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Sullivan, Conversaciones inconclusas - Histomesoamericana

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Paul <strong>Sullivan</strong><br />

CONVERSACIONES INCONCLUSAS<br />

¿àmire 9fi<br />

Grupo: CIENCIAS NATURALES Y DEL HOMBRE<br />

Subgrupo: ANTROPOLOGíA Y ETNOGRAFíA


Editorial Gedisa ofrece<br />

los siguientes títulos sobre<br />

ANTROPOLOGíA Y ETNOGRAFíA<br />

pertenecientes a sus diferentes<br />

colecciones y series<br />

(Grupo "Ciencias Naturales y del Hombre")<br />

PAUL SULLIVAN<br />

PASCAL DIME<br />

CLIFFORD GEERTZ<br />

MARSHALL SAHUNS<br />

MARSHALL SAHLINS<br />

PIERRE CLASTRES<br />

FRANçOIS LAPLANTINE<br />

FRANçOIS LAPLANTINE<br />

<strong>Conversaciones</strong> Inconclusas<br />

Etnología de la alcoba<br />

La interpretación de las<br />

culturas<br />

Islas de historia<br />

Cultura y razón práctica<br />

Investigaciones en<br />

antropología política<br />

La etnopsiquiatríá<br />

Las tres voces de ¡a<br />

imaginación colectiva<br />

CONVERSACIONES<br />

INCONCLUSAS<br />

Mayas y extranjeros entre dos guerras<br />

por<br />

Paul <strong>Sullivan</strong><br />

gedisa<br />

£2 editorial


Título del original en ingles:<br />

Unfinished Conversations. Mayas and Foreigners Between Two Wars.<br />

© 1989 by Paul <strong>Sullivan</strong>. Maps copyright © 1989 by Anita Karl. This<br />

translation published by arrangement with Alfred A. Knopf, Inc.<br />

Traducción: Carlos Gardini<br />

Diseño de cubierta: Gustavo Macri<br />

1 • edición en México, 1991<br />

Derechos para todas las ediciones en castellano<br />

© by Editorial Gedisa S.A.<br />

Muntaner 460, entlo., 1*<br />

Tel. 201 6000<br />

18006 - Barcelona, España<br />

3estión, representación y dirección para esta edición<br />

editorial Gedisa Mexicana, S.A.<br />

juanajuato 202-302<br />

16700 Col. Roma<br />

«íéxico, D.F.<br />

Tels.: 564-56-07 y 564-79-08<br />

SBN: 968-852-082-9<br />

tnpreso en México<br />

Ymted in Mexico<br />

•ueda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión,<br />

a forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma.<br />

ILUSTRACIONES<br />

índice<br />

NOTA SOBRE LAS PALABRAS EXTRANJERAS.<br />

AGRADECIMIENTOS<br />

AUTORIZACIONES _..<br />

INTRODUCCIóN<br />

1. Hablando con el enemigo—<br />

2. Reconocimiento clandestino.<br />

3. Ilusiones de alianza<br />

4. La súplica de Zuluub<br />

5. Tratamiento regio<br />

6. Amenaza y cortejo<br />

7. Traición y reconciliación<br />

8. Rumores de guerra<br />

9. Recuerdos y dinero<br />

10. <strong>Conversaciones</strong> <strong>inconclusas</strong>-<br />

NOTAS ,<br />

REFERENCIAS BIBLIOGRáFICAS<br />

INDICE TEMáTICO<br />

9<br />

10<br />

11<br />

12<br />

13<br />

29<br />

55<br />

68<br />

86<br />

96<br />

125<br />

149<br />

177<br />

198<br />

216<br />

239<br />

267<br />

275


Ilustraciones<br />

La península de Yucatán hacia 1930<br />

(Anita Karl/James Kemp) 35<br />

El Castillo de T\ilum, 1842<br />

(Frederick Catherwood) 40<br />

Dos mayas anónimos en Thlum, 1922<br />

(Karl Ruppert, Museo Peabody, Universidad de Harvard) 45<br />

Morley y la guardia de Chun Pom en Tulum, 1922<br />

(Karl Ruppert, Museo Peabody, Universidad de Harvard) 50<br />

Sylvanus Morley y su esposa Frances, 1931<br />

(John Bolles, Museo Peabody, Universidad de Harvard) 53<br />

Centro de Quintana Roo alrededor de 1930<br />

(Anita Karl/James Kemp) ¡ 59<br />

Alfonso "Villa Rojas<br />

(Biblioteca de la Universidad de Chicago) 63<br />

Capitán Cituk<br />

(Frances Rhoads Morley. Universidad Brigham Young) ~.._ 73<br />

Carta de los oficiales a Sylvanus Morley, 5 de junio de 1936<br />

(Hillel Burger, Museo Peabody, Universidad de Harvard) 74<br />

La guardia de Xcacal Guardia<br />

(Frances Rhoads Morley. Universidad Brigham Young) 81<br />

El teniente Zuluub<br />

(Helga Larsen, Biblioteca de la Universidad de Chicago) 87<br />

Pedro Pascual Barrera, Patrono de la Cruz<br />

(Frances Rhoads Morley. Universidad Brigham Young) 98<br />

Morley, Cituk, Zuluub y "Villa en Chichén Itzá, diciembre de 1935<br />

(Frances Rhoads Morley. Universidad Brigham Young) 102<br />

El Castalio de Chichén Itzá<br />

(Museo Peabody, Universidad de Harvard) ..._ 102<br />

El Gran Campo de Pelota de Chichén Itzá 106<br />

Guardia armada en procesión sacra, Xcacal Guardia, 1936<br />

(Frances Rhoads Morley. Universidad Brigham Young) 121<br />

El capitán Cituk con su esposa e hijo<br />

(Helga Larsen, Biblioteca de la Universidad de Chicago) 132


Nota sobre las<br />

palabras extranjeras<br />

Para transcribir el maya yucateco hablado se han utilizado o<br />

se utilizan diversas ortografías. Para las pocas palabras mayas de<br />

este libro usted necesitará conocer el significado de estos símbolos:<br />

0o tz = el sonido «ts»<br />

Jtodz- igual al anterior, pero pronunciado con mayor énfasis<br />

7 t<br />

t, k, etc = como «t» y «fe», pero pronunciados con mayor énfasis<br />

' antes de vocal = una detención glotal, una "liberación explosiva"<br />

de la vocal<br />

c,s= ch, sh<br />

', " = ascenso-descenso o tono descendiente, respectivamente,<br />

en la vocal sobre la cual caen dichos símbolos tonales<br />

Agradecimientos<br />

La investigación de campo en que se basa parcialmente este<br />

libro, realizada entre 1978 y 1986, fue respaldada por una Fulbright-Hays<br />

Grant for Study Abroad; una National Science Foundation<br />

Graduate Fellowship; una beca del Comité Conjunto para<br />

América Latina del Social Sciences Research Council y el American<br />

Council of Learned Societies, con fondos suministrados por el National<br />

Endowment for the Humanities, la Ford Foundation y la Andrew<br />

W. Mellon Foundation; y por una Tinker Foundation Postdoctoral<br />

Fellowship otorgada por el Mesoamerican Ecology Institute<br />

de Tulane University. Una Mellon Postdoctoral Fellowship otorgada<br />

por el Center for the Humanities de Cornell University respaldó<br />

la redacción de los primeros borradores de este libro.<br />

Tengo muchas deudas con diversas personas. Alfonso Villa Rojas,<br />

quien efectuó la primera y mejor investigación en el área sobre<br />

la cual escribo, prestó sus buenos oficios en la región para que mi<br />

esposa y yo fuéramos aceptados en la aldea que yo había escogido<br />

estudiar. También me permitió utilizar sus diarios inéditos, notas<br />

de campo y cartas. Otros colegas mexicanos, entre ellos Arturo<br />

Warman, Roberto Melville, Mireya Rubio y Patricia Torres, me<br />

prestaron apoyo logístico e intelectual en momentos dificultosos de<br />

la investigación. Entre los colegas norteamericanos, agradezco<br />

principalmente a Sidney Mintz y Christine Gray por su crucial respaldo<br />

y crítica, y a Victoria Bricker, quien generosamente me prestó<br />

sus ejemplares de los documentos del British Foreign Office citados<br />

en este volumen.<br />

Por último, este libro está dedicado a mi difunta esposa, June<br />

Marchi, quien compartió conmigo muchas de las aventuras y buena<br />

parte de las penurias del trabajo de campo.


Autorizaciones<br />

Se agradece a los siguientes la autorización para reproducir<br />

material inédito:<br />

American Philosophical Society Library y Carnegie Institution<br />

of Washington: Extractos de Sylvanus 6. Morley, Diaries<br />

(1905-1947), de colecciones de manuscritos, ítem número 126. Reproducidos<br />

con autorización de la American Philosophical Society<br />

Library, Filadelfía y la Carnegie Institution de Washington, D.C.<br />

Carnegie Institution of Washington, The University of Chicago<br />

Library y Alfonso Villa Rojas: Extractos de cartas, diarios y notas<br />

de campo de Sylvanus 6. Morley, Robert Redfîeld y Alfonso Villa<br />

Rjojas de los archivos históricos, Carnegie Institution of Washington<br />

y The Robert Redfîeld Papers, colecciones especiales, The<br />

University of Chicago Library. Reproducidos con autorización.<br />

Latin American Library: Extractos del diario de campo de<br />

Prans Blom de la John Geddings Grey Memorial Expedition de<br />

1928, de la colección de incunables, Latin American Library, Universidad<br />

de Tulane, Nueva Orleans. Reproducidos con autorización.<br />

Peabody Museum of Archaeology & Ethnology y Alfonso Villa<br />

Rojas: Extractos de Sylvanus 6. Morley, Diaries: Guatemala Trip,<br />

libro 1, número 89 (1935), y extractos de Sylvanus G. Morley, Correspondence<br />

between S. G. Morley and various Maya Chiefs (November<br />

1929-June 2,1936); extractos de Alfonso Villa Rojas, Fieldnotes:<br />

Quintana Roo (1932-1933); y extractos de Alfred Tozzer, Maya<br />

Texts (1901), de los Archivos del Museo Peabody de Arqueología<br />

y Etnología, Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts.<br />

Reproducidos con autorización del Museo Peabody.<br />

Traducción inglesa de Paul <strong>Sullivan</strong> de fragmentos del original<br />

maya del Book of Chilam Balam of Tusik (copiado por S. G.<br />

Morley t?]) de los Archivos del Museo Peabody de Arqueología y Etnología,<br />

Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts.<br />

Introducción<br />

Este libro narra una larga conversación entre indios mayas de<br />

Quintana Roo, México, y un séquito de leñadores, comerciantes,<br />

militares, diplomáticos, espías, profesores, exploradores, aventureros,<br />

turistas, historiadores, lingüistas, arqueólogos y antropólogos<br />

mexicanos, europeos y norteamericanos, yo incluido. A veces también<br />

intervienen reyes y dioses perdidos.<br />

Las primeras frases de esta larga conversación se pronunciaron<br />

hace más de un siglo durante una cruenta y prolongada guerra<br />

entre mayas rebeldes y los conquistadores hispánicos de la Península<br />

de Yucatán. Diversos temas comunes enlazan tres generaciones<br />

de encuentros entre mayas y extranjeros en un diálogo colectivo:<br />

si el futuro traería paz o guerra continua, prosperidad o más pobreza<br />

desesperada, libertad o el retorno a la esclavitud, y qué papel<br />

desempeñarían los dioses y los extranjeros en la respuesta a esas<br />

preguntas. En cada encuentro, asuntos menos trascendentes y más<br />

tangibles constituían a menudo la cuestión de interés —dinero,<br />

mercancías, trabajo, armas, información—y la recurrencia de estos<br />

temas también enlaza encuentros casi olvidados de predecesores<br />

con las palabras pronunciadas sólo ayer.<br />

Desde los apremiantes y belicosos comienzos de esta larga<br />

conversación, la paz ha llegado a México, y los mayas de Quintana<br />

Roo han disfrutado durante muchos años de libertad y cierto grado<br />

de seguridad. Pero los tiempos se están volviendo nuevamente<br />

difíciles en ese país tan aquejado por las deudas, la inflación, el desempleo,<br />

la pobreza, la corrupción y los persistentes anacronismos<br />

políticos. Los tiempos se están volviendo muy duros para gentes como<br />

los mayas, tan alejados de los lugares, las clases sociales y las<br />

organizaciones políticas que dominan sus vidas. A medida que se<br />

infiltran rumores de guerra desde los países vecinos de América<br />

Central, los mayas se preguntan cuánto tardará la guerra en<br />

irrumpir nuevamente en sus vidas cada vez más penosas. Por esa<br />

razón, algunos creen que esta larga conversación con los extranjeros<br />

tiene relevancia y debe continuar.<br />

13


Los extranjeros —seamos norteamericannc *„<br />

canos no mayas-haríamos bien «¿¿¡¡¡£52^T* ° ""T<br />

a lo qUe Se ha<br />

dicho y lo que se está diciendo, especmhSnS?^ °<br />

pamos por el destino de los PuebLTd^ Prevenciones<br />

a menudo erróneas, e incluso^?*? f\ y las ,nter "<br />

de bs Estados<br />

ünidos en esa región del mundo Como eoTol 1 '<br />

larga conversación revela cómo un puebla££JZ*.*""* GSta<br />

tuyo una nueva vida, un nuevo p ï 7 ^ ? ^ ° """^<br />

de las ruinas de grandes sufrimientos y deZZAqSS-M"*<br />

demos discernir el prólogo de otra cuerr» mácT'i ^ temblén p °descontento<br />

y esperanza las ¿ S _ m á s ,os , murmullos de<br />

, . ° * v"« c» enemigo lui fií<br />

nan ante nuestra presencia e mflwncia E!L «^/ m ° reacci0 "<br />

tón expresadas en una lengua MaTerSStoCT" " ^ 6S "<br />

muy diferente de la nuestrTEsa wrLSá TS? de """ ^ tura<br />

da oculta u oscurecida cuando^awS^Jf^ a menudo W"<br />

zando acerca de AmTricTctt^^^Z^ 0 8 ^ ^<br />

n 8US<br />

pueblos. El esfuerzo de oír y comprender estaJ^° f<br />

nos exige valorar las dificultada


Verdadero. Constituyó la vida tal como es hoy, y la matanza de esos<br />

lejanos tiempos ejemplifica para muchos lo que se debe hacer para<br />

renovar el mundo en los Días Finales de la Era del Hombre. Desde<br />

aldeas desperdigadas por vastos bosques que se extienden tierra<br />

adentro desde el Mar Caribe y rodean las antiguas ruinas de Chichén<br />

Itzá, Coba y Tulum, los indios mayas observan los cambios del<br />

mundo circundante y consideran el transcurso de cada año como<br />

otro paso colectivo hacia un Fin inminente y un nuevo Principio.<br />

Pues en el año 2000 "y un poco más", como dicen los mayas, terminará<br />

este mundo y amanecerá otro, mucho mejor que el actual. Tal<br />

vez algunos mayas sobrevivan al apocalipsis, según como se produzca<br />

el fin. Si se produce mediante una guerra —una guerra santa<br />

de indios mayas contra sus enemigos infieles—, algunos mayas<br />

seguirán vivos como simiente para el nuevo comienzo. Sin embargo,<br />

si no estalla una guerra apocalíptica, el Dios Verdadero se encargará<br />

de destruirnos a todos, renovar la faz de la tierra y poblarla<br />

con criaturas mejor diseñadas. Lo ha hecho varias veces anteriormente,<br />

y lo hará de nuevo si los mayas demoran demasiado en<br />

liberarse del yugo extranjero que han soportado desde que los españoles<br />

los conquistaron hace cuatro siglos y medio.<br />

Para curar este mundo decadente de sus males y poner las cosas<br />

en vereda —maíz en abundancia, salarios decentes para los<br />

hombres, mercancías baratas y manufacturas extranjeras en<br />

los mercados locales, un gobierno honesto atento a las necesidades<br />

de los ciudadanos, buen trato entre hombres y mujeres, niños respetuosos<br />

de los padres, adultos leales a sus líderes y fieles a sus<br />

dioses, plegarias eficaces para tratar las enfermedades o invocar<br />

lluvias vitales—, primero debe correr sangre humana copiosamente,<br />

según muchos. Los mayas derramarán la sangre de los extranjeros<br />

y permitirán el derramamiento de la propia, hasta que la sangre<br />

de todas las razas y nacionalidades se mezcle en lagunas que<br />

cubrirán la plaza central de sus poblados y aldeas.<br />

Quizá la guerra apocalíptica sea necesaria para la supervivencia<br />

de la raza humana. Ningún maya lo puede afirmar con certeza,<br />

aunque dicen que sus ancestros así lo profetizaron. Los muy ancianos<br />

cuentan que cuando eran niños sus padres y abuelos hablaban<br />

del Fin como si entonces fuera inminente. Esos años de la infancia<br />

parecen haber sido siglos atrás, y los ancianos saben que morirán<br />

antes del cumplimiento de dichas profecías. Pero han transmitido<br />

las palabras divinas a la generación siguiente y pronto podrán irse<br />

de este mundo confiando en que sus hijos y nietos verán el Fin. En<br />

cuanto a estos mayas más jóvenes, muchos suponen que algún final<br />

se acerca, y para peor o mejor serán ellos quienes despidan la vieja<br />

era y anuncien la llegada de la nueva.<br />

16<br />

Los eruditos occidentales que estudian los antiguos jeroglíficos<br />

mayas y los manuscritos mayas de la época colonial aprendieron<br />

hace tiempo que los mayas consideraban que el pasado era heraldo<br />

de tiempos y acontecimientos futuros. Pero pocos saben que<br />

este antiguo hábito mental aún persiste, y en parte he escrito este<br />

libro para consignarlo y reflexionar sobre el modo en que la visión<br />

que un pueblo tiene del pasado y del futuro se modela y remodela<br />

para acomodarse a los cambiantes proyectos humanos del presente.<br />

En cualquier caso, no se puede escribir sobre los encuentros entre<br />

mayas y estranjeros sin escribir también sobre las profecías. Los<br />

extranjeros han sido por mucho tiempo temas centrales de las profecías<br />

mayas, y las profecías han sido una materia de las conversaciones<br />

mayas con los extranjeros, que ocupan un papel relevante<br />

entre las fuerzas y contingencias que repetidamente han alterado<br />

las condiciones de vida de los mayas. Hay algo en estas gentes que<br />

de pronto aparecen para hablar con los mayas. Vienen de tierras<br />

muy distantes y hablan idiomas muy distintos; han vivido vidas extrañas<br />

y visto cosas insólitas. Una y otra vez la aparición de gentes<br />

como nosotros ha inducido a los mayas a hablar de cosas del pasado<br />

distante y del futuro inminente. Esas charlas, que rara vez son<br />

ociosas evocaciones, a menudo quieren brindarnos un papel positivo<br />

en la historia maya. Los visitantes extranjeros a la vez han<br />

alentado esas charlas y la esperanza de asistencia extranjera, a veces<br />

inadvertidamente, a veces con toda conciencia, con el propósito<br />

de abrir los cofres de los conocimientos históricos, los arcanos culturales<br />

y las preciosas antigüedades de los mayas. Nuestras conversaciones<br />

han surtido efectos, a menudo no los buscados, sino<br />

otros generados por la confrontación entre los motivos de ellos y los<br />

•nuestros y el acto de compartir diferentes visiones del pasado y del<br />

futuro.<br />

Fui a Quintana Roo para efectuar investigaciones para mi disertación<br />

doctoral en antropología, con el propósito de indagar las<br />

adaptaciones sociales, culturales y políticas de los mayas rebeldes<br />

en muchas décadas de paz. El año anterior, mientras yo reflexionaba<br />

dónde realizar el trabajo de campo requerido para los aspirantes<br />

a antropólogos profesionales en esa etapa de su carrera, no pensé<br />

primeramente en los mayas y México. En cambio, primero decidí<br />

estudiar la cambiante suerte de los peones agrarios de Irán, hasta<br />

que el estallido de la Revolución Iraní me urgió a buscar en otra<br />

parte. La costa atlántica de Nicaragua parecía el sitio ideal. Estudiaría<br />

la historia reciente y las actuales circunstancias de los indios<br />

mizquitos, apresados en una red de comercio internacional y<br />

rivalidades políticas. Pero un compañero guatemalteco me disuadió<br />

17


de la idea y corrígió mi vergonzosa ignorancia sobre un dictador llamado<br />

Somoza, quien para ojos más lúcidos que los míos ya se encaminaba<br />

hacia una caída violenta.<br />

Entretanto realicé algunos meses de trabajo de campo en la<br />

Belice occidental, un emplazamiento ribereño de mayas yucatecos<br />

y mayas mopan, guatemaltecos y mexicanos no indios, y afroamericanos.<br />

En esa bella región de un país misérrimo, las gentes me hablaban<br />

sin rodeos. Algunos consideraban que mi trabajo valía la pena,<br />

pues intentaba documentar a través de genealogías e historias<br />

orales la fundación y el rápido crecimiento de ese ex campamento<br />

de hacheros. Con su ayuda el trabajo anduvo bien, aunque los aldeanos<br />

estaban muy preocupados por su situación inmediata, pues<br />

Gran Bretaña y Guatemala parecían encaminarse hacia la guerra<br />

a causa del tradicional problema de la soberanía de Belice. La mujer<br />

maya en cuya casa comí comentaba que gentes como ella no sabían<br />

nada de la guerra, y ella no sabría qué hacer si venían los<br />

guatemaltecos. ¿Huir, quedarse, luchar, rendirse? Sus abuelos conocían<br />

la guerra, medito en voz alta. Hacían la guerra. Pero los que<br />

vivían ahora no sabrían que hacer. Mientras los bandos hostiles deliberaban<br />

en Washington durante las horas finales de un ultimátum<br />

guatemalteco, tropas y tanques británicos se apostaron en la<br />

aldea y la mayoría de los residentes huyeron a los maizales de los<br />

bosques circundantes o a localidades distantes.<br />

Muchos de los residentes mayas de esa aldea, como la mujer<br />

que acabo de mencionar, sabían que eran descendientes de refugiadcs<br />

de una guerra decimonónica en el norte. Me fui de Belice al final<br />

del verano con la idea de emprender mi investigación en el centro<br />

de esa guerra pasada y con el vago proyecto de aprender lo que<br />

las gentes de allí recordaban de la guerra y qué clase de vida llevaban<br />

desde entonces. Al comienzo de mi trabajo de campo, un año<br />

después, el proyecto había cobrado una forma más definida, informado<br />

por recientes teorías de las ciencias sociales acerca de un sistema<br />

económico mundial y su sinfín de efectos locales. También<br />

había una etnografía abarcadora de la región, escrita por un antropólogo<br />

mexicano que había estudiado en la década de 1930. Usando<br />

ese trabajo anterior como base histórica (y asistido por los buenos<br />

oficios de ese estudioso de la sociedad maya), yo estudiaría los cambios<br />

en la organización social y las relaciones intercomunitarias de<br />

los ex rebeldes mayas, así como los cambios introducidos en su modo<br />

de vida, su gobierno y su comprensión de su lugar en el mundo y<br />

en la historia. Yo esperaba que el estudio de los mayas de Quintana<br />

Roo me brindara una descripción detallada de cómo los pueblos<br />

"exóticos" están incorporados a una telaraña de conexiones globales<br />

directas e indirectas que nos enlazan a todos en una interdepen-<br />

18<br />

]<br />

dencia política y económica. Aunque ésa era mi intención, una vez<br />

en el campo fui insistentemente dirigido por los interlocutores mayas<br />

a temas aparentemente periféricos: religión, profecías, el lenguaje<br />

mismo. Tal es el destino de la investigación antropológica de<br />

campo: modelada al comienzo por diálogos y debates con colegas,<br />

alterada luego por diálogos con los "objetos" de estudio, que inevitablemente<br />

se transforman en sujetos activos cuando nosotros, sin invitación,<br />

nos entremetemos en conversaciones y acontecimientos<br />

que constituyen sus vidas.<br />

La persistente curiosidad occidental acerca de los mayas data<br />

de mediados del siglo diecinueve, cuando el célebre viajero John L.<br />

Stephens fue despachado a América Central como agente confidencial<br />

del presidente Martin Van Burén. Stephens tenía la misión de<br />

localizar un gobierno con el cual los Estados Unidos pudieran establecer<br />

relaciones diplomáticas y mercantiles. Aunque no halló ninguno<br />

en la región, entonces afligida por interminables guerras civiles,<br />

regresó con elocuentes informes sobre un "Egipto americano"<br />

en las tierras bajas de la Península de Yucatán: grandes templos y<br />

palacios abandonados en la selva, nadie sabía cuántos siglos antes.<br />

Los suyos no fueron los primeros informes sobre una civilización<br />

perdida en las Americas, pero fueron los más sorprendentes, precisos,<br />

extensos y bien documentados.<br />

Más aun, aunque otros contemporáneos habían entendido que<br />

los arquitectos de esas ruinas eran fenicios, egipcios, cartagineses,<br />

griegos o judíos, Stephens retornó a lo que ya sabían los primeros<br />

españoles: que esas ruinas eran obra de los indios mayas, los antiguos<br />

ancestros de los actuales habitantes de las tierras que él recorría.<br />

Desde la publicación del libro de Stephens Incidents of Travel<br />

in Central America, Chiapas, and Yucatan (1841) hasta la actualidad,<br />

los mayas y los restos de su elevada cultura han fascinado a<br />

los occidentales, tanto especialistas como legos Varias generaciones<br />

de profesionales han dedicado sus vidas a la continua empresa<br />

de localizar, cartografiar, fotografiar y reconstruir centros abandonados,<br />

descifrar textos jeroglíficos, rastrear el ascenso de la cultura<br />

maya clásica y examinar las causas de su repentino colapso hace<br />

diez siglos.<br />

Los mayas vivientes también han sufrido un escrutinio similar.<br />

Los treinta y pico de idiomas mayas —hablados por millones de<br />

personas en las tierras altas de Guatemala y el sur de México, y por<br />

cientos de miles en las tierras bajas de la Península de Yucatán, dividida<br />

entre Guatemala, Belice y México— representan la familia<br />

más vital de lenguas indias existentes. El trabajo de los etnógrafos<br />

y lingüistas desde la década de 1920 ha puesto a los mayas modernos<br />

ente los pueblos "exóticos" más estudiados del mundo.<br />

19


Los antropólogos han vivido entre los mayas por razones científicas.<br />

Hemos aspirado a contribuir a una Ciencia del Hombre unificada<br />

a través de un registro lúcido y sistemático del modo de vida<br />

de pueblos muy diferentes de nosotros. Los resultados de esa investigación,<br />

junto con los hallazgos de estudios similares de otros pueblos<br />

del mundo, nos deberían llevar a conclusiones científicamente<br />

válidas acerca de la historia cultural de nuestra especie.<br />

La mayoría de los antropólogos pasan la mayor parte de su vida<br />

profesional planteando preguntas científicas menos trascendentales<br />

aunque igualmente relevantes: la interconexión y la dinámica<br />

de las instituciones sociales; la naturaleza de los símbolos, el lenguaje,<br />

el ritual, la religión, el género sexual; las fuentes y procesos<br />

del cambio social y cultural; las bases ecológicas de ciertos dominios<br />

de la sociedad y la cultura, por nombrar sólo unos pocos. Como<br />

motivo más inmediato, los antropólogos adquieren sus credenciales<br />

profesionales y su primer empleo académico a través de proyectos<br />

de campo aun más estrictos entre pueblos extranjeros, y muchos<br />

ganamos nuestra reputación de especialistas mediante el estudio y<br />

documentación de modos de vida de, a lo sumo, uno o dos pueblos<br />

del mundo. Los antropólogos han visitado a los mayas por dichas<br />

razones científicas y profesionales.<br />

Actuamos sobre esos motivos científicos mediante el trabajo<br />

de campo, una modalidad de compilación de datos que constituye el<br />

rasgo definitorio de lo que hacemos en cuanto etnógrafos. El trabajo<br />

de campo supone una residencia de un par de años entre las gentes<br />

que estudiamos, con observación directa de sus actividades,<br />

conversaciones y entrevistas con ellos y un incesante registro de<br />

una amplia gama de datos en medios escritos, grabados y fotográficos.<br />

Nuestra conducta de campo se basa en múltiples motivos científicos,<br />

motivos que distinguen nuestra actividad del espionaje, el<br />

análisis de mercado y la promoción de productos, el contrabando, la<br />

aventura antojadiza, el turismo y la recreación, la búsqueda de oro,<br />

petróleo o esclavos> el reconocimiento con miras a buscar zonas para<br />

pistas aéreas, bases militares u hoteles, la huida ante persecuciones<br />

o pleitos, el proselitismo político o religioso, el servicio social,<br />

la provocación, la subversión o la conquista. (Muchas de estas posibilidades<br />

se les ocurrieron a mis anfitriones mayas cuando especulaban<br />

sobre cuál era mi verdadero motivo para visitarlos.) Al margen<br />

de realizar esta intención científica subyacente a la etnografía,<br />

el trabajo de campo no constituye una acción práctica para obtener<br />

ganancias personales o bienes colectivos. Constituye una variedad<br />

distante de la interacción humana, pues el etnógrafo permanece<br />

alejado y desapasionado ante significativas luchas locales donde se<br />

generan, distribuyen y destruyen riquezas, poder y oportunidades<br />

20<br />

vitales. Tal distanciamiento es coherente con el motivo científico y<br />

el valor otorgado a la objetividad por quienes buscan metódicamente<br />

la verdad.<br />

Sin embargo, de cuando en cuando, especialmente durante la<br />

Guerra de Vietnam, los antropólogos cuestionaron colectivamente<br />

ese presunto distanciamiento propio de nuestra disciplina. A fin de<br />

cuentas, la práctica antropológica es posible mediante la expansión<br />

del poder europeo sobre los pueblos indígenas de las Americas,<br />

Africa, Asia, el Medio Oriente y Oceania. Los etnógrafos tuvieron<br />

pueblos para estudiar como consecuencia de los imperios, pues los<br />

antropólogos solían llegar a la escena para estudiar a "primitivos"<br />

vueltos accesibles y problemáticos tras la conquista europea y la<br />

administración colonial, el comercio y la evangelización cristiana.<br />

Los objetos típicos de la investigación etnográfica antes de la Segunda<br />

Guerra Mundial eran idiomas y culturas recién muertas o<br />

moribundas, "nativos" a quienes había que administrar, rebeldes<br />

reprimidos y recapacitados, ocupantes de reservas o de los últimos<br />

recovecos en tierras adonde otros hombres blancos aún no iban por<br />

falta de libre acceso o la promesa de una ganancia. Después de la<br />

Segunda Guerra Mundial, las guerras anticoloniales y las modernas<br />

revoluciones sociales restringieron nuestro acceso a grandes<br />

partes del globo pero añadieron nuevas categorías de no europeos a<br />

la lista de la diversidad humana que constituye el interés de la antropología:<br />

labriegos, peones agrícolas, pobres urbanos, mineros,<br />

obreros y otras clases peligrosas Je lo que pasó a llamarse Tercer<br />

Mundo. 2<br />

Al emprender sus investigaciones, algunos antropólogos han<br />

brindado sus servicios y conocimientos a la causa de la administración<br />

gubernamental y la contrainsurgencia. Otros, más abierta y<br />

adecuadamente, han trabajado para programas de desarrollo agrícola<br />

y comunitario, salud pública, educación y demás. Pero el antropólogo<br />

que efectúa una investigación de campo suele estar por<br />

encima de los afanes imperiales, las políticas neocoloniales y el desarrollo<br />

internacional, afirmando el distante, trascendental y colectivo<br />

bien del esclarecimiento humano. La ciencia desinteresada<br />

procura este fin mientras sugiere, a menudo ante nuestros patrocinadores,<br />

que otros pueden hallar usos prácticos para los datos generados<br />

por nuestros estudios.<br />

Así ha sido la intención científica en su forma aparentemente<br />

más pura, aunque muchos antropólogos ahora aceptan que ello<br />

también tiene un carácter político conservador. Al concentrarse en<br />

la tribu, la comunidad de labriegos, la barriada urbana y otros escenarios<br />

humanos bien delimitados de pequeña escala, nuestra disciplina<br />

cultivó y defendió cierta ceguera en su visión del mundo<br />

21


más allá de Europa y los Estados Unidos. Durante mucho tiempo<br />

escribimos sobre los colonizados pero no sobre el colonialismo, sobre<br />

los nuevos países del Tercer Mundo integrados a un _ sistema<br />

capitalista en expansión pero no sobre el capitalismo o el imperialismo,<br />

sobre el impacto de Occidente pero no sobre las conexiones<br />

sistemáticas entre el Occidente y el resto. Escribimos sobre el cambio<br />

social pero no sobre las fuerzas y patrones de cambio que se<br />

manifiestan sólo en una escala geográfica y temporal más grande<br />

que la abarcada por las prácticas estándar de la investigación y la<br />

escritura etnográficas. 3<br />

Ahora comprendemos que esta terca ceguera ante los procesos<br />

históricos significativos del mundo moderno ha redundado en grandes<br />

equívocos acerca de la naturaleza del cambio social y cultural,<br />

en clasificaciones erróneas de los tipos humanos estudiados, en la<br />

omisión de datos significativos (que en realidad habíamos registrado)<br />

en nuestras publicaciones sobre la vida de otros pueblos, educando<br />

mal a nuestros estudiantes y al público. Aunque los antropólogos<br />

habitualmente han defendido a las víctimas de la conquista,<br />

atacando los abusos administrativos, la explotación económica y la<br />

dominación política, se han perdido muchas oportunidades de criticar<br />

con eficacia el papel de nuestras sociedades en esa dominación.<br />

La práctica de la etnografía no es tan desinteresada y distanciada<br />

respecto de las luchas sociales, económicas y políticas de<br />

nuestros tiempos. Se puede palpar cuan interesada y comprometida<br />

es en nuestras experiencias personales, pues el trabajo de campo<br />

requiere tratos mundanos con nuestros sujetos de estudio y<br />

nuestra participación, a veces significativa, en sus vidas. Por empezar,<br />

la realización del trabajo de campo requiere una presentación<br />

entre las gentes a estudiar: conseguir las cosas y relaciones que<br />

necesitamos para vivir entre ellas, refugio, comida, transporte,<br />

asistencia médica, protección, camaradería y acceso a dominios interiores<br />

de la vida de la gente. Se requiere cooperación para reunir<br />

datos a través de los actos de venta e intercambio, la convivencia,<br />

la participación en las tareas de la vida cotidiana y la explicación<br />

reiterada de las razones de nuestra presencia, con la esperanza de<br />

que algunos anfitriones consideren nuestros esfuerzos inofensivos,<br />

inocuos y dignos de ayuda.<br />

Ese compromiso es recíproco, aunque rara vez sabemos por<br />

qué nuestros anfitriones consienten en que vivamos entre ellos,<br />

siempre husmeando, haciendo preguntas extrañas e íntimas. Algunos<br />

motivos: curiosidad; temor a las repercusiones del rechazo; la<br />

estima y el prestigio que se pueden obtener mediante la estrecha<br />

asociación con un extranjero; ganancias pecuniarias o ventaja sobre<br />

los vecinos, competidores y enemigos; y en algunos casos, el interés<br />

22<br />

en la descripción y análisis explícitos de sus modos de vida. Cómo<br />

nos gustaría creer en las románticas reflexiones de ese personaje<br />

inglés de Joseph Conrad que traficaba armas para los "nativos" de<br />

Mindanao, entonces dominada por los españoles:<br />

Hay quienes dicen que un nativo se niega a hablar con el hombre<br />

blanco. Error. Nadie habla con el amo; pero al viajero y al amigo, al<br />

que no viene a enseñar ni a dominar, al que no pide nada y acepta todo,<br />

se le dirigen palabras junto a las fogatas, en la soledad compartida<br />

del mar, en aldeas ribereñas, en lugares de descanso rodeados por<br />

bosques, se le dirigen palabras que no tienen en cuenta la raza-ni el<br />

color. Un corazón habla y otro escucha, y la tierra, el mar, el cielo, el<br />

viento y las trémulas hojas oyen también la fútil historia de la carga<br />

de la vida. 4<br />

Pero no se pueden intercambiar palabras de corazón a corazón<br />

sin que medien motivos, recursos, ámbitos abrumados por la<br />

diferencia social de los interlocutores, por mucho que esa diferencia<br />

y su significación sufran transformaciones en el curso de tales encuentros.<br />

Nuestros compromisos recíprocos en las vidas de otros pueden<br />

causar una mutua subversión del científico y el sujeto. Por nuestra<br />

parte, hemos instalado nuestra residencia entre los demás; hemos<br />

trabajado, comido, jugado, celebrado, orado con ellos; hemos intentado<br />

ser útiles brindando ayuda a los enfermos, sepultando a los<br />

muertos, llevándolos en nuestros vehículos, colaborando en la producción,<br />

redactando cartas y peticiones y de muchos otros modos;<br />

tal vez hemos aprendido a hablar bien su idioma, a bromear y cambiar<br />

historias y ser público digno de los narradores nativos; hemos<br />

procurado seducirlos para que piensen bien de nosotros y nos asistan<br />

en nuestros esfuerzos. Por estos medios (conocidos como observación<br />

participativa, construcción de un contacto y adquisición de<br />

competencia lingüística y cultura, en la jerga de nuestra profesión)<br />

logramos al menos una suspensión temporaria de las restricciones<br />

tradicionales de nuestros sujetos sobre las relaciones sociales estrechas<br />

y complejas con nuestra gente, y producimos una ambigüedad<br />

de situaciones, relaciones y sentimientos dentro de la cual se efectúa<br />

nuestra labor científica. En cuanto a ellos, a través de sus actos<br />

de cooperación, presentación y explicación, sus bromas y críticas a<br />

costa de nosotros y nuestras tareas, pueden alterar sustancialmente<br />

nuestra visión estrecha del propósito científico y así crear compromisos<br />

tangenciales, cuando no incoherentes con ese propósito<br />

extraño.<br />

El comportamiento ideal del etnógrafo ante los sujetos de estudio<br />

es utópico, y por lo tanto se corresponde con las metas utópi-<br />

23


cas de la Ciencia del Hombre: revelación de verdades en la búsqueda<br />

de la Verdad, buenos actos realizados al servicio del Bien, apertura<br />

y comunión con el otro mientras procuramos la Apertura, la<br />

Comunicación y la Mutua Comprensión entre todas las personas.<br />

Más específicamente, los miembros de la Asociación Antropológica<br />

de los Estados Unidos han exhortado así a sus colegas: No causes<br />

daño a quienes estudiamos ni a la reputación de nuestra comunidad<br />

profesional. A lo cual sigue: No explotes. No violes confidencias<br />

ni promesas de anonimato. No engañes. Explica los propósitos de<br />

tu presencia y tu investigación, así como las posibles consecuencias<br />

para las gentes que estudias. No efectúes investigaciones subrepticias<br />

ni encubiertas, ni envíes informes secretos a los patrocinadores,<br />

especialmente aquellos que no persiguen propósitos científicos<br />

(tales como el Departamento de Estado, el Ejército, la CÍA, la<br />

DEA). Coopera con los colegas del país anfitrión para planear y ejecutar<br />

tu investigación. 5 (La mayoría de quienes recibimos fondos<br />

del gobierno federal también recibimos similares exhortaciones por<br />

parte de leyes federales sobre la protección de los sujetos humanos<br />

de la investigación científica.)<br />

Pero el inevitable tránsito del distanciamiento científico al<br />

compromiso en el curso del trabajo de campo devuelve al científico<br />

su humanidad, para bien o para mal, evidenciando las contradicciones<br />

internas de nuestras intenciones científicas, dando a nuestro<br />

trabajo una módica cuota de humanitarismo, aunque reduciendo la<br />

distancia de nuestros propósitos y acciones respecto de la de otros<br />

extranjeros y del pragmatismo amoral tan típico de nuestro tiempo.<br />

Los problemas morales y éticos no se pueden describir de tal<br />

modo que sólo necesitemos abrir un libro de modales para saber<br />

exactamente qué hacer. Los antropólogos esperan que sus colegas<br />

ejerciten un juicio honesto e informado sobre las muy variadas circunstancias<br />

de sus actos profesionales. Pero también hay que recordar<br />

que el carácter de nuestra acción en tierras extranjeras nace<br />

sólo en parte de nuestras buenas intenciones. El intercambio de palabras<br />

y actos entre nosotros y los demás está inevitablemente<br />

afectado por las desigualdades políticas y económicas que estructuran<br />

el mundo en que vivimos.<br />

En la historia de las relaciones de los americanos del norte y<br />

los europeos con los mayas de Quintana Roo, las intenciones contradictorias,<br />

la erosión de los miedos y restricciones tradicionales<br />

sobre las relaciones, y sus múltiples consecuencias para las vidas y<br />

el conocimiento, se manifiestan en toda su complejidad. Ello resulta<br />

más evidente ahora, desde el punto de vista seguro y omnisciente<br />

adoptado en buena parte de este libro, de lo que resultó para<br />

muchas de las personas sobre las cuales escribo. Algunos de los ac-<br />

24<br />

•<br />

tos aquí narrados, realizados con propósitos de investigación, resultarían<br />

hoy inaceptables para la mayoría de nosotros, y algunos lectores<br />

pueden complacerse en pensar mal de aquellos sobre quienes<br />

escribo. Yo no pienso mal, y espero que no lo hagan mis lectores, al<br />

menos de esos antropólogos y arqueólogos de hace medio siglo en<br />

cuyos escritos personales y profesionales se basa buena parte de este<br />

relato. Creo que las fallas éticas reveladas en esta historia son<br />

en muchos casos meros ejemplos exagerados de las peripecias aún<br />

comunes en tierras extranjeras.<br />

Los encuentros de varias generaciones entre mayas rebeldes y<br />

mexicanos hispánicos, alemanes, suecos, franceses, ingleses y norteamericanos<br />

descritos en este libro van mucho más allá de los intercambios<br />

breves y directos de palabras y gestos significativos que<br />

normalmente tenemos en mente al hablar de una "conversación"<br />

entre personas. Mi denominación de "larga conversación" para la<br />

historia de estos encuentros esporádicos es un recurso literario,<br />

aunque no antojadizo. He invocado la metáfora de la "conversación"<br />

porque el diálogo era un acontecimiento central e improbable en cada<br />

encuentro entre mayas y extranjeros. 6 Más aun, he hallado que<br />

la metáfora de un diálogo continuo ya estaba inscrita en algunos de<br />

los acontecimientos que describo. Pues en ocasiones los mayas y los<br />

interlocutores extranjeros —conscientes de la continuidad de ámbitos,<br />

tomas, medios de conversación y motivos de sus muchas interacciones—<br />

modelaron e interpretaron las palabras y acciones como<br />

respuestas a las de sus predecesores.<br />

Las conversaciones comunes comienzan cuando dos personas<br />

se acercan, intercambian saludos o frases similares y se ponen a<br />

hablar. Una persona expresa su opinión, la otra responde, luego habla<br />

la otra y así sucesivamente, durante segundos u horas. Al final<br />

la conversación se cierra con frases convencionales, despedidas o<br />

insultos y la separación. Las conversaciones comunes involucran a<br />

personas que saben que están conversando, que saben quiénes son<br />

y qué relación existe entre ambas, dónde están en el tiempo y el espacio,<br />

de qué están hablando, por qué están hablando de eso y,<br />

cuando concluyen, qué se ha dicho. A veces podemos carecer de respuestas<br />

para algunas preguntas, si un extraño nos para en una calle<br />

y empieza a hablarnos, si sufrimos amnesia, ebriedad o una falla<br />

temporaria de memoria, si la persona con quien hablamos tiene<br />

personalidades múltiples, si nos hemos entendido mal, si nuestras<br />

palabras y relaciones son ambiguas, o en muchas otras circunstancias.<br />

Pero, en nuestros mejores momentos y en nuestras conversaciones<br />

más logradas, no dudamos que estas preguntas tienen<br />

respuestas precisas que podemos conocer en el curso de la conver-<br />

25


sación, o escuchando nuestra grabación de ella, o estudiando una<br />

transcripción, o con la ayuda profesional de detectives, psiquiatras,<br />

científicos sociales y otros profesionales especializados en los motivos,<br />

medios, condiciones y consecuencias de las interacciones entre<br />

personas.<br />

En mi conversación metafórica, no estamos tan seguros de<br />

que haya respuestas. Cada encuentro entre mayas y extranjeros<br />

fue un extraordinario experimento en comunicación intercultural.<br />

Muchos mayas y extranjeros nunca se habían topado con individuos<br />

de la otra especie. No hablaban muy bien el idioma del otro (si<br />

lo hablaban); estaban guiados por motivos diferentes; tenían ideas<br />

diferentes sobre el hablar y el escribir y las clases de seres que pueden<br />

usar el lenguaje; tenían otra percepción del lugar, el tiempo, la<br />

causalidad y diversos conocimientos sobre lo que había ocurrido antes.<br />

No podían compartir un conjunto de respuestas a preguntas sobre<br />

sus diálogos. Cada parte habría planteado diferentes preguntas<br />

acerca de lo que acaecía entre ellos.<br />

Para colmo, el tiempo puede corromper nuestra capacidad para<br />

hablar con precisión sobre lo que hemos hecho, a pesar de nuestra<br />

creencia de que la objetividad aumenta al desvanecerse la pasión<br />

y el interés de un momento. Imaginemos una conversación que<br />

dura muchísimo tiempo, tanto que, aun mientras conversan los interlocutores,<br />

rehusando abandonar un tópico evidentemente cautivante,<br />

envejecen perceptiblemente. Algunos mueren, y los testigos<br />

se incorporan paia recoger el hilo. Con el paso del tiempo, la pronunciación,<br />

la sintaxis y el vocabulario de los hablantes se modifican,<br />

las frases de los predecesores se vuelven anticuadas y sus<br />

referencias al mundo, oscuras. El trabajo humano o las fuerzas naturales<br />

alteran el lugar donde se encuentran los hablantes y el<br />

paisaje que los rodea, y se atribuyen nuevos sentimientos y significados<br />

a las cosas que han ocurrido allí durante esta larga conversación.<br />

Los inexorables cicles de nacimiento, maduración, matrimonio<br />

y muerte transforman a las familias de estos interlocutores, pero<br />

también cambian los ritmos de estos ciclos, reflejando las nuevas<br />

oportunidades e infortunios de tiempos y lugares específicos. Esta<br />

conversación continúa por tanto tiempo que todos los rasgos significativos<br />

de la identidad personal y colectiva cambian: todas las experiencias<br />

y actividades de la vida común, todos los medios de comunicación<br />

compartidos por nuestros ávidos conversadores, y el<br />

contexto más amplio que modela sus motivos para hablar y el significado<br />

y efecto de lo que se dice. Salvo el hecho de que aún parecen<br />

estar hablando, han cambiado tantas cosas que les resultará<br />

difícil evaluar si todavía hablan de lo mismo y por la misma razón<br />

que cuando ellos o sus predecesores comenzaron, o si se ha alcanza-<br />

26<br />

I<br />

do aquello que se buscaba al principio. No hay referencias mentales,<br />

culturales o sociales fijas que permitan calcular desde cuándo y<br />

dónde han llegado al momento actual.<br />

En cada instante de esta larga conversación los interlocutores<br />

pueden creer que son personas similares a sus predecesores, comprometidos<br />

con la misma búsqueda. Pero desde nuestra perspectiva<br />

distante nosotros apreciamos cuántos cambios hubo en el curso<br />

de esa conversación absurdamente larga. Mientras los interlocutores<br />

franqueaban sus diferencias personales, sociales y culturales<br />

con el diálogo, se abrió otra divisoria igualmente profunda, separando<br />

a los participantes de lo que fueron ellos y sus predecesores.<br />

Tal es la larga conversación sobre la que he escrito este libro,<br />

y que avanza durante la vida de los participantes. Esta larga conversación<br />

es una trama de emociones humanas, puntos de vista,<br />

motivos, medios lingüísticos, ámbitos de encuentro y diálogo, y<br />

cambiantes condiciones de vida. Cada hilo de la trama tiene rasgos<br />

distintivos, y podemos escoger un corto segmento para examinar su<br />

naturaleza por separado. La lingüística y la antropología son hábiles<br />

para emprender tales estudios ahistóricos —o microhistóricos—<br />

de la actividad lingüística, y se ha aprendido mucho acerca de las<br />

luchas de poder, la construcción de relaciones sociales y la afirmación<br />

de diversos modos de ver el mundo inmanentes a nuestra manera<br />

de hablar. Pero la comprensión del lenguaje como un esfuerzo<br />

creativo y transformador en la sociedad y la historia también requiere<br />

el estudio de más largas historias individuales y sociales de<br />

actividad lingüística.<br />

Al escribir este libro adopté una perspectiva histórica de la actividad<br />

lingüística, extrayendo los hilos que podía para examinarlos<br />

mejor, antes de volver a integrarlos a la trama de la historia<br />

que narro. Aunque yo participé en una pequeña parte de lo que<br />

cuento, examino esta historia desde un punto de vista no otorgado<br />

a ninguno de mis interlocutores —tal vez un punto de vista más<br />

elevado—, accesible a través de mi formación universitaria, los registros<br />

escritos de encuentros pasados y los aportes realizados por<br />

muchos y diversos individuos mayas que se dignaron hablar conmigo.<br />

Pero esta presunción de una perspectiva privilegiada puede<br />

despertar en el lector la justificable sospecha de que este libro no<br />

está por encima ni fuera de esa larga conversación que describe. A<br />

su manera es sólo otra frase en el continuo diálogo entre mayas y<br />

extranjeros, y espero que sea adecuada y benignamente efectiva en<br />

este momento de nuestra historia común.<br />

27


Hablando con el enemigo<br />

La Guerra de Castas comenzó en 1847 con un alzamiento de<br />

indios mayas contra el gobierno y los colonos blancos en las aisladas<br />

localidades del este de Yucatán. En los primeros meses de la<br />

guerra, bandas mayas rebeldes al mando de muchos líderes recorrían<br />

la península de Yucatán, saqueando aldeas, fincas y ciudades<br />

que se interponían en su ruta hacia el noroeste. Exterminaron, esclavizaron<br />

o pusieron en fuga a toda la población no india de la región,<br />

mientras por lo menos una parte de la población maya de cada<br />

provincia recién liberada les brindaba apoyo y reclutas. Por un<br />

tiempo pareció que la sociedad blanca de Yucatán y su discriminación<br />

basada en la raza (o "casta") podría desaparecer de la península,<br />

pues a mediados de 1848 sólo las grandes ciudades, Mérida y<br />

Campeche, y una angosta ruta hacia el mar, no habían caído bajo el<br />

control de los mayas rebeldes. La ofensiva maya, sin embargo, sufrió<br />

un colapso cerca de Mérida, la capital de Yucatán. Los rebeldes<br />

emprendieron la retirada.<br />

A fines de 1848, tras meses de contraofensiva contra los ejércitos<br />

rebeldes, el gobierno volvió a controlar las partes antes colonizadas<br />

de la península. Muchos de los que simpatizaban con los rebeldes<br />

se rezagaron en poblados que eran capturados nuevamente,<br />

mientras que cien mil rebeldes y sus familias se retiraban a las selvas<br />

casi deshabitadas del este y del sur. En los baluartes que estos<br />

refugiados pronto construyeron en las selvas que rodeaban la capital,<br />

Santa Cruz, los mayas rebeldes resistieron la reconquista durante<br />

más de medio siglo, asolando periódicamente las aldeas de<br />

Yucatán mientras buscaban una paz que les garantizara la autonomía<br />

conseguida a tan alto precio.<br />

Durante los primeros años del siglo veinte el ejército mexicano<br />

aún cazaba a rebeldes mayas en los bosques de Quintana Roo,<br />

devastando aldeas, quemando maizales, emboscando a los viajeros<br />

en la selva. Y a veces los rebeldes pagaban con la misma moneda.<br />

Los mayas hoy recuerdan esos tiempos como la "época de la esclavitud",<br />

un tiempo de temor y persecución, abyecta pobreza y gran in-<br />

-<br />

29


justicia. Dicen que en esos terribles años uno de ellos, Florentino<br />

Cituk, pasó largas vigilias orando a Nuestro Señor el Dios Verdadero<br />

en la iglesia principal de la aldea sagrada de Chun Pom. Rezó<br />

tal como los pobres le rezan al dios del pobre, arrastrándose siete<br />

veces de rodillas por siete dolorosos metros hasta el altar del dios,<br />

quien, al ver a un hombre tan santo y humilde, lo bendijo con el conocimiento<br />

de la "escritura nocturna": la profecía. Así como los<br />

grandes profetas mayas del siglo quince supuestamente habían<br />

predicho la llegada de los conquistadores españoles a esas tierras,<br />

el visionario Cituk predijo el alba inminente de una nueva era:<br />

ftí. Hoy caminamos de piedra en piedra por caminos ocultos.<br />

vlf Pero habrá, dice Él, el Dios Verdadero,<br />

habrá apertura de todos los caminos.<br />

Comeremos juntos con el extranjero.<br />

Comeremos juntos con nuestro enemigo.<br />

Conversaremos con él.<br />

...: Florentino Cituk pereció durante la segunda de dos epidemias,<br />

viruela y gripe, que causaron estragos entré los mayas de<br />

Quintana Roo en la segunda década de este siglo. Hoy los mayas<br />

las recuerdan como el "Gran Incendio" que arrasó sus tierras, y<br />

esas epidemias signaron una divisoria de aguas en la historia maya,<br />

reduciendo la población rebelde a la mitad (de diez a cinco mil,<br />

aunque nadie lo sabe con exactitud), extinguiendo aldeas enteras y<br />

privando a los sobrevivientes de otras del liderazgo de los ancianos,<br />

que sucumbieron antes que sus hijos y nietos. Cituk murió, pues,<br />

cuando los mayas fugitivos aún caminaban de piedra en piedra para<br />

no dejar huellas en el blando suelo de la selva; antes de que los<br />

caminos se ensancharan y resultaran fáciles de seguir; y antes de<br />

que los mayas dejaran de matar y ser muertos por los càul, un término<br />

que designaba a los extranjeros en general y a los señores y<br />

soldados hispanohablantes, el enemigo, en particular. 1<br />

Florentino Cituk no fue el primer rebelde maya que recibió revelaciones<br />

divinas o que actuó como vocero humano del Dios Verdadero.<br />

Desde el segundo año de la guerra, cuando los ejércitos rebeldes<br />

que habían estado por alcanzar la victoria tuvieron que retirarse<br />

hacia las selvas costeras, los rebeldes mayas comulgaban con<br />

su deidad, y recibieron lo que después llamaron los "Divinos Mandamientos"<br />

(santo 'almahtàan). En 1850, en el lugar que se transformaría<br />

en la ciudad rebelde de Noh Cah Santa Cruz Balam Nah<br />

(literalmente, "Gran Ciudad de la Casa del Jaguar de la Santa<br />

Cruz"), un vocero de Cristo, Juan de la Cruz, entregó un mensaje<br />

divino de pena, furia, amor y compromiso:<br />

30<br />

Mis amados<br />

aldeanos cristianos,<br />

ahora es la hora; ^;/?:<br />

ha llegado<br />

el día,<br />

la hora<br />

de que yo muestre<br />

una señal<br />

sobre la tierra de todas mis gentes engendradas<br />

en el mundo;<br />

para que : v :<br />

sea leída a todos los comandantes,<br />

y la oigan todos los capitanes,<br />

y todos los tenientes,<br />

y todos los sargentos,<br />

y todas mis gentes engendradas<br />

en el mundo;<br />

afin deque<br />

la conozcan,<br />

todos mis hijos. 2<br />

Este dios recordó a los mayas que había derramado Su sangre<br />

por ellos, cuando los creó a ellos y el mundo donde viven. Era hora<br />

de dar a conocer sus mandamientos.<br />

Quien no crea en mis mandamientos<br />

beberá un sorbo de sufrimientos<br />

interminables.<br />

Quien obedezca mis mandamientos<br />

también ganará la plenitud de mi Gracia.<br />

También ganará mi amor. 3<br />

Si sus hijos indios sufrían los estragos causados por el ataque<br />

del hombre blanco, era porque no habían obedecido sus mandamientos.<br />

Si sufrían pobreza y hambre, era un castigo divino por sus fallas<br />

y pecados. Por lo tanto había vuelto el tiempo de la guerra. Sus hijos<br />

no debían tener miedo de la batalla, sin embargo, mientras Él fuera<br />

a la vanguardia de sus tropas, y en tal caso Sus soldados no sufrirían<br />

ningún daño. En esa revelación se dieron órdenes de batalla para<br />

lanzar un ataque contra puestos enemigos de avanzada. El dios reclamaba<br />

el mando de la guerra maya al tiempo que amonestaba a los<br />

comandantes humanos por los castigos crueles e injustos que habían<br />

infligido a sus plebeyos, por no haber seguido Sus órdenes, y por no<br />

haber remunerado los servidos personales de los subordinados.<br />

31


Los rebeldes recibieron este mensaje tranquilizador:<br />

Pues mi Padre ya me ha dicho,<br />

oh hijos míos,<br />

que los Blancos jamás vencerán,<br />

los enemigos. 4<br />

Pero medio siglo después la guerra continuaba, y cuando<br />

Florentino Cituk habló con las palabras del Dios Verdadero, los<br />

mayas debían pensar que el enemigo, el extranjero, pronto caería<br />

sobre ellos.<br />

Los rebeldes que ocupaban los refugios de la selva nunca se<br />

habían aislado totalmente de los extranjeros. Durante la Guerra<br />

de Castas traficaban con los mercaderes de la Honduras Británica<br />

para obtener municiones y otras vituallas. A veces se internaban<br />

en ciudades del Yucatán controladas por el enemigo para realizar<br />

compras y obtener información. En raras ocasiones recibían misiones<br />

diplomáticas que iban al territorio rebelde para negociar la liberación<br />

de cautivos no indios, o por otras razones. Tales contactos<br />

pacíficos eran contrapuntos ocasionales a las incursiones y represiones<br />

que los rebeldes y sus enemigos lanzaban continuamente.<br />

Sin embargo, la declinación y cesación de actividades hostiles durante<br />

las dos primeras décadas de este siglo produjo eventualmente<br />

to que Cituk supuestamente profetizó: relaciones más frecuentes y<br />

pacíficas entre los rebeldes mayas y diversos extranjeros. Entre los<br />

segundos había un creciente número de exploradores interesados<br />

en la geografía, la historia natural y la historia cultural de la<br />

Península de Yucatán.<br />

Los primeros contactos fueron fugaces, y los rebeldes mayas<br />

permanecieron aislados dentro de una selva que para los demás<br />

era "un lugar de desolación y muerte", que "sólo estaba habitado<br />

por los pájaros, por las fieras y por los indios mayas, más temibles<br />

que las mismas fieras", "un excelente lugar para no visitar". 5 En<br />

parte la selva misma disuadía a los que deseaban visitar el centro<br />

de Quintana Roo, un paisaje vasto y heterogéneo de altas arboledas<br />

y lianas colgantes que protegían el fresco y blando suelo; de matorrales<br />

densos, calientes e infestados de serpientes que cubrían la<br />

dura, ondulante y fracturada superficie de piedra caliza de la península;<br />

de ocasionales maizales y una rara sabana; de cenotes y<br />

lagunas; con pantanos de mangle y tierras de inundación que separaban<br />

la selva de la costa.<br />

La mayoría de los senderos de la selva eran angostos, y la<br />

exuberante vegetación que surgía donde el sol tocaba la tierra picaba,<br />

irritaba y laceraba a los viajeros. Estos senderos eran más<br />

apropiados para hombres a pie que para caballos o muías, demasia-<br />

32<br />

do torpes para desplazarse entre tantos árboles caídos, aberturas<br />

de cavernas subterráneas, lomas y riscos abruptos, en la exasperante<br />

plasticidad del suelo humedecido por las lluvias. Con su plaga<br />

de mosquitos en ese territorio afectado por la malaria, la noche<br />

traía poco respiro al fatigado viajero calcinado por el sol agobiante<br />

de un marzo o abril seco como el desierto, empapado por los lluviosos<br />

veranos o calado hasta los huesos por las tormentas invernales<br />

que soplaban desde el norte.<br />

Se podía vivir bien en la selva, escogiendo el sitio apropiado:<br />

cerca de una fuente de limpia agua subterránea, lejos de tierras<br />

que no se secaban bien después de los chubascos de la estación de<br />

las lluvias, cerca del terreno más chato y más húmedo donde los<br />

maizales producían las mejores cosechas. Pero los viajeros, los refugiados,<br />

los exilados, todos los recién llegados, fueran blancos o mayas,<br />

experimentaban lo peor que podía ofrecer la selva. Muchos de<br />

los que se demoraban allí perecían con asombrosa celeridad. Si tales<br />

extranjeros hablaban de "un lugar de desolación y muerte", esto<br />

tenía que ver no sólo con las devastaciones de la guerra sino con los<br />

peligros de la selva tropical<br />

Uno de los últimos exploradores de la región en la preguerra,<br />

el norteamericano John L. Stephens, tuvo un atisbo del futuro<br />

cuando, viajando por el este del Yucatán,<br />

encontré una numerosa partida de indios que regresaban de una<br />

expedición de caza por las selvas de la costa. Desnudos, provistos con<br />

armas largas, con ciervos y jabalíes colgados de la espalda, tenían un<br />

aspecto más temible que otras gentes que hubiéramos visto. Eran algunos<br />

de los indios que se habían rebelado siguiendo la convocatoria<br />

del general Imán, y parecían preparados para dar batalla en cualquier<br />

momento.<br />

El general Imán era uno de los muchos comandantes del Yucatán<br />

que batallaban contra otros miembros de la clase dominante<br />

del estado por desacuerdos acerca de la relación del Yucatán con el<br />

resto de México, de quién debía gobernar el estado y otras cuestiones<br />

políticas de peso. Armaban a reclutas mayas y a cambio les<br />

prometían eximirlos de los impuestos y tributos eclesiásticos, tan<br />

onerosos para la casta india. Con esto los comandantes cometieron<br />

un error fatal. Pero tal vez sólo un forastero como Stepehens podía<br />

ver claramente "que las consecuencias pueden consistir en que los<br />

[mayas] se encuentran, tras siglos de servidumbre, nuevamente en<br />

posesión de armas, y con creciente conocimiento de su fuerza física".<br />

Era "una cuestión de gran peso para las gentes de ese país, cuya<br />

solución ningún hombre puede predecir". 6 La respuesta no tardó<br />

en llegar, y la guerra que siguió restringiría los movimientos y las<br />

33


tareas de los siguientes exploradores de Yucatán y Quintana Roo.<br />

Estas cambiantes restricciones disminuyeron a finales de siglo, y<br />

dependían de que uno llegara a territorio maya rebelde desde el<br />

nortea desde el sur y el oeste o desde el este.<br />

En el norte de la Península de Yucatán se hallaban las ruinas<br />

de Cinchen Itzá. Una crónica maya de la era colonial parecía situar<br />

la fundación de la ciudad en el 360 ó 432 de nuestra era, 7 y también<br />

se sabía que Chichón Itzá estaba abandonada cuando los primeros<br />

conquistadores españoles llegaron allí. Los españoles habían<br />

escrito poco sobre ese lugar (aunque en algún momento de sus guerras<br />

de conquista contra los mayas, las fuerzas'españolas se refugiaron<br />

allí para protegerse de la aniquilación) y mucho de lo que<br />

habían consignado estaba en el manuscrito del franciscano Diego<br />

de Landa, Relación de cosas de Yucatán, todavía perdido en un archivo<br />

europeo mientras los primeros exploradores del siglo diecinueve<br />

se aventuraban desde Mérida para visitar Chichón Itzá.<br />

, Cuando Stephens visitó el lugar, era fácil llegar a Chichón<br />

Itzá y recorrer los cinco kilómetros cuadrados de apiñados monumentos.<br />

Una vieja carretera española colonial entre Mérida y<br />

Valladolid, dos de las tres mayores ciudades de la península, atravesaba<br />

las ruinas y la hacienda donde se encontraban. AI parecer<br />

el ganado que pacía allí había eliminado los matorrales, aunque los<br />

antiguos túmulos y edificios en ruinas estaban coronados de vegetación<br />

y rodeados por fragmentos caídos de grandes serpientes de<br />

piedra, frentes tallados y columnas rotas desmoronadas a lo largo<br />

de los siglos.<br />

Algunos edificios permanecían intactos, en el suelo o en los niveles<br />

bajos, o en la cúspide de las pirámides truncas, una de las cuales,<br />

el Castillo, de treinta metros de altura, fue la primera estructura<br />

atisbada por los exploradores que se acercaban al lugar. No era<br />

preciso talar árboles, excavar ni efectuar una laboriosa reconstrucción<br />

para discernir claramente la forma original de muchas estructuras<br />

principales: el Castillo; la Iglesia, desde donde una música<br />

misteriosa brotaba los Viernes Santos, según los indios contaron a<br />

Stephens; una extraña estructura redonda conocida como el<br />

Caracol; el Gimnasio Quego llamado el Gran Campo de Pelota), una<br />

inmensa estructura consistente en dos paredes paralelas a 40 metros<br />

de distancia, de 90 metros de longitud, 10 metros de altura y 13<br />

metros de grosor, el cual, según se supo por referencia a estructuras<br />

más pequeñas pero análogas del centro de México, era un estadio<br />

para deportes rituales. 8 El Templo de los Jaguares se elevaba sobre<br />

un rincón de el Gran Campo de Pelota y albergaba murales de vividos<br />

colores que describían escenas de antiguas batallas. También<br />

estaban la Casa Roja (los indios locales la llamaban la Cárcel), cuya<br />

34


pared trasera interior aún tenía jeroglíficos en toda su longitud; el<br />

Convento, la estructura más trabajada entonces visible; y un edificio.que<br />

los indios de la época de Stephens llamaban Ákabdzib,<br />

Escritura en lá Oscuridad o, mejor, Escritura Nocturna.<br />

Aunque este edificio es el menos imponente y el más austero<br />

de las principales estructuras de Chichén Itzá, intrigó a más de un<br />

explorador del siglo diecinueve. Sobre la puerta de una de las muchas<br />

cámaras interiores hay un dintel con inscripciones jeroglíficas,<br />

y arriba de la puerta, paralela al piso, hay una talladura de piedra<br />

de una persona sentada entre más inscripciones jeroglíficas y gesticulando<br />

como, según Stephens, si participara en "un acto de<br />

encantamiento, o un rito religioso o idólatra, el cual explica la 'escritura<br />

en la oscuridad' [del nombré del edificio], si uno pudiera<br />

leerla". %a. fuerza física puede arrasar estos edificios y desnudar<br />

todos los secretos que.contienen", se lamentaba Stephens al reflexionar<br />

sobre el significado del gesto y los jeroglíficos, "pero la fuerza<br />

física no puede desentrañar el misterio de esta tablilla esculpida.^<br />

Incapaces de leer la mayoría de las inscripciones talladas en<br />

piedra, los exploradores del siglo diecinueve sólo podían hacer conjeturas<br />

sobre el sentido y las funciones de lo que hallaban (conjeturas<br />

derivadas, en los mejores ejemplos, de analogías con los más conocidos<br />

aztecas y con referencias a unos pocos escritos españoles<br />

coloniales y mayas que pronto vieron la luz). Entretanto, continuaban<br />

describiendo y retratando las ruinas, inscripciones y murales<br />

con creciente precisión en los detalles, revelando estructuras más<br />

tempranas dentro de las construidas posteriormente, abriendo reductos<br />

funerarios y rescatando esculturas sepultadas.<br />

Cuando Stephens viajó a Chichén Itzá a principios de la década<br />

de 1840, era un lugar cómodo y acogedor. Allí lo recibió el hospitalario<br />

propietario de la hacienda, quien lo alojó en la nueva y<br />

limpia sacristía de la iglesia de la hacienda. Stephens estudió las<br />

ruinas entre los gritos de hombres que cuidaban ganado, entre los<br />

retozos de niños de la cercana aldea de Piste que iban a nadar en el<br />

gran cenote que había al norte de las ruinas, y los paseos dominicales<br />

de elegantes hombres y mujeres de dicha aldea. No le costó conseguir<br />

peones que despejaran las ruinas para que su acompañante,<br />

Frederick Catherwood, las dibujara, pues eran épocas de escasez y<br />

se temía una hambruna, y muchos indios acudían a Stephens en<br />

busca de empleo. 10 La siguiente ola de exploradores de Chichén<br />

Itzá, atraída allí por el bien escrito e ilustrado libro que Stephens<br />

pronto publicó acerca de sus más recientes viajes por Yucatán, encontró<br />

un paisaje natural y humano radicalmente distinto de lo que<br />

describía Stephens.<br />

Las batallas y carnicerías de los primeros años de la Guerra<br />

36<br />

de Castas habían dejado una ancha marca de destrucción del sudoeste<br />

al nordeste, por el medio de Yucatán. Chichén Itzá se hallaba<br />

en una tierra de nadie aún sometida a ataques rebeldes, y desde<br />

allí el gobierno lanzaba expediciones contra los baluartes rebeldes<br />

de las selvas meridionales. Camino a Chichén Itzá, los exploradores<br />

ahora atravesaban pueblos fantasmas y aldeas, invisibles bajo<br />

el denso manto de lianas, arbustos y árboles. Uno pasó la noche<br />

dentro de ruinas ennegrecidas que aún albergaban a empecinados<br />

habitantes que al parecer preferían "ese inminente peligro de<br />

muerte al dolor de abandonar su hogar devastado". En Chichén<br />

Itzá, la próspera hacienda era ahora "una triste ruina entre ruinas".<br />

Donde antes resonaban los gritos de los vaqueros, los niños y<br />

los paseantes dominicales, en una clara pradera, ahora los pájaros<br />

y lagartos eran los únicos habitantes de una zona selvática. 11 -<br />

Los que viajaban a Chichén Itzá en las décadas de 1860,1870<br />

y 1880 esperaban evitar todo contacto con los "bárbaros" y feroces"<br />

rebeldes mayas, cuyo nombre inspiraba terror entre los habitantes<br />

del Yucatán, indios y no indios. Así que viajaban allí con escolta militar<br />

(expediciones "medio artísticas y medio militares", como las<br />

describió uno de ellos), apostaban centinelas entre las ruinas para<br />

impedir ataques por sorpresa, armaban a los peones indios y pernoctaban<br />

en residencias fortificadas (como lá vieja casa de la hacienda,<br />

aunque la alta pirámide conocida como el Castillo también<br />

era buen refugio), en el puesto militar más cercano a pocos kilómetros,<br />

en la devastada aldea de Piste. 12<br />

Las medidas fueron efectivas, y el único explorador del norte<br />

que vio mayas rebeldes fue el fotógrafo francés Désiré Charnay En<br />

1860, tras llegar de Yucatán, aún estaba en el puerto de Sisal cuando<br />

algunos indios cautivos detenidos le llamaron la atención. "La<br />

mayor parte estaban casi desnudos; las mujeres usaban un simple<br />

jubón, y los pequeños no llevaban nada: todos eran flacos pero fornidos,<br />

tenían un aire de orgullo salvaje que nunca he notado entre<br />

los individuos de esa especie que yo había encontrado en las aldeas<br />

[de México]". Le dijeron que eran rebeldes capturados en una campaña<br />

reciente y que los embarcarían hacia Cuba, donde muchos de<br />

sus congéneres sufrían esclavitud. 13 Edward H. Thompson, cónsul<br />

norteamericano en Mérida y arqueólogo residente en Chichén Itzá,<br />

estuvo por cruzarse con mayas rebeldes al regresar de una expedición<br />

a las ruinas de Coba. Al entrar en la localidad de Dzonotchel,<br />

Yucatán, la encontró "en ruinas. Cuerpos de hombres, mujeres y niños<br />

yacían por las calles, algunos mutilados". Los rebeldes acababan<br />

de atacar en represalia, pues algunos chicleros que se habían<br />

topado con un asentamiento rebelde en el bosque habían abusado<br />

de sus mujeres. 14<br />

37


- "rAl margen de estos breves cruces, no hubo encuentros entre<br />

los exploradores de emplazamientos arqueológicos septentrionales<br />

••ZtWt. y los mayas rebeldes de los bosques meridionales en el siglo diecinueve<br />

i Los mayas rebeldes siguieron siendo para los extranjeros figuras<br />

borrosas que acechaban más allá de las zonas despejadas de<br />

ruinas y caminos, cuyas esporádicas ofensivas podían alterar itinerarios<br />

y planes de investigación, pero que al margen de ello sólo<br />

constituían materia para las exageradas anécdotas de las memorias<br />

y la literatura de viajes. 16<br />

i.-i Los exploradores que ingresaban en territorio rebelde desde el<br />

sur inevitablemente tenían contacto más íntimo con los mayas.<br />

Lejos de los campos de batalla de la frontera norte, estas selvas<br />

meridionales —más húmedas, altas y vastas que las del norte—<br />

habían sido durante décadas territorio no disputado de los rebeldes;<br />

atravesadas por una transitada ruta comercial entre asentamientos<br />

de la Honduras Británica y ciudades rebeldes como Bacalar<br />

y Santa Cruz. El geógrafo alemán Karl Sapper, por ejemplo,<br />

realizó exploraciones en el sur del territorio rebelde en 1894 y<br />

1895. Sus anfitriones y guías mayas fueron muy serviciales y confiables,<br />

pero él sólo trataba con mayas que habían abandonado las<br />

hostilidades tras efectuar acuerdos de paz con el gobierno mexicano.<br />

No se viajó más al norte, al territorio de los llamados indios de<br />

Santa Cruz, cuya "sanguinaria crueldad y beligerancia... han vuelto<br />

muy temible su nombre". 16<br />

Aunque en 1888 el general William Miller, topógrafo de la<br />

Honduras Británica, logró llegar a la capital, Santa Cruz, con escolta<br />

de mayas rebeldes, advirtió a quienes pudieran seguirlo: "No<br />

creo que para un hombre blanco de cualquier nacionalidad sea posible<br />

ir allá. Los indios de Santa Cruz tienen pésima fama y se les<br />

atribuyen muchos asesinatos, por lo cual las gentes son cautas<br />

cuando se trata de internarse en su país". Y a pesar de haber llegado<br />

allí sin contratiempos, su trabajo sufrió serias restricciones.<br />

Es imposible sonsacarles información, pues se oponen con firmeza<br />

a que los interroguen. Me respondieron a algunas preguntas muy<br />

simples, pero no sin antes preguntar a la vez: "¿Por qué desea usted<br />

saberlo?" En una ocasión, deseando averiguar sobre antiguas ruinas<br />

indias, pregunté a varios indios en la casa del jefe y, obteniendo respuestas<br />

insatísfactorías, insistí. Se calaron el sombrero sobre los ojos<br />

y me miraron con recelo, contestando con monosílabos. Esto asustó<br />

tanto a mi intérprete que rehusó continuar con las preguntas. 17<br />

Miller quena continuar viaje hacia el nordeste, hacia la aldea<br />

costera de Tulum, pues había oído que allí los indios consultaban<br />

una cruz de la cual "brota la voz de Dios". Miller también afirmó<br />

38<br />

que había oído hablar de un sacerdote católico no indio que al llegar<br />

a Tulum había sido llevado ante la cruz para ser sometido ói-^<br />

terrogaciones divinas. Se decía que la cruz había ordeñado la ej«lM£<br />

ción del sacerdote, y que la orden se había obedecido. Los hombres<br />

que acompañaban a Miller debían de haber oído esa historia, pues<br />

"rehusaron ir más allá de Santa Cruz, afirmando qùetodQ foraster<br />

ro tenía ojie enfrentar la cruz y temían esa orásüSa^M. >- ' ? : V :í<br />

En Tulum hay antiguas ruinas mayas que se yerguen en ej,<br />

linde de peñascos de piedra caliza de diez metros dé altura que sínvy<br />

gen del Caribe occidental (a cincuenta kilómetros déla aldea sagrada<br />

de Chun Pom, que fue hogar del profeta Florentino Gituk): Ese<br />

pequeño asentamiento quizá perteneció a mayas que comerciaban<br />

en la costa, y gruesas paredes de manipostería lo separan de la sel-;<br />

va por tres lados, mientras que en el cuarto lado sólo se puede tener<br />

acceso al mar a través de un angosto boquete en los abruptos y<br />

escabrosos acantilados que descienden a una pequeña y arenosa caleta<br />

continuamente batida por las olas que acaban de atravesar la<br />

barrera de arrecifes, segunda en longitud en todo el mundo. Desde -<br />

la cima de esa maciza estructura —una plataforma de ocho metros<br />

de altura donde se yergue un templo de. dos habitaciones, el Castillo<br />

de Tulum— se puede ver al oeste la incesante y ¡pareja extensión<br />

de vegetación verde, y al este el igualmente vasto mar. Las estruc-.<br />

turas de Tulum son pequeñas y toscas comparadas con las de otros<br />

asentamientos mayas como Chichén Itzá, Uxmal, Coba y casi todos<br />

los lugares de cierta importancia. Pero su espectacular ámbito natural<br />

y su largo aislamiento han dotado a Tulum, al menos para los<br />

visitantes norteamericanos y europeos, con una perdurable "seducción"<br />

y un "misterio" propio. 19<br />

John Stephens, cuyos libros gozaban entonces de gran popularidad<br />

en los Estados Unidos, llegó a las ruinas por mar en 1842.<br />

Más de tres siglos después que los europeos las habían visto<br />

por primera vez, seis siglos después de la primera construcción, y a<br />

pesar de la asombrosa soledad de esa "ciudad sepultada en la<br />

selva", las ruinas le parecieron a Stephens tan bien preservadas<br />

que pensó que su abandono era reciente. Stephens luego contó a<br />

sus ávidos lectores norteamericanos: "Creo que no es imposible que<br />

en esta región apartada aún exista, desconocida por los hombres<br />

blancos, una ciudad aborigen viviente, ocupada por las reliquias<br />

de esta antigua raza, que todavía adora en los templos de sus padres".2o<br />

La descripción que publicó Stephens de las ruinas de Tulum<br />

(ilustrada por su acompañante inglés, Frederick Catherwood) despertó<br />

gran interés entre posteriores arqueólogos y exploradores,<br />

pero transcurrieron muchas décadas antes que alguno pudiera con-<br />

39


El Castillo de Tulum, 1842.<br />

tinuar con sus exploraciones. La costa este de la Península de Yucatán<br />

era; como dijo un explorador posterior, "una de las zonas más<br />

agrestes y menos conocidas del Nuevo Mundo", y las ruinas de<br />

Tulum estaban peligrosamente cerca del corazón del territorio rebelde;<br />

"desembarcar en Tulum se podía pagar con la vida". 21 Si la<br />

reputación de los mayas rebeldes de Santa Cruz era mala, la de los<br />

de Tulum era peor. Los exploradores evitaron Tulum durante casi<br />

todo el resto del siglo diecinueve, aunque hacheros de Honduras<br />

Británica aparentemente operaban allí, y a veces Tulum era un importante<br />

centro de comercio entre rebeldes y hondurenos británicos,<br />

así como blanco de los esfuerzos mexicanos para interrumpir<br />

ese comercio y pacificar a los rebeldes. 22<br />

Tulum, sin embargo, era un sito demasiado atractivo para que<br />

los exploradores lo siguieran evitando. En 1895 un yate lleno de<br />

científicos norteamericanos, incluido el curador de antropología del<br />

Field Columbian Museum de Chicago, William Holmes, se acercó<br />

"para tener un atisbo de la gran ruina de Tulum, ahora puesto de<br />

40<br />

avanzada de indios hostiles". Holmes y sus acompañantes se conformaron<br />

con la "observación distante" que podían efectuar desde el<br />

yate, pues, habiendo oído hablar de "síntomas especiales de hostilidad",<br />

pensaron que "sin duda los indios hostiles nos dispararían si<br />

intentábamos desembarcar". 23 Al menos diez expediciones a Tulum<br />

se realizaron en los siguientes treinta años, cada cual restringida<br />

por el miedo y practicando la elusion, los extranjeros debiendo desentrañar<br />

ambiguos signos de la presencia y las intenciones de los<br />

invisibles mayas hasta que al final se encontraron y comenzaron a<br />

hablar.<br />

George Howe y William Parmelee, patrocinados por la Universidad<br />

de Harvard, desembacaron en Tulum en 1911. Pasaron dos<br />

días explorando las ruinas, pernoctando en la nave anclada frente<br />

a la costa, siempre alerta a la presencia de indios hostiles, que según<br />

los rumores aún usaban las ruinas como altar de su adoración<br />

pagana. 24 "Para llevar a cabo el trabajo en esta región", Howe consideraba<br />

necesario contar con la asistencia de las autoridades mexicanas,<br />

que deberían suministrar una escolta de treinta de soldados para<br />

trabajar en Tulum. ...Esto sería absolutamente necesario, pues los<br />

indios son extremadamente hostiles y viven muy cerca. Estoy convencido<br />

de que todo grupo no preparado para defenderse sería atacado<br />

antes de trabajar mucho tiempo en cualquiera de estos sitios. 26<br />

Howe y Parmelee no contaron con dicha escolta armada, y angustiosamente<br />

registraron muchos signos de la presencia de los rebeldes<br />

mayas. En la playa hallaron huellas y varas cortadas que<br />

sugerían que recientemente alguien había buscado huevos de tortuga<br />

en la arena. Desde la nave, de noche, presenciaron una fogata<br />

que se encendía en la costa y se apagaba minutos después. Al día<br />

siguiente avistaron una bandera blanca flameando en una colina a<br />

tres kilómetros de las ruinas, en la dirección, creían ellos, de la aldea<br />

rebelde más cercana. Howe recordó que los primeros exploradores<br />

españoles habían señalado que los mayas usaban banderas<br />

blancas y negras para hacer señas a las naves que bogaban frente a<br />

esas costas. Al parecer no importaba que eso hubiera ocurrido hacía<br />

cuatro siglos, pues era la misma costa, y los extranjeros consideraban<br />

que todos los mayas vivientes, los mayas rebeldes, eran similares<br />

a los indios de tiempos de la conquista.<br />

Durante su segundo día en las ruinas Parmelee contó a Howe<br />

que también había visto ondear una bandera blanca en la estructura<br />

principal de las ruinas (el Castillo) —más temprano esa mañana<br />

y al parecer sin darle importancia en el momento—, así que deliberaron<br />

sobre el probable sentido de esas señales. Dado que se sabía<br />

41


Jfg|»có sobre los mayas rebeldes, el significado sólo podía ser<br />

ominoso.<br />

SUfeí<br />

r - ••' • •- • r<br />

»«».< .No «ludo que el grupo que acampó en ese sitio [donde habían avis-<br />

/"í^^^idp el fuego] descubrió nuestra presencia y envió un hombre al<br />

•^ cuántos éramos cuando fuéramos a la<br />

':*' '.^C -^í^ppsjfca,.y luego envió un informe con señales a la aldea. Un ataque ha-<br />

