REVISTA CINECLUB UNED:Maquetación 1
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borada, para lo cual la fotografía y la dirección<br />
artística son cuidadas con extrema delicadeza.<br />
La acción transcurre ahora en el interior de un<br />
taller donde un anciano artesano repara juguetes<br />
–especialmente muñecas que se apilan tras<br />
él en interminables y sombrías estanterías– a la<br />
luz de una lámpara de aceite. Unos operarios instalan<br />
un contador eléctrico que no parece ser del<br />
agrado de las muñecas. Por la noche, cuando el<br />
anciano cierra para irse a dormir, un pertinaz<br />
murmullo surge de los estantes. Se produce un<br />
cortocircuito y las muñecas arden sin que los<br />
viandantes que pasean frente a la tienda se percaten<br />
del accidente. El tenebrismo onírico de<br />
este corto, con esos pequeños cuerpecitos apilados<br />
en la penumbra siendo devorados por las<br />
llamas, resulta tristemente familiar para quien<br />
conozca las prácticas llevadas a cabo en los campos<br />
de exterminio nazis. Por lo demás, el surrealismo<br />
de la propuesta deja vía libre, una vez<br />
más, para todo tipo de interpretaciones.<br />
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Polanski resume nada menos que<br />
tres generaciones y dos guerras a<br />
través de los recuerdos de la anciana,<br />
ofreciendo unos decorados<br />
elaboradísimos, complejos efectos<br />
especiales y un lirismo plástico repleto<br />
de simbología que, en más de<br />
una ocasión, anticipa imágenes y<br />
situaciones que años después recrearía<br />
en Tess<br />
Como trabajo de graduación Polanski realizó<br />
una soberbia película de 20 minutos, planteada<br />
con la misma ambición técnica y artística que si<br />
se hubiera tratado de una superproducción de<br />
largo metraje. Gdy spadaja anioly [Los ángeles<br />
caídos] (1959) cuenta la desgarradora historia de<br />
una anciana que trabaja en unos urinarios públicos,<br />
y que, durante las interminables horas que<br />
pasa en su interior, rememora con nostalgia una<br />
vida trágica repleta de pérdidas, desengaños y<br />
frustraciones. Combinando el color –que ilustra<br />
con preciosismo los numerosos flash-backs– y el<br />
blanco y negro –para el tiempo presente–, Polanski<br />
resume nada menos que tres generaciones<br />
y dos guerras a través de los recuerdos de la<br />
anciana, ofreciendo unos decorados elaboradísi-<br />
mos, complejos efectos especiales y un lirismo<br />
plástico repleto de simbología que, en más de<br />
una ocasión, anticipa imágenes y situaciones<br />
que años después recrearía en Tess, su film más<br />
pictórico. La actriz que interpretaba a la anciana<br />
en sus años de juventud fue la bella Barbara<br />
Kwiatkowska –conocida después internacionalmente<br />
como Barbara Lass–, que ya había coincidido<br />
con Polanski en Dwaj ludzie z szafa y con la<br />
que el director contraería matrimonio poco después<br />
de finalizar el rodaje, divorciándose de<br />
mutuo acuerdo en 1962. La mujer en edad madura,<br />
vista cuando despide a su hijo que desfila<br />
hacia el frente, fue interpretada, sorprendentemente,<br />
por el propio Polanski.<br />
El director denuncia con su característico<br />
sentido del humor absurdo<br />
la falta de libertad del<br />
régimen comunista, e incide de<br />
forma poética en la idea de que<br />
nadie puede privar a sus semejantes<br />
de la capacidad para soñar<br />
Con la excusa de presentar su magistral cortometraje<br />
en diversos festivales internacionales<br />
–entre ellos el de San Sebastián, en España– Polanski<br />
obtiene un permiso para abandonar Polonia<br />
temporalmente y se instala en París, donde<br />
vive durante dos años. Allí completa su siguiente<br />
trabajo con la ayuda financiera de Jean-Pierre<br />
Rousseau, haciendo de Le gros et le maigre [El<br />
gordo y el flaco] (1961) su film más abiertamente<br />
político. El director denuncia con su característico<br />
sentido del humor absurdo la falta de libertad<br />
del régimen comunista, e incide de forma<br />
poética en la idea de que nadie puede privar a<br />
sus semejantes de la capacidad para soñar. De<br />
regreso a su país rueda el que será último cortometraje<br />
de su filmografía, Ssaki [Mamíferos]<br />
(1962), especie de revisión de su anterior trabajo,<br />
pero intensificando el tono de comedia del absurdo<br />
y suavizando las referencias de carácter<br />
político. Aunque la subvención estatal para realizar<br />
el corto le fue denegada, Polanski consiguió<br />
el dinero necesario de sus amigos Wojtek<br />
Frykowski y, especialmente, Gene Gutowski, que<br />
seguiría colaborando con él en algunos de sus<br />
primeros largometrajes. Tanto en el corto realizado<br />
en Francia como en su versión polaca, el argumento<br />
gira en torno a las relaciones entre el<br />
amo (el gobierno) y el siervo (el ciudadano), pero<br />
en el segundo caso la frontera entre el uno y el<br />
otro se difumina por la alternancia de roles entre<br />
los dos personajes. El paisaje nevado, el trineo<br />
en el que viajan, la relación maestro-discípulo<br />
que se establece entre los dos viajeros, la visión<br />
caricaturesca –como de dibujo animado– de<br />
estas dos figuras recortadas en la nieve, parecen<br />
apuntes de lo que más tarde será la relación<br />
entre el profesor Abronsius y el atolondrado Alfred<br />
de El baile de los vampiros.<br />
Contemplando estos cortometrajes en conjunto,<br />
no es difícil detectar en ellos una de las<br />
constantes que más adelante repetirá Polanski<br />
en los filmes de largo metraje. Me refiero a la estructura<br />
circular del relato. Las imágenes de inicio<br />
y cierre de sus películas suelen coincidir en<br />
un afán por dejar todos los cabos bien atados,<br />
pero entre esos dos planos hemos asistido al<br />
desarrollo de una auténtica aventura existencial.<br />
Este aparente hermetismo expresa de forma nihilista<br />
la fatalidad del destino, la imposibilidad<br />
de escapar de una trayectoria que empieza y<br />
acaba en sí misma. Sin embargo, aunque exista<br />
esa repetición, el personaje retratado ya no es la<br />
misma persona. Su percepción del mundo ha