Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
AMADÍS Y DON QUIJOTE 47<br />
Y vos, señora, con sperança de las buenas nuevas que os traerá, no dexéis de tener mejor vida,<br />
porque él venido, no os vea tan alongada de vuestra fermosura; si no echara huir de vos.<br />
A Oriana le plugo mucho de aquello que Gandalín le dezía, y díxole riendo:<br />
—¡Cómo!, ¿tan fea te parezco?<br />
Y él dixo:<br />
—Cuanto si tan fea parescéis a vos, asconderos íades <strong>don</strong>de ninguno os viesse (p. 760).<br />
<strong>Amadís</strong> parece ajeno a esas bromas entre su escudero y Oriana, y se entrega a ella con<br />
la misma intensidad de siempre: la estancia en la habitación de su señora se le antoja<br />
como una estancia en el Paraíso.<br />
Sancho aban<strong>don</strong>a a su amo para cumplir con la embajada que le ha encomendado,<br />
pero, al aproximarse a la venta de Juan Palomeque, en la que no se decide a entrar, topa<br />
con el barbero y el cura de su pueblo, a quienes refiere dónde ha quedado su amo y<br />
hacia dónde él se encamina. Al pretender enseñarles la carta que debía de entregar a<br />
Dulcinea, se percata de que no la lleva consigo, y al tratar de dictarla, se da cuenta de<br />
que no se la sabe de memoria. El barbero y el cura tienen la intención de disfrazarse de<br />
<strong>don</strong>cella menesterosa y de escudero, para sacar a <strong>don</strong> <strong>Quijote</strong> de Sierra Morena y<br />
devolverlo a su casa, y le piden a Sancho que los guíe al lugar <strong>don</strong>de ha dejado a su<br />
amo, dándole instrucciones muy precisas sobre cómo había de contestar la pregunta de<br />
si había entregado o no la carta a Dulcinea:<br />
dijese que sí, y que, por no saber leer, le había respondido de palabra, diciéndole que le<br />
mandaba, so pena de la su desgracia, que luego al momento se viniese a ver con ella, que era<br />
cosa que le importaba mucho (p. 301).<br />
Sancho está de acuerdo en decir a su amo semejante mentira, pero se la quiere<br />
transmitir sin testigos, y por eso sugiere adelantarse a sus dos acompañantes. El<br />
narrador no parece interesado por el reencuentro entre el caballero y el escudero, y<br />
concentra su interés en los personajes secundarios que han ido apareciendo en Sierra<br />
Morena. Reproduce, eso sí, la vuelta de Sancho, solo, al sitio en que había dejado al<br />
cura y al barbero, a quienes cuenta el estado en que ha hallado a su amo y cómo éste ha<br />
reaccionado al oír las nuevas de su dama, diciendo que no piensa ir al Toboso hasta que<br />
no haya acometido hazañas que le hagan digno de ella. En esa situación, el cura<br />
pretende que Dorotea, a la que acaba de conocer, represente el papel de la princesa<br />
Micomicona, y que maese Nicolás, el de su escudero, y que los dos, conducidos por<br />
Sancho, vayan hasta <strong>don</strong>de está <strong>don</strong> <strong>Quijote</strong> para contratarlo como caballero andante.<br />
Don <strong>Quijote</strong> y su escudero, en la compañía del cura, el barbero, Dorotea y<br />
Cardenio, llegan a la venta de Juan Palomeque, y allí el hidalgo manchego ocupa el<br />
cuartucho que había ocupado la primera vez que estuvo en ella: se acuesta en seguida<br />
«porque venía muy quebrantado y falto de juicio» (p. 368). No vuelve a entrar en<br />
acción hasta unas horas después, cuando, sonámbulo, se levanta de la cama para<br />
arremeter a cuchilladas contra unos cueros de vino que están en su cabecera, creyendo<br />
que son el gigante enemigo de la princesa Micomicona: sólo se despierta al ser duchado<br />
con agua fría por el cura, ante quien se arrodilla, confundiéndolo con la princesa, para<br />
anunciarle que ya la ha liberado del usurpador de su reino. Con la ayuda del cura, el