•i- $&-•/._••;*, j¿fa sido inevitable, creo, si hubiéramos esperado uñas horas más. 28<br />

^ f e O í ^ y Parmelee estaban por desenterrar el artefacto más in-<br />

'••>.'"• teresante de Tulum, la llamada estela N*1. John Stephens había<br />

/ ; Wi , descubierto la estela durante su visita a Tulum setenta años antes,<br />

•^^/.y'ër^ûitf^è las pocas estelas similares hasta entonces halladas a<br />

r^^^t&^alslanciaá] norte, con inscripciones mayas clásicas represen-<br />

SÊ$i¿fÉiáólá-fecha según la cuenta larga, en este caso 9.6.10.0.0, corres-<br />

,• ^¿i^^díeiiÉe al 564 dé nuestra era. Howe y Parmelee se proponían<br />

-í^^^gaVla a bordo y llevarla como botín científico a la ciudad de<br />

: :<br />

' W0Wfá& York. Pero el temor a un ataque los disuadió cuando habían<br />

;<br />

^ isgSfôèabradô sólo algunos de. ». «. los uu fragmentos auaque tus ; :<br />

Ha uisuaaió 1<br />

1« oc*«i« cuando J* — habían<br />

•$^M£@ - ~~ *<br />

¡fcrado sólo algunos de. los fragmentos de la estela, de varios ki-<br />

B peso, hasta la nlnvn T>\O «.¿¿—< - - •<br />

£ ü~ 7r ~~—7"" ***•*,""'" w wa "«ëmenios ae la estela de vnrins H<br />

mmmm°> h**» la Playa. Los ata» en lo^e'*JS^'<br />

J-que.era la marca de la m»»» if0 ., J~; i H ; WI ^ -_-, - — ^—.,7«. uva enterraron en lo que consideraron ¥«aeraron<br />

^j-qpie.era la marca de la marea alta y dejaron el resto entre las rui-<br />

^i'^naf donde la habían hallado. 27<br />

'^^•¿^ La Escuela de Investigación Americana de Santa Fe, Nueva<br />

/México, patrocinó una expedición que desembarcó en las ruinas de<br />

"Tulum en abril de 1913. Los arqueólogos norteamericanos Sylvanus<br />

Morley y Jesse Nusbaum viajaron hasta la isla de Cózumel en<br />

una cañonera mexicana, y desde allí cruzaron hasta Tulum en una<br />

balandra alquilada, acompañados por cinco mexicanos armados como<br />

protección contra un ataque maya. Morley esperaba lo peor de<br />

cualquier encuentro con los mayas rebeldes, sabiendo que la guerra<br />

había durado décadas y notando que de "este odio general por los<br />

forasteros no están excluidos los norteamericanos". 28<br />

La pequeña nave de desembarco zozobró en el oleaje de las<br />

playas de Tulum, empapando a los pasajeros e inutilizando las armas<br />

que portaban, que se cargaban por delante. Permanecieron en<br />

las ruinas unas horas, notando indicios de la presencia de rebeldes<br />

mayas, tal como Howe y Parmelee dos años antes. Esta vez fue un<br />

pequeño claro en la vegetación, frente al Castillo. Nusbaum informó<br />

que, dentro de las murallas que encerraban las ruinas de<br />

Tulum, "la jungla es tan espesa que hay que abrirse paso a machetazos<br />

por doquier, excepto cerca del castillo principal, donde los nativos,<br />

que realizan constantes excursiones al templo que corona la<br />

pirámide, han talado la vegetación". 29<br />

Ninguna de estas expediciones a Tulum realizó muchos logros<br />

, científicos, ya que dedicaron poco tiempo a explorar la zona por te-<br />

42<br />

mor a las intenciones de los indios. 30 "Desplazarse por esta jungla<br />

es difícil en el mejor de los casos", contó Nusbaum a los lectores del<br />

Santa Fe New Mexican. •*'•'<br />

Es doblemente difícil cuando uno espera a cada momento el ataque<br />

de indios salvajes. Ibmar fotos es imposible. Sólo se puede, ^trabajar<br />

en serio cuando no hay peligro de ataque. Aquí, como en otras<br />

partes de Quintana Roo, los indios nativos sólo pelean desde emboscadas,<br />

y rara vez evidencian su presencia. De alh* la dificultad para<br />

someterlos. En esta densa jungla Habrían exterminado a nuestro pequeño<br />

grupo con la mayor facilidad, y sólo podíamos andar entre las<br />

ruinas mientras evitáramos que reparasen en nuestra presenciad "<br />

Sylvanus Morley encabezó otra expedición a Tulum, zarpando<br />

de BeHce en marzo de 1916 bajo el patrocinio de la Institución<br />

Carnegie de Washington. El temor de los exploradores a un ataque<br />

disminuyó un poco cuando se supo que existía un acuerdo de paz<br />

entre los rebeldes y el gobierno mexicano. Así, durante los cuatro<br />

días de su permanencia en Tulum, dos miembros de lá expedición,<br />

Morley y el arqueólogo británico Thomas Gann, incluso se atrevieron<br />

a pasar algunas noches en la playa. Pero Morley no pudo persuadir<br />

a la tripulación de la nave alquilada de que bajara a la costa<br />

para ayudarlos. "Estos sujetos cobardes, con una sola excepción,<br />

rehusaron abandonar la nave, y pasaban los días y noches comentando<br />

el 'peligro indio', que nunca fue serio... Sin embargo, no faltaban<br />

pruebas de recientes visitas indias a las ruinas." Esta vez las<br />

pruebas incluían angarillas de hojas de palmera como las que los<br />

mayas utilizaban para envolver y transportar la carne de los animales<br />

que habían cazado; huevos de tortuga rotos; y gotas de sebo<br />

en algunos edificios. Los miembros de la expedición dibujaron un<br />

mapa de las ruinas y las fotografiaron, calcaron murales y recobraron<br />

la estela N 2 1, la cual ensamblaron, fotografiaron y sepultaron<br />

en la arena para recobrarla otro día. Pero no se quedaron mucho<br />

tiempo, pues no confiaban del todo en la paz que supuestamente<br />

reinaba en el territorio. 32 '&<br />

Ninguno de estos tempranos visitantes de Tulum vio a muchos<br />

mayas, aunque todos captaron su proximidad y temieron encuentros<br />

inminentes. Los visitantes iban a las ruinas con rapidez y sigilo, procurando<br />

realizar algunas tareas. En la ausencia de toda comunicación<br />

con los mayas rebeldes, y conociendo anécdotas sobre la crueldad,<br />

hostilidad y ferocidad de los indios, los menores indicios de pre-'<br />

sencia humana constituían material para ominosas especulaciones<br />

sobre las actividades e intenciones de ese invisible Otro.<br />

Esos inexistentes encuentros, sin embargo, brindaron burdo<br />

material para las narraciones de viajes que generaron esas expedi-<br />

43


ciones. Con el tiempo, y al amparo de Santa Fe, Nueva York,<br />

Washington y Londres, los escritores exageraron los detalles, inventando<br />

encuentros que no se habían producido. Aunque había especulado<br />

sobre el reciente abandono de Tulum y la posibilidad de la<br />

existencia de ciudades aborígenes activas, Stephens no había mencionado<br />

ninguna presencia humana en esas ruinas costeras. Por el<br />

contrario, la soledad y la desolación le habían llamado la atención.<br />

No obstante, su compañero de viaje, Frederick Catherwood, luego<br />

informó que habían encontrado, en una cámara interior del Castillo,<br />

"rastros de fuego y copal, con lo cual era probable que algunos<br />

indios hubieran celebrado allí sus ritos antiguos, a los que todavía<br />

adhieren cuando no son observados por los españoles". La expedición<br />

de Allison Armour a Tulum en 1895 no desembarcó y no avistó<br />

nada. Pero quince años después se afirmó que los miembros de la<br />

expedición habían visto ondear banderas desde la costa, y en otros<br />

quince años se corrió el rumor de que la expedición había sido "expulsada<br />

por indios hostiles".<br />

George Howe sólo informó que los miembros de su expedición<br />

de 1911 habían visto banderas en Tulum, pero quince años después<br />

la historia creció hasta incluir indios hostiles arrastrándose en la<br />

vegetación. Sylvanus Morley informó sobre el hallazgo de angarillas<br />

de hojas de palmera en 1916. Otro miembro de esa expedición,<br />

escribiendo años después, informó que las hojas estaban en el piso<br />

de un edificio que habían barrido el día anterior, sugiriendo no sólo<br />

que los mayas visitaban las ruinas sino que vigilaban a los expedicionarios.<br />

33<br />

Los extranjeros contaron y escribieron estas historias para<br />

hablar de sí mismos, no de los mayas, de quienes sabían muy poco.<br />

Estaban destinadas a enfatizar el coraje de los pioneros de la investigación<br />

científica y a explicar la escasez de logros de las primeras<br />

expediciones. Y desde luego estaban destinadas a vender libros.<br />

Los siguientes visitantes del territorio rebelde elaboraron más ficciones<br />

sobre sus encuentros con el Otro. Pero al menos tendrían<br />

más sustancia sobre la cual trabajar, una vez que los mínimos indicios<br />

de presencia humana y las sombrías interpretaciones de las intenciones<br />

mayas se transformaron en encuentros y diálogos reales.<br />

El honor del primer encuentro moderno con los elusivos indios<br />

de Tulum correspondió al príncipe Guillermo de Suecia en 1920.<br />

Mientras viajaba por el Caribe con su yate Ibérica, el príncipe Guillermo<br />

y su séquito desembarcaron (con típicas dificultades: "nuestro<br />

pequeño chinchorro estuvo a punto de volcar, con su irreemplazable<br />

cargamento de cámaras y materiales de dibujo") en las ruinas<br />

de Tulum. En la playa los recibió un pequeño contingente de soldados<br />

mexicanos que los escoltaron hasta las ruinas.<br />

44<br />

í<br />

Dos muyas anónimos en Tulum, 1922<br />

4 5


, ély?' Apenas habíamos cruzado la enorme muralla que rodea la ciudad<br />

^' vV^vt. en tres partes cuando apareció un puñado de indios. Apartando al je-<br />

: ^¿^^._fe-[de la escolta mexicana] sin ceremonias, procedieron a escudriñar<br />

.' • ::' ••Vi.. :..<br />

-.'&$:?* Los anfitriones mayas del principe Guillermo le dejaron recorrer<br />

las ruinas, aunque prohibieron toda excavación y la extracción<br />

de artefactos, ^por temor a que los espíritus se enfadaran y grandes<br />

calamidades afectaran a la tribu". "En verdad", escribió más tarde<br />

«1 príncipe, "al cabo de un tiempo parecían ansiosos de mostrarnos<br />

el lugar, y cuando no captábamos el sentido de sus signos con suficiente<br />

rapidez, los enfatizaban hundiéndonos amistosamente sus<br />

armas en las costillas". 34 Los extranjeros no permanecieron mucho<br />

tiempo ni lograron entablar mucha conversación con los mayas.<br />

y^gHubo otras expediciones a Tulum en 1922, 1926 y 1927. En<br />

varias ocasiones los rebeldes mayas aparecieron para investigar las<br />

intrusiones y para adorar en el Castillo, y entonces conversaron<br />

cotí 1 visitantes acompañados por intérpretes de maya yucateco. En<br />

cuanto a la hostilidad hacia los extranjeros, los previos temores,<br />

justificados o no, ya no tenían razón de ser. Según Samuel K.<br />

Lothrop, quien acompañó una expedición en 1922, "las dificultades<br />

presentadas por la población india están desapareciendo de prisa y<br />

no es preciso temer problemas si uno encara las cosas con tacto",<br />

pues "cuando los indios entendieron nuestro propósito no nos pre-<br />

» sentaron obstáculos e incluso aceptaron trabajar para nosotros.<br />

1 Resultaron ser trabajadores perseverantes y joviales, cuando no inteligentes".<br />

35<br />

Aunque la amenaza de ataque aparentemente había pasado,<br />

los mayas aún eran abiertamente ambivalentes en cuanto a la presencia<br />

de los extranjeros. En Tulum, Gregory Mason, miembro de<br />

una expedición financiada en 1926 por el New York Times, habló a<br />

través de un intérprete con un hombre llamado Caamal, "un jefe de<br />

los indios de Tulum, quien usaba un arete": "Dice que hace treinta<br />

o aun quince años no podías desembarcar aquí. Su gente te habría<br />

46<br />

rodeado, todos jóvenes y fuertes guerreros. Dice que esos días<br />

han pasado, pero que está feliz de conocerte, aun en estas condiciones<br />

'36<br />

Otros mayas contaron a Mason que estaban disconformes con<br />

las incursiones extranjeras, y los líderes, mayas .debían tener en<br />

cuenta el disenso que había entre los suyos mientras evaluaban<br />

cuánta ayuda y tolerancia debían brindar a los exploradores. La<br />

ambivalencia maya era comprensible a la luz de décadas de hostilidad,<br />

pero además por lo que se decía sobre Tulum. La tradición oral<br />

maya sostenía que los primeros extranjeros habían desembarcado<br />

allí tres siglos antes; que el rey de los mayas había prestado poca<br />

atención a los intrusos, pues eran muy pocos; que cuando expulsó<br />

los extranjeros regresaron con gran ímpetu y conquistaron la .tierra,<br />

mientras el rey y sus gentes huían al este por un camino que<br />

pasaba bajó el mar. Ahora los extranjeros regresaban una vez más;<br />

aunque eran pocos, nadie sabía dónde podía terminar todo. 37 '<br />

Si los mayas brindaban ayuda y tolerancia, era tanto por curiosidad<br />

como por necesidad. Deseaban conocer cosas sobre los extranjeros<br />

y las naciones de donde venían, y deseaban pedir favores.<br />

Gregory Mason observó sobre Juan Bautista Vega, quien había actuado<br />

como escriba del profeta Cituk: "es un personaje interesante,<br />

una mezcla de hombre de negocios, charlatán, diplomático y vidente.<br />

Me habla sobre los usos y costumbres de las gentes que gobierna,<br />

tratando de obtener mi opinión sin darme la suya". Vega no era<br />

maya, sino el único sobreviviente de una pequeña partida dé pescadores<br />

de Cozumel que muchos años antes (cuando Vega tenía diez)<br />

había desembarcado en la costa de Tulum para cocinar sü redada;<br />

los mayas aparecieron de pronto y exterminaron a los intrusos, perdonando<br />

sólo al niño Vega para criarlo. 38<br />

El arqueólogo británico Thomas Garni, durante una de sus visitas<br />

a las ruinas de Tulum en la misma época, conversó largamente<br />

a través de un intérprete con un funcionario maya llamado Canul,<br />

de la aldea de Tulum. (Canul había estado entre los mayas que<br />

habían "supervisado" la visita del príncipe Guillermo en 1920.) 39<br />

Habían pasado los días en que tales encuentros con los rebeldes<br />

mayas eran temibles; Gann afirma haber llamado a Canul para<br />

que viniera desde su aldea.<br />

Charlábamos y fumábamos cigarrillos, y el general bebía de la<br />

única botella de whisky que habíamos salvado del naufragio [de la<br />

lancha de Gann, otra víctima del bravo oleaje de Tulum], cuando, en<br />

una pausa de la conversación, y a propósito de nada en particular, hizo<br />

esta repentina, inesperada y extraordinaria pregunta: "¿Vuestro<br />

rey ingles habla con Dios?"<br />

47


Canul explicó: le habían dicho que en sus tiempos la reina<br />

Victoria hablaba con Dios, y él se preguntaba si el hijo de ella había<br />

heredado ese poder. Cuando Gann le explicó que el rey no era el hijo<br />

sino el nieto de Victoria, Camul dijo que en tal caso semejante<br />

herencia "sería mucho para esperar". Aun así, su curiosidad tenía<br />

sentido: estaban en juego la protección y la alianza, tanto real como<br />

divina. 40<br />

Durante una anterior expedición a Tulum ese problema se había<br />

planteado en forma explícita. Sylvanus Morley ya había visitado<br />

Tulum en 1913, 1916 y 1918, y en febrero de 1922 regresó con<br />

colegas para continuar sus investigaciones. Echaron a andar desde<br />

la playa y<br />

enfilamos por los palmares hacia el recinto interior [de las ruinas]...<br />

nos aguardaba una grata sorpresa. Lo habían despejado recientemente<br />

y el Castillo se erguía libre de malezas. Al entrar allí encontramos<br />

otra sorpresa. Lo habían barrido y en la cámara interior,<br />

sobre un banco, había una pequeña cruz de madera, de 16 ó 18 pulgadas<br />

de altura, pintada de azul con algunas figuras.<br />

La cruz estaba arropada en un minúsculo vestido bordado similar<br />

al usado por las mujeres mayas {'ipil), y enfrente de la piedra<br />

donde estaba Morley halló gotas de sebo blancas, amarillas y rosadas.<br />

Dejaron el altar tal como estaba.<br />

Un día después de su llegada, Morley recibió la visita de<br />

Paulino Caamal, el mismo que hablaría con George Mason cuatro<br />

años después. Acompañado por otros oficiales y sus hijos, y tras conocer<br />

el propósito de las tareas de Morley, Caamal le explicó que<br />

se alegraba de recibirnos mientras fuéramos ingleses, y eso fuimos<br />

por el momento. Explicó con cierto detalle y en maya ... que durante<br />

un tiempo habían deseado ser protegidos de Gran Bretaña y<br />

que mucho tiempo atrás la reina Victoria había prometido recibirlos<br />

en tal calidad. También dijo que estaban un poco enfadados porque<br />

habían transcurrido muchos años desde esta promesa y no se la había<br />

cumplido.<br />

Muddy, el intérprete de Morley, oriundo de la Honduras<br />

Británica, tranquilizó a Caamal actualizándolo sobre los problemas<br />

de la realeza: aunque la reina había muerto, el "rey niño" que la<br />

había sucedido había crecido (el rey Jorge V; no era preciso mencionar<br />

a Eduardo VID, así que finalmente "algo cabía esperar".<br />

Caamal regresó dos días después porque Morley había prometido<br />

darle algunos obsequios —"ropas, tabaco, etc."—. Caamal y sus<br />

compañeros vinieron como "griegos trayendo regalos, naranjas, li-<br />

48<br />

mas, camotes, aves y naranjas agrias, que son buenas para el té". 41<br />

Aunque desde luego conviene ser cauto con griegos que traen regalos,<br />

en esta oportunidad Morley estaba "demasiado atareado para<br />

ser muy simpático". Dispuso otra visita para la semana siguiente,<br />

pidiendo a los mayas que trajeran algunos artefactos antiguos que<br />

él compraría. Quizá también representaran una ceremonia de la<br />

lluvia para que los extranjeros la fotografiaran.<br />

Muddy dijo que el cura [un sacerdote maya que vem'a con Caamal]<br />

no se oponía a esa farsa" (por decirlo con cierta crudeza). Su observación<br />

fue que "estos indios harían cualquier cosa por dinero".<br />

Regresarán el martes o el miércoles de la semana próxima, y veremos<br />

qué hacen entonces.<br />

Una semana después Caamal regresó con un numeroso grupo<br />

de mayas de Chun Pom. "Era un extraño espectáculo. Una cincuentena<br />

de indios acuclillados en el suelo, cada cual con un arma en la<br />

mano. Parecía una joven guarnición."<br />

Y eso era, en efecto, la guarnición del centro de cultos de<br />

Chun Pom, que protegía ese santuario de los intrusos. Estaban armados<br />

con armas que se cargaban por delante y algunos rifles<br />

Mauser de repetición, "todos bien mantenidos", según señaló un<br />

observador. Y podían abastecerse en un gran depósito oculto de pólvora<br />

comprada mediante ingresos generados por concesiones a contratistas<br />

extranjeros de chicle que trabajaban en una angosta franja<br />

de la costa. 42<br />

No habían ido a Tulum para hacer una representación para<br />

los extranjeros, sino para hablar de asuntos serios. Dos oficiales<br />

mayas se sentaron bajo la tienda de Morley, un tercero se sentó<br />

aparte con aire "huraño y reprobatorio" ("e incluso rechazó la copita<br />

de coñac con que convidé a todos"). "La conferencia comenzó cuando<br />

el intérprete [de los mayas, Juan Bautista Vega] me contó que el<br />

pueblo de Chun Pom sospechaba que talaríamos los árboles y construiríamos<br />

allí un pueblo para los mexicanos. Esto les disgustaría,<br />

y querían saber cuáles eran nuestras intenciones y a qué habíamos<br />

ido. ...Durante un rato la situación fue bastante tensa."<br />

Los aliados británicos de los rebeldes habían talado árboles en<br />

un tiempo, según acuerdos comerciales que satisfacían estratégicamente<br />

a los rebeldes. Pero los invasores mexicanos y yucatecos<br />

también talaban árboles y despejaban zonas alrededor de las ruinas<br />

durante la ocupación militar de la zona. Morley explicó que sólo<br />

habían ido para estudiar las ruinas y que él había efectuado trabajos<br />

similares en muchos otros países. Mostró fotos de las ruinas<br />

de Tulum tomadas durante su labor. Aseguró a los visitantes ma-<br />

49


~7 JUr ^¿~~"A»*iS!i>*'—f<br />

¿sr%<br />

Morley y ¡a guardia de Chun Pom en Tulum, 1922. Morley está de pie hac<br />

*a el frente, con casco y corbata.<br />

yas (cuando ellos preguntaron) que tenía permiso del gobernador<br />

general de Honduras Británica para efectuar ese trabajo y que si<br />

J u Presencia "no era del agrado de los indios" él y sus compañeros<br />

e parcharían. También hubo coñac, cigarrillos y música de fonógrafo,<br />

hasta que el principal oficial del grupo, Cristino Yeh, "se dig-<br />

0<br />

sonreír, algo que no había hecho antes, y la tensión disminuyó".<br />

t u Y? 8 * le di J° a Morlev Q ue atodo estaba bien. Les alegraba que<br />

abajáramos allí y comprendían lo que estábamos haciendo, y esperaban<br />

que regresáramos". (El oficial Caamal de Tulum luego dearó<br />

que habían ordenado a Morley que regresara cada año para<br />

re S? 8 ' laS malezas Q ue r °deaban las ruinas.) Los oficiales mayas<br />

Ch D° n quinina para lle varle a la esposa enferma del general de<br />

re m Ai<br />

m ' y lueg ° partieron P ara atender otros asuntos urgentes:<br />

Ca Caudar el dinero que les debían los concesionarios de chicle de un<br />

elto? an L ent ° que estaba P° cos kilómetros costa abajo. Veinte de<br />

IS<br />

regresaron al día siguiente para orar ante la pequeña cruz del<br />

50<br />

Castillo. "Habíamos tenido cuidado de no moverla, y me alegré de<br />

haber tomado esta precaución porque le otorgaban gran importancia",<br />

anotó Morley en su diario. Todos esos nuevos visitantes "adolecían<br />

de enfermedades". 43<br />

Los temas tratados en estos esporádicos y fragmentarios diálogos<br />

entre mayas y extranjeros en Tulum se exploraron con mayor<br />

hondura en los encuentros posteriores entre oficiales mayas y Sylvanus<br />

Morley, pionero en el estudio científico de la civilización maya,<br />

y aun hoy un hito en dicha especialidad. Morley se había interesado<br />

en los antiguos mayas durante sus años de estudiante en la<br />

Universidad de Harvard, y realizó muchas expediciones a las ruinas<br />

mayas de México, Guatemala y Honduras a partir de 1907. En<br />

su búsqueda de ruinas no descubiertas e inscripciones jeroglíficas<br />

no documentadas, Morley era implacable y meticuloso, a pesar de<br />

los estragos que la vida en la selva tropical causaba a la salud. En<br />

1914 Morley empezó a alentar a la acaudalada Institución<br />

Carnegie de Washington para que patrocinara un proyecto de investigación<br />

de veinte años en Chichén Itzá, la "mayor ciudad",<br />

creía él, de la civilización "más elevada" y más "brillante" de las antiguas<br />

Americas. 44<br />

En el siglo dieciséis, los aztecas que combatían contra los invasores<br />

españoles en las tierras altas centrales de México se hallaban<br />

en la cima de su poder, y la ciudad capital de Tenochtitlan era<br />

la mayor del hemisferio occidental, y una de las mayores del mundo.<br />

Cuando los españoles llegaron allí en 1519 los palacios aún estaban<br />

ocupados por una élite que recibía tributo de gran cantidad<br />

de pueblos de un extenso reino. En sus pirámides y templos se<br />

practicaba una religión que aún estaba en pleno vigor, a pesar de<br />

su macabro y voraz apetito por víctimas sacrificiales humanas. Sus<br />

mercados estaban apiñados y sus ejércitos eran el terror del antiguo<br />

México. Sabemos mucho sobre los aztecas de e3e período, pues<br />

aun mientras los españoles asestaban golpes devastadores a la cabeza<br />

y el corazón de ese imperio indio, observaron y documentaron<br />

muchos detalles sobre la sociedad, la religión, la economía, las ciencias<br />

militares, los idiomas y demás. En comparación, hasta hace<br />

poco sabíamos muy poco de la antigua civilización maya, que había<br />

florecido siglos antes de que los aztecas fueran amos de sus propias<br />

vidas, y luego de un vasto imperio. Los cronistas españoles coloniales,<br />

y los autores mayas que usaban una escritura europea recién<br />

adquirida, podían arrojar alguna luz sobre las costumbres, los recursos,<br />

el gobierno, la vestimenta, las artes bélicas y la religión de<br />

los mayas tal como eran en los pocos siglos que culminaron con la<br />

conquista española. Pero los conocimientos relacionados con períodos<br />

más antiguos de la historia maya aguardaban los modernos<br />

51


progresos de la arqueología y la epigrafía.<br />

Cuando Morley inició sus investigaciones arqueológicas en<br />

Chichén Itzá, aunque la imponencia de esa antigua civilización se<br />

había redescubierto hacía apenas sesenta años, los eruditos ya podían<br />

discernir que los antiguos mayas habían sobresalido en la belleza<br />

de su arte y arquitectura, la complejidad de sus cálculos numerológicos<br />

y sus calendarios, y la precisión de sus mediciones de<br />

los períodos del Sol, la Luna y Venus (quizá también de otros planetas).<br />

Que los antiguos mayas habían sido infatigables y precisos<br />

cronistas de su propia historia era obvio para los eruditos, quienes<br />

ahora disponían de un milenio de textos fechados, inscritos en piedra,<br />

estuco, madera y hueso, o pintados en paredes, piezas de alfarería<br />

y las páginas de los varios códices jeroglíficos que habían sobrevivido<br />

cuando los frailes españoles quemaron los libros.<br />

Ya se habían descifrado los jeroglíficos correspondientes a números<br />

y períodos temporales y las complejidades de los múltiples e<br />

interrelacionados calendarios mayas, aunque los acontecimientos a<br />

los cuales aludían las fechas decodificadas aún constituían un misterio<br />

no resuelto. Otro gran misterio esperaba su solución, pues los<br />

especialistas habían descubierto que, por causas desconocidas, la<br />

antigua civilización maya se había topado con una repentina "calamidad<br />

universal" en medio de su "Edad de Oro" (Morley calculaba<br />

alrededor del 600 de nuestra era). Cesó la construcción de palacios<br />

y templos, se dejaron de construir monumentos fechados y todos los<br />

grandes centros cívicos —Tikal, Copan, Palenque, por mencionar<br />

los más grandes— se abandonaron.<br />

Parecía que Chichén Itzá era producto de un renacimiento<br />

posterior al colapso, en el norte de la Península de Yucatán, adonde<br />

habían llevado el "estandarte de la civilización maya" desde las tinieblas<br />

que habían descendido sobre el desolado territorio central.<br />

También era obvio, sin embargo, que Chichén Itzá se había abandonado<br />

después en una guerra civil, y luego había sido ocupada por<br />

representantes de una cultura extranjera (los toltecas, predecesores<br />

de los aztecas en el centro de México, en cuyo estilo se construyeron<br />

el Castillo, el Campo de Pelota, el Templo de los Jaguares y<br />

otras estructuras de Chichén Itzá). Chichén Itzá había vuelto a florecer<br />

hasta que otros centros septentrionales le arrebataron la primacía,<br />

hasta que todo se disolvió en la guerra crónica y la fragmentación<br />

política que duró hasta la llegada de los españoles en el siglo<br />

dieciséis. 45<br />

El proyecto que Morley proponía a la Institución Carnegie era<br />

nuevo en los entonces breves anales de la arqueología maya, pues<br />

no enfatizaba exploraciones amplias y necesariamente superficiales<br />

de todo el antiguo reino maya sino el estudio intenso de todos<br />

52<br />

Sylvanus Morley y su esposa Frances, 1931<br />

los períodos y aspectos de una sola "ciudad" maya, Chichén Itzá. El<br />

proyecto de Morley abordaría todos los problemas relevantes de la<br />

antigua historia maya, incluyendo los intereses del propio Morley,<br />

tales como la correlación entre la antigua cronología maya y los calendarios<br />

europeos contemporáneos, o los significados de la escritura<br />

jeroglífica maya, que en gran medida aún era ininteligible.<br />

En 1924 ese proyecto se inició al fin. A través de prolongadas<br />

negociaciones la Institución Carnegie obtuvo la aprobación del gobierno<br />

mexicano y alquiló la hacienda de Chichén Itzá a su propietario<br />

de entonces, Edward H. Thompson, arqueólogo y ex cónsul de<br />

los Estados Unidos en Mérida. Morley se instaló en la estructura<br />

llamada el Convento, no en la casa de la hacienda, muy deteriorada<br />

desde los días de Stephens e incendiada en 1921 por airados socialistas<br />

mayas. Comenzó a reunir colegas capaces y una fuerza laboral<br />

de veintenas de peones mayas, y varios años después se reunió<br />

con él su segunda esposa, Frances Rhoads. Luego, desde su base de<br />

Chichén Itzá, Morley continuó su empresa de remontar el curso<br />

de la antigua historia maya tal como la revelaba un extenso<br />

53


corpus de inscripciones jeroglíficas de todas partes del antiguo<br />

mundo maya. Las investigaciones en Chichén Itzá —junto con estudios<br />

sociológicos, antropológicos y médicos de los mayas contemporáneos<br />

también patrocinados por la Institución Carnegie— hicieron<br />

de ese lugar y sus alrededores, por mucho tiempo, la región<br />

más estudiada del mundo maya.<br />

Sylvanus Morley era, según nos cuenta su biógrafo, un hombre<br />

de naturaleza profundamente benévola, abierto y honesto con<br />

todos los que conocía, y "se inquietaba ante cualquier situación de<br />

rencor, sin importarle quién fuera el culpable". Buscaba la reconciliación<br />

y la reparación de las relaciones dañadas y era extraordinariamente<br />

eficaz y discreto en la interacción social. "Aunque era de<br />

baja estatura, de aspecto poco imponente y miope", señala también<br />

ese biógrafo, "estaba dorado con una cálida personalidad que lo volvía<br />

notablemente atractivo".<br />

Morley dejó una indeleble huella de buena voluntad entre<br />

quienes lo conocieron durante su agitada vida: sus colegas en arqueología<br />

y antropología, sus conocidos en el gobierno y los negocios,<br />

así como los mayas que trabajaron para él o hablaron con él.<br />

Hacia ellos Morley desplegó un afecto especial nacido de su valoración<br />

de los logros intelectuales y arquitectónicos de esa antigua civilización,<br />

de tal modo que '"Mis mayas*, como él los llamaba, era<br />

un término afectuoso y no posesivo". A pesar de que estaban a siglos<br />

de su antigua grandeza, a ojos de Morley "aún son el mejor<br />

pueblo aborigen de la América del Norte". 46<br />

Morley asumió la dirección de las investigaciones de la<br />

Institución Carnegie en Chichén Itzá a los cuarenta y un años. Ya<br />

había realizado varias visitas al territorio de los ex rebeldes mayas:<br />

sus viajes a Tulum, desde luego, así como una excursión a la ex capital<br />

rebelde de Santa Cruz en 1918 (entonces conocida por los mayas<br />

como Noh Cah Santa Cruz Balam Nah y por los mexicanos como<br />

Santa Cruz de Bravo, por el general mexicano Ignacio Bravo). A<br />

partir de la década de 1920, el centro del contacto más continuo entre<br />

los arqueólogos y los ex rebeldes se desplazó desde la costera<br />

Tulum hacia la más vasta localidad de Chichén Itzá. Los contactos<br />

de Morley con los rebeldes mayas habían sido breves y a veces tensos.<br />

Ahora hablaría con mayor holgura con otro segmento de la población<br />

maya rebelde: los que habitaban las aldeas al norte y al<br />

oeste de la ex capital de Santa Cruz. En esta nueva serie de diálogos<br />

con los ex rebeldes, la bondad, la franqueza y el sentimentalismo<br />

de Morley se someterían a nuevas pruebas.<br />

54<br />

m<br />

2<br />

Reconocimiento clandestino<br />

£1 ejército mexicano ocupó Santa Cruz en 1901 y la abandonó<br />

quince años después, cuando la revolución se propagaba por México.<br />

Cuando Sylvanus Morley la visitó en 1918 era una "verdadera<br />

ciudad de los muertos" que albergaba un solo hogar maya. 1 En<br />

1929 un periodista encontró a Santa Cruz apenas un poco más activa,<br />

bajo el mando del general maya Francisco May. Aparte de los<br />

pocos oficiales mexicanos que residían allí para regular el único comercio<br />

importante de la región —la extracción y exportación de chicle,<br />

con el cual se manufacturaba la goma de mascar— la ciudad<br />

parecía poco más que "un campamento de gente advenediza, de<br />

gente inquieta y descontenta, de gente cansada hasta el agotamiento<br />

por la guerra implacable y cobarde del trópico, de gente que viene<br />

a emborracharse para olvidar la vida y su mezquindad y su aburrimiento<br />

infinito". 2<br />

Pero para los mayas de la región circundante, Santa Cruz era<br />

un lugar sagrado. Aún albergaba la cruz milagrosa que hacía revelaciones<br />

divinas en tiempos de guerra, y aunque ya no hablaba a<br />

los rebeldes exhortándolos a la batalla y la vida piadosa como lo<br />

había hecho en tiempos más cruentos, continuaba siendo la más<br />

abrumadora y adorada presencia de esa divinidad de la cual manaban<br />

la vida humana y el poder. Su presencia marcaba el centro sagrado<br />

del reino rebelde, y aunque los mayas de la región no deseaban<br />

vivir en una ciudad tan humillada por la conquista mexicana,<br />

aún se presentaban allí en ocasiones para ponerse al servicio de<br />

sus oficiales (y, últimamente, el general May) en una guardia rotativa<br />

que protegía y mantenía la zona del altar sagrado. Se celebraban<br />

dos misas diarias en maya ante la cruz, y dos veces por año se<br />

montaban concurridos festivales en su honor.<br />

En 1928, en un esfuerzo para refirmar la autoridad mexicana,<br />

se despachó un pequeño destacamento de tropas federales a Santa<br />

Cruz desde la isla de Cozumel. Los mayas de la región reaccionaron<br />

denunciando al general May, sospechando que los había entre-:<br />

gado al enemigo. Conspiraron para asesinarlo y pusieron sitio al<br />

55


centro sagrado, donde veinticinco aterrados soldados mexicanos se<br />

encerraron en su barraca esperando una muerte segura. 3 Entretanto,<br />

la alarma se difundió por las aldeas mayas de Quintana Roo,<br />

con rumores de que en el altar de Chan Cah Veracruz, al sudeste<br />

de Santa Cruz, había aparecido en el altar de la iglesia una carta<br />

de Dios anunciando una inminente invasión de santuarios mayas<br />

por parte de un ejército mexicano que acarreraría "penas y llantos".<br />

Ordenaba a los fíeles que se unieran y concurrieran con mayor frecuencia<br />

al altar. Se pidieron refuerzos a la lejana pero belicosa ciudad<br />

maya de Kanxoc, en el este de Yucatán. 4 Aunque no estallaron<br />

hostilidades, los rumores y temores acerca de una guerra inminente<br />

persistieron entre los mayas en los siguientes años.<br />

En medio de la crisis de 1928-29, descontentos oficiales mayas<br />

del norte y el oeste de Santa Cruz —el teniente Concepción Cituk y<br />

el sargento Evaristo Zuluub— se presentaron en la ciudad y llevaron<br />

la cruz milagrosa a un sitio más resguardado de los mexicanos<br />

y los mayas traidores. La cruz y sus acólitos viajaron al norte y al<br />

este por la región costera ya visitada por Morley, Gann, Mason y<br />

otros, y al final viraron al sudoeste para instalarse en un poblado<br />

entonces llamado Xcacal. 5 Construyeron una iglesia y un recinto<br />

sagrado para albergar la cruz y a sus custodios y servidores. No se<br />

trataba de un nuevo lugar sagrado, uno más en la lista de centros<br />

mayas rebeldes después de Santa Cruz, Tulum, Chun Pom, Chan<br />

Cah Veracruz, Xocen y San Antonio, sitios centrales en la geografía<br />

sagrada maya de la época. Se trataba de Santa Cruz-en-exilio-femporario,<br />

llamada así en las plegarías pero aludida en situaciones<br />

mundanas y en la lengua cotidiana como Xcacal Guardia. 6<br />

Los exploradores extranjeros llegaron pues a una región turbulenta.<br />

En 1929 la Expedición Médica de Yucatán de la Institución<br />

Carnegie partió de Chichón Itzá y bordeó la frontera occidental<br />

de Xcacal Guardia para realizar breves visitas a varias aldeas.<br />

Los indios que encontraron no eran "hostiles y ... no atacaban a nadie<br />

a quien no guardaran rencores. Pueden ser fieramente vengativos,<br />

sin embargo, cuando sienten ultrajada su noción de justicia 0 . 7<br />

Cuando la Grey Memorial Expedition de la Universidad de Tulane,<br />

conducida por el explorador Frans Blom, cruzó el territorio de<br />

Xcacal Guardia en julio de 1928, inadvertidamente ultrajó alguna<br />

noción de justicia. Al llegar al altar descubrieron que<br />

56<br />

los indios estaban rezando, y poco después los encontramos a todos<br />

ante un gran festín en el piso de la iglesia. Entienden español pero<br />

fingen no entenderlo, y nos insinúan de todas las maneras posi-,<br />

bles que no nos quieren allí. Junto a sus casas hay muchas gallinas,<br />

pero no las venden, y nos advierten que vigilemos a nuestros animales,<br />

pues en cuanto nos descuidemos los esconderán.<br />

Varios vinieron a examinarnos. Un viejo y un muchacho de dieciocho<br />

años no usaban aretes, pero un niño de doce tenía un arete de<br />

oro en la oreja derecha. Un pequeñín de cuatro años también tenía<br />

un arete en la oreja derecha.<br />

Tomé una foto, pero cuando el viejo vio que le apuntaba con la máquina<br />

de fotografía echó a correr.<br />

No había pasto ni forraje para nuestras muías en el bosque cercano<br />

y los indios no nos querían vender maíz. Sólo en un claro junto a<br />

la iglesia había un poco de hierba y al lado se erguían diez decrépitos<br />

bananos, la mayoría deshilacliados o quebrados. Algunas muías empezaron<br />

a alimentarse con hojas de banano, y pronto apareció un indio<br />

muy airado y me rezongó en maya. Habló así por un rato y se puso<br />

frenético, así que le hablé en inglés, el cual él entendía tanto como<br />

yo su idioma.<br />

Luego intervino nuestro intérprete y me informó que nuestras<br />

muías estaban destruyendo sus valiosos bananos, y que reclamaba<br />

una indemnización de 25 pesos. El indio aseguró que dispararía contra<br />

las muías y contra nosotros, y no era una amenaza vana...<br />

El excitado indio regresó luego y nos contó que el teniente<br />

Concepción [Cituk] llegaría con su escolta de soldados esa tarde, y<br />

que se encargaría de expulsarnos Al atardecer un indio patrullaba<br />

frente a nuestro campamento, armado hasta los dientes. ...La noche<br />

transcurrió sin incidentes, y por la mañana hallamos que los indios<br />

habían dormido en la iglesia, cerca de nuestro campamento, con rifles<br />

y escopetas. Al parecer hablaban en serio. ...Empacamos y nos<br />

marchamos de prisa.<br />

Al salir de Xcacal Guardia, Blom y su partida se toparon con<br />

el teniente (luego capitán) Cituk y su guardia, que regresaban al<br />

centro sagrado. Cituk hizo algunas preguntas a los guías de Blom,<br />

"las cuales respondieron sin aclarar de dónde veníamos ni adonde<br />

íbamos", y sin decir que llevaban una pequeña fortuna en pesos de<br />

plata, presumiblemente para los gastos de la expedición. Después<br />

los extranjeros siguieron viaje rumbo al norte, hacia el seguro estado<br />

de Yucatán. 8<br />

Ese mismo año, el aviador norteamericano Charles Lindbergh<br />

piloteó un bimotor anfibio Sikorsky de Pan American Airways en<br />

un vuelo experimental de reconocimiento sobre las ruinas mayas<br />

de la Península de Yucatán. En un tramo del vuelo, cerca de Xcacal<br />

Guardia, acompañado por el arqueólogo Alfred Kidder, Lindbergh<br />

sobrevoló un túmulo cerca de un claro con una choza india, donde<br />

observó a "una mujer india con vestido rosado y varios niños desnudos<br />

que entraron corriendo en la casa cuando descendíamos". 9 Tras<br />

sobrevolar las ruinas, Lindbergh y Kidder amararon cerca de<br />

Tulum para tomar fotografías. Pasaron dos horas inspeccionando<br />

las ruinas a pie, durante las cuales entablaron una charla con mayas<br />

locales antes de seguir vuelo rumbo al este.<br />

57


En 1932 Alfonso Villa Rojas exploró buena parte del territorio<br />

de los ex rebeldes en un reconocimiento etnológico, bajo los auspicios<br />

de la Institución Carnegie. Villa, nacido y criado en Marida,<br />

enseñaba en una escuela primaria de una aldea maya del este de<br />

Yucatán cuando el antropólogo norteamericano Robert Redfield lo<br />

contrató como asistente en investigación de campo. Tras colaborar<br />

con Redfield en el estudio de esa aldea, Chan Kom, Villa fue a explorar<br />

posibles zonas de futura investigación en el centro de Quintana<br />

Roo. Mientras tenía vacaciones en el colegio al que asistía en<br />

Marida, pasó tres semanas visitando veintitrés aldeas al oeste, el<br />

sur y el norte de Santa Cruz. Se proponía prestar especial atención<br />

a las aldeas de Tuzik y Señor, pues los informes de los maestros<br />

que trabajaban en la región sugerían que estaban organizadas de<br />

un modo diferente a las comunidades mayas meridionales. Villa<br />

viajó acompañado por un guía que, según uno de esos maestros, conocía<br />

él territorio como la palma de la mano. 10<br />

En algunas aldeas, Villa y su acompañante fueron bien recibidos,<br />

como en Xpichil, previamente visitada por la Expedición Médica<br />

de Yucatán en 1929 y por Redfield y Villa durante pocas horas el<br />

año anterior. Allí Villa encontró a hombres limpios y correctos"<br />

que lo recordaban como el sujeto que había acompañado al "americano<br />

1 ' (Redfield). Lo interrogaron acerca de sus intenciones y, una<br />

vez tranquilizados, rieron y conversaron con Villa, excepto por el<br />

oficial maya presente, quien permaneció "callado y observador". 11<br />

En otras aldeas Villa se topó con "la fingida indiferencia de<br />

sus habitantes". En Tuzik, donde los hombres trabajaban en los<br />

campos cuando pasó Villa (cosa que a menudo ocurría en sus viajes),<br />

las mujeres se mostraron "poco amigables aunque no hurañas",<br />

y sólo respondían con monosílabos. 12<br />

Cuando los hombres estaban presentes, Villa era recibido con<br />

abierta hostilidad. Cuando Villa y el guía se apearon de sus muías<br />

en la aldea de Dzula, hogar del sargento Evaristo Zuluub, donde<br />

esperaban descansar y comer tras vagabundear durante horas por<br />

senderos selváticos, "se nos acercan dos indios semidesnudos, con<br />

un corto calzón por toda ropa, que con gesto agrio y tono grosero<br />

nos preguntan: '¿Qué buscan por acá?, a lo que mi guía responde:<br />

Vamos camino de Payo Obispo'". Aunque en realidad no se dirigían<br />

a esa distante localidad de Quintana Roo, sí viajaban con rumbo al<br />

sur. "El más ceñudo de nuestros interlocutores, mirándonos de modo<br />

impertinente, añade: '¡Mienten! Ustedes han de ser maestros, y<br />

vienen aquí para observarnos, pero ahora que venga el cabo lo<br />

arreglaremos; por de pronto, cogeremos los cabaHos'.'' (El gobierno<br />

federa] intentaba entonces instalar a sus maestros primarios en las'<br />

comunidades mayas de Quintana Roo, pero pocos líderes mayas<br />

58<br />

I*<br />

ï<br />

aceptaban a los docentes mexicanos, temiendo que subvirtieran a<br />

los jóvenes mayas.)<br />

Entregaron las monturas a regañadientes. Pero Villa dio algunos<br />

cigarrillos a sus hoscos anfitriones, lo cual "alivia un poco la tirantez<br />

de los nativos y la plática sigue rumbos menos hostiles".<br />

Cuando les obsequiaron golosinas, los "nativos" se tranquilizaron<br />

aun más, y como al cabo de un tiempo no habían aparecido el cabo<br />

ni el oficial superior de la aldea, el sargento Zuluub, Villa y su guía<br />

pudieron reanudar la marcha. 13<br />

Durante este reconocimiento, Villa decidió ocultar su verdadera<br />

identidad y propósito, y<br />

rodear de muy sutiles pretextos mi estancia en cada poblado, pues<br />

lo primero que sospechan al verme con cámara es que soy un espía<br />

del Gobierno, que anda investigando su género de vida, para dominarlos<br />

más fácilmente después. Sin embargo he logrado vencer esta<br />

suspicacia con cigarros y dulces. 14<br />

59


Sus pretextos a veces funcionaban, aunque sólo lograban vencer<br />

temporariamente la suspicacia y la reticencia de los mayas, como<br />

cuando Villa visitó el centro sagrado de Chan Cah Veracruz,<br />

acompañado en este tramo de la travesía por un inspector federal<br />

de escuelas apostado en Santa Cruz, quien esperaba efectuar observaciones<br />

sin que los mayas supieran quién era. Al llegar, Villa y<br />

el inspector fueron recibidos con "gesto grosero" por la guardia de<br />

la aldea, y se les ordenó que se marcharan de inmediato. Villa respondió<br />

que representaba a una compañía norteamericana que había<br />

ido a comprar todo el chicle que recogieran en la temporada<br />

siguiente. "La conversación se vuelve amistosa y los rostros risueños";<br />

obáerva Villa.<br />

Desde por lo menos fines de siglo los mayas se habían dedicado<br />

a explotar el árbol de chicozapote (ya' en maya), del cual se extraía<br />

el chicle. La extracción de esta sustancia era técnicamente<br />

simple pero potencialmente peligrosa. Tras trepar a esos árboles de<br />

diez a veinte metros de altura, uno bajaba por el tronco, usando un<br />

machete para tallar en la corteza dos conjuntos de surcos descendientes<br />

y entrecruzados (de izquierda a derecha, de derecha a izquierda,<br />

de izquierda a derecha y así sucesivamente). El árbol sangraba<br />

y el látex manaba lentamente por los surcos hasta un saco al<br />

pie del árbol. El flujo era mayor y más rápido de julio a octubre, la<br />

temporada de las lluvias, y a veces hasta enero, así que éstos eran<br />

los meses principales para recoger chicle. El látex así recogido se<br />

llevaba a un pequeño campamento, donde se hervía y se endurecía<br />

formando bloques fáciles de transportar, los cuales eran acumulados<br />

por el recolector y vendidos a un contratista para que los repartiera<br />

o revendiera a los representantes de las más importantes<br />

compañías exportadoras de chicle. 15<br />

A principios de siglo la producción era escasa y el hábito de<br />

mascar goma era relativamente nuevo para los norteamericanos.<br />

Sin embargo, después de la Primera Guerra Mundial el hábito se<br />

difundió rápidamente, y así creció la demanda de chicle de los bosques<br />

de la Península de Yucatán, Honduras Británica y Peten de<br />

Guatemala. De 1918 a 1929, al aumentar la demanda norteamericana,<br />

también se incrementó la producción en el centro de<br />

Quintana Roo, aunque no con el ritmo que deseaban los exportadores.<br />

Aunque las compañías chicleras eran poseedoras o concesionarias<br />

de vastos bosques de chicozapotes en Honduras Británica,<br />

Campeche y el norte de Quintana Roo, en el centro de Quintana<br />

Roo, ex territorio rebelde, había que comprar a los productores mayas<br />

y negociar con líderes mayas. 16 Como la demanda y los precios<br />

fluctuaban año a año, lo mismo sucedía con la disposición de los<br />

mayas hacia los forasteros, como señaló el propio Villa.<br />

60<br />

Si son altos [los precios], el nativo se muestra más amigable y comunicativo<br />

con los de afuera, por creer que se le está tratando con<br />

honradez y justicia; si por el contrario, los precios descienden, entonces<br />

se muestra disgustado hacia los foráneos, y con especialidad .hacia<br />

los hombres del Gobierno a los que atribuye la maniobra como un<br />

acto de malquerencia. 17<br />

Los miembros de la guardia de Chan Cah contaron a Villa que<br />

pedirían 60 pesos por arroba de chicle que recogieran, y Villa aceptó,<br />

aunque el precio de entonces era de sólo 15 pesos. "¡Dollars! exclaman<br />

todos y la palabra mágica corre de boca en boca como algo<br />

cabalístico de venerable poder." Villa obtuvo una audiencia con el<br />

oficial superior del centro sagrado, Sostenes Mendoza, con quien<br />

habló de cosas similares y por quien supo que en ese lugar se consideraban<br />

subditos británicos. Pero, aunque los mayas estaban obviamente<br />

complacidos con la oferta de Villa de comprarles el chicle,<br />

no accedían al requerimiento de permitirle entrar en la iglesia<br />

(Villa pretextó que deseaba presentar velas encendidas ante el altar).<br />

Y cuando llegaron los chicleros de Santa Cruz, Villa y su<br />

acompañante se largaron de prisa, temiendo que identificaran al<br />

inspector de escuelas y echaran a perder su farsa. 18<br />

En la aldea de Señor, la estratagema de Villa obtuvo iguales<br />

resultados. Cuando un lugareño influyente, Paulino Yama, supo<br />

que Villa era comprador de chicle, las "miradas suspicaces" se disolvieron<br />

en una cascada de preguntas sobre el mundo exterior, la<br />

guerra chino-japonesa (es decir, la invasión japonesa de Manchuria)<br />

y los países lejanos. 19<br />

En el año siguiente Villa regresó dos veces al centro de Quintana<br />

Roo. Su breve visita a Tuzik había confirmado que era de interés<br />

para él y Redfield, pues dicho poblado parecía ser "el mejor y<br />

más pintoresco" de un conglomerado de sitios "reacios a recibir inferencias<br />

extrañas o tan siquiera contactos con gentes de afuera". 20<br />

Las costumbres de los mayas en esas aldeas, suponía Villa, guardarían<br />

mayor semejanza con las prácticas prehispánicas que las dé<br />

los mayas del resto de la península. Los datos obtenidos mediante<br />

el estudio etnológico de esos poblados se podrían comparar con los<br />

hallazgos de Redfield y sus colegas de otras comunidades del<br />

Yucatán, y los resultados de esa comparación tal vez arrrojaran luz<br />

sobre el ritmo y la naturaleza de los cambios sociales y culturales<br />

como procesos generales de la historia humana. 21<br />

El objetivo de la segunda y tercera visitas de Villa a los aldeanos<br />

de Tuzik era "captarme la confianza y simpatía de los mismos".<br />

Los rasgos que hacían de Tuzik y sus vecinos los más deseables objetos<br />

de estudio —'"la xenofobia habitual de sus habitantes"— tam-<br />

61


1<br />

bien implicaban obstáculos especiales para la investigación.<br />

Preparándose para una segunda excursión por la región, Villa y<br />

Redfíeld deliberaron sobre los procedimientos. Villa pensaba que en<br />

ninguna circunstancia debía revelar que era, o había sido, maestro<br />

de escuela, pues los lugareños los detestaban tanto que a veces los<br />

consideraban demonios. Era más conveniente presentarse como<br />

comprador de chicle o comerciante. Redfíeld estuvo de acuerdo pero<br />

sugirió que Villa, tras granjearse la amistad de los indios, dijera<br />

que había sido maestro pero había abandonado la profesión con disgusto<br />

y se había convertido en comerciante. Así evitaría los problemas<br />

que sin duda surgirían si los mayas llegaban a enterarse del<br />

pasado de Villa como pedagogo. 22<br />

Villa consiguió un compañero y guía digno de confianza en<br />

Edilberto Cerne (de Chan Kom, Yucatán, donde Villa había enseñado<br />

y contribuido a las investigaciones antropológicas de Redfíeld) y<br />

tres muías cargadas con mercancías para vender en las aldeas.<br />

Viajar al sur por la selva resultó arduo, pues tenían que ensanchar<br />

a machetazos las angostas sendas para que pasaran las muías.<br />

Villa fue bien recibido en Tuzik, pues en el camino había conocido a<br />

un maya con parientes allí, quien alababa a Villa el comerciante y<br />

lo alimentó en casa de su hermana. Villa y Cerne se alojaron en la<br />

capilla familiar del oficial superior de Tuzik. El oficial no se hallaba<br />

en casa, pero su esposa concedió su permiso a regañadientes cuando<br />

Villa donó una docena de velas para el altar de la capilla, práctica<br />

habitual en los mercaderes itinerantes a quienes se daba alojamiento<br />

en las aldeas de la zona. 23<br />

Como lo harían en todas las aldeas que visitaran, Villa y<br />

Cerne decoraron su vivienda prestada con papel y globos de colores,<br />

exhibieron sus mercancías en mesas y bancos y pusieron en marcha<br />

un fonógrafo que habían llevado. Atraídos por la música, los aldeanos<br />

se acercaban para inspeccionar la mercadería y charlaban<br />

con los forasteros, sorprendiéndose ante la variedad de objetos que<br />

había llevado ese nuevo comerciante: paños, hilos, botones, agujas,<br />

espejos, aros, peines, camisas, chales, pantalones, mantas, jabones<br />

aromáticos, tijeras, tazas, platos, cuencos, cucharas de aluminio,<br />

linternas y baterías, servilletas, doscientas pelotas de goma y más.<br />

Las mujeres demostraron particular interés en los chales, las telas,<br />

los aros y las tiras bordadas para el ruedo de sus tradicionales vestidos<br />

blancos ('ipil), mientras que los hombres no se interesaban en<br />

las mantas, machetes y hachas sino en los globos. Y aunque Villa<br />

no lo consignó en su diario, es probable que los hombres también se<br />

interesaran en las municiones que él llevaba: más de veinte cartuchos<br />

para escopetas de calibre 12 y 16 y para rifles 30/30. 24<br />

En la mayoría de los pueblos la inspección de los objetos de<br />

62<br />

. ; .<br />

Alfonso Villa Rojas<br />

63


Villa resultó ser una ocasión festiva, aunque Villa declaró una vez<br />

que sólo Dios sabía la paciencia y el buen carácter que se necesitaban<br />

para tratar con esas gentes. Los clientes no estaban familiarizados<br />

con la moderna moneda mexicana, pesos y centavos, así que<br />

Villa tenía que traducir los precios al sistema colonial español de<br />

reales y medios, y la mayoría eran muy quisquillosos para escoger<br />

la mercadería, y la toqueteaban y comentaban hasta el hartazgo con<br />

curiosos y parientes. Aun así, se efectuaban pocas compras, pues un<br />

reciente y abrupto descenso en el comercio del chicle había dejado a<br />

esos mayas con poco dinero. Villa observa que las mujeres eran las<br />

más afectadas, "porque no pueden comprar todo lo que les gusta". 25<br />

Villa se esforzó por ocultar el verdadero propósito de su visita.<br />

Para no despertar sospechas, permaneció poco tiempo en Tuzik y<br />

siguió rumbo a otros pueblos, tal como hacían los verdaderos mercaderes<br />

ambulantes. Villa decía que era oriundo de Progreso, una<br />

localidad del Yucatán, confiando en que nadie hubiera oído mencionar<br />

ese sitio. Declarar la verdad, que venía de Marida, habría equivalido<br />

a sugerir que era un espía del gobierno, pues los mayas sabían<br />

que esa ciudad era la sede gubernamental en Yucatán. 26<br />

Ante otros mercaderes ambulantes que se le cruzaban en el<br />

camino, Villa también guardaba las apariencias. Al fin tomó recaudos<br />

extraordinarios para ocultar que tomaba notas: "A fin de alejar<br />

toda suspicacia, esperaba las altas horas de la noche y una vez en<br />

mi hamaca, me cubría perfectamente con mi cobertor, encendía una<br />

pequeña flash light [linterna] y escribía de manera rápida y abreviada<br />

mis impresiones del día". 27<br />

Los mayas locales vigilaban a Villa durante sus visitas.<br />

Aunque las gentes comunes disfrutaban de la feria que él montaba<br />

en cada aldea, los oficiales parecían observar con cautela. Sobre<br />

uno de ellos, Villa señaló que, como buen indio, cuanto menos hablaba<br />

más miraba, y cuanto más veía menos hablaba. En la aldea<br />

de Xmaben Villa conoció al oficial más influyente de la región, un<br />

capitán, quien, mientras otros se reunían alrededor de los objetos y<br />

globos de Villa, "era el único que guardaba silencio y actuaba con<br />

cautela. Me miraba a cada instante. Cuando se marchó, nos dijo:<br />

'Hasta mañana' [en español]". 28<br />

El capitán quería saber más sobre ese forastero que se llamaba<br />

a sí mismo comerciante. Al día siguiente del arribo de Villa a<br />

Señor, seis de los hombres del capitán llegaron desde el centro sagrado.<br />

Estaban muy bien armados. Decían que iban a comprar naranjas,<br />

pero Villa sospechó que querían vigilarlo. Charlaron amablemente<br />

con Villa, y luego regresaron al centro sagrado. Ese día<br />

Villa se recordó: "Debo emplear gran cautela para no despertar sospechas<br />

entre esta gente". 29<br />

64<br />

Durante sus varias semanas de reconocimiento, Villa acumuló<br />

datos sobre las condiciones sociales y políticas de la región, y asimismo<br />

sobre las prácticas religiosas. Las mujeres parecían ser muy<br />

abiertas con él. Eran sus dientas más interesadas y lo visitaban<br />

durante el día mientras los hombres se ausentaban para trabajar<br />

en los maizales. Cuando los hombres se iban, las mujeres eran "locuaces",<br />

"risueñas, atrevidas y toscas en el hablar". Le asombraba<br />

que fueran a charlar con él cubriéndose únicamente con la falda;<br />

"no titubean en hablar a menudo del acto sexual en sus diversos<br />

aspectos. Claro que yo no las aliento a hablar de ello". Villa las encontró<br />

"chismosas, desvergonzadas, lascivas". 30<br />

En su disfraz de mercader amigable, cuando los hombres estaban<br />

presentes Villa disponía de inusitada libertad para observar<br />

diversas interacciones entre ambos sexos. En la aldea de Señor<br />

la choza vecina al gallinero donde me alojo está habitada por una<br />

joven pareja con un niño de meses. Gracias a este ventajoso punto de<br />

observación, he podido advertir la actitud de esa joven pareja. Rara<br />

vez, o, para ser más exacto, nunca he visto afecto tan extremo entre<br />

los indios. Los esposos se acarician tiernamente y pasan la mayor<br />

parte del día en ese apasionado cortejo, que evoca los idilios de las<br />

películas o las novelas. El hombre parece haber olvidado el trabajo,<br />

fascinado por la esposa. 31<br />

Fue un raro atisbo del amor maya. En otra aldea, y en otra<br />

ocasión, Villa presenció una escena más habitual de la vida matrimonial<br />

en las aldeas mayas, pues estuve presente en una riña familiar.<br />

Por razones que ignoro, la esposa de un tal Yum Andres estaba<br />

ese día de tan mal humor que no deseaba atender al marido cuando<br />

él regresó del milpa [maizal], "Si quieres comer pronto, tendrás que<br />

servirte solo", le gritó. "Hay tortillas en la jicara y cebollas en el caanche."<br />

