Navarrete, La vida cotidiana de los mayas - Histomesoamericana

en que pueden estar seguros de encontrar a la familia en casa y
se presentan con una botella de trago, acompañados por el novio
y su familia. Generalmente el padre de la novia los hace esperar
un buen rato, si no es que se escapa de la casa por la parte
trasera o niega tener una hija. Los "pedidores" insisten y esperan
a veces por muy largo tiempo, hasta ser recibidos.
La capacidad de hablar elegantemente es muy importante
para convencer a la familia de la novia:
He venido a hacerle una petición,
he venido a tocar a su puerta,
por su regalo,
por su esfuerzo.
He venido a traerle un dolor de cabeza,
he venido a traerle un dolor de corazón.
He venido de rodillas,
he venido bajando la cabeza,
con mi perro,
con mi cochino,
con mi flojo,
con mi haragán. 12
El "regalo" es la muchacha, mientras que el "perro" es el pretendiente.
De esta manera la familia del novio reconoce su subordinación
a la familia de la novia.
Si la familia de la novia abre la puerta e invita a pasar a los
"pedidores", la petición va por buen camino. Entonces el padre
de la novia acepta la botella que se le ofrece y así señala su disposición
a dar a su hija en matrimonio.
La manera en que se toma la decisión de aceptar al pretendiente
depende de las relaciones familiares. Un padre autoritario
decide sin consultar a su hija y ella debe obedecerlo; a cambio
él se compromete a protegerla si su esposo le pega o la trata
mal. A veces la madre interviene en la decisión y en otras ocasiones
se consulta a la hija. En caso de que ella no quiera al pre-
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tendiente debe convencer a su padre de rechazarlo antes de que
abra la puerta a los "pedidores" y acepte sus regalos de trago.
Según los padres, una mujer que calla está aceptando a su pretendiente.
Pero si la muchacha desea casarse con él también debe
guardar silencio, para no hacer sospechar a su padre que ya
ha estado hablando con el muchacho.
Una vez que han recibido a los "pedidores", los padres de
la novia hacen preguntas sobre la capacidad económica y las
costumbres del pretendiente, y aducen que es borracho o que ha
estado mucho tiempo fuera del pueblo. También suelen exagerar
los defectos de su hija, como hicieron los futuros suegros de
Juan Pérez Jolote:
-. . .
—Mira, Juanito, nosotros estamos acostumbrados aquí a querer
a la mujer que trabaje; la Dominga no sabe trabajar, no sabe
tejer, es una muchacha que, como la ves, es una haragana; si tú
quieres tu chamarro no te lo va a hacer. I3
Estas expresiones pueden ser respondidas con un discurso así:
Bueno, pero ella crecerá,
recibirá su espíritu,
todavía es joven,
todavía es pequeña.
Vean, nosotros crecimos de esa manera,
maduramos de esa manera,
también éramos pequeños,
pero finalmente nos llegó nuestro espíritu.
Ella recibirá su espíritu,
poco a poco,
así como lo recibimos nosotros,
así como nosotros aprendimos a trabajar. M
Ese mismo día el padre de la novia fija la fecha y la hora para
la siguiente ceremonia, la "bendición", y advierte que de no lie-
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