<strong>al</strong>izada en lo que entonces era el<br />
centro comerci<strong>al</strong> de mayor afluencia en la ciudad de Guatem<strong>al</strong>a.<br />
Mi esposa accedió y me dijo que solo pasáramos<br />
por casa para asearnos y cambiarnos de ropas, pues escurríamos<br />
y olíamos a aceite, pero le pedí que fuéramos así<br />
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