El esposo accedió dócilmente, pero cuando iba a buscar las<br />

cebollas ella se enfureció aun más y rezongó: "Mehen kizin [pequeño<br />

demonio]. Parece que no tienes pies, tan despacio te mueves". La paciencia<br />

de Yum Andres se agotó y el hombre golpeó a la mujer hasta<br />

que ella rompió a llorar llamando a la madre. La madre vino de inmediato,<br />

dispuesta a intervenir. No se llegó a tal extremo gradas a la<br />

discreción de Yum Andres, quien se apartó y comió en silencio. Poco<br />

después me comentó: ''Esas hijas del demonio están locas: sólo quieren<br />

pelear". 32<br />

Ser discreto testigo de los acontecimientos domésticos era una<br />

cosa. Aprender acerca de cuestiones religiosas, militares y políticas<br />

era muy otra. Los mayas locales eran muy parcos cuando se les<br />

65


preguntaba sobre sus prácticas, sobre todo la guardia rotativa, en<br />

la cual todos los varones adultos se turnaban para proteger el altar<br />

y observar ceremonias religiosas.<br />

Resulta interesante observar el secreto que rodea esta práctica.<br />

Ningún indio, por amigable y confiado, que sea, brinda información<br />

directa sobre el lugar donde realiza su guardia ni sobre los ritos celebrados<br />

en las iglesias. 33<br />

Un joven que cortaba el pelo de Villa un día habló más de la<br />

cuenta sobre el asunto.<br />

Conversamos sobre varios asuntos (y] así supe que realizaba su<br />

guardia en un lugar que él se limitó a denominar llamado Noh-Cah<br />

[gran pueblo], donde vive el jefe. Tras otra conversación, logré persuadirlo<br />

de que me diera el nombre completo de ese famoso lugar,<br />

que resultó ser Noh-Cah Tîxcacal [es decir, Xcacál Guardia]. "Pero<br />

nadie puede entrar allí", dijo, "ni siquiera los comerciantes, pues la<br />

gente los aporrea y los expulsa." Cuando preguntó dónde estaba, dijo:<br />

"Está al norte, a dos leguas de aquf. Esto era felso, pues otras fuentes<br />

mejores indican que está situada entre Señor y Xmaben.[Las<br />

"fuentes mejores" de Villa tampoco eran demasiado precisas.]<br />

Villa señala que "mi informante me contó estas cosas con miedo,<br />

quizá temiendo que la divinidad lo castigara por revelar el secreto<br />

del Santuario". Pero ya estaba hecho. Al fin Villa conocía el<br />

nombre del centro sagrado del grupo de aldeas que se proponía estudiar.<br />

Diez días más tarde tomó el camino de ese pueblo pero decidió<br />

no entrar en él, "pues la época me parecía inoportuna". 34 Así<br />

postergó indefinidamente una visita al lugar sagrado.<br />

La reticencia de otro aldeano se transformó en un torrente de<br />

revelaciones en un arrebato de furia contra los maestros federales.<br />

Paulino Yama de Señor explicó a Villa que "los maestros son emisarios<br />

de los federales, que ahora han ocupado Noh Cah Santa Cruz,<br />

el mayor de nuestros pueblos. Pero esto es temporario. Ya se acerca<br />

la hora en que recobraremos la libertad tal como cuando sólo nosotros<br />

éramos amos del país". "Aquí se interrumpió", anotó Villa en<br />

su diario<br />

66<br />

y el resto me miró para ver mi reacción ante esas palabras. Al ver<br />

que yo asentía continuó: "No soportaremos que el gobierno se entrometa<br />

en nuestros asuntos. Al fin de cuentas, el gobierno dejó de comprarnos<br />

chicle para empobrecernos y aplastarnos. El gobierno envía<br />

aviones para observarnos y ver cómo hacemos la guerra. ¿Por qué están<br />

construyendo esa pista de aterrizaje en Santa Cruz? Sólo para<br />

dominarnos con muchos aeroplanos cuando estalle la guerra. Pero no<br />

it<br />

il-<br />

estamos dormidos. Hace tiempo que nos preparamos. Y ahora todos<br />

tienen un Mauser, dos mil cartuchos y tres arrobas de pólvora. Los<br />

aviones no son suficientes para amedrentarnos. Sin duda podremos<br />

derribarlos con una andanada disparada por veinticinco soldados. Yo<br />

estoy practicando. He podido derribar zopilotes que volaban a gran<br />

altura".<br />

Villa quedó sorprendido por la transfiguración de Yama, que<br />

antes le había parecido "dócil y apacible". "¿Usted no sabe nada sobre<br />

la próxima guerra? Sepa que será difícil qué nosotros sigamos<br />

en paz cuando llegue enero." Villa observó: "esto parecía significar<br />

mucho para los demás, y lo miraron de soslayo [a Paulino Yama]<br />

instándolo a callar, y el nombre dejó de hablar y recobró su aire de<br />

mansedumbre". De nuevo parecía haber hablado más de kv cuenta.<br />

Villa se preguntó: "¿Esas profecías eran ciertas? ¿Esos hombres se<br />

lanzarían a una lucha armada donde sin duda perderían?. 36<br />

Gracias a las observaciones que pudo efectuar y a la indiscreción<br />

de algunos interlocutores, la operación dé reconocimiento de<br />

Villa tuvo un limitado éxito. Aunque sólo ganó "un quince por ciento<br />

sobre el valor de las mercandías vendidas", logró establecer relaciones<br />

cordiales con algunos mayas de la región. Villa se marchó<br />

pensando esperanzadamente en futuros trabajos de campo, pero<br />

sin saber "si me permitirán los nativos quedarme con ellos en el poblado<br />

elegido [Tuzik] o si me será preciso recurrir a otros medios". 36<br />

Tendría que buscar otra actividad. Aunque posar de mercader<br />

ambulante era buen recurso para introducirse en los poblados, las<br />

gentes de allí tenían tan poco dinero que la demanda de sus mercaderías<br />

se agotaba pronto, quitándole toda excusa para quedarse.<br />

Villa tardó dos años en retornar a la región, y lo hizo en un papel<br />

diferente, posibilitado por los tratos de esos mayas con los norteamericanos<br />

de Chichón Itzá.<br />

67


Ilusiones de alianza<br />

ñ A principios de 1934 se supo en Xcacal Guardia que había un<br />

norteamericano en Chichén Itzá. Algunos oficiales decían que estaba<br />

vendiendo a personas como esclavas, que los norteamericanos<br />

eran tan malos como los mexicanos. ¿Qué más se podía esperar de<br />

gentes que venían desde el interior (es decir, del centro de México)<br />

y desde atrás de las aguas? Pero otros oficiales sostenían que los<br />

norteamericanos tenían buenas intenciones: estaban allí para, ver<br />

si los antiguos habían muerto, si los masewal, como se autodenominaban<br />

los rebeldes mayas, estaban extinguidos. 1 Y por alguna razón<br />

se llevaban lodo del cenote que había allí. Los mayas llamaban<br />

a Jos norteamericanos tacakmáak, "hombres muy rojos". 2 Pero uno<br />

que recuerda esos primeros informes dice: "nunca habíamos visto<br />

uno e ignorábamos qué color tenían, rojo, verde azulado o negro".<br />

Varios hombres salieron a investigar.<br />

Cuando los mayas rebeldes hablaban con extranjeros en<br />

Tulum, lo hacían como huraños anfitriones de intrusos. Ahora ellos<br />

salían de su hogar para ir en busca del extranjero, un norteamericano.<br />

Tendrían que viajar varios días por la inhóspita selva que separaba<br />

el territorio rebelde del norte controlado por el enemigo. La<br />

travesía los llevaría por maizales desperdigados y campamentos de<br />

chicleros, por las barricadas de piedra donde habían efectuado escaramuzas<br />

en la selva, y a través de poblados ruinosos con decrépitas<br />

iglesias coloniales y de las fincas otrora majestuosas de los ricos<br />

y poderosos. Algunos de los poblados en ruinas ya estaban abrigando<br />

una vida nueva. 3<br />

Habían oído hablar de Chichén Itzá, aunque nunca habían estado<br />

allá. La ciudad había sido muy importante en la Península de<br />

Yucatán, y atraía peregrinos mayas aun después de la conquista<br />

española. Sin embargo, los mayas rebeldes de tiempos de Morley<br />

apenas podían recordar ese pasado glorioso que estaba consignado<br />

en historias de antiguos reyes y los seres extrañamente poderosos<br />

de una creación anterior que tenía múltiples conexiones con ese lugar.<br />

Los libros proféticos e históricos de la era colonial escritos en<br />

68<br />

maya yucateco, los llamados Libros de Chilam Balam, dedican páginas<br />

preciosas a la saga de Chichén Itzá y el destino de sus gobernantes,<br />

los itzas. Pero los mayas que buscaban a Morley tal vez no<br />

supieran nada de ello. Quizá recordaran historias de una arcada de<br />

piedra de la finca colonial de Chichén Itzá, bajo la cual se detenían<br />

los rebeldes que regresaban al sur tras atacar Yucatán para, dividir<br />

un botín que incluía cautivas blancas a quienes llevaban como esposas<br />

y varones blancos que servirían como porteadores y esclavos.<br />

4<br />

Tras varios días de marcha, los hombres de Xcacal Guardia<br />

llegaron a Chichén Itzá. Usaban blusas plisadas con mangas abullonadas<br />

apretadas en las muñecas y con dos hileras de botones en<br />

el frente, pantalones largos, sombreros de palmera, aretes de oro<br />

en la oreja izquierda. Correas de cuero les ceñían la cintura y les<br />

cruzaban el pecho, y de ellas colgaban alforjas impermeables, machetes<br />

y otros elementos propios de granjeros y cazadores de la selva.<br />

Las correas les daban un aire militar, y hoy dicen que fue gracias<br />

al atuendo y los ornamentos que Morley los reconoció como<br />

hombres del sur, de la zona de Santa Cruz. 6<br />

Los visitantes explicaron a Morley que en efecto eran del sur,<br />

que ya no estaban bajo el mando del general Francisco May, pues<br />

se habían separado para formar su propio grupo. "¿Tenéis un líder?",<br />

recuerdan que preguntó Morley. "Sí, ¿cómo podríamos no tenerlo?"<br />

"Bien, necesito verlo, hablar con él", dijo Morley. Los visitantes<br />

actuaron con cautela.<br />

De acuerdo. Pero sólo si es con intenciones honestas.<br />

Pero si...<br />

Como dicen: Una gallina protectora con muchos pollos, la madre es<br />

comida y los pequeños corretean llamándola a gritos.<br />

Bien, a causa de esos pequeños, aquello que comió a la adorada madre<br />

es descubierto, y joden a la criatura que comió a la madre.<br />

Morley no se inmutó ante la amenaza implícita en esa rústica<br />

alegoría. Aun así, declaró que sus intenciones eran honestas.<br />

Escribió una carta para que se la llevaran al líder. También les dio<br />

regalos —paños, medicinas, tabaco, fragmentos de llantas de automóviles<br />

con las cuales podían hacer suelas para las sandalias— y<br />

los invitó a regresar. 6<br />

La carta de Morley fue entregada al oficial superior de Xcacal<br />

Guardia, un capitán, quien pidió a su secretario que la leyera: "El<br />

hombre de Chichén Itzá pregunta quién es nuestro líder. Tenemos cinco<br />

o seis semanas para responder. Después de eso, dará por sentado<br />

que la carta no llegó a destino". Al menos, eso es lo que cuentan hoy.<br />

Algunos de los presentes aconsejaron no responder ni revelar<br />

69


el nombre del centro sagrado y sus líderes. Sostenían que era una<br />

traicióni Al fin de cuentas, Morley era un ¿àul, un extranjero, y<br />

probablemente un "enemigo natural, un hipócrita y un embustero".<br />

Y todos los oficiales debían de saber que existía una exhortación divina<br />

contra los tratos con esas gentes. En un añadido posterior a<br />

una proclama revelatoria del siglo diecinueve, los "Divinos Mandamientos",<br />

el Señor advierte a los oficiales: "Uno por uno [les castigaré]<br />

con cincuenta [azotes], debido a que están hablando de mezclarse<br />

con el enemigo, aunque ustedes pueden ver lo cansado que<br />

me tiene él enemigo; ustedes dicen que ningún daño les vendrá al<br />

través de ellos; les aconsejo que no digan eso mis hijos. Lo que el<br />

enemigo dice, eso es lo que dicen ustedes porque él tiene dinero y<br />

no lo que mi verdadero señor dice". 7<br />

Estos mandamientos aparentemente antiguos se leían públicamente<br />

en misas mayores celebradas durante festivales religiosos.<br />

La asistencia à dichas misas era numerosa, y durante la lectura de<br />

los mandamientos los oficiales y las gentes comunes se arrodillaban<br />

con la cabeza gacha. 8 Pero, pesar de la advertencia sagrada, el<br />

capitán declaró que responderían a la carta de Morley. El capitán<br />

podía apoyarse en otros textos revelatorios para esta decisión.<br />

¿Acaso no se profetizaba, dicen que dyo, que tales contactos con el<br />

enemigo tendrían que ocurrir? Que en Chichón Itzá<br />

acontecerá la llegada de un hombre pobre.<br />

Aunque se llame ¿uul,<br />

vendrá a manifestar sus pensamientos a los pobres,<br />

los masewal,<br />

para que se puedan poner de pie,<br />

para explicar lo que debe ser cuando llegue el día,<br />

para otorgar poder a nuestro rey, para que los mandamientos<br />

y la ley sean obedecidos.<br />

Creían que tales profecías estaban inscritas en las ruinas de<br />

Tulum, donde antiguos jeroglíficos predecían la unión de los norteamericanos<br />

y los mayas en una guerra contra los mexicanos.<br />

También se veía allí la imagen de dos individuos, uno erguido y en<br />

ascenso, otro encorvado y cayendo, indicando los futuros y sendos<br />

destinos del rey maya y el rey de los extranjeros. El exiliado rey de<br />

los mayas regresaría un día con los Zak winkob, las "gentes rojas",<br />

gentes muy altas, que tenían ojos como los de las abejas, según algunos.<br />

En todo caso, los mayas reconocerían a esas gentes benditas<br />

con quienes debían pactar una futura alianza. Ellas descifrarían<br />

las antiguas escrituras, indicando así la aprobación divina y la ascendencia<br />

común. 9<br />

70<br />

wp=:<br />

•ís#wi<br />

i#r<br />

I<br />

•i<br />

Así que le escribirían a ese individuo de Chichón Itzá. En<br />

cualquier caso, mascullaron los oficiales, si nos matan allá nosotros<br />

los mataremos aquí, una máxima sobre las relaciones sociales forjada<br />

a través de lo que para estos hombres había sido una vida de<br />

hostilidades.<br />

Once meses después, a fines de la temporada agrícola de ese<br />

año, un subalterno de los oficiales mayas de Xcacal Guardia regresó<br />

a Chichón Itzá con una carta: 10<br />

Es necesario que yo haga esta lista en un papel. Está redactada<br />

en el pueblo de Chunkulche el 18 de noviembre del año de los 1930<br />

años [en realidad, era 1934]. Así pues en santa hora reuní una delegación<br />

para venir a tu casa de Chichón, y tú la recibiste con bondad y<br />

amor, y tú pusiste tu carta en manos de ellos. Así la pongo yo en manos<br />

de mi delegación [esta vez]. Así también, al recibirla [tu carta]<br />

fui muy feliz/ Así también te respondo otra. Pongo una carta en tus<br />

manos, oh tú que estás aquí en Chichón.<br />

La carta fue firmada por dos oficiales de Xcacal Guardia, el<br />

capitán Concepción Cituk (ningún parentesco con el profeta) y el<br />

sargento Francisco Chaac También fue firmada por el secretario<br />

Apolinario Itza, y por el joven subalterno quila llevó, Juan Bautista<br />

Poot. Los oficiales eran hombres maduros para nuestro modo de<br />

ver, pero ancianos en su tiempo y lugar. Chaac tenía cuarenta y<br />

cinco años; Cituk, cincuenta y cuatro; Itza, cuarenta y dos, 11 (Sylvanus<br />

Morley tenía entonces cincuenta y tres años.) La epidemia de<br />

principios de siglo había diezmado a los ancianos, así que en 1935<br />

había sólo catorce hombres de más de cincuenta años en la población<br />

de más de setecientas personas del conglomerado de Xcacal<br />

Guardia. Más aun, los oficiales ya no residían en sus pueblos natales.<br />

Todos habían abandonado las localidades meridionales a fines<br />

de siglo, cuando el ejército mexicano al mando del general Ignacio<br />

Bravo avanzó en su última y triunfal ofensiva contra la capital rebelde<br />

de Noh Cah Santa Cruz Balam Nah. 12 Los oficiales de Xcacal<br />

Guardia enviaban cartas a Morley desde sus nuevos hogares, en<br />

este caso el poblado de Chunkulche del sargento Chaac.<br />

Los oficiales de Xcacal Guardia impartían órdenes a sus subalternos,<br />

hombres y sus esposas, en asuntos civiles y religiosos.<br />

Todos los adultos de los poblados subsidiarios de Xcacal Guardia<br />

pertenecían, principalmente por ascendencia masculina, a una de<br />

cinco "compañías". Cada compañía tenía varios oficiales, y la totalidad<br />

de los oficiales de todas las compañías, cuando se reunían,<br />

constituía un consejo que se encargaba de la planificación y ejecución<br />

de ceremonias sagradas y de la guardia cotidiana en el recinto<br />

sagrado de ese centro. El consejo de oficiales también administraba<br />

71


las querellas civiles y castigaba las infracciones —a veces azotando<br />

a los culpables— que no se podían abordar en niveles inferiores de<br />

la organización de la compañía. Deliberaban para fijar "política extranjera<br />

y militar", es decir, los tratos con los no mayas que ingresaban<br />

en la región para comerciar o usar la selva, con autoridades<br />

federales entonces asentadas en Santa Cruz y, evidentemente, con<br />

los norteamericanos que vivían en las ruinas de Chichón Itzá.<br />

El capitán Cituk de Xmaben era el más influyente oficial maya<br />

de Xcacal Guardia. El comandante Herculino Can de Chan<br />

Chen Comandante tenía un rango superior, pero su edad y su colaboración<br />

con el gobierno federal para el establecimiento de escuelas<br />

había menoscabado su influencia en Xcacal Guardia, dejando a<br />

Cituk a cargo. Por pautas locales, Cituk era pobre, al extremo de<br />

que a veces tenía que trabajar como bracero para sus propios subalternos.<br />

Pero entre los mayas de la región gozaba de gran prestigio<br />

por su "arrojo y valor" en la guerra, y entre los forasteros tenía<br />

reputación de "arisco y enemigo acérrimo del blanco", el "más salvaje",<br />

el "más hostil", el "más brutal" de los mayas de Quintana<br />

Roo. 13<br />

El capitán Cituk y sus oficiales interpelaron a Morley en el<br />

único idioma que conocían, el maya yucateco. El secretario de Cituk,<br />

Apolinario itza, redactaba la mayor parte de las cartas a Morley<br />

y leía la mayor parte de las respuestas. No había ningún otro<br />

escriba que pudiera hacerlo, con una excepción. En Apolinario Itza<br />

se entrecruzaban canales de comunicación con los extranjeros y con<br />

lo divino. Aunque el Dios Verdadero había dejado de interpelar a<br />

los mayas audiblemente y en público, los oficiales todavía recibían<br />

cartas que El "dictaba" a Itza, supuestamente en extraordinarios<br />

estados de inspiración o posesión divina. Y era Itza quien leía los<br />

"Divinos Mandamientos" a los mayas en el centro sagrado de<br />

Xcacal Guardia. 14<br />

Esa primera carta no fue la mejor redactada de las esquelas<br />

—o "listas", como la llamaron en esa ocasión— dirigidas por los oficiales<br />

a Morley. Tal vez aún no habían hallado palabras adecuadas<br />

para describir sus motivos para tratar con ese extranjero. Ni siquiera<br />

sabían cómo dirigirse a Morley, y lo llamaban "señor don jefe",<br />

pues algunos habían oído que los peones mayas de Chichón<br />

Itzá lo llamaban jefe. Los traductores de Morley, aunque hablaban<br />

fluidamente el maya yucateco, también tuvieron problemas con la<br />

correspondencia. Había que descifrar la escritura manuscrita; articular<br />

las silabas para formar palabras, y las palabras para formar<br />

cláusulas y oraciones; identificar referencias personales, temporales<br />

y espaciales en el texto escrito; traducir palabras y construcciones<br />

del maya yucateco cuyo uso podía haber variado regionalmen-<br />

72<br />

[<br />

te, y demás. 15 A veces lo que Morley leía en traducciones era una<br />

engorrosa versión de lo que habían escrito los oficiales. Con frecuencia<br />

los errores introducían ruido, por así decirlo, en los canales<br />

de este diálogo, lo cual distorsionaba pero no eliminaba los mensajes.<br />

En el pasaje antes citado el mensaje era bastante claro: los oficiales<br />

respondían a la carta anterior de Morley.<br />

Si Morley hubiera tenido dudas acerca del propósito de los oficiales,<br />

se habrían esfumado al continuar con la lectura.<br />

Señor don jefe, hay algo que te aclaro. Para sufrimiento de Dios,<br />

ya el pueblo donde aquí estamos [Santa Cruz] junto con toda la tierra<br />

nos es arrebatado por los mexicanos. Ya nos lo han arrebatado.<br />

Todo lo que ellos desean nos hacen. Nosotros que estamos aquí en el<br />

poblado queremos que nos sea entregado para todos los fines el territorio<br />

de Santa Cruz tal como hace mucho tiempo. Porque nosotros estamos<br />

acostumbrados a gobernarnos a nosotros mismos en este pueblo.<br />

Porque nosotros no queremos que vengan mexicanos a gobernarnos.<br />

Estamos acostumbrados a gobernarnos en nuestro pueblo desde<br />

Capitán Cituk<br />

73



tiempo, y las posteriores generaciones de oñciales mayas aún los<br />

oían leer en voz alta en pueblos sagrados como Xcacal Guardia. Así<br />

que aun después de 1930 la divinidad parecía exhortarlos con tono<br />

beligerante:<br />

Y otra cosa<br />

y,,, que ordeno,<br />


La crudeza, incluso la furia, de este pasaje, quedaba atemperada<br />

por la previa declaración de que "todos gustamos de ti, que estás<br />

en ese poblado de Chichen", una declaración que no figuraba en<br />

el original maya pero que el traductor de Morley insertó gratuitamente.<br />

25 . ,* ;<br />

Quizá la delegación tuviera órdenes de llevar a Morley a<br />

Xcacal Guardia: la línea final de la carta es ambigua, y lo que<br />

Morley leyó en traducción era. que ellos le "aclararían" los problemas.<br />

Morley no fue entonces a Xcacal Guardia, aunque dijo a uno<br />

de los visitantes que un amigo suyo visitaría Xmaben ese año para<br />

recoger información sobre el poblado y el cultivo del maíz. Entretanto,<br />

interrogando a sus visitantes, Morley pudo aprender los<br />

nombres y la ubicación aproximada de los cinco lugares de la Península<br />

de Yucatán que esos mayas consideraban más sagrados<br />

(Chun Pom, Tulum, Xcacal Guardia, Chan Cah Veracruz y San Antonio),<br />

los nombres y sitios de residencia de los oficiales de Xcacal<br />

Guardia, y el nombre de aldeas asociadas con ese centro de culto,<br />

las fuentes de agua, la cantidad de casas y de varones adultos de<br />

cada lina. 26<br />

Morley estaba complacido con la relación entablada con los<br />

mayas de Xcacal Guardia, y el pronóstico para futuros estudios parecía<br />

favorable:<br />

Todos estos hombres me han asegurado que nuestra gente será<br />

bienvenida y que no se nos hará daño. Frances [esposa de Morley] y<br />

yo estamos pensando en ir personalmente en alguna ocasión.<br />

Ninguno de estos jóvenes se ha ido de aquí con las manos vacías; un<br />

poco de dinero, muchos medicamentos, quinina, desinfectante para<br />

heridas, sal inglesa, paños para camisas y llantas de automóviles para<br />

sandalias. Creo, tal como me aseguraron, que nuestros representantes<br />

podrían ir a esa región y trabajar entre ellos. 27<br />

Se intercambiaron más cartas en los meses siguientes, y los<br />

mayas escribieron con mayor frecuencia que Morley (quien estuvo<br />

buena parte del tiempo en los Estados Unidos), expresando con variados<br />

detalles su temor y su aversión por "los mexicanos". 28 En<br />

mayo escribieron:<br />

78<br />

Cuánto me alegraría que vinieras pronto. El favor que pido, ten<br />

misericordia, es que vengas pronto. Porque ahora los mexicanos nos<br />

están haciendo muchas cosas malas aquí donde estamos. Piensa un<br />

poco en los pobres, señor jefe. Por esa razón te pido que vengas pronto,<br />

señor jefe, porque la guarnición de aquí donde estamos nos está<br />

desplazando, y también nos está dañando de veras. Porque hay una<br />

aldea de donde las gentes ya han sido desplazadas por orden de los<br />

n<br />

• s H î . ï ? . '<br />

mexicanos. Es de veras como si la pequeña comunidad fuera una comunidad<br />

de animales salvajes. 29<br />

Los oficiales volvían a pedir armas —"contrabando", como lo<br />

llamaron, esta vez— y una bandera, "para protegernos aquí*. Y una<br />

vez más el traductor impidió que Morley leyera esto. Descifrando<br />

una V como una "a", una V como una "n", asociando las sílabas<br />

de tal y cual manera, el original "el contrabando que pedimos" se<br />

transformó en "la cuarta vez que le pedimos para que nos cobije (o<br />

guarde) una bandera". 30<br />

En setiembre de 1935 Alfonso Villa,regresó al centro de Quintana<br />

Roo. Desde su anterior expedición a esa zona, el joven maestro<br />

y asistente de campo de Robert Redfield había asistido a la Universidad<br />

de Chicago para obtener más educación antropológica formal.<br />

Durante ese hiato en la investigación, los mayas habían iniciado<br />

sus visitas a Chichón Itzá, un hecho que Redfield y él tuvieron en<br />

cuenta mientras pensaban disfraces apropiados para sus actividades<br />

futuras en Quintana Roo. Al principio parecía que Villa haría<br />

bien en regresar allí como contratista de chicle. Como Redfield le<br />

explicó a Morley:<br />

Alfonso dice que a pesar de la gran ventaja que resultaría de tu relación<br />

de buena voluntad, quizá no sería aconsejable que él regresara<br />

a ver a esos indios en el papel de recaudador de información. Todavía<br />

es un procedimiento demasiado extraño y sospechoso para que ellos<br />

lo entiendan. Alfonso desea pues adoptar un papel que lo capacite para<br />

declarar que representa los intereses del chicle, porque ellos son<br />

amistosos hada tales intereses. Alfonso sugiere que el doctor Kidder<br />

[de la Institución Carnegie]... o tal vez tú, si tienes la bondad de dedicarle<br />

tiempo, expliques el asunto a algún representante de la<br />

Mexican Exploitation Company y obtengas de esa compañía la voluntad<br />

de dar a Alfonso alguna conexión nominal con la empresa. 31<br />

Morley evidentemente prefería que Villa fuera como su amigo<br />

personal, a quien él enviaba para reunir información en los poblados<br />

de Xcacal Guardia. Entregó a Villa una carta de presentación<br />

que explicaba esto.<br />

El poblado de Tuzik era el destino de Villa en Quintana Roo, ><br />

el sitio donde esperaba constituir su base mientras realizaba investigaciones<br />

alrededor de Xcacal Guardia. Formaba parte del grupo<br />

de Xcacal Guardia, una comunidad especialmente conservadora y<br />

"pintoresca", por lo que Villa sabía de sus visitas anteriores. El oficial<br />

superior era un cabo, cuyo superior, un comandante, vivía en<br />

un pueblo quince kilómetros al sur. Había ciento dieciséis habitantes<br />

en Tuzik, repartidos en veintitrés casas de argamasa con techo<br />

79


de bálago, grandes y resistentes. Cada apiñamiento de casas tenía<br />

gallineros y establos, plataformas de madera elevadas donde se<br />

cultivaban hierbas y hortalizas, y patios muy bien mantenidos donde<br />

crecían árboles frutales: naranjos, bananos, papayos, guanábanos,<br />

ciruelos, tamarindos. Algunos apiñamientos de casas también<br />

tenían capillas donde se guardaban y honraban las cruces importantes<br />

de la familia extendida. Los muertos de la familia se sepultaban<br />

alrededor de las capillas, y los niños jugaban cerca de las<br />

tumbas sin marca.<br />

Estos complejos familiares rodeaban la plaza del centro del<br />

poblado, herbosa y despejada excepto por las flores, algunas plantas<br />

de tabaco y varios árboles imponentes que se habían salvado<br />

durante la ocupación la zona tres décadas antes. En el centro de la<br />

plaza se erguía una iglesia de argamasa con techo de bálago, larga<br />

y angosta, donde se albergaba la cruz supuestamente más milagrosa,<br />

patrona y protectora del poblado. El suelo de la plaza era el techo<br />

de piedra caliza de una caverna subterránea llena de agua, a la<br />

que se llegaba mediante una pequeña abertura sobre la que habían<br />

construido un brocal circular de cemento y una cruz y de donde las<br />

mujeres extraían agua varias veces por día. Alfonso Villa se encaminó<br />

hacia ese pequeño oasis de casas, jardines, fuente e iglesia,<br />

protegido por cruces guardianes en cada entrada y salida, y bordeado<br />

por la muralla de la alta selva. 32<br />

Cuando Villa llegó a Tuzik la gente lo reconoció como el mercader<br />

que había pasado "hace muchos años", y pronto lo rodearon<br />

mujeres que salieron de sus casas para investigar. Interpelando a<br />

los cuatro únicos hombres que encontró en el poblado a esa hora de<br />

la mañana, Villa explicó que había ido "en nombre de los americanos<br />

a tratar directamente con los jefes". Llevaba una carta del doctor<br />

Morley de Chichén Itzá para el capitán Cituk y el ahora teniente<br />

Zuluub. No hablaría con nadie más de la naturaleza de la misión<br />

mientras esperaba a que esos dos oficiales regresaran de un viaje a<br />

Tulum, adonde habían ido "a encender velas". Los aldeanos llevaron<br />

a Villa a la iglesia, le dieron comida y lo trataron muy bien,<br />

pensando que era un "personaje de cierta importancia". 33<br />

Dos días después veinticinco oficiales y soldados armados convergieron<br />

en Tuzik y escoltaron a Villa hasta Xcacal Guardia. Les<br />

parecía mejor que Villa aguardara allí el retorno de Cituk y<br />

Zuluub, en el lugar sagrado, donde su presencia permanecería en<br />

secreto para los chicleros y mercaderes ambulantes que a veces<br />

atravesaban poblados periféricos como Tuzik. Villa pasó la primera<br />

noche en una de las cinco barracas de Xcacal Guardia, y al día siguiente<br />

fue trasladado a un alojamiento en los alrededores de<br />

Xcacal Guardia, "al margen de toda mirada inquisidora" y, tal vez,<br />

80<br />

La guardia de Xcacal Guardia<br />

igualmente al margen de la iglesia del corazón del centro sagrado.<br />

"Por este aire de misterio con que están rodeando mi persona y<br />

también por las preguntas que me dirigen, he llegado a entender<br />

que están dando a mi visita una significación política." Villa observa:<br />

"Por mi parte, procuro hacer cuanto ellos me dicen y guardar en<br />

secreto el verdadero objeto de mi viaje a este lugar". 3 *<br />

Villa fue bien tratado mientras aguardaba el retorno del capitán<br />

y del teniente. Ahora que ya no posaba como mercader ambulante<br />

o comprador de chicle, sino que era saludado como emisario<br />

de los americanos, descubrió que se abrían puertas que antes estaban<br />

cerradas, y que la gente hablaba con mayor soltura. Oficiales<br />

menores charlaron con Villa sobre su irritación ante la invasión<br />

anual de los chicleros, y solicitaron armas. También conversaron<br />

del tiempo y del precio de los cerdos, y gastaron bromas. 35 Cuando<br />

Villa pidió ver el interior de la iglesia del altar, con el habitual pre-<br />

81


texto de hacer una ofrenda votiva de velas, no le dieron la acostumbrada<br />

y cortés respuesta negativa, sino que le concedieron su deseo.<br />

• '•;-. ;• '' '<br />

Una Vez en el Templo, lo primero que distinguí entre la penumbra,<br />

fue un centinela que, armado de un 30 x 30, protegía la entrada<br />

del recinto sagrado llamado Gloria, en el que se guarda la milagrosa<br />

Cruz, protectora de todo el grupo. No me fue posible llegar hasta este<br />

lugar en virtud de que otro individuo me detuvo en el salón destinado<br />

al público, diciéndome que le entregase las velas para que él las<br />

encendiese. Cumpliendo esto le entregué las velas y las llevó al altar,<br />

no sin antes decir algunas palabras en voz baja al centinela que<br />

guardaba la entrada protegida por una cortina obscura. Poco después<br />

el mismo individuo me indicó que ya podía salir del Templo. 38<br />

Nueve días después de lá llegada de Villa, los peregrinos regresaron<br />

de Tulum y Villa tuvo su primera audiencia con Cituk y<br />

Zuluub. Les explicó que el doctor Morley era su jefe, que deseando<br />

mejorar su amistad con ellos Morley lo había enviado allí como representante,<br />

y que él debía estudiarlos para determinar si les podía<br />

ofrecer ayuda. Para esto, dijo Villa, era necesario que él viviera entre<br />

ellos por lo menos dos meses.37<br />

Villa luego entregó a los oficiales la carta de Morley Zuluub le<br />

pidió que la leyera en voz alta. "Capitán Concepción Cituk ... mi<br />

muy amado y buen compañero", había escrito Morley:<br />

Tras desearte salud a ti y a todos mis buenos compañeros de<br />

Xmaben, Señor, La Guardia y todos los poblados de tu tierra, con todo<br />

amor.<br />

Esta carta es para presentar al extranjero \_•'<br />

$•••••••<br />

W :<br />

t-li<br />

-•* ..<br />

. • .<br />

tí, -?.,<br />

.'Vi v-i •->'•• {•'•<br />

US ..i-<br />

S3 'a.<br />

cosa que no los convence por no estar a su alcance entenderlo. Para<br />

ellos libro es sinónimo de maestro, el cual es un espía del Gobierno,<br />

que" es considerado como el mayor enemigo del grupo", 39<br />

Si la carta despertó tales sospechas entre los oficiales y las<br />

gentes comunes, la esperanza de que los norteamericanos lès brindaran<br />

ayuda los indujo a ocultar tales pensamientos. Al visitar los<br />

poblados de Xcacal Guardia, Villa había notado que los mayas estaban<br />

fascinados por los británicos. A pesar de la distancia que hay<br />

de aquí a Corozal [en Honduras Británica] algunos indios me han<br />

mostrado en sus chozas finas telas, bellos chales bordados en seda,<br />

costosas joyas y otras cosas que han venido de allá.... Casi todos<br />

han oído hablar de la colonia británica y manifiestan gran interés<br />

en ella. Los nombres de Jorge V y la reina Victoria, mencionados<br />

con tanta frecuencia, han cobrado curiosas y fantásticas connotaciones<br />

entre esta gente. Casi siempre los mencionan como seres<br />

omnipotentes, casi dioses. 40 : r<br />

Desde los primeros contactos de los oficiales mayas con<br />

Morley y otros norteamericanos de Chichén Itzá, había surgido una<br />

fascinación similar por los norteamericanos y los Estados Unidos.<br />

Villa observó que consideraban a Morley como "un superhombre,<br />

mejor dicho, como un emperador que cuenta con numerosos caballos,<br />

automóviles, motocicletas, aeroplanos, ametralladoras, criados,<br />

alcobas lujosas y, en fin, todo lo que, para su imaginación infantil,<br />

ha de rodear a un personaje todopoderoso". Consideraban a<br />

los norteamericanos "taumaturgos para quienes no existen secretos<br />

ni imposibles", cuyo "pueblo" es como el Cielo y "perfectamente<br />

inexpugnable", y pensaban que "está rodeado de un anillo de imán,<br />

tan poderoso, que arrebata las armas y objetos de metal de los que<br />

quieran cruzarlo sin permiso". Como bien señalaba Villa: "Esta es<br />

la defensa ideal para los indios de aquí, que viven en constante zozobra<br />

de ser asaltados por los soldados mexicanos". 41 Así que desde<br />

luego Cituk le dijo a Villa que ellos deseaban ser amigos de los norteamericanos,<br />

que le permitirían recoger la información que deseara,<br />

aunque esperando que los norteamericanos los ayudaran comprándoles<br />

chicle. En cuanto a permitir que Villa viviera entre ellos,<br />

Cituk tendría que consultarlo con "toda la gente". 42<br />

Se convocó una asamblea para el día siguiente. Tras una misa<br />

donde ofició personalmente el sacerdote principal, todos los varones<br />

adultos de los poblados relacionados con Xcacal Guardia se reunieron<br />

en la casa comunal contigua a la iglesia. Al final de la reunión<br />

invitaron a Villa a presentarse y leer la carta de Morley en voz alta<br />

(dos veces). Improvisando, Villa dijo al público que, "como representante<br />

de los americanos, todos ellos podían estar seguros de encontrar<br />

siempre en mí a un amigo leal y sincero, dispuesto a ayudarlos<br />

83


en todo lo que me sea posible". Añadió que "los americanos sólo desean<br />

el mejoramiento moral y material de todos los hombres, etc". 43<br />

Alentado por gestos aprobatorios de Cituk y Zuluub, Villa persuadió<br />

a la asamblea de permitirle residir en Tuzik. Al concluir la reunión,<br />

el teniente Zuluub recomendó a sus colegas y subalternos que<br />

no mencionaran a los forasteros los asuntos tratados en ella, ni siquiera<br />

la presencia de Villa entre ellos. 44<br />

mi De vuelta en Turik, instalaron a Villa al lado de la casa del<br />

oficial ¡superior de ese poblado —en una vieja choza que había servido,<br />

como pocilga—, una elección tal vez dictada por el deseo de vigilar<br />

al visitante y mantenerlo alejado de los mercaderes itinerantes<br />

y los chicleros. 45<br />

.o . Un mes después los oficiales enviaron una delegación de sus<br />

hijos varones a Chichón Itzá para confirmar la autenticidad de la<br />

historia de Villa y su carta de recomendación. Villa los siguió al día<br />

siguiente. Villa, Redfield y Morley habían discutido por carta cuan<br />

importante era convencer a los oficiales de que Villa y Morley eran<br />

grandes amigos y tratar con ellos sería ventajoso para los mayas.<br />

Asíj cuando llegaron los nuevos visitantes, Morley "causó una buena<br />

impresión". Su esposa tomó fotos de Morley, Villa y los oficiales,<br />

"en grupos, individualmente, Alfonso y yo con ellos, Alfonso y yo a<br />

solas, tomados del brazo", y las fotos se enviaron a Xcacal Guardia<br />

para convencer a los oficiales todavía escépticos. Entretanto, Redfield<br />

escribió al director de la División Histórica de la Institución<br />

Carnegie, Alfred Kidder, para ver si la institución podía hacer algo<br />

pronto para mejorar el mercado del chicle recogido por los mayas<br />

de Xcacal Guardia, "para que entiendan que la llegada del delegado<br />

de los norteamericanos les ha acarreado un beneficio inmediato". 46<br />

Para Morley, Redfield y Villa las cosas parecían andar muy<br />

bien. Las metáforas bélicas parecían apropiadas para describir los<br />

primeros logros de Villa, quien le escribió a Redfield desde Xcacal<br />

Guardia: "Como verá, al fin hemos logrado conseguir nuestro objeto.<br />

Sin embargo, cabe al Dr. Morley mucho del éxito de esta conquista".<br />

Redfield respondió: "Me satisface muchísimo oír que se ha<br />

ganado la primera batalla y que has asegurado una posición no sólo<br />

en el grupo de aldeas que planeas estudiar sino también en la aldea<br />

del altar sagrado". En cuanto a Morley, pensaba que la investigación<br />

de Villa permitiría realizar una *Í)uena publicación", añadiendo<br />

que<br />

84<br />

es hora de que toda esa quinina, sales Epsom, tabletas de clorocaína,<br />

llantas de automóviles, fardos de algodón crudo, cigarrillos, latas<br />

de duraznos de California y viejos ejemplares del Saturday Evening<br />

Post, etc. rindan fruto, y parece que así ha sido. No lo entiendo, pero<br />

A. [Alfonso] dice que una vieja leyenda cuenta que un día habrá un<br />

hombre blanco que los tratará benévola y amistosamente y que ellos<br />

sabrán quién es porque será capaz de leer las antiguas letras de los<br />

templos. Siempre he recibido a esas delegaciones de allá en el corredor<br />

trasero de nuestra casa, que está atiborrado con partes de mi libro<br />

de inscripciones [jeroglíficas] de Peten. El [Villa] dice que ha circulado<br />

entre ellos el rumor de que sé leer "estas antiguas letras", y<br />

me dice que soy como un Mesías entre ellos. Pues quién sabe, pero si<br />

contribuye a esta tarea, no me opondré. 47<br />

85


••<br />

-<br />

La súplica de Zuluub<br />

•<br />

•<br />

De las muchas cartas dirigidas por los oficiales mayas a Sylvanus<br />

Morley, las más elocuentes fueron escritas por el teniente<br />

Evaristo Zuluub. Entre los forasteros Zuluub tenía pésima reputación,<br />

y antes de conocerlo Alfonso Villa había oído decir que era un<br />

"hombre irascible y grosero", "déspota y cruel" con "la gente de su<br />

tribu", "enemigo acérrimo de la enseñanza y líder de los descontentos",<br />

rechazado aun por los oficiales mayas de aldeas vecinas, a<br />

quienes parecía querer dominar. 1 En 1929 Zuluub, entonces sargento,<br />

se había unido con Concepción Cituk para robar el icono más<br />

sagrado de los mayas rebeldes —el Santísimo Nuestro Señor Tres<br />

Personas— del santuario del general May en Santa Cruz, para albergarlo<br />

y servirlo en el nuevo centro sagrado de Xcacal Guardia.<br />

En 1935 el teniente Zuluub era un hombre cuya cabeza tenía precio,<br />

pues su poblado de Dzula había sido atacado, saqueado e incendiado<br />

dos años antes por tropas federales, que continuaban tratando<br />

de capturarlo por el presunto asesinato de un subalterno.<br />

Hoy se cuentan historias sobre el incendio de Dzula que difieren<br />

radicalmente en detalles fundamentales, y las versiones conflictivas<br />

registran antagonismos entre los mayas así como los datos<br />

sobre el caso existentes en la época. Todas concuerdan en que un<br />

hombre fue asesinado en Dzula y en que se acusó a Zuluub de ordenar<br />

esa muerte. El estado de Campeche despachó federales para<br />

aprehenderlo e impedir que estallaran mayores hostilidades. En el<br />

camino los soldados mexicanos reclutaron mayas de los poblados<br />

cercanos de Xpichil, Xiatil, y Yo'actun y los llevaron para colaborar<br />

en el ataque. Los invasores recibieron disparos al entrar en Dzula.<br />

Repelieron el fuego, y durante la hora siguiente varios lugareños<br />

murieron y el poblado fue arrasado por las llamas. El teniente Zuluub<br />

y la mayoría de su gente huyeron a la selva, y eventualmente<br />

buscaron refugio en el centro sagrado de Xcacal Guardia.<br />

Los enemigos de Zuluub afirman que la acusación era cierta,<br />

que Zuluub ordenó el asesinato de un residente de Dzula, donde<br />

era oficial principal, sólo porque el hombre deseaba trasladar a su<br />

86<br />

familia y sus pertenencias a otro pueblo y quiso hacerlo sin autorización<br />

de Zuluub. Los parientes y amigos de Zuluub dicen que la<br />

acusación era falsa: un hombre fue asesinado pero por otro hombre<br />

a quien le había puesto los cuernos. Los enemigos de Zuluub dicen<br />

que los federales reunieron a los pobladores de Xiatil, Xpichil y<br />

Yo'actun para impedir que difundieran la alarma; al llegar a Dzula<br />

el desdichado contingente maya disparó las armas hacia lo alto para<br />

no matar a ninguno "de los suyos". Los parientes y amigos de<br />

Zuluub dicen que los colaboradores mayas participaron de buena<br />

gana en el ataque, que envidiaban y odiaban a los industriosos y<br />

prósperos habitantes de Dzula y que, mientras el poblado ardía, robaron<br />

todo lo que pudieron. Los enemigos de Zuluub dicen que logró<br />

escapar poniéndose las prendas de la esposa y echando a andar<br />

El teniente Zuluub<br />

87


entre los atacantes, quienes lo confundieron con una mujer enferma.<br />

Los parientes y amigos de Zuluub dicen que esto no es verdad:<br />

Zuluub se puso una camisa de hombre sobre la cabeza y se escabulló<br />

por la puerta trasera de la casa y se internó en la selva.<br />

Sobre este punto, Zuluub mismo tenía otra versión. Mientras<br />

huía de los atacantes, vestido como de costumbre (sin vestido de<br />

mujer ni camisa sobre la cabeza), tropezó y cayó. Los soldados lo alcanzaron<br />

y sin duda lo habrían matado, pero antes que lo rodearan<br />

él se quitó el arete de oro que todo oficial llevaba en la oreja izquierda<br />

como emblema de su rango. Sin el arete, Zuluub lucía como<br />

un plebeyo. Los soldados le preguntaron adonde había ido el teniente<br />

Zuluub, y Zuluub los envió hacia la costa mientras escapaba<br />

per la selva en dirección contraria. Sea cual fuere la veracidad de<br />

estas conflictivas historias de traición y compasión, cobardía y valor,<br />

todos los que conocen a Zuluub convienen en que era un enemigo<br />

feroz e implacable de sus antagonistas. 2<br />

En setiembre de 1935 Zuluub envió una larga carta a Sylvanus<br />

Morley y Alfonso Villa:<br />

Xcacal poblado de Guardia, 20 de setiembre del año de los 1935<br />

años. Sois mis amados en demasía, señor don jefe de la ciudad de<br />

' duchen. Así en esta santa hora, en este santo día, siento gran necei<br />

si dad de hacer esta carta para dártela, para que sepas que ya he recibido<br />

al señor don Alfonso Villa en el pueblo de Xcacal, aquí en el<br />

poblado de Guardia. Ya he hablado con él, ya he conversado con él.<br />

Feliz en demasía fue mi corazón al recibirlo. También lo son las tropas<br />

[al mando de Zuluub], can bondad, con amor, con decoro. Señor<br />

don jefe, cuan dichoso soy también de haber recibido tu carta, para<br />

saber qué dices. Aquí en el poblado de Guardia soy muy feliz. Así es<br />

la hora en demasía buena, en demasía amada. Pero también yo tengo<br />

aquí bondad y amor y decoro, también aquí donde realizo la guardia,<br />

aquí en el poblado de Xcacal, donde cuido a la Bella Santísima, aquí<br />

donde la adoro, aquí donde reverencio al Bello Nuestro Señor Santísima<br />

BeUaíCruz'.'.$£"."$£ 1Ñ- Jesús María en el bello nombre de<br />

Nuestro Señor el Dios Verdadero el Padre con Dios el Hijo con Dios el<br />

Espíritu Santo Amén Jesús. Así la verdad de mis palabras a ti, señor<br />

don jefe. Yo, don Evaristo Zuluub, hablo contigo desde aquí hasta el<br />

pueblo de Chichen. 3<br />

Hablar era precisamente lo que hacían Zuluub y los demás<br />

oficiales mayas, pues dictaban las cartas a un secretario que transcribía<br />

sílaba por sílaba, línea tras línea, continuamente, sin puntuación<br />

ni separación de párrafo (que a veces yo he añadido en mis<br />

traducciones). En su discurso oral Zuluub usaba paralelismos y<br />

repeticiones de frases, un estilo retórico común a los discursos formales<br />

y sacros en maya yucateco. Y estos saludos y declaraciones<br />

88<br />

iniciales culminaban en una potente enumeración de nombres de<br />

deidades (interrumpida un instante para representar gráficamente<br />

la trinidad) por cuyo medio él prometía sinceridad so pena de sanción<br />

divina (un compromiso denominado con la palabra española<br />

juramento").<br />

Zuluub pasaba a describir las penurias de su gente, incluidas<br />

su esposa, sus seis hijos e hijastros, sus cinco cónyuges y seis lujos,<br />

así como los demás ciento cuarenta individuos que habían huido<br />

con él de la incendiada Dzula: 4<br />

Así pues en esta hora santa te explicaré qué se me está haciendo<br />

aquí en el poblado de Xcacal. ¡Cómo odian Pos mexicanos] que yo me<br />

gane la vida aquí! Impiden que haga cultivos aquí con mi gente y que<br />

intente ganar unos céntimos con el chicle cerca del poblado sagrado.<br />

Están explotando todos los bosques sagrados. Les digo que no trabajen<br />

todo, que me dejen un poco para trabajar con mi gente. No dan su<br />

acuerdo. Lo primero que dicen: Tú no sabes nada. Que esta tierra y<br />

este bosque pertenecen al gobernador y al presidente. Así hasta Santa<br />

Cruz. Donde vayas a trabajar el bosque, los federales te confiscarán<br />

el chicle. No puedes hablar. No eres nada". Gobiernan aquí en esta<br />

tierra, aquí en este bosque, aquí en Noh Cah Santa Cruz. Incluso<br />

aquí en Guardia, no me dejan encontrar unos céntimos para que yo<br />

salde mis deudas y las de mi gente. Pues muchas cosas pedí prestadas<br />

con mi gente [en el exilio]. ¿Dónde iré pues a ganarme la vida con<br />

mi gente? A ninguna parte, porque los mexicanos gobiernan aquí<br />

ahora.<br />

Esos problemas no eran exclusivos de Zuluub. El negocio del<br />

chicle habia generado una multitud de contratiempos para todos<br />

los mayas de Xcacal Guardia. Aunque los mayas vivían principalmente<br />

del cultivo del maíz (mediante el talado y quema de árboles)<br />

y a veces de la cacería, muchos de ellos habían ganado dinero con el<br />

chicle durante décadas. Algunos líderes amasaban fortunas controlando<br />

la recolección y exportación de chicle del territorio, y los ataques<br />

mayas limitaban las operaciones de los forasteros que procuraban<br />

hacer lo mismo. 6 Pero con el auge comercial de la década de<br />

1920, el gobierno federal —que había abandonado el territorio reconquistado<br />

durante la Revolución Mexicana— se había interesado<br />

nuevamente en la selva y su población. Como antes de la revolución,<br />

comenzó a otorgar concesiones y cobrar las regalías. Para afirmar<br />

su prerrogativa en ese comercio, en 1929 el gobierno envió destacamentos<br />

de tropas a Santa Cruz y otras bases del territorio para<br />

que se asentaran allí. Entretanto, miles de chicleros de Yucatán,<br />

Campeche y otros estados emigraban anualmente a Quintana Roo<br />

durante los meses de cosecha, de julio a enero. En una época en<br />

89


que la población permanente de la selva sumaba sólo diez mil habitantes,<br />

llegaban hasta seis mil peones por temporada para trabajar<br />

en el bosque, el cual era reclamado por el gobierno federal como<br />

propiedad de la nación bajo el artículo 27 de la constitución revolucionaria<br />

de 1917. 6<br />

La combinación de estas novedades —sobre todo la nueva<br />

ocupación de Santa Cruz por los federales y la baja en el precio del<br />

chicle— produjo hondos disensos entre los oficiales mayas y el repudio<br />

hacia la autoridad de Francisco May. Durante una visita<br />

a Ciudad de México en 1918, May había recibido el uniforme y el<br />

título de general del ejército constitucionalista de México (que entonces<br />

disfrutaba de éxito en la continua revolución allí reinante)<br />

en un reconocimiento defacto de su autoridad local y para alentar<br />

su colaboración en la pacificación de los mayas. También se le otorgó<br />

control exclusivo de más de cien kilómetros cuadrados de selva,<br />

y el derecho exclusivo de embarcar chicle en una línea ferroviaria<br />

entonces abandonada, desde Santa Cruz hasta el puerto caribeño<br />

de Vigía Chico. May se volvió rico. No sólo controlaba las exportaciones<br />

de chicle en Santa Cruz, sino que poseía la única tienda<br />

de ramos generales del centro de Quintana Roo, desde la cual<br />

vendía mercancías a precios muy inflados. Los forasteros lo consideraban<br />

un "explotador capitalista de su propia gente". 7 Los<br />

mayas lo llamaban traidor, y sospechaban que los había entregado<br />

para enriquecerse. Al oeste y al norte de Santa Cruz, los subalternos<br />

del general May conspiraron para asesinarlo, pero nunca<br />

consumaron este acto. Zuluub estaba entre esos conspiradores de<br />

1929 cuyo disenso el secretario del general May describió en estos<br />

términos:<br />

El disgusto de los jefes mayas tenía su origen en los permisos que<br />

daba el Gobierno federal a personas procedentes de otros lugares para<br />

la explotación de la resina del chicozapote. ... Las concesiones...<br />

tenían que parecerles atentatorias contra sus derechos seculares de<br />

propiedad, tanto más cuanto que, en efecto, los concesionarios abusaban<br />

mucho, inclusive robándoles sus cosechas de maíz, y en algunas<br />

ocasiones los indígenas, exacerbados, habían llegado al extremo de<br />

asaltar campamentos chicleros en desquite, matando a los trabajadores<br />

que encontraban. 8<br />

Cuando en 1928 Frans Blom, de la Grey Memorial .Expedition,<br />

se trabó en una discusión con un maya de las cercanías de<br />

Xcacal Guardia por la destrucción de unos bananos, él y sus hombres<br />

estuvieron por pagar con la vida por los delitos de otros. Los<br />

mayas de Xcacal Guardia, a mediados de la década de 1930, aún<br />

lanzaban ataques ocasionales contra los campamentos chicleros de<br />

90<br />

los forasteros, siempre después de celebrar una misa en su altar<br />

más sagrado. 9<br />

Una vez que hubo dictado una página de texto escrito en su<br />

carta a Morley, Zuluub consideró la continuación como otra carta, y<br />

repitió la fórmula de lugar y tiempo con que había empezado.<br />

Y mi segunda carta. En Xcacal poblado de Guardia, 20 de setiembre<br />

del año de los 1935 años.<br />

Luego pasaba a describir las penurias de su gente:<br />

Porque, señor don jefe, hace dos años me echaron de mi poblado<br />

de Dzula. Entonces fue cuando fueron a causarme daño en mi poblado<br />

de Dzula. Entonces fue cuando vine a Guardia. Los santos días se<br />

acumulan [desde entonces], las santas horas se acumulan. Soy pobre,<br />

pues, bajo la mano diestra del Dios Verdadero. Ni siquiera santo<br />

maíz [tengo] para mi sustento con mi gente y mis mujeres. Son pobres.<br />

Y todos los angelitos [niños]. Somos muy pobres. Ni siquiera ropa,<br />

ni siquiera armas poseo. Ni siquiera un machete. Nada poseo. Pobres<br />

somos bajo la mano diestra de Nuestro Señor el Dios Verdadera<br />

Porque a nadie puedo acudir en los poblados de Yucatán.<br />

Tras haber apelado así a la comprensión de Morley, Zuluub<br />

iba al grano:<br />

El favor que pido de ti, señor don jefe, es que saldes cuentas por<br />

mí, que hagas justicia por mí, señor don jefe, por todo lo que hacen<br />

los mexicanos. Ayúdame con el favor que te pido, dame tu ayuda, entrégame<br />

armas, todos los aparejos, lo necesario para la guerra. Libérame<br />

de los hombres malignos que están allá en Noh Cah Santa<br />

Cruz, los mexicanos, parque son gentes malignas. Eso es lo que pido.<br />

Que me dejen en paz. Dame una de tus banderas aquí en Guardia,<br />

para yo pueda protegerme con la Bella Santísima, para que tú nos<br />

ayudes.<br />

Zuluub también pedía a Morley que alejara a los mexicanos<br />

de sus puestos en las ruinas de Tulum, adonde él y otros<br />

mayas iban a veces en peregrinación. Zuluub no podía haber sabido<br />

el papel que había cumplido Morley en la apertura de esas ruinas<br />

a la visita y ocupación de esos forasteros en las tres décadas<br />

previas.<br />

Y todos los hombres que estamos aquí en Tulum, aleja a todas las<br />

gentes que están en la costa, porque están en el Castillo, supuestamente,<br />

en el Castillo, donde se han encerrado, supuestamente.<br />

91


Luego, en palabras que evocan las atribuidas al profeta finisecular<br />

Florentino Cituk, Zuluub imploraba a Morley<br />

abrir un camino para hacernos llegar algunas cosas que debo comprar<br />

para mi gente, señor don jefe. Porque yo, esto te pido, que hables<br />

en mi nombre con los Estados Unidos, y aun con el señor rey y<br />

con el señor de la reina, con el lugar de la Inglaterra, aun con el lugar<br />

de los señores ingleses, para que yo sepa si es posible lo que te digo,<br />

si mis palabras son atinadas. Habla también en nombre de Nuestro<br />

Señor el Dios Verdadero y en mi nombre, para que echen a los<br />

hombres de Tulum, pues han puesto allí un celador. Así pues, pido<br />

misericordia, para que hables en mi favor. Yo, don Evaristo Zuluub.<br />

El recurso retórico del paralelismo y la reiteración operaba en<br />

niveles múltiples en la larga carta de Zuluub. Aun mientras las dobles<br />

y triples repeticiones reverberaban intensificando palabras y<br />

frases dentro de pasajes largos ("así pues esta hora santa, así pues<br />

este día santo"), Zuluub oscilaba entre sucesivas y detalladas descripciones<br />

de ultrajes y la insistencia en sus pedidos de ayuda a<br />

Morley:<br />

En Xcacal, 20 de setiembre del año de los 1935 años. Y mi tercera<br />

carta. Así pues, cuan feliz sería si me consiguieras todas las cosas<br />

que te pido —-las armas y los aparejos— para que pueda proteger a la<br />

Bolla Santísima aquí en Guardia. Y una bandera te pido, para que<br />

pueda protegerme de los mexicanos. Pues se acumulan los santos<br />

días, se acumulan las santas horas desde que vine a Guardia, aquí al<br />

poblado de Xcacal. Diariamente se levantan para venir a causarme<br />

otra cosa mala a mí y a mi gente. Para atraparme. Aún no ha llegado<br />

la hora en que el Dios Verdadero les permita atraparme. Pues nunca<br />

me entregaré a ellos por nada. Veinte veces han venido al poblado de<br />

Xcacal. A Chunkulche se acercan para cerrarme los caminos, para<br />

esperarme. Se acercan a dos leguas de aquí. Se llevan cerdos y aves<br />

para comer, presuntamente. Así nomas, pues, se los llevan. Les piden<br />

que no los lleven, que paguen por ellos. Sacan sus pistolas, aprietan<br />

los cañones contra el corazón de una persona. No van a pagar. Lo que<br />

desean, se hace de inmediato. A causa de ellos [palabra indescifrable],<br />

a causa de que son muy malos hombres. Están haciéndonos de<br />

todo aquí, señor don jefe. Así te hago conocer lo que los federales nos<br />

hacen aquí en Santa Cruz, señor don jefe. Yo, Evaristo Zuluub.<br />

Para que ni Morley ni Villa dejaran de entender exactamente<br />

qué hacían los federales, Zuluub pidió a un sargento de su compañía<br />

que se explayara sobre el asunto ese mismo día: 10<br />

92<br />

En Xcacal poblado de Guardia, 20 de setiembre<br />

del año de los 1935 años.<br />

Así pues en este santo día, así pues en esta hora, aquí hago esta<br />

bendita carta para llegue a tus manos, para hacerte saber qué me<br />

hacen a mí estas gentes, estos federales, estos mexicanos. Cómo robaron<br />

santo maíz y cinco medidas de santo maíz, me lo arrebataron<br />

todo, cinco campos de maíz, santo maíz, me lo quitaron todo. Y medio<br />

acre de caña de azúcar, se comieron todo en mi pueblo de San José,<br />

allá en Tabi [un villorrio]. En cuanto se paran aquí enfrente [de mis<br />

campos] entran a cortar caña. Y así nomas se la comen toda. Así<br />

también el santo maíz, porque cuando el teniente don Evaristo Zuluub<br />

dejó su pueblo de Dzula, allí se ensañaron conmigo, porque estoy<br />

con él. Sólo porque me habían enviado a otra parte [ese día] no<br />

me mataron cuando embargaron todo lo mío. Señor don jefe, señor<br />

don Alfonso Villa, yo, el señor don Pedro Huuh, sargento, eso deseo,<br />

que saldes cuentas por mí, que hagas buena justicia para mí, que se<br />

me pague el santo maíz, todo.<br />

Las depredaciones de los soldados enemigos habían afligido y<br />

enfurecido a los rebeldes'mayas desde el siglo diecinueve. Desde el<br />

comienzo mismo de la Guerra de Castas, la destrucción de los maizales<br />

y las provisiones alimentarias era un objetivo estratégico de<br />

las expediciones enviadas para someter a los mayas. (Era una política<br />

dictada, como en todas las guerras, por el deseo de matar de<br />

hambre a los rebeldes y avituallar a los invasores.) Durante la primera<br />

década de este siglo, los maizales mayas continuaron siendo<br />

un objetivo de las patrullas de federales. En 1909 dos visitantes<br />

británicos de Quintana Roo observaron que "ahora la 'guerra' se<br />

reduce a la ocasional 'cacería' de un indio y al incendio de sus milpas<br />

o maizales". 11<br />

En las dos páginas siguientes de su carta a Morley, Zuluub cita<br />

un precedente histórico de su solicitud de asistencia militar, invocando<br />

las relaciones comerciales y diplomáticas de los rebeldes<br />

mayas con los británicos durante la Guerra de Castas y entonando<br />

el nombre de líderes reverenciados y despreciados de esa época:<br />

En Xcacal poblado de Guardia, 20 de setiembre del año de los 1935<br />

años. Y mi cuarta carta. Porque él, el comandante de policía Sebastián<br />

Canul y [indescifrable], son responsables de esta cosa [la persecución<br />

de Zuluub]. Y otra cosa digo, señores jefes, que se eche a los de Vigía<br />

Chico y Payo Obispo y Bacalar, porque esos sitios pertenecen a Santa<br />

Cruz. Así digo, haced el favor de expulsar a toda la gente de Vigía y<br />

Payo Obispo y Bacalar porque hace tiempo fueron guarniciones de<br />

nuestros difuntos y honorables padres, los líderes, padres de los ancianos<br />

en el distrito de Bacalar hace mucho en la época del difunto don<br />

93


»;-!"^!? -'r*••"•»*' •<br />

Bemadino Cen y en el tiempo del difunto don Román Pee, hace mucho<br />

aquí en Noh Cah Santa Cruz, don Aniceto Dzul y don José María<br />

Akiib y don Ilario Cab y don José María Canul y don José María Heron<br />

luk, y don Felipe Yama y don Reymundo Méndez. Ellos custodiaron<br />

el distrito de Bacalar. Desde tiempo atrás había pláticas con los<br />

señores ingleses en tiempos de don inglés, don mister Andrés Sin en la<br />

ciudad de Bacalar y en el poblado de Oxualakin y en el poblado de<br />

Tzucanela y Dziris y Chan Corosal y Chaac Iikin y Calderay Chan<br />

Santa Cruz y Noh Bec, el banco del inglés don mister Andrés Sin. Tbdo<br />

ese tiempo hablaron nuestros padres-líderes tiempo atrás, don Leonardo<br />

Pat, hace mucho. Yo, Evaristo Zuluub, así pues te digo también.<br />

Porque eso es lo que también deseo, que sea como hace mucho tiempo.<br />

Y mi quinta carta.<br />

En Xcacal poblado de Guardia, 20 de setiembre<br />

del año de los 1935 años.<br />

Así pues, señor don jefe, esto es lo que deseo, que expulses a los<br />

mexicanos de dondequiera estén, para que las cosas queden como hace<br />

mucho tiempo cuando nuestros grandes padres hablaban con los<br />

caballeros ingleses. Así también deseo que hablemos contigo, todos<br />

nosotros, para que las cosas sean como tiempo atrás, para que todo<br />

ande bien como en tiempos de nuestros difuntos y honorables padres<br />

de hace mucho, en los tiempos de don Juan Bautista Chue y don José<br />

Crescendo Pat, y don Venancio Pue y don Atanacio Puc. Ellos, todos<br />

los grandes de aquí en Noh Cah Santa Cruz, hablaron con la reina<br />

Victoria y los líderes ingleses del pueblo de Corozal tiempo atrás, con<br />

el secretario don José María Cach y don Julián Us y don Isidro Uh y<br />

don Augustin Barrera y don Atanasio Caamal. Ellos fueron los secretarios<br />

[escribas y consejeros] de nuestros padres-líderes hace mucho.<br />

Una vez más, ahora invocando inequívocamente las palabras<br />

del profeta Florentino Cituk, Zuluub interpela a Morley:<br />

Hubo muchos secretarios tiempo atrás, pero hoy somos pobres. No<br />

hay secretarios. Solo hay unos pocos, pero hoy no hay donde puedan<br />

acaecer mis palabras. Tbdos los caminos son cerrados por los mexicanos.<br />

Por tanto te digo, abre los caminos para nosotros, para que hablemos<br />

contigo, para que nos traigas lo que necesitamos aquí a Guardia,<br />

señor don jefe. Así es la verdad de mi palabra. Yo, don Evaristo<br />

Zuluub.<br />

Zuluub pudo haber concluido allí su carta. Pero continuó insistiendo<br />

en el irritante asunto de los forasteros que recogían chicle<br />

en las selvas de Quintana Roo.<br />

Y mi sexta carta.<br />

94<br />

En Xcacal poblado de Guardia, 20 de setiembre<br />

del año de los 1935 años.<br />

Y otra cosa te digo, señor don jefe, acerca de los chkleros. Ya han<br />

ido de veras a mi poblado de Dzula. Mil chicleros se apiñan allí. Están<br />

explotando todo el bosque de mi poblado de Dzula. Salda mis<br />

cuentas allí. Haz justicia, pues por dos temporadas ha sido de ellos, y<br />

hace dos años que ellos ganan dinero, así ganan el dinero. Pues fueron<br />

a causarme mal para que el bosque fuera de ellos, para que pudieran<br />

así ganar dinero. Por tanto te digo, si te llevan aña ese chicle,<br />

quítaselos. Porque ese producto es mío, lo extraen del bosque.de mi<br />

poblado. ¡Quítaselos sin miramientos! {No les pagues! Lo arreglaré<br />

contigo por [a cambio de] las armas que te pido. Porque ese producto<br />

es mi dinero y el de mi gente. Se lo llevan así, señor don jefe. Por tanto<br />

te digo cómo es todo, qué nos hacen los mexicanos, señor don jefe.<br />

Yo, Evaristo, Zuluub, hablo pues así contigo. Tbdo lo que te explico,<br />

cómo es todo, cómo es todo lo que hacen los mexicanos aquí en Noh<br />

Cah Santa Cruz, aquí en Guardia, señor don jefe, señor don Alfonso<br />

Vila, Nuestro Muy Verdadero Señor guarde vuestras santas almas.<br />

El es eterno, El es infinito, y no hay nadie más que El. Señor don jefe,<br />

soy Evaristo Zuluub.<br />

Cuando Morley y Villa leyeron la carta de Zuluub, llegaron a<br />

una conclusión reñida con los oscuros rumores que habían oído.<br />

Consideraron que Zuluub era un hombre "de apariencia humilde e<br />

inofensiva" y comenzaron "a dudar de la autenticidad de los múltiples<br />

crímenes que se le atribuyen 9 . 12 Luego descubrirían que la realidad<br />

era otra. Los subalternos de Zuluub tenían buenas razones para<br />

temer su cólera, y los relaciones de Zuluub con otros oficiales mayas<br />

eran tensas a veces. En su exilio de Xcacal Guardia, Zuluub sólo<br />

era segundo en autoridad y prestigio después del capitán Cituk, pero<br />

él, su familia y los miembros de la compañía nunca podrían olvidar<br />

que vivían, sembraban, cazaban y extraían chicle de los bosques<br />

locales gracias a la hospitalidad de otros que habían plantado esos<br />

chicozapotes tiempo atrás. Las tensiones políticas entre oficiales<br />

mayas afectaban directamente la vida de los exiliados de Dzula, y<br />

los incidentes menores entre granjeros, cazadores, chicleros y vecinos<br />

podían generar conflictos políticos entre los oficiales.<br />

En cualquier caso, mientras Alfonso Villa vivía en T\izik intentó<br />

acercarse a Zuluub. En diciembre de 1935 había ganado la<br />

"completa confidencia y simpatía" de Zuluub, o eso creía, y había<br />

persuadido a Zuluub de trabajar con su escriba en una autobiografía.<br />

"En esta labor de acercamiento lo más difícil ha sido desengañarlos<br />

de la ayuda que esperaban de los americanos sin debilitar la<br />

fuerza del prestigio de éstos [entre los mayas]". 13 Esa dificultad<br />

persistiría.<br />

95


Tratamiento regio<br />

En diciembre de 1935 una importante delegación de oficiales<br />

mayas respondió a las reiteradas invitaciones de Sylvanus Morley<br />

y fue a verlo a Chichón Itzá. Morley tenia esperanzas de que los oficiales<br />

fueran para Ver la relación de Alfonso con la Institución<br />

[Carnegie] y allanar el camino para la importante labor que él ha<br />

iniciado allá". 1 Los oficiales fueron, en cambio, para abordar cara a<br />

cara los asuntos tratados en la correspondencia del año anterior.<br />

Su arribo fue precedido por una carta del sacerdote principal<br />

de Xcacal Guardia, Pedro Pascual Barrera, un hombre anciano,<br />

medio ciego y recluido. Barrera, cuyos títulos eran "Patrono de la<br />

Cruz" y "Gran Padre", era el supremo servidor de la Santísima, la<br />

milagrosa cruz de Xcacal Guardia. El y sus seguidores se consideraban<br />

buenos católicos, aunque la Iglesia Católica Romana no lo<br />

habría visto así. Eso importaba poco, sin embargo, a esos mayas<br />

que durante tiempo habían tenido sus propios tratos con lo divino.<br />

El padre de Barrera había sido patrono, tal como su padre antes<br />

que él, cuando la cruz estaba guardada en la ciudad de Santa Cruz.<br />

El abuelo de Barrera, José María Barrera, tenía fama de ser el fundador<br />

de Santa Cruz y del culto de la Cruz que surgió allí en los<br />

primeros años de la Guerra de Castas. En esos primeros años el patrono<br />

era la principal figura de un triunvirato que servía a la divinidad,<br />

recibía sus pronunciamientos audibles e interpretaba el sentido<br />

de dichos pronunciamientos para los comandantes militares<br />

mayas y las gentes comunes.<br />

En la década de 1930 hacía tiempo que la cruz había dejado<br />

de hablar tan abiertamente, aunque, como patrono, Pedro Pascual<br />

Barrera pasaba muchas horas a solas con ella e interpretaba lo que<br />

ella decía: habitualmente se trataba de advertencias de infortunio<br />

inminente y exhortaciones a una mayor piedad. Barrera también<br />

designaba a los sacerdotes mayas subordinados, quienes lo asistían<br />

en las bodas, los bautismos y las misas cotidianas y especiales en la<br />

iglesia del altar central. Participaba en los consejos de oficiales,<br />

oyendo acusaciones de mala conducta, juzgando las culpas y deci-<br />

96<br />

m¡u.<br />

diendo sobre los castigos, y asesoraba sobre otros asuntos religiosos<br />

y civiles. El Patrono de la Cruz era el personaje más sagrado y reverenciado<br />

de la jerarquía del poblado sagrado, y su voz era irrefutable<br />

en asuntos religiosos. No trabajaba para alimentarse, vestirse<br />

ni tener techo, como otros hombres y mujeres mayas, aun de<br />

rango elevado, sino que era sostenido por fondos de las arcas de la<br />

iglesia (controladas, a la vez, por el capitán Cituk y el teniente Zuluub).2<br />

El sacerdote principal interpeló a Sylvanus Morley y Alfonso<br />

Villa en lo que debía de ser un cántico cadencioso mientras dictaba<br />

su carta:<br />

Asi es,<br />

aquí vienen<br />

el señor capitán,<br />

don Concepción Cituk,<br />

y el señor teniente,<br />

don Evaristo Zuluub,<br />

y el señor sargento,<br />

don Miguel Chan,<br />

y el señor sargento,<br />

don Pedro Huub,<br />

y el señor cabo,<br />

don Marselino Ake,<br />

y dos de los suyos,<br />

para visitarte allí en el poblado de Chickén<br />

para verte,<br />

también para que tú los veas,<br />

para que tú hables con ellos<br />

para que ellos también hablen contigo<br />

con benevolencia<br />

y amor.<br />

"Es preciso que hagáis acuerdos conmigo a través de ellos", dijo<br />

Barrera a Morley y Villa. "Sería muy feliz aquí, señores jefes, si<br />

lo que os digo así fuera. Ojalá podáis conseguir todas las cosas que<br />

os pido." La carta terminaba con una bendición y un recordatorio:<br />

"Muy en demasía proteja Nuestro Señor el Dios Verdadero vuestras<br />

santas almas. El es eterno, El es infinito, no hay otro más que EL" 3<br />

El 5 de diciembre dos individuos de Xcacal Guardia llegaron a<br />

Chichón Itzá y reconocieron el terreno para ver si sus superiores<br />

podían acercarse sin riesgo. Una hora y media después el grupo<br />

principal de oficiales y subalternos entró, alerta. Eran "suspicaces<br />

y recelosos de todo. ¿Quién es ese hombre?* ¿Es mexicano?' ¿Hay<br />

97


Pedro Pascual Barrera, Patrono de la Cruz<br />

federales acá?'." Los instalaron en la casa de huéspedes del proyecto<br />

de la Institución Carnegie, donde habitualmente se alejaban los<br />

oratorios de México y los Estados Unidos que los visitaban y por<br />

ktade cuatro oficiales (y otro hombre con aspiración a serlo) tuvlron<br />

su primera sesión con Morley y Villa. Pedro Castillo actuó<br />

COm °Mort P y r Ío1'saludó «en nombre de la Institución* y dijo "que los<br />

habían invitado para mostrarles qué hacíamos aquí y agasajarlos<br />

para que ellos comprendieran mejor qué * * f * * * ^ J ^<br />

entre ellos". Villa y Morley planeaban usar el encuentro para ha<br />

98<br />

1<br />

cerles entender que no les brindarían ningún auxilio de "índole política",<br />

aunque podían ofrecerles asistencia médica, ayuda en la comercialización<br />

del chicle y otras cosas. Pero cuando el capitán Cituk<br />

comenzó a hablar, pronto fue evidente que esperaba algo más.<br />

"Pude ver", señaló más tarde Morley, "que deseaban que yo les garantizara<br />

que los soldados mexicanos de Santa Cruz de Bravo no<br />

los atacarían, prohibiéndoles cazar aquí o construir milpas [maizales]<br />

allá o extraer chicle acullá, sino que les permitirían vivir en<br />

paz como antes". 5<br />

Morley interrumpió a Cituk para cambiar el cauce de la conversación,<br />

de la cual sólo podía haber captado el rumbo más general.<br />

Ordenó al intérprete que tradujera atentamente lo que iba a<br />

decir, evitando palabras tales como "maestro, Gobierno, mexicanos,<br />

Federales, Dzules [extranjeros]", que para los oficiales resultaban<br />

ofensivas, y tratando de "no incurrir en deslices verbales que, al<br />

tratar con estos indios, suelen ser de trascendencia". Luego Morley<br />

explicó a los oficiales que "era un forastero en México que trabajaba<br />

bajo las leyes del país y que, por muy amistoso que fuera con<br />

ellos, no podía participar en ninguna acción política, y que eso debía<br />

quedar claro antes de que continuáramos". El traductor de Morley<br />

repitió el mensaje varias veces, y Villa y Castillo aseguraron a<br />

Morley que "los indios comprendían mi posición, así como la posición<br />

de la Institución en México". Pero Villa luego anotó en su diario:<br />

"Al terminar nuestras pláticas me quedó la impresión de no haber<br />

alcanzado buen éxito. Creo que la forma pudo ser mejor". 6<br />

El primer encuentro trastabilló en parte porque los oficiales<br />

no confiaban en Pedro Castillo, el intérprete de Morley. Antes lo<br />

habían viste en compañía de un empleado de la Comisión Agraria<br />

Nacional, que entonces recorría la región. El mexicano intentó entrevistarlos<br />

y fotografiarlos, usando a Castillo como intérprete, lo<br />

cual "les causó cierta mortificación que aumentó cuando se entera<br />

ron de su procedencia y de su cargo [del mexicano]. Desde ese momento<br />

el Sr. Castillo ya no fue para ellos persona de confianza", y<br />

los oficiales dudaban que estuviera traduciendo fielmente lo que<br />

Morley les decía. 7<br />

Al día siguiente Villa llevó a los oficiales a visitar las ruinas,<br />

tratando de evitar más encuentros inoportunos con otros visitantes.<br />

Chichén Itzá había cambiado mucho en los últimos doce años,<br />

desde que la Institución Carnegie había iniciado sus labores allí. Se<br />

habían construido muchos refugios pequeños para albergar al personal<br />

y los peones, y se habían efectuado reparaciones en la iglesia<br />

y la gran casa de la vieja hacienda. El gobierno mexicano también<br />

trabajaba allí y había construido oficinas para el personal de investigación<br />

y los que controlaban todas las actividades del área.<br />

99


En cuanto a las ruinas, se habían reforzado muchas de las antiguas<br />

estructuras para impedir un mayor deterioro, mientras que<br />

otras se habían restaurado devolviéndoles algo de su condición original.<br />

El efecto de dicha restauración era notable. El Ministerio de<br />

Educación de México trabajaba en la pirámide más alta de Chichén<br />

Itzá, el Castillo, reinstalando en dos de sus cuatro lados las tallas<br />

de piedra que habían permanecido tiradas durante siglos, reponiendo<br />

dos grandes cabezas de serpiente en la base de la escalera<br />

norte de la pirámide y otras más pequeñas que flanqueaban el pórtico<br />

de un templo totalmente refaccionado en la cúspide. Los mexicanos<br />

también habían restaurado las paredes caídas del Gran<br />

Campo de Pelota, así como la esquina sudeste del Templo de los Jaguares.<br />

La Institución Carnegie, entretanto, se había puesto a trabajar<br />

en un "sencillo y poco interesante túmulo" al nordeste del Castillo.<br />

Cortaron y quemaron los matorrales que habían crecido en el<br />

túmulo desde que un arqueólogo, Alfred Maudslay, lo había despejado<br />

más de treinta años atrás. Se cavaron trincheras de exploración<br />

en el túmulo para revelar su interior y su estructura subyacente.<br />

Se alzaron las columnas caídas, se reconstruyeron las paredes,<br />

se ensamblaron e instalaron objetos esculpidos, incluyendo las<br />

columnas-serpiente del templo y los frisos de piedra, las máscaras<br />

y paneles que habían adornado el exterior del templo y la pirámide<br />

baja sobre la cual se erguía. Más de cien bloques pintados de piedra<br />

se retiraron para ponerlos a buen recaudo en lo que había sido la<br />

iglesia de la hacienda. Tras muchas temporadas de esfuerzo, lo que<br />

había sido un amorfo montón de escombros tapados por la selva se<br />

transformó en el "más complejo y magnífico edificio de la ciudad",<br />

el Templo de los Guerreros con su contiguo Patio de las Mil Columnas.<br />

8<br />

Otras estructuras ruinosas recibieron un tratamiento similar.<br />

El trabajo era agotador, prolongado y a veces peligroso, por no mencionar<br />

el coste. Estaba auspiciado por el gobierno mexicano y la<br />

Institución Carnegie (más algunos patrocinadores privados de los<br />

Estados Unidos) aunque la restauración casi carecía de mérito<br />

científico. La ciencia estaba en la arqueología, en lo que se podía<br />

aprender sobre cada túmulo desarmándolo pieza por pieza, capa<br />

por capa, hasta que sólo quedaban los elementos desmantelados de<br />

esa antigua estructura desperdigados en el suelo o almacenados en<br />

depósitos y museos. El arqueólogo, desde luego, debía registrar meticulosamente<br />

la posición, las dimensiones y las características de<br />

cada fragmento extraído. La reconstrucción informativa de la ruina<br />

era menos urgente: sólo se podía realizar en el papel según la versión<br />

del artista (y hoy, desde luego, con diseños gráficos efectuados<br />

100<br />

Morley, Cituk, Zuluuby Vdla en Chichén Itzá, diciembre de 1935<br />

con ordenador). Morley seguía la firme política, al dirigir la restauración,<br />

de que ninguna piedra caída se colocara en un sitio a menos<br />

que los restauradores estuvieran seguros de que allí debía estar, es<br />

decir, a menos que ya supieran cómo debían lucir el edificio, el friso,<br />

las bandas de piedra tallada alrededor de un templo.<br />

La destrucción de grandes restos arquitectónicos —carnicería<br />

o autopsia— quedaba totalmente descartada, al igual que hoy; des-<br />

101


pues de la excavación se requería un grado de reparación y restauración<br />

por razones éticas: para preservar, al contrario de los saqueadores<br />

y los vándalos, la integridad de los emplazamientos históricos<br />

y los tesoros nacionales. 9 Morley y su superior en la Institución<br />

Carnegie, Alfred Kidder, también presentaron algunos argumentos<br />

científicos a favor de la preservación y la restauración limitada.<br />

(La restauración completa de todas las ruinas no era posible.)<br />

Primero, aunque Morley y su personal eran investigadores excepcionalmente<br />

hábiles y meticulosos, creían que las ruinas debían<br />

quedar en tal condición que los arqueólogos futuros pudieran corregir<br />

las observaciones originales o complementarlas a la luz de los<br />

nuevos problemas que se investigaran. Segundo, el trabajo de reconstruir<br />

un templo maya, en algunos casos desde los cimientos,<br />

constituía una experiencia de aprendizaje que podía ofrecer imprevistas<br />

visiones de los principios y técnicas de arquitectura y construcción<br />

mayas. /<br />

Pero ésos no eran los únicos motivos que habían impulsado<br />

El Castillo de Chichén Itzá<br />

102<br />

¿s<br />

años de costosa restauración en Chichén Itzá, financiada por la Institución<br />

