Cash Luna – En Honor al Espiritu Santo - Ondas del Reino
Cash Luna – En Honor al Espiritu Santo - Ondas del Reino
Cash Luna – En Honor al Espiritu Santo - Ondas del Reino
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
UN ABISMO LLAMA A OTRO ABISMO<br />
mos?», y todos dimos la típica respuesta: «Donde sea». Nadie<br />
quería tomar la decisión y todos decíamos lo mismo:<br />
«Decide tú», «lo que tú quieras», «me da igu<strong>al</strong>».<br />
Luego de un rato de darle vueltas <strong>al</strong> asunto elegimos<br />
un restaurante de comida it<strong>al</strong>iana. Cuando llegamos, era<br />
imposible encontrar una mesa disponible, porque el lugar<br />
estaba lleno. Así que esperamos por unos minutos hasta<br />
que nos ubicaron en una mesa later<strong>al</strong>, casi en la c<strong>al</strong>le. Por<br />
<strong>al</strong>lí prácticamente pasaban todas las personas que visitaban<br />
el lugar. Era una noche <strong>al</strong> parecer norm<strong>al</strong>, todos conversábamos,<br />
y obviamente el tema centr<strong>al</strong> era la unción<br />
<strong>del</strong> Espíritu <strong>Santo</strong> y sus milagros.<br />
Uno de los pastores contaba acerca de los hermosos<br />
acontecimientos ocurridos entre su gente durante aquella<br />
semana. Otro pastor y amigo peruano que meses antes<br />
me había invitado a ministrar en su iglesia me preguntó si<br />
recordaba a un hombre discapacitado por quien oramos<br />
con mi esposa. Por supuesto que lo recordaba, porque<br />
varias veces sentado en su silla de ruedas quedó lleno <strong>del</strong><br />
Espíritu <strong>Santo</strong>, aunque no comprendí por qué no había<br />
logrado caminar. Mi amigo me contó que recibió una llamada<br />
de Perú y le testificaron que el hombre llegó el domingo<br />
siguiente <strong>al</strong> templo y entró caminando sin usar su<br />
silla de ruedas y sin ayuda de su hermana, que siempre<br />
lo asistía. <strong>En</strong> fin, durante la velada compartimos testimonios<br />
parecidos que nos asombraban a todos.<br />
Estos milagros debían hacerme sentir muy bien porque<br />
fui yo quien ministré en muchas de esas ocasiones<br />
y pude sentir el poder de Dios acompañándome. Por supuesto,<br />
no hay quien sea llamado por el Señor <strong>al</strong> ministerio<br />
y no desee ser usado por él. Cu<strong>al</strong>quiera se sentiría muy<br />
contento, pero en ese momento no ocurrió así conmigo.<br />
85