Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
AMADÍS Y DON QUIJOTE 53<br />
Para empezar, Dorotea improvisa una historia en más de un punto coincidente con<br />
la de Briolanja. Se presenta como única heredera del territorio en que reina su padre, y,<br />
tras la muerte de éste, como desposeída del trono por la invasión de un antiguo<br />
enemigo. Para recuperar lo que es suyo decide contratar los servicios del mejor<br />
caballero del mundo. Al margen de los nombres, ése es también el currículo de<br />
Briolanja: varía el tipo de muerte del padre y poco más. Las dos princesas obtienen de<br />
sus respectivos caballeros el compromiso de dedicarse en exclusiva a la empresa por la<br />
que han sido llamados. Desde el punto de vista estructural, las dos historias guardan<br />
relación con las penitencias de amor de los protagonistas: en un caso la provoca,<br />
mientras que en el otro la clausura.<br />
Dentro del mundo de ficción que inventa, Dorotea sugiere al caballero de la Mancha<br />
la boda con ella si él logra devolverle el trono que le ha sido arrebatado, y la sugerencia<br />
la introduce antes del comienzo del combate. Briolanja, por su parte, también se siente<br />
tentada de ofrecerse a <strong>Amadís</strong> como esposa poco antes del inicio del duelo: después de<br />
la victoria del de Gaula lo tiene en su castillo <strong>don</strong>de no se sabe realmente qué ocurre. En<br />
cualquiera de los supuestos, <strong>Amadís</strong> siempre la rechaza como esposa y si la complace es<br />
con el consentimiento de Oriana; <strong>don</strong> <strong>Quijote</strong>, como hemos visto, se niega<br />
rotundamente a contraer matrimonio con la princesa Micomicona, y, en su negativa,<br />
alega amor y absoluta lealtad a Dulcinea: en ese punto, llega a mostrarse muy violento<br />
con su escudero, a quien no tolera que hable mal de su señora.<br />
ORIANA Y DULCINEA<br />
<strong>Amadís</strong> y Oriana son aún niños cuando se conocen y enamoran: él tiene doce años y<br />
ella ha cumplido los diez. El Doncel del mar está desde los siete en la corte del rey<br />
escocés Languines, a <strong>don</strong>de llega la princesa inglesa después de un largo viaje por mar<br />
acompañando a sus padres, el rey Lisuarte y Brisena: cansada del mar se queda allí un<br />
tiempo hasta que vuelve a Londres junto a Mabilia, la hija de Languines. Cuando<br />
<strong>Amadís</strong> ha llegado, o está a punto de hacerlo, a los veinte años, y Oriana por tanto a los<br />
dieciocho, consigue su primera relación sexual con ella, a quien acaba de liberar de las<br />
garras de Arcaláus.<br />
Don <strong>Quijote</strong> reconoce haberse enamorado de Dulcinea unos doce años antes de<br />
empezar su carrera caballeresca: aproximadamente, a los treinta y siete o treinta y ocho.<br />
Sin embargo, no ofrece ningún dato sobre la edad de su amada, aunque no pone ningún<br />
reparo cuando en los bosques de los duques oye decir a una moza, que en realidad es un<br />
paje que se hace pasar por ella, que tiene «diez y nueve» y no llega «a veinte» (p. 925).<br />
Según esa información, no sé hasta qué punto fiable, Al<strong>don</strong>za Lorenzo, es decir,<br />
Dulcinea, habría encandilado a Alonso Quijano con sólo siete u ocho años 9 .<br />
<strong>Amadís</strong> parece temer, y mucho, las reacciones de Oriana, que lo domina en todo<br />
momento. Cuando el de Gaula oye mencionar a su hermano Galaor, no puede reprimir<br />
las lágrimas, y Oriana, que está viendo desde lejos la escena, pero que no puede saber el<br />
motivo por el que llora su amado, se enoja mucho con él y lo manda llamar para<br />
preguntarle «¿De quién os membraste con las nuevas de la <strong>don</strong>cella, que os hizo<br />
9 Sobre el personaje de Dulcinea, véase Herrero, 1982; Re<strong>don</strong>do, 1998, pp. 231-249; y Riley, 2000, pp.<br />
168-174.