Carnegie. Alfred Kidder entendía que "una vez reconstruidos<br />

todos los edificios debían ser comprensibles y bellos. ... No se<br />

deben pasar por alto los valores subjetivos. Se debe procurar la belleza,<br />

en detalle y en masa". No la belleza de las pirámides, templos,<br />

campos de pelota, plataformas y demás, restauradas a su condición<br />

aparentemente prístina, sino la belleza de ruinas sólo parcialmente<br />

restauradas y visiblemente tocadas por el "genio de la desolación"<br />

que durante siglos había "dominado esta espantosa soledad" (como<br />

había dicho un visitante anterior, B. M. Norman). De nuevo Kidder:<br />

"Una restauración poco inteligente [es decir, excesiva], por precisa<br />

que sea, destruye la belleza y así despoja a las antiguas estructuras<br />

de su efecto psicológico más importante. El mero hecho de la ruina<br />

induce a reparar en la inevitable e implacable erosión del tiempo y<br />

produce en el observador la actitud anímica apropiada para captar<br />

la significación más profunda de lo que ve". 10<br />

Por lo tanto, algunas columnas caídas se levantaron de nuevo,<br />

pero otras se dejaron tal como estaban, aunque en las inmediaciones<br />

se cortaron y quemaron las malezas para que el visitante tuviera<br />

una visión limpia del deterioro. Se restauraron los templos, pero<br />

algunas ruinas reparables se dejaron tal como se habían hallado.<br />

¿El extraordinario esfuerzo dedicado a este proyecto sólo estaba<br />

destinado a inducir en el observador de Chichén Itzá "la actitud<br />

anímica apropiada"? En absoluto. Se calculaba que la obra de restauración,<br />

como inversión, arrojaría muy tangibles dividendos durante<br />

muchos años, es decir, fondos públicos y privados para la investigación<br />

arqueológica y antropológica. Una vez más, Kidder era<br />

deliciosamente explícito en este sentido:<br />

Si Chichén Itzá se puede mantener interesante y bella, sin duda<br />

se transformará en Meca de los viajeros, y de paso constituirá un valioso<br />

patrimonio para la arqueología que, como todas las demás ciencias,<br />

necesita sus "escaparates". No se puede esperar que el público<br />

capte al comienzo sus propósitos más recónditos, pero se debe despertar<br />

el interés público y se debe lograr una eventual comprensión<br />

pública si deseamos que avance la arqueología; pues, en última instancia,<br />

del público procede todo respaldo a las empresas científicas. 11<br />

Cabe suponer que Chichén Itzá fue erigida al mando de una<br />

elite maya para comunicar a la sociedad la inmanencia de dioses<br />

abstrusos y el imperativo de obedecer a los dueños del poder. Chichón<br />

Itzá fue resucitada para comunicar a una sociedad muy diferente<br />

el misterio de una civilización perdida y el valor de realizar<br />

gastos públicos para respaldar a quienes prometían resolver el misterio.<br />

Cuando se concluyó la restauración de varias estructuras,<br />

103


Morley recibió con creciente frecuencia a dignatarios mexicanos y<br />

norteamericanos como peregrinos de su Meca del Nuevo Mundo,<br />

una excursión que muchas decenas de miles de personas comunes<br />

hemos realizado desde entonces. En cuanto a los visitantes mayas<br />

de Quintana Roo, quedaron también impresionados, aunque, como<br />

de costumbre, de maneras que Morley encontraba exasperantemente<br />

distintas.<br />

Aunque por momentos los oficiales mayas llamaban a Morley<br />

"el hombre importante de Chichén", creían que había otro mucho<br />

más importante que éL Los mayas habían meditado largamente sobre<br />

el destino obviamente catastrófico de sus antiguos predecesores,<br />

quienes habían construido las grandes ruinas que salpican la<br />

región, habían luchado tiempo atrás contra los españoles y habían<br />

desaparecido en medio de la derrota o la ofuscación. En algunas leyendas<br />

mayas los miembros de esa antigua raza aún viven en una<br />

tierra distante hacia el este, u ocultos bajo el suelo, o inmovilizados<br />

como seres encantados similares a las imágenes talladas que abundan<br />

entre los templos y pirámides en ruinas. Los mayas han creído<br />

que esos predecesores, dondequiera estén, viven y aguardan el momento<br />

del retorno. Chichén Itzá parecía una morada probable para<br />

esos seres misteriosos, y los mayas hablan de un rey durmiente que<br />

reside allí hasta hoy, y sus leales subordinados habitan los pasajes<br />

de agua subterráneos que entrecruzan la península. 12 Este rey encantado<br />

sostiene una trompeta que se acerca cada vez más a sus labios<br />

con el paso de cada nuevo año, y eventualmente la hará sonar<br />

en los Días Finales, anunciando el Armagedón.<br />

Mientras Villa les mostraba el lugar, los oficiales manifestaban<br />

gran interés en todo lo que veían, particularmente en el Gran<br />

Campo de Pelota, la mayor cancha de pelota prehispánica de Mesoamérica.<br />

El sonido se transmite admirablemente dentro del ancho<br />

canal que forman esas dos altas paredes, y Villa observó que<br />

104<br />

El fenómeno los interesó tanto que, por más de quince minutos<br />

permanecimos debajo de uno de los anillos repitiendo frases y nombres,<br />

que luego se multiplicaban indefinidamente. Para ellos esto no<br />

era sino una prueba palpable de la corriente versión de ser las antiguas<br />

ciudades mayas lugares encantados habitados en su subsuelo<br />

por las almas de sus viejos pobladores. De esta manera, al oír el eco,<br />

no lo aceptaban como un producto de acústica sino como la directa<br />

comunicación con sus ancestros, que demostraban así su existencia<br />

real.<br />

Más tarde Villa escribió:<br />

Estimulado, quizá, por esta experiencia, el capitán Cituk me hizo<br />

allí mismo la siguiente relación: "En los tiempos muy antiguos, cuando<br />

los Blancos llegaron, se hizo un torneo para ver cuál de los dos reyes<br />

era más poderoso, si el de los Dzules [extranjeros] o el de los Indios.<br />

Para esto, se acordó nombrar vencedor al que consiguiese llevar<br />

una tortilla caliente de Mérida a Tulum, pasando por Chichén Itzá.<br />

El rey de los indios corriendo a caballo sobre la 'soga viviente* que, en<br />

esos tiempos unía por los aires a todas las ciudades mayas, pronto<br />

llegó a su destino ganándose el premio. El rey de los Dzules corriendo<br />

entre montes y pedregales no pudo jamás imitarlo". 13<br />

Hoy los oficiales .recuerdan que la delegación oyó la voz de miles<br />

de sus antiguos predecesores, cilankabob, viniendo desde las<br />

paredes de la Cancha de Pelota, cubiertas con bajorrelieves de forma<br />

humana. También dicen que Morley les contó que el templo de<br />

un extremo del Gran Campo de Pelota era la oficina del rey maya.<br />

Dicen que el capitán Cituk y el sargento Chaac entablaron un diálogo<br />

con el monarca a través del largo campo de juego. "¡Bien, hola!",<br />

cüjo el capitán.<br />

Bien, vine a visitarte, señor rey,<br />

aquí en la ciudad de Chichén Itzá.<br />

Porque desde tiempo atrás, desde que se estableció el mundo,<br />

sabemos que estás aquí, majestad.<br />

Vinimos a visitarte. Vinimos a saludarte. Vinimos<br />

a cumplir nuestro deber, aquí en la ciudad de Chichén,<br />

aquí donde está tu recinto.<br />

Aquí estamos conversando así. Dios te hizo señor. Hemos<br />

venido a visitarte.<br />

El sargento Chaac habló en nombre del rey:<br />

Bien.<br />

Tú, don Concepción Cituk,<br />

eres tú, soy feliz.<br />

Ven a visitarme aquí en el corazón de mi ciudad, aquí<br />

en la ciudad de Chichén Itzá.<br />

Soy muy feliz con todo lo que se dice<br />

[acerca de] cómo aconteció que aconteció la revolución<br />

aquí en la ciudad de Chichén.<br />

El rey pasó a indicar las enormes proporciones de su residencia,<br />

reflejos de la majestuosidad de su cuerpo y la grandeza de su<br />

poder. Sin embargo, la audiencia fue breve.<br />

105


El Gran Campo de Pelota de Ckichén Itzá<br />

Mientras el rey de los mayas y los ocultos Zilankabob les hablaban<br />

desde el más allá, los oficiales también repararon en las<br />

muchas serpientes emplumadas que adornaban los templos de Chichén<br />

Itzá —especialmente las grandes cabezas de serpiente de la<br />

base del Castillo—, seres que, aunque de piedra, también viven<br />

aguardando el día en que despertarán para alimentarse de carne<br />

humana. Esto ocurrirá, dicen los mayas, si no logran defenderse<br />

contra el acechante dominio de los extranjeros; si ellos no logran<br />

vencer en una guerra humana, estas criaturas despertarán para<br />

iC^ desatar una guerra apocalíptica. La misión de las oficiales era<br />

aplacar a esas bestias encantadas.<br />

^ Tras recorrer las ruinas, los oficiales se reunieron nuevamente<br />

con Morley y Tilla, sin la presencia del intérprete Castillo, y repitieron<br />

sus insistentes requerimientos: ser anexados por los Estados<br />

Unidos, recibir una bandera de los Estados Unidos y el sello de<br />

su gobierno, y desde luego "armas suficientes para su defensa".<br />

Morley y Villa procuraron "con suma cautela" explicar que los re-<br />

106<br />

querimientos eran imposibles de satisfacer y además innecesarios,<br />

pues "en la actualidad nadie intentaba hacerles daño" ni adueñarse<br />

de sus bosques y tierras. Morley dijo que hablaría con el gobernador<br />

militar del territorio, el general Rafael Melgar, pidiéndole que<br />

pusiera fin a los ultrajes cometidos por los federales; y se<br />

pondría en contacto con un comerciante de chicle que conocía,<br />

quien podría comprar el chicle de los oficiales a buen precio. Por último,<br />

Morley prometió visitar el altar de Xcacal Guardia el año siguiente.<br />

14<br />

Para que todo esto resultara más digerible, Morley ofreció enviar<br />

a los oficiales juegos de campanillas para las misas celebradas<br />

en cada una de las aldeas principales del conglomerado de Xcacal<br />

Guardia, así como doce metros de seda para envolver las cruces,<br />

mientras que Villa prometió llevar medicamentos, incienso, espejos<br />

como los que adornan los altares y cruces mayas, y "otras baratijas<br />

de escaso valor". "La reunión tocó a su fin en medio de general contento",<br />

señala Villa. 15<br />

Durante los dos días siguientes, los oficiales fueron invitados<br />

a una danza a la que asistieron trescientas personas de los poblados<br />

vecinos, y a ver las películas mudas exhibidas por un sirio itinerante<br />

con un proyector manual "antediluviano". Entre los filmes<br />

que vieron se hallaba uno de los primeros en que rodó Charlie Chaplin.<br />

Morley pensó que era suficientemente simple como para que<br />

los oficiales comprendieran y la exhibición le pareció un "rotundo<br />

éxito", aunque según Villa fue "una función cinematográfica que casi<br />

no les llamó la atención". En otra reunión con Morley, los oficiales<br />

acordaron construir una casa para Villa en Tuzik, y en una sesión<br />

privada con Villa y Morley, el teniente Zuluub se explayó nuevamente<br />

sobre sus ordalías personales de los años anteriores, pidiendo<br />

asistencia a Morley. (Morley y Villa, tras haberlo interrogado<br />

—"lo sometimos a un interrogatorio 'detectivesco^— estaban casi<br />

convencidos de que era inofensivo y convinieron en hablar también<br />

en favor de Zuluub ante el general Melgar). 16<br />

Al despedirse, los oficiales pidieron a Villa que les llevara varias<br />

cosas cuando regresara a Tuzik: medicamentos para tratar la<br />

esterilidad femenina y las irregularidades menstruales, tintura capilar<br />

para un hombre preocupado por sus canas y varios elementos<br />

escolares. (Aunque la mayoría de los oficiales se negaban rotundamente<br />

a permitir que el gobierno federal instalara escuelas primarias<br />

en los poblados —escuelas a cargo de maestros mexicanos que<br />

enseñarían en español—, hacía tiempo que inducían a sus secretarios<br />

a enseñar a algunos niños a leer y escribir en maya yucateco,<br />

para permitir la continuidad de esa aptitud tan esencial para los<br />

gobernantes mayas.) Los oficiales se llevaron otros obsequios de los<br />

107


Morley y de Villa: quinina, purgantes, antisépticos, vendas, cinta<br />

adhesiva, revistas y "anuncios de color". 17 También partieron con<br />

una carta dirigida al Patrono de la Cruz, Pedro Pascual Barrera, a<br />

quien Morley procuraba aclarar por escrito lo que había dicho a la<br />

delegación. Morley ya no eludía la cuestión de la alianza y las armas<br />

(en todo caso, ya no había confusiones en cuanto a lo que pedían<br />

los oficiales) pero rechazaba sin rodeos esos requerimientos en<br />

términos inequívocos. Desdé la "Antigua Ciudad de Chichén Itzá",<br />

Morley escribió:<br />

He recibido a tus amigos, los arriba nombrados, así como a los<br />

hombres que los acompañaban, con toda cordialidad, y les he mostrado<br />

mi casa aquí en Chichén Itzá, y cómo vivo. Ellos te contarán todo<br />

lo que han visto y te dirán que sólo siento cordialidad hacia tu gente.<br />

Estos hombres te contarán de qué hablamos y te dirán que quiero<br />

ayudarte de todas las maneras en que sea adecuado hacerlo.<br />

Has de saber que he dicho a los hombres de tu pueblo que soy forastero<br />

en este país y debo obedecer las leyes de este país tal como tú<br />

y tu pueblo deben obedecer esas mismas leyes para vivir en paz y<br />

amor. El buen Señor desea que todos vivamos en amistad y paz, y eso<br />

te aconsejo. 18<br />

Sin embargo, en la traducción, las palabras de Morley al sacerdote<br />

maya distaban de no ser equívocas. "Quiero ayudarte de todas<br />

las maneras en que sea adecuado hacerlo" se trasladó al maya<br />

yucateco como "Quiero ayudarte de todas las maneras posibles".<br />

Donde Morley hablaba del "país" donde era un forastero y cuyas leyes<br />

debía obedecer, los oficiales, no familiarizados con las abstracciones<br />

del nacionalismo y la ciudadanía modernas, habrían leído<br />

"poblado" o "aldea". Buscando una versión ajustada de la palabra<br />

inglesa laws, el traductor de Morley escribió cUmahthan, un vocablo<br />

que los oficiales leerían como "divinos mandamientos". (Sin<br />

saber si leerían esto correctamente, el traductor insertó una glosa<br />

española entre paréntesis, "leyes". Pero para estos mayas ley significaba<br />

azotaina o ejecución; la combinación de esa palabra con<br />

almahthan sugería pues mandamientos divinos y un duro castigo<br />

por las infracciones.) Análogamente, la ansiada paz de la cual escribía<br />

Morley fue inexplicablemente vertida con una inusitada palabra<br />

compuesta, homanolal, una de cuyas raíces sugiere "camiios<br />

abiertos" y la otra "ánimo, voluntad"; juntas se podrían interpretar<br />

como una apertura recíproca entre los pueblos. 19 Así, cuando la<br />

carta se leyó en voz alta en Xcacal Guardia, Barrera probablemente<br />

oyó que Morley ayudaría a los oficiales de todos los modos posibles;<br />

que Morley, como ellos, entendía que la gente debía obedecer<br />

los mandamientos del Dios Verdadero, que regulan la vida de los<br />

108<br />

pueblos y aldeas tal como es voluntad de Dios que ocurra; y que como<br />

resultado podría haber una apertura de un pueblo hacia el otro<br />

(incluida la libertad de comunicación y comercio que los oficiales<br />

buscaban y que los mexicanos impedían). Los oficiales estarían<br />

muy complacidos.<br />

Sin embargo, en ese carta Morley también decía que consideraba<br />

al general mexicano Rafael Melgar, gobernador militar del<br />

territorio de Quintana Roo, el "nokochjefe [gran jefe] de todas las<br />

tierras que hay en los lugares donde vosotros vivís". El mensaje de<br />

Morley en maya era pues confuso. De un modo u otro, al margen de<br />

cómo lo interpretaran, los oficiales no consideraron que ésta fuera<br />

la última palabra de Morley, y los esfuerzos para persuadirlo continuaron.<br />

«<br />

A fines de febrero de 1936 Morley aceptó una invitación para<br />

asistir a un festival en Xcacal Guardia. Se trataba de. uno de los<br />

dos festivales realizados regularmente allí por los mayas de la región.<br />

Uno celebraba el día de la Virgen de la Concepción a principios<br />

de diciembre, y el otro el día de la Santa Cruz a principios de<br />

mayo. Morley asistiría al primero, que se había postergado desde<br />

diciembre de 1935 porque la mala cosecha había dejado a los mayas<br />

sin recursos para ese costoso acontecimiento. Excitado-por su<br />

inminente visita al centro sagrado, Morley escribió a sus patrocinadores<br />

de la Institución Carnegie que él y su esposa estaban "muy<br />

ansiosos de viajar allá", en parte, sin duda, para reforzar la posición<br />

de Villa en la región. El trabajo que estaba realizando Villa,<br />

escribió además, era de primera clase y de suma urgencia: "Llegamos<br />

justo a tiempo. Las costumbres están cambiando. Las intrusiones<br />

externas aumentan. El viejo orden está desapareciendo y debemos<br />

registrar sus manifestaciones ahora o nunca". 20<br />

En cuanto a los oficiales, la asistencia de Morley y sus obsequios<br />

para el altar servirían como indicios de su sinceridad. Hoy los<br />

oficiales mayas explican que le indicaron qué llevar: no querían dinero,<br />

sino que Morley debía llevar varias cajas de velas, cohetes,<br />

paños para el altar, y dos o tres juegos de campanillas para misa,<br />

todo ello para usarlo en las ceremonias e iglesias. Aunque los hombres<br />

quizá no lo aclararon, estos objetos, más que indicios de buenas<br />

intenciones, serían ofrendas rituales a la divinidad. Así, pensaban<br />

ellos, el Dios Verdadero vería la virtud del corazón de Morley y<br />

lo ayudaría "en sus reflexiones". Es decir, ayudaría a Morley a ayudar<br />

a los oficiales.<br />

Estaban desesperados por su asistencia. Desde sus encuentros<br />

en diciembre, y a pesar de las frases tranquilizadoras que habían<br />

oído, el temor a una agresión mexicana había aumentado. A<br />

fines de enero varios oficiales visitaron a Villa en Tuzik para comu-<br />

109


nicarle rumores de una inminente ofensiva de los federales contra<br />

sus poblados. Sólo una aldea maya del centro de Quintana Roo había<br />

permitido que los maestros enseñaran allí, y el gobierno federal,<br />

cansándose de tantos desafíos a la autoridad civil, se disponía a<br />

enviar soldados para afirmarla. Más aun, los mexicanos de Santa<br />

Cruz estaban alarmados porque se hablaba de una inminente insurrección<br />

maya instigada por extranjeros que vivían entre ellos; un<br />

mercader itinerante aparentemente se había enterado de la presencia<br />

de Villa en Tuzik. En respuesta a estas novedades, Villa fue<br />

a Santa Cruz para convencer a las autoridades de que su trabajo<br />

entre los mayas era positivo para el gobierno mexicano. Le dijeron<br />

que aun así necesitaría el permiso del general Melgar para tales<br />

investigaciones, y que el ejército recurriría a la fuerza, si era necesario,<br />

para asegurarse de que aceptaran las escuelas federales, a<br />

partir de marzo. Entretanto, cientos de federales iniciaron la construcción<br />

de una carretera que conectaba Peto, en Yucatán, con Santa<br />

Cruz. Esa carretera pasaría a siete kilómetros del poblado del<br />

capitán Cituk, Xmaben. 21<br />

Paulino Yama y Apolinario Itza visitaron nuevamente a Villa<br />

a principios de febrero para pedir que los norteamericanos invadieran<br />

urgentemente su territorio, prometiendo que si los norteamericanos<br />

establecían escuelas en sus poblados, todos los niños asistirían,<br />

y aun los adultos. Villa volvió a explicar, tal como lo había<br />

hecho al regresar de Santa Cruz unos días antes, que los norteamericanos<br />

no intervendrían en "cuestiones políticas", que era inútil<br />

que los oficiales resistieran la autoridad mexicana, y que nadie tenía<br />

intenciones de arrebatarles las tierras ni de esclavizarlos. Pero<br />

los oficiales mayas aún se resistían a aceptar que ahora eran, gustárales<br />

o no, ciudadanos de México. 22<br />

En la mañana del 26 de febrero Sylvanus Morley partió de<br />

Chichón Itzá con destino a Xcacal Guardia, acompañado por su esposa<br />

Frances Rhoads Morley, su secretaria personal Helga Larsen,<br />

su intérprete Pedro Castillo y dos muleteros. 23 El primer día lograron<br />

recorrer unos treinta kilómetros hacia el sur y llegaron a la aldea<br />

de Chanchichimila, donde se reunieron con Alfonso Villa, quien<br />

regresaba de un viaje a Yucatán con su esposa Dolores Gómez, su<br />

asistente de campo Edilberto Cerne y la cuñada de Cerne, quien comenzaría<br />

a trabajar como criada de Villa en Tuzik. El numeroso<br />

grupo pernoctó allí, y reanudó el viaje la mañana siguiente. Pronto<br />

dejaron atrás el estado de Yucatán para internarse en el territorio<br />

de Quintana Roo. El sol era "aplastante" y el paisaje turbador y desolado,<br />

"una selva fantasma [donde] el sol había calcinado las hojas<br />

dejándolas pardas y quebradizas, y las enmarañadas ramas eran<br />

de color gris plateado. ...No se veía una sola planta verde". 24<br />

110<br />

Tras recorrer otra veintena de kilómetros, decidieron descansar<br />

en Tihosuco, una localidad fronteriza situada cerca de lo que<br />

había sido el epicentro de los más prolongados y desesperados combates<br />

de la Guerra de Castas. Hacía tiempo que el pueblo estaba<br />

decrépito y abandonado, aunque más de cien familias mayas se<br />

habían vuelto a instalar allí y el gobierno había construido una<br />

nueva escuela. La iglesia, antes imponente, con el frente despedazado<br />

durante la guerra, se erguía sobre la plaza central de ese pueblo<br />

fantasma. "Cuánto peor es la destrucción realizada por la mano<br />

del hombre que la lenta erosión del tiempo", anotó la secretaria de<br />

Morley en su diario, sin duda teniendo en cuenta las ruinas<br />

de Chichén Itzá, "y cuánto más triste es una ruina de nuestra propia<br />

época que las antiguas ruinas de razas desaparecidas." La mayor<br />

parte del grupo de Morley buscó refugio en la nueva escuela,<br />

mientras los Morley se instalaban en la iglesia, donde sufrieron toda<br />

la noche el acoso de murciélagos y algunos cerdos gruñones con<br />

quienes compartieron las ruinas. 25<br />

Partieron de Tihosuco por la mañana temprano, y mientras<br />

enfilaban hacia el sur la selva se volvía más alta y densa y el sendero<br />

resecado por el sol se transformaba en "un angosto y verde túnel<br />

donde una luz tenue y crepuscular se filtraba entre las verdes<br />

hojas, dando descanso a los ojos y volviendo el viaje fresco y confortable".<br />

Así continuó durante kilómetros, hasta que<br />

algo nos dijo que estábamos atravesando lo que había sido un pueblo.<br />

Al principio no supimos qué nos lo indicaba, pero pronto vimos<br />

una hilera de piedras a lo largo del sendero, un antiguo parapeto de<br />

piedra ahora desmoronado. Formas sombrías sobresalían contra las<br />

más profundas sombras de la selva. Fragmentos de paredes cubiertas<br />

de vegetación: una ciudad entera hundida en los matorrales. Ni<br />

un solo edificio permanecía en pie, y aún se distinguían las líneas ondulantes<br />

de las paredes bajo el peso de la vegetación. Estas pronto<br />

cesaron y la selva continuó de nuevo sin interrupción. Habíamos<br />

atravesado otra ciudad fantasma de la Guerra de Castas, y la selva<br />

había tardado poco menos de cien años en devorarla. 26<br />

No había pueblos habitados entre Tihosuco y los alrededores<br />

de Xcacal Guardia, adonde Morley y su grupo no podrían llegar ese<br />

día, así que al cabo de veinticinco kilómetros y tras una lluvia torrencial<br />

se dispusieron a pernoctar en un pequeño campamento<br />

usado por los chicleros y los mercaderes itinerantes.<br />

Partieron nuevamente al romper el alba y quince kilómetros<br />

después notaron que el sendero se angostaba peligrosamente, amenazando<br />

con desaparecer del todo, hasta que de pronto se encontraron<br />

en el pueblo de Tuzik. Sin embargo, no pudieron quedarse allí,<br />

111


pues el festival de Xcacal Guardia comenzaría la mañana siguiente.<br />

Así que recorrieron los kilómetros que les quedaban hasta el<br />

pueblo sagrado, ahora escoltados por el oficial superior de Tuzik, el<br />

cabo Marselino Ake. Ál cabo de una hora y media empezaron a<br />

atravesar maizales, y la estrecha senda que seguían se ensanchó<br />

hasta transformarse en carretera, y tras cruzar un risco bajo tuvieron<br />

el pueblo a la vista.


llamaban el "Rosario". Cuando la cortina que cubría una puerta angosta<br />

que comunicaba con el recinto se corrió para dejar pasar al<br />

sacerdote, Morley y Villa pudieron atisbar un colorido altar y una<br />

hilera de velas de cera de abeja encendidas que arrojó un breve y<br />

cálido fulgor hacia la iglesia en penumbras. Luego se retiraron a la<br />

choza para dormir un poco antes del inicio de las festividades.<br />

A las dos de la mañana, despertaron al grupo de Morley para<br />

llevarlo a un refugio en medio de la aldea, donde una "enumeración"<br />

y una danza pronto inaugurarían oficialmente el festival. En<br />

ese refugio encontraron a todos los oficiales mayas y a muchos subordinados<br />

reunidos alrededor de una mesa a la cual había sentados<br />

dos escribas, Apolinario Itza y Antonio Xiu. Los escribas anotaban<br />

el nombre de los hombres y mujeres que se encargarían de<br />

diversos aspectos de las inminentes festividades, funcionando en<br />

papeles oficiales cuyos títulos se remontaban a la vida de las haciendas<br />

del Yucatán que los rebeldes mayas habían abandonado décadas<br />

antes: Gran Señor de la Hacienda, Gran Señora de la Hacienda,<br />

Joven Señor de la Hacienda (el hijo), Joven Señora de la<br />

Hacienda (la hija), Primer Mayordomo, Segundo Mayordomo (y su<br />

esposa), Primer Caporal (y su esposa), Segundo Caporal (y su esposa),<br />

Vaqueros (y sus esposas), Vaqueras, Primer Cuidador de Chiqueros<br />

(y su esposa), Segundo Cuidador de Chiqueros (y su esposa).<br />

5 »<br />

Cuando el documento estuvo preparado, Apolinario Itza, secretario<br />

de Cituk, se levantó para leerlo en voz alta. Según Villa,<br />

"el acto parecía importante pues todos se levantaron para escucharlo<br />

con la mayor atención". Pero a medida que Itza leía se echaron<br />

a reír con creciente desenfreno, pues el documento estaba redactado<br />

en una vena humorística y después del nombre de cada<br />

persona "elegida" había una frase que satirizaba una característica<br />

o afectación del individuo. Por ejemplo, uno que era torpe para bailar<br />

recibía el título de "verdadero maestro de la danza"; su esposa,<br />

de semblante serio y grave, era llamada "la risueña"; al avaro lo<br />

llamaban "el que reparte cigarros"; un gurrumino era llamado<br />

"vendedor de huevos", y su esposa, "la que guarda el dinero de los<br />

huevos", y así sucesivamente. 33<br />

Inmediatamente después de la lectura de la lista, las Vaqueras<br />

y los compañeros escogidos para ellas bailaron la primera ronda<br />

de la danza lenta conocida como la Vaquería, en la cual una hilera<br />

de varones enfrenta a una hilera de mujeres para bailar al son<br />

de violines, tambores y cornetas, sin tocarse ni mirarse. "Las muchachas",<br />

observó Helga Larsen, "no lo disfrutaban como una diversión<br />

sino como si ejecutaran un rito religioso." Morley y sus compañeros<br />

pronto se retiraron a la barraca del teniente Zuluub, donde<br />

114<br />

les dieron tortillas calientes y chocolate caliente tradicional condimentado<br />

con chile, y donde observaron a docenas de mujeres preparando<br />

tortillas. "Aunque no podíamos hablarles, la cordialidad y la<br />

voluntad reinaban por doquier." 34<br />

Al romper el día estallaron cohetes proclamando la "siembra"<br />

ritual del "árbol de algodón de seda" (yae&'), el cual habían talado<br />

e introducido en el pueblo el día anterior. Aunque lo llamaban algodón<br />

de seda, como el árbol donde está arraigada la cosmología maya,<br />

pues asciende desde el centro del mundo a través de múltiples<br />

capas celestiales, era en verdad un prosaico, aunque económicamente<br />

importante, chicozapote (ya*), de donde se extrae el chicle y<br />

cuyo dulce fruto atrae a presas comestibles tales como el coatí. Una<br />

procesión de vaqueros trasladaba el árbol en hombros, mientras<br />

que el Segundo Porquerizo iba montado encima y actuaba como un<br />

coatí acorralado. Dos sacerdotes mayas lo seguían, cada cual con<br />

una vela en una mano y una campanilla en la otra, haciéndola sonar<br />

mientras entonaban cánticos acompañados por la orquesta.<br />

Una abigarrada multitud de hombres y niños gritones y exaltados<br />

cerraba la procesión, que rodeó dos veces el recinto sagrado antes<br />

de entrar en un corral (donde luego se celebraría una "corrida de<br />

toros"), en el centro del cual se había cavado un hoyo para recibir la<br />

base del árbol. Los Vaqueros alzaron el árbol para ponerlo vertical,<br />

zarandeándolo mientras el "coatí" se aferraba de él con desesperación.<br />

Al fin "plantaron" el árbol, después de lo cual el "coatí", aún<br />

colgado de las ramas, arrojaba puñados de semillas de calabaza sobre<br />

la numerosa multitud que se había reunido para colgar ñames<br />

y calabazas de las ramas, lo cual significaba que el árbol había florecido<br />

y dado fruto.<br />

Más tarde esa mañana las primeras ofrendas importantes del<br />

festival estaban listas para ser llevadas a la iglesia para una ceremonia<br />

conocida como matan, "ofrecimiento, obsequio". "Hacer<br />

matan", como ellos dicen, es la actividad central de casi todas las<br />

celebraciones religiosas entre estos mayas. Se preparan ofrendas<br />

alimentarias (panes especiales, potajes de maíz, platos de cerdo o<br />

pollo, dulces, entre otras cosas), se disponen en un altar de acuerdo<br />

con principios cosmológicos y numerológicos, y ante ellas se recitan<br />

plegarias e invocaciones a deidades invisibles que, una vez invocadas,<br />

reciben súplicas y agradecimientos y pueden disfrutar de un<br />

aspecto análogamente invisible de las ofrendas. Luego se retira la<br />

comida del altar y se distribuye entre los oficiantes, participantes,<br />

sus familias y testigos.<br />

El matan es una forma de adoración social, aunque los propósitos<br />

del suplicante sean individuales e íntimos. Se alimenta a los<br />

dioses o las almas de los muertos para agradecerles su benevolencia<br />

115


durante la temporada agrícola que llega a su fin; para garantizar su<br />

continua colaboración durante el siguiente ciclo de siembra; para<br />

ahuyentar o expulsar la enfermedad, las infecciones, las apariciones<br />

malignas; para revivir dioses muertos (como en Pascua) o apaciguar<br />

a los muertos humanos, de quienes se cree que regresan anualmente<br />

a sus hogares; para solicitar asistencia divina en otras mil tareas,<br />

esperanzas y penurias de la vida cotidiana. En el matan también se<br />

alimenta a la gente, trátese de los pocos niños que se reúnen alrededor<br />

de un suplicante que ora por su salud, o de los cientos que participan<br />

en la serie de grandes ceremonias matan que acontecen durante<br />

los festivales. La ofrenda de alimentos rituales a deidades insaciables,<br />

almas, niños y adultos hambrientos, son actos religiosos<br />

esenciales para la eficacia de la ceremonia.<br />

La escala de las ceremonias matan —la cantidad y variedad<br />

de comidas ofrecidas y la cantidad de personas que participan— refleja<br />

directamente la escala del "bien" que se busca. Un individuo<br />

hace un pequeño matan para aliviar su sufrimiento, o tal vez el de<br />

un hijo o cónyuge. Un grupo de hombres que labran en la misma<br />

zona del bosque realiza una ceremonia un poco más compleja para<br />

obtener su propia seguridad y una adecuada cantidad de lluvia en<br />

sus maizales. Una aldea entera ofrece un matan aun más imponente<br />

y complejo para que su cruz protectora reviva después de su deceso<br />

anual en Viernes Santo, o para expulsar una acumulación de<br />

vientos malignos dentro del perímetro del poblado. Por último, la<br />

mayor ceremonia matan se celebra ante la cruz suprema de todos<br />

los poblados, para las cuales Xcacal Guardia es la sede de la autoridad<br />

religiosa y de las compañías.<br />

Durante el festival de 1936, la compañía del capitán Cituk tuvo<br />

que representar la primera de las grandes ceremonias matan cotidianas,<br />

la Ofrenda de los Chicharrones. En las primeras horas de<br />

la mañana, antes de plantar el árbol de algodón de seda, se habían<br />

sacrificado cuatro cerdos y se habían molido cincuenta kilos de<br />

maíz, después de lo cual docenas de mujeres prepararon cientos de<br />

tortillas, hirviendo calderos de un potaje de maíz llamado sa' (atole,<br />

en español), y preparando cerdo frito sazonado, mientras los hombres<br />

cocinaban los chicharrones. Cuando llegó el momento, un especialista<br />

en adornos del altar puso en una mesita una apropiada<br />

selección de ofrendas: diez paquetes de trece tortillas cada uno, envueltas<br />

en servilletas especiales y adornadas con ramas de albahaca;<br />

tres vasijas de arcilla de cerdo frito, igualmente adornadas con<br />

ramas de albahaca; ocho calabazas llenas de lo mismo; once calabazas<br />

de chicharrones; una calabaza de chocolate; y dos manojos de<br />

velas negras envueltas en servilletas rojas. Todo estaba preparado<br />

para el inicio de la ceremonia.<br />

116<br />

En una solemne procesión, liderada por hombres que llevaban<br />

incienso y por la orquesta, salieron de la iglesia con una pequeña<br />

cruz, el Bello Señor (esta cruz era un sustituto de la Santísima, que<br />

nunca abandona su santuario) y un pequeño asiento al que llamaban<br />

la "Silla del Bello Señor". Llevaron las reliquias sagradas a la<br />

puerta de la barraca de Cituk, donde hombres y mujeres arrodillados<br />

cantaban su repertorio de plegarias fundamentales. Luego el<br />

especialista en altares entregó las ofrendas a los hombres y mujeres<br />

de afuera, los cuales, seguidos por el señor y su Silla y los sacerdotes<br />

que cantaban con acompañamiento musical, ingresaron en<br />

una larga fila en la iglesia principal y el templo interior del extremo<br />

oriental. Allí los sacerdotes y oficiales cogieron las ofrendas de<br />

las manos tendidas y las dispusieron en una larga mesa ante el altar,<br />

después de lo cual comenzó una misa mayor, conducida por el<br />

sacerdote Barrera en medio de la música de la orquesta.<br />

En el espacio público de la iglesia, los hombres y mujeres<br />

arrodillados entonaron varias veces su repertorio de plegarias, se<br />

retiraron a los bancos para aguardar la invocación de las deidades<br />

y el intervalo concedido para que los dioses cogieran las ofrendas<br />

que desearan. 35 Cuando el sacerdote principal indicó que era el momento<br />

apropiado —ya era más del mediodía— las ofrendas se llevaron<br />

desde la iglesia hasta la barraca de Cituk. Allí se repartieron<br />

en orden y cantidades tradicionales entre todos los oficiales y compañías<br />

presentes en el centro sagrado, quienes, sin duda famélicos,<br />

se habrán puesto a comer de inmediato.<br />

Por la tarde Morley y sus compañeros fueron a la casa del sacerdote<br />

principal para entregar los regalos que habían prometido.<br />

Delante de todos los oficiales principales de Xcacal Guardia, Morley<br />

entregó a Barrera doce metros de satén rojo brillante para adornar<br />

las cruces y el altar, una docena de campanillas (al menos una<br />

para cada una de las aldeas principales del conglomerado de Xcacal<br />

Guardia) de las que se tañen durante la consagración de la Eucaristía<br />

en las misas católicas. Morley también había llevado oropeles<br />

y campanillas de papel rojo que él y su esposa habían usado para<br />

decorar su árbol navideño el año anterior. Como luego recordó la<br />

secretaria de Morley:<br />

Jadearon de asombro cuando el doctor Morley desplegó la lustrosa<br />

seda El sumo sacerdote la tocó y dijo: "Seda ¿Es roja?" "Chac bey<br />

hike" (roja como la sangre), respondió don Eb [el teniente Zuluub].<br />

Luego vinieron las campanillas. ...Estaban complacidos y tuvieron<br />

que agitar cada una por separado y luego todas juntas. Luego adornos<br />

navideños: campanillas de papel rojo y oropeles. Tbdo era hach<br />

malob —muy bueno— y hach kadzutz —muy bello—, y estaban felices<br />

como niños en una mañana de Navidad. 36<br />

117


Esa misma noche se celebró una pequeña ceremonia matan y<br />

las Vaqueras y Vaqueros bailaron de nuevo.<br />

Aunque ya habían estado en la iglesia un par de veces, Morley<br />

y Villa aún no habían visto bien el interior del templo, que albergaba<br />

una de las cruces más importantes. Habían pedido autorización<br />

a Cituk, quien había respondido con evasivas. Por último, Villa lo<br />

persuadió de preguntarle a Barrera, quien, para sorpresa de Villa,<br />

no sólo aceptó sino que ofreció presentar plegarias especiales en<br />

nombre de ellos. La mañana siguiente Morley, su esposa, su secretaria,<br />

su intérprete, Villa, su esposa y su criada ingresaron en la<br />

iglesia, descalzos y con velas sin encender en la mano. Acompañados<br />

por el capitán Cituk, el teniente Zuluub, el sacerdote Barrera y<br />

uno de los asistentes del ritual, no fueron detenidos en la puerta de<br />

la cámara del altar, sino que siguieron andando hasta plantarse<br />

ante el largo altar, ahora decorado con las campanillas de papel y<br />

los oropeles de los Morley.<br />

Cituk y Zuluub cogieron las velas de los huéspedes, las encendieron<br />

y las añadieron a las que ya ardían frente al altar, después<br />

de lo cual todos se arrodillaron mientras el asistente del sacerdote<br />

salmodiaba en maya y agitaba dos de las campanillas que había<br />

llevado Morley. Cuando hubo terminado, Barrera también se puso<br />

a orar, "pidiendo bendiciones para todos nosotros". Cuando concluyeron<br />

los rezos, "todos nos pusimos de pie y los cuatro mayas presentes<br />

se volvieron a cada une de nosotros, inclinaron la cabeza y<br />

nos saludaron", tal como se hubieran saludado en tal momento entre<br />

sí, con " 'Benditas palabras de Dios' ". Luego el capitán Cituk los<br />

"invitó" a regresar al espacio público de la iglesia, "sin permitirnos<br />

examinar los objetos del altar". Como cada cruz sagrada estaba<br />

oculta en su propio tabernáculo cerrado de madera, los curiosos visitantes<br />

tuvieron que marcharse sin poder echar ese ansiado vistazo<br />

a la Santísima. 37<br />

Ese día se celebró otra gran ceremonia matan, seguida más<br />

tarde por más danzas. Después hubo un banquete sólo para oficiales,<br />

antes de lo cual los oficiales expiaron sus pecados realizando<br />

actos de humillación ritual (kat síipil) en la iglesia; entretanto,<br />

guardias armados custodiaban las puertas de la choza donde<br />

comían los oficiales, al parecer para impedir el paso de plebeyos<br />

y extranjeros todavía agobiados por el pecado. Luego siguieron<br />

más danzas, así como una parodia de corrida de toros (no había toros<br />

reales disponibles), nuevas danzas y una pequeña ceremonia<br />

matan al anochecer.<br />

Los dos días siguientes consistieron en una ronda similar de<br />

ceremonias, banquetes, danzas y "corridas de toros". En los momentos<br />

libres Morley anotó la genealogía de los principales oficia­<br />

les, mientras su esposa tomaba cientos de fotos del poblado y los<br />

acontecimientos. En la última noche del festival se celebró la Danza<br />

de la Cabeza de Cerdo. No se trataba de una verdadera cabeza<br />

de cerdo sino de una masa oblonga y decorada de pasta de semillas<br />

de calabaza con miel, puesta en una bandeja. Un tajo en un extremo<br />

representaba la boca del cerdo, que estaba rellena con una<br />

gruesa tortilla de maíz y miel, y arriba se erguían varas de las cuales<br />

colgaban cigarrillos caseros, dulces de semilla de calabaza y<br />

miel, tortas de maíz con forma de cruces y pájaros y pequeñas banderas<br />

de papel. La "cabeza de cerdo" se llevó en procesión desde la<br />

barraca del repostero hasta el altar de la iglesia, y allí se dijo un<br />

Rosario, después de lo cual se la trasladó a la casa comunal contigua,<br />

donde se celebraría la danza. Participarían once hombres, cada<br />

uno de los cuales había desempeñado una función oficial durante<br />

el día. Se alinearon ante la puerta de la casa comunal, desde la<br />

cual se veía el altar de la iglesia adyacente (la cortina que lo tapaba<br />

se había corrido para que las divinidades pudieran presenciar la<br />

danza) y comenzaron a cantar en maya:<br />

Adorote Santa Cruz,<br />

porque en tus santos brazos<br />

fuimos nosotros redimidos<br />

con la sargre de nuestro<br />

Señor Jesucristo. 38<br />

Así se inició la danza. Los once elegidos, conducidos por uno<br />

que llevaba la "cabeza de cerdo" y otro que agitaba un cascabel,<br />

bailaron nueve veces alrededor de una mesita donde estaban el capitán<br />

Cituk y el teniente Zuluub. Los dos oficiales contaban cuántos<br />

circuitos habían concluido los bailarines poniendo en la mesa<br />

un cigarrillo por cada revolución completa, después de lo cual los<br />

bailarines se detuvieron para cantar de nuevo el himno con que había<br />

comenzado la danza. Al cabo de nueve vueltas en una dirección,<br />

los bailarines cambiaron de rumbo para bailar nueve veces en la<br />

otra, después de lo cual la "cabeza de cerdo" fue llevada de vuelta<br />

al altar, mientras se realizaban preparativos para otra danza de<br />

Vaqueras y Vaqueros, con lo cual concluirían las festividades de esa<br />

noche.<br />

En el último día del festival "el poblado estaba atestado de<br />

hombres con rifles y cananas", y la secretaria de Morley tuvo la impresión<br />

de que "había estallado una revolución y nuestros amigos<br />

iban a enlistarse en el ejército". 39 Pero desde luego ellos eran el<br />

ejército, reunido en una santa procesión conducida por oficiales e<br />

imágenes divinas en una marcha de varias horas alrededor del re-<br />

118 119


cinto sagrado de Xcacal Guardia, con largas pausas para ciclos de<br />

plegarias en cada uno de los hitos cruciformes. Tales procesiones se<br />

efectuaban habitualmente de noche, pero Cituk y Zullub acordaron<br />

celebrarla más temprano para que los visitantes pudieran tomar<br />

fotografías, y con ese mismo propósito Cituk ordenó frecuentes interrupciones.<br />

Morley agradeció mucho tal consideración.<br />

Nunca he visto tal cortesía, colaboración y buena voluntad. Estábamos<br />

sacando buenos frutos de nuestra cordialidad con las diversas<br />

delegaciones que el capitán Cituk había enviado a Chichén Itzá en<br />

los últimos dieciocho meses. Yo no podía sino comparar los actos de<br />

este grupo con los de nuestros indios pueblo del sudoeste en sus fiestas.<br />

Varias veces he visto a los indios del Pueblo de Santo Domingo,<br />

entre Santa Pe y Albuquerque, destrozar cámaras de los turistas en<br />

ocasión de su Danza del Maíz Verde, el 4 de agosto de cada año. Y los<br />

hopi llegan al extremo de cobrar por el privilegio de tomar fotos, tanto<br />

se ha envilecido y comercializado la Danza de la Serpiente. 40<br />

La procesión concluyó con una misa mayor a la cual asistieron<br />

sólo oficiales y mujeres, mientras que los varones restantes oraban<br />

en la casa comunal adyacente a la iglesia. Tras una pequeña ceremonia<br />

matan nocturna las celebraciones concluyeron en silencio,<br />

sin las habituales "riñas u otros episodios desagradables que manchan<br />

ese espíritu festivo y sacro. Las mujeres habían realizado<br />

grandes esfuerzos para que sus esposos no bebieran en exceso ni<br />

vagaran ebrios por el poblado". 41 Esa noche, cuando habían partido<br />

Alfonso Villa, su esposa y su séquito, así como la mayoría de los<br />

mayas que habían ido de otros poblados, los Morley y sus ayudantes<br />

fueron a despedirse del teniente Zuluub. lia secretaria personal<br />

de Morley, Helga Larsen, había cobrado especial afecto por Zuluub,<br />

a quien ella y la señora Morley habían visitado en su casa horas<br />

antes. En esa ocasión Larsen vio una pequeña cruz en el altar de la<br />

choza de Zuluub —"una atractiva cruz envuelta en un alegre<br />

huipir— y preguntó si podía comprarla. La negativa de Zuluub fue<br />

tajante: "era su cichcelem yum, la cruz bendita que custodiaba su<br />

hogar, y allí debía permanecer. Me sentí muy humillada por haberle<br />

preguntado". Evidentemente Zuluub no se ofendió, pues en la<br />

víspera de la partida, cuando los Morley y Larsen volvieron a visitar<br />

su casa, Zuluub cogió la cruz que Larsen tanto deseaba y<br />

120<br />

sosteniendo el cichcelem yum en una mano hizo tres cruces frente<br />

a ella con la vela que sostenía en la otra, luego la besó con gran afecto<br />

y me la puso en la mano. "Atial", dijo con toda seriedad, "tiólal ma a<br />

túbzicen" (para ti, para que no me olvides), y la bondad con que pronunció<br />

estas palabras les prestaba una solemne dignidad.<br />

'WfW<br />

Guardia armada en procesión caerá, Xcacal Guardia, 1936<br />

Larsen quedó "estupefacta". Sin saber qué decir (y comprendiendo<br />

que un abrazo era impropio), ofreció a Zuluub la mano y dijo:<br />

"Adiós, hasta mañana". El sólo respondió: "Minaan zamal" (No<br />

habrá mañana). 42<br />

Morley y su grupo partieron al amanecer para emprender el<br />

largo viaje de regreso a Chichén Itzá. Al invitar a los oficiales mayas<br />

a Chichén Itzá, había esperado impresionarlos demostrándoles<br />

que Villa estaba asociado con la Institución Carnegie y los Estados<br />

Unidos. A su vez, él se marchaba de Xcacal Guardia "muy impresionado<br />

por este último grupo de mayas independientes del Yucatán",<br />

los cuales lo habían "recibido regiamente, agasajado regiamente,<br />

tratado regiamente". 43<br />

Los oficiales mayas dicen que poco después iniciaron el paso<br />

definitivo en sus esfuerzos rituales para volcar la voluntad de Morley<br />

en favor de su causa. Le prepararon un "juramento". El juramento<br />

es tanto un objeto como una promesa: una cosa que se entre-<br />

121


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sea dejada a Nuestro Señor el Dios Verdadero, y a nosotros. Porque<br />

nosotros deseamos buscar una unión contigo. Muy sinceras son mis<br />

palabras. Muy sinceros son los pensamientos de mi corazón. 47<br />

Barrera y otros oficiales que firmaban la carta pedían que se<br />

trazara un mapa de sus tierras, que les entregaran una bandera,<br />

que el mercader con quien había hablado Morley fuera a comprarles<br />

el chicle y que se les brindara otro tipo de asistencia que no se<br />

especificaba pero se daba por sobreentendida. Aunque Morley había<br />

titubeado ante los requerimientos de asistencia militar, tal vez<br />

sus pensamientos hubieran cambiado. En todo caso, escribió Barrera,<br />

no había "nadie más a quien pueda hablar, sólo tú".<br />

Al parecer, sin embargo, Morley no envió respuesta.<br />

124<br />

5*<br />

Amenaza y cortejo<br />

Para obtener lo que necesitaban de los norteamericanos, los ^<br />

oficiales mayas recurrieron a una estrategia de actos y palabras<br />

donde la amenaza y el uso de la fuerza no tenían lugar. Esta ausencia<br />

es notoria, pues en años anteriores la coerción había sido un importante<br />

estímulo para el comercio y la diplomacia entre los mayas<br />

rebeldes y el Imperio Británico.<br />

Los ejércitos mayas del siglo diecinueve luchaban contra los<br />

enemigos hispanoparlantes del norte, y buscaban municiones en el<br />

sur. Los mayas rebeldes obtenían armas y pólvora de los hondurenos<br />

británicos, canjeando botín obtenido en las arrasadas ciudades<br />

de Yucatán y Campeche o pagando con efectivo obtenido mediante<br />

la venta de productos agrícolas y forestales o mediante la "protección"<br />

vendida a los colonos y hacheros no mayas que habitaban los<br />

lindes del territorio rebelde. También aceptaban pólvora (y efectivo)<br />

como rescate por prisioneros de guerra y por gentes a quienes<br />

habían secuestrado en colonias de la Honduras Británica.<br />

Aunque tal vez estaban armando a sus propios verdugos, los<br />

hondurenos británicos no tenían más opción que traficar con los rebeldes.<br />

En notas y cartas dirigidas a los británicos, los mayas solían<br />

plantear sus demandas con párrafos que afirmaban su amistad<br />

e intenciones honorables, pero no desechaban las amenazas explícitas<br />

o implícitas. En 1856, en una carta a Young, Toledo & Company,<br />

el líder maya Luciano Tzuc amenazó con quemar todos los<br />

aserraderos de caoba de la empresa si no le pagaban cuatro dólares<br />

por cada árbol talado, y el superintendente de Honduras Británica<br />

explicó a los superiores no familiarizados con la retórica epistolar<br />

de los mayas rebeldes que<br />

la carta de Tzuc, a medias prepotente y amenazadora, y a medias<br />

cordial y conciliadora... parecería incluir pocas razones para alarmarse,<br />

pero están escritas en el verdadero estilo indio en ese sentido,<br />

y cuando se acoplan con sus actos y demostraciones inmediatas, quedan<br />

pocas dudas de su inclinación a cumplir con sus amenazas si se<br />

lo defrauda. 1<br />

125


Aunque continuamente proclamaban su deseo de entablar<br />

buenas relaciones con los mayas, las autoridades británicas intentaron<br />

efectuar sus propias amenazas para detener la extorsión de<br />

los rebeldes y las ocasionales incursiones a través del Río Hondo.<br />

Pero estas amenazas no surtieron efecto. Los mayas no dudaban de<br />

su superioridad militar, sabiendo que había un escaso número de<br />

efectivos británicos dentro de la colonia y que "la pequeña guarnición<br />

de Belice y Corozal representaba la totalidad del ejército británico,<br />

una idea generalmente fatal para nuestros [británicos] intereses<br />

en los países salvajes". La Honduras Británica podía recibir<br />

refuerzos terrestres y navales desde las Indias Occidentales, pero<br />

los británicos calculaban que responder con algo más que simbólicos<br />

despliegues de fuerza militar los arrastraría a una prolongada<br />

guerra de guerrillas en América Central. Mientras el equilibrio militar<br />

de la Península de Yucatán no se alterara radicalmente, los<br />

británicos tendrían que conformarse con ocasionales insinuaciones<br />

de represalia mientras suministraban a los rebeldes mayas el dinero,<br />

las armas y la pólvora exigidas. 2<br />

En el siglo diecinueve, cuando miles de mayas aún portaban<br />

armas, los cambios en las proporciones de amenaza y amistad en<br />

las relaciones con los extranjeros reflejaban desarrollos políticos y<br />

militares en toda la Península de Yucatán. En las décadas de 1920<br />

y 1930, sin embargo, la capacidad maya para la coerción había disminuido<br />

muchísimo. Aún tenían su3 buenos momentos, como<br />

cuando la guarnición de Chun Pom visitó a Sylvanus Morley en Tulum<br />

en 1922 y exigió saber qué hacían allí los extranjeros. Pero el<br />

oficial Caamal que saludó a Gregory Mason en Tulum, en 1926, sabía<br />

muy bien que los buenos tiempos de alarde militar maya habían<br />

pasado y, con ellos, la credibilidad de las palabras y los gestos<br />

amenazadores.<br />

Lo mismo valía para los extranjeros. Los que visitaban el territorio<br />

rebelde habían pensado por momentos en recurrir a la coerción,<br />

como los arqueólogos de Tulum que recomendaban escoltas<br />

armadas para impedir la interferencia maya con las excavaciones.<br />

Thomas Gann visitó el poblado de Tulum (cerca de las ruinas de<br />

Tulum) en 1927 y, cuando le negaron el ingreso en una iglesia<br />

donde sospechaba que se guardaba una reliquia sagrada de gran<br />

interés, adoptó diversas tácticas con el oficial Canul, a quien "halagamos,<br />

sedujimos, prometimos ofrendas al Santo [divinidad], e incluso<br />

habríamos amenazado, de haber estado en posición de hacerlo".<br />

Pero Gann no estaba en tal posición, y Canul "simplemente<br />

rehusó dejarnos entrar en la iglesia, con la excusa de que *No tengo<br />

órdenes para ello*". 3<br />

En los encuentros de tiempos de paz, ni los extranjeros ni los<br />

126<br />

• ¿ M L L<br />

mayas podían invocar la amenaza de coerción física. En busca de<br />

sus respectivos fines, no se dirigían palabras crudas sino "dulces"<br />

(como decían los mayas) y otras incitaciones. Así, muchas de las palabras<br />

intercambiadas entre los oficiales mayas y Sylvanus Morley<br />

fueron saludos y declaraciones de sinceridad, amistad y aun amor.<br />

En 1934 Morley inició lo que se transformaría en una creciente<br />

retórica de cordialidad con los oficiales de Xcacal Guardia, cuando<br />

escribía a sus "queridos amigos" que estaba "muy feliz" de haber<br />

recibido esa "hermosa carta" traída por uno de los "muy buenos<br />

hombres" de los oficiales. 4 Les enviaba regalos como signo de su<br />

"amistad y afecto", y "con todo mi corazón", escribía, "os muestro mi<br />

amistad". En la traducción, las palabras de Morley resultaban aun<br />

más dulces, pues su aprecio, estima, respeto y afecto se trasladaban<br />

al maya como yakunah, "amor", y los oficiales así oían hablar<br />

de "amados compañeros", de "benevolencia y amor", de "amor y respeto",<br />

de "amor" y "deseo".<br />

En sus primeras cartas a Morley, los oficiales mayas eran discretos,<br />

y sólo declaraban que estaban "muy felices" de haber recibido<br />

la carta de Morley y esperaban que él recibiera la de ellos con<br />

consabida "bondad y amor". En esos primeros días no utilizaban<br />

tiernas apelaciones ni saludos para el "señor don jefe", y al dirigirse<br />

a Villa usaban sólo el término winik, "ser humano", una especie<br />

de concesión, considerando que le podrían haber puesto nombres<br />

mucho menos agradables. 6 Transcurrieron meses antes de que los<br />

oficiales volvieran a mencionar el "amor", aún dentro de esa restringida<br />

fórmula que utilizaban en ocasiones: "con bondad, con<br />

amor, con decoro". Continuaban escribiendo al "señor don jefe"<br />

(Mr. Don Chief, y en una ocasión a Mr. Boss), 6 y a veces declaraban<br />

con exceso su felicidad". Por último, realizaron un primer pedido<br />

de "misericordia" (que el traductor de Morley no trasladó), y ofrecieron<br />

bendiciones ("Que Nuestro Señor el Dios Verdadero guarde<br />

tu alma y tu cuerpo, señor jefe") 7 y la promesa de apoyo para Morley<br />

y sus compañeros si visitaban Xcacal Guardia. Amplificando su<br />

retórica, una vez llamaron a Morley "gran señor don jefe", mientras<br />

empezaban a llamar a Villa nohoátfaú, "gran extranjero". 8<br />

Morley continuó usando el mismo tono de antes. A sus "queridos",<br />

"bondadosos", "sinceros" y "estimados" "amigos" escribía con<br />

"todo mi afecto" y les agradecía "desde el fondo de mi corazón" sus<br />

"amables y nobles" cartas y la hospitalidad que brindaban a Alfonso<br />

Villa y su esposa. Halagaba a los oficiales como "hombres valientes"<br />

y a sus subordinados como "gallardos jóvenes" por quienes,<br />

confesaba, sólo sentía "amistad" y "gran deseo" de verlos. Y aunque<br />

rara vez usaba la palabra inglesa love, los oficiales seguían leyendo<br />

en maya sobre el "amor" que Morley sentía por ellos. En la traduc-<br />

127


ción Morley parecía interpelarlos como "amados y adorables amigos",<br />

enviaba sus saludos "con todo mi amor", manifestaba "amistad<br />

y amor" y el compromiso de "recordar con amor" los favores que<br />

le habían hecho. Los mayas también leían una y otra vez acerca de<br />

los "deseos", fübol, de Morley hacia ellos, pues tal era el término<br />

que usaba el traductor cuando Morley escribía sobre "necesidades",<br />

"esperanzas", "aspiraciones" y "expectativas". 9 Cuando los oficiales<br />

mayas escribían sobre sus necesidades, esperanzas, requerimientos<br />

y demás, invariablemente escogían otros términos, evitando la palabra<br />

fiibol.<br />

Eventualmente los oficiales mayas se adaptaron a este intercambio<br />

de cortesías. En setiembre de 1935 se dirigían al "señor don<br />

jefe" y sus asociados como "amados en demasía" cuyas cartas los<br />

volvían "felices en demasía". Los oficiales declaraban que entre<br />

ellos reinaban la "bondad, el amor y el decoro" hacia Morley y Villa<br />

(quien entonces vivía en el poblado de Tuzik). La hora misma se<br />

consideraba "en demasía buena, en demasía amorosa", y los oficiales<br />

garantizaban a Morley la "verdad" de sus palabras mientras le<br />

pedían "favores" y "misericordia". Por el momento, le ofrecían bendiciones<br />

a cambio.<br />

Menos de un año después, en 1936, después que Morley visitó<br />

Xcacal Guardia, las palabras de los oficiales llegaron a los límites<br />

del decoro: "mi amado en demasía, el grande, venerable, respetable,<br />

mi señor don Sylvanus, señor don doctor Morley, mi señor, mi<br />

padre". 10 Actualmente, entre esos mayas, un hombre puede decir<br />

que es padre de otro para insultarlo, sugiriendo que tuvo relaciones<br />

con su madre y afirmando su autoridad sobre él. Al llamar padre a<br />

Morley los oficiales parecían invertir el insulto, transformándose<br />

en objeto de él, humillándose retóricamente para tener relaciones<br />

de otra clase con los extranjeros. Al principio recelosos, tal vez hayan<br />

tomado sus recursos retóricos de las primeras cartas de Morley.<br />

Una vez que captaron su potencial, llevaron esa retórica<br />

de la adulación al extremo; si hubieran ido más lejos, habrían llegado<br />

a la vulgaridad, el sarcasmo y la parodia de sí mismos. Aun<br />

así, sólo cuando la correspondencia con Morley llegó casi a su conclusión<br />

los oficiales respondieron con la apelación favorita de Morley<br />

y se dignaron llamarlo "amigo". 11<br />

Cuando Sylvanus Morley y los oficiales mayas leían las palabras<br />

de amor que presuntamente el otro había escrito, ¿cómo las interpretaban?<br />

Tanto la despojada palabra inglesa love como la palabra<br />

maya yucateca yakunah son ambiguas en su referencia a las<br />

emociones y la sexualidad. En ambos idiomas el amor puede ser<br />

amor divino, amor fraternal, amor paternal, así como amor heterosexual<br />

u homosexual. 12 Las referencias al amor entre Morley y los<br />

128<br />

oficiales mayas habrían parecido carentes de connotaciones románticas<br />

o sexuales, pues su aparición entre frecuentes alusiones a las<br />

divinidades, la misericordia, el decoro, el amor de un padre por los<br />

hijos o de un superior por sus subalternos desviaría la imaginación<br />

de toda insinuación sexual Pero, con las "necesidades", "aspiraciones"<br />

y "esperanzas" vertidas por el traductor de Morley como "deseos"<br />

(¿¿bol), se sugería inadvertidamente un aspecto sexual, pues<br />

el término fibol tiene hoy una fuerte (cuando no exclusiva) conno-,<br />

tación de deseo sexual.<br />

Era improbable que los oficiales mayas pasaran por alto las<br />

sugerencias sexuales de las amables palabras del extranjero. El sexo,<br />

el deseo sexual, las proezas y aventuras sexuales y las correspondientes<br />

desdichas e infortunios constituyen (quizá luego del<br />

tiempo y las cosechas) los temas favoritos de conversación de los<br />

hombres mayas en sus reuniones (y de las mujeres mayas en las<br />

suyas, hasta donde he podido comprobar). Les agrada hablar del<br />

sexo, encuentran mucho humor en los antojos del deseo, e intuyen<br />

ambigüedades en este dominio de su lenguaje y de sus vidas. El fblclore<br />

maya explora tales ambigüedades, como por ejemplo en esta<br />

historia documentada por un lingüista norteamericano en 1931:<br />

Había un hombre infortunado cuyo pene en erección era demasiado<br />

pequeño para satisfacer a la esposa. A causa de ello reñían con<br />

frecuencia, y ese individuo se sentía desesperado y humillado. Pidió<br />

una solución a una anciana, quien al enterarse del problema le dio<br />

un anillo. Le


alusiones sexuales de las palabras de Morley, estaban inclinados a<br />

explotarlas. En ese intercambio de dulces vocablos se evidenciaba<br />

lo que el filósofo Kenneth Burke ha denominado el " 'principio del<br />

cortejo' en retórica... el uso de recursos persuasivos para trascender<br />

el distanciamiento social". Para Burke el "distanciamiento" o<br />

extrañamiento está indicado por "cualquier embarazo o restricción<br />

autoimpuesta" en las relaciones sociales, y su presencia implica un<br />

"concurrente misterio en la comunicación", una actividad lingüística<br />

no sólo orientada hacia matices de diferenciación social entre los<br />

interlocutores, sino hacia diferencias fundamentales de especie entre<br />

ellos. 14<br />

Morley y los oficiales mayas estaban pues distanciados, y la<br />

torpeza de sus diálogos nacía de mutuos temores y recíproca ignorancia.<br />

Una larga guerra de exterminio contra los mayas acababa<br />

de concluir, y los mayas de ese día aún deploraban las consecuencias<br />

de su derrota. Esperaban mentiras y triquiñuelas de los extranjeros,<br />

aun de los anglófonos. Por su parte, los extranjeros creían que<br />

lá hostilidad de los mayas rebeldes hacia los blancos era implacable,<br />

que no les importaba matar, que su destreza como combatientes de<br />

la selva era insuperable.<br />

El distanciamiento derivaba no sólo de dicho3 temores, sino<br />

también de los medios limitados que cada parte podía usar para dirigirse<br />

a la otra. Buena parte de las investigaciones contemporáneas<br />

sobre la naturaleza de la conversación parten de la premisa<br />

de que el éxito de tal conversación depende de que los interlocutores<br />

compartan una "competencia comunicativa". Esto incluye el conocimiento<br />

de las reglas de un sistema lingüístico que rige la construcción<br />

de mensajes inteligibles y los sintoniza con contextos sociales,<br />

y las convenciones con las cuales la gente juzga si lo que dice<br />

es apropiado y efectivo y según las cuales interpreta las intenciones<br />

de un hablante.<br />

El grado en que tales competencias se comparten aun en las<br />

más comunes interacciones conversacionales (por ejemplo, entre<br />

miembros de una comunidad que habla el mismo idioma) resulta<br />

poco claro y por lo tanto es objeto de investigación lingüística. Cómo<br />

se pueden entablar conversaciones en condiciones más excepcionales<br />

resulta aun más dudoso. Compartir convenciones conversacionales<br />

es resultado de un contacto frecuente entre gentes que<br />

transitan por trilladas redes de actividad comunicativa. 16 Los mayas<br />

y los extranjeros —de ningún modo miembros de la misma co-<br />

.munidad, y conectados por una red muy limitada de relaciones<br />

sociales, principalmente de orden comercial— interactuaban compartiendo<br />

sólo un mínimo de reglas comunicativas importantes. Y,<br />

aunque los traductores franqueaban parcialmente esa brecha de<br />

130<br />

ir<br />

comunicación, Morley y los oficiales mayas tenían que crear otras<br />

condiciones para sus diálogos, condiciones no tanto lingüísticas como<br />

afectivas y económicas. Dada la naturaleza y el grado de su distanciamiento,<br />

una retórica del cortejo, como aquella por la cual<br />

hombres y mujeres establecen unidades domésticas viables, era<br />

una estrategia plausible para la interacción. Pues, aunque la retórica<br />

del cortejo puede estar arraigada en la interacción de los dos<br />

sexos, como asevera Kenneth Burke —entre personas biológicamente<br />

distanciadas, cuyo distanciamiento biológico está agravado<br />

por una división sexual de las experiencias laborales y vitales— las<br />

distinciones sociales, pronunciadas de cualquier tipo pueden generar<br />

distanciamiento y así ocasionar el empleo de "una retórica correspondiente,<br />

en forma muy análoga a la expresión sexual: pues<br />

las relaciones entre clases son como los modos del cortejo, la violación,<br />

la seducción, el abandono, la prostitución, la promiscuidad,<br />

con variantes de tortura sádica o una invitación masoquista a infligir<br />

malos tratos". 16<br />

Lamentablemente sabemos poco acerca del modo en que conversan<br />

los hombres y mujeres mayas, y virtualmente nada sobre el<br />

modo en que se cortejan. Desde el estudio realizado en la década de<br />

1920 en Chan Kom, una comunidad maya de Yucatán, Redfield y<br />

Villa llegaron a la conclusión de que el amor romántico no era fundamental<br />

en el matrimonio maya, y de que las relaciones entre los<br />

sexos no se conciben de manera romántica. No hay patrones obvios<br />

y convencionales de cortejo, y muchos matrimonios se realizan sin<br />

cortejo alguno. No hay canciones de amor, ni serenatas ni historias<br />

de amor. No se observan caricias ni palabras afectuosas entre marido<br />

y mujer". 17<br />

Sin embargo, las historias tradicionales en maya yucateco parecen<br />

desmentirlo, pues aluden a la fuga de jóvenes amantes cuyos<br />

padres no autorizaban el matrimonio, a una mujer descarriada que<br />

regresa al lecho de muerte del ex esposo ("La conclusión del amor,<br />

cuando regresó para servirlo hasta que murió..."), a un joven en<br />

busca del amor de su infancia, pues el rey se la ha arrebatado (al<br />

reunirse con ella el joven "la estrecha y la besa, la conclusión de su<br />

amor por ella"). Y, aunque fueran infrecuentes, había canciones de<br />

amor y poesías líricas con temas románticos en maya yucateco, por<br />

no mencionar las piezas españolas que los mayas pudieron oír y tal<br />

vez cantar. 18<br />

La conclusión de Redfield y Villa, según la cual el amor romántico<br />

estaba ausente de la vida de los mayas, era demasiado categórica,<br />

pues dependía de las ocasiones públicas y visibles de las<br />

interacciones entre los sexos: "No hay patrones obvios... de cortejo",<br />

"no se observan caricias". El amor romántico, más que estar ausen-<br />

131


El capitán Cituk con su esposa e hijo<br />

te, constituía una cuestión muy íntima. Sólo en una ocasión, desde<br />

un ventajoso punto de observación en un gallinero del poblado de<br />

Señor, pudo Villa presenciar el amor romántico maya. 19<br />

Aun así, es cierto que el amor romántico está matizado en el<br />

discurso maya yucateco, y en nuestras observaciones etnológicas,<br />

por otros tres temas propios de las relaciones mayas entre ambos<br />

sexos. Uno es el respaldo mutuo y práctico. Redfield y Villa observaron<br />

sobre el matrimonio en Chan Kom:<br />

132<br />

Un hombre tiene una mujer... y esta mujer es su esposa porque<br />

vive con él y lo sirve, y también porque en muchos casos ha estado<br />

casado formalmente con ella. El respaldo económico mutuo es la<br />

esencia de la relación; además cada cónyuge brinda al otro diversos<br />

grados de asesoramiento y comprensión. 20<br />

Otro tema dominante, que es más bien una configuración de<br />

temas, incluye el deseo sexual y el erotismo, la seducción y, ay, el<br />

engaño, la infidelidad, el adulterio y la separación. Cuentos folclóricos<br />

recogidos en la década de 1930 sugieren que esos tópicos son corrientes<br />

entre los mayas. El deseo sexual, con mayor frecuencia que<br />

la emoción del amor, estaba desarrollado explícitamente como motivo<br />

para la unión entre hombres y mujeres jóvenes. La seducción,<br />

suponiendo ante todo a un hombre que dice cosas a una mujer, era<br />

a menudo el medio para efectuar tal unión. Tal medio incluía un<br />

potencial para el engaño, así que el concepto de seducción se manifestaba<br />

en el maya yucateco mediante expresiones tales como "engañar<br />

a una mujer", "acomodarse [en la intimidad o confianza de<br />

una mujer] con el objeto de hablarle", "abrirse paso en el afecto o<br />

confianza de una mujer". 21 Muchas historias mayas parecen decir<br />

que si sucedió una vez puede suceder de nuevo; de allí las historias<br />

de doble engaño, bigamia y robo de esposas.<br />

Por último, un tercer tema elaborado por los mayas a expensas<br />

del amor romántico es la idea de que los poderes sacros y seculares<br />

a menudo se interponen en las relaciones de hombres y mujeres.<br />

Así, por ejemplo, hablar de cortejo maya en Quintana Roo es<br />

hablar de cómo los hombres adultos hablan entre sí mientras disponen<br />

la unión de sus vastagos. El lingüista Allan Burns informa<br />

que aunque las palabras de cortejo (cuhuk tàari) de una localidad<br />

yucateca son de peso romántico, en una localidad similar del ex territorio<br />

rebelde no son románticas sino sagradas, "palabras de<br />

Dios". 22 Asimismo, un cuento tras otro narra la intrusión de padres<br />

empecinados, jueces locales y regionales, no mayas, hombres ricos,<br />

mercaderes, sacerdotes, gigantes celestiales y personajes similares<br />

en un amor prístino o una primera seducción. La resolución de los<br />

consecuentes conflictos habitualmente llega con la aceptación de la<br />

pérdida, o con la muerte, aunque a veces ese hombre o mujer desdichada<br />

logra triunfar, asistido por aliados sobrenatuí ales y/o dotado<br />

de poderes personales que permiten el restablecimiento de una<br />

adecuada relación doméstica, o al menos una simple venganza.<br />

Aún no se ha estudiado mucho el afecto, la sexualidad, el género<br />

y la domesticidad entre los mayas, lo cual restringe el peso de<br />

estos comentarios. 23 Aun así, parece seguro decir que existe el<br />

amor maya, íntimamente conectado en la mente y los actos de los<br />

involucrados con muchas otras dimensiones de sus vidas en cuanto<br />

pueblo subordinado, relativamente carente de poder. Los temas<br />

dominantes del respaldo mutuo y práctico; la sexualidad, la seducción,<br />

el engaño, la pérdida; y los poderes seculares y sagrados enlazan<br />

el amor romántico maya con el discurso intergenérico, interétnico<br />

e interclasista. En la comunicación entre los sexos y entre<br />

133


interlocutores distanciados por otras razones, los mayas hablan del<br />

amor en usos vueltos ambiguos y efectivos por los contextos sociales<br />

de su amor. Algunos mayas han sido diestros para desarrollar<br />

las ambigüedades de tales usos en sus esfuerzos para inclinar a un<br />

Otro socialmente distante hacia relaciones de diversos tipos.<br />

Esto se ve bien en un ejemplo extraído de los discursos de<br />

tiempos de guerra. Bacalar (situada en el sur de lo que hoy es el estado<br />

de Quintana Roo) era una localidad aislada pero estratégicamente<br />

importante con cinco mil habitantes en vísperas de la Guerra<br />

de Castas. 24 Centro comercial en la selva, lejos de otros centros<br />

poblados de la Península de Yucatán, estaba a horcajadas sobre<br />

una ruta principal de comercio acuático y terrestre entre los pueblos<br />

anglófonos del Caribe y los pueblos hablantes de maya y español<br />

de la tierra firme. Durante la guerra los rebeldes indios necesitaban<br />

controlar esa localidad y sus inmediaciones para asegurarse<br />

el suministro de armas y municiones de manufactura británica, y<br />

sus enemigos necesitaban controlarla para impedir ese tráfico. El<br />

éxito o fracaso de cada bando tenía consecuencias militares en todos<br />

los demás teatros de batalla.<br />

Bacalar cayó en manos de los rebeldes indios en 1848. Les fue<br />

arrebatada un año después, y luego los rebeldes la sitiaron durante<br />

meses y años. Los defensores de Bacalar eran un grupo desdichado<br />

que sufría crónica escasez de alimentos y medicinas, y que no recibía<br />

noticias del mundo exterior durante largos períodos. En ocasiones<br />

llegaban expediciones para traer provisiones y relevar a la<br />

guarnición. Permanecían un tiempo y luego partían, después de lo<br />

cual continuaba el sitio de la ciudad por parte de los indios. Una<br />

expedición de relevo había ido y se había marchado tres meses antes<br />

cuando, en octubre de 1852, el comandante de los indios, José<br />

María Tzuc, escribió esta carta al comandante de los defensores de<br />

Bacalar: 25<br />

134<br />

Mi muy amado y venerado señor en demasía. Esta es la hora en<br />

que me urge escribirte para manifestarte el aprecio que te tengo, así<br />

en este mundo, como [en] la presencia de Dios. No pienses si sólo es<br />

engaño el que te hago. Pues, aunque me consideres que yo sea indio...<br />

no estoy acostumbrado a engañar a mi prójimo, sin embargo<br />

aunque sea indio... Muy bien sabes que un solo Dios nos ha criado<br />

en este mundo.<br />

Siendo así que te quiero muy mucho con todo mi corazón, como a<br />

toda tropa de tu mando que existe en ese pueblo, así como aprecio a<br />

todos tus semejantes que están acostumbrados a hablar conmigo.<br />

Ellos mismos te deben decir si maltrato o hago daño a algún blanco.<br />

Así como amo a mis iguales indios, así también quiero a los blancos.<br />

¡sA<br />

Tzuc decía al comandante de Bacalar que había recibido órdenes<br />

escritas de iniciar un ataque final, el cual sin duda tendría éxito,<br />

pues "muchísima [es] la tropa que se me dice mandar para entrar<br />

de una vez en ese pueblo".<br />

À veces los defensores de Bacalar pasaban meses sin recibir<br />

provisiones, correspondencia ni relevos; a veces sentían que los<br />

habían abandonado o que los sacrificarían cruelmente. 26 Y había<br />

desertores que se pasaban al enemigo. Tzuc se lo indicaba al comandante,<br />

enfatizando la inutilidad de más resistencia y muerte.<br />

Por eso les envío a ustedes... este mi papel. Para que sepan qué<br />

está sucediendo. No les engañen a ustedes. Nunca ha de ganar esta<br />

guerra vuestro gobierno. No os engañe: cualquiera cosa que haga<br />

nunca tendrá acierto, ni saldrá con su intento. Y así no piensen nada<br />

por mí. Procuren tener en el corazón la idea de presentárseme por<br />

bien y amor y así no acontecerá daño alguno dentro de ese pueblo.<br />

No por esas armas y el tren de guerra que tienen en ese pueblo se esfuercen<br />

