Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
Amadís y don Quijote - Centro Virtual Cervantes - Instituto Cervantes
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
AMAD Í S Y DON QUIJOTE 63<br />
<strong>Amadís</strong> no representa a la figura del amante impulsivo que, en presencia de la<br />
amada, no puede tener las manos quietas. En ese sentido, es muy diferente a Tirant o<br />
Calisto, quienes dan la impresión de estar forzando a sus respectivas amadas, en un<br />
episodio que Rafael Beltrán ha llamado con acierto «bodas sordas» 20 . <strong>Amadís</strong>, en<br />
cambio, cuando se halla ante Oriana, se queda como estupefacto y sorprendentemente<br />
parado o paralizado: incluso la primera vez que tiene relaciones sexuales con ella, tras<br />
haber obtenido su permiso, es incapaz de tomar la iniciativa para seducirla, y si acaba<br />
perdiendo la virginidad es porque Oriana se muestra mucho más activa y participativa:<br />
[...] assí que se puede bien dezir que en aquelle verde yerva, encima de aquel manto, más por<br />
la gracia y comedimiento de Oriana, que por la desemboltura ni osadía de <strong>Amadís</strong>, fue hecha<br />
dueña la más hermosa <strong>don</strong>zella del mundo (p. 574).<br />
Don <strong>Quijote</strong>, a punto de cumplir los cincuenta años, sigue virgen como el primer<br />
día, y esa condición es la gran diferencia que lo separa de <strong>Amadís</strong>. Don <strong>Quijote</strong> parece<br />
ajeno al amor, al menos cuando inicia su carrera como caballero andante, y si se busca<br />
uno es por exigencia del oficio que ha elegido: más cuestionable es si, a medida que<br />
representa el papel de caballero, se va enamorando, no de quien ya lo había estado, de<br />
Al<strong>don</strong>za, sino de la criatura que ha ido forjando en su imaginación, de Dulcinea.<br />
<strong>Amadís</strong> había sido leal a una mujer de carne y hueso, con quien satisfacía sus deseos<br />
más bajos; <strong>don</strong> <strong>Quijote</strong>, en cambio, es fiel a una mujer que sólo existe en su mente y<br />
con la que no puede desfogarse desde el punto de vista sexual. El de Gaula no ha<br />
muerto, y lo reconoce en más de una ocasión, porque ha conseguido la relación sexual<br />
con Oriana; <strong>don</strong> <strong>Quijote</strong> padece una muerte repentina, porque no ha querido llegar a<br />
ese grado de intimidad con ninguna mujer, incluso cuando estaba enamorado de<br />
Al<strong>don</strong>za: la suya es una muerte por castidad, y no era el único que la había padecido 21 .<br />
A lo largo de estas páginas, hemos comprobado cómo <strong>Cervantes</strong> se sirvió de la<br />
refundición de Montalvo para elaborar bastantes episodios de su novela: más de los que<br />
habían señalado los editores de las andanzas del hidalgo manchego. Es verdad que unas<br />
veces las deudas son muy evidentes (Elisena, Peña Pobre, Miraflores, Macadón) y otras<br />
muy poco (Corisanda), pero todas resultan perfectamente explicables dentro del modelo<br />
imitado. Si ha elegido a <strong>Amadís</strong> como el básico es porque <strong>Cervantes</strong> lo consideraba<br />
perfecto para la parodia que pretendía pergeñar: la de un caballero efusivo pero muy<br />
temeroso con las mujeres, necesitado de relaciones sexuales pero poco decidido a<br />
emprenderlas. Todos esos ingredientes los toma de <strong>Amadís</strong>, y los eleva a la máxima<br />
potencia para conseguir unos resultados óptimos. Si <strong>Amadís</strong>, a pesar de su timidez, no<br />
desdeña la terapia sexual con Oriana, <strong>don</strong> <strong>Quijote</strong> sí que la evita, y para ello, en el<br />
momento más decisivo de su vida, pretexta no conocer más que de oídas a la mujer de<br />
^Beltrán, 1990.<br />
21 <strong>Cervantes</strong> al menos conocía un caso de ese tipo de muerte, porque lo menciona en su obra: el de<br />
Michael Verino, a quien los médicos le pronostican la muerte de perseverar en su castidad y odio a las<br />
mujeres; al igual que el manchego, el italiano es ingenioso y de buenas costumbres, y esas dos características<br />
parecen condicionar su vida y su muerte. Para la relación de ese caso con el de <strong>don</strong> <strong>Quijote</strong>, véase Morros, en<br />
prensa.