Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
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AMADÍS Y DON QUIJOTE 57<br />
ELISENA Y MARITORNES<br />
El padre de <strong>Amadís</strong>, el rey Perión de Gaula, protagoniza dos veces el mismo tipo de<br />
episodio amoroso para engendrar a dos de sus hijos 13 . En la primera llega a la Pequeña<br />
Bretaña para dar a su rey, Garínter, noticias «de un su gran amigo», y el rey lo hospeda<br />
en su palacio con los máximos honores. Durante su estancia, Perión enamora a las<br />
primeras de cambio a una de las infantas, Elisena, de quien a su vez se enamora:<br />
ninguno de los dos lo había estado antes de hombre o mujer. Elisena toma la iniciativa<br />
y confía en su criada Darioleta, quien lo prepara todo para el encuentro entre los<br />
amantes la misma noche del día en que se conocen. Llegada la hora, Darioleta saca a su<br />
señora de la cama y le pone un manto encima. Después de pasar por la huerta, la<br />
sirvienta y la infanta entran en la habitación del huésped, a quien sorprenden<br />
despertando de una pesadilla. Perión, que no ha podido identificarlas, a pesar de la luz<br />
de luna que se había colado por la puerta, las recibe con la espada y el escudo, que deja<br />
caer al suelo cuando se percata de la presencia de Elisena. La abraza y se la queda<br />
mirando, sin duda con ojos de lujuria, para admirar su belleza, que puede reconocer<br />
gracias a la lumbre de tres antorchas. Vale la pena reproducir el pasaje final de todo el<br />
episodio:<br />
El rey quedó solo con su amiga, que a la lumbre de tres hachas que en la cámara seían la<br />
mirava pareciéndole que toda la fermosura del mundo en ella era junta, teniéndose por muy<br />
bien aventurado en que Dios a tal estado le traxera, y assí abracados se fueron a echar en el<br />
lecho (p. 239).<br />
En la segunda ocasión, anterior cronológicamente a la primera, Perión, al regresar de<br />
Alemania, se hospeda en casa del conde de Selandia y, por la noche, mientras duerme,<br />
se despierta abrazado a una <strong>don</strong>cella, que además lo está besando. El rey la aparta y, a<br />
la luz que hay en el aposento, ve «que era la más hermosa mujer de cuantas viera»<br />
(p. 626). Tras identificar a la <strong>don</strong>cella (es la hija del conde), la rechaza, pensando sobre<br />
todo en la honra de quien lo ha acogido con tanta amabilidad. La <strong>don</strong>cella se levanta y<br />
toma la espada del rey para apuntarse el corazón y amenazarle de que se va a suicidar.<br />
Perión, entonces, accede a complacerla, y la deja embarazada de Florestán.<br />
Don <strong>Quijote</strong> y Sancho, por culpa de Rocinante, que pretende refocilarse con unas<br />
jacas gallegas que pacen en un prado cercano, reciben un duro apaleamiento por parte<br />
de los yangüeses, a quienes antes habían arremetido por maltratar al caballo del<br />
manchego; muy malheridos, llegan a la venta de Palomeque, <strong>don</strong>de los curan la mujer e<br />
hija del ventero, ayudadas por una moza asturiana, llamada Maritornes: las tres,<br />
además, improvisan para el caballero una cama en el antiguo pajar, a no mucha<br />
distancia de la de un arriero que había convocado en la suya, para esa noche, a<br />
Maritornes. Cuando todo el mundo está durmiendo, la moza se dirige al pajar, y, al<br />
entrar en el aposento en que duerme su cliente, ha de pasar por el lecho de <strong>don</strong> <strong>Quijote</strong>,<br />
a quien sus heridas y sus imaginaciones no dejan descansar:<br />
13 Sobre el tema, sigue siendo básico el trabajo de Williams, 1909; añade otros antecedentes del episodio<br />
Cacho Blecua en su edición, vol. I, pp. 627-628, n. 8.