a resistir y les suceda infinidad de desgracias en estos días<br />

que se acercan. Mas para mayor bien procuren entregar todo el toen<br />

de la guerra y todas las armas que existen allí para que no suceda<br />

ningún daño dentro de ese pueblo. Porque me es muy sensible que<br />

les suceda algún daño por una nada.<br />

Tzuc aseguraba al comandante enemigo que los defensores de<br />

Bacalar, si se rendían de inmediato, continuarían gozando de su libertad<br />

y su propiedad.<br />

Como entreguen todas las armas can bien, no piensen que les suceda<br />

ningún daño. Siempre permanecerán en sus casas. No piensen<br />

se les tomará las casas que son de su propiedad, ya sean adquiridas<br />

por medio del trabajo o compradas siempre son de ustedes. Si es por<br />

el corte, lo harán también como antiguamente. Nadie se los evita, ni<br />

les hará daño. Por eso pueden andar comerciando en donde quieren.<br />

Nadie se los embarazará. Pueden vender las cosas que sean de ustedes.<br />

Pueden también comprar las cosas que necesiten.<br />

Tras mencionar nuevamente que los defensores habían sido<br />

burlados por el gobierno, el cual continuaba engañándolos, Tzuc<br />

suplicaba al enemigo, aunque haciendo una abierta amenaza:<br />

Por mayor, pongan en el corazón esto que les digo: par Dios piénsenlo.<br />

No por vuestro gobierno han de pasar mil necesidades, porque<br />

nunca saldrá con lo que pensó sobre el india Puesto que no ha de ser<br />

más que Dios. Pues no es orden de Dios que el blanco gane al indio<br />

en esta guerra que sucede. No piense el gobierno del blanco, que no<br />

sabemos cuál es el mandamiento de Dios, que dejó en esta tierra de<br />

pecado en que moramos o existimos.<br />

135


P^í^v^"'''<br />

Y así mi querido amigo comandante, si no crees lo que te digo, si<br />

no quieren obedecer mi amable palabra dirigida a ustedes, ya se<br />

. acordarán con el tiempo porque nada sacarán [cuando aniquile] ese<br />

pueblo de Bacalar. Como empiecen a resistir perderán todo lo que tienen...<br />

Si entregaran todo el tren de la guerra que hay en ese Bacalar<br />

por bien y amor, sin que haya ningún enojo esto basta.<br />

Tzuc describía nuevamente las libertades de que todos gozarían<br />

cuando la guerra al fin terminara. Y se excusaba por las escaramuzas<br />

que ya se habían producido con los defensores de Bacalar.<br />

Al fin, llegaba a esta conclusión:<br />

Si les sucedió a ustedes algún daño no es culpa mía, porque no había<br />

ido a pelear, sino con bien había yo ido. Ahora bien te mando este<br />

mi papel con mucho afecto, porque no estoy engañando, hasta puedo<br />

darte la palabra de esto que te digo. Pero vean el modo de entregar<br />

todo lo que digo. Pero si no quisieres creer esto que te digo, morirán<br />

todos en ese pueblecito de Bacalar, porque tengo mucha tropa para<br />

cerrar todas las salidas de circunferencia de Bacalar. La cosa es que<br />

en ninguna parte les voy a dar camino para que salga siquiera uno<br />

solo de ustedes cual fuere el número de tropas que tengas allí. Allí se<br />

acabarán...<br />

No es más. Dios te dé salud por muchos años. Yo te amo con todo<br />

[mi corazón].27<br />

El comandante indio manifestaba su amor por los defensores<br />

de Bacalar al menos por dos razones evidentes. Primero, aunque<br />

las fuerzas indias sumaban millares y los defensores de Bacalar sólo<br />

centernares, la ciudad era muy defendible, y los ataques frustrados<br />

habían costado muchas vidas. Como Tzuc ya había estado a<br />

cargo del sitio por tres años, conocía bien el precio probable oe un<br />

ataque masivo. Así, a pesar de sus declaraciones de sinceridad,<br />

podemos suponer que Tzuc mentía para salvar la vida de sus efectivos.<br />

28 Segundo, Tzuc y sus hombres no eran soldados profesionales:<br />

eran granjeros, mercaderes, cazadores y padres de familia, además<br />

socializados en la ética cristiana de no matar. Así que quizá procuraban<br />

absolverse de antemano de la culpa de homicidio.<br />

Pero en las declaraciones de amor de Tzuc también había propuestas<br />

para el futuro. La rebelión y la prolongada guerra habían reducido<br />

las tensiones sociales entre los mayas y los no mayas a un solo<br />

elemento de su anterior complejidad. La palabra 'pùul era y sigue<br />

siendo el término común maya para el "Otro", y abarca significados<br />

ambiguos tales como "hombres blancos" "hombres ricos", "extranjeros",<br />

"respetados", "enemigo". La ambivalencia del término refleja la<br />

ambivalencia de las relaciones de los mayas con tales personas en el<br />

136<br />

pasado. En las cartas que intercambiaban durante la guerra, los oficiales<br />

mayas tendían a no. usar este término común y abarcador;<br />

más bien escribían acerca de los movimientos y acciones del "enemigo"<br />

usando la palabra española: "el enemigo está al norte", "el enemigo<br />

atacó este o aquel pueblo", "mándame tantos barriles de pólvora<br />

y tantas tropas porque el enemigo está operando en mi distrito".<br />

Los que estaban cansados de la guerra, moralmente agobiados<br />

por la matanza, y veían tanto la necesidad como la oportunidad de<br />

una coexistencia pacífica .con el "enemigo", buscaban algún fundamento<br />

para dar una nueva complicación retórica a las relaciones<br />

sociales. Con la paz habría una nueva jerarquía social y una nueva<br />

división del trabajo, según lo que algunos prevían y aun exigían. Y<br />

tal vez algunos captaron que las relaciones sociales propias de ese<br />

nuevo orden necesitarían acudir a una nueva retórica. La retórica<br />

del cortejo y el amor era una base plausible para reinsertar el "misterio"<br />

y la "ambigüedad" en las relaciones sociales, que en la guerra<br />

se habían reducido a simples cuestiones cuantitativas de tantas armas,<br />

tanto poder. La retórica del cortejo cubriría las relaciones sociales<br />

de un nuevo orden con un manto eulogístico, de modo que<br />

gentes de diversas clases podrían convivir en paz.<br />

Los mayas, en diversos momentos históricos, han desarrollado<br />

una particular retórica del cortejo romántico para facilitar la comunicación<br />

a través de profundas fronteras sociales: con un Otro que<br />

era un enemigo bélico, con un forastero con quien procuraban una<br />

alianza, o con Dios. Ello no significa que las ideas mayas sobre el<br />

amor romántico sean iguales a las nuestras, pero algunas alusiones<br />

son evidentes. Cuando el comandante indio dice a su enemigo que<br />

lo ama con todo su corazón, lleva aun más lejos la metáfora del cortejo<br />

sugiriendo que el gobierno había burlado a los defensores de<br />

Bacalar, asegurando que los indios los tratarán mucho mejor, y continúa<br />

explotando la metáfora informando al comandante enemigo<br />

que otros blancos ya mantenían relaciones sociales con los indios:<br />

¿por qué no él y sus tropas también?<br />

Asegura a los enemigos que tras someterse a sus deseos continuarán<br />

gozando de la seguridad de un hogar, dentro del cual podrán<br />

administrar sus asuntos económicos: haciendo las compras y<br />

ventas que constituyen una parte importante del trabajo y el poder<br />

de las mujeres en muchos hogares indios. Pero les advierte que tendrán<br />

que ceder las armas a los indios, aunque las armas sean herramientas<br />

masculinas en la típica economía hogareña india Por<br />

último, asegura a aquellos a quienes corteja que sus intenciones<br />

son honorables, que no deben preocuparse por un engaño (un motivo<br />

común en las historias indias relacionadas con las vicisitudes<br />

del cortejo varón-mujer), ni tampoco por la violación ni el pillaje.<br />

137


^^^r.<br />

(En esta retórica del cortejo puede haber otro motivo oculto,<br />

imposible de evaluar aquí. Sólo ocho meses antes fuerzas enemigas<br />

habían capturado y secuestrado a la esposa de Tzuc.) 29<br />

Rara vez en la historia los mayas habían estado en una posición<br />

tan obviamente superior de cara a quienes llamaban Otros.<br />

Capaces de aniquilar al enemigo, y con razones para creer que nunca<br />

más quedarían sometidos al dominio extranjero, ¿por qué<br />

propondrían reeláborar sus relaciones sociales con esos Otros derrotados?<br />

¿Estaban tan dominados por la ideología de su opresión<br />

original que no veían claramente las posibilidades inherentes a ese<br />

excepcional momento histórico? Por usar nuevamente la idea de<br />

Kenneth Burke: es probable que la profesión de amor en la carta de<br />

ese comandante indio resultara entonces más clara que hoy. El contexto<br />

histórico en que se usaba el término yakunah o "amor" tal vez<br />

fuera obvio en sus múltiples y ambiguas relaciones. Es decir, las<br />

confusiones que parece construir el texto derivan de nuestra lectura,<br />

tan lejos estamos del contexto de su producción original y de sus<br />

usos prácticos. 30<br />

Si los indios y sus enemigos se transformaban en amantes en<br />

ese momento, debía de estar claro para todos ellos que la relación<br />

sería asimétrica. Los indios serían "hombres" y los extranjeros<br />

"mujeres", no hombres y mujeres tal como eran, sino "hombres" y<br />

"mujeres" en cuanto categorías sociales del sistema de géneros de<br />

la época. Las relaciones abarcadas por una metáfora tan potente,<br />

en las relaciones cotidianas de producción, intercambio y gobierno,<br />

se tendrían que elaborar después de la llegada de la paz, y muy<br />

probablemente en silencio, mientras las gentes continuaban profesando<br />

su amor mutuo en las ocasiones apropiadas. Mientras los indios<br />

tuvieran las armas, tenían razones para creer que hallarían la<br />

felicidad en una relación tan confesadamente abierta. Entretanto<br />

la retórica del cortejo ofrecía la perspectiva de una unión pacífica<br />

sin impedir luchas futuras.<br />

No he visto documentada una réplica de los defensores de Bacalar<br />

a la amistosa propuesta del comandante indio. Para mantener<br />

la disciplina tras semanas y meses de incesantes ataques<br />

indios, y con tropas que sufrían hambre y enfermedades, el comandante<br />

de las fuerzas que defendían Bacalar debía de tener "una alma<br />

de hierro", como escribió un historiador de la Guerra de Castas,<br />

Baqueiro, aludiendo a episodios anteriores del sitio: "necesario era<br />

sobreponerse a todo sentimiento de humanidad para no abandonar<br />

aquella campaña". 31 El sitio continuó. José María Tzuc cejó en la<br />

lucha un año después, cuando las negociaciones con el gobierno de<br />

Yucatán al fin dieron algún fruto, y se retiró con sus hombres a una<br />

de las partes más aisladas de la península para iniciar una nueva<br />

138<br />

vida. Otras fuerzas indias se desplazaron para continuar el sitio de<br />

Bacalar al mando de oficiales menos afectuosos que Tzuc<br />

Seis años después que Tzuc escribiera esa carta al comandante<br />

de Bacalar, el pueblo cayó ante un breve ataque por sorpresa.<br />

Muchos habitantes fueron apresados y un grupo de ingleses partió<br />

de la Honduras Británica para obtener su liberación. Un tal señor<br />

Blake ya había ido a Bacalar, y le dijeron que se marchara y regresara<br />

con dinero y pólvora. Cuando volvió a Bacalar, llevando el dinero<br />

pero no la pólvora, se .encontró con el capitán Anderson del Segundo<br />

Regimiento de la India Occidental, quien llevaba una carta<br />

para el general maya Venancio Puc, en la cual el superintendente<br />

de la Honduras Británica solicitaba un trato misericordioso para<br />

los cautivos. En su respuesta los mayas invocaron la asimetría de<br />

las relaciones varón-mujer,, esta vez no con referencia al cortejo y el<br />

ámbito doméstico, sino mediante demostraciones de índole más violenta.<br />

Cuando los ingleses llegaron al pueblo caído y presentaron la<br />

carta del superintendente al general Puc, vagabundearon mientras<br />

aguardaban una respuesta. Hallaron que<br />

la calle principal, paralela al lago, había sido despejada y no bahía<br />

en ella cadáveres humanos, pero aun allí el aire estaba impregnado<br />

por el hedor que llegaba de las calles laterales, donde cuerpos desnudos<br />

de hombres y mujeres en todas las etapas de descomposición<br />

eran devorados por los perros y "John Crows" (zopilotes). Por los diferentes<br />

grados de descomposición era evidente que había haba do sucesivas<br />

matanzas. Muchos habían sido asesinados cuando no pedían<br />

presentar resistencia, según lo indicaban las marcas de cuerdas en<br />

los brazos. La mayoría de los cadáveres eran de mujeres, y un indio<br />

explicó lo que era fácil adivinar: la causa de las profundos rasguños<br />

en el cuello y otras partes del cuerpo, marcas que eran visibles no sólo<br />

en las muertas.<br />

El capitán Anderson habló con algunas de las prisioneras, incluida<br />

una niña de catorce años a quien reconoció como cuñada del<br />

cónsul mexicano en Belice. Ella,<br />

con profundas cicatrices en el cuello, se adelantó y recordó al capitán<br />

Anderson que se habían conocido en Belice, susurró que debían<br />

liberarla al día siguiente, pero fue arrastrada por el guardia,., cuando<br />

se puso a hablar con espanto de la siguiente noche de cautiverio<br />

de la cual, por lo que él entendió cuando la interrumpieron, iba a suplicarle<br />

que la liberase.<br />

Horas después aún no había respuesta a la carta de los ingleses,<br />

que primero se debía traducir al español, luego al maya yuca-<br />

139


teco, para que los oficiales mayas pudieran leerla y, según dijeron a<br />

los ingleses, someterla a "la consideración de la Santa Cruz, el ídolo<br />

y oráculo de la tribu, consultado en toda cuestión de importancia,<br />

nunca visto por laicos y que en tiempos menos alborotados sube al<br />

cielo a pedir instrucciones". Los ingleses se preocuparon al acercarse<br />

la noche, y aun más cuando<br />

el señor Blake se acercó algo alarmado a preguntar si era cierto<br />

que el general Windham había sido derrotado en la India [durante la<br />

reciente rebelión de los cipayos], pues eso decían los jefes, y que el<br />

poder de Inglaterra ya no era temible. Evidentemente había tenido<br />

f • un desagradable entredicho con los indios por la falta de pólvora.<br />

Decían que nuestro gobierno no es imparcial... Permitimos que Perdomo<br />

(el derrotado comandante mexicano de Bacalar) tomara pólvora<br />

de los barcos británicos del Hondo. El Santa Cruz sólo tenía que<br />

dar la orden, y capturarían a Perdomo en medio de Corozal [adonde<br />

había huido].<br />

"Esa noche, como de costumbre", continúa el informe del superintentende,<br />

"todos los indios de Bacalar se reunieron frente a la<br />

casa donde se guarda la Santa Cruz. Los asistentes varones del<br />

ídolo, llamados ángeles, cantaron frente a él, y los tambores y cornetas<br />

sonaban en partes recurrentes de la canción." El general Puc<br />

estaba adentro con la Santa Cruz, mientras sus oficiales y tropas<br />

permanecían de rodillas afuera, hasta que concluyó la misa, ocasión<br />

en que "se persignaron y frotaron la frente en el polvo". Eran<br />

las once cuando los prisioneros fueron llevados afuera y alineados<br />

frente a la casa que albergaba a la divinidad visitante, mientras<br />

muchos soldados se arrodillaban a lo largo del camino. "Era una<br />

noche muy clara, y como hacía sólo dos días que había pasado la luna<br />

llena, todos los rostros eran visibles. Reinaba una considerable<br />

angustia, y todos los ingleses se mantenían cerca de los casacas rojas."<br />

Los prisioneros incluían a cuarenta mujeres y una docena de<br />

hombres, además de niños.<br />

140<br />

Estaban calmos, excepto los niños, aunque se sabía que la Santa<br />

Cruz se pronunciaría sobre su destino. El capitán Anderson, cerca de<br />

la casa donde se hallaba el oráculo, oyó un "chillido"; cuando cesó, se<br />

anunció que la Santa Cruz exigía un rescate más alto por los prisioneros.<br />

El señor Blake se apresuró a garantizar el pago de los 7.000<br />

dólares. ¿Tenía esa cantidad consigo? No, pero la obtendría. La Santa<br />

Cruz evaluó la idea. El señor Blake los había engañado en cuanto a<br />

la pólvora: que murieran los prisioneros. Pero el capitán Anderson<br />

intervino y de nuevo llamó la atención sobre mi protesta. Puc estaba<br />

dentro de la casa, y se le comunicó la pregunta. Hubo una pausa, y el<br />

castañetear de dientes de uno de los ingleses era tan audible que los<br />

m.<br />

M<br />

W<br />

jefes, para humillación del capitán Anderson, le mandaron decir que<br />

los ingleses no debían tener miedo.<br />

Desde el santuario de la cruz surgió al fin una contrapropuesta:<br />

si los ingleses entregaban al ex comandante mexicano de Bacalar,<br />

quien se había refugiado en la Honduras Británica, los prisioneros<br />

quedarían libres. El capitán Anderson se negó, a pesar de las<br />

súplicas de sus hombres: "Era sencillamente imposible".<br />

La Santa Cruz no tema más que decir. Los asuntos debían seguir<br />

su curso. Dos de los oficiales subordinados escogieron a cuatro o cinco<br />

mujeres y ordenaron que una guardia se las llevara. Los soldados comenzaron<br />

a sujetar los codos de las mujeres a sus espaldas, y luego<br />

las criaturas seleccionadas para salvarse —niñitas, en número de<br />

ocho— fueron separadas de sus madres, y la única escena de violencia<br />

que se presenció hasta entonces consistió en los forcejeos y frenéticos<br />

gritos de esas desdichadas, aunque una de las mujeres las exhortó<br />

a no hacer tanto alboroto porque las matarían con las madres.<br />

Se formó una procesión que marchó hada la Puerta Este. Primero vino<br />

un numeroso destacamento de tropas, luego, en fila india, un prisionero<br />

varón, y su verdugo giñandolo con su machete y sujetándolo<br />

con la cuerda que le sostenía los brazos. Luego pasaron treinta y cinco<br />

mujeres impulsadas y sostenidas de la misma manera, y otro cuerpo<br />

de soldados en la retaguardia. No se permitió que los ingleses los<br />

siguieran, pero vieron que los vestidos blancos de las mujeres, y de la<br />

procesión en general, atravesaban la puerta y se detenían bajo una<br />

arboleda a ciento cincuenta metros. El capitán Anderson regresó a<br />

casa y pronto se inició la carnicería. Se oyeron gritos, pero pronto<br />

volvió el silencio, y las tropas regresaron poco después.<br />

Al cabo otros gritos femeninos rompieron nuevamente el silencio.<br />

Los ingleses supusieron que era la niña de catorce años con<br />

quien había hablado el capitán Anderson, y que no estaba con los<br />

prisioneros a quienes habían ejecutado esa noche. Sus gritos eran<br />

"sumamente violentos... más prolongados y desgarradores" que los<br />

de las anteriores víctimas, "como si la perspectiva de escape hubiera<br />

derrumbado la huraña fuerza de la desesperación, con que los<br />

demás habían enfrentado su sino". Poco después, un mensajero del<br />

general Puc visitó al capitán Anderson para decirle que el general<br />

"esperaba que el superintendente no se ofendiera por lo sucedido.<br />

Los españoles siempre trataban así a sus prisioneros. Los indios<br />

sólo seguían la lección que les habían enseñado. Los ingleses no debían<br />

temer".<br />

A la mañana siguiente, los únicos indicios de la matanza de la<br />

noche anterior eran los zopilotes en el lugar de la matanza y los indios<br />

lavando sus machetes en la laguna. El general Puc "visitó al ca-<br />

141


*5%^^LyJQPfv-t'- r+ï"* ; ' *<br />

pitan Anderson por la mañana, pero con modales hoscos y fríos. No<br />

tema ninguna carta para él superintendente. Los ingleses podían irse<br />

de Bacalar cuando desearan. Todos los indios se alejaron mientras<br />

se embarcaban. Había embarazo y silencio en ambos lados". 32<br />

No fue con azúcar, me dijo una vez un maya, como su gente<br />

despachó a los defensores de Bacalar, sino con balas. Pero en los<br />

tratos entre mayas y extranjeros en las décadas de 1920 y 1930, las<br />

palabras dulces tenían que bastar, aunque ni los mayas ni los extranjeros<br />

esperaban que las palabras por sí solas tuvieran los efectos<br />

deseados. Cada lado suplementaba las declaraciones de amor y<br />

amistad con obsequios, compras y ventas.<br />

Como "prenda de nuestra buena fe e intenciones futuras", los<br />

extranjeros obsequiaban muchos presentes a los interlocutores mayas,<br />

habitualmente cosas de escaso valor, pequeñas cantidades de<br />

dinero y comida, y suministros médicos. 33 Los mayas apreciaban<br />

mucho los últimos, y cuanto más vivía Villa en Tuzik, con más frecuencia<br />

adultos y niños iban para curarse de fiebres, diarreas, vómitos,<br />

sudores nocturnos, toses, dolores musculares, dolores de muelas,<br />

inflamaciones dérmicas, irregularidades menstruales, conjuntivitis<br />

y parásitos. Estos regalos y servicios gratuitos se aceptaban<br />

con avidez, a menos que los benefactores insultaran a los mayas, como<br />

ocurrió cuando la Expedición Médica de Yucatán visitó la aldea<br />

de Xiatil en 1929. Se los recibió como mercaderes itinerantes, pues<br />

venían acompañados por un vendedor de joyas de Mérida, y se les<br />

permitió entregar medicamentos gratuitos, hasta que un "miembro<br />

del grupo, encontrando a un indio sucio en su hamaca [y temiendo la<br />

sarna] se apresuró a echarlo. Esto creó una infortunada impresión.<br />

A partir de entonces los indios mostraron mal talante, nos miraron<br />

con hosquedad y pocos se presentaron a recibir tratamiento". 34<br />

En ocasiones los mayas también daban regalos, habitualmente<br />

comida si uno llegaba a la hora adecuada. Mientras vivía en Tuzik,<br />

Villa fue invitado a hogares mayas para compartir los frutos de<br />

la estación, o a veces mazorcas frescas o brebajes de maíz, y más<br />

raramente una comida cocida (especialmente durante las fiestas<br />

públicas de la aldea y las festividades del centro sagrado). Sin embargo,<br />

los mayas exhibían sus sentimientos hacia los forasteros visitantes<br />

más a través de su voluntad de comprar y vender que dando<br />

y recibiendo regalos. Fgaban precios arbitrarios a los artículos<br />

de los mercaderes, obligándolos a vender, o les robaban la ropa y la<br />

mercancía antes de azotarlos y expulsarlos. Á menudo rehusaban<br />

dar comida y agua a los intrusos, aunque éstos ofrecieran "precios<br />

exorbitantes" a cambio. 36 En días mejores, sólo intimidaban a los<br />

mercaderes y maltrataban sus mercancías, como descubrió Villa<br />

142<br />

cuando posaba de mercader ambulante en 1932. Aunque fue bien<br />

recibido en la mayoría dé los poblados mayas, encontró que la<br />

gente de Xmaben, la localidad del capitán Cituk, era "bastante grosera".<br />

Ayer por la tarde, cuando llegué, la noticia se difundió con<br />

tanta prontitud que no había alcanzado a descargar el caballo<br />

cuando me rodearon más de veinte indios. ...como no podían abrir<br />

las cajas con la rapidez que deseaban, porque tenían candado, las<br />

abrieron por la fuerza. Esta rudeza aumentó cuando descubrieron<br />

que no habíamos llevado aguardiente, "que es lo único que necesitamos",<br />

según exclamó uno de ellos. Me pareció un mal presagio,<br />

pues no hallaba entre ellos un solo rostro amigable. 36<br />

Aun en las mejores circunstancias, nunca era fácil venderles a<br />

los mayas, que enloquecían a los comerciantes. Villa observa los indios<br />

nunca compran nada directamente, Primero miran largo tiempo<br />

el objeto deseado, pensando en qué lo usarán. Luego lo tocan, lo<br />

estudian, llaman a otros más expertos para que los ayuden a examinar<br />

la mercancía. Comúnmente no quedan conformes con eso y<br />

se llevan la mercancía al hogar para evaluarla con sus familias.<br />

Después regatean por el precio, a pesar de que ya es extremadamente<br />

bajo. Si al fin se llega a un acuerdo, se llevan el artículo con<br />

la promesa de pagar después, aunque es justo decir que en esto son<br />

gente de palabra. 37<br />

Mientras Alfonso Villa vivía en Tuzik, llegó un comerciante de<br />

Valiadolid con mercadería para vender, incluidos molinillos metálicos<br />

que eventualmente reemplazarían las piedras molares que las<br />

mujeres mayas usaban para preparar el maíz para las tortillas. "Los<br />

cuales hubieran tenido muy buena salida", pensó Villa Pero entre<br />

los aldeanos reunidos alrededor del mercader, uno caviló en voz alta<br />

que las mercancías habían venido a lomos de un caballo visiblemente<br />

inquieto, así que era posible que parte de la carga se hubiera caído<br />

en el camino, sufriendo daños. Villa consignó en su diario:<br />

No obstante haber sido esta observación una simple ocurrencia<br />

sin prueba alguna, bastó para influir en los otros de manera efectiva,<br />

pues, inmediatamente se pusieron a revisar los molinillos descubriendo<br />

rasgaduras, lastimaduras y golpes, visibles solamente para<br />

ellos. De nada sirvieron las razones del comerciante, pues todos estaban<br />

perfectamente convencidos de que el caballo había tirado los molinillos<br />

al suelo y, aun más, quizás hasta los había pisoteado. Gomo<br />

es de comprender nadie los quiso comprar.<br />

Al día siguiente el comerciante siguió viaje sin haber vendido<br />

nada en Tuzik, "pues la desconfianza que, al principio, se limitó a<br />

los molinillos, se extendió después a todos los otros artículos". 36<br />

143


Con Morley y Villa, los mayas no practicaron el intercambio<br />

forzoso ni el rechazo. Por el contrario, el comercio amigable era una<br />

meta de sus comunicaciones oficiales con los norteamericanos, tal<br />

como a menudo había sido con los británicos. Y el comercio limitado<br />

y espontáneo formaba parte de la estrategia maya para crear la<br />

comprensión que, esperaban, les permitiría recibir "elementos para<br />

la guerra". Aunque el comercio con los forasteros había sufrido restricciones<br />

por obra de la política oficial o la opinión pública, mien-i<br />

tras los oficiales mayas hablaran con visitantes distinguidos los<br />

plebeyos podían comerciar con ellos para satisfacer las necesidades<br />

personales de sus hogares.<br />

£1 papel de comerciante ambulante era más apropiado de lo<br />

que Villa imaginaba en 1932, y aunque dejó de presentarse como<br />

tal en el último año de sus investigaciones en el territorio —adoptando<br />

el más eficaz y prestigioso papel de intermediario en la diplomacia<br />

maya-norteamericana— los mayas lo presionaban para que<br />

continuara en ese papel. Al principio parecían conformarse con los<br />

medicamentos que ofrecía. Diego empezaron a pedir regalos en los<br />

que él no había pensado: un frasco de tintura capilar, un yeso poroso<br />

para extraer "vientos" dañinos y sobrenaturales del cuerpo, medicina<br />

para la esterilidad femenina y las irregularidades menstruales,<br />

elementos escolares y demás.<br />

Eventualmente, en número creciente, presentaron a Villa pedidos<br />

para que comprara en Mérida bienes que debían llegar cada<br />

tantos meses con las provisiones de Villa. Las mujeres parecían ser<br />

las principales interesadas, y pedían chales, sombreros, pañuelos,<br />

perfumes, crespón dorado, cuentas azules, "y otras cosas por el estilo,<br />

que habrán de lucir en la próxima fiesta". Esa próxima fiesta<br />

nunca estaba muy lejos, y el volumen de tales pedidos cargaba cinco<br />

o seis muías en cada viaje.<br />

Eso, más el incesante requerimiento de servicios médicos,<br />

desesperaba a Villa. "El día de hoy lo he pasado tremendamente<br />

ocupado atendiendo a la muchedumbre procedente de todos los<br />

pueblos de esta comarca. Dejar contento a cada uno, es cosa que requiere<br />

paciencia infinita y táctica [tacto] para tratarlos. Son gente<br />

buena, pero cuando están en montón se ponen un poco necios como<br />

chiquillos impertinentes." Y otro día se quejaba: "Soy el foco de<br />

atención de toda la región; diariamente llegan hasta mí individuos<br />

de todas partes con objeto de encargar mercancías, de que yo los<br />

cure, y aun con el simple propósito de consultarme sobre asuntos<br />

meteorológicos, políticos, económicos, etc. No menos fastidiosas resultan<br />

las mujeres que no quieren moverse de acá, curioseando<br />

hasta las cosas más insignificantes". 39<br />

A pesar del esfuerzo y aun de la futilidad del intento de ser co-<br />

144<br />

merciante, médico y asesor, Villa entendía que valía la pena para<br />

"vencer toda hosquedad o falta de simpatía en mi labor etnológica"<br />

y para evitar que los mayas insistieran en los propósitos políticos<br />

de sus tratos con los norteamericanos. 40 Como le explicaba a su<br />

mentor, Robert Redfield:<br />

Al llegar yo aquí por primera vez, fui considerado como un simple<br />

intermediario en los tratos de anexión que esperaban celebrar con la<br />

citada potencia extranjera. Luego me di cuenta de lo peligroso de esta<br />

idea para el futuro de nuestros trabajos, por lo que me propuse írselas<br />

quitando paulatinamente, sin que llegasen a sentir totalmente<br />

defraudadas sus esperanzas. Esto, sin duda, era difícil: confiar únicamente<br />

en el prestigio de la Institución Carnegie y en pequeños obsequios<br />

hechos ocasionalmente en Chichén Itzá resultaba por demás<br />

ineficaz; decirles francamente que nuestro único interés en ellos era<br />

preparar una monografía etnográfica de carácter puramente científico,<br />

hubiera sido, no sólo peor, sino también ininteligible para ellos.<br />

Lo que hada falta era una fórmula que me permitiese vivir entre<br />

ellos llenando una necesidad común, es decir, que la utilidad de mi<br />

presencia fuese palpable, sentida desde luego. La fórmula necesitada,<br />

para decirla en la terminología hoy en boga, era la de tener una<br />

función social en el grupo.<br />

Villa añadía:<br />

Para lograrlo, comencé por inculcarles, mediante pláticas adecuadas,<br />

la utilidad de las medicinas, pensando que, con el tiempo, éstas<br />

llegarían a ser una necesidad que yo podría satisfacer.<br />

Lo mismo ocurría con otros bienes de consumo que Villa podía<br />

pedir y obtener en Mérida, con lo cual la utilidad de mi presencia<br />

se hace así evidente e indiscutible". 41 Á Villa no se le ocurrió que su<br />

"función social" como repartidor de obsequios, médico y comerciante<br />

amistoso podría reforzar el interés de los mayas en la unión política<br />

y la guerra contra México, en vez de disuadirlos de tales<br />

aspiraciones. Aunque menores, esas transacciones médicas y comerciales<br />

entre Morley, Villa y los interlocutores mayas presagiaban<br />

posibilidades futuras: para la realización de las investigaciones<br />

deseadas por los extranjeros, y para culminar la alianza que procuraban<br />

los oficiales mayas.<br />

El intercambio de palabras corteses y sugestivas sólo enfatizaba<br />

esta situación. Los oficiales mayas que se escribían con Morley<br />

decían que querían ser uno con él y con su pueblo; querían que hubiera<br />

unión entre ellos. Querían que Morley les abriera "caminos,<br />

para que hablemos contigo, para que nos traigas lo que necesitamos<br />

aquí a Guardia". Se hablaba de amor, y a veces de deseo. El<br />

145


antropólogo Robert Redfield reparó en algo relevante al señalar<br />

que el respaldo económico mutuo era la esencia de la relación marital<br />

entre los mayas. Á través del comercio los mayas y los extranjeros<br />

procuraban crear dicha esencia entre ellos mientras cada cual<br />

obtenía lo que necesitaba en el momento: los mayas, cosas con las<br />

cuales curarse y adornar sus cuerpos, sus divinidades y sus altares;<br />

los extranjeros, mano de obra e información.<br />

Además de cortejar a los extranjeros con palabras dulces, obsequios,<br />

compras y ventas, los oficiales mayas procuraban una<br />

alianza respondiendo voluntariamente a las preguntas de los extranjeros<br />

que deseaban saber sobre ellos, su historia y su modo de<br />

vida. Tal apertura no era inocua ni habitual. Cuando a fines del<br />

siglo diecinueve el general William Miller se quejó del carácter taciturno<br />

y hostil de los rebeldes, a los cuales era "imposible sonsacarles<br />

información... pues se oponen con firmeza a que los interroguen",<br />

bien podía haberse referido a los mayas de fines del siglo'<br />

veinte y a los de tiempos de Morley.<br />

Los primeros exploradores extranjeros procuraban averiguar<br />

la ubicación de las ruinas arqueológicas, y los mayas a veces señalaban<br />

el camino si con eso ganaban algo. Como observó un explorador:<br />

"La avidez de estas gentes primitivas por algunas de las<br />

ventajas mecánicas que ha desarrollado el hombre blanco resulta<br />

lamentable. A cambio de escopetas y radios, nos pueden iluminar<br />

sobre las maravillas de su pasado, así como han empezado a darnos<br />

su caoba y su chicle." 42 Los visitantes posteriores buscaban una información<br />

mucho más amplia —sobre la vida social, los cultivos, la<br />

caza, el lenguaje, la religión, la historia— y los oficiales mayas que<br />

los complacían fueron más allá de lo que antes se había permitido.<br />

Revelaron mucho acerca de sí mismos, no sólo por ganancias inmediatas<br />

sino como parte de una estrategia más compleja destinada a<br />

procurarles una alianza y una unión. Si Morley y los suyos (la segunda<br />

persona de las cartas oficiales a Morley a menudo era plural)<br />

entendían ciertas cosas sobre las condiciones presentes y la<br />

historia reciente del trabajo, el gobierno y la piedad mayas, tal vez<br />

también se apiadaran y enviaran la bandera de su nación y los implementos<br />

para la guerra.<br />

En sus cartas a Morley, los oficiales mayas dedicaban muchas<br />

palabras a describir el trance de su pueblo, y desde luego a hacer<br />

reiterados pedidos de asistencia. Más allá de las palabras de amor,<br />

las alusiones a las penurias y los requerimientos de ayuda, describían<br />

sus actuales prácticas sociales en párrafos a menudo enmarcados<br />

por expresiones tales como "es preciso escribir" o "deseamos<br />

aclarar". Presentaban listas de los poblados bajo su mando y el<br />

nombre, rango, y residencia de los oficiales mayas vivientes. Así co-<br />

146<br />

W¿.<br />

mo los primeros exploradores recibían noticias de disenso entre los<br />

oficiales, ahora los oficiales de Xcacal Guardia escribían a Morley<br />

detallando quién de ellos gozaba de su favor, quién quedaba excluido,<br />

quién estaba con ellos y quién no. 43 (El "yo" de las cartas mayas<br />

era colectivo pero no incluía a todos.) Permitían copiar sus<br />

inscripciones más sagradas: un Libro de Chilam Balam y el manuscrito<br />

revelatorio que ellos llamaban "El Testamento", y nosotros "La<br />

Proclama de Juan de la Cruz".<br />

En sus cartas a Morley, los oficiales continuamente enfatizaban<br />

los antecedentes históricos de sus actos. Decían a Morley que<br />

habían hablado con los británicos en Corózal, en la ciudad de Belice,<br />

en otras localidades del sur, y que los acuerdos alcanzados allí<br />

eran los que ahora buscaban con Morley. Decían que querían que<br />

las cosas fueran como tiempo atrás, cuando sus grandes padres<br />

hablaban con los caballeros ingleses. Invocando los actos de sus difuntos<br />

y honorables padres, los oficiales también enumeraban sus<br />

nombres en listas incluidas y adosadas a su correspondencia: una<br />

lista de los que habían negociado con los británicos, una lista de<br />

los secretarios del pasado, y una que titulaban "la antigua lista de<br />

nuestros reyes". Dieron en total cuarenta y un nombres, entre<br />

ellos algunos difundidos por historias publicadas de la Guerra de<br />

Castas, y muchos otros que nunca gozaron de esa inmortalidad.<br />

Estos eran los reyes que gobernaban el territorio, I03 oficiales dijeron<br />

a Morley, mientras procuraban gobernar ese mismo territorio<br />

restaurado. Así enumerados, los muertos cumplían su proposito en<br />

los diálogos con Morley. No es preciso mencionar lo que los oficiales<br />

sabían bien: que los reyes se habían matado entre sí en una sucesión<br />

de gplpes donde las charlas de paz eran a menudo confiietivas.<br />

44<br />

La concesión clave de los oficiales a los investigadores extranjeros<br />

fue su decisión de permitir que Alfonso Villa viviera entre<br />

ellos. Desde su pocilga refeccionada de Turik, Villa pudo observar<br />

los acontecimientos y escuchar el habla de este mundo maya, antes<br />

oculto, como nadie lo había hecho antes. O al menos pudo observar<br />

los acontecimientos públicos: el ir y venir de los visitantes, el éxodo<br />

cotidiano de gentes que iban a trabajar en el bosque, rituales públicos<br />

en la iglesia y en las pequeñas capillas familiares, y desde luego<br />

las cambiantes estaciones de esas latitudes, villa pudo hablar con<br />

lugareños que hacían lo posible para visitarlo y charlar sobre sí<br />

mismos, los acontecimientos actuales, la historia reciente y demás,<br />

entre quienes se destacaban los oficiales. Con el tiempo reemplaza-'<br />

ron la pocilga de Villa por una suntuosa cabana de techo de bálago,<br />

nueve por cuatro metros, la estructura más grande de su territorio<br />

—al margen del altar, la iglesia del pueblo y las barracas— para<br />

147


hallarse más a sus anchas, al parecer, en sus cada vez más frecuentes<br />

visitas al representante de los americanos. 45<br />

Villa permaneció cerca de su casa de Tuzik, excepto por sus<br />

viajes ocasionales al altar, durante casi todo el tiempo que pasó en<br />

la región. Poco después de su llegada visitó cada uno de los poblados<br />

asociados con Xcacal Guardia y realizó un censo casa por casa.<br />

El capitán Cituk, el teniente Zuluub y otros oficiales permitieron<br />

esa tarea, de otra manera imposible, pues la gente, que habitualmente<br />

detestaba dar el nombre o cualquier otra información a los<br />

extranjeros ("para no ser dominados por los blancos"), obedeció<br />

cuando los oficiales acompañaron al censista y alentaron respuestas<br />

francas. Después de la visita a Chichén Itzá y de los encuentros<br />

con Morley en diciembre de 1935, los oficiales mayas se volvieron<br />

más comunicativos, y Villa pudo reunir tanta información que la<br />

meticulosidad^ de su etnografía de los mayas de Quintana Roo no<br />

ha sido superada por investigaciones posteriores. 46<br />

Aunque la habían alentado, los oficiales nunca estuvieron del<br />

todo cómodos con esa nueva locuacidad. Las extraordinarias medidas<br />

que Villa había empleado para ocultar sus notas mientras posaba<br />

de simple mercader ya no eran necesarias, pero aun así pronto<br />

tuve que desistir de usar papel y lápiz cuando hablaba con los<br />

nativos, pues parecía despertar desconfianza. En cambio transformé<br />

mi casa en centro de reuniones, y allí charlaba cordialmente. Yo<br />

sugería los temas, y todos conversaban con gran interés. Más tarde,<br />

cuando estaba solo, anotaba lo que había oído y aprendido. 47<br />

Al tratar de pactar una alianza con los norteamericanos a través<br />

de Villa, los oficiales y plebeyos mayas construyeron una imagen<br />

de sí mismos para que los extranjeros la consignaran y se la<br />

llevaran consigo. Luego los autores extranjeros revisaron profundamente<br />

esa imagen, de acuerdo con la actual teoría antropológica y<br />

las convenciones de la escritura etnográfica. Entretanto, los mayas,<br />

en parte por sus interacciones con los norteamericanos, se estaban<br />

modificando a sí mismos junto con sus condiciones de vida, de modos<br />

imprevisibles. Si hubieran podido atisbar el futuro, quizás hubieran<br />

resistido los avances del antropólogo, aplicando el mismo escepticismo<br />

que habitualmente dirigían contra los maestros. Paulino<br />

Yama de Señor le había dicho a Villa, en 1932: Conocemos sus trucos.<br />

Primero se acercan con adulaciones y amabilidad para luego<br />

manipularnos como niños. El maestro... cuando viene aquí, nos<br />

trae cigarros, medicinas y otros presentes. ¿Por qué actúa así?<br />

¿Piensa que somos mujeres (a quienes debe cortejar)? Sin duda el<br />

maestro trama algo. 48<br />

148<br />

Traición y reconciliación<br />

Al cabo de dos años de intercambio de cartas y visitas, y a pesar<br />

de las palabras corteses, los obsequios y la mutua labor de esclarecimiento,<br />

los diálogos entre los oficiales mayas y Morley pronto<br />

generarían extrañas calumnias. Morley había escrito y hablado<br />

de paz y amor; los oficiales mayas habían escrito y hablado de guerra<br />

y amor. Morley había citado el respeto a las leyes de México, un<br />

país donde él era sólo un visitante; los oficiales mayas habían citado<br />

el respeto debido a su tradición de autogobierno dentro de los límites<br />

de su tierra natal. Morley, un episcopal, había invocado a<br />

Nuestro Señor, el Dios de la Cristiandad, quien deseaba la paz y la<br />

hermandad entre todos los hombres; los oficiales habían hablado de<br />

Nuestro Señor el Dios Verdadero, quien sufría por ellos y en cuyo<br />

bosque vivían y trabajaban. Una vez que los oficiales mayas comprendieron<br />

que Morley no los ayudaría a provocar la guerra que deseaban,<br />

algunos de ellos, aun un antimexicano tan acérrimo como<br />

el teniente Zuluub, rompieron filas y acudieron a sus enemigos tradicionales<br />

atacando a Morley con calumnias.<br />

En el verano de 1936 el teniente Zuluub envió a su hijo a decir<br />

a las autoridades mexicanas de Santa Cruz que el capitán Cituk<br />

era un subversivo, que junto con los norteamericanos había planeado<br />

una secesión de México, y que uno de los norteamericanos, un<br />

individuo llamado "Silvano", suministraba armas a Cituk a través<br />

de un intermediario, Alfonso Villa. La primavera siguiente, Zuluub<br />

y su distanciado colega Francisco May repitieron públicamente las<br />

acusaciones en un "congreso indio" regional en el poblado de Chunhuas,<br />

organizado por maestros mexicanos y el funcionario federal<br />

responsable de los asuntos indígenas locales*. Además de denunciar<br />

el imperialismo, el fascismo y el capitalismo yanqui, Zuluub y May<br />

acusaron a Morley y Villa de armar a los mayas de Xcacal Guardia<br />

para que renunciaran a la autoridad del gobierno mexicano, y de<br />

haberlos fotografiado "desnudos" y en "poses humillantes" durante<br />

el festival de Xcacal Guardia de febrero de 1936. Las acusaciones<br />

se elevaron en un prolongado informe al presidente de México, Lá-<br />

149


zaro Cárdenas, quien a la vez envió un representante para investigar.<br />

1<br />

Morley había ofrecido razonables consejos en su última carta<br />

al sumo sacerdote Barrera, de Xcacal Guardia, sugiriendo que todos<br />

debían vivir en "paz y amistad". Pues era cierto que los mayas,<br />

aun con los aliados más poderosos, sufrirían terriblemente si se reanudaba<br />

la guerra. Los rebeldes no eran tan numerosos como sus<br />

predecesores de la Guerra de Castas, y la guerra no se libraría como<br />

cuando sus difuntos padres tenían un acuerdo con los ingleses.<br />

La tecnología bélica del siglo diecinueve era obsoleta, y los mayas<br />

sabían poco sobre los productos del nuevo siglo: ametralladoras,<br />

minas terrestres, gases venenosos, bombardeo aéreo y demás. Pero<br />

los consejos de Morley no sólo eran razonables sino astutos. Había<br />

dicho que, como forastero, debía respetar leyes, pero ese principio<br />

no era tan inviolable como él sugería: se lo honraba selectivamente<br />

y se lo juzgaba pragmáticamente, según las cambiantes realidades<br />

de las relaciones internacionales.<br />

Durante 1917 y 1918, por ejemplo, mientras viajaba por América<br />

Central —«on visitas a Santa Cruz, Tulum y otros puntos de la<br />

costa este de la Península de Yucatán— y posaba como investigador<br />

arqueológico de la Institución Carnegie, Morley había realizado<br />

espionaje como oficial de la Inteligencia Naval de los Estados Unidos.<br />

(La Institución Carnegie lo sabía y continuaba pagándole la diferencia<br />

entre su sueldo gubernamental y su anterior sueldo como<br />

empleado regular de la Institución.) 2 Varios colegas de Morley habían<br />

practicado el espionaje para los Estados Unidos y Gran Bretaña:<br />

Thomas Gann, Joe Spinden, John Held, Samuel Lothrop, Arthur<br />

Carpenter y otros. Los Estados Unidos habían entrado en la<br />

Primera Guerra Mundial, y México aún no había escogido su bando.<br />

Las grandes potencias defendían allí sus competitivos intereses<br />

a través de actos de diplomacia pública y privada, espionaje, sabotaje,<br />

subversión e intervención militar directa. 3<br />

El espionaje de Morley en México y América Central tenía varios<br />

objetivos. Efectuó reconocimiento costero para determinar qué<br />

lugares podía usar Alemania para reaprovisionar a los submarinos<br />

que atacaban las naves aliadas en el Caribe y frente a la costa<br />

atlántica de los Estados Unidos. Informaba sobre residentes extranjeros<br />

que pudieran estar espiando para los alemanes o promoviendo<br />

actitudes progermánicas entre los habitantes, y aparentemente<br />

reclutó a "asistentes voluntarios activos", lugareños que<br />

.podían vigilar e informar sobre movimientos sospechosos por las<br />

costas donde viajaba. Para sus superiores de Inteligencia Naval,<br />

describía instalaciones de transporte y comunicación, acontecimientos<br />

políticos y la predisposición de la población indígena de la<br />

150<br />

ÍÜL<br />

Península de Yucatán, toda información de posible relevancia para<br />

los intereses económicos y la acción militar de los Estados Unidos. 4<br />

Y Morley hacía lo posible para contrarrestar los sentimientos<br />

antiamericanos. Exhibió buena voluntad y su reputación de erudito<br />

y científico, por ejemplo, para asegurar al gobernador de Quintana<br />

Roo que el presidente Woodrow Wilson no escucharía a esos norteamericanos<br />

influyentes que abogaban abiertamente por la captura<br />

de los campos petroleros mexicanos de Tampico y las plantaciones<br />

de sisal del Yucatán, cuyos productos revestían importancia estratégica<br />

para los Estados Unidos. Morley hizo tan bien su trabajo que<br />

el gobernador le dio una carta de presentación para ayudarlo en<br />

sus viajes por el territorio. 5 Pero el presidente Wilson tal vez aún<br />

pensara en realizar operaciones militares en la península, y a partir<br />

de su reconocimiento Morley pudo informar secretamente que<br />

la sensación casi universal es que Yucatán es explotado, resecado,<br />

arruinado para beneficio del resto de la república que ellos odian.<br />

Este sentimiento es tan fuerte que no es exagerado decir que, para<br />

los yucatecos, una intervención norteamericana y un protectorado<br />

norteamericano en la península serían preferibles a esta intolerable<br />

situación.<br />

No he llegado a esta conclusión precipitadamente, sino tras muchas<br />

reflexiones y conversaciones con toda clase de gentes: plantadores,<br />

mestizos, indios y extranjeros. Además, Arthur Pierce, cónsul<br />

británico en Marida, me


oy^"<br />

venda". Morley tocaba aquí un punto importante, pues el sisal de<br />

Yucatán era vital para la industria norteamericana de la cordelería<br />

y para los clientes de esa industria, entre ellos los granjeros del<br />

Medio Oeste. Los mexicanos incrementaron drásticamente el precio<br />

del sisal durante la guerra, y querían concesiones de importación<br />

de los Estados Unidos a cambio de no elevar más los precios. Algunos<br />

integrantes del gobierno de Wilson reclamaban la intervención<br />

militar, una opción que no agradaba a Wilson. 7<br />

En un memorándum relacionado con las "capas" o pantallas<br />

de los agentes que operaban en América Central, el asistente de información<br />

del comandante del Decimoquinto Distrito Naval, se<br />

quejaba de la obvia ineficacia de la pantalla de algunos agentes:<br />

"Hay tres 'capas' que están gastadas, la de minero, la de ganadero<br />

y la dé operador forestal. Sólo pueden cumplir su propósito si el<br />

agente que usa la 'capa' tiene de veras una de esas profesiones, y<br />

además tendría que estar conectado con alguna empresa de los Estados<br />

Unidos para matizar su historia''. Para la Inteligencia Naval,<br />

pues, era muy valioso disponer de alguien como Morley,<br />

cuyos superiores lo consideraban "excelente" e "íntegro" en su profesión,<br />

quien era de veras un arqueólogo y estaba afiliado a una<br />

fundación norteamericana, y quien tenía abundantes razones para<br />

viajar por América Central. La suya era una "capa" perfecta, y<br />

Morley tuvo ocasión de señalar que "desde que he iniciado mi trabajo<br />

con ustedes [en Inteligencia Naval], he mantenido mis conexiones<br />

con la Institución Carnegie y he tenido que realizar muchas<br />

investigaciones arqueológicas para facilitar el otro trabajo [es decir,<br />

el espionaje]". 8<br />

A pesar del entusiasmo de Inteligencia Naval con las tareas<br />

de Morley, algunos colegas, incluyendo la eminencia en este campo,<br />

Franz Boas, tenían otras opiniones sobre el espionaje. Durante dos<br />

décadas Boas, un inmigrante alemán, había alentado el crecimiento<br />

y la institucionalización de una antropología norteamericana<br />

profesional que, provista con el concepto de cultura y la metodología<br />

del trabajo de campo, destronara los dogmas racistas evolucionistas<br />

de sus predecesores (y algunos contemporáneos). Ante todo<br />

era un científico crítico disgustado con el conservadurismo, el militarismo,<br />

el materialismo y el antisemitismo de su patria, y no estaba<br />

dispuesto a sacrificar la verdad a ninguna lealtad mas estrecha<br />

que la que debía a la humanidad entera.<br />

Boas denunció el imperialismo norteamericano después de la<br />

Guerra Hispano-Americana: "Un joven gigante, ansioso de crecer a<br />

expensas de los demás, y dominado por el mismo afán de expansión<br />

que agita a los pequeños estados europeos". Denunció una arrogancia<br />

cada vez más virulenta y una intolerancia ante la diversidad<br />

152<br />

aalisL<br />

humana que estaba transformando a cada norteamericano en aspirante<br />

a "arbitro de la felicidad humana", confiando irreflexivamente<br />

en que "su gobierno es el mejor, no sólo para sí mismo sino también<br />

para el resto.xlel género humano [y] que su interpretación de<br />

la ética, la religión, de las pautas de vida, es correcta". Boas se opuso<br />

abiertamente a la intervención de los Estados Unidos en la Primera<br />

Guerra Mundial y simpatizaba con Alemania, a la cual daba<br />

la razón en ese momento. 9 Por último, actuando menos como alemán<br />

americano que como científico —el que una vez había escrito:<br />

"Todo lo que el hombre puede hacer por la humanidad es buscar la<br />

verdad, sea dulce o amarga"—, Boas denunció las actividades de<br />

espionaje de patriotas equivocados dentro de su comunidad profesional.<br />

10<br />

En una carta de octubre de 1919 al director de The Nation, sin<br />

nombrar a los individuos involucrados, declaró airadamente que<br />

varios hombres que practican la ciencia como profesión, hombres<br />

a quienes me niego a seguir llamando científicos, han prostituido la<br />

ciencia usándola como pantalla para sus actitidades de espionaje.<br />

Un soldado cuyo oficio es el asesinato como una de las bellas artes,<br />

un diplomático cuya vocación se basa en el engaño y la intriga, un<br />

político cuya vida consiste en hacer oídos sordos a su conciencia,<br />

un hombre de negocios cuyo objetivo es el lucro personal dentro de los<br />

límites permitidos por leyes lenientes, dichas personas pueden ser excusadas<br />

si ponen la devoción patriótica por encima de la decencia cotidiana<br />

y trabajan como espías. Simplemente aceptan el código moral<br />

imperante en la sociedad moderna. No así el científico. La esencia<br />

misma de su vida es servir a la verdad.... sin embargo, una persona<br />

que utiliza la ciencia como pantalla para el espionaje político, que se<br />

rebaja a posar ante un gobierno extranjero como investigador y pide<br />

asistencia en sus presuntas investigaciones para realizar, bajo esta<br />

guisa, sus maquinaciones políticas, prostituye la ciencia de modo imperdonable<br />

y renuncia al derecho de ser clasificado como científico....<br />

a causa de sus actos todos los países mirarán con desconfianza al investigador<br />

extranjero que desee realizar una labor honesta, sospechando<br />

designios siniestros. Tal acción ha levantado una nueva barrera<br />

contra el desarrollo de la cooperación amistosa internacional. 11<br />

Otros antropólogos norteamericanos repudiaron más a Boas,<br />

su denuncia de los colegas y su manifiesta falta de patriotismo que<br />

las actividades de espionaje que él denunciaba. Poco después de la<br />

publicación de la carta en The Nation, el Consejo de la Asociación<br />

Antropológica de los Estados Unidos votó veinte contra diez para<br />

censurarlo. Votando por la mayoría estaban Morley, otros cuatro<br />

que habían actuado en inteligencia militar durante la guerra, ex<br />

compañeros de escuela e instructores de los arqueólogos-espías y<br />

153


hombres que abrigaban viejos rencores personales y profesionales<br />

contra el muy influyente Boas, a quien pretendían arrebatar el poder.<br />

Así Boas fue expulsado del consejo de la asociación que él había'contribuido<br />

a fundar. Entretanto, Morley conservó su empleo en<br />

la Institución Carnegie. 12<br />

Sólo en 1967, después de revelaciones concernientes a planes<br />

del Ejército de los Estados Unidos para patrocinar investigaciones<br />

en ciencias sociales sobre insurgencia y contrainsurgencia, los antropólogos<br />

norteamericanos comprendieron su "fracaso y desidia en<br />

la identificación de la ética de la investigación como algo distinto<br />

de la ética del nacionalismo", como lo expresó uno de ellos, para<br />

exhortarse unos a otros a no realizar espionaje bajo el disfraz de la<br />

ciencia. "El constreñimiento, el engaño y la intriga no tienen lugar<br />

en la ciencia", declaró la Asociación Antropológica de los Estados<br />

Unidos, pues las "acciones que comprometen la integridad intelectual<br />

y la autonomía de los investigadores y las instituciones no sólo<br />

debilitan esos acuerdos internacionales esenciales para nuestra<br />

disciplina, sino que con ello amenazan todo aporte que la antropología<br />

pueda hacer a nuestra propia sociedad y al interés general del<br />

bienestar humano". 13 Desde luego, Boas había dicho lo mismo, pero<br />

mejor, medio siglo antes.<br />

En el mismo año en que Morley efectuaba reconocimiento en<br />

la costa de la Península de Yucatán, el buque de guerra Salem trasladó<br />

hombres a la isla Mujeres y la isla de Cancún, para investigar<br />

el posible almacenaje de provisiones para submarinos alemanes, y<br />

al amparo de la oscuridad intentó detectar actividades enemigas en<br />

la bahía de Ascensión. A fines de la década de 1930 los oficiales de<br />

inteligencia volvieron a explorar esas aguas buscando naves de origen<br />

y propósito sospechosos, mientras que en 1939 el teniente coronel<br />

D. J. Kendall del Escuadrón Especial de Servicios reunía datos<br />

brindados por residentes extranjeros de la península. Tal como había<br />

hecho Morley, informó que los lugareños demostrarían buena<br />

predisposición hacia los intereses norteamericanos en caso de hostilidades:<br />

"El lugar más lógico para uso de submarinos o hidroplanos<br />

es la bahía de Mujeres, entre la isla Mujeres y la tierra firme...<br />

Aun si los aviones amarizaran en esas lagunas al sur de Carrillo<br />

Puerto o en la laguna de Bacalar, en pocas horas los indios comunicarían<br />

la noticia, que saldría por radio a menos que el gobernador<br />

lo impidiera. El gobierno de Quintana Boo es bastante hostil a los<br />

norteamericanos, aunque la población es muy amigable, pues ha<br />

trabajado mucho con nosotros en negocios". 14<br />

Al margen de que los mayas que hablaron con exploradores,<br />

arqueólogos y antropólogos extranjeros hayan detectado o no el potencial<br />

de los tumultuosos años de la Revolución Mexicana, la Pri-<br />

154<br />

mera Guerra Mundial y la Gran Depresión, sus esperanzas de una<br />

alianza con los norteamericanos contra México no eran tan antojadizas<br />

como las hace parecer el tiempo. Sin embargo, durante el<br />

período de entreguerra Morley y su gente eran nuevamente arqueólogos<br />

legítimos trabajando bajo los auspicios exclusivos de la Institución<br />

Carnegie e interesados en mantener una apariencia de decoro<br />

y alentar buenas relaciones con el gobierno local Aunque uno de<br />

los objetivos del proyecto de Chichón Itzá era transformar esas ruinas<br />

en un "perdurable monumento al genio de los antiguos mayas",<br />

también se esperaba que el modo de manejar el proyecto produjera<br />

v"en el gobierno y el pueblo mexicanos la sensación de que las agencias<br />

norteamericanas eran de fiar dentro de sus fronteras". 15 Morley<br />

debe de haber creído que sus peores temores se volvían realidad,<br />

pues, cuando sus coqueteos con oficiales conspiradores mayas<br />

quedaron públicamente expuestos a través de las denuncias del<br />

teniente Zuluub y el general May.<br />

Para respaldar la investigación de 'Villa en Quintana Roo,<br />

Morley había alentado la ilusión de una estrecha relación personal<br />

con él, había recibido gentilmente a los visitantes mayas en Cinchen<br />

Itzá, y había alentado a los oficiales mayas a devolver esos<br />

gestos amistosos permitiendo que Villa estudiara entre ellos para<br />

un libro que Morley estaba preparando. Pero, a medida que transcurría<br />

el tiempo y los oficiales seguían pidiendo "asistencia política",<br />

Morley consideró que era mejor desechar la trama de casuales<br />

amistades, ilusiones y mentiras con las cuales —en parte inadvertidamente,<br />

en parte a propósito— él, Redfield y Villa habían envuelto<br />

su relación con los mayas. Como Morley y Villa no estaban<br />

de acuerdo en cómo hacerlo, se tardó en abandonar esas relaciones<br />

cada vez más embarazosas el mismo tiempo que había llevado<br />

crearlas.<br />

En la primavera de 1936 Villa continuó su investigación de<br />

campo con una sensación de urgencia, temiendo que los federales<br />

intervinieran pronto en la región. Creía que podría aliviar las tensiones<br />

locales e impedir un conflicto armado si contribuía a resolver<br />

las desavenencias mayas acerca de la recolección y comercialización<br />

del chicle. Villa sugirió pues a Morley que persuadiera al general<br />

Melgar, gobernador del territorio de Quintana Roo, de garantizar<br />

a los mayas locales plenos derechos para recoger chicle en sus<br />

propios bosques, y que pidiera a la Mexican Exploitation Company<br />

(con una oficina en Santa Cruz) que apostara un comprador de chicle<br />

en Xcacal Guardia. Morley, por otra parte, parecía inclinado a<br />

romper toda relación antes que él, Villa y, por oposición, la Institución<br />

Carnegie, se involucraran aún más en asuntos políticos internos.<br />

Morley creía que era mejor qu¿ los oficiales mismos fueran a la<br />

155


capital territorial de Payo Obispo y hablaran directamente con el<br />

general Melgar. 16<br />

Villa reaccionó airadamente ante la sugerencia de Morley. La<br />

idea de que los oficiales fueran a Payo Obispo para hablar con el<br />

general Melgar "es, sencillamente, impracticable. Pensar que estos<br />

indios puedan presentarse voluntariamente al Gobierno, sin previa<br />

labor de acercamiento realizada por éste, es cosa que pone a los hechos<br />

fuera de la realidad". En segundo lugar, le escribió Villa a<br />

Morley, "mi injerencia en este asunto no ha sido por gusto, como<br />

Ud. puede suponer, sino obligado por las circunstancias. Vivir entre<br />

estos indios sin demostrar interés en sus problemas vitales es cosa<br />

imposible de lograr". Y, a fin de cuentas, "usted les ofreció, espontáneamente,<br />

interceder en favor de todo el grupo, y también en favor<br />

de Sulub, ante el general Melgar que, según les cbjo usted, era amigo<br />

suyo".<br />

Villa aseguró a Morley que ayudar a los oficiales no produciría<br />

las "catástrofes y crímenes" que Morley imaginaba sino que contribuiría<br />

a "aumentar el prestigio de la Institución Carnegie" y allanaría<br />

el camino para futuras investigaciones de campo. En todo<br />

caso, Morley pronto recibiría más visitas de los mayas, y Villa lo<br />

urgió a no decir nada que obligara a Villa a marcharse dentro de<br />

los dos meses siguientes. 17 Entretanto, Villa continuó alentando a<br />

los oficiales mayas a solicitar la aplicación de leyes federales de reforma<br />

agraria como el mejor modo de asegurar sus actividades en<br />

el territorio.<br />

Aunque los oficiales mayas buscaron la alianza con los norteamericanos<br />

hasta un desenlace aparentemente amargo, ansiando la<br />

guerra con los mexicanos, también desarrollaron otras conversaciones<br />

—un contrapunto de su audaz y airada retórica de rebelión—<br />

respecto de esas leyes agrarias. Cuando el sumo sacerdote Barrera<br />

dgo a Morley que no podía hablar con nadie salvo con él, estaba<br />

mintiendo. En febrero de 1935 el general Melgar, recién nombrado<br />

gobernador, recorrió el centro de Quintana Roo en compama del general<br />

Rafael Cházaro Pérez (ex jefe de plana mayor del presidente<br />

Cárdenas), otros oficiales militares, periodistas y el desacreditado<br />

general maya Francisco May. Bordearon Xcacal Guardia, donde no<br />

eran bien vistos, y llegaron el 18 de febrero a Santa Cruz (recién<br />

rebautizada Felipe Carrillo Puerto en homenaje al asesinado gobernador<br />

socialista de Yucatán), donde el general Melgar entrevistó<br />

a los oficiales mayas. Los oficiales de Xcacal Guardia no asistieron,<br />

pero los de otros poblados con problemas similares hablaron con<br />

Melgar sobre los contratistas de chicle de Yucatán que explotaban<br />

sus bosques, "quienes les 'compraban' chicle, maíz y ganado porcino<br />

a cambio de baratijas sin ningún valor y en algunos casos, pagán-<br />

156<br />

doles con monedas falsas". Melgar propuso poner fin a tales abusos,<br />

principalmente brindando a las comunidades mayas títulos legales<br />

de propiedad mediante la reforma agraria. Y Melgar habló de extender<br />

el ferrocarril desde la terminal meridional de Peto, Yucatán,<br />

hasta Santa Cruz. Los periodistas fotografiaron a los oficiales mayas<br />

reunidos ante el general, los mayas vestidos con blusas y calzones<br />

blancos, con la cabeza descubierta, y luciendo sinceramente<br />

humildes bajo grandes afiches del presidente Cárdenas. 18<br />

Los mayas de Santa Cruz aparentemente aceptaron las palabras<br />

.de Melgar, y pronto realizaron peticiones de títulos de tierras.<br />

Pero quizá no habían comprendido la oferta de Melgar de extender el<br />

ferrocarril. En otras partes de México, la reforma agraria estaba devolviendo<br />

a las comunidades de labriegos tierras arrebatadas por rapaces<br />

haciendas y plantaciones antes de la revolución. En el centro<br />

de Quintana Roo, que nunca había tenido grandes hacendados que<br />

abusaran de los agricultores independientes, la implementación de<br />

la reforma no constituía un retorno a una distribución anterior y<br />

más equitativa de las tierras sino, en combinación con el desarrollo<br />

ferroviario, parte de un programa para permitir que los no mayas<br />

pudieran colonizar bosques escasamente poblados. El general Cházaro<br />

pensaba que los expatriados mexicanos recién vueltos de los Estados<br />

Unidos (tal vez ahuyentados por la Gran Depresión) serían<br />

colonos apropiados, "a quienes las vicisitudes en el suelo extranjero<br />

les ha formado un concepto más amplio de la patria, y su observación<br />

y experiencia en los trabajos muy rudos a que se les sometió<br />

allende el [Río] Bravo, los capacita mejor para la lucha diaria en esta<br />

zona del país". 20<br />

Los oficiales mayas de Xcacal Guardia no querían saber nada<br />

con los generales mexicanos y sus planes de pacificación y colonización<br />

del territorio. Le dijeron a Alfonso Villa:<br />

Nosotros no necesitamos que nadie nos reparta tierras supuesto<br />

que todos estos montes son nuestros. Además... si hubiesen de repartirse<br />

estas tierras, con seguridad que no serla el Gobierno el encargado<br />

de hacerlo sino el Hahal [verdadero] Dios, que es quien las hizo.<br />

Nosotros no queremos tratar nada ni con el presidente de México ni<br />

con los mexicanos. Que se queden en sus pueblos, dejándonos en los<br />

nuestros y, así, viviremos en paz. 21<br />

Y a Morley le escribieron:<br />

Y otra cosa deseo que sepas sobre los mexicanos que están allá en<br />

Noh Can Santa Cruz. De veras van a causarnos daño, dijeron. He sabido<br />

que el 20 de noviembre vendrán a Guardia para mensurar mis<br />

tierras y mis bosques. Si no vienen el 20 de noviembre [entonces ven-<br />

157


drán], el primer día de enero. Por tanto no hay modo de que no vengan,<br />

para mejor o peor, según dicen. Eso deseo que sepas. Hazme un<br />

favor, haz buena labor para mí, señor jefe, porque estoy en mi aldea,<br />

y en mi tierra de Guardia, señor don jefe. No soy feliz. También deseo<br />

que sepas lo que estas gentes planean a costa de Nuestro Señor<br />

el Dios Verdadero. 22<br />

Fue con "gran contento" que los mayas de Xcacal Guardia<br />

luego se enteraron de la muerte del general Cházaro, cuyo avión se<br />

estrelló durante un vuelo de entrenamiento cerca de Ciudad de México.<br />

Según creían, era la cuarta vez que un avión militar intentaba<br />

volar a Santa Cruz y se estrellaba, y "como es de suponer, todo esto<br />

es atribuido al poder de la Santísima que se venera en el Santuario<br />

[de Xcacal Guardia]. 23<br />

Aunque los oficiales mayas rechazaban todo intento de tratar<br />

con el gobierno, algunos subalternos pensaban de otro modo. Jóvenes<br />

del pueblo de San José habían solicitado al gobierno federal<br />

una cesión de tierras en 1935, quejándose ante las autoridades federales<br />

de que "los montes que rodean el poblado están siendo explotados<br />

por los contratistas del Estado de Yucatán... [y nos vemos]<br />

obligados a trabajar con ellos y a vender nuestro producto, a veces<br />

a bajísimos precios y siempre de acuerdo con la mejor conveniencia<br />

para ellos". Pero los solicitantes erarí hombres de poca importancia,<br />

cuyo poblado de cuarenta y cinco habitantes en siete casas "presenta<br />

un aspecto misérrimo... Al hablar de San José, un poblado donde<br />

no vive ningún jefe, los nativos dicen: 'Allí no vive nadie, sólo<br />

gente'". 2 *<br />

El gobierno federal no atendió esa petición, pero los oficiales<br />

de Xcacal Guardia llegaron a la gradual conclusión de que debían<br />

intentar ese nuevo diálogo con los enemigos. Los oficiales habían<br />

comprendido —tras hablar con Morley y Villa, sintiendo la presión<br />

de la invasión anual de los chicleros, y oyendo que actos similares<br />

se habían realizado en poblados vecinos— que podrían conservar<br />

sus tierras mediante la alternativa pacífica de la reconciliación y la<br />

reforma. Sus indagaciones sobre las políticas económicas y agrarias<br />

del gobierno en Quintana Roo todavía producían conversaciones<br />

tensas. Villa anotó en su diario: "Explicar la situación tal cual<br />

es daría lugar a suspicacias desfavorables y aun peligrosas para<br />

nuestra estancia aquí... Será necesario buscar una fórmula que<br />

me permita explicarles la verdad sin ser tomado como espía del gobierno".<br />

2 ^<br />

En mayo de 1936 Villa convocó a los oficiales de Xcacal Guardia<br />

y sus subalternos a su residencia de Ttazik, donde les habló dos<br />

horas. Explicó que en cuestiones políticas él y Morley sólo podían<br />

158<br />

&<br />

ayudar como intermediarios entre los mayas y las autoridades federales.<br />

Describió a los mayas la posición en que se encuentran<br />

con respecto al resto del mundo, procurando que, por sí mismos,<br />

fuesen descubriendo la realidad que les rodea", y habló de las ventajas<br />

de que un agrimensor gubernamental fuera a registrar los límites<br />

de una futura concesión que sólo ellos explotarían. 26 Más de<br />

treinta años después Villa aún recordaba vividamente la reacción<br />

de los oficiales:<br />

El impacto de esta sorprendente noticia causó incredulidad entre<br />

los líderes de la tribu que se habían reunido en mi cabana, y al principio<br />

quedaron atónitos. ¿Cómo era posible que yo, que siempre había<br />

estado del lado de ellos, les propusiera que llegaran a un acuerdo con<br />

su enemigo natural, el gobierno mexicano? ¿Acaso era un espía del<br />

gobierno que se había infiltrado entre ellos para "venderlos" después?<br />

Algunos exclamaron airadamente que eran ellos quienes podían<br />

ceder tierras a ese gobierno, no al revés; otros me acusaron de<br />

falsa lealtad, y otros pidieron más información. Conservé la calma,<br />

deseando darles todas las explicaciones que solicitaban. Enfático que<br />

yo siempre andaba desarmado, mientras ellos exhibían sus buenas<br />

escopetas y machetes. 27<br />

Luego Villa dejó que los oficiales deliberaran a solas, y cuando<br />

regresó, le anunciaron que habían decidido permitir que trazaran<br />

mapas de sus tierras; Villa djjo que comunicaría esa decisión al general<br />

Melgar. En ese momento, sólo uno de los presentes, Paulino<br />

Yama de Señor, insistió en que debían seguir buscando una alianza<br />

con los norteamericanos.<br />

Una semana después, antes de que Villa pudiera escribirle al<br />

general Melgar, algunos oficiales cambiaron de parecer. El teniente<br />

Zuluub y los miembros de su compañía presentaron a Villa tres<br />

nuevas condiciones a las que sometían su cooperación. Dentro del<br />

territorio delimitado por Tihosuco, Tulum, la bahía de Ascensión y<br />

la laguna de Chichankanab habría: 1) gobierno autónomo maya; 2)<br />

servicio de guardia en Xcacal Guardia realizado por todos los residentes<br />

de todos los pueblos; 3) una prohibición impidiendo que los<br />

forasteros recogieran chicle y ejercieran funciones de gobierno. Así<br />

Zuluub renunciaba a su anterior pretensión sobre el resto de Quintana<br />

Roo, al sur de la frontera con la Honduras Británica, pero se<br />

volvía mas exigente en otros aspectos, al parecer pidiendo la subordinación<br />

de los centros de culto de Chun Pom, Chan Cah Veracruz<br />

y Tulum a Xcacal Guardia, así como la subordinación de todas las<br />

nuevas colonias del territorio. 28<br />

Villa trató de explicar que era imposible satisfacer- esas demandas,<br />

pero sus visitantes fueron inflexibles y se marcharon insa-<br />

159


tisfechos. Dos días después otros oficiales y Apolinario Itza, secretario<br />

de Cituk, fueron a verlo a Tuzik para denunciar la intransigencia<br />

de Zuluub y refirmar su deseo de que un agrimensor fuera<br />

cuanto antes. Una nueva reunión de todos los oficiales de Xcacal<br />

Guardia ratificó esa decisión, y se despachó una delegación a Chichón<br />

Itzá para solicitar la ayuda de Morley en la implementación.<br />

Los hombres regresaron insatisfechos, pues en Chichén Itzá comprendieron<br />

que no recibirían una sola cesión indivisa por todo el territorio<br />

de Xcacal Guardia y sus poblados. La reforma agraria<br />

federal no funcionaba así. Cada localidad tendría que solicitar un<br />

título por separado, y tendría una administración local con representantes<br />

escogidos en elecciones libres. Ese modo de actuar destruiría<br />

la unidad de los poblados dé las inmediaciones dé Xcacal<br />

Guardia y erosionaría el sistema de compañías y la autoridad de<br />

sus oficiales, quienes dijeron a Villa que en ese caso preferían no<br />

tener ninguna relación "con el gobierno ni con nadie". 29<br />

La respuesta del general Melgar a la carta de Villa fue igualmente<br />

desalentadora. Villa había escrito al general de Payo Obispo<br />

habiéndole de su deseo de brindar "algunos datos que pueden ser<br />

de utilidad en la tarea de incorporar a nuestra civilización a los indígenas<br />

de esta entidad [el territorio]". Recordó a Melgar que Morley<br />

ya le había dado explicaciones sobre la presencia de Villa en<br />

Tuzik y sus investigaciones en la región, y señaló que las comunidades<br />

de la zona rehusaban aceptar escuelas o tratar con las autoridades<br />

externas y vivían con el constante temor de que los atacaran<br />

los federales apostados en Santa Cruz. Por ello Villa sugería<br />

que los mayas de la región eludían ciertas "mejoras materiales" que<br />

en caso contrario aceptarían: la cría de ganado, refacción de sus hogares<br />

y demás. Aunque ese temor era un legado de los años de terror<br />

en que el general Ignacio Bravo gobernaba el territorio, se<br />

renovaba cada año cuando los chicleros invadían los "montes" a<br />

instigación de un gobierno malévolo, según creían los mayas. Villa<br />

entendía que la solución consistía en aplicar la reforma agraria en<br />

la zona en disputa. Los" oficiales mayas de Xcacal Guardia ya habían<br />

convenido en recibir a un agrimerisor gubernamental, y Villa<br />

solicitaba a Melgar que enviara uno deprisa. Una vez que los "nativos"<br />

se convencieran de las buenas intenciones del gobierno, la<br />

"instalación de escuelas, autoridades cooperativas y demás instituciones<br />

necesarias para el logro de su mejoramiento" podría continuar.^<br />

En su respuesta, Melgar agradeció a Villa su trabajo entre los<br />

mayas, reconociendo que su gobierno consideraba que las tierras en<br />

cuestión eran "propiedad de esa raza indígena", y pedía a Villa que<br />

enviara una delegación de oficiales a hablar con él en Payo Obispo,<br />

160<br />

i £><br />

quizá llevando la petición de una cesión oficial de tierras. Villa le<br />

escribió a su mentor Redfield que "pensar que estos indios pueden<br />

presentarse por su propia voluntad al Gobierno, es algo positivamente<br />

ingenuo... Por mi parte, es claro que no voy a perder el tiempo<br />

tratando de solucionar uno de los más arduos problemas que<br />

presenta el gobierno de esta región". Sin embargo, una vez entusiasmados<br />

con la solución propuesta por Villa, los oficiales mayas<br />

no se resignaron a olvidar el asunto enseguida. Cuando se corrió el<br />

rumor de que los chicleros intentaban establecer un campamento y<br />

explotar los bosques cercanos a la aldea de Señor, los oficiales planearon<br />

atacarlos; luego cambiaron nuevamente de parecer y pidieron<br />

a Villa que les consiguiera un título de propiedad. 31<br />

Los esfuerzos de Villa se toparon con una gran complicación<br />

cuando una disputa por el derecho a extraer chicle de los árboles de<br />

Señor causó un conflicto entre la compañía del teniente Zuluub en<br />

Xcacal Guardia y los residentes de Señor. Las tensiones entre Zuluub<br />

y sus colegas de Xcacal Guardia se habían agudizado desde<br />

que él y un coronel habían intercambiado insultos públicamente<br />

esa primavera, pues cada cual acusaba al otro de haber abierto visibles<br />

senderos hacia el maizal del otro, con la esperanza de que los<br />

federales los hallaran y destruyeran.<br />

El capitán Cituk, enfurecido porque sus colegas, al romper<br />

con la etiqueta oficial, "se van apartando de las normas de amor y<br />

de concordia que siempre deben reinar entre los lujos de Dios", convocó<br />

a una reunión de oficiales y soldados en la iglesia de Xcacal<br />

Guardia para evaluar las acusaciones y la conducta de ambos oficiales,<br />

y los castigos pertinentes. Se produjo un acalorado debate, y<br />

Zuluub, para quien las cosas andaban mal, acusó al capitán Cituk<br />

de haber instigado al coronel contra él. La tensión se intensificó<br />

tanto que el sumo sacerdote salió de la cámara del altar o "Gloria",<br />

donde estaba rezando, y expulsó a los oficiales del templo. La reunión<br />

terminó intempestivamente y ni el coronel ni el teniente Zuluub<br />

fueron castigados, aunque la opinión,pública estaba en contra<br />

del teniente. 32<br />

Cuando Zuluub y las gentes de Señor empezaron a discutir<br />

por el chicle, los oficiales fueron a ver a Villa pidiéndole que interviniera.<br />

