Navarrete, La vida cotidiana de los mayas - Histomesoamericana

ejucos rojos. I^os pavos rojos de cresta amarilla son sus pavos.
El maíz rojo y tostado es su maíz.
El pedernal blanco es la sagrada piedra del norte. La Madre
Ceiba Blanca es el centro invisible de Sac Mucen Cab. Los
pavos blancos son sus pavos. Las habas blancas son sus habas.
El maíz blanco es su maíz.
El pedernal negro es la piedra del poniente. La Madre Ceiba
Negra es su centro escondido. El maíz negro y acaracolado es su
maíz. El camote de pezón negro es su camote. Los pavos negros
son sus pavos. La negra noche es su casa. El frijol negro es su
frijol. El haba negra es su haba.
El pedernal amarillo es la piedra del sur. La Madre Ceiba
Amarilla es su centro escondido. El pucté amarillo es su árbol.
Amarillo es su camote. Amarillos son sus pavos. El frijol de
espalda amarilla es su frijol. 1
En resumen, el mundo es concebido como un gran cuadrado
con cuatro rumbos a los que corresponde un color, una ceiba sagrada,
un Bacab, dios sostenedor del cielo, y un Chac, dios de
la lluvia.
Según el Popol Vuh, cuando los dioses Tepeu y Gucumatz
crearon el mundo, sus primer acto fue marcar los cuatro rumbos:
los cuatro lados, los cuatro ángulos
midiendo, poniendo cuatro estacas,
distribuyendo en partes iguales la cuerda,
alargándola,
en el cielo, en la tierra,
los cuatro lados, los cuatro ángulos 2 .
Por ello se piensa que las milpas deben tener cuatro esquinas
para atraer a los dioses de la lluvia, repartidos en los cuatro
rumbos del mundo.
El Códice Madrid, escrito en Yucatán poco antes de la conquista
española, presenta esta misma idea de una manera
gráfica.
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Figura 5.1: Los cuatro rumbos cósmicos según el Códice de Madrid.
(Dibujo sobre papel, Yucatán, periodo posclásico.)
Esta imagen cuadripartita muestra claramente que a los cuatro
rumbos cardinales se añade un quinto, el centro del mundo, que
tiene también su ceiba, igual a la que se levanta en el centro de
las aldeas.
Sin embargo, este esquema no es tan simple como parece.
En realidad los pueblos mayas no conciben las esquinas del
cosmos como puntos cardinales absolutos, definidos en función
del polo norte (como lo hacemos nosotros), sino más bien como
rumbos definidos por el camino del Sol. Por ello, el rumbo más
importante, y el primero en ser mencionado por el Chilam Balam
de Chumayel, es el oriente, el punto de salida del Sol, se-
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