Zuluub dijo a Villa que él y su compañía iban a "castigar" a<br />

los hombres de Señor que molestaran a su gente cuando extraían<br />

chicle en un bosque de chicozapotes cerca de Señor. Otros oficiales<br />

pensaban expulsar a la compañía de Zuluub de Xcacal Guardia si<br />

él continuaba actuando "sin tomar en cuenta la opinión de los<br />

otros" y abusando de la hospitalidad que ellos les habían brindado<br />

a él y su gente en el exilio. Las opiniones eran apasionadas y estaban<br />

divididas, pues la mayoría no gustaba de Zuluub pero tampoco<br />

161


podía tolerar el reclamo de los hombres de Señor, que pedían derechos<br />

exclusivos sobre todo el bosque sagrado. 33<br />

Villa recomendó "prudencia y concordia" y convocó a todas las<br />

partes interesadas a una reunión en Tuzik. Fueron desde todos los<br />

poblados de la región, portando rifles. Villa inició la reunión en la<br />

iglesia principal, explicando que los había llamado para zanjar la<br />

disputa, y que debían abstenerse de insultar y reñir, pues estaban<br />

en "la Casa de Dios". Este consejo surtió poco efecto, pues cuando<br />

comenzaron a tratar los detalles en disputa, los insultos volaron de<br />

aquí para allá —"hipócrita", "cobarde", "embustero", "encomendado"—,<br />

con Zuluub y Cituk enconados uno contra el otro. Villa interrumpió<br />

este altercado verbal para recordarles que si no resolvían<br />

el asunto intervendrían las autoridades federales de Santa Cruz.<br />

"Esto último fue de gran efecto, pues el recuerdo de un enemigo común<br />

hizo renacer la solidaridad del grupo." Restaurada la calma,<br />

se decidió que la gente de Señor tenía mayor derecho al bosque de<br />

chicozapotes en cuestión, pero los hombres de Xcacal Guardia, incluidos<br />

Zuluub y su gente, también tenían derecho a explotar los<br />

árboles si no hallaban bosques apropiados en otra parte. Aunque<br />

Zuluub y Cituk parecían haberse reconciliado, Villa temió que después<br />

de los insultos de los últimos días "la amistad no vuelva nunca<br />

a existir entre ellos". 34<br />

Villa aún no les había transmitido el mensaje de que los oficiales<br />

debían ir a ver a Melgar a Payo Obispo, temiendo que eso<br />

pusiera un abrupto fin a su investigación. Pero ya no podía postergarlo<br />

mucho más, y con las disputas entre Zuluub y otros la exasperación<br />

de Villa crecía día a día:<br />

Todos estos líos me hacen perder, con gran desconsuelo, no pocas<br />

horas de mi tiempo. Por ejemplo, la redacción de esta carta me ha<br />

llevado cinco horas, pues, la he tenido que interrumpir dos veces con<br />

objeto de atender a diversas comisiones, entre ellas una de X-Cacal<br />

encabezada por el mismo Sulub, el cual no quiere permitir por ningún<br />

motivo la presencia de chicleros extraños en estos montes. 35<br />

Se preparó para marcharse de Tuzik en dos semanas y convocó<br />

a una reunión de oficiales para tres días después. Ese día Zuluub<br />

se presentó temprano para informarle que no asistiría porque<br />

andaba en malas relaciones con sus colegas, aunque eso no significaba<br />

que no estuviera dispuesto a participar en un acuerdo. Cuantío<br />

llegaron los demás oficiales con sus escoltas, Villa les sintetizó la<br />

reciente carta de Melgar, diciendo que tendrían que ir a hablar con<br />

él personalmente en Payo Obispo. Ellos le comentaron los pasados<br />

intentos mexicanos de exterminarlos y sugirieron que era otra<br />

162<br />

trampa, pero la voz del capitán Cituk fue de nuevo la más influyente:<br />

Bueno, don Alfonso, como nosotros no queremos pelear con nadie,<br />

sino por el contrario, sólo deseamos tener tierras en que trabajar y<br />

garantías para vivir, haremos lo que usted nos diga. Pero, si a pesar<br />

de nuestra buena intención, los mexicanos intentan esclavizarnos como<br />

en otros tiempos, entonces, emigraremos para otro lugar donde<br />

podamos vivir en paz; quizás a Belice o también a Guatemala.<br />

Así se seleccionó una delegación para que viajara al sur para<br />

celebrar una audiencia con el general Melgar. Villa anunció que<br />

pronto se iría de Tuzik, antes de lo planeado, pues su mujer estaba<br />

enferma y tenía un pecho dolorosamente hinchado. Los mayas no lo<br />

aceptaron con agrado y pidieron a Villa que pasara por lo menos un<br />

mes más con ellos. Villa respondió que no era posible, aunque le dolía<br />

marcharse. Se despidieron allí y entonces, con el deseo de "que<br />

Dios estuviese siempre contigo y que procurase volver pronto". 36<br />

Tres días después la delegación maya regresó, tras suspender<br />

la misión porque lluvias torrenciales habían vuelto intransitables<br />

los caminos. El capitán Cituk pidió a Villa que antes de marcharse<br />

redactara una carta para Melgar explicando lo que ellos deseaban.<br />

Mientras Villa redactaba la carta, los dolores de su esposa se agudizaron<br />

y ella mostró síntomas de estar gravemente enferma. Era<br />

obvio que necesitaba atención médica, y Villa decidió partir ese<br />

mismo día.<br />

Tuvo que suplicar varias horas para persuadir al cabo de Tuzik<br />

y varios otros hombres de que ayudaran a llevar a su esposa<br />

hasta Chichén Itzá. La oferta de una paga de dos pesos por día y la<br />

perspectiva de una audiencia con el general Melgar en Mérida<br />

(donde mantenía una segunda residencia y oficina) logró convencerlos,<br />

y la partida abandonó Tuzik a las ocho de la noche bajo una<br />

lluvia constante. A medianoche habían avanzado menos de un kilómetro,<br />

y tuvieron que pernoctar bajo los árboles. Continuaron al<br />

romper el alba, caminando quince kilómetros más para llegar al<br />

campamento de muleteros de San José, donde podrían pasar la noche.<br />

Al día siguiente —mientras Villa exhortaba a los porteadores a<br />

avanzar más deprisa— hicieron unos veinte kilómetros más y se<br />

refugiaron de la lluvia en las ruinas de la iglesia de un pueblo<br />

abandonado. La esposa de Villa empeoró. Tenía vómitos y fiebre, y<br />

Villa no tenía nada para tratarla salvo aspirinas y una crema antiséptica,<br />

pero al día siguiente llegaron a Tihosuco, donde Villa relevó<br />

a los agotados porteadores y la partida continuó viaje. Tras dos<br />

días más de viaje, llegaron a Chichén Itzá. En Mérida, la esposa de<br />

163


n^r-<br />

Villa se recobró rápidamente. Tres hombres de Xcacal Guardia habían<br />

seguido a Villa hasta allí para ver si podían reunirse con Melgar,<br />

pero el general no estaba en la ciudad. Tras esperarlo varios<br />

días, partieron de vuelta al sur. Así terminó la estancia de Villa entre<br />

los mayas del centro de Quintana Roo. 37<br />

A principios de agosto el escriba Ápolinario Itza y dos hombres<br />

más buscaron, a Villa en Mérida para informarle sobre las últimas<br />

novedades, especialmente sobre un súbito empeoramiento de<br />

sus relaciones con el teniente Zuluub. En una carta a Morley, los<br />

oficiales escribieron que los "pensamientos [de Zuluub hacia ellos y<br />

Morley] se habían vuelto malos"; que Zuluub decía que Morley les<br />

mentía; y que Zuluub se había separado de ellos y de Morley. (En<br />

un último error de traducción, la versión inglesa de esa carta mencionaba<br />

sólo la furia, de Zuluub contra sus ex camaradas, no sus comentarios<br />

sobre Morley.) 38 Aparentemente, en Señor alguien había<br />

robado varios sacos de resina de chicle de árboles que había explotado<br />

Zuluub, y como el capitán Cituk no había castigado a los ladrones,<br />

Zuluub envió a Santa Cruz una delegación encabezada por<br />

el lujo para pedir medidas a las autoridades. Para lograr que las<br />

autoridades federales actuaran contra Cituk, la delegación lo denunció<br />

como un subversivo que conspiraba con los norteamericanos<br />

contra México. Luego, cuando las autoridades federales convocaron<br />

a los demás oficiales de Xcacal Guardia para una indagatoria en<br />

Santa Cruz, ellos enviaron a Ápolinario Itza para pedir la intervención<br />

de Villa y Morley. Entretanto, trasladaron la Santísima desde<br />

el centro sagrado a un escondrijo del monte, temiendo que Zuluub<br />

la robara, tal como él y Cituk la habían robado de la iglesia del desacreditado<br />

general May en Santa Cruz. 39<br />

Villa se alegró de la presencia de Itza en Mérida, pues como<br />

escriba y chamán él era "el depositario de los conocimientos sagrados<br />

del grupo" y podía incrementar los conocimientos esotéricos que<br />

Villa había adquirido en Tuzik. Envió a Itza a hablar con el representante<br />

del general Melgar y, como Itza sólo podía permanecer dos<br />

días en Mérida, le pidió que regresara al cabo de un mes, con todos<br />

los gastos pagos. 40 Cuando una delegación maya regresó a Mérida<br />

el 19 de agosto, el general Melgar recibió un telegrama de aviso, y<br />

ese sábado al fin lograron reunirse. En su residencia privada, lo<br />

primero que Melgar preguntó a los oficiales fue si eran 'Verdaderos<br />

cardenistas", es decir, si respaldaban al popular presidente de México,<br />

responsable de la difundida aplicación de la reforma agraria y<br />

la expropiación de compañías petroleras norteamericanas en México.<br />

Los oficiales mayas sabían poco acerca de la pob'tica mexicana<br />

de nivel nacional, pero "por fortuna nuestros amigos no se inmutaron<br />

y respondieron con una afirmación rotunda", según señala Vi-<br />

164<br />

lia. Los oficiales vieron que el general Melgar se interesaba en sus<br />

problemas y la petición, aunque al final de ese primer encuentro<br />

Villa no estaba seguro, pues "ni el general Melgar llegó a compenetrarse<br />

de los verdaderos deseos y aspiraciones de los indígenas, ni<br />

éstos de los propósitos e intenciones de aquél En resumen, la entrevista,<br />

aunque cordial y llena de promesas, no tuvo el resultado<br />

de mutuo entendimiento que yo había deseado." 41<br />

Al día siguiente el general Melgar y sus visitantes mayas fueron<br />

a Chichén ítzá para continuar sus charlas en presencia de Sylvanus<br />

Morley. Villa escribió: "Creo que nuestros amigos se han de<br />

haber ido encantados, pues el general Melgar les ofreció dotarlos,<br />

no sólo de ejidos [títulos de propiedad de tierras] sino también de<br />

útiles de labranza, instrumentos musicales y facilidades para la explotación<br />

de su chicle". 42 Era muy adecuado que los mayas<br />

escogieran Chichén Itzá como lugar para redactar una petición formal<br />

al gobierno mexicano y firmarla:<br />

Todos nosotros, vecinos y nativos de Chunculche, Tuzik, Xcacal,<br />

Señor, Xmaben, Yaxkax, San José, Chacchan y Chanchen Laz, formamos<br />

una comunidad, que desde nuestros antepasados venimos viviendo<br />

en tierras dentro de la Jurisdicción del Territorio, y aunque<br />

los Gobiernos de la República no nos han molestado en lo más mínimo,<br />

esas mismas tierras son consideradas legalmente como de la propiedad<br />

de la Nación, por nuestra carencia de títulos, aunque el derecho<br />

de propiedad prácticamente ha sido adquirido...<br />

Las autoridades que rigen a la comunidad que la forman los poblados<br />

de referencia, es un jefe y un comandante, como principales y<br />

que han sido designados a la voluntad de los vecinos, ya que las autoridades<br />

por parte del Gobierno, a quienes corresponde cuidar y vigilar<br />

por el orden y vida de los mismos se halla a mucha distancia de<br />

los mismos poblados. Pero sirve esta circunstancia para demostrar<br />

que siempre hemos reconocido al Gobierno del mismo Territorio. 43<br />

La picardía cedió ante la franca simulación en este nuevo discurso<br />

con otros poderosos, y todo ello en español. (Al parecer la petición<br />

fue redactada por el traductor de Morley, Pedro Castillo,<br />

quien también la firmó.) La petición nombraba los principales lugares<br />

que delimitaban el territorio que los mayas consideraban legítimamente<br />

propio y sobre el cual deseaban ahora un derecho legal,<br />

no sólo consuetudinario. Ello incluía una vasta extensión de Quintana<br />

Roo central. El primero en firmar esa carta fue Francisco<br />

Chaac de Chunkulche, el sargento de Xcacal Guardia, quien estaba<br />

entre los oficiales que habían iniciado los diálogos entre los mayas<br />

y Morley años antes, y quien había hablado en nombre del rey<br />

muerto en Chichén Itzá. Ahora se había dado un paso definitivo en<br />

una nueva ronda de diálogos y negociaciones.<br />

165


Los oficiales regresaron para hablar nuevamente con el general<br />

Melgar a fines de setiembre. El capitán Cituk encabezaba la delegación<br />

de catorce hombres, que concluyeron la reunión con. Melgar<br />

aparentemente complacidos por nuevas promesas. Entretanto,<br />

durante sus tres días en la ciudad capital de Yucatán, fueron escoltados<br />

por la ciudad por un asistente del general. Villa observa: "Por<br />

sus trajes, manerismos, etc. llamaron poderosamente la atención<br />

del público". Cituk habló quince minutos en radio, mencionando,<br />

entre otras cosas, su amistad con Alfonso Villa y las razones de su<br />

presencia en Marida. 44<br />

Los hombres de Xcacal Guardia regresaron nuevamente a<br />

principios de diciembre para comunicar que las relaciones con el teniente<br />

Zuluub se seguían deteriorando, pues él aún intentaba imponer<br />

su voluntad a las compañías de Xcacal Guardia. Zuluub se<br />

había aliado con el general Francisco May, quien se había instalado<br />

cerca de él en Xcacal Guardia. Aparentemente un conocido mercader<br />

itinerante de la región estaba asociado con ellos, y difundía rumores<br />

y agudizaba las tensiones en los pueblos que recorría. Esta<br />

nueva delegación maya pidió al representante del general Melgar<br />

en Mérida que Zuluub recibiera un pueblo propio para que los dejara<br />

en paz en Xcacal Guardia. Otra delegación maya llegó a la residencia<br />

de Villa en Mérida a fines de enero de 1937. Un agrimensor<br />

había ido finalmente a Xcacal Guardia, pero los oficiales rechazaban<br />

su plan para un ejido, pues la superficie parecía muy pequeña:<br />

sólo 400 kilómetros cuadrados, cuando ellos habían solicitado mil<br />

quinientos. En cualquier caso, ni siquiera incluía el centro sagrado.<br />

El general Melgar estaba demasiado ocupado para hablar con la<br />

delegación, y tras aguardar una semana para verlo los mayas regresaron<br />

a Quintana Roo. 45<br />

Las tensiones entre los oficiales mayas continuaron agravándose<br />

en la primavera, y culminaron con denuncias públicas de Zuluub<br />

y May, quienes acusaron a Villa y Morley en el Congreso Indio<br />

de Quintana Roo. Villa fue a ver al general Melgar y logró que refirmara<br />

su respaldo a las actividades de investigación de Villa.<br />

Melgar incluso invitó a Villa para que lo acompañara en una excursión<br />

durante la cual visitaría Xcacal Guardia y entregaría a los solicitantes<br />

su esperado ejido. Villa era renuente a dedicar tiempo a<br />

semejante viaje, pero decidió ir para que Melgar comprendiera "la<br />

índole de nuestra labor así como de la rectitud y honestidad que<br />

siempre han normado nuestros actos". Entretanto Morley estaba<br />

muy contrariado por las difamaciones de Zuluub y sus posibles consecuencias<br />

para las operaciones de la Institución Carnegie en México.<br />

Un enviado presidencial había pasado por Chichén Itzá en su<br />

camino a Xcacal Guardia para estudiar la situación y hacer reco-<br />

166<br />

mendaciones al presidente Cárdenas. Morley le entregó una carta<br />

de presentación destinada al capitán Cituk. 46<br />

En mayo de 1937 el general Melgar viajó al norte desde Santa<br />

Cruz, acompañado por su jefe de plana mayor y una escolta armada,<br />

y enfiló hacia el pueblo del capitán Cituk, donde se proponía entregar<br />

oficialmente documentos que establecían el "Ejido de Xmaben".<br />

Lamentablemente, Cituk ignoraba los propósitos de Melgar, y<br />

la llegada de soldados mexicanos a Xmaben alarmó a los mayas.<br />

Alfonso Villa y un lingüista yucateco, Alfredo Barrera Vázquez, se<br />

hallaban entonces en Tuzik, donde se habían detenido en su camino<br />

hacia las auspiciosas ceremonias de Xmaben. A las diez de esa<br />

noche recibieron un mensaje urgente de Melgar pidiéndoles que<br />

fueran de inmediato a Xmaben. Villa llegó al amanecer y encontró<br />

a Melgar y su escolta refugiados en una pequeña capillla y rodeados<br />

por "gran número de indios armados con sus carabinas 30-30<br />

dispuestos a lo que fuese". Explicó a Cituk el propósito de la visita<br />

de Melgar, y de inmediato la hostilidad maya se transformó en hospitalidad<br />

y se sirvió el desayuno a los mexicanos. 47<br />

Los oficiales mayas pidieron que el establecimiento ceremonial<br />

del ejido se celebrara frente a la iglesia principal de Xcacal<br />

Guardia. Melgar, su escolta, Villa, Alfredo Barrera, los oficiales y<br />

subordinados mayas fueron a pie hasta Xcacal Guardia, donde al<br />

cabo de una breve ceremonia los documentos legales del ejido se<br />

transfirieron a Cituk y sus colegas. En una mesa, frente a la iglesia,<br />

el mapa oficial del ejido se desplegó para que lo vieran los oficiales.<br />

Ellos lo inspeccionaron "con extremado cuidado", recuerda<br />

Villa, y se enfadaron ante lo que vieron. Cituk y otros habían<br />

convenido en solicitar tierras a condición de que, contrariamente a<br />

lo que se estilaba en México, se realizara una sola y gran concesión<br />

que abarcara todos los asentamientos del grupo de Xcacal Guardia.<br />

Los oficiales ya habían escogido dos listas de representantes agrarios,<br />

y el agrimensor gubernamental presuntamente les había explicado<br />

qué se incluiría en el documento. Pero al examinar el mapa<br />

hallaron que Xcacal Guardia no figuraba allí El centro sagrado estaba<br />

excluido por segunda vez. El informe oficia] del episodio consigna<br />

en blando lenguaje burocrático que el "ciudadano J. Concepción<br />

Quituk [es decir, Cituk], Presidente del Comisariado Ejidal y<br />

en representación de todos los vecinos beneficiarios manifestó no<br />

estar conforme con la dotación". Pero Villa recuerda que la omisión<br />

alarmó sobremanera a los indios y desencadenó una violenta discusión.<br />

Pensaban que la omisión era intencional. Cuando el gobernador<br />

ordenó de inmediato que se corrigiera la dotación de cuatrocientos<br />

kilómetros cuadrados para incluir el centro sagrado, los oficiales<br />

mayas se calmaron, pero Melgar ya estaba tan harto que se<br />

167


se^ 1 '"<br />

marchó sin participar en un banquete que habían preparado los oficiales.<br />

Además, señala Villa, Melgar y su escolta no se sentían del<br />

todo seguros en ese lugar. 48<br />

A pesar de las modificaciones de último momento del general<br />

Melgar, los oficiales quedaron profundamente insatisfechos con los<br />

resultados de su cooperación con el gobierno. A fines de junio una<br />

delegación de veintiocho oficiales y subordinados fue nuevamente<br />

en busca de la ayuda de Villa y Morley. Hablaron primero con Villa<br />

en Chan Kom, Yucatán, y ahora exigían que el documento incluyera<br />

un total de quinientos kilómetros cuadrados de zona forestal;<br />

que el chicle se les comprara a no menos de setenta pesos por arroba;<br />

que una cruz sagrada actualmente albergada en el centro sagrado<br />

de Chun Pom se regresara al pueblo de Balche, de donde la<br />

habían trasladado; y que, como no podían "simpatizar en lo absoluto"<br />

con los mexicanos, Morley les diera nueve banderas norteamericanas<br />

para izarlas en cada uno de los nueve pueblos del grupo de<br />

Xcacal Guardia. Las banderas indicarían su definitiva separación<br />

respecto de México.<br />

Villa entendió que era hora de "hablarles con energía, no sólo<br />

por el bien de ellos sino, también, por el de nosotros", pero pensó<br />

que sería más conveniente hablarles con Morley en Chichén Itzá.<br />

Al día siguiente Villa y la delegación fueron a Chichén Itzá, donde<br />

celebraron una conferencia de cuatro horas en la que Morley repitió<br />

que no podía inmiscuirse en cuestiones políticas y que si los oficiales<br />

y sus subordinados deseaban continuar sus visitas debían venir<br />

en calidad de amigos, sin "solicitar ayuda de ninguna clase 0 . Villa<br />

observó más tarde: "Ño obstante lo severo de nuestra admonición,<br />

los indios supieron disimular su disgusto permaneciendo en Chichén<br />

Itzá todo el día siguiente en términos muy amigables". Después<br />

de este último encuentro, Villa le escribió a su mentor Robert<br />

Redfield: "considero que nuestra labor como intermediarios entre el<br />

Gobierno y los indios ha terminado de manera definitiva". 49<br />

Varios meses después apareció un artículo en un periódico local,<br />

con el título "Deslindes en los ejidos de las zonas mayas". Junto<br />

a dos fotos del capitán Cituk de pie con su ex superior, el general<br />

May, y el procurador de Asuntos Indígenas del territorio, el artículo<br />

declaraba:<br />

168<br />

El general May entregó al señor Presidente una carta, escrita en<br />

maya, del capitán José Concepción Cituk, en la que manifiesta su<br />

gratitud al gobierno federal por las garantías que él y su tribu han<br />

estado gozando en los últimos meses.<br />

El capitán Cituk hasta hace poco estuvo sustraído a la acción de<br />

las autoridades y de él se rumoreaba que estaba en connivencia con<br />

un gobierno extranjero debido a sus frecuentes viajes a Chichén Itzá.<br />

i<br />

Citado Cituk por la Procuraduría de Asuntos Indígenas del Territorio,<br />

establecida en Ciudad Felipe Carrillo Puerto, manifestó que el<br />

objeto de sus visitas a Chichén Itzá obedecía a que le era negada la<br />

justicia en Carrillo Puerto [Santa Cruz].<br />

En la reunión verificada el seis de agosto pasado y a la que asistieron<br />

todos los jefes mayas, Cituk llegó a un acuerdo con los demás<br />

jefes, dando por terminadas sus antiguas rencillas. 60<br />

Casi dos años después de la suspensión de sus contactos con<br />

Morley y Villa, los oficiales mayas intentaron una vez más reanudar<br />

su búsqueda de armas y aliados. Una delegación de cinco mayas<br />

de Xcacal Guardia encabezada por el hijo mayor del capitán Cituk<br />

fue a ver a Morley a Chichén Itzá en marzo de 1939. El lujo de<br />

Cituk llevaba cartas del padre para Morley y Villa, en las cuales<br />

denunciaba las mentiras del general Melgar y las malignas intenciones<br />

de los empleados del gobierno, y aludía a las persistentes dificultades<br />

de vender el chicle en el mercado. Los oficiales dijeron a<br />

Morley y Villa que deseaban venderles el chicle directamente. Al<br />

parecer la carta aludía también a otros deseos, pero en su traducción<br />

Villa no especificó cuáles eran. En cualquier caso, Villa —que<br />

ya estaba involucrado en investigaciones en otras zonas de México<br />

y Guatemala— se lamentó: "No podré hacer nada para ayudar a<br />

esos indios que tan buenos fueron para conmigo". 61<br />

Cuando los oficiales mayas reanudaron sus esfuerzos para hablar<br />

con Morley, los días de Morley en Chichén Itzá estaban contados.<br />

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el personal de<br />

Morley partió —hacia Africa del Norte, Birmania, la India, Francia<br />

y otras partes— para luchar por las potencias aliadas, mientras la<br />

Institución Carnegie reducía sus aportes para a la investigación etnológica,<br />

histórica y arqueológica. El presidente de la División Histórica<br />

de esa fundación, Alfred Kidder, reconoció en el anuario de la<br />

fundación que "en estos días cataclísmicos" los síndicos podrían poner<br />

en duda el valor desestudio de un pueblo indio cuya gloria había<br />

llegado a su ocaso siglos antes de que desembaracara Colón y<br />

que hoy está constituido por humildes sembradores gobernados por<br />

los descendientes de sus conquistadores europeos". Pero añadía:<br />

"No obstante, si la civilización ha de persistir, parece esencial que<br />

el estudio del hombre continúe, se ensanche, se profundice y gane<br />

en precisión". Los que hemos recurrido reiteradamente "a los brutales<br />

y devastadores expedientes de la guerra" para resolver nuestros<br />

problemas, argumentaba Kidder, podríamos aprender algo de<br />

la experiencia de los mayas, "el predominio de gobernantes absolutos,<br />

rivalidades políticas y guerras civiles, la decadencia y caída de<br />

una civilización viril, la sumisión a la conquista militar extranje-<br />

169


a". Temas de actualidad, habrá pensado Kidder. Pero al cabo debía<br />

reconocer que "desde luego, uno no efectúa investigaciones sobre la<br />

naturaleza de la combustión cuando la casa arde sobre nuestras cabezas"<br />

6 * En 1940 Morley se retiró de Chichón Itzá.<br />

En 1940 Lawrence Dame, director de ilustraciones del Herald<br />

de Boston, visitó Quintana Roo central en compañía de un misionero<br />

presbiteriano norteamericano llamado David Letger. Letger y su<br />

esposa se habían establecido años atrás en el pueblo de Xocempich,<br />

Yucatán, desde donde se proponían evangelizar a los mayas de Yucatán<br />

y Quintana Roo (una tarea que continuaban con éxito varias<br />

décadas después). Dame, Letger y otro acompañante enfilaron hada<br />

Tuzik —"morada primitiva de las más aborígenes de las tribus mayas<br />

de los montes"— y al cabo de un par de días fueron escoltados,<br />

tal como Villa en sus tiempos, hasta el centro sagrado de Xcacal<br />

Guardia. "Les sorprenderá que los hayamos dejado venir aquí", dijo<br />

el "jefe" de Xcacal Guardia, quien por la descripción de Dame —cara<br />

picada dé viruela, sesenta años, con rango de capitán— debía de<br />

ser Concepción Cituk:<br />

Bien, nos han informado, no importa cómo, que usted, señor [el<br />

misionero], vive en Xocempich, y sabemos que está cerca de la morada<br />

del doctor Morley. Durante mucho tiempo hemos necesitado un líder<br />

más poderoso. YBL enviamos una delegación al señor Moriey, pidiéndole<br />

que se transformara en nuestro líder blanco. Hace poco nos<br />

enteramos de que nuestra vieja amiga, la reina Victoria, quien dejaba<br />

pasar armas por la frontera cuando vivían nuestros abuelos, había<br />

muerto. Creemos, y la Cruz nos lo ha dicho, que sólo el doctor<br />

americano puede guiarnos en nuestra independencia. Ahora queremos<br />

que usted le lleve un mensaje. Dígale que somos amigables, que<br />

aguardamos de nuevo su llegada. Dígale que no queremos nada de<br />

México, sino que deseamos formar parte de su país, bajo protección<br />

norteamericana. Queremos que sea nuestro jefe.<br />

El lenguaje atribuido a Cituk, o quien fuera, apesta a elaboración<br />

periodística, pero es plausible que hubiera tal mensaje para<br />

Morley. En cualquier caso, según Dame, él entregó el mensaje a<br />

Morley, quien le pidió que no escribiera sobre lo que había dicho el<br />

oficial maya 63<br />

Alfonso Villa y Robert Redfield también "enterraron la historia",<br />

en cierto modo, mientras escribían dos libros con los datos que<br />

Villa había recogido en los pueblos de Xcacal Guardia: The Maya of<br />

East Central Quintana Roo (1945) de Villa, y The Folk Culture of<br />

Yucatan (1941) de Redfield. En su libro Villa mencionaba que los<br />

mayas buscaban relaciones amistosas con los norteamericanos, a<br />

170<br />

quienes atribuían "poderes extraordinarios y mágicos"; que, prometiendo<br />

ayudarlos en todos los asuntos "no políticos", Morley se había<br />

granjeado su respeto y simpatía, facilitando la investigación de Villa;<br />

y que el capitán Cituk creía que los jeroglíficos tallados en las ruinas<br />

de Tulum profetizaban una alianza de los norteamericanos y los mayas<br />

en guerra común contra México. Villa también escribió que "durante<br />

el curso de estas investigaciones un objetivo principal de ese<br />

pueblo era la formación de una alianza con los norteamericanos 0 .<br />

Pero Villa omitió muchas cosas: el insistente cortejo de los oficiales<br />

y sus esfuerzos para conspirar con Sylvanus Morley; las tensiones,<br />

dudas y temores de ambas partes; la sustancia misma de<br />

las interacciones cotidianas de Villa con los oficiales mayas. Los<br />

reiterados pedidos de armas a los Estados Unidos figuran una sola<br />

vez en el libro de Villa, y como algo que "un hombre digo". 64 En el libro<br />

de Redfield —que incorporaba datos no sólo de Quintana Roo<br />

sino de investigaciones realizadas en un poblado, un pueblo y una<br />

ciudad de Yucatán— se menciona que los mayas de Quintana Roo<br />

habían sido amigables con los británicos y luego con los norteamericanos;<br />

que en una época no era "infrecuente" que fueran a Honduras<br />

Británica; y que "en 1935 los nativos buscaron la ayuda de los<br />

norteamericanos en Chichón [y] en 1936 se iniciaron negociaciones<br />

entre el pueblo de la subtribu de X-Cacal y el gobierno mexicano<br />

para la cesión de ejidos y la aceptación del gobierno federal; luego<br />

se llegó a un acuerdo sobre estos puntos". 65 .<br />

Una vez Villa había pensado en incluir en su libro un apéndice<br />

consistente en las muchas cartas que los oficiales mayas le habían<br />

enviado a él y Morley a través de los años. Ese apéndice, que<br />

se titularía "El nativo y sus problemas, expuestos por él mismo",<br />

revelaría "la visión que los indios tienen de las cosas y problemas<br />

que los rodean". Sin embargo nunca lo escribió. 66 Tal vez la historia<br />

era demasiado delicada políticamente para entrar en detalles, pues<br />

invocaba el espectro de la subversión en una época en que los investigadores<br />

extranjeros ansiaban realizar trabajos de campo con<br />

permiso del gobierno mexicano y la colaboración de los eruditos mexicanos,<br />

tanto en la Península de Yucatán como en otras regiones<br />

de México. Dudo, sin embargo, que ésa fuera la razón. Tanto Villa<br />

como Redfield tenían interpretaciones sobre la historia de los mayas<br />

del centro de Quintana Roo. Al exponer su comprensión de los<br />

datos de la vida maya en la actualidad, también presentaban a los<br />

mayas como protagonistas de una historia que los dos autores describían<br />

de modo diferente, y en ambas versiones la búsqueda de armamento<br />

norteamericano por parte de los mayas podía ser, a lo sumo,<br />

una nota menor y discordante. 67<br />

Villa veía en la historia reciente de Quintana Roo pruebas del<br />

171


triunfo de la justicia y la razón sobre la explotación y la violencia.<br />

Sus mayas son protagonistas de una gesta romántica, gentes en<br />

tránsito difícil tras siglos de ser víctimas de sus conquistadores, señores<br />

coloniales y funcionarios mexicanos prerrevolucionarios, hasta<br />

la época de la justicia social y el progreso anunciados por la<br />

Revolución Mexicana y realizada en Quintana Roo mediante la<br />

labor de gobernadores militares benévolos, maestros rurales esforzados,<br />

Sylvanus Morley y el propio Villa. Para dar este matiz histórico,<br />

moral y político a los desnudos datos etnográficos que luego<br />

presentaba, Villa enfatizaba, en la primera parte del libro, el carácter<br />

marginal del temtorio de Quintana Roo durante la prehistoria<br />

de la civilización maya y el período colonial español. Con la Guerra<br />

de Castas, "consecuencia de tres siglos de rencor de los nativos contra<br />

sus conquistadores", el aislamiento de los mayas en el territorio<br />

se volvió aun más pronunciado. Pero, con la conquista mexicana de<br />

Santa Cruz en 1901, comenzó a erosionarse lentamente, pues esos<br />

conquistadores recientes transfonnaron el territorio en una colonia<br />

penal y persiguieron sistemáticamente a los indios. Sin embargo, el<br />

triunfo de la Revolución Mexicana reemplazó la fuerza por la persuasión<br />

en el trato de los mexicanos con los mayas, el comercio del<br />

chicle les trajo riquezas, y se fundaron escuelas. Esos éxitos se consolidaron,<br />

según Villa, sólo años después de su presencia en Quintana<br />

Roo. 68<br />

Esos años son el "presente etnográfico 0 del relato de Villa, el<br />

"ahora" y el "hoy" de su descripción de la vida maya. Pero la breve<br />

narración histórica con que él prologaba su informe también relataba<br />

hechos acontecidos años después (durante la habitual brecha<br />

temporal entre la investigación de campo del antropólogo y la publicación<br />

de su libro) para afirmar con mayor contundencia la llegada<br />

de la razón y el progreso al territorio. En 1940 los problemas de<br />

tierras y persecuciones se habían resuelto amigablemente, según<br />

Villa, y en un segundo momento actual "los nativos de la región<br />

central ahora se sienten menos aislados y menos 'diferentes' de los<br />

de otras secciones". 69<br />

En la segunda parte del libro, la más larga, Villa ofrecía la<br />

descripción etnográfica de los mayas: cantidad, tamaño y ubicación<br />

de sus poblados; construcción de casas y amoblamiento; técnicas y<br />

economía de los cultivos, la recolección de chicle, la caza y la apicultura;<br />

asuntos de propiedad, herencia y dinero; división del trabajo,<br />

posiciones sociales, organización de las actividades del año; estructura<br />

del hogar y la familia, matrimonio, normas de conducta entre<br />

parientes; gobierno; y, con mayor detalle, objeto y formas del culto.<br />

El sujeto de esta descripción era algo elusivo, pues no se trataba de<br />

los mayas de la Guerra de Castas, "caracterizados por la reclusión,<br />

172<br />

la hostilidad hacia la civilización, y especialmente por su rencor hacia<br />

el gobierno mexicano" ni de esos mayas menos aislados de 1940.<br />

Pero al menos el sujeto estaba acorralado, delimitado por los términos<br />

—entre muy cerrados y muy abiertos— de una cambiante<br />

orientación maya hacia el mundo, dentro de la cual el antropólogo<br />

podía describir características aparentemente fijas y comunes.<br />

Plantear temas aún no resueltos acerca de quiénes eran esas gentes,<br />

cómo veían el mundo y qué les deparaba el futuro —temas relacionados<br />

con armas, conspiraciones, alianzas anheladas y profecías—<br />

habría constituido un gesto muy difícil y novedoso en el género<br />

científico en el cual escribía Villa.<br />

Mientras Villa narraba su minihistoria en un estilo algo romántico,<br />

Redfíeld optó por un tono más trágico. A través de su muy<br />

distinguida carrera antropológica, Robert Redfíeld volvía una y<br />

otra vez a una preocupación predominante y obviamente personal:<br />

el contraste entre las sociedades primitivas o tradicionales y las sociedades<br />

modernas y urbanas. Había optado por la misión antropológica<br />

de retratar con gran relieve el contraste entre las circunstancias<br />

vitales de gentes como él y los modos de vida del hombre antes<br />

de que las ciudades, la industria y el capitalismo las alterasen para<br />

siempre. La sociedad tradicional era para Redfíeld una "sociedad<br />

pequeña [con]... no más personas de las que se pueden llegar a conocer<br />

bien y... permanecer en larga asociación recíproca". Sus<br />

miembros tenían poca comunicación con los forasteros (aunque podía<br />

existir conocimiento de ellos y contacto con ellos) y una íntima<br />

comunicación entre sí. Los miembros eran, analfabetos, de modo<br />

que su conocimiento del pasado era muy limitado —"no puede existir<br />

sentido de la historia, como entre las gentes civilizadas"— y la<br />

comunicación oral sobrellevaba la carga de transmitir la tradición<br />

a cada nueva generación.<br />

"Las personas que constituyen una sociedad tradicional son<br />

muy parecidas", en la imaginación de Redfíeld. Eran físicamente<br />

homogéneas, y había escasa especialización y división del trabajo,<br />

de modo que "lo que hace una persona es lo que hace otra" y "lo que<br />

un hombre sabe y cree es lo mismo que todos los hombres saben y<br />

creen". Á partir del aislamiento y la homogeneidad, se seguía que<br />

los miembros de tal sociedad tendrían un fuerte sentido de la solidaridad<br />

de grupo —"hablan de sí mismos como de 'nosotros' en contraste<br />

con todos los demás, que son 'ellos* "—, una solidaridad tal<br />

vez reforzada por su independencia económica, el hecho de que producen<br />

lo que necesitan y consumen sólo lo que producen. A grandes<br />

rasgos, escribía Redfíeld, "la sociedad tradicional es un pequeño<br />

mundo en sí mismo, un mundo en el que los problemas recurrentes<br />

de la vida son resueltos por todos los miembros de manera muy si-<br />

173


milar". Enfatizaba que esta manera no estaba modelada por la innovación<br />

y la experimentación consciente, sino establecida por la<br />

tradición. Esos modos de vida convencionales entretejían una trama<br />

sólida y coherente de creencias y prácticas sin brechas problemáticas,<br />

sin cambios de patrón ni dislocaciones, y que no estaba sujeta<br />

al examen ni la crítica objetivos. Las gentes crecían en íntima<br />

asociación recíproca y estaban habituadas a tratarse como personas,<br />

no como objetos ni instrumentos, y el orden social, las relaciones<br />

y acciones sociales se fundaban en principios intuitivos, tácitos<br />

y naturales, no en los contratos, los acuerdos formales, la legislación,<br />

los litigios y la fuerza. La familia y la parentela eran centrales,<br />

y los límites de ambos se extendían hacia afuera hasta abrazar<br />

una sociedad entera. Además, la sociedad tradicional era sagrada;<br />

los modos tradicionales de hacer las cosas estaban revestidos con el<br />

imperativo moral de los mandamientos divinos. En resumen, la sociedad<br />

tradicional imaginada por Redfíeld era un lugar acogedor. 60<br />

En la concepción de Redfíeld de la historia humana, el camino<br />

desde la sociedad primitiva o tradicional hasta la urbana implicaba<br />

la pérdida o inversión de esas propiedades de vida social, creencia y<br />

acción a través de procesos que él denominaba peyorativamente<br />

"desorganización", "individuación" y "secularización". Redfíeld concebía<br />

la Península de Yucatán como un escenario humano donde la<br />

historia social reflejaba la experiencia universal y humana de la<br />

pérdida de la inocencia y la concordia primitivas en el camino inexorable<br />

hacia la modernidad. Los pueblos de Xcacal Guardia representaban<br />

para Redfíeld el punto de partida de un gradiente de<br />

tipos sociales contemporáneos —de la tribu a la ciudad pequeña,<br />

pasando por el pueblo de labriegos— que reflejaban las etapas históricas<br />

de la "modernización" y tránsito a la "civilización" del pueblo<br />

maya.<br />

Los antropológoos han criticado mucho el trabajo de Redfíeld<br />

en la Península de Yucatán por varias razones de peso, y ese trabajo<br />

hoy prácticamente se ignora. Sin embargo, fue un pionero reconocido<br />

en el estudio de comunidades pequeñas dentro de sociedades<br />

complejas y estuvo entre los primeros que incluyó dentro del saber<br />

antropológico no sólo la comunidad pequeña ni la tribu, sino la más<br />

amplia red de vastas interconexiones humanas de las que forman<br />

parte.<br />

Aun así, en su tratamiento de los datos recogidos por Villa en<br />

los poblados de Xcacal Guardia, Redfíeld estaba tan preocupado<br />

porque los mayas se estaban volviendo, como dijo una vez, "parte<br />

de la moderna civilización mundial", que no logró captar que ellos<br />

ya eran desde hacía tiempo parte del mundo moderno. No eran islas<br />

sociales pequeñas, homogéneas, plenas de sentido, sosegadas,<br />

174<br />

centradas en la familia y autónomas procedentes de un pasado humano<br />

más agradable que Redfíeld imaginó y describió mientras el<br />

mundo atravesaba la Gran Depresión y trastabillaba yendo de una<br />

guerra mundial a otra. Los mayas de tiempos de Redfíeld, incluidos<br />

los que vivían en Xcacal Guardia, eran vastagos desheredados de<br />

imperios coloniales y trabajadores dentro de la economía capitalista<br />

mundial, así como ciudadanos de una "comunidad" de naciones<br />

en guerra consigo misma. Como se basaban en gran medida en el<br />

trabajo de Villa, la mayoría de los datos de Redfíeld sobre los mayas<br />

de Quintana Roo eran atinados. Pero su selección, ensamblaje<br />

e interpretaciones de ellos para formar un retrato de la sociedad<br />

tradicional requería prodigiosas hazañas de imaginación y negación,<br />

sobre todo en lo concerniente a las relaciones de los mayas con<br />

extranjeros como él.<br />

De las diversas comunidades analizadas en su estudio comparativo,<br />

el poblado de Tuzik se consideraba el más alejado del portal<br />

de influencias modernas representado por la ciudad de Mérida. El<br />

aislamiento, explicaba Redfíeld, no significaba sólo falta de contacto<br />

causada por la distancia geográfica respecto de entes de otra clase<br />

que vivían de modo diferente. Aunque se produjeran contactos,<br />

el aislamiento se manifestaba en la carencia de comunicación significativa<br />

debida a barreras de analfabetismo, cultura y patrones habituales<br />

de interacción y elusion. Para que Tuzik cumpliera su función<br />

en la erudita endecha de Redfíeld acerca de la erosión del<br />

aislamiento y el proceso de "modernización", era preciso ignorar el<br />

largo contacto de los mayas con otros portales de la influencia externa.<br />

Sólo dos veces en su gran obra sobre Yucatán Redfíeld mencionaba<br />

Belice (y una de ellas sólo para hablar de su precipitación<br />

anual de lluvias). Daba poca importancia a la comunicación de los<br />

mayas con los representantes locales del mundo exterior, entre<br />

ellos ViUa y Morley; a la búsqueda de lazos más estrechos con las<br />

potenciad extranjeras; al intento de negociación para obtener una<br />

posición ventajosa dentro de un campo de potencias extranjeras<br />

que ya no podían ignorar.<br />

Los mayas de otra pequeña comunidad de Yucatán, Chan<br />

Kom, fueron los que Redfíeld conoció más directamente, pues vivió<br />

entre ellos varias semanas. Regresó para estudiar de nuevo esa comunidad<br />

a mediados de la década de 1940, y el libro que derivó de<br />

sus investigaciones —Chan Kom: A Village That Chose Progress—<br />

es perceptivo y merece ser leído. Se tiene la impresión de que los<br />

mayas de Chan Kom le agradaban más que los de Quintana Roo,<br />

pues eran cordiales y sentían entusiasmo por el progreso que podían<br />

lograr mediante el trabajo duro y la asistencia técnica del gobierno<br />

y de los extranjeros, como los norteamericanos de Chichén<br />

175


^pp^f<br />

Itzá. Algunos de ellos luego lamentarían ese entusiasmo, cuando el<br />

futuro resulté no ser como imaginaban. Pero tales lamentos los volvieron<br />

más entrañables para Redfíeld, quien señalaba así esa ambivalencia:<br />

no tienen más opción que la de seguir adelante con la tecnología,<br />

con una declinante fe religiosa y convicción moral, en un mundo peligroso.<br />

Constituyen un pueblo que debe identificar sus intereses con<br />

los de gentes lejanas, fuera del círculo tradicional de lealtades y responsabilidades<br />

políticas. En tal sentido, deben contar con la simpatía<br />

de los lectores de estas páginas. 61<br />

En cuanto a los mayas de Quintana Roo, era mucho más difícil<br />

pedir simpatía para ellos. Hacía tiempo que sabían que el mundo<br />

era un sitio peligroso y que sus intereses estaban enlazados "con<br />

los de gentes lejanas". A los norteamericanos y europeos no les pedían<br />

simpatía sino armas.<br />

176<br />

8<br />

Rumores de guerra<br />

Las últimas décadas han sido apacibles en el centro de Quintana<br />

Roo, pues las soluciones aplicadas a los agudos problemas de<br />

la década de 1930 lograron reducir las tensiones y los temores. Poco<br />

a poco los poblados de Xcacal Guardia recibieron tierras forestales<br />

adecuadas para la cantidad de trabajadores aptos de cada uno<br />

de ellos (y, cuando no eran adecuadas, pedían y obtenían más). 1 Cooperativas<br />

administradas por el gobierno introdujeron orden en la<br />

recolección y comercialización del chicle en la región; como sólo<br />

ellas podían comprar el chicle y sólo sus miembros podían venderlo,<br />

cesó la invasión anual de forasteros en los montes mayas. Se establecieron<br />

escuelas primarias en la mayoría de los poblados mayas,<br />

habitualmente sin incidentes, aunque durante varios meses se<br />

apostaron tropas federales en Tuzik para inducir a sus residentes a<br />

colaborar con los nuevos maestros. En algunas comunidades también<br />

se instalaron pequeños sanatorios.<br />

Felipe Carrillo Puerto, aún llamada Santa Cruz por los mayas,<br />

se transformó en sede de un gran condado que abarcaba todos<br />

los pueblos de los alrededores de Xcacal Guardia (así como las demás<br />

comunidades otrora rebeldes del este y del sur). Ese antiguo<br />

pueblo fantasma ha tenido que expandir sus límites muchas veces<br />

para recibir a nuevos residentes, y a diario trajinan por aui mayas<br />

de poblados vecinos que van a comprar y vender en el mercado y<br />

las tiendas, hacer peticiones al gobierno, embriagarse o pagar la<br />

fianza de alguien que está en la cárcel, visitar amigos o buscar pareja,<br />

llevar un niño a la escuela, ver al cura católico o coger un autobús<br />

para otra ciudad.<br />

Otras cosas también han cambiado. Han surgido muchas localidades<br />

nuevas, formadas por grupos de parientes que se marcharon<br />

de las antiguas comunidades rebeldes o por colonos de Yucatán<br />

que hablan maya. Ahora no hay zonas forestales que no pertenezcan<br />

a uno u otro poblado. Algunos pueblos de tiempos de Villa han<br />

desaparecido, incluidos el Chunkulche del sargento Chaac y el<br />

Xmaben del capitán Cituk (el segundo fue abandonado cuando el<br />

177


pozo se secó en la década de 1940). Otros han perdurado y se han<br />

extendido: Tuzik es cuatro veces más grande, y Señor ha crecido<br />

aun más. La mayoría de los pueblos han adquirido'un nuevo aspecto,<br />

abandonado la agreste apariencia de villorrios forestales para<br />

cobrar aires más urbanos: redes de calles, terrenos delimitados,<br />

una plaza central rodeada por casas de piedra y cemento en vez de<br />

tosca argamasa.<br />

Cada establecimiento ahora elige funcionarios para decidir en<br />

cuestiones civiles y agrarias —un delegado de pueblo del presidente<br />

del condado y un comisario de la comunidad agraria constituida<br />

por ley federal— y aunque antes estos puestos solían ser ocupados<br />

por oficiales mayas, ahora éstos han cedido a otros el derecho a<br />

ejercer dicha autoridad. Todavía hay oficiales, compañías y sacerdotes<br />

como en tiempos de Villa; se cumple el servicio de guardia, la<br />

gente se bautiza y se casa en el pueblo sagrado, los sacerdotes mayas<br />

dicen misa y los festivales se celebran en Xcacal Guardia. Pero<br />

hoy los oficiales ejercen sólo influencia moral sobre los subordinados,<br />

quienes dedican cada vez menos tiempo y esfuerzo a rituales<br />

tan improductivos lejos de sus hogares.<br />

Ahora casi todo el tiempo se dedica a ganarse la vida. Cultivan,<br />

recogen chicle (aunque no tanto como antes) y cazan como hace<br />

décadas. Pero a esa lista básica de actividades productivas han<br />

añadido nuevas formas de apicultura, irrigación de jardines, explotación<br />

forestal y trabajos temporarios: en el pueblo, en la sede del<br />

condado, en caminos de la región, o en centros turísticos que han<br />

surgido en la costa. Cancán es el más conocido de ellos. Actualmente<br />

todos se esfuerzan para ganar lo necesario, mientras envían a<br />

sus lujos a escuelas primarias y aun secundarias, y en algunos casos<br />

a la universidad, con la esperanza de que tengan mejor vida<br />

que sus padres. (Hoy es casi imposible encontrar a alguien que admita<br />

haberse opuesto a la fundación de escuelas en sus pueblos.)<br />

Cuando llegué a Quintana Roo en 1978 para estudiar los cambios<br />

de la vida maya introducidos por varios años de paz, descubrí<br />

que tanto los oficiales como la gente común declaraban que el presente<br />

era el tiempo de libertad profetizado por Florentino Cituk.<br />

Decían que el pasado era una época de esclavitud. No se refieren<br />

sólo al tiempo de trabajos serviles en las fincas de Yucatán, de la<br />

cual sus lejanos predecesores se liberaron mediante la rebelión y la<br />

lucha, sino también al tiempo en que los oficiales mayas imponían<br />

una ley severa a sus gentes, infligiendo castigos corporales o la<br />

'muerte (como se dice que hizo el teniente Zuluub) a los infractores,<br />

los insubordinados, las brujas y los rivales políticos; cuando no se<br />

permitía que los maestros fueran a los pueblos porque los oficiales<br />

no lo consentían; y cuando el miedo y la fuerza, en vez del libre al-<br />

178<br />

bedrío y la piedad (así dicen ahora) garantizaban el servicio universal<br />

bajo las autoridades militares y religiosas de los mayas. En el<br />

uso actual, "tiempo de esclavitud" incluye esos mismos años en que<br />

los oficiales mayas buscaban la ayuda de Sylvanus Morley y los suyos<br />

para continuar gobernando a sus gentes de la manera en que<br />

estaban habituados.<br />

Aunque se dice que ahora prevalece la libertad, aún.se habla<br />

de guerra, especialmente la Guerra de Castas, en dramáticas y detalladas<br />

historias sobre el trauma de là fuga, el hambre, la enfermedad,<br />

la batalla, la gran crueldad del enemigo, y la crueldad de<br />

los rebeldes. Los mayas hablan sin descanso del ingenio de los primeros<br />

rebeldes y fugitivos, que no sabían cómo hacer la guerra pero<br />

tuvieron que aprender, obligados a ello y con gran coste para sí<br />

mismos. Y hablan de la intervención divina, de milagros en el campo<br />

de batalla obrados por el Dios Verdadero para favorecer a su<br />

pueblo. Las mujeres contaban estas historias a sus lujos, nietos y<br />

alujados, algunos de los cuales llegaron a ser hombres públicos, los<br />

"hombres importantes 0 de las actuales comunidades mayas.<br />

Cuando se habla de la guerra, pasada, estos hombres manifiestan<br />

orgullo por los triunfos de sus predecesores así como horrar<br />

ante la matanza y el sufrimiento. Para los mayas que viven en lo<br />

que fue territorio rebelde, esa guerra distante continúa siendo una<br />

realidad histórica inmediata, una parte esencial de su identidad y<br />

sus ideas acerca de cómo el mundo circundante cobró su forma<br />

actual. Es tan inmediata que apenas es histórica: es decir, no pertenece<br />

al pasado sino que atraviesa un período de tregua; no ha terminado<br />

para siempre, sino que se reiniciará después de este paréntesis.<br />

Aunque ahora es el tiempo de la libertad, se habla de la guerra<br />

que vendrá. "Se producirá otra. Así como la guerra estalló en el<br />

pasado, la guerra estallará de nuevo." Los mayas de Xcacal Guardia<br />

dicen que el Dios Verdadero les contó esto, en obvia alusión al<br />

contenido de los Divinos Mandamientos. Abundan los rumores de<br />

guerra, entre los oficiales y las gentes comunes, los hombres y las<br />

mujeres, los viejos y los jóvenes, la mayoría de los cuales suponen<br />

que la guerra estallará alrededor del año 2000 y que es inevitable.<br />

Una minoría sostiene que no es inminente ni inevitable, pero admite<br />

que las cuestiones de guerra y paz son temas de su época.<br />

Así como estalló antes, la guerra estallará de nuevo. Durante<br />

mis viajes noté que esas charlas trascendían los villorrios que rodean<br />

Xcacal Guardia y el corazón de lo que fue territorio rebelde, y<br />

llegaban hasta las localidades mayas de otras partes de la Península<br />

de Yucatán. Pero como los mayas de la península han tenido diversas<br />

experiencias con guerras pasadas, las imaginadas guerras<br />

179


futuras lucen diferentes. Mientras que en las décadas de 1920 y<br />

1930 los oficiales mayas de Xcacal Guardia planeaban la guerra<br />

santa contra un gobierno que juzgaban extraño y maligno, los mayas<br />

del norte ya estaban interpretando la batalla de otra manera.<br />

Después de la Revolución Mexicana, el gobierno socialista de Yucatán<br />

predicó activamente entre la población rural maya que deseaba<br />

formar un baluarte contra la reacción conservadora. Todos los días<br />

los mayas escuchaban arengas en su propio idioma acerca del socialismo<br />

y la Gran Depresión.<br />

Los enemigos del socialismo declaraban que esa propaganda<br />

revolucionaria se basaba en temas "raciales", y de hecho, cuando<br />

Felipe Carrillo Puerto era líder del partido socialista y gobernador<br />

de Yucatán (fue asesinado en 1923), parecía asociarse con aspectos<br />

de la historia oral maya y los héroes de las pasadas rebeliones mayas.<br />

Mientras recorría la campiña y "decía a la gente que debía tener<br />

las tierras de los dzulob [es decir, hombres blancos, extranjeros,<br />

gente rica, etc.] y les prometía relojes, herramientas, alambre, escuelas<br />

y música'', algunos mayas decían que tal vez él era el rey esperado<br />

que había vivido oculto bajo tierra en las ruinas de Chichén<br />

Itzá. Finalmente, cuando a principios de la década de 1920 se alzaron<br />

en armas contra sus vecinos rivales y enemigos políticos, los socialistas<br />

mayas se dijeron que "Dios no permitirá que nada malo<br />

nos ocurra porque somos trabajadores", e iban a la batalla gritando<br />

"¡Viva el Supremo Gobierno Socialista de la Nación y el Estado! ¡Viva<br />

la libertad de los trabajadores oprimidos!" 2<br />

En las localidades del norte donde en un tiempo se oyeron<br />

esos esloganes, hoy se oye hablar de la guerra venidera. Se dice que<br />

los ricos, expulsados durante la Revolución Mexicana y el régimen<br />

socialista de Yucatán, aún medran gracias al trabajo de los mayas,<br />

y que pronto intentarán regresar, adueñándose de la tierra e imponiendo<br />

nuevamente la esclavitud a los mayas. La nueva esclavitud<br />

no será como la antigua. Los "ricos" han estudiado el asunto, dicen<br />

los mayas, y han encontrado modos de ocultar sus verdaderos designios.<br />

Algunos mayas declaran que no aceptarán pasivamente el<br />

retorno de la esclavitud, sea cual fuere su forma, y consideran que<br />

hay miles dispuestos a pelear, aun con las armas más toscas (y por<br />

cierto con la ayuda de Dios), pues así como "empezó con palos, terminará<br />

con palos".<br />

. Para estos mayas de Yucatán, la guerra futura parece una<br />

guerra de clases, una guerra entre los trabajadores y quienes les<br />

niegan los medios de supervivencia y el voto. Para los mayas de<br />

Quintana Roo, descendientes de rebeldes y fugitivos de la Guerra<br />

de Castas, la guerra venidera no es tanto de clases como una guerra<br />

entre razas, no una guerra donde los trabajadores matarán a<br />

180<br />

los ricos, sino donde los mayas matarán a sus enemigos tradicionales<br />

y categóricos, los usurpadores no mayas. Cuando hablan de<br />

la guerra pasada, dicen que esa guerra surgió de la esclavitud, de<br />

las perversiones morales del clero católico y del hambre. En sus<br />

historias orales, el trabajo impuesto y no pagado es el rasgo definitorio<br />

de la esclavitud. Las descripciones de la vida cotidiana del esclavo<br />

varían poco de historia en historia, y siempre insisten en las<br />

largas horas de trabajo y las escasas horas de sueño: los días que<br />

empezaban antes del alba para extraer de las hojas de henequén<br />

las fibras para confeccionar bramante, soga, y aun tela; las siguientes<br />

faenas, como trasladar agua para irrigar las plantaciones del<br />

amo, las horas en los maizales, las horas nocturnas de coser ropa a<br />

la luz de las velas; las azotainas propinadas por ineficiencia en el<br />

trabajo.<br />

Los mayas dicen que los esclavizaban a través de las deudas.<br />

Aunque trabajaban con esfuerzo para producir alimentos y fibras y<br />

para crear artículos de consumo e intercambio, los productos de dicha<br />

faena pertenecían al jtàul, el "hombre blanco, el rico, el extranjero".<br />

Todo lo que el esclavo consumía con sólo existir-constaba como<br />

una deuda en les registros escritos del fisco, y la deuda, inevitablemente<br />

acumulada, los condenaba a trabajar para siempre. Así,<br />

por ejemplo, aunque trabajaban la tierra tanto como hoy,<br />

... lo cierto era,<br />

... todo lo que plantabas así, si querías<br />

comerlo, no podías comerlo así.<br />

Le decías al amo cuánto.<br />

Si quieres comer un par de raíces de yuca, las comes,<br />

es la misma historia. "Cómelas, muchacho. ¡Cómelas!<br />

¡Cómelas!"<br />

El coge su libreta. Harat, harat, anota<br />

el precio correspondiente. No hay salida.<br />

Eres un esclavo.<br />

Si quieres comer una calabaza o cualquier otra cosa, le pides<br />

alamo.<br />

"¡Cómela, muchacho!" No te dirá que no la comas. "¡Cómela!"<br />

Coge su libreta. Harat, harat, lo anota todo.<br />

Nunca escaparás.<br />

Eres un esclavo.<br />

A tales penurias se sumaban los presuntos ultrajes de los curas<br />

católicos, de quienes se dice que tomaron jóvenes mujeres mayas<br />

con el aparente propósito de ponerlas al servicio del Dios Ver-<br />

181


dadero, pero en realidad era para explotarlas como concubinas. Los<br />

sacerdotes eventualmente las mataban, se dice hoy, para ocultar<br />

las pruebas manifiestas en los vientres distendidos.<br />

Y la gente habla del hambre de esos tiempos. "El hambre produjo<br />

la guerra'', es un ubicuo refrán. "No ocurrió porque sí. Si estás<br />

lleno, no vas a la guerra. El hambre la produjo, pues la gente estaba<br />

hambrienta cuando ocurrió. La gente estaba hambrienta." Es<br />

como si al hablar de la época de esclavitud hubiera que insistir en<br />

la palabra "hambre". Dicen que la guerra surgió de la cólera y la<br />

desesperación nacidas de la explotación y el hambre. Al aludir a<br />

esa cólera, los descendientes de los rebeldes de la Guerra de Castas<br />

excusan los terribles actos de sus predecesores: un sinfín de homicidios;<br />

la muerte de hombres y mujeres inocentes, así como de niños<br />

indefensos; la práctica del canibalismo con soldados enemigos caídos;<br />

el incendio de poblados y la destrucción de grandes iglesias. Al<br />

invocar esa antigua cólera las gentes sugieren de qué serían capaces<br />

(e incluso qué se les podría exigir) en otras circunstancias en un<br />

tiempo no muy lejano.<br />

Pero el presente, dicen, es una época de libertad. Para los mayas<br />

del norte de la península, la libertad parece consistir en tener<br />

tierras para trabajar y la posibilidad de votar. Suponen que estas<br />

cosas los liberan de la esclavitud. Para los mayas del sur, lejos de<br />

las grandes plantaciones y sin experiencia en política electoral, la<br />

libertad se concibe de otro modo, y la clave se encuentra en sus alusiones<br />

a "caminos abiertos" y caminos cerrados". En esa vena, se dice<br />

que el profeta finisecular Florentino Cituk proclamó:<br />

Hoy caminamos de piedra en piedra por caminos ocultos.<br />

Pero habrá, dice El, el Dios Verdadero,<br />

habrá apertura de todos los caminos.<br />

Comeremos juntos con el extranjero.<br />

Comeremos juntos con nuestro enemigo.<br />

Conversaremos con él.<br />

Vendrá el tiempo<br />

en que caminos blancos se cruzarán en Noh Cah Santa Cruz.<br />

El teniente Zuluub exhortó a Sylvanus Morley: "Todos los caminos<br />

son cerrados por los mexicanos. Por tanto te digo, abre los<br />

caminos para nosotros". Y en historias que esos mayas aún cuentan<br />

hoy, Sylvanus Morley habla con palabras similares. Se dice que dijo:<br />

"ahora los caminos están cerrados [pero] esos caminos se abrirán<br />

en los Días Finales". La condición presente y futura de los "caminos"<br />

es tema de apasionadas y conflictivas conversaciones en la<br />

actualidad, y declararlos "abiertos" o "cerrados" constituye un co-<br />

182<br />

mentario social de grandes proporciones.<br />

Lo que quieren decir los mayas comienza con la más literal interpretación<br />

de la frase "los caminos están abiertos": habrá rutas<br />

seguras para viajar por la tupida y verde selva, trátese de senderos,<br />

caminos de tierra o autopistas, por donde la gente se puede<br />

desplazar con diversos propósitos. Aunque a principios del siglo<br />

diecinueve las selvas del este de la Península de Yucatán estaban<br />

entrecruzadas por sendas y caminos que figuraban en los mapas<br />

(cada legua estaba marcada por una cruz), esas rutas desaparecieron<br />

durante la Guerra de Castas. Como señaló un observador de<br />

los últimos años de esa guerra:<br />

La población de Chan Santa Cruz está principalmente limitada a<br />

la franja de territorio que hay entre el lago Bacalar y la Bahía de Ascensión,<br />

pues las cruentas y prolongadas guerras han derivado en<br />

una creciente concentración demográfica por parte de los indígenas<br />

del este y también por parte de sus enemigos, a causa de lo cual se<br />

extienden tierras deshabitadas entre las dos facciones, donde las car<br />

rreteras se han cubierto de malezas y se han vuelto intransitables,<br />

devoradas por la exuberante vegetación selvática.<br />

La nueva apertura de esos caminos se debe tomar como un<br />

ominoso signo de una inminente calamidad, continuaba ese observador,<br />

pues "aunque los indios pueden usar esas rutas pobladas de<br />

malezas en caso de necesidad, los indios de Santa Cruz siempre estarán<br />

obligados a abrir caminos nuevos para realizar incursiones<br />

de mayor escala, los cuales servirán para advertir de antemano a<br />

los habitantes del distrito amenazado". 3<br />

Los mayas rebeldes mantenían caminos para viajes internos y<br />

movimientos de tropas, sobre todo entre Santa Cruz y Bacalar. Dichos<br />

caminos tenían dos metros y medio de anchura y, como los de<br />

tiempos anteriores, cruces en toda su longitud. En cuanto los caminos<br />

hacia el exterior, no fue un ejército maya sino un ejército invasor<br />

mexicano el que abrió uno a fines del siglo diecinueve. Iras<br />

años de malogrados intentos de incursión en el territorio, los enemigos<br />

de los rebeldes recurrieron a una nueva táctica. Combinando<br />

una invasión lenta con la construcción de carreteras —talando árboles,<br />

apisonando el suelo, quemando matorrales, tendiendo líneas<br />

telegráficas y combatiendo a los indios a un ritmo de quince kilómetros<br />

por mes— un ejército mexicano avanzó hacia la capital<br />

rebelde de Santa Cruz hasta tomarla en mayo de 1901. Los mayas<br />

rebeldes se retiraron para fundar los asentamientos que luego<br />

constituirían el conglomerado de Xcacal Guardia. 4<br />

Para los visitantes extranjeros de la década de 1930 los caminos<br />

aún parecían cerrados. Las sendas de las inmediaciones de los<br />

183


poblados mayas eran angostas y recónditas, mientras que las rutas<br />

hacia el mundo exterior, "largo tiempo cerradas y casi olvidadas",<br />

eran "pedregosas, aisladas y solitarias". La gran excepción era esa<br />

ruta de los invasores de fines de siglo, a lo largo de la cual los asentamientos<br />

abandonados eran repoblados por lugareños y por colonos<br />

de Yucatán. Sólo en las décadas de 1950 y 1960 se construyeron<br />

anchas carreteras pavimentadas en el corazón de este territorio,<br />

y desde entonces se construyó una red de caminos secundarios,<br />

tan extensa que se puede llegar a casi todas las localidades en un<br />

vehículo de motor. 5<br />

Las alusiones mayas contemporáneas a caminos "abiertos" y<br />

"cerrados" surgen de una historia de acontecimientos como éstos.<br />

Las alusiones se extienden a cambios en la tecnología del transporte.<br />

Florentino Cituk habló en esa vena:<br />

Vendrá el tiempo<br />

en que caminos blancos se cruzarán en Noh Cok Santa Cruz,<br />

allí se cruzarán los caminos blancos.<br />

Pasará el fuego que corre [vehículos de motorl<br />

Fosará el fuego-pájaro [aviones].<br />

Pasarán corriendo las lianas-entrelazadas [bicicletas].<br />

El [Cituk] no dijo qué son estas cosas de que habló,<br />

pero sabía que existirían.<br />

Y en una más oscura alusión a los telégrafos y teléfonos, hoy<br />

dicen que también se profetizó:<br />

Estarán tensamente plantadas las raíces del anikab<br />

aquí en mi bendito pueblo, dice él. El hermoso Señor<br />

da así su bendición<br />

(El anikab es una planta usada para sujetar postes, por ejemplo.<br />

Aparece en otras partes de textos proféticos publicados en un<br />

contexto similar: la mención de la tensión de esta liana alude a la<br />

extensión de cable entre postes de telégrafo o teléfono, o, en este caso,<br />

el tendido de cables subterráneos.) 6<br />

Hablar hoy de "caminos abiertos", pues, es invocar una imagen<br />

que sugiere el libre movimiento y la comunicación de las gentes,.crudamente<br />

contrastada con los "caminos cerrados" de la época<br />

de la esclavitud ("nunca escaparás") y los "caminos cerrados" de la<br />

guerra, cuando la gente tenía que "encerrarse" en la selva por temor<br />

a los enemigos.<br />

Esta invocación maya de libertad mediante una mención de<br />

los "caminos abiertos" es más exótica de lo que parece. En nuestra<br />

184<br />

fe<br />

perspectiva del progreso, los caminos y el resto de la infraestructura<br />

de la comunicación humana contribuyen a la libertad a través de<br />

elementos intermedios como el desarrollo económico, los mercados<br />

libres, la libre contratación, el Ubre intercambio de información de<br />

ideas y demás. Para nosotros, los "caminos" pueden aludir al progreso<br />

y la libertad tal como los fines aluden a los medios. Cuando en<br />

1875, por ejemplo, se tendieron las primeras vías para el primer ferrocarril<br />

de Yucatán, la élite que celebraba el hecho esperaba que<br />

los ferrocarriles sirvieran como "el más poderoso estímulo del trabajo<br />

y de la producción", redujera las distancias que separaban a los<br />

hombres y los enlazaran en un activo comercio, posibilitando así el<br />

logro de ^as más nobles ideas progresistas", entre ellas "la Fraternidad<br />

Universal". Una vez que los primeros rieles fueron bendecidos<br />

por curas católicos y se clavaron pernos para sujetarlos con firmeza<br />

en la Plaza de la Mejorada de Mérida, un observador declaró que<br />

los corazones laten de placer, la esperanza embriaga el alma, y tal<br />

parece que al sonreír de gozo se ve asegurado un porvenir de paz, de<br />

libertad y de riqueza. Entonces se olvidan las amarguras, los rencores<br />

se acaban y mirándonos todos con cariño, desafiamos la desgracia<br />

y nos damos el abrazo fraternal con la más tierna efusión del sentimiento.<br />

"Fulgura ya la aurora del gran día", sentenciaba ese orador. 7<br />

Era un día de sueños: sueños alcanzados y compartidos. Los sueños<br />

de la élite modernizadora de Yucatán, cuyos miembros, en medio de<br />

una fuerza laboral maya desarmada y servil, hablaban del futuro<br />

como si fueran dioses. Se consideraban la "Casta Divina" y anhelaban<br />

realizar el plan de Dios para la creación, el plan llamado Progreso.<br />

Si alguien negaba que "la creación entera marcha por el<br />

camino del progreso", les parecía que era como "negar a Dios, suponiéndole<br />

sin previsión y sin la sabiduría infinita que le adornan". 8<br />

En Yucatán, la extensión de una vasta red ferroviaria pronto llevó<br />

una prosperidad sin parangón en la historia del estado, una prosperidad<br />

basada en la producción y exportación de henequén, y la<br />

casi total esclavitud de los mayas.<br />

Pero los mayas también tenían sueños ocasionados por la llegada<br />

del ferrocarril, los sueños de sus profetas, que circulaban de<br />

boca en boca.<br />

Las palabras de los antiguos, la primera gente de Yucatán. Oscuramente<br />

hablaron en antiguos tiempos: "Se verá el fuego que corre<br />

por pequeños caminos". Ellos no entendían, ni sabían qué era el fuego.<br />

Decían: "Cuando eso se vea, terminará el mundo". Pedían piedad<br />

a los señores del cielo y de la tierra.<br />

185


i »38"*j.; f3 s 5 ?T.-'<br />

Los "antiguos" también tuvieron otras visiones: dijeron que un<br />

día el lenguaje se oiría en cuerdas y viajaría así de Valladolid a Mérida.<br />

Dijeron que un día uno podría tomar chocolate por la mañana<br />

en Valladolid y almorzar en Mérida, sólo cinco horas después. Dijeron:<br />

"Habrá dinero de cuero". Y dijeron: "Así como la tierra comenzó,<br />

así terminará''. Guando llegaron los trenes, algunos pensaron<br />

que el fin estaba cerca. 9<br />

En ese grandioso día de 1875 en Mérida, cuando hablaban del<br />

progreso que traería el ferrocarril, algunos pensaban en la subyugación<br />

de los rebeldes mayas del sur. Alguien que hablaba en nombre<br />

de los propietarios de las plantaciones de henequén reflexionó<br />

en letras de molde que<br />

los agricultores del Sur y Oriente tendrán ya necesidad de nuevas<br />

tierras para labrar, porque ya se habrán agotado lasque poseen ahora,<br />

y habrá que pensar en arrancar a los indios bárbaros los terrenos<br />

que ocupan, y habrá que llegar hasta Chan Santa Cruz, precedidos<br />

por la locomotora que será la voz que llamará a esos hermanos nuestros<br />

a la paz y al progreso para trabajar unidos en la felicidad del Estado.<br />

10<br />

Años después esos hombres aún aguardaban la paz y el progreso<br />

que los ferrocarriles llevarían a tierras rebeldes. En 1885, un<br />

hombre relató un sueño que había tenido mientras regresaba a Mérida<br />

tras haber tomado el tren en su viaje inaugural desde el depósito<br />

de henequén de Acanceh hasta la estación meridional de Peto,<br />

en la frontera misma del territorio rebelde:<br />

Gran cambio hay en el campo de los aborígenes sublevados. A la<br />

explosión del salitre y al golpe del martillo abriendo ancho surco en<br />

las rocas para el lecho de la doble línea de rieles: al eco de las alegres<br />

aclamaciones de una ovación tras otra: al aspecto de las ruinas reanimadas<br />

con los nuevos pobladores que llevan el rifle entre sus avíos<br />

de labranza, y, sobre todo, la más brava resolución en el pecho: al escuchar<br />

el subido de la máquina que vuela pegada, a la tierra, como la<br />

ligera sombra de la nube que cruza el firmamento, los bárbaros que<br />

no pueden comprar ya la protección del Leopardo británico poniendo<br />

bajo su garra los diarios despojos de nuestras poblaciones inermes,<br />

se dispersen sometiéndose, al fin: o emigren a los bosques seculares a<br />

orillas del Uzumazinta [muy al sudoeste]. 11<br />

La línea ferroviaria que al fin penetró en territorio rebelde en<br />

la primera década de este siglo conectaba la conquistada localidad<br />

rebelde de Santa Cruz con los precarios muelles de Vigía Chico, en<br />

la costa caribeña. Para algunos representaba una "garantía para el<br />

porvenir ... ejemplo y expresión viva de lo que alcanza la voluntad<br />

186<br />

y la acción". En un libro destinado a servir como guía para el inmigrante<br />

y el capitalista, un apologista del régimen militar mexicano<br />

en el territorio reflexionaba que, con más líneas feroviarias, "el<br />

pueblo hoy vencido y antes rebelde a la ley, rendirá pleno homenaje<br />

al progreso, sin saberlo ni sentirlo, sólo atraído por la incontrastable<br />

fuerza de la civilización", 12<br />

Era un progreso en el cual también podían participar los extranjeros.<br />

Los británicos ya estaban suministrando rieles para la<br />

prodigiosa red ferroviaria de Yucatán y los norteamericanos las locomotoras,<br />

vagones y coches de pasajeros; ambos compraban él henequén<br />

transportado por los trenes. 13 Escribiendo en 1901 al subsecretario<br />

de Estado, el cónsul norteamericano en Yucatán, Edward<br />

Thompson, informó sobre la captura de la ciudad rebelde de Santa<br />

Cruz por los mexicanos en 1901, y observaba: "La reconquista de<br />

este territorio es relevante para los Estados Unidos, pues implica<br />

la apertura de grandes extensiones de tierra que contienen caoba,<br />

cedro, palo de Campeche y zapote. Ka sido una propuesta tentadora<br />

para muchos norteamericanos, pero hasta ahora los obstáculos<br />

han sido difíciles de superar. Pronto esos obstáculos dejarán de<br />

existir". 1 *<br />

Cuando se tendieron las primeras vías férreas en Quintana<br />

Roo, para la línea de la costa caribeña, se exhortó al público allí<br />

reunido: "Hagámonos todos soldados del progreso". En efecto, se<br />

necesitarían soldados, pues los rebeldes aún armados contemplaban<br />

esos avances como una invasión hostil, y de hecho eso eran. La<br />

línea de apenas cincuenta y siete kilómetros entre Santa Cruz y Vigía<br />

Chico, construida por soldados y por prisioneros políticos<br />

mexicanos condenados a trabajos forzados en Quintana Roo, reclamaba<br />

cinco vidas humanas por durmiente: vidas cobradas por el<br />

hambre, la enfermedad y las frecuentes escaramuzas con mayas<br />

hostiles. Apropiadamente lo llamaban el "Callejón de la Muerte". 16<br />

Otros planes para el desarrollo ferroviario de Quintana Roo<br />

no prosperaron, y cuando los federales abandonaron el territorio a<br />

causa de la Revolución Mexicana, aun la corta línea de la costa se<br />

deterioró. El general Francisco May ordenó sacar vías de dos tramos<br />

de dos kilómetros para cerrar esa ruta a los extranjeros, aunque<br />

fue en esas vías, cerca de una de dichas interrupciones, donde<br />

Sylvanus Morley tuvo su primer encuentro con los mayas de la región.<br />

16<br />

En el discurso maya yucateco, la relación entre "caminos<br />

abiertos" y la libertad imaginada no es la relación de los medios invocando<br />

los fines que subyacen a la retórica de la élite de Yucatán,<br />

sino la invocación de causas mediante la mención de efectos. Los<br />

que viven en ese bosque saben bien que los senderos se abren poco<br />

187


a poco mientras la gente viaja entre los lugares habituales (un pueblo,<br />

una aldea, un villorrio, un pozo de agua, una laguna), en las tareas<br />

repetitivas de la vida cotidiana. Cada persona que pasa rompe<br />

más ramas, pisa más matorrales. Un camino totalmente abierto en<br />

el monte manifiesta que mucha gente ha caminado por allí. En<br />

tiempos de guerra este proceso —en parte social, en parte natural—<br />

era un problema para los guerreros y fugitivos rebeldes, quienes<br />

tenían que caminar dejando pocos rastros y tratando de ocultar<br />

las huellas, mientras que los senderos poco usados en pocas temporadas<br />

eran devorados por la vegetación y se "perdían". Por lo tanto,<br />

los "caminos abiertos" en el sentido literal de rutas visibles para<br />

viajar son efectos de un patrón de actividades humanas que podríamos<br />

llamar "relaciones Ubres". No traen la libertad de movimientos<br />

y de interacción humana, sino que constituyen la prueba tangible<br />

de la existencia de dicha libertad.<br />

Se dice que el profeta Florentino Cituk profetizó la apertura<br />

de los caminos en una época en que estaban temiblemente cerrados.<br />

Los oficiales mayas de tiempos de Morley se quejaban de que<br />

sus caminos aún estaban cerrados, aunque no para aliados sobrenaturalmente<br />

poderosos como la difunta reina Victoria, cuya visita<br />

esperaban un día: "Caminos intransitables, asentamientos inhóspitos,<br />

un clima insalubre y mil dificultades más se pasan por alto<br />

porque creen que la reina Victoria es una de las hadas, bella y milagrosa,<br />

para cuyo dorado carruaje no pueden existir obstáculos". 17<br />

Para los humanos comunes, en cambio, los caminos eran arduos y<br />

peligrosos, y los oficiales mayas buscaban la ayuda de Morley para<br />

abrirlos, de modo que pudieran visitarse e intercambiar ideas, palabras,<br />

obsequios, mercancías, tal vez hasta colonos. La apertura<br />

de los caminos ha sido, por momentos, objeto de esperanza y de lucha.<br />

Aun los jóvenes de hoy recuerdan que, en la infancia, cuando<br />

les decían que los caminos abrirían un tajo largo y recto en la arboleda,<br />

no creían que fuera posible. 18<br />

Pero los caminos existen hoy, y la vida es muy diferente. Los<br />

tiempos de esclavitud y de guerra fueron diferentes, y todos los mayas<br />

se alegran de que hayan pasado. Sin embargo hablan de la<br />

apertura de caminos y del advenimiento de la libertad como de beneficios<br />

dudosos y transitorios. Los mayas fueron una vez castigados<br />

por la misma divinidad que los había defendido en la guerra<br />

contra los esclavistas, porque "están hablando de mezclarse con el<br />

enemigo, aunque ustedes pueden ver lo cansado que me tiene el<br />

enemigo; ustedes dicen que ningún daño les vendrá al través de<br />

ellos; les aconsejo que no digan eso, mis hijos. Lo que el enemigo dice,<br />

eso es lo que dicen ustedes porque él tiene dinero y no lo que mi<br />

verdadero Señor dice".<br />

188<br />

•-'Iff<br />

i<br />

Jm<br />

Y después que los caminos en efecto se abrieron, ese pasaje se<br />

eliminó del "Testamento", pues debía incomodar a los oficiales que<br />

trataron con extranjeros en los años siguientes. 19 Pero las advertencias<br />

oraldes persistían, y hoy muchos sostienen que eran justificadas.<br />

VERAS: El líder de tus comunidades [el general May]<br />

irá al pueblo de México. Con eso,<br />

la gente entrará aquí de nuevo. Lo verás [acontecer]. Pero<br />

en la fecha indicada...<br />

Mil novecientos veinte surgirá, cuando él vaya de nuevo a conocer<br />

México.<br />

Luego se abrirá otra apertura en el camino. Entonces<br />

vendrán de nuevo.<br />

M PRINCIPIO será bueno,<br />

muy benévolo,<br />

grato y feliz. Comer juntos, beber juntos,<br />

buena comida, buena bebida.<br />

Todos beberán de la misma copa.<br />

Luego verás: se sentirán infelices contigo.<br />

Vendrá tu hermano menor, o tu hermano mayor<br />

vendrá.<br />

Ellos se sentirán infelices contigo.<br />

Es decir que dejarán de comer. SE QUEDARAN<br />

comiendo solos por dos días.<br />

Ellos DISFRUTARAN. Cuarenta años disfrutarán<br />

sus vidas. Harán lo que deseen. Serás<br />

DOMINADO en tu propia tierra.<br />

Actualmente hay una variedad de opiniones y acaloradas discusiones<br />

entre los mayas acerca de la libertad en que viven. Y se<br />

habla del retorno de la esclavitud. Nadie niega que ahora son libres<br />

de trabajar donde quieran, al contrario de sus predecesores, sometidos<br />

a la servidumbre en una plantación de henequén. Todos saben<br />

que se ha abolido el castigo corporal. Pero aun así, insisten muchos,<br />

¿cuan libres son si deben trabajar muchas más horas y días<br />

de lo que era común hace menos de una generación y sin embargo<br />

tienen menos comida? En tiempos de Morley, los agricultores que<br />

talaban y quemaban árboles para cultivar los suelos de un monte<br />

casi virgen pasaban sólo medio año dedicados a actividades productivas<br />

(agricultura, caza, apicultura, manufactura de enseres domésticos)<br />

y así lograban aprovisionar adecuadamente sus hogares.<br />

20 Hoy se requieren esfuerzos productivos y de generación de in-<br />

189


' *•" " I- •<br />

gresos todo el año, y sin embargo muchos hogares no logran satisfacer<br />

sus necesidades. El trabajo de agricultores y cazadores otrora<br />

autónomos ha sido reemplazado por un régimen mixto de agricultura<br />

y cacería tradicional, faenas de jornalero en los poblados, labores<br />

en proyectos agrícolas gubernamentales, apicultura expandida,<br />

jardinería y demás. Las nuevas formas de trabajo han implicado<br />

nuevas formas de organización y disciplina, así como participación<br />

del gobierno, todo lo cual suscita rumores sobre el retorno a los trabajos<br />

forzados y la esclavitud.<br />

Las visiones de decadencia y la mención de la esclavitud<br />

también reflejan cambios en las condiciones del comercio y el<br />

consumo. Los mayas recuerdan que antaño tenían acceso a las divisas<br />

y artículos de otras naciones, especialmente las de la Comunidad<br />

Británica. Los bienes eran baratos y las diversas formas del dinero<br />

(monedas de oro y plata, dólares americanos, libras británicas,<br />

pesos mexicanos, soles peruanos) tenían mucho valor, así que los<br />

productos del trabajo ofrecidos en venta podían arrojar una justa<br />

ganancia en efectivo y mercadería. Ya no es así. Aunque los caminos<br />

están "abiertos", los mercados parecen cada vez más cerrados y hostiles.<br />

Mientras los precios para el consumidor suben a tasas alarmantes,<br />

la gente de hoy puede disentir en cuanto a la proximidad<br />

del segundo advenimiento de la esclavitud, pero todos concuerdan<br />

que cuando vuelva lo hará a lomo de las mercancías.<br />

La actual ambivalencia de los mayas hacia su recién lograda<br />

libertad surge de una experiencia laboral cada vez más exigente,<br />

una mayor vulnerabilidad ante mercados que no controlan, y una<br />

creciente dependencia respecto de la beneficencia de un gobierno<br />

antes considerado extranjero y enemigo. Surge también de la complicidad<br />

de los propios mayas en la construcción de este modo de vida<br />

como trabajadores, consumidores y ciudadanos de México. Una<br />

vez irremisible y adecuadamente hostiles hacia los no mayas, según<br />

su propio pensamiento, consintieron en hablar con el enemigo,<br />

en traficar con él, en permitirle que se instalara entre ellos e incluso<br />

que los gobernara. Con el tiempo aceptaron escuelas, préstamos,<br />

asistencia técnica en agricultura, pago de salarios, misioneros y<br />

una autoridad civil bajo la ley mexicana. Entretanto, ridiculizaban<br />

y rechazaban a sus contemporáneos más recalcitrantes, quienes<br />

predicaban la resistencia contra el enemigo, ordenada por la divinidad.<br />

Incluso la mayoría optan por vestir como extranjeros, abandonando<br />

los atuendos característicos y los adornos de sus predecesores<br />

por prendas manufacturadas vendidas por comerciantes<br />

ambulantes y del pueblo.<br />

190<br />

Vendrá la hora<br />

en que vestirás las prendas del extranjero.<br />

Tendrá tres capas, tu atuendo....<br />

Pasará ante la puerta de tu casa<br />

el pregón<br />

para que compres.<br />

Pero sólo por corto tiempo, no<br />

todo el año. Cuando haya ocurrido así,<br />

resultará doloroso.<br />

Resultará difícil para nosotros.<br />

Las referencias desdeñosas a quienes abandonaron al Dios<br />

Verdadero por los fugaces beneficios de la prohibida confraternización<br />

con el enemigo —expresada en sucintas imágenes acerca del<br />

deseo de dulces, café, ropas de confección y dinero— son autocríticas<br />

indirectas y lamentos tardíos. Así los mayas de hoy manifiestan<br />

su desdén por sí mismos, sus predecesores y sus hijos, pues han<br />

abandonado al Dios Verdadero y renunciado a los poderes de subsistencia<br />

y lucha que fluían de Su amor por Sus hyos dilectos y obedientes.<br />

"Así dice El", me dijo un individuo respecto de un tema común<br />

de la benevolencia del Dios Verdadero:<br />

"Si recuerdas, si confías en mí", dice,<br />

"¡cómo te amaré!<br />

Te adoptaré "...<br />

"Pero", dice, "si<br />

me abandonas, si no<br />

me recuerdas, te quedarás sin medios<br />

de vida.<br />

Poco a poco se agotarán.<br />

Ni siquiera sabrás cómo te los arrebato", dijo.<br />

El abandono del Dios Verdadero estaba profetizado, dicen los<br />

mayas, en palabras inspiradas que hablaban de hombres y mujeres<br />

tan absortos en sus tratos con los extranjeros y en las nuevas vidas<br />

que forjaban que olvidaron al patrono de su poder, salud y destino:<br />

Ha llegado ya la hora del abandono<br />

del Dios Verdadero, así nomas.<br />

Ya ha quedado rezagado, ni siquiera lo necesitan.<br />

A causa de la libertad, presuntamente. Porque se dijo:<br />

"Usarás<br />

la libertad por dos días.<br />

Pero sólo por dos días, no el año entero".<br />

191


Durante esos "dos días" los mayas dejarán de hablar con el<br />

Dios Verdadero, con quien habían conversado largo tiempo. Dicen<br />

que ese silencio ya ha caído sobre ellos. El Dios Verdadero ya no les<br />

habla, y aparentemente recibieron las últimas comunicaciones divinas<br />

hace una década o más. 21 Ha quedado rezagado, en parte<br />

porque los oídos mayas hoy están llenos de los sonidos de los extranjeros.<br />

Mira y verás<br />

las damas de los extranjeros. Irás a abrazar el cuello<br />

de las damas extranjeras.<br />

Los señores extranjeros, juntarás tu cabeza con *<br />

la de los señores extranjeros.<br />

Nadie recuerda a mi padre.<br />

¿Durante cuántas LEGUAS harás hijos<br />

con las damas extranjeras? Escuchas sus<br />

palabras.<br />

No quieres oír a mi padre.<br />

Hay alusiones a las relaciones sexuales y sociales, y también a<br />

las radios.<br />

¿Sabes por qué se dice así?<br />

Hoy, mira ana radio como ésta. Mírala.<br />

La estamos escuchando.<br />

La estamos escuchando.<br />

Hmm. La estamos escuchando.<br />

Nadie recuerda al dios de Xcacal.<br />

El está acabado.<br />

Estamos más dispuestos a escuchar las palabras<br />

de los lejanos señores extranjeros.<br />

Aun de los Estados Unidos, de Cuba, de dondequiera<br />

vengan.<br />

En sus diálogos con los extranjeros, los oficiales mayas habían<br />

enmarcado ideas de justicia, intercambio justo, voluntad divina y<br />

alianza política en términos de "bondad, amor y decoro". Hoy la injusticia,<br />

la desigualdad y la subordinación política equivalen a "ser<br />

jodidos" en la relación social de la vida cotidiana. Top es la raíz maya<br />

que aquí traduzco por "joder", pues el término maya está igualmente<br />

signado por la vulgaridad, la violencia y la explotación.<br />

(Otra raíz del maya yucateco, fais, alude con cierta neutralidad al<br />

acto del coito.) Las palabras mayas yucatecas construidas con la<br />

raíz top brotan de los labios de los mayas contemporáneos —en<br />

-<br />

Quintana Roo central, por lo menos— en una variedad de usos tan<br />

amplia como la que tiene, por ejemplo, la palabra española "chingar"<br />

en ciertos círculos mexicanos. Estos diversos usos comparten<br />

la connotación de explotación, de aprovecharse de alguien, de "desquitarse"<br />

a costa de otro. La palabra yakunah, "amor", era central<br />

en las estrategias iniciales de los mayas en su interacción con los<br />

extranjeros. La palabra top sintetiza la evaluación contemporánea<br />

de los resultados de esos tratos.<br />

Trabados con el Otro extranjero en una relación ahora perversa,<br />

los mayas repiten rumores de que la venta de la divinidad misma<br />

estaba profetizada: "Se dijo que será vendido, el Bello Padre<br />

que está allá en Xcacal Guardia". Nadie sabe si será el sumo sacerdote,<br />

otro sacerdote o un comandante quien venderá el crucifijo,<br />

que según susurran los mayas está incrustado de joyas y hecho de<br />

oro. 22 Tampoco es preciso entender que "vender" en la profecía significa<br />

"vender por dinero". Es probable que aluda a altos oficiales<br />

que se venderán al enemigo, olvidando sus responsabilidades hacia<br />

la divinidad por servicios más lucrativos hacia la autoridad mexicana.<br />

Se rumorea (y de hecho es verdad) que los oficiales mayas hoy<br />

reciben estipendios del gobierno.<br />

Nadie sabe cuánto durará esto, cuánto pueden empeorar las<br />

cosas, con los precios subiendo más que los salarios, con una producción<br />

agrícola crónicamente insuficiente para mantener un hogar,<br />

con viejos patrones de autoridad y respeto desmoronándose a<br />

ojos vistas, y con la desaparición del viejo consenso en cuanto a la<br />

naturaleza y las predilecciones de lo divino. Pero para todos es evidente<br />

—se trata de una premisa fundamental del sentido histórico<br />

de los mayas— que, así como la guerra pasada nació del sufrimiento<br />

de los predecesores, la guerra futura llegará como consecuencia<br />

de penurias actuales cada vez más intensas. Según un joven oficial,<br />

padre de siete hijos, la guerra puede parecer improbable en el actual<br />

clima de paz y libertad,<br />

pero Dios dijo que vendrá, la guerra vendrá de nuevo.<br />

Porque,<br />

porque la mercancía se pondrá muy cara.<br />

Las cosas eran baratas tiempo atrás, pero se sabía<br />

que se encarecerían.<br />

Porque el maíz<br />

en un momento volverá a escasear.<br />

Dios<br />

lo eliminará, para hacer que lo recordemos. Porque la guerra<br />

no ocurrirá porque sí. Ocurrirá<br />

a causa del hambre.<br />

192 193


1<br />

Nada tienes qué comer, no tienes dónde<br />

conseguir alimento, ni dónde ganarlo.<br />

Bien,<br />

entonces ocurrirá ... Esto hará que la gente<br />

se junte de nuevo para<br />

irrumpir en una tienda o dondequiera, porque antes de<br />

morir...<br />

bien, buscará modos de matar, para dejar de sentir<br />

hambre.<br />

Un hombre de más edad, también padre de una gran familia,<br />

que conoce bien las historias del pasado, replicó cuando le pregunté<br />

si regresaría la esclavitud:<br />

194<br />

¡Ja! Regresará. Eso está sucediendo, y así<br />

quedará.<br />

No como antes, quizá. La forma es diferente.<br />

Diferente, pero es lo mismo.<br />

Sólo la forma es diferente cuando la instituyen de nuevo.<br />

Pero la instituyen de veras, PUTA, la gente rabiará.<br />

La gente rabiará de nuevo. ¡Cuidado, HOMBRE/ ¡Ocurrirá<br />

de nuevo!<br />

¡Ay, HOMBRE, cuánta gente rabiará!<br />

Los pobres rabiarán.<br />

Los que tienen medios no rabiarán.<br />

Ellos no rabiarán. Aunque las cosas se encarezcan,<br />

tienen dinero.<br />

Pero los que no tienen dinero, ellos sí rabiarán.<br />

Ellos... bien... no tendrán sitio donde comprar<br />

ropa,<br />

aumentarán en número.<br />

En un santiamén, se juntan otros sesenta mil.<br />

"¡Bien, no nos dejemos joder! ¡Jodámoslos a ellos!"<br />

Bien, las cosas empeoran de nuevo.<br />

Primero nosjoden. Bien, ¿no ocurrió así hace<br />

mucho tiempo?<br />

Primero losjodieron con el hambre. Bien, como<br />

me contó mi difunto padre, el hambre hizo ocurrir<br />

la guerra, dijo él. No sólo ocurrió. Si estás lleno,<br />

no haces la guerra, dijo.<br />

El hambre fue la causa, supuestamente, cuando ocurrió hace<br />

mucho.<br />

Sí, la gente tenía hambre.<br />

La gente tenia hambre.<br />

1<br />

Cuando hoy se habla de guerra en los pueblos de Xcacal Guardia,<br />

Chun Pom y Chan Cah Veracruz (los tres pueblos sagrados de<br />

Quintana Roo central), se habla de una guerra muy distinta de la<br />

aludida por Cituk, Zuluub y los demás oficiales mayas de tiempos<br />

de Sylvanus Morley. Ya no es una cuestión de guerra local para enderezar<br />

entuertos locales, para poner las cosas en orden, para arreglarlas.<br />

Ya no se trata de expulsar a los mexicanos de territorio rebelde<br />

en el cual hoy están firmemente arraigados. No se trata de la<br />

guerra que la nación de Morley, si las circunstancias internacionales<br />

hubieran sido distintas, les habría ayudado a librar, aunque sin<br />

duda para gran infortunio de los mayas. Hoy los rumores de guerra<br />

son rumores de guerra total, guerra mundial, la guerra del fin del<br />

mundo. Son rumores de una guerra que barrerá con toda la injusticia<br />

y el mal, introduciendo la próxima creación.<br />

La guerra que vendrá<br />

será provocada por Dios<br />

en todas las naciones,<br />

sobre toda la tierra.<br />

Porque la guerra que vendrá, [acaecerá] por el<br />

hambre.<br />

El hambre la desatará, sin duda.<br />

Porque ya no hay justicia bajo los grandes burócratas.<br />

El gobierno les paga pero<br />

ellos ...si tienes dinero consigues aumento.<br />

Nada queda para el pobre.<br />

No hay justicia.<br />

Por esa razón, pues, esto ocurrirá fácilmente.<br />

De nuevo se derramará sangre.<br />

El pobre de Quintana Roo,<br />

pues mira: el gobierno<br />

ya dijo<br />

que ayudaría al pobre. Bien, nolo ha ayudado. Ni una pizca<br />

de ayuda le ha brindado.<br />

Si el gobierno no aumenta la. paga del trabajo<br />

del pobre...<br />

Si hubiera aumento, o si las Naciones Unidas<br />

ordenaran aumento del salario de los campesinos<br />

aquí en Quintana Roo,<br />

nada ocurriría.<br />

Se conservaría la paz.<br />

Pero si no se aumentan los salarios de los pobres,<br />

hay guerra.<br />

En todas las naciones. La Tercera Guerra Mundial.<br />

195


Chichén Itzá cumple un papel relevante en esta visión de una<br />

guerra futura. Un nuevo rey despertará allí, junto con miles de seres<br />

resucitados pertenecientes a una creación anterior; la serpiente<br />

emplumada petrificada despertará de nuevo para causar estragos<br />

entre las criaturas de esta creación. Tulum también cumple un papel<br />

relevante, pues hacia los Días Finales se abrirá allí un camino<br />

submarino, permitiendo que nuevamente lleguen divisas y productos<br />

ingleses desde el este.<br />

La línea divisoria que trazan los mayas entre amigos y enemigos<br />

futuros, los escogidos y los malditos, los rectos y los reprobos,<br />

también ha cambiado. Morley.y los suyos eran asimilados en sus<br />

tiempos a los ingleses de una época aun más distante, como amigos<br />

y aliados en la guerra Hoy algunos mayas aún creen que los Estados<br />

Unidos actuales son semejantes a la Inglaterra del pasado.<br />

Allí obtendrán ustedes fas cosas necesarias, allá<br />

entre los que son llamados ingleses,<br />

entre los que son llamados americanos, hombres rojos-rojos.<br />

Son mis sirvientes,<br />

son mi pueblo sagrado. **<br />

Esto dicen que les dijo el Dios Verdadero. Pero otros cavilan<br />

en voz alta que quizá deban pedir ayuda a los rusos y los cubanos,<br />

no a los americanos e ingleses.<br />

La guerra futura, dicen hoy, será precedida por sufrimientos<br />

mayores de los que ha conocido ningún ser viviente. Habrá sequía,<br />

malas cosechas, epidemias, inflación, mientras todas las fuerzas de<br />

la naturaleza y la sociedad se unen para infligir dolor a los mayas<br />

pervertidos. Al menos, hasta que recobren la integridad bajo una<br />

autoridad nueva, un joven sumo sacerdote, encargado de realizar el<br />

plan de Dios en la historia, una guerra santa contra los opresores<br />

no mayas. El gobierno del nuevo líder maya será cruel, y su cólera<br />

será despiadada. Los mayas arrepentidos se reunirán de nuevo para<br />

humillarse ante él en Chun Pom, donde, hablando en nombre de<br />

la divinidad, él<br />

196<br />

preguntará: "¿Qué ocurrió?<br />

¿Qué ocurrió que regresas aquí?<br />

¿Acaso no te fuiste?<br />

¿Se agrió tu comida azucarada? ¿Se agriaron<br />

tus alimentos, tus comidas con el extranjero?<br />

¿Por qué ahora te alejas de él?<br />

¿Cuántos días [han transcurrido]<br />

desde que me abandonaste? Me rebajaste. No pensaste<br />

que me necesitabas.<br />

Te marchaste. Ahora regresas.<br />

Habrá castigos y una ley severa, tan severa que "no derramas<br />

las lágrimas de tus ojos al llorar, sino la sangre de tu corazón''. Pero<br />

los mayas arrepentidos serán acogidos nuevamente en las filas<br />

de un nuevo ejército maya.<br />

Los mayas de hoy saben que en toda guerra futura serán superados<br />

en armamento.. Nunca recibieron las armas que pedían a<br />

Morley, y hoy la disparidad de poder es mucho más grande. Pero<br />

creen que, al regresar al regazo de la divinidad, la intervención divina<br />

los favorecerá una vez más. La acción divina inmovilizará la<br />

moderna tecnología bélica, y los combatientes se matarán con palos<br />

y piedras. A través de los milagros, los caminos abiertos quedarán<br />

bloqueados por árboles y rocas, de modo que las fuerzas del gobierno<br />

no podrán pasar. O, en otro uso de la vieja figura, los "caminos<br />

cerrados" se "abrirán" en un sentido diferente, y los soldados invasores<br />

se precipitarán al abismo.<br />

197


9<br />

Recuerdos y dinero<br />

Los mayas de Xcacal Guardia hoy preguntan por el doctor<br />

Morley deseando saber si de veras murió. (Morlëy falleció en 1948<br />

en Santa Fe, Nuevo México.) Lo recuerdan gratamente. Oí hablar<br />

muchas veces de su visita al festival del centro sagrado y de los obsequios<br />

que llevó. Aunque ha transcurrido medio siglo, su visita se<br />

narra con todo detalle. En la descripción verbal que me dio un testigo,<br />

Morley y sus acompañantes están sentados en un banco lado a<br />

lado, cada cual con los pies juntos y las manos entrelazadas sobre<br />

el regazo, la cabeza ladeada y la barbilla baja, un gesto donde reconocemos<br />

una actitud atenta pero que para los ojos mayas luce como<br />

una excelente imitación de un loro en su percha. El relato de encuentros<br />

y diálogos que he presentado se basa en parte en estas vividas<br />

y pintorescas evocaciones.<br />

Claro que también recuerdan a Alfonso Villa, aunque no se dice<br />

mucho sobre él: sólo que vino con Morley, que era el subordinado<br />

de Morley, que vivió en esa casa que todavía se ve allí, que hablaba<br />

algo de maya, que se fue de repente cuando enfermó su esposa, y<br />

que realizó breves visitas en 1977 y 1978. De lo contrario, los recuerdos<br />

y anécdotas sobre Morley opacan las evocaciones de 'Villa,<br />

de la misma manera que cuando los oficiales mayas hablaban con<br />

Villa en realidad interpelaban, suplicaban, persuadían y cortejaban<br />

a Sylvanus Morley por su intermedio. Desde luego pocas gentes hoy<br />

vivas conocieron o vieron a Morley, así que pocos pueden recordarlo<br />

en sentido personal. Pero todos excepto los más jóvenes han oído<br />

hablar de él y lo han oído hablar a través de las técnicas narrativas<br />

de la conversación dramatizada, un rasgo destacado de la representación<br />

oral maya.<br />

A Morley se le otorga la voz de un profeta: "Vendrá un tiempo<br />

en que los americanos vivirán entre vosotros", se dice que dijo. "México<br />

se opondrá, pero así llegará a ser." Llegará un tiempo en que<br />

los árboles que rodean a los mayas valdrán dinero, cuando la gente<br />

pagará en efectivo por la madera: ésa es otra de sus presuntas proretías.<br />

Según cuentan, les aconsejó que no se dejaran embaucar por<br />

198<br />

esa nueva clase de comercio: "No mañana, ni pasado mañana, ¡pero<br />

llegará a ser!" La gente cita a Morley de esta manera, y ahora<br />

cuenta con amplias pruebas de la verdad de las palabras que le<br />

atribuyen.<br />

Los viejos que fueron a Chichón Itzá para hablar con Morley<br />

tienen más cosas que decir sobre éL Dicen que Morley les prometió<br />

ayuda, no para mañana ni pasado mañana, pero para algún día. Se<br />

preguntan dónde está. El viejo Paulino Yama de Señor, que en la<br />

década de 1970 recitó historias para que las grabara un lingüista<br />

norteamericano, aprovechó la ocasión para interpelar nuevamente<br />

al difunto Morley:<br />

Bien, ahora... ahora,<br />

después que viniste, [doctor Morley], bien, ¿QUE tienes<br />

que decirme?<br />

Todos actúan como si no tuvieran BOCA,<br />

todos son como mudos.<br />

Que no pueden hablar.<br />

Ah, bien, yo diré esto,<br />

señor jefe, el tiempo ha pasado.<br />

Cada vez que venimos, cada vez que venimos, cada vez<br />

que venimos aquí,<br />

bien, no dices nada.<br />

Nosotros tampoco decimos nada. 1<br />

En algunas charlas contemporáneas aún resuena el fracaso de<br />

los diálogos del pasado. Los hombres que deben de haber sentido<br />

con mayor agudeza ese fracaso hoy están muertos: Cituk, Zuraub,<br />

Itza, Barrera, Yama y otros que efectuaron un viaje tras otro para<br />

ver al "hombre importante" de Chichón Itzá o para hablar con su<br />

representante de Tuzik. Antes de sus muertes, las riñas internas y<br />

los cismas cobraron un alto precio. Aunque a mediados de la década<br />

de 1930 Villa podía decir que nadie se atrevía a tocar, contradecir<br />

ni criticar al sacerdote Barrera, en 1938 había tenido que recluirse,<br />

pues la enfermedad le había restado eficacia. El capitán Cituk<br />

parece haber conservado el poder hasta su muerte, pero él también<br />

tuvo críticos severos, entre ellos Paulino Yama, quien ha grabado<br />

que Cituk (entonces ya muerto) "no tiene SESOS. No tiene<br />

ENTENDIMIENTO". En cuanto al teniente Zuhmb, tras una trifulca<br />

durante una fiesta, en 1937, él y sus subordinados y dependientes<br />

fueron expulsados de Xcacal Guardia y retornaron al pueblo<br />

de Dzula, donde reiniciaron sus vidas como pudieron. 2<br />

El destino de Apolinario Itza fue especialmente trágico. Los<br />

escribas como él gozaban de autoridad y prestigio en las comunida-<br />

199


çaes*^."»*^^'<br />

des mayas, pero esa autoridad era tenue. Como combinaban, como<br />

à menudo ocurre con los escribas indígenas, el dominio de los arcanos<br />

de la escritura y los arcanos del chamanismo, su prestigio estaba<br />

manchado por temores públicos sobre su posible malevolencia y<br />

su conocimiento y poder descontrolados (pues no eran otorgados socialmente).<br />

Itza era, según Villa, un hombre de personalidad arrolladora,<br />

el más intelectual de Xcacal Guardia, pero también era un<br />

hombre que peligraba. A principios de 1943 soñó que conspiraban<br />

contra él. Pero transcurrieron semanas y nadie atentó contra su vida,<br />

así que pensó que sus enemigos no actuarían a pesar de todo.<br />

Una mañana, cuando salía de su casa en un poblado llamado Cenote<br />

Ardiente, unos jóvenes le dispararon desde la arboleda, matándolo<br />

en el acto.<br />

Un grupo de hombres había tramado el asesinato de Itza, aparentemente<br />

con la aprobación del capitán Cituk, aunque Itza se había<br />

criado en el mismo pueblo que Cituk y había sido su secretario<br />

por mucho tiempo. Hoy dicen que Cituk se volvió contra su subordinado<br />

y amigo por habladurías de enemigos. Itza fue acusado de hechicería:<br />

lo culparon de la muerte de Paulino Yama, cuya alma Itza<br />

presuntamente devoró. La muerte era el castigo apropiado por semejante<br />

crimen. No obstante, aunque la acusación pública fue de<br />

hechicería, algunos despreciaban a Itza por su papel en las charlas<br />

con Morley. Fue Itza quien redactó la mayoría de las cartas de los<br />

oficiales a Morley a través de los años, y quien leyó las respuestas<br />

de Morley a los oficiales. Itza era también un Informador clave"<br />

para Alfonso Villa. Algunos oficiales habían notado, con furia y envidia,<br />

la creciente importancia de Itza, y lo acusaron de recibir<br />

dinero de Morley, medrando a través de sus conexiones con los norteamericanos<br />

y siendo incluso responsable del fracaso de las charlas.<br />

En el pasado, las rivalidades políticas entre los oficiales mayas<br />

habían conducido a veces al golpe o al asesinato. Itza fue uno de los<br />

últimos en encontrar ese destino.<br />

Tal vez Itza murió a causa de su proximidad con Morley y Villa.<br />

Algunos dicen que Morley también murió por sus contactos con<br />

los oficiales. Saben que Morley está muerto, y cuchichean que el<br />

juramento" lo mató: las cruces que había recibido de manos de<br />

Apolinario Itza, y que no supo respetar. Itza murió como brujo, y el<br />

juramento", con un poder ambiguamente similar a la hechicería<br />

malévola, "arrancó" la vida de Morley. Por ello hoy todos hablan de<br />

estas cosas en voz baja.<br />

Poco después del asesinato de Apolinario Itza, su hijo mayor,<br />

Santiago, o San, fue a buscar a Morley mientras el resto de la familia<br />

se refugiaba en otro pueblo. (Dicen que San también debía morir,<br />

pero que algunos conspiradores argumentaron que sería un pe-<br />

200<br />

cado demasiado grande asesinar a alguien tan joven.) Viajó en busca<br />

de protección y justicia para él y su familia, tal como los oficiales<br />

mayas la habían buscado para todo su pueblo. (Los asesinos de su<br />

padre fueron excarcelados al cabo de unos meses en prisión.) Según<br />

la versión del hijo de Itza, Morley le dijo que no se podía hacer nada,<br />

pues "la liana", la conexión entre ambos, ya estaba cortada.<br />

Presuntamente le dijo: "Veamos, tal vez haya el giro de otro giro. Si<br />

yo muero, habrá otro hombre de corazón bondadoso que vendrá a<br />

verte en los Días Finales". San dice que Morley declaró que, aunque<br />

murieran todos los oficiales mayas, sus hijos permanecerían.<br />

Mañana, pasado mañana, lo verás si no has muerto. Cuando veas<br />

un hombre de buen corazón, haz de nuevo lo que has hecho. Tú sabes<br />

cómo."<br />

Según el hijo de Itza, Morley le dijo que otros vendrían. Los<br />

norteamericanos irían a vivir entre ellos, pero no en seguida, pues<br />

"ahora los caminos están cerrados". "Pero habrá apertura de los caminos<br />

en los Días Finales. Por tanto, separémonos por un día, para<br />

ver qué ocurre." Como acto de despedida, Morley dio al hijo de Itza<br />

un billete blanco donde estampó un sello de cera roja con un jeroglífico<br />

maya. El joven pensó que era una suerte de protección, creyendo<br />

que el jeroglífico era un emblema de los Estados Unidos cuya<br />

posesión demostraría a todos su lazo con los norteamericanos. Así<br />

que lo ha guardado durante décadas (junto con la fotografía de la<br />

reina Isabel y su brazalete con la insignia británica) para el tiempo<br />

en que ayudaría a abrir los caminos sirviendo como pasaporte y visado.<br />

Algunos creen que ha vuelto el tiempo de conversar. Juan<br />

Bautista Poot, uno de los primeros visitantes de Morley en Chichén<br />

Itzá y miembro de la mayoría de las comitivas enviadas allí, aún<br />

está vivo. Era un adolescente en esa época, y durante los años ascendió<br />

en la jerarquía maya hasta llegar a general. Desde el retiro<br />

impuesto sobre él en la década de 1980, me preguntó el nombre del<br />

hermano de Morley. (Morley tenía un hermano menor llamado<br />

Henry.) Dice que Morley le dijo que si algo ocurría, si Morley moría,<br />

su hermano tendría la correspondencia y terminaría la conversación<br />

con ellos. En cualquier caso, declara que Morley dijo: "Hablaremos<br />

de nuevo en otra ocasión, otro día". Alude a la "cuestión" que<br />

se comentó con Morley y a la conversación inconclusa. Afirma:<br />

No lo buscamos [al hermano de Morley] para<br />

luchar contra ellos. No. Sólo una conversación<br />

con dicha y con el corazón, tal como ...<br />

como hace mucho los predecesores ... la conversación<br />

de los hombres importantes de Chichén.<br />

201


^r:<br />

Así, también nosotros.<br />

Aún es posible conversar con ellos.<br />

Porque no es una pelea. Nosotros,<br />

una lenta conversación,<br />

eso es lo que necesitamos.<br />

Poot y yo hablamos durante horas. A pesar de sus declaraciones,<br />

era obvio lo que deseaba. Morley hablaba de amor y paz; algunos<br />

de los hombres con quienes habló todavía hablan —aunque con<br />

mayor discreción— de amor y felicidad y guerra. Así como los oficiales<br />

de tiempos de Morley invocaban recuerdos de las charlas de<br />

sus predecesores con los británicos, hoy algunos invocan sus charlas<br />

con Morley como antecedente para lo que ellos buscan. Quieren<br />

que les devuelvan las cartas que enviaron a Morley tiempo atrás,<br />

para que dichos textos escritos permitan iniciar diálogos con otros<br />

interlocutores, entre ellos los parientes de Morley, el presidente de<br />

los Estados Unidos o las "Naciones" (como ellos llaman a la ONU).<br />

En todo caso, es imperativo hablar.<br />

Los diálogos entre Sylvanus Morley y los oficiales mayas contribuyeron<br />

al avance de una larga conversación que comenzó mucho<br />

antes de que ellos se conocieran y ha continuado después de su<br />

despedida. Aún hoy Morley, Villa, Cituk, Zuluub, Itza y otros continúan<br />

hablando en los diálogos de los narradores de hoy. En este<br />

sentido de la palabra diálogo —una charla que trasciende los fugaces<br />

encuentros cara a cara—, Morley, Villa y sus interlocutores<br />

mayas quizá continúen conversando en el siglo próximo, mientras<br />

los mayas comunican historias de pasadas narraciones, conversaciones,<br />

juramentos, gritos, protestas, súplicas, advertencias, amenazas,<br />

temores, sarcasmos, bromas, plegarias, danzas, rituales,<br />

riñas y muchos otros acontecimientos significativos de vidas recordadas.<br />

Los ancianos mayas hacen que Morley y los oficiales muertos<br />

hablen en dramatizaciones orales presenciadas por aldeanos y<br />

correligionarios que se reúnen después del trabajo en una tienda de<br />

pueblo, en una iglesia de argamasa, en la barraca del recinto sagrado<br />

del centro de culto o en muchos otros ámbitos. La dramatizacien<br />

oral es un talento muy cultivado y valorado, y los mayas saben<br />

apreciar una buena historia contada con pericia. Las historias sobre<br />

Morley y los oficiales mayas son pintorescas y atractivas, pero<br />

también contienen verdades, lecciones para las generaciones presentes<br />

o futuras de oficiales y gentes comunes. Así que los relatos<br />

son denominados, al igual que las narraciones sobre las revelaciones<br />

divinas y las batallas de la Guerra de Castas, "ejemplos" o "historias",<br />

lo cual las distingue de los relatos a menudo procaces sobre<br />

202<br />

1<br />

acontecimientos recientes en el monte o el poblado.<br />

La veracidad y relevancia de estas "historias verdaderas" son<br />

objeto de controversia pública, y algunos ancianos se irritan ante la<br />

incredulidad de los jóvenes. Durante las entrevistas de campo, por<br />

ejemplo, a menudo pedí a los ancianos que me hablaran de un profeta<br />

ambulante llamado 'enok (Enoc) quien, según dicen, visitó muchos<br />

pueblos mayas a principios de siglo para predicar la piedad y<br />

advertir a las gentes sobre la inminente llegada del Anticristo. Un<br />

hombre (FC), que según yo sabía conocía la historia, se negó a narrarla,<br />

diciendo: "No, no conozco la historia de Enoc".<br />

PS: ¿No?<br />

FC: No la conozco.<br />

PS: ¿No?<br />

FC: No. Porque es una historia muy vieja.<br />

PS: Una vieja historia.<br />

FC: Bien, esa historia es muy vieja. Hace mucho nos la contó mi<br />

madre. Pero, como éramos pequeños, no... No recordamos.<br />

PS: ¿No?<br />

FC: Bien, en eso tienes razón. Enoc pasó por aquí. El viaja por<br />

tierra pero... quién sabe qué año era.<br />

PS: Aja.<br />

FC: Hace mucho.<br />

PS: Hace mucho.<br />

FC: Hace mucho.<br />

PS: ¿Pero tu madre la vio?<br />

FC: Ella lo vio, según dijo. Ella sabía.<br />

PS: Aja.<br />

FC: Pero si hubiéramos sido más grandes, nosotros también recordaríamos.<br />

PS: ¿Ah sí?<br />

FC: Habríamos preguntado. Pero hoy, bien, este... El viejo de Chun<br />

On, si le preguntas a él, al hombre de Chun On [FC enciende<br />

un cigarrillo], el gran comandante San Cen...<br />

PS: ¿Sí?<br />

FC: El sabe.<br />

PS: El sabe. ¿El también lo vio [a Enoc]?<br />

FC: El también lo vio.<br />

PS: ¿Sí?<br />

FC: Pero si le preguntas, no hablará.<br />

PS: ¿No?<br />

FC: ¡Oh Señor! Eso... No lo dirá, porque él dice esto: "No, sabemos<br />

tales cosas, pero no es una historia. Porque es charla misteriosa<br />

[talam loan].<br />

203


PS: Charla misteriosa.<br />

FC: Charla misteriosa, eso dice. Procedente de Dios.<br />

PS: Aja.<br />

FC: No es como una historia. Una historia, según él, es para los<br />

oídos de los jóvenes y los viejos, para que la sepan todos. Porque<br />

hay gentes que creen en las historias [y] gentes que no<br />

creen. Eso dice.<br />

PS: No creen.<br />

FC: No. Pues en ocasiones, dicen, el viejo, sólo porque es viejo y sabe<br />

muchas cosas, sabe contar muchas mentiras, eso dicen los<br />

hijos. Según él.<br />

PS: Aja.<br />

FC: Bien, eso te dirá. "Así, si un hombre comprende que lo necesita<br />

[el viejo conocimiento], es bueno que él llegue a conocerlo".<br />

PS: Aja.<br />

FC: "Pero los jóvenes de hoy, no se puede hablar con ellos. No escuchan<br />

nada", dice él.<br />

PS: Aja.<br />

FC: "Así que no les contaré [historias] para que oigan. Es en vano".<br />

Eso dice.<br />

El escepticismo y la apatía de los jóvenes hacia las historias<br />

del pasado es indicio de una crisis más general en el lenguaje y la<br />

conversación intergeneracional, según los ancianos. Entienden que<br />

la decadencia en el uso del lenguaje indica una decadencia más general<br />

que eventualmente; y pronto, tendrá consecuencias apocalípticas<br />

para toda la humanidad. San Itza nos lo explicó a MA y a mí<br />

con cierto detalle:<br />

SI: La vida de esta época... ya está agotada. Ya ha llegado al límite.<br />

PS: Aja.<br />

SI: Ya ha llegado al límite, ya está completa. Porque se sabe cuántos<br />

años le quedan a la vida tal como la conocemos.<br />

MA: Aja.<br />

SI: Cuando está completa, está terminada. Acabada. La hamaca está<br />

usada. Usada, será... será usada por segunda vez.<br />

PS: Aja.<br />

SI: Pero quienes la han usado no lo verán [el segundo uso]. Como<br />

nosotros.<br />

PS: Aja.<br />

SJ: Si nos dijeran "Habla con ese sujeto", ¿quién conoce palabras<br />

dulces? ¿O el idioma maya? Si él sabe y yo sé, entonces no tengo<br />

problemas con él. Si se nombra a alguien para orar ... Porque<br />

se dice "¡Nombra a alguien para orar!", pero no se dicen<br />

204<br />

m<br />

así nomas, no se dicen las plegarias deprisa. Hay muchos<br />

nombres de deidades que nombrar.<br />

PS: Aja.<br />

SI: Para que sean recibidas. ¿Eh? Bien, así vendrá la hora del juicio.<br />

PS: Aja.<br />

SI: Pero como estamos en este período del tiempo [dicen] "Oremos<br />

deprisa". "¡Vamos!" "Egoísta, oremos deprisa. Oye, gallo, aquí<br />

vengo." Bien, entonces está de veras en un gallinero.<br />

PS: Aja. [No comprendo.]<br />

SI: ¿Eh? [¿Entiendes?] ¿Acaso el gallo no se encuentra en un gallinero<br />

hoy en día?<br />

PS: Gallinero, ah.<br />

SI: Claro.<br />

PS: Se encuentra en un gallinero.<br />

SI: ¡Claro! [Ríe.] Claro, en un gallinero se encuentra.<br />

MA: Las palabras del gran hombre son verdaderas.<br />

SI: Desde luego, en un gallinero se encuentra. ¿Eh? "¡Hola, primos!"<br />

Como si uno fuera pariente del sujeto.<br />

PS: ¿Aja?<br />

SI: ¿Eh? ¿No es [la palabra] para el hijo de la tía? ¿La hija de la<br />

tía? ¡Primo! [Ríe.]<br />

PS: Su primo.<br />

SI: Ah, claro, ¿eh? Pero hoy... "Mi novia", dice. Pero ella es la hija<br />

del hermano mayor del padre. ¿Eh? ¡Qué es eso! No. Ha terminado.<br />

PS: Sí, terminado.<br />

MA: Ya está estropeado.<br />

PS: Es extraño.<br />

SI: Es como si tuvieran los ojos en la nuca [es decir, entienden las<br />

cosas al revés].<br />

PS: Sí. [Ríe.]<br />

SI: [Larga risa.] ¿Eh? Así está estropeado.<br />

PS: Está estropeado.<br />

SI: Sí, estropeado, hace mucho no era así.<br />

PS: No era así.<br />

SI: No así. Hace mucho no era así.<br />

A pesar de la alienación entre los ancianos, cuentan sus historias<br />

y no sólo buscando elogios de quienes comparten el cultivado<br />

talento de la memoria detallada y el arte oral. Los ancianos aún invocan<br />

diálogos pasados —los que ellos u otros entablaron con extranjeros,<br />

profetas o deidades— porque dichas charlas aún pueden<br />

tener peso y conclusión. El ex general Juan Bautista Poot lo expre-<br />

205


só de este modo, atribuyendo sus palabras al profeta Florentino<br />

Cituk:<br />

Estas, las últimas palabras que pronunció cuando dijo:<br />

"Compañeros,<br />

mis palabras finales digo.<br />

Yo parto.<br />

Daré un relato, pues, a la mano diestra de<br />

Dios Padre, de lo bueno que hice,<br />

de lo que hice virtuosamente, de todas estas cosas.<br />

Iodos ustedes,<br />

lo verán entonces, allá,<br />

otro día.<br />

Padres, quizá los hijos de ustedes vean<br />

todas las cosas de que hablo." ¿Acaso no son verdad sus palabras?<br />

Los padres que lo oyeron no lo vieron. Los hijos<br />

lo vemos ahora, pues...<br />

Por tanto, cuando se cuenta una historia, presta atención<br />

a lo que oíste.<br />

No se te dice.... "No digo... la historia<br />

que cuento, no [es] para hoy. ¡Más tarder Bien, eso<br />

también es cierto.<br />

Cierto, verás más tarde,<br />

todo, así nomas. Tal como<br />

las conversaciones que los hombres importantes tuvieron en<br />

Chichén.<br />

Les fue dicho [por Morley],<br />

"Don Tzep [Concepción Cituk], no hoy.<br />

Estamos conversando,<br />

pero no hoy, luego verás. Jal vez tú estés<br />

muerto, pero tienes hijos o nietos. Ellos<br />

serán quienes vean".<br />

Así se les dijo.<br />

Sí, así se les dijo. Por tanto sé cómo termina<br />

la conversación.<br />

¿Cómo puede terminar la conversación? ¿Cómo sabrán los interlocutores<br />

mayas que ha concluido? ¿Qué esperan del continuo<br />

acto de hablar sobre y con los extranjeros? Los mayas, otrora taciturnos,<br />

evasivos, hostiles, abandonaron su temperamento colectivo<br />

y revelaron cosas sobre sí mismos a los extranjeros, cosas ocultas,<br />

sagradas y aun embarazosas. Formaba parte de su retórica de negociación,<br />

y era un elemento de una estrategia de largo plazo para<br />

206<br />

establecer con los pueblos anglófonos una relación que les permitiría<br />

conseguir armas, mercados favorables donde comprar y vender,<br />

independizarse de México. Con el tiempo las cosas cambiaron y las<br />

esperanzas de una alianza se esfumaron. Pero estos mayas nos<br />

continúan revelando cosas sobre sí mismos. Aun los oficiales más<br />

fervorosos hablan sobre las comunicaciones divinas, las profecías,<br />

los rituales, las intrigas políticas de los .centros de culto y otros<br />

asuntos destinados sólo a sus ojos y oídos. Permiten que los extranjeros<br />

hojeen y copien papeles sagrados, registren "vieja charla" y<br />

"palabras misteriosas'', presencien y a veces fotografíen rituales del<br />

centro de culto. Nos dejan vivir y viajar entre ellos, y nos permiten<br />

fisgonear en las tareas comunes de la vida cotidiana y, si somos pacientes<br />

o meramente afortunados, los más exóticos y extraordinarios<br />

acontecimientos de las ocasiones sagradas.<br />

Este libro se originó en esa continua apertura y en la cooperación<br />

maya con nuestra investigación histórica, lingüística y antropológica.<br />

Obligados por las circunstancias, los oficiales mayas<br />

intentaron comprometer a los extranjeros en conspiraciones homicidas<br />

adornadas con palabras alusivas a la historia, la justicia, lo<br />

sagrado y el amor. Aún hablan sobre homicidio con el extranjero:<br />

en la historia oral de la muerte de sus enemigos, en detallados relatos<br />

sobre la tecnología primitiva del homicidio (cómo endurecer<br />

con fuego una lanza de madera que se puede clavar en el cráneo de<br />

un soldado o un comerciante desprevenido, cómo fabricar balas con<br />

fragmentos de cable telegráfico, cómo construir un cañón con un<br />

tronco, cómo convertir pozos en trampas y demás) y en insinuaciones<br />

sobre una guerra futura<br />

Cuando hablan con los extranjeros, algunos mayas aún esperan<br />

armas, guerra y unión. Cada antropólogo, lingüista e historiador<br />

que ha visitado, estudiado y vivido en la región desde tiempos<br />

de Morley y Villa ha recibido nuevos pedidos de armas y de asistencia<br />

para forjar anheladas alianzas. Los repetidos requerimientos<br />

que me hicieron a mí parecían pro forma, iniciados con poca preparación<br />

conversacional y casi sin esperar una respuesta afirmativa.<br />

Lo mismo pensó el historiador Nelson Reed, quien tras pasar años<br />

investigando la Guerra de Castas en archivos, visitó la región a fines<br />

de la década de 1950 para obtener más atisbos de la historia de<br />

la guerra. Reed oyó hablar sobre profecías acerca de una alianza<br />

futura entre los ingleses y los mayas, como cuando su guía maya le<br />

dijo:<br />

Don [Juan] Bautista [Vega, de Chun Pom] es un hombre muy inteligente<br />

Tiene un libro, un libro muy grande, escrito en maya, que<br />

lo cuenta todo. ¡Don Bautista sabe leer! En este libro se habla de la,<br />

207<br />

--•i"*


llegada de los aeroplanos, de la carretera. La gente temía esas cosas,<br />

pero él sabía. ¿Tu gente es igual que los ingleses?<br />

Reed, "para no distraerlo", respondió que sí.<br />

El libro dice que un día los ingleses nos darán armas y la gente<br />

irá a la guerra para expulsar a los yucatecos. El signo será cuando el<br />

dinero desaparezca de las manos, el dinero mexicano; ese será el balance<br />

del año, el fin del mundo.<br />

Reed preguntó al guía cuándo ocurriría eso. "Quién sabe si será<br />

este año o dentro de mil años. Será el balance del año." 5<br />

En el centro de culto de Chan Cah Veracruz, el sumo sacerdote<br />

comentó a Reed que ya no podía ir a Belice para "comprar las cosas<br />

que necesitamos". "Incurría en el común error de confundir a<br />

los norteamericanos con los viejos benefactores de su pueblo, los ingleses<br />

del sur del [Río] Hondo, y le pregunté qué mercancías deseaba<br />

comprar en Belice." El sacerdote respondió "carabinas", y luego<br />

continuó: "El libro prometió que tu pueblo vendría a ayudar al<br />

mazehual." "¿Qué clase de ayuda necesita?", preguntó Reed a través<br />

del intérprete. "Rifles y hombres para expulsar a los mexicanos.<br />

¿Cuándo se hará? ¿Envío una delegación a San Luis para arreglar<br />

estos asuntos?" (Reed era de St. Louis, Missouri.) Reed tuvo<br />

que explicar que "esto ya no era posible".<br />

Cuando se tradujeron mis palabras, los demás hombres cabecearon,<br />

como si ya hubieran aceptado la realidad, pero sin perder el respeto<br />

por el sacerdote ni la creencia en las profecías, dos zonas que<br />

permanecían separadas en sus mentes. Añadí que la única ayuda<br />

que podríamos brindar sería económica. 6<br />

Otros viajeros alimentaron con mayor deliberación expectativas<br />

de armas y alianzas, con el objeto de persuadir a los mayas de<br />

seguir hablando y de ganar acceso a sus lugares y secretos sagrados.<br />

Los autores Milt Machlin y Bob Marx, patrocinados por Argosy<br />

("la revista número uno de servicios masculinos"), buscaron<br />

un códice de jeroglíficos mayas prehispánicos supuestamente oculto<br />

en Quintana Roo central en mayo de 1971. Más de una década<br />

antes, Marx se había extraviado durante una cacería por la costa y<br />

había llegado al pueblo sagrado de Chun Pom. Fue capturado y<br />

amenazado hasta que Juan Bautista Vega lo tomó bajo su custodia,<br />

contó una vez más la historia de su vida a un extranjero, le<br />

habló a Marx sobre manuscritos mayas ocultos en la iglesia y lo<br />

dejó ir con las manos vacías pero con la curiosidad agudizada.<br />

Machlin y Marx, acompañados por un intérprete maya de la locali-<br />

208<br />

1<br />

dad de Felipe Carrillo Puerto, regresaron a la región en busca de<br />

esas antigüedades.<br />

Iniciaron la búsqueda en el centro de culto de Chan Cah Veracruz.<br />

La guardia del altar no se alegró de verlos, temiendo que los<br />

forasteros fueran espías del gobierno. Julián, Machlin y el intérprete<br />

de Marx dijeron a los miembros de la guardia que habían ido<br />

"por cuenta de una revista norteamericana y un periódico británico,<br />

pero de algún modo este mensaje ... se perdió en la traducción.<br />

Luego supimos que lo que había quedado era que éramos emisarios<br />

de su majestad la reina de Inglaterra". 7<br />

Ese malentendido tuvo un efecto favorable, y los dos visitantes<br />

lo consolidaron entregando regalos, "lana de color, pañuelos de<br />

colores brillantes, peines, pelotas", así como fotografías Polaroid de<br />

los miembros de la guardia. Machlin y Marx fueron recibidos en la<br />

iglesia por el sumo sacerdote, a quien pidieron que celebrara una<br />

misa para la reina de Inglaterra. Lo que había sido un inocente<br />

error de traducción se transformó en un cómodo engaño que Machlin<br />

y Marx aprovecharon al máximo. El sumo sacerdote fue engañado<br />

por la estratagema, y pidió a Machlin y Marx que intercedieran<br />

ante la reina Isabel en nombre de los mayas, para que ella les enviara<br />

armas. Si convenían en ello, los visitantes tendrían la misa<br />

que pedían. Al parecer ambos accedieron, pues se dijo misa. "¡El corazón<br />

nos latía de entusiasmo!" escribieron luego Machlin y Marx.<br />

"Era nuestro primer día en la región y al parecer ya habíamos logrado<br />

anotar un importante tanto". 8 Dentro de la iglesia, Machlin y<br />

Marx pudieron ver el altar, y lo inspeccionaron en busca de manuscritos<br />

antiguos. Pero no había libros, y los mayas no permitían que<br />

los visitantes tomaran fotografías allí. 9<br />

Luego intentaron encontrar manuscritos antiguos en Xcacal<br />

Guardia, aunque al principio siguieron el consejo del intérprete y<br />

procuraron la ayuda de Paulino Yama de Señor, quien había visitado<br />

regularmente a Morley y Villa cuarenta años antes. "En cuanto<br />

vio la bandera británica en nuestras camisas", escribieron, "se<br />

acercó a Marx. Señalando la bandera y tirando del pelo rubio de<br />

Marx, graznó excitadamente: '¡Inglés, inglés!"*<br />

El intérprete de Machlin y Marx volvió a explicar (aunque esta<br />

vez con conocimiento de sus empleadores, supuestamente) que<br />

los extranjeros eran emisarios de la reina de Inglaterra. Los visitantes<br />

recibieron una escolta formal y armada hasta el recinto sagrado<br />

de Xcacal Guardia. 10 El intérprete y Paulino Yama hablaron<br />

con el sumo sacerdote y lo persuadieron de dejar que los visitantes<br />

entraran en la iglesia. Se dijo otra misa, y nuevamente los visitantes<br />

quisieron fotografiar el altar, lleno de imágenes de santos y de<br />

cruces. "¡Esta vez acertamos!" 11 Los oficiales de la guardia les per-<br />

209


mitieron tomar fotografías; luego Machlin y Marx preguntaron por<br />

los libros, y tras algunas deliberaciones los oficiales les permitieron<br />

inspeccionar y fotografiar uno que aparentemente era viejo y valioso,<br />

aunque no se trataba del antiguo códice jeroglífico plegado que<br />

buscaban los exploradores. Fotografiaron cada página.<br />

Después de comer enfilaron hacia el poblado de Chun Pom.<br />

Una vez más se presentaron como emisarios de la reina de Inglaterra,<br />

entregaron obsequios a los guardias y tomaron instantáneas de<br />

ellos que luego les entregaron, para deleite de los anfitriones. Pero<br />

las tensiones eran agudas en Chun Pom. Para impedir la construcción<br />

de un camino que pasaría directamente por el pueblo, los aldeanos<br />

habían disparado contra agrimensores del gobierno, y se esperaba<br />

que el ejército mexicano tomara medidas punitivas. Los visitantes<br />

se pusieron nerviosos, temiendo que si los sorprendían los<br />

tomaran por espías británicos que venían a causar problemas. 12<br />

Tras asistir a misa en la iglesia preguntaron por los "viejos<br />

libros"que Juan Eautista Vega, ya fallecido, había mencionado. El<br />

sumo sacerdote y los oficiales deliberaron en privado durante una<br />

hora, y luego informaron a Machlin y Marx para ver los libros primero<br />

tendrían que convencer a la reina Isabel de enviar dos cajas<br />

de rifles. "Pretextamos que esto era imposible porque Inglaterra y<br />

México estaban en paz y la reina debía permanecer neutral", escribieron<br />

más tarde. Esto enfureció al sumo sacerdote, hasta que al<br />

fin los visitantes dijeron que llevarían a la reina Isabel ese pedido<br />

de armas. Anunciaron que regresarían pronto con la respuesta. 13<br />

Machlin y Marx se marcharon apresuradamente de Chun<br />

Pom, temiendo tanto a sus anfitriones mayas como a las patrullas<br />

militares mexicanas. En Felipe Carrillo Puerto informaron a dos<br />

misioneros acerca de la explosiva situación de Chun Pom; los misioneros<br />

hablaron con el comandante militar local para impedir toda<br />

maniobra precipitada contra el poblado. Tal vez Machlin y Marx<br />

contribuyeron a evitar una escaramuza. Luego publicarían sus notas<br />

y fotografías. Entretanto los mayas continuaban esperando más<br />

emisarios de la reina con sus armas.<br />

A pesar de los rumores de guerra y de las ocasionales mentiras<br />

de los visitantes, pocos mayas actuales esperan ayuda inminente<br />

de los Estados Unidos. Tampoco creen que el triunfo en la guerra<br />

futura dependa significativamente del material bélico moderno.<br />

Cuando ahora se habla de guerra, se habla de hechos apocalípticos<br />

desatados por la divinidad en escala mundial; las tecnologías mundanas<br />

y las alianzas seculares importarán poco en dicho conflicto.<br />

Entonces, ¿por qué continúan contando historias sobre Morley<br />

e imaginando que sus charlas con los extranjeros son continuación<br />

de los diálogos con el antropólogos, orientadas hacia la misma meta<br />

210<br />

•<br />

de alianza y guerra? Supongo que para algunos oficiales completar<br />

los diálogos con Morley y Villa sería una suerte de realización personal<br />

de una vida de trabajos (y charlas) por el bien público. Hoy<br />

los oficiales tienen muy pocas funciones y prerrogativas seculares<br />

pues la autoridad civil se ha desplazado hace tiempo hacia los funcionarios<br />

elegidos según el sistema mexicano. Sus subordinados<br />

los "soldados", están aun menos dispuestos a servirlos en cuestiones<br />

ceremoniales, y las gentes comunes les profesan cada vez menos<br />

respeto en cuestiones cotidianas. Para ellos, tratar con extranjeros<br />

para hablar sobre los relevantes asuntos de las conspiraciones<br />

pasadas equivale a recobrar por un instante lo que ahora consideran<br />

una esencia de su cargo sagrado y oficial.<br />

Al hablar del pasado, y al hablar con extranjeros sobre sus anteriores<br />

tratos con extranjeros, los oficiales participan hoy en una<br />

actividad autoconstitutiva. Hacen algo similar a lo que hicieron sus<br />

más poderosos y respetados —y quizá más genuinos— predecesores.<br />

Esa charla terminará cuando ellos mueran, pero quedará completada<br />

cuando ellos ocupen un sitio junto a los admirados predecesores<br />

en los textos orales de los narradores futuros.<br />

Obviamente hay otros motivos, otras razones para hablar hoy<br />

con el extranjero e invocar las conversaciones de los muertos respetados.<br />

Al complejo de motivos que una vez inspiró a los oficiales mayas,<br />

se ha añadido otro que impide que el motivo homicida sea, en<br />

palabras del filósofo Kenneth Burk, "drásticamente él mismo". 14<br />

Dicho con simpleza, este motivo nuevo y transformador es el dinero.<br />

La busca de armas y aliados en servicio del bien colectivo una vez<br />

incitó a los mayas a revelar cosas sobre sí mismos y su pasado a los<br />

extranjeros. Hoy, cuando los mayas piensan en responder a nuestras<br />

preguntas, se guían en parte por expectativas de compensaciones<br />

inmediatas, individuales, monetarias. Es como si los mil pasos<br />

intermedios que antes existían entre las cosas que deseaban hacer<br />

los oficiales mayas y los resultados anhelados se hubieran elidido.<br />

Se suponía que las conversaciones, la correspondencia, la visita, la<br />

recepción de visitantes como Morley y Villa brindarían beneficios,<br />

pero no con la inmediatez de una simple transacción comercial. La<br />

cooperación conversacional no era un bien en sí mismo, ofrecido en<br />

trueque o en venta en el mercado del encuentro casual. Hoy esa<br />

charla es en muchos sentidos precisamente eso: un bien en venta. Y<br />

así la exhortación divina otrora eliminada del sagrado "Testamento"<br />

de los oficiales mayas hoy suena más verdadera que nunca.<br />

Están hablando de mezclarse con el enemigo, aunque ustedes pueden<br />

ver lo cansado que me tiene el enemigo; ustedes dicen que ningún<br />

daño les vendrá al través de ellos; les aconsejo que no digan eso,<br />

211


' •<br />

mis hijos. Lo que el enemigo dice, eso es lo que dicen ustedes, porque<br />

él tiene dinero y no lo que mi verdadero Señor dice.<br />

El motivo de la ganancia personal era a veces evidente cuando<br />

los mayas del pasado hablaban con los extranjeros. Los exploradores<br />

observaron que los mayas involucrados en el comercio del chicle<br />

estaban más dispuestos a brindar información de interés geográfico,<br />

arqueológico e histórico. Y Alfonso Villa a veces sospechaba que<br />

cuando los oficiales le pedían que presentara obsequios a la divinidad<br />

en verdad los deseaban para su consumo personal. En 1932, en<br />

Chunkulche, Villa señaló<br />

cerca del lugar donde me alojo vive el teniente, un hombre viejo,<br />

robusto y moreno. Durante el día me visitó varias veces cuando yo<br />

estaba solo, para pedirme regalos para los santos del altar [de la iglesia<br />

donde se alojaba Villa]. Naturalmente pidió las cosas que más le<br />

atraían a él mismo, como pólvora, cartuchos, aretes, azúcar y demás,<br />

y me negué cortés y diplomáticamente a dárselas. Al fin el teniente<br />

se conformó, a regañadientes, con quince velas que llevó a su choza,<br />

en vez de dejarlas en el altar, pues temía "que se las comiera el gato",<br />

según dijo en un pueril intento de ocultar la hipocresía de su devoción<br />

a los santos. Lo mismo sucede en todos los poblados. Las iglesias<br />

se transforman así en albergues cuya hospitalidad se paga en velas y<br />

otros artículos, en nombre del Santo. 15<br />

•<br />

A pesar de esa interesada piedad, lo pecuniario ahora parece<br />

central, mientras que antes quedaba subordinado a motivos más<br />

poderosos. Cuando antes un maya hubiera preguntado "¿Por qué<br />

desea saber?", ahora pregunta "¿Cuánto pagará usted?"<br />

Hoy los mayas esperan compensaciones por responder a nuestras<br />

preguntas, por enseñarnos cosas y en general por conversar<br />

con nosotros. Estas expectativas cubren una amplia gama, desde el<br />

pago previo por una entrevista que luego se grabará, hasta pagos<br />

negociados, por anécdota o por hora, cuando colaboran con actividades<br />

de investigación, hasta formas más tradicionales y discretas de<br />

compensación.<br />

Respecto de las últimas, por ejemplo, encontré ancianos muy<br />

hábiles para presentar razones por las cuales debía pagarles una limosna<br />

mientras me contaban largas y detalladas historias sobre<br />

batallas de la Guerra de Castas, la época de la esclavitud, los profetas,<br />

las palabras divinas y demás. Insertaban referencias a sus penurias<br />

presentes en la voz aguda y el tono ascendente de cierre de<br />

frase que es típico de lo que los mayas llaman 'óoeillaan, "charla de<br />

pobres", es decir, "mendicidad". No necesitaban pedir explícitamente<br />

un pago por su tiempo y sus historias, y el ocasional cambio de<br />

212<br />

1<br />

. 1<br />

r "3<br />

:<br />

•<br />

-<br />

L<br />

tema, para pasar de las durezas anteriores a las penurias presentes,<br />

es en todo caso natural y fluido en el discurso maya, pues las<br />

"lecciones" históricas siempre aluden potencialmente al presente y<br />

a las condiciones futuras. Las penurias de los ancianos y enfermos<br />

son muy obvias, de modo que la mera decencia y la etiqueta conversacional<br />

indican que se les debe dar dinero.<br />

En ocasiones el motivo monetario se excluye explícitamente<br />

de todo intercambio de palabras e información. Algunos rechazan<br />

vigorosamente toda sugerencia de que venderían sus servicios comunicativos,<br />

e incluso se abstienen de pedir los pequeños favores<br />

que casi todos piden a los visitantes. En cambio, afirman que el<br />

motivo es el puro goce de la compañía y la conversación, y el logro<br />

moral de enseñar a otros, aun a los extranjeros, enemigos potenciales,<br />

las cosas que el Dios Verdadero quiso que todos supiéramos. La<br />

conversación puede conducir a actitudes recíprocas —"préstamos"<br />

u obsequios de dinero a la familia en caso de enfermedad, viajes en<br />

coche hasta alguna parte y diversos otros gestos de variado peso—<br />

pero se trata de los favores recíprocos de la amistad, no de las transacciones<br />

del mercado.<br />

Sin embargo, aun aquí la cuestión de la compensación monetaria<br />

puede pesar mucho en las conversaciones. Todos los actos de<br />

un extranjero —las idas y venidas, las visitas a la casa de tal o<br />

cual, el uso de una cámara o grabador, aun los temas de nuestras<br />

conversaciones "privadas"— se transforman con increíble rapidez<br />

en temas de rumor público y chisme, especulación, comentario y<br />

crítica. Y, cuando los mayas hablan entre sí sobre sus conversaciones<br />

con nosotros, las ideas de trabajo, producto, valor, salario y precio<br />

son tan destacadas como cuando hablan de agricultura, trabajos<br />

temporarios, comercialización de productos agrícolas o compra de<br />

bienes de consumo.<br />

Hoy, los mayas que hablan con frecuencia con los visitantes extranjeros,<br />

que habitualmente se codean con nosotros, son sospechosos<br />

—entre sus vecinos, parientes, conocidos y otros— de vender<br />

conocimiento sagrado y papeles sagrados. O —igualmente<br />

reprensible a ojos de la mayoría— se los puede acusar de regalar artículos<br />

de manifiesto valor, pues atraen a extranjeros a un lugar tan<br />

distante como Quintana Roo central. Hace tiempo tienen sospechas<br />

respecto del comercio del chicle, pues les cuesta creer que<br />

una sustancia natural utilizada sólo en la manufactura de un artículo<br />

tan frivolo como la goma de mascar atraiga tantos intereses<br />

extranjeros a tan alto precio. Algunos sospechan que el chicle debe<br />

tener algún otro uso extraordinario; tal vez sea un elemento en la alquimia<br />

del oro, por ejemplo, o un componente de objetos ubicuos hechos<br />

de goma y plástico, tales como llantas, botas y objetos de cocina.<br />

•<br />

213


También tienen sospechas acerca de la información que nos<br />

han brindado durante años. Saben que lo que han revelado en sus<br />

historias y conversaciones, las fotografías que nos permiten tomar<br />

en retratos o rituales, los papeles que nos dejan copiar y llevar, y<br />

muchas otras cosas que nos dejan presenciar, se han incluido en la<br />

manufactura de libros, cintas grabadas, discos, películas y programas<br />

de televisión. Calculan que todo eso —por no mencionar los<br />

increíbles sueldos que creen que ganamos enseñando lo que aprendimos<br />

de ellos— nos ha servido a algunos para amasar increíbles<br />

fortunas.<br />

Morley dijo a los oficiales mayas que había enviado a "Villa para<br />

recoger información para un libro, y colaboraron en esa investigación<br />

con más buena voluntad de la que demostrarían después. Es<br />

difícil saber qué opinaban del libro que escribiría Morley. Desconocían<br />

los libros y la comercialización de libros. Pero ahora por lo menos<br />

uno de los que participó en las primeras conversaciones con<br />

Morley, Juan Bautista Poot, comprende que, como él dice, a causa<br />

del "libro de Morley", su nombre se conoce en todas partes y su foto<br />

ha viajado a los confines de la tierra. 16<br />

La etnografía de los mayas del centro de Quintana Roo realizada<br />

poor Villa se publicó primeramente en inglés en 1945. Sólo en<br />

1978 apareció una traducción española, que se distribuyó en una<br />

sola librería de Ciudad de México. Pocos ejemplares han llegado a<br />

Quintana Roo, y sólo ahora los mayas han hecho circular rumores<br />

sobre su existencia. Sin embargo, es fácil conseguir otros libros recientes<br />

que incluyen fotos tomadas por Frances Rhoads Morley, tales<br />

como la edición en español de la historia de la Guerra de Castas<br />

de Nelson Reed. 17 Pocos mayas de Xcacal Guardia pueden leer ese<br />

libro, pero algunos poseen ejemplares y por las fotos comprenden<br />

que el libro habla de los "antiguos" líderes y su guerra. Estos libros<br />

son muy costosos por pautas locales, así que los mayas llegan a la<br />

conclusión de que la manufactura y comercialización de libros son<br />

mucho más lucrativas que la siembra, la caza, la recolección y los<br />

empleos temporarios que deben aceptar. Estos mayas sospechan<br />

que los han embaucado sonsacándoles información para fotos y libros,<br />

y que ellos viven cada vez más precariamente a pesar de haber<br />

colaborado una y otra vez con los ricos extranjeros que fueron a<br />

escribir sobre ellos. Sospechan que los hemos estafado (o "jodido")<br />

privándolos de su patrimonio.<br />

Algunos mayas de hoy consideran que es necio, e incluso negligente<br />

hacia sus familias, no obtener la compensación adecuada<br />

por la información que pueden brindarnos. Abandonando las sinuosidades<br />

de las previas formas de diálogo, adoptan en cambio la retórica<br />

del vendedor, ensalzando la calidad de la mercancía, desde-<br />

214<br />

•••:<br />

ñando el producto del competidor y procurando una transacción<br />

que se consumará no eventualmente y en el interés colectivo de<br />

"su pueblo", sino aquí y ahora, en privado. Las conversaciones sobre<br />

la guerra, las deidades, la historia, el liderazgo y demás, por las<br />

que antes se esperaba una compensación en material de guerra, se<br />

han convertido en productos ofrecidos a cambio de una paga en<br />

la moneda que necesitan los mayas contemporáneos, es decir, efectivo<br />

para alimentos, medicinas y otras necesidades de la vida<br />

cotidiana. 18<br />

215


10<br />

<strong>Conversaciones</strong> <strong>inconclusas</strong><br />

Aunque el dinero tiene un gran peso en los encuentros de los<br />

mayas con los extranjeros, las circunstancias aún pueden generar<br />

complejidad retórica, ambigüedad e intrigas. El terreno de la interacción<br />

permanece hoy tan inexplorado como en tiempos de Morley,<br />

y las condiciones de la charla con los extranjeros han cambiado tanto<br />

que los paradigmas del diálogo pasado tienen dudosa relevancia<br />

en el presente. Al extremo de que aunque Apolinario Itza fue víctima<br />

de los caprichos de las relaciones con el exterior, otros que ahora<br />

se aventuran a hablar con nosotros ignoran qué será de ellos.<br />

Tomemos por ejemplo a San Itza, primogénito de Apolinario<br />

Itza. Ahora es un setentón que vive en un poblado de poco más de<br />

doscientos habitantes, a unos veinte kilómetros de la ruta que conecta<br />

Felipe Carrillo Puerto (ex Santa Cruz) con la ciudad de Valladolid.<br />

La comunidad, adonde se llega por un tosco camino de tierra,<br />

fue fundada en la década de 1940 por familias que huyeron de Tuzik<br />

para instalarse en lo que hasta entonces habían sido residencias<br />

temporarias ocupadas cuando se realizaban tareas de agricultura<br />

y caza en la zona. Las diversas familias fundadoras aún se<br />

congregan con sus parientes dentro del asentamiento, así que la casa<br />

que San comparte con su joven segunda esposa y sus pequeños<br />

hijos está rodeada por las viviendas de sus hijos mayores, los cónyuges<br />

de sus hijos, sus nietos y bisnietos, y estas chozas de argamasa<br />

y patios amurallados se apiñan alrededor del altar de la familia<br />

extendida y están a cierta distancia de las casas y altares de<br />

las demás familias extendidas del poblado.<br />

Aunque su padre era un escriba, San nunca aprendió a leer ni<br />

a escribir. Pero cuando joven San vio que los chamanes ineptos no<br />

lograban curar a su padre de una enfermedad crónica, así que decidió<br />

iniciarse con un maestro chamán de Yucatán, uno a quien<br />

recientemente habían llamado al territorio para rehacer un exorcismo<br />

que un chamán local había estropeado. Tendría que abandonar<br />

su hogar para reunirse con el maestro en Yucatán, aunque se<br />

requería la aprobación del padre, pues San todavía era soltero. Al<br />

216<br />

• •<br />

principio el padre se opuso, pero San recuerda que respondió que<br />

había muchos caminos para recorrer y que él escogería el suyo. Así<br />

San pasó dos años aprendiendo el oficio, y hoy se hace llamar<br />

maestro chamán, uno de los únicos dos con ese rango que ahora<br />

practican en Quintana Roo, según dice. 1 Cumple deberes sacerdotales<br />

en ceremonias agrícolas y exorcismos para individuos, casas,<br />

terrenos, ranchos y asentamientos, y es un curandero con buena reputación<br />

local. Cuando está en casa recibe un séquito de enfermos,<br />

de ese poblado y otras partes, a quienes trata mediante la adivinación,<br />

la plegaria y el uso de plantas medicinales. A causa de su pericia<br />

en el oficio, lo rodean rumores de brujería y hechicería, como<br />

en un tiempo ocurrió con su padre.<br />

Algunos dicen que la difunta esposa de San era una way, una<br />

bruja capaz de transformarse. Fue muerta mientras había cobrado<br />

la forma de un perro negro, el disfraz que habitualmente asumía<br />

para acosar sexualmente a un joven de un pueblo vecino. El hombre<br />

despertaba noche tras noche totalmente desnudo, con el pene<br />

hinchado e inflamado, así que una noche (cuenta la historia) esperó<br />

al acecho y le disparó al perro-bruja. Las brujas transformadas<br />

siempre logran regresar a su casa y recobrar ia forma humana antes<br />

de morir, así que la esposa de San murió en su hogar. Aunque<br />

San no permitió que los vecinos vieran el cadáver, se rumoreó que<br />

la ropa estaba manchada de sangre. Algunos dicen que San es un<br />

brujo o un hechicero. Se rumorea, por ejemplo, que con su maldición<br />

mató a un hombre, un viejo a quien tumbó en medio de una<br />

acalorada discusión. El desdichado sujeto quedó aparentemente ileso<br />

al terminar la lucha, pero su magnífica salud se deterioró en tres<br />

años y el hombre murió, presuntamente por culpa de los hechizos<br />

de San. Las acusaciones de hechicería se entretejen con los hilos de<br />

esas dudosas coincidencias. 2<br />

San sabe que la gente chismorrea sobre él, aunque niega haber<br />

realizado obras malignas. Declara que en cambio la gente acude<br />

a él en busca de cura pero no desea pagarle, y por eso lo difama.<br />

La gente lo odia y teme los libros y papeles que heredó del difunto<br />

padre, aunque erróneamente cree que contiene fórmulas maléficas.<br />

Y dice que San se cree Dios.<br />

San también tiene enemigos políticos. Hace veinticinco años<br />

lo nombraron oficial de Xcacal Guardia, y desde entonces ascendió<br />

hasta el puesto de comandante. Como oficial principal de su propia<br />

compañía (cuyos miembros están desperdigados en varios poblados)<br />

San se encuentra a la par de otros tres comandantes de Xcacal<br />

Guardia bajo un solo general y el sumo sacerdote del altar. Al menos,<br />

así se suponía que era. Pero hace unos años, durante una crisis<br />

de sucesión de los generales de Xcacal Guardia, los oficiales y<br />

217<br />

-<br />


sus compañías se dividieron en dos bandos antagónicos. La historia<br />

de la ruptura es larga y complicada, con muchas versiones diferentes<br />

y diversos villanos.<br />

Los problemas actuales surgen en parte de la aplicación de la<br />

reforma agracia hace medio siglo. Cuando se fundó Xcacal Guardia<br />

en la década de 1920, se trataba de un sitio demasiado sagrado para<br />

habitarlo; nadie iba a residir allí excepto el sumo sacerdote,<br />

mientras las compañías de los poblados circundantes contribuían a<br />

mantener y custodiar el altar, que todos podrían considerar igualmente<br />

propio. Luego llegaron los refugiados de Dzula, el teniente<br />

Zuluub y su compañía, a quienes se les permitió construir casas<br />

allí. Aunque Zuluub y muchos de sus seguidores fueron luego expulsados,<br />

el poblado tuvo desde entonces una pequeña cantidad de<br />

habitantes permanentes.<br />

Cuando los oficiales mayas solicitaron un título de propiedad<br />

a fines de la década de 1930, querían un título iónico e indiviso que<br />

abarcara tierras forestales suficientes para todos los poblados de<br />

Xcacal Guardia, con la localidad del altar en el centro. Pero no resultó<br />

así, y Xcacal Guardia quedó excluida del enorme ejido (a pesar<br />

de las órdenes correctivas del general Melgar), que hoy pertenece<br />

a la gran comunidad de Señor. Amenazados por la instalación de<br />

nuevos asentamientos de colonos mayas de Yucatán, los pocos residentes<br />

de Xcacal Guardia al fin solicitaron y recibieron un pequeño<br />

título agrario en la década de 1960. No se estipuló excluir de ese título<br />

la tierra donde estaba la iglesia y las barracas de Xcacal Guardia,<br />

ni se puso aparte ni siquiera una pequeña arboleda de la cual<br />

los peregrinos pudieran recoger leña y materiales de construcción<br />

para los tres grandes festivales que se celebran allí dos veces por<br />

año. A ojos de la ley federal, pues, la treintena de residentes de<br />

Xcacal Guardia que fueron beneficiarios del título pueden reclamar<br />

la propiedad del altar y prohibir a los peregrinos que usen los bosques<br />

y campos cercanos. En tiempos de armonía no tratarían así a<br />

sus correligionarios, desde luego. Pero esa omisión en el título<br />

agrario entregado a una de las compañías del grupo de Xcacal<br />

Guardia —la compañía a la cual pertenecían los residentes de ese<br />

pueblo— se transformó en arma útil para las luchas políticas internas.<br />

En la década de 1980 el general de Xcacal Guardia pidió al<br />

presidente del condado, en Felipe Carrillo Puerto, que donara a la<br />

iglesia maya un molino de gasolina para moler el maíz consumido<br />

en los grandes festivales, la misma clase de molino con el cual los<br />

comerciantes de muchos pueblos obtenían pingües ganancias moliendo<br />

el maíz de cada hogar. Se hizo la donación, pero el viejo general<br />

dio en pensar que, ya que él lo había pedido, el molino era de<br />

218<br />

su propiedad personal, así que se sintió con derecho a guardarlo en<br />

su hogar del poblado de Yaxley. Los ultrajados oficiales mayas protestaron<br />

ante los funcionarios del condado y depusieron al general,<br />

obligándolo a retirarse. Entre dos candidatos se eligió un nuevo general,<br />

Sixto Balam, tras duras y arteras maniobras políticas. Al<br />

parecer el presidente del condado también participó en ellas, apoyando<br />

al candidato triunfal (y concertándole una audiencia con el<br />

presidente de México) a cambio de que el nuevo general lo respaldara<br />

movilizando a su gente para asistir a próximos actos electorales<br />

en las capitales del condado y del estado. El presidente del<br />

condado también donó otro molino al altar. Los miembros de la<br />

compañía construyeron una casa para albergarlo, y los oficiales<br />

convinieron en que el molino se usaría para moler gratuitamente el<br />

maíz de los festivales y el maíz diario de los residentes de Xcacal<br />

Guardia por un precio reducido. Las ganancias se apartarían para<br />

cubrir los costes de mantenimiento del molino.<br />

Sin embargo, los residentes del poblado protestaron por tener<br />

que pagar para que les molieran el maíz. A fin de cuentas, el molino<br />

estaba en su poblado, y además estaban hartos de que gentes de<br />

otros poblados fueran al bosque y usaran la leña y los materiales<br />

de construcción para cosas de la iglesia. El hecho de que los residentes<br />

de Xcacal Guardia fueran en su mayoría miembros de una<br />

compañía cuyo candidato a general había sido rechazado tuvo mucho<br />

que ver en estas protestas abiertas. Al enfrentar crecientes tensiones<br />

relacionadas con el molino y su operación, el general Balam<br />

ordenó que lo trasladaran al pueblo de Señor, donde lo guardarían<br />

hasta que lo necesitaran para los festivales. Burlados y enfurecidos,<br />

los residentes de Xcacal Guardia, guiados por un comandante<br />

que también vivía entre ellos, desmantelaron la barraca de la facción<br />

del nuevo general, nombraron a otro general —el candidato<br />

antes derrotado— y le juraron lealtad. (Para complicar aun más las<br />

cosas, pronto fue evidente que el segundo nuevo general no era<br />

suficientemente astuto ni sagaz como para liderar a su facción en<br />

ese tumulto político, así que se designó un tercer general para ayudarlo.)<br />

Aunque San era sólo un oficial entre muchos de la facción encabezada<br />

por el general Balam, él y los miembros de su compañía<br />

fueron blanco favorito de la ira de los enemigos de Balam, quienes<br />

fueron privados del molino pero quedaron en posesión del altar.<br />

Cuando atacaron a sus enemigos, desmantelando las barracas y<br />

llevándose las piezas, la dé San fue la primera en caer. Entre los<br />

enemigos políticos de San se destaca el comandante que residía en<br />

Xcacal Guardia, presuntamente uno de los asesinos del padre de<br />

San (un delito por el cual fue condenado y por el cual estuvo medio<br />

/ 219<br />

..


año en prisión). San dice que el comandante lo odia porque San obviamente<br />

conoce más plegarias que él, pero es evidente que el antagonismo<br />

tiene raíces más profundas en lo personal y en los enfrentamientos<br />

políticos de una generación anterior. En todo caso, los<br />

conflictos actuales entre los oficiales son para muchos indicio del<br />

cumplimiento de las profecías y signo de que se acercan tiempos difíciles:<br />

Así está dicho. Así está dicho. Nosotros lo hemos oído:<br />

"Luchará el airón blanco contra el airón blanco.<br />

Luchará el águila negra contra el águila negra.<br />

Luchará la hormiga contra la hormiga". ,<br />

Así, así supuestamente está dicho.<br />

Desde la destrucción de la barraca de San en Xcacal Guardia,<br />

su facción ya no va allí para adorar. Prefiere evitar la lucha y el derramamiento<br />

de sangre, y va en peregrinación a otros centros sagrados<br />

para cumplir con sus obligaciones religiosas y conseguir<br />

aliados políticos. (El gobierno del condado y una agencia federal a<br />

menudo suministran el transporte para los cientos de peregrinos.<br />

Es un presente dado a cambio de respaldo político en otras ocasiones.)<br />

Conocí pues a San en el centro sagrado de Chun Pom. Es un<br />

hombre diminuto, con el cuerpo afectado por deformidades de la columna<br />

y los miembros. Mientras compartíamos comidas rituales<br />

frente a la iglesia, entablamos una breve conversación sobre un<br />

pan sagrado llamado gopher, ofrecido en los altares de los chamanes<br />

al Señor de la Tierra por el bienestar de las raíces de las plantas.<br />

3 San proclamó su conocimiento de esos arcanos rituales y exhibió<br />

voluntad de hablar y enseñar. Sabía que yo ya había visitado<br />

dos veces su poblado para entrevistar a otro hombre mayor, quien a<br />

pesar de su vejez no conocía mucha "historia", según San. Me invitó<br />

a hablar con él.<br />

En los años siguientes lo visité en varias ocasiones para hablar<br />

de historia, profecías, rituales, su padre, Morley y temas similares.<br />

Llegué a conocerlo no sólo como alto oficial y maestro chamán<br />

sino también como afectuoso esposo y padre. A pesar de las<br />

acusaciones de brujería y hechicería y de las preocupaciones que algunos<br />

conocidos mayas expresaron por mi bienestar, San parecía<br />

un hombre agradable e inofensivo. Además es un magnífico narrador,<br />

y su "conversación" tiende a ser un prolongado pero interesante<br />

monólogo. Incluso habla con sus animales domésticos, su loro y<br />

un coatí cautivo que él y su esposa han bautizado Extranjero<br />

(flàul), porque se alimenta de cosas dulces como bananas, maíz molido,<br />

leche y galletas.<br />

220<br />

San ha sido discreto acerca de nuestras conversaciones, pero<br />

abierto y locuaz para compartir historias y conocimientos. Los vecinos<br />

han presenciado inevitablemente las idas y venidas de visitantes<br />

extranjeros, no sólo yo sino otros norteamericanos, mexicanos,<br />

franceses y alemanes, quienes llegan allí buscando al individuo de<br />

los "papeles antiguos". Los vecinos murmuran que San nos vende<br />

manuscritos mayas, que está adiestrando a gentes como yo en las<br />

técnicas de la hechicería maléfica, que está medrando con egoísmo<br />

a costa de su herencia. Por lo que veo, no hace nada de esto, pero<br />

esas percepciones públicas tienen plausibilidad y una realidad propia.<br />

No se las puede ignorar impunemente.<br />

Uno de los manuscritos al que San otorga gran importancia es<br />

una "Historia de Dios" donde se nos cuenta cómo terminará el<br />

mundo y qué signos anunciarán los Días Finales. San sabe lo que<br />

dice a pesar de ser analfabeto, porque su padre los leía en voz alta<br />

y San tiene muy buen oído y memoria. Me lo ha mostrado, y es una<br />

pequeña libreta que ahora carece de las cubiertas de piel de ciervo<br />

que antes tenía, con un texto continuo y manuscrito en quince hojas<br />

de papel rayado, con las hojas dobladas y cosidas toscamente en<br />

los pliegues, con las dos primeras ya caídas e insertadas en el medio.<br />

Lo reconocí como el Chilam Balam de Tuzik, uno de los catorce<br />

ejemplos de un género colonial de antologías en maya yucateco que<br />

contenían revelaciones, calendarios, escritos litúrgicos e históricos.<br />

San recordó que su padre se lo había prestado a Alfonso Villa y a<br />

Pedro Castillo, el intérprete de Morley, para que ellos le "renovaran"<br />

el libro gastado. Pero tuvieron que devolverlo poco después,<br />

antes de poder hacer una copia, según dice San que le dijeron al<br />

padre. Sin embargo, sí se realizó una copia, que está ahora en el<br />

Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de<br />

Harvard. 4<br />

San me pidió que leyera el libro en voz alta. Encontré un largo<br />

pasaje que años antes yo había traducido al inglés:<br />

Como dice San Pablo:<br />

escrita en la divina escritura<br />

la Palabra de Dios<br />

a ti, arrogante<br />

que estás en la tierra.<br />

1. Y he aquí el día primero, del comienzo,<br />

habrá... una señal.<br />

El mar se alzará<br />

con gran oleaje<br />

hasta las colinas,<br />

I 221


muy altas.<br />

Por cierto abandona<br />

su lugar.<br />

Hasta los colgantes frutos se alzará,<br />

hasta las murallas.<br />

2. Y he aquí el día segundo,<br />

habrá una señal.<br />

El segundo día<br />

[el mar] descenderá a su sitio,<br />

hasta las profundidades,<br />

descenderá a las profundidades.<br />

No se ve<br />

adonde va<br />

cuando se precipita<br />

a la boca del mar.<br />

3. Y he aquí el día tercero,<br />

habrá una señal<br />

para que todos vean.<br />

Llegará una segunda vez<br />

como la llegada del sol.<br />

4. Y he aquí el día cuarto,<br />

habrá una señal.<br />

Yoqui todas las cosas del mar,<br />

y los peces.<br />

Se juntarán<br />

en la superficie de las aguas.<br />

Sufren, gritan<br />

y gimen<br />

en la superficie de las aguas,<br />

porque están asustados<br />

por la llegada del Día Final.<br />

5. Y he aquí el día quinto,<br />

habrá una señal.<br />

Los pájaros se juntarán,<br />

todos ellos,<br />

y el resto de los animales salvajes,<br />

formarán una sola pila.<br />

Uno encima del otro,<br />

porque se acerca<br />

su muerte<br />

en el Día Final.<br />

6. Y he aquí el día sexto,<br />

habrá una señal.<br />

El fuego saldrá del viento,<br />

,<br />

• •<br />

•<br />

en el oeste donde se hunde el sol,<br />

y en el este donde nace el sol.<br />

7. Y he aquí el día séptimo,<br />

habrá una señal.<br />

Habrá muchos cometas<br />

y relámpagos<br />

como si cayeran las estrellas.<br />

Se ve:<br />

viene desde el cielo.,<br />

8. Y he aquí el día octavo,<br />

habrá una señal.<br />

Habrá huracanes.<br />

Aquí pues animales salvajes,<br />

todos ellos,<br />

ninguno de ellos en pie<br />

ni sentado,<br />

y todos caerán<br />

a la superficie de la tierra,<br />

todos.<br />

9. Y he aquí el día noveno,<br />

habrá una señal.<br />

Aquí pues piedras,<br />

todas ellas,<br />

se medirán a sí mismas,<br />

se unirán<br />

por sí solas,<br />

grandes<br />

y también pequeñas.<br />

Y se partirán en trozos cuadrados<br />

y se unirán de nuevo<br />

por milagro.<br />

10. Y he aquí el día décimo<br />

habrá una señal.<br />

Aquí están todos los árboles,<br />

y también las matas,<br />

y caerá sangre sobre ellos,<br />

como sobre ellos desciende el rocío.<br />

11. Y he aquí el día undécimo,<br />

habrá una señal.<br />

Aquí están todos los cerros,<br />

y los montes,<br />

y las grandes construcciones<br />

de los hombres,<br />

y altos bosques,<br />

222 - 223<br />

'<br />

•<br />

.<br />

.


224<br />

todos caerán<br />

a la superficie de la tierra.<br />

12. Y he aquí el día duodécimo<br />

habrá una señal.<br />

Se reunirán los animales salvajes,<br />

todos ellos,<br />

en un claro.<br />

Quizá sufren dolor,<br />

el final,<br />

los días,<br />

de todos los animales salvajes.<br />

13. Y he aquí el día decimotercero<br />

habrá una señal.<br />

Y aquí están todas las tumbas,<br />

se abrirán<br />

todas las aberturas,<br />

todos vienen desde el este,<br />

donde nace el sol,<br />

y vienen desde el oeste,<br />

donde se hunde el sol.<br />

He aquí cuerpos de personas,<br />

todos serán iguales,<br />

la abertura de las tumbas,<br />

todas iguales,<br />

a causa del milagro<br />

que acontecerá para ser visto.<br />

14. Y he aquí el día decimocuarto,<br />

habrá una señal.<br />

Aquí todas las gentes<br />

se ocultaron.<br />

Fornican en cavernas<br />

con su pecado.<br />

Saldrán de las cavernas,<br />

de la piedra caliza.<br />

Si se ocultaron,<br />

todos saldrán.<br />

No importa que allí hablen entre sí,<br />

no se entienden,<br />

si son diferentes,<br />

además no oyen.<br />

Esto porque están avergonzados<br />

cuando salen,<br />

todos ellos,<br />

sus palabras,<br />

I<br />

ni siquiera ven<br />

lo que aconteció.<br />

15. Y he aquí el día decimoquinto,<br />

habrá una señal.<br />

Bajará fuego,<br />

caerá del cielo<br />

mientras se renueva<br />

la superficie de la tierra,<br />

y arderá todo el mundo<br />

en fuego,<br />

en el poder<br />

del fuego,<br />

el dolor,<br />

la llegada,<br />

el Día Final,<br />

nuestro gran rey,<br />

mi señor,<br />

Jesucristo,<br />

nos había redimido.<br />

Está llegando,<br />

en poder,<br />

y también en gran gloria.<br />

Amén. 6<br />

El lenguaje es algo arcaico, y mi lectura en maya distaba de<br />

ser fluida (y sospecho que mi traducción no carece de errores). San<br />

cabeceó aquí y allá reconociendo algo que había oído antes, pero el<br />

texto también resultaba difícil para él. En todo caso, dijo, no se separaría<br />

de ese manuscrito ni de otros por ningún dinero, aunque<br />

permitiría que visitantes como yo los leyéramos y estudiáramos en<br />

su presencia. Después de su muerte su joven esposa podría venderlos<br />

si necesitaba el dinero, o legarlos a los hijos que San había tenido<br />

en su matrimonio anterior. Sería decisión de ella.<br />

Bon Koh (un seudónimo que usaré), quien calcula tener unos<br />

setenta y cuatro años, era hijo de un teniente de Xcacal Guardia en<br />

tiempos de Morley (aunque no de Zuluub). Para que aprendiera a<br />

leer y escribir en maya yucateco, el padre de Bon se lo encomendó<br />

al hermano mayor de Apolinario Itza en la década de 1920. Bon<br />

aprendió bien, y se dice que hoy es el más importante escriba maya<br />

de Quintana Roo central, secretario de los actuales oficiales de Xcacal<br />

Guardia, y ocasionalmente de oficiales de otros centros sagrados.<br />

También tiene un pequeño archivo personal de manuscritos<br />

mayas, que él ha escrito o copiado durante años, así como una co-<br />

225


...<br />

rrespondencia miscelánea en maya. A los extranjeros que preguntan<br />

por tales cosas se les dice que vayan a ver a Bon, quien se describe<br />

como "Profesor de Quintana Roo", "Defensor de la Iglesia", y<br />

el único hombre sabio de las inmediaciones, el único con "educación",<br />

es decir, con educación maya. Aunque agricultor, cazador, leñador<br />

y demás, como los demás aldeanos, Bon tiene la vocación de<br />

ofrecer a los oñciales mayas contemporáneos la "orientación" que<br />

sólo él puede brindar. Y le agrada contar con un público extranjero.<br />

Como San, Bon es objeto del escrutinio y el escarnio público. Mucho<br />

antes de conocerlo, tuve referencias sobre un escriba a quien habían<br />

sorprendido fraguando cartas del Dios Verdadero para los oficiales<br />

de Xcacal Guardia. Mucho antes de los tiempos de Morley,<br />

las cartas de Dios aparecían aproximadamente una vez por año, dirigidas<br />

"A quien pueda interesar" y firmadas "Yo Don Nuestro Padre<br />

Tres Personas", y abandonadas al pie de uno de los altares que<br />

custodian el perímetro de Xcacal Guardia. Las cartas eran descubiertas<br />

por el sumo sacerdote o uno de sus subordinados, comunicadas<br />

a oficiales y soldados, y añadidas al corpus de escritos sagrados<br />

que mantiene cada centro de cultos. Cuando se encontró una de<br />

dichas cartas (creo que a fines de la década de 1950), se reconoció<br />

que la letra era de Bon, y se lo acusó de fraude. Obviamente hay<br />

muchas más cosas involucradas en tal acusación, pues algunos de<br />

estos mayas comprenden y aceptan que sus propios escribas consignan<br />

en el papel comunicaciones divinas genuinas, aunque con la<br />

pertinente inspiración. 6<br />

En el poblado en el que presuntamente residía Bon —un pequeño<br />

asentamiento al sudoeste de Xcacal Guardia, cerca del poblado<br />

de Tabi— encontré a su hermano menor, quien declaró no saber<br />

dónde vivía Bon en esos días, diciendo que su hermano mayor<br />

era como una cometa flotando en el viento, y cayendo ora aquí, ora<br />

allá. Bon no había caído muy lejos, sin embargo, pues al cabo de algunas<br />

preguntas en Tabi me enteré de que estaba viviendo con una<br />

hija casada en la comunidad próxima. Cuando fui a buscarlo allí,<br />

Bon no estaba en casa, y su hija me contó que había ido al altar de<br />

Chan Cah Veracruz. Tras comentarle que tenía dificultades para localizarlo,<br />

ella dijo que, en efecto, los parientes y ex vecinos de su<br />

padre lo odiaban porque siempre estaba viajando por cuestiones<br />

oficiales entre los centros de culto de la región, y que le envidiaban<br />

su conocimiento de las plegarias y la escritura maya. Bon también<br />

era objeto de rumores como los que habían tildado a San de hechicero,<br />

aunque evidentemente es diestro para ahuyentar las más graves<br />

de dichas acusaciones.<br />

Regresé días después y logré encontrarlo en casa. Me presenté<br />

como alguien interesado en la historia de la región, y en particular<br />

226<br />

en la visita de Sylvanus Morley a Xcacal Guardia. Pregunté si Bon<br />

podría contarme algo sobre esa visita. (Resultó ser que no había conocido<br />

a Morley.) Nuestra primera conversación (o, mejor dicho, el<br />

primer monólogo de Bon, algo delirante, para el cual fui el único<br />

público) tocó temas tales como la larga sequía que entonces preocupaba<br />

a los agricultores de la región, el hambre, los magros sueldos<br />

y la insatisfacción de los mayas con la limitada asistencia que brindaba<br />

el gobierno. Bon habló de batallas de la Guerra de Castas, entonó<br />

un par de antiguas "canciones de guerra" y habló de la guerra<br />

venidera. Dios vertió su sangre para redimirlos, señaló; así ellos<br />

derramarán sangre hasta que la sangre de las gentes de muchas<br />

naciones se mezcle en hondos charcos en la plaza de Santa Cruz.<br />

Antes de eso aparecerán cuatro reyes, uno en cada uno de los centros<br />

sagrados de Xcacal Guardia, Chun Pom, Chan Cah Veracruz y<br />

Tulum. Vendrán jóvenes que serán reencarnaciones de grandes generales<br />

de la Guerra de Castas. Los reconoceremos porque conocerán<br />

las anécdotas de la Guerra de Castas con tanto detalle que no<br />

dejarán dudas de que realmente vivieron en esos días.<br />

Los rusos ya habían suministrado armas a uno de los otros<br />

centros sagrados, me dijo Bon; se decía que Rusia y Cuba ayudarían<br />

a los mayas. Pero los Estados Unidos podían ayudar a impedir<br />

la guerra venidera. En ese preciso instante Dios observaba desde el<br />

cielo, esperando para ver qué ocurriría Mientras hablaba, extrajo<br />

de un arrugado saco de plástico algunos manuscritos, incluida una<br />

pequeña y ajada libreta donde según él estaba registrada la historia<br />

de la guerra: el principio, el fin y cómo terminaría el mundo.<br />

Bon la había escrito a lo largo de los años, usando una pluma fuente<br />

y tinta hecha de carbón. Estaba borrosa pero legible, y Bon señaló<br />

que hacía rato tenía que "renovarla". Lo llamaba el Libro de<br />

Quintana Roo, y dijo que contenía muchas cosas importantes,<br />

asuntos que podrían importar, incluso, al presidente de mi país.<br />

¿Yo podría arreglar una audiencia con el presidente, para que Bon<br />

le explicara cómo eran las cosas en Quintana Roo? Tal vez Bon consiguiera<br />

la asistencia que ayudaría a impedir la guerra venidera.<br />

No respondí nada. Hojeé el manuscrito que me había puesto<br />

en las manos. Contenía una miscelánea de textos, la mayoría plegarias<br />

comunes en maya y español; textos de dos breves "canciones<br />

de guerra" que Bon me había cantado; anotaciones históricas relacionadas<br />

con un tal general Vitorini, que había muerto, explicó<br />

Bon, luchando en Chunyaxche en 1910; varias anotaciones de las<br />

fechas de asistencia de Bon a celebraciones en centros de culto; y<br />

otras anotaciones gráficas y crípticas. Por lo que pude ver, no había<br />

nada de esa enjundiosa historia que mencionaba Bon.<br />

Pregunté a Bon si podía grabar esta "orientación" que él me<br />

227


indaba. "¿Cuánto me pagarás?", fue su réplica inmediata. Debí<br />

de haber mostrado sorpresa, y dije que no sabía. El debía tener mejor<br />

idea acerca de cuánto valía la "orientación". Diez mil pesos,<br />

sugirió. Le dije que me parecía caro, y él replicó que era barato,<br />

considerando que yo ganaría millones con la información que me<br />

suministraba. Le dije que no era así, y ambos reímos. Bon me explicó<br />

que tenía raras habilidades y que podía ganarse la vida con<br />

ellas sin vivir como agricultor. ¿Acaso yo no me ganaba la vida con<br />

mi conocimiento de la lectura y la escritura?<br />

La esposa de Bon intervino para decir que muchos iban a buscarlo<br />

y se marchaban en cuanto obtenían lo que deseaban, dejando<br />

a Bon en igual condición que antes. De acuerdo, responde Le pagaría<br />

una entrevista, pero no la haríamos ese día (pues Bon había estado<br />

bebiendo). Yo regresaría ocho chas después del domingo, le pagaría<br />

el dinero que pecha y grabaría una entrevista.<br />

Cuando llegó la ocasión, tanto la mujer como Bon, quien usaba<br />

una gorra de turista con la inscripción "Chichón Itzá", fueron sigilosos,<br />

y me pidieron que no les contara a "ellos", los vecinos del<br />

otro poblado, lo que hacíamos ese día. Después de la entrevista<br />

mencioné la posibilidad de copiar el manuscrito que él poseía. Aunque<br />

era obviamente reciente y no era lo que decía Bon, el libro pertenecía<br />

al género Chilam Balam -nina antología de textos históricos,<br />

profecías y plegarias— y pocha tener algún valor para el estudioso.<br />

Bon cujo que sí e inmediatamente sugirió que le diera una libreta<br />

nueva donde copiar a mano todo el manuscrito. Yo pensaba (y<br />

tal vez lo mencioné) fotografiarlo, y consideré la sugerencia de Bon<br />

una postergación. Así que le mostré una fotografía de una página<br />

del Chilam Balam de Tuzák, que yo había obtenido en el Museo Peabody.<br />

Si ese documento le interesaba, podíamos hacer un cambio:<br />

yo copiaría el de él para ponerlo a buen recaudo en mi país y yo obtendría<br />

copias de ese manuscrito para éL Bon tenía mucho interés<br />

en adquirir otros manuscritos mayas que yo pudiera hallarle. Pero<br />

en cuanto a copiar el suyo, su libro sería de escaso valor sin él, pues<br />

sin duda seríamos incapaces de leerlo o comprenderlo (y tenía mucha<br />

razón en cuanto a algunos pasajes). No, él debía ir a los Estados<br />

Unidos con el libro.<br />

Durante nuestra primera conversación, Bon me preguntó<br />

quién me había dado su nombre. ¿Cómo sabía que debía buscarlo a<br />

él? Dije que varias personas me habían dado el nombre, tan conocido<br />

era en la región, y mencioné entre ellas a San. Eso fue un error.<br />

Can era un buen amigo, dijo Bon, y la referencia era válida. Después<br />

de nuestra entrevista me preguntó si lo llevaría a ver a San;<br />

hacía tiempo que deseaba visitarlo, pero no contaba con medios para<br />

viajar hasta su poblado, que estaba tan lejos de la carretera. Le<br />

228<br />

pregunté para qué deseaba verlo. Negocios, dijo San. Tenía negocios<br />

pendientes con San.<br />

Fuimos al día siguiente, con la esposa de Bon. San no estaba<br />

allí cuando llegamos, y su joven esposa declaró que el marido se había<br />

ido a inspeccionar sus colmenares a dos leguas. No sabía cuándo<br />

regresaría. Bon me explicó que había ido para ayudarme a leer<br />

los papeles de San, pues eran importantes y yo no podría leerlos<br />

por mi cuenta. Aquí tuve el primer atisbo de que Bon era un auténtico<br />

conspirador, aunque no prestaba atención a las incoherencias<br />

de sus planes. Aunque ya habíamos pasado horas conversando en<br />

maya, no percibió que mi conocimiento de su lengua sería un obstáculo<br />

para lo que estaba tramando. Comprendí perfectamente lo<br />

que le decía a la esposa de San y me fastidió que ni siquiera me hubiera<br />

aclarado las cosas antes de hacer la sugerencia. Pero no dije<br />

nada. La esposa de San repitió que era lamentable pero que no sabía<br />

cuándo regresaría él esposo. Era mejor no esperarlo.<br />

Bon decidió que esperaríamos; él y su esposa, entretanto, se<br />

fueron para visitar a otros conocidos en el poblado mientras yo permanecía<br />

en casa de San.<br />

"¿Por qué los trajiste aquí?", me preguntó la esposa de San en<br />

cuanto se fueron. El marido había ido a inspeccionar sus colmenas,<br />

pero no estaban lejos, y regresaría en cualquier momento.<br />

Dijo que Bon era artero y ambicioso ("muy político"). Hacía un<br />

año que decía que iría al poblado, pero sólo porque quería copiar los<br />

papeles del esposo para venderlos a los gringos en Tulum o Cancón.<br />

A eso se dedicaba, y ganaba mucho dinero con ello. ¿Y si hiciera<br />

eso, si vendiera los papeles del esposo a otros? Entonces no me<br />

valdría de nada haber sabido sobre ellos. Todos los tendrían. San<br />

no cobraba por ofrecer conocimientos, como hacía Bon, señaló, como<br />

si fuera un defecto del esposo.<br />

Expliqué que Bon no me había aclarado el propósito de su visita,<br />

sólo que deseaba ver a San, y yo había supuesto que tenía buenas<br />

intenciones.<br />

La esposa sugirió que le dijera a Bon que San había ido a inspeccionar<br />

sus colmenas, que habían sufrido ataques de hormigas, y<br />

que no regresaría hasta no encontrar el hormiguero y fumigarlo. En<br />

tal caso San no podría regresar hasta el anochecer. ¿Bon creería eso?<br />

Le dije que lo intentaría.<br />

Bon y su -esposa me creyeron. Nos marchamos (justo cuando<br />

San llegaba a su casa, según supe más tarde) y en el camino de<br />

regreso a su poblado me pidió que enfilara hacia Xcacal Guardia,<br />

pues deseaba ver con urgencia al comandante que vivía allí. Quedaba<br />

de paso y, aunque también esta vez debí ser más cauto, accedí.<br />

Encontramos al comandante en su casa, en el linde del recinto<br />

229


sagrado del poblado, que no ha cambiado mucho desde tiempos de<br />

Morley, aunque la iglesia, la casa comunal y las barracas han sufrido<br />

refacciones. El comandante y yo habíamos hablado varias veces,<br />

aunque Bon no podía saberlo. Bon deseaba verlo "con urgencia" para<br />

decirle que yo había venido desde los Estados Unidos para buscar<br />

a Bon, el más célebre escriba de la región, porque sabía cosas<br />

que en los Estados Unidos se consideraban de suma importancia, y<br />

que había traído un fragmento de un documento antiguo (la fotografía<br />

de una página del Chilam Balam de Tuzik) para que él lo<br />

descifrara, y que yo quería llevarlo a los Estados Unidos. Bon explicó<br />

rápidamente que me había respondido que no era posible, tantos<br />

y tan importantes eran sus deberes en Xcacal Guardia, Chun Pom<br />

y otros centros de culto de Quintana Roo. Aunque estupefacto,<br />

guardé silencio, pues no quería causarle vergüenza contradiciéndolo<br />

abiertamente.<br />

El picaro Bon podía elaborar una historia intrincada y tramar<br />

intrigas con asombrosa celeridad. Pero esta vez le sirvió de poco. El<br />

comandante lo interrumpió varias veces y al final le impuso silencio.<br />

El tenía algo que deseaba plantear, y el asunto de Bon era obviamente<br />

secundario. El comandante no se oponía a la posibilidad<br />

de alianzas con extranjeros, por lo que yo sabía. (Yo había negado o<br />

evadido anteriores requerimientos de armas y municiones, y en<br />

consecuencia nuestras conversaciones siempre habían sido breves y<br />

embarazosas.) Pero hoy quería hablar sobre recientes divisiones<br />

entre los oficiales de Xcacal Guardia. Y quería que Bon leyera un<br />

papel. Un gringo (para los mayas, el término incluye no sólo a los<br />

norteamericanos, sino a los ingleses, los franceses y los alemanes)<br />

se lo había dado en Tulum, asegurando que contenía antiguas escrituras<br />

mayas. Bon ahora debía leerlo y ver si era así. Bon cogió el<br />

papel y se puso a leer en voz alta:<br />

Jesús, María, en el bello nombre de Nuestro Señor el Dios Verdadero<br />

el Padre, en el bello nombre de Nuestro Señor el Dios Verdadero<br />

el Hijo, y en el bello nombre de Nuestro Señor el Dios Verdadero el<br />

Espíritu Santo, Amén Jesús. Así pues la santa hora es el mes de junio<br />

de los 1888 años, de veras la necesidad de dar mis bellos mandamientos.<br />

Se detuvo ante la palabra 'almahttàan, "mandamientos", y todos<br />

supimos de inmediato que este documento era el "Santo Almahthan",<br />

los "Divinos Mandamientos'', el "Testamento", la "Historia<br />

de Dios", el cual los americanos del norte y los europeos conocen<br />

como "La proclama de Juan de la Cruz", el más entrañable y secreto<br />

de los manuscritos sagrados de estos mayas. Se guardan versio-<br />

230<br />

nes en todos los centros de culto de Quintana Roo, y Bon mismo las<br />

lee en voz alta en ocasiones qpy raras, ante asambleas de fieles selectos.<br />

7 No se supone que deba circular en el desprotegido dominio<br />

público, y mucho menos que deba caer en manos de extranjeros.<br />

Muchos visitantes extranjeros han escrito acerca de la renuencia<br />

de los mayas a hablar acerca del "Testamento". En Xcacal<br />

Guardia a uno le mintieron diciéndole que ya no tenían "el sermón".<br />

Otro descubrió que su asistente maya se negaba a narrar el<br />

contenido para realizar una grabación a menos que le asegurasen<br />

que nadie más estaba presente. En otra ocasión un investigador<br />

grabó el texto recitado de memoria por el escriba de Chun Pom,<br />

Juan Bautista Vega, quien apostó centinelas frente a su choza "para<br />

estar alerta contra miembros hostiles de la Guardia". 8 Hablando<br />

del "Testamento" de Chun Pom, ese investigador observó que<br />

por la hostilidad mostrada a muchos forasteros que intentan inquirir<br />

sobre él, la vigilancia perpetua que mantiene una guardia armada<br />

alrededor del templo donde supuestamente lo guardan, y la dificultad<br />

que tuvimos para convencer a Juan Vega [el escriba de Chun<br />

Pom], aun en lo que se podría llamar la actual decadencia del culto,<br />

de narrarlo de memoria, parece que ellos le atribuyen una suerte de<br />

apariencia sagrada. 9<br />

En cuanto a mí, a pesar de todos los "secretos* que los interlocutores<br />

mayas me revelaron, sólo me exigieron explícitamente discreción<br />

al hablar de la existencia de este manuscrito, y mucho<br />

más, por cierto, de su contenido. 10 ¡Y aquí estaba, circulando en<br />

manos de extranjeros y turistas!<br />

Los oficiales de Chun Pom habían acusado a los de Xcacal<br />

Guardia de haber pasado el "Testamento" a los extranjeros. Los oficiales<br />

de Xcacal Guardia habían negado la acusación, diciendo que<br />

no eran ellos quienes lo habían entregado a los extranjeros; además,<br />

no había pruebas de que el "Testamento" estuviera en manos<br />

de extranjeros. Ahora había una prueba incontrovertible, y en un<br />

instante Bon y el comandante identificaron a un posible responsable.<br />

¿Acaso no era San quien estaba a cargo de la guardia del altar<br />

un día, cuatro o cinco años antes, cuando lo habían visitado algunos<br />

norteamericanos? Se había rumoreado que había permitido que<br />

los norteamericanos, por cierto precio, vieran y copiaran el "Testamento".<br />

Sin duda este papel que ahora estaba en manos del comandante<br />

era producto de esa entrega. 11<br />

Desde donde yo estaba en la penumbrosa choza del comandante<br />

pude ver que no era así, al menos no con exactitud. Lo que<br />

Bon acababa de leer era el "Testamento", pero no era la versión fo-<br />

231


tografíada en Xcacal Guardia por los norteamericanos Machlin y<br />

Marx en 1971 y luego publicada en facsímil en la revista Argosy.<br />

Tampoco era una de las versiones publicadas por Leticia Reina o<br />

Victoria Bricker, a partir de documentos exhumados de archivos<br />

militares y civiles de México, donde se habían depositado tras la<br />

captura de algunos poblados mayas de Quintana Roo durante incursiones<br />

del siglo diecinueve. Tampoco era la versión de Xcacal<br />

Guardia que Apolinario Itza había permitido copiar a Sylvanus<br />

Morley y que Villa publicó en una traducción inglesa en 1945. Tampoco<br />

era la versión oral registrada por Charlotte Zimmerman en<br />

Chun Pom, recitada por el entonces avejeantado escriba Juan Bautista<br />

Vega. Lo que Bon acababa de leer provenía de un libro publicado<br />

por Santiago Pacheco Cruz en 1960; su versión del manuscrito<br />

había sido obtenida por un maestro de Chun Pom en la década de<br />

1950.12<br />

Guardé silencio sobre el origen dal documento, tal como siempre<br />

había guardado silencio acerca de las múltiples versiones del<br />

"Testamento" que habían caído en manos extranjeras. Nos retiramos<br />

por el momento a la iglesia. Bon y su esposa se quitaron las<br />

sandalias, encendieron velas, que pusieron frente al altar, y se<br />

arrodillaron para rezar. Entretanto, el sumo sacerdote y media docena<br />

de hombres que montaban guardia en el poblado fueron llamados<br />

desde las barracas cercanas. Bon se puso de pie y leyó de<br />

nuevo el documento. Quedaron contrariados. El comandante y escriba<br />

dijo que San era el culpable; le habían pagado un millón de<br />

pesos, según dijo un hijo del difunto capitán Cituk.<br />

Bon también mencionó que yo había llevado un papel importante<br />

(el fragmento del Chilam Balam de Tuzik). Expliqué a esos<br />

hombres que había conseguido tales documentos en un archivo<br />

donde los había depositado el difunto doctor Morley, y que sabía<br />

quiénes de ellos contaban con autorización para recibirlos, si la devolución<br />

se juzgaba deseable. Algunos me reconocieron como el norteamericano<br />

que había vivido tanto tiempo en Tuzik (mientras realizaba<br />

trabajo de campo entre 1978 y 1980). Pero eso les interesaba<br />

poco. Les preocupaba el "Testamento".<br />

Convinieron en que se imponía un castigo. Debían planearlo.<br />

Se dijeron varias cosas al respecto en la momentánea confusión de<br />

varios hombres alborotados hablando al mismo tiempo. Bon, reparando<br />

en mi presencia, interrumpió las deliberaciones diciendo que<br />

tratarían el asunto más tarde.<br />

No tengo dudas de que pensaban en un homicidio. Cuando<br />

luego advertí sobre esto a San, casi ni se inmutó. Ellos eran sus<br />

enemigos, y él ya lo sabía. Algunos de ellos habían matado a su padre<br />

más de cuarenta años atrás, y una vez más los papeles sagra­<br />

232<br />

dos, la charla sagrada y la relación de los oficiales con los extranjeros<br />

volvían a inflamar ese rencor.<br />

Nos fuimos de Xcacal Guardia para ver al hermano mayor de<br />

Bon, en el poblado próximo, y esta vez se nos unió el comandante<br />

de Xcacal Guardia. El hermano de Bon era general del grupo de<br />

Xcacal Guardia (o, mejor dicho, uno de varios generales después<br />

de la crisis de sucesión que dividió el grupo). Bon y el comandante<br />

ingresaron en la casa de manipostería del general, presentando<br />

respetos formales y solicitando la bendición del general. Yo los seguí<br />

y ellos se sentaron a los pies del general, ofreciéndome una hamaca<br />

más alejada. Aun reclinado en la hamaca, aquejado por un<br />

trastorno estomacal, el general era majestuoso y elocuente, pero<br />

hienhumorado.<br />

Una vez más Bon mencionó el documento que yo le había mostrado,<br />

y yo repetí mi historia acerca de un archivo de mi país donde<br />

se preservaban papeles que habían pertenecido al doctor Morley. El<br />

general sintió interés; sí, dijo, Apolinario Itza había dado algunos<br />

papeles a Morley, pero los oficiales se habían guardado esa información<br />

y no lo mencionaban a la gente común. Ofrecí regresar copias<br />

de los papeles si todavía les resultaban útiles a los oficiales, a<br />

lo cual el oficial respondió que eran muy necesarias y que debía enviarlos<br />

a su hermano Bon. Luego pasaron a hablar de la acusación<br />

contra San. Esta vez habló el comandante, contando al general que<br />

un turista de Tulum le había dado un papel que, según había comprobado<br />

con la lectura de Bon, era el "Testamento". Se mencionó el<br />

millón de pesos, y se culpó a San.<br />

Aunque el general estaba de acuerdo con ellos en cuanto a cómo<br />

el "Testamento" había llegado a manos extranjeras, permaneció<br />

impávido y continuó sonriendo. Tenía otros temas de que hablar<br />

con sus dos subordinados, y se explayó un rato sobre las acusaciones<br />

de Bon hasta que su hermano menor y el comandante dejaron<br />

el asunto. Entonces charlaron de política local mientras yo escuchaba<br />

desde la hamaca, a pocos pasos.<br />

Entretanto, la esposa del general sacó unas prendas oficiales<br />

y festivas para mostrármelas: una blusa plisada de mangas largas<br />

con dos largas hileras de botones, muy cerca unos de otros, y un<br />

par de pantalones abolsados blancos con botamangas bordadas.<br />

Era el atuendo festivo típico de los mayas de Quintana Roo, como el<br />

que usaban en tiempos de Morley, por el cual éste había reconocido<br />

a quien lo usaba como hombre del sur. Algunas mujeres aún saben<br />

confeccionar estas prendas excepcionales, ahora usadas sólo por<br />

oficiales de edad en ocasiones ceremoniales. La profecía sostiene<br />

que un día esas anticuadas ropas serán comunes otra vez, cuando<br />

los rebeldes abandonen su escondrijo y muestren su verdadera<br />

233


identidad. La esposa del general me preguntó si deseaba comprar<br />

la blusa y los pantalones del esposo.<br />

En el coche, cuando salíamos del poblado del general, el comandante<br />

volvió a decirme que necesitaban ayuda. Lo había hecho<br />

en cada uno de nuestros encuentros, pero coma éstos eran tan infrecuentes<br />

yo sospechaba que él olvidaba lo que me había dicho o<br />

pedido antes. Habitualmente pedía una marmita o algún otro obsequio<br />

para la iglesia del poblado del altar, y además más ayuda, habitualmente<br />

no especificada pero bien comprensible. Esta vez se<br />

quejó de los mexicanos, de la dificultad de sus actuales circunstancias<br />

y demás. "¿No se podría informar al presidente de los Estados<br />

Unidos sobre nuestro trance?", preguntó. "¿Y entonces no podrían<br />

darnos alguna ayuda?" En realidad, sus preguntas estaban construidas<br />

como oraciones declarativas a las que no era preciso dar<br />

una respuesta directa, por lo que me pareció. Dije que regalaría<br />

una marmita al poblado. En cuanto a la otra ayuda, opté por guardar<br />

silencio y seguir conduciendo.<br />

Mientras los oficiales de Xcacal Guardia reñían y conspiraban<br />

unos contra otros, destruyendo barracas, denunciando a sus colegas<br />

y engrosando sus facciones hostiles con cientos de seguidores,<br />

ocurrió un milagro en Dzula, cuna del difunto teniente Evaristo Zuluub.<br />

En junio de 1985 apareció lo que algunos llamaron un "rey",<br />

otros un "dios" y otros un "rey-dios*. La noticia corrió por el centro<br />

de Quintana Boo como reguero de pólvora.<br />

Cuando me enteré de ella en los poblados de Xcacal Guardia,<br />

la historia decía que varios jóvenes de Dzula habían ido a recoger<br />

leña en los bosques. Buscaban entre los árboles recién talados que<br />

pronto serían recogidos, vendidos y exportados para servir como<br />

durmientes de ferrocarril en alguna parte lejana de México. (En<br />

años recientes la producción de durmientes ha suplantado la recolección<br />

de chicle como medio principal para que estos agricultores<br />

ganen algún dinero.)<br />

Los niños ya habían recogido y sujetado la leña, se la habían<br />

echado al hombro y se marchaban cuando una voz aflautada les dijo:<br />

"Conque se van ustedes. Bien, llévenme también al poblado".<br />

Los árboles y la hierba parecían mecerse en el aire quieto, y los niños<br />

se sobresaltaron. "Conque se van ustedes. Bien, llévenme también.<br />

Mi hermano mayor se entregó al enemigo, pero yo decidí<br />

quedarme entre los masewal Dos mayas rebeldes]", dijo la voz. Los<br />

niños no sabían de dónde venía la voz ni quién les hablaba. Se les<br />

erizó el vello de la nuca. "Niños, ¿qué vienen a hacer aquí? Iré con<br />

ustedes. Si me adoptan, los adoptaré."<br />

Asustados pero intrigados, dos niños dejaron la leña en el sue-<br />

234<br />

lo y registraron los matorrales. Poco después hallaron, entre dos<br />

piedras y medio sepultada en el suelo, una figura de piedra, la cual<br />

presuntamente les había hablado. Uno de los niños la recogió, la<br />

puso sobre su haz de leña y la llevó a casa, donde la apoyó sobre<br />

una mesa atiborrada de objetos.<br />

Los padres del niño estaban en casa, pero no notaron nada.<br />

Su madre lo llamó a comer junto al hogar de una choza contigua, y<br />

él replicó que no tenía hambre. Ella llamó de nuevo, y de nuevo él<br />

respondió que no tenía hambre y no deseaba comer. La madre se<br />

quejó ante el padre, quien descansaba en una hamaca a varios metros<br />

de la choza principal de la familia. "El niño no quiere comer.<br />

¿Qué le sucede?", preguntó la madre. El padre del niño era un chamán,<br />

habituado a adivinar las causas ocultas de los malestares<br />

humanos, aunque quizá fue sólo como padre que preguntó al niño<br />

adonde y con quién había ido. El niño respondió que había ido a recoger<br />

leña y dio los nombres de sus acompañantes; no mencionó la<br />

voz del rey-dios. Sin dar importancia a la mita de apetito del hijo,<br />

el hombre sugirió a la esposa: "Quizá sea porque lo retaste antes de<br />

mandarlo a buscar leña". En todo caso, enviaron al niño a comprar<br />

Coca-Cola en una tienda de la esquina.<br />

Entretanto, ahora a solas con el padre, el rey-dios habló de<br />

nuevo: "He venido de San Antonio. Mi hermano mayor se entregó<br />

al enemigo, pero yo decidí permanecer con los masewal. Yo estaba<br />

junto al árbol y pedí que me trajeran aquí ¡Pero no soy un juguete!<br />

Si me adoptas, te adoptaré". El padre se sobresaltó, y entonces su<br />

hijo regresó. "¿Eras tú el que hablaba?", preguntó al niño. El niño<br />

respondió que no. "¿No oíste nada?" El padre repitió lo que había<br />

dicho la voz misteriosa. El niño dijo: "Oh, debe de ser el dios que<br />

traje". (Los niños pueden tomar lo fantástico con toda naturalidad.)<br />

Así el padre del niño supo de la aparición del rey-dios, y pronto este<br />

nuevo y extraño miembro de la familia pidió que le construyeran <<br />

una iglesia. La pequeña choza de la familia —una de las más pobres<br />

del poblado— pronto se transformó en capilla, y cuando se difundió<br />

la noticia entre parientes y vecinos, llegó gente a diario para<br />

adorar la imagen, escuchar la historia (ahora narrada oficialmente<br />

por el padre) y orar ante el nuevo rey-dios.<br />

À las pocas semanas empecé a oír tales historias en Xcacal<br />

Guardia, y para entonces ya había varias versiones de lo que el reydios<br />

había dicho sobre milagros punitivos que había realizado contra<br />

escépticos e incrédulos. En cuanto a la referencia a San Antonio,<br />

San Itza, cuya versión de los hechos acabo de relatar, pensaba<br />

que tenía una doble significación. Primero, el rey-dios había aparecido<br />

en el día del santo, el 13 de junio; segundo, según la afirmación<br />

de San, era el hermano menor de un par de imágenes divinas anta-<br />

235


ño guardadas en el abandonado centro de San Antonio Muyil, al<br />

nordeste de Xcacal Guardia, cerca de las vastas ruinas prehispánicas<br />

de Coba. Treinta y cinco años atrás los mayas de Xcan, al este<br />

de Valladolid, Yucatán, se habían aventurado hacia el sur para recobrar<br />

las divinidades olvidadas; pero sólo hallaron una, la cual regresaron<br />

al norte. La otra se perdió, y presuntamente se había escondido<br />

bajo tierra para salir en otra oportunidad, así como los demás<br />

subordinados del rey maya lo harán en los Días Finales.<br />

El turbulento verano de 1985 fue muy buena época para su<br />

retorno. La estación de las lluvias, de cuya regularidad depende la<br />

agricultura, había comenzado auspiciosamente a principios de mayo.<br />

Pero las lluvias cesaron prematuramente, y los campos de los<br />

agricultores languidecían. En julio se decía que no habría cosechas<br />

ese año. Pocas casas tenían maíz de la magra cosecha del año anterior,<br />

y su precio en el depósito del gobierno, el único sitio donde se<br />

podía comprar maíz, ya era muy alto. La gente pensaba en el hambre.<br />

La sequía era sin duda un castigo divino, quizás infligido por<br />

las riñas entre oficiales mayas, quizás un pequeño anuncio del advenimiento<br />

de los Días Finales, tal vez dentro de sólo quince años.<br />

Un sujeto de Tuzik me dijo que quizá tuvieran que hacer como sus<br />

antiguos predecesores, de los tiempos anteriores a Cristo: temar<br />

una niña, tenderla de espaldas, arrancarle el corazón, ofrecerlo a<br />

Dios y arrojar el cuerpo al gran cenote de Chichón Itzá. Di por sentado<br />

que estaba bromeando, pero noté que no se reía.<br />

Mientras las angustias colectivas aumentaban con cada día<br />

soleado, los fondos de varios proyectos agrícolas y forestales auspiciados<br />

por el gobierno se empezaron a agotar, y no se pudo pagar a<br />

los trabajadores mayas de esos proyectos. Algunos decidieron capturar<br />

camiones y jeeps del gobierno hasta que les entregaran algún<br />

dinero. Entretanto hubo también una seria disputa entre residentes<br />

del centro de Chan Cah Veracruz y hacheros que operaban en la<br />

vecina localidad de Felipe Carrillo Puerto. Los aldeanos estaban furiosos<br />

porque éstos trabajaban en una parte del bosque que la reforma<br />

agraria de muchos años atrás había cedido al poblado. Así<br />

que bloquearon caminos e impidieron que los camiones se llevaran<br />

trozas, hasta que se enviaron soldados federales para permitir que<br />

los camiones pudieran continuar con su tarea. Las mujeres aldeanas<br />

enfrentaron a los soldados en un tenso episodio que hizo temblar<br />

la región, aunque al fin se evitó la violencia y la disputa se resolvió,<br />

al menos temporariamente. Para muchos este incidente sólo<br />

presagiaba nuevos conflictos.<br />

No sé si el rey-dios de Dzula ha dicho demasiado. Los acuciados<br />

mayas obviamente esperaban que dijera algo útil u obrara algunos<br />

milagros positivos. Cuando visité su pequeña capilla un mes<br />

236<br />

después de su aparición, ya estaban construyendo una capilla grande<br />

a pocos metros. Se terminó un año después, para el primer aniversario<br />

de la llegada del rey-dios. El día anterior al aniversario la<br />

imagen de piedra —regordeta y vagamente antropomórfica, de menos<br />

de un metro de altura, y vestida con ropas de muñeca— fue escoltada<br />

con gran ceremonial desde la pequeña capilla hasta la nueva<br />

iglesia, ante cientos de feligreses arrodillados que rezaban en<br />

maya.<br />

Habían ido peregrinos aun desde Yucatán, y muchos habían<br />

contribuido a construir la iglesia, donde el rey-dios residiría hasta<br />

los Días Finales. El presidente del condado había donado materiales<br />

de construcción como manera de participar en el acto, aunque el<br />

interés en el dios había disminuido gradualmente en Xcacal Guardia,<br />

pues a pesar de todo los oficiales no deseaban el surgimiento<br />

de un nuevo centro rival, con su propia lista de oficiales, lo cual<br />

complicaría aun más sus intrincadas vidas poh'ticas. Aunque aceptaron<br />

la divinidad de este nuevo ser, sutilmente sugirieron que su<br />

adoración correspondía a las gentes de Dzula (y quizás al grupo de<br />

poblados de Chan Cah Veracruz, al cual pertenecía Dzula), no a los<br />

mayas de todas partes.<br />

Tendremos que esperar para ver qué papel cumple el nuevo<br />

rey-dios en el panteón contemporáneo y la jerarquía política de los<br />

mayas, y planeo regresar cuanto antes para conocer las nuevas historias.<br />

Entretanto, habrá otras apariciones, cosas sagradas reveladas<br />

en sueños, excursiones al cielo y al infierno realizadas por mayas<br />

piadosos en sus lechos de muerte, milagros, cartas del Dios<br />

Verdadero y otras comunicaciones divinas y nuevos profetas en los<br />

siguientes meses y años. De eso podemos estar seguros. También<br />

parece cierto que la vida de los mayas será cada vez más difícil. La<br />

inestabilidad política, la crisis económica nacional, los cambios climatológicos<br />

y ecológicos que afectan los bosques donde viven, todo<br />

ello garantiza que los mayas continuarán teniendo buenas razones<br />

para creer que el mundo tal como lo conocen está llegando a su fin.<br />

Es imposible predecir qué respuestas activas generará entre los<br />

mayas la combinación de continuos contactos divinos con una crisis<br />

cada vez más aguda. Yo, o algunos de mis colegas, regresaremos<br />

para estudiarlo, continuando así la labor antropológica y los diálogos<br />

interculturales iniciados por Villa, Redfield y Morley hace<br />

medio siglo. En cuanto al papel que nosotros y otros futuros "extranjeros''<br />

deberemos desempeñar mientras esos mayas transitan<br />

por estas peligrosas décadas de su historia, nadie puede predecirlo.<br />

237


Notas<br />

Abreviaturas<br />

Archivos y colecciones de manuscritos<br />

APS American Philosophical Society library, Filadelfia<br />

CIW Historical Piles, Carnegie Institution of Washington, Washington,<br />

D.C.<br />

CIW-PM Carnegie Institution of Washington Collection, Archives,<br />

Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Universidad<br />

de Harvard<br />

NA National Archives and Record Service, Washington, D.C.<br />

PM Archives, Peabody Museum of Archaeology and Ethnology,<br />

Harvard University<br />

PRO Public Records Office, Londres<br />

RRP The Robert Redfield Papers, The Joseph Regenstein Library,<br />

University of Chicago<br />

SRA Archivo de la Secretaría de la Reforma Agraria, Ciudad de<br />

México<br />

TL Tozzer Library, Harvard University<br />

TU Latin American Library, Tulane University<br />

Manuscritos de Alfonso Villa Rojas citados con frecuencia<br />

DEg "Diario etnográfico", 1935-36, RRP<br />

DE1 "Diario etnológico de un viaje a Quintana Roo, 1932", RRP<br />

DG "Quintana Roo: Datos generales", 1932, RRP.<br />

FN "Field Notes. Quintana Roo Trip, December, 1932", CIW-PM<br />

N "Notes Regarding Third Trip to Quintana Roo, February,<br />

1933", RRP<br />

NP "Notas preliminares", 1932, RRP<br />

239


JSSV^y'<br />

Introducción<br />

1<br />

Véase, por ejemplo, Helms y Loveland, 1976.<br />

2<br />

Véase, por ejemplo, Asad, 1973.<br />

3<br />

Para una critica detallada de la antropología moderna, véase Wolf,<br />

1982.<br />

4 Conrad, 1898,35.<br />

6<br />

Véase el "Statement on Ethics, Principles of Professional Responsibility.<br />

Adopted by the Council of the American Anthropological Association,<br />

May 1971", reeditado en varias partes, incluido Rynkiewich y SpracQey,<br />

1976,183-186.<br />

6<br />

La breve mención de Maurice Bloch a largas conversaciones" y la investigación<br />

de campo antropológica me incitó a pensar en esos términos<br />

(Bloch, 1977).<br />

L Hablando con el enemigo<br />

1 Muchos de los textos históricos y proféticos traducidos del maya y citados<br />

en este libro, como la profecía atribuida a Florentino Cituk, provienen<br />

de entrevistas de campo que realicé en la Península de Yucatán entre<br />

1978 y 1986.<br />

El profeta Florentino Cituk es una figura eminente en la historia<br />

oral de los mayas contemporáneos de Quintana Roo. Su vida ha dejado pocas<br />

hueDas en los documentos escritos, pero ellas permiten entrever algunos<br />

detalles. Parece que en 1914 varios subordinados de Cituk fueron a hacer<br />

compras en el poblado de Chichimila, Yucatán, y mientras estaban allí<br />

llamaron la atención del comandante mlitar de Valladohd. El comandante<br />

les informó que el gobernador de Yucatán había abolido la esclavitud, y les<br />

pidió que llevaran un mensaje al "general" Cituk, invitándolo a reunirse<br />

con el gobernador. Se les aseguró que él y sus compañeros serían bien tratados<br />

y recibirían regalos (Revista de Yucatán, 30 de octubre de 1914, 6).<br />

Al parecer Cituk no fue, aunque oficiales del centro sagrado de San Antonio<br />

Muyil, al norte de Chun Pom, aceptaron la oferta y celebraron una audiencia<br />

con el gobernador de la capital del estado, Mérida.<br />

En otras fuentes publicadas se dice que Cituk recibió a refugiados de<br />

una malograda revuelta en la ciudad yucateca de Valladohd en 1910 (González,<br />

1970, 27); que gobernó todo el territorio como general antes de los<br />

tiempos de Francisco May (Pacheco, 1962, 71); y que fue "líder de Chun<br />

Pom" (Zimmerman, 1963, 55 ni 7). Aparentemente una cooperativa de comercialización<br />

del chicle recibió su nombre (Bartolomé y ¿arabas, 1977,<br />

109).<br />

En la actual historia oral de la región, se dice que Cituk venía de un<br />

poblado llamado Actun o Yo'actun, y que se trasladó a la cercana Chun<br />

Pom al asumir las funciones de Patrono de la Cruz (es decir, sumo sacerdote,<br />

no general); su ley era fuerte y sus palabras y pensamientos eran bellos<br />

y verdaderos; Dios le dio el poder para interpretar la "escritura nocturna"<br />

('akabciib), aunque la gente no se contradice cuando señala que era analfa-<br />

240<br />

beto. Se cuenta que había un libro, una "historia", donde estaba escrito el<br />

futuro de la humanidad. Zimmerman y Centina de Duarte ofrecen otras<br />

versiones de la milagrosa aparición de un libro cerca de Chun Pom, aunque<br />

esas historias parecen aludir a un manuscrito más emparentado con lo<br />

que los eruditos llaman la Proclama de Juan de la Cruz que con el libro sobre<br />

el cual recibió noticias Nelson Reed, donde se predecía la llegada de los<br />

aeroplanos y las carreteras (Zimmerman, 1963, 71; Centina de Duarte,<br />

1943; Reed, 1964,275).<br />

La luja y el yerno de Cituk me contaron que murió durante la segunda<br />

de dos epidemias. Tanto en las fuentes orales como escritas hay alguna<br />

confusión en lo concerniente a la identidad de las enfermedades, aunque lo<br />

más probable parece lo consignado en el texto: que la primera epidemia fue<br />

de viruela y la segunda de gripe, un foco local de la gran epidemia de gripe<br />

que en 1918 mató a millones en todo el mundo (véase Villa, 1945,30; Mason,<br />

1927, xi; Périgny, 1908, 69; Reed, 1964, 251; Sapper, 1904, 627-28;<br />

Frans Blom, Field Diary of the Grey Memorial Expedition [copia dactilografiada],<br />

27 de julio de 1928, TU; Cook y Borah, 1974,2:151,153).<br />

2 Citado por Bricker, 1981,188. Las experiencias revelatorias y la reorganización<br />

de la autoridad militar y religiosa de los mayas rebeldes que<br />

ellas reflejaban han sido denominadas el Culto de las Cruces Parlantes, y<br />

se pueden hallar amplios comentarios sobre ese movimiento religioso en<br />

los libros de Nelson Reed (1964) y Victoria Bricker (1981). Al menos algunas<br />

comunicaciones divinas se consignaron por escrito, y se han recobrado<br />

y publicado múltiples versiones de archivos estatales (Bricker, 1981,185-<br />

207; Reina, 1980,185-218; Pacheco, 1960,167-73). En la literatura de los<br />

estudiosos occidentales, dichos manuscritos se denominan "Proclamas de<br />

Juan de la Cruz". Por lo que sé, las revelaciones de Florentino Cituk nunca<br />

se registraron por escrito.<br />

3 Bricker, 1981,189.<br />

4 Ibíd., 200.<br />

s Arnold y Frost, 1909,162; Sánchez y Toscano, 1919,229; Case, 1911,<br />

212. Las autoridades y los comerciantes de Honduras Británica registraron<br />

alguna información sobre acontecimientos militares y políticos del territorio;<br />

también lo hicieron algunos miembros de las expediciones mexicanas<br />

y yucatecas contra los mayas rebeldes.<br />

6 Stephens, 1843,2:334,331.<br />

7 Ibíd., 2:468. Avances posteriores en la correlación entre el calendario<br />

maya y cristiano y en el desciframiento de fechas jeroglíficas redujeron en<br />

varios siglos la antigüedad estimada de Chichén Itzá.<br />

8 Dimensiones de Morley, 1925,71.<br />

9 Stephens, 1843,2:292.<br />

io Ibíd., 2:280-89.<br />

u Charnay, 1862,347; Maler, 1944,33.<br />

i 2 Charnay, 1862,348; Augustus Le Plongeon, carta del 27 de enero de<br />

1876, publicada en Salisbury, 1877; Maler, 1944.<br />

13 Charnay, 1862,339.<br />

14 Thompson, 1932,176. A fines del siglo diecinueve viajar desde zonas<br />

del norte hasta las ruinas de Coba era muy arriesgado. Charnay planeaba<br />

241


visitar Coba en 1886 cuando ataques indios contra una localidad de frontera<br />

propagaron el temor a una nueva ofensiva rebelde, privándolo de las<br />

tropas que necesitaba como escolta para su expedición, por ello cancelada<br />

(Charnay, [1877] 1978, 24). Al regresar de una visita a Coba (alrededor de<br />

1890), E. H. Thompson cayó en una trampa donde casi perdió una pierna y<br />

aun la vida (Thompson, 1932, 175-78). Cuando Teobert Maler visitó Coba<br />

en 1891, acompañado por varios hombres bien armados, no vio rastros de<br />

los mayas rebeldes pero razonó que era peligroso trabajar allí más de un<br />

par de días, dada la proximidad de los asentamientos rebeldes. Rehusó explorar<br />

dos pirámides distantes visibles desde la laguna de Coba, pues viajar<br />

hasta ellas implicaba el riesgo de un ataque rebelde por la retaguardia<br />

que cortaría su ruta de retorno a Yucatán (Maler, 1944,10-11). Por último,<br />

el lingüista norteamericano Alfred Tozzer decidió no viajar por tierra desde<br />

Chichón Itzá hasta Coba y Tulum en 1903: "Llegar a ese lugar [Tulum] es<br />

imprudente y aun aventurarse hasta Coba es una audacia. Los indios rebeldes<br />

han tomado nuevamente las armas y es imposible saber cuándo y<br />

dónde aparecerán" (Alfred Tozzer, Field Diaries, 19 de enero de 1903, TL).<br />

15 Entre tales ficciones podemos referir la historia narrada por Augustus<br />

Le Plongeon, quien vivió como investigador en las ruinas de Chichón<br />

Itzá en la década de 1870. Afirmaba que un día lo visitó una patrulla de<br />

mayas rebeldes cuyos miembros lo tomaron, instigados por Le Plongeon,<br />

por una criatura de carne y hueso que despertaba del encantamiento y estaba<br />

emparentada con las imágenes talladas que abundaban en ese sitio<br />

misterioso y sagrado (Desmond y Messenger, 1988, 39-40). Es posible que<br />

los mayas rebeldes lo confundieran con un antiguo antepasado resucitado<br />

entre las ruinas, pero algunas afirmaciones de Le Plongeon son difíciles de<br />

aceptar: que estos rebeldes fueran desarmados, salvo por sus machetes,<br />

mientras patrullaban un territorio en disputa y que, creyendo en el carácter<br />

sobrenatural de Le Plongeon, se limitaran a arrodillarse, besarle la<br />

mano y manifestar curiosidad antes de continuar con su misión. O bien Le<br />

Plongeon inventó el episodio para salpimentar su libro sobre los mayas, o<br />

confundió un grupo de mayas locales con los rebeldes que razonablemente<br />

temía.<br />

Edward H. Thompson y/o los que escribieron sobre él también pergeñaron<br />

ficciones de esta índole. Así leemos que Thompson, cansado de esperar<br />

un temido ataque rebelde contra su hacienda de Chichén Itzá, viajó al<br />

sur para encontrar al enemigo en su propio terreno, y descubrió que los<br />

mayas sólo eran, según palabras que se le atribuyen, "una apacible y amigable<br />

pandilla de indios ignorantes" que deseaban nombrarlo jefe de la tribu<br />

(Willard, 1926,17-18). En ninguna de sus propias publicaciones menciona<br />

Thompson tal encuentro con los mayas rebeldes. Según su propia<br />

versión, en 1894 "una numerosa partida de esos feroces indios" le siguió el<br />

rastro tras un viaje exploratorio por la laguna de Chichankanab, en la periferia<br />

del territorio rebelde. Evitó que lo capturaran cabalgando a todo galope,<br />

y una vez fuera de peligro dejó "una gran pila de tortillas cerca de<br />

nuestro campamento para que la comieran cuando llegaran allí, pues uno<br />

debe ser cortés y agradable en todas las circunstancias" (Thompson, 1932,<br />

136).<br />

242<br />

.<br />

16 Sapper, 1904, 632. Sapper razonaba que "esta reputación y las escasas<br />

relaciones comerciales con los mayas independientes son quizá las<br />

principales razones por las cuates los viajeros científicos rara vez visitan<br />

estas regiones". El conde francés Maurice de Périgny, cuando exploraba<br />

Quintana Roo a fines de 1906 con el patrocinio del Ministerio de Educación<br />

Pública de Francia y la Société de Géographie, encontró mayas pacificados<br />

que estaban dispuestos a suministrar guías y porteadores para su investigación<br />

arqueológica en las zonas meridionales del territorio (Périgny,<br />

1908). Para viajar más al norte, sin embargo, acompañó a los soldados mexicanos<br />

y se trasladó de un puesto militar a otro, hasta llegar a Santa<br />

Cruz, ocupada desde hacía varios años por los militares mexicanos (Lemoine,<br />

1906, 485). Por último, el arqueólogo Raymond Merwin de la Expedición<br />

del Museo Peabody de 1912 desistió de extender sus investigaciones<br />

muy al norte de Bacalar a causa de la presunta amenaza planteada por los<br />

mayas aún hostiles de Santa Cruz (Raymond Merwin, The Ruins of the<br />

Southern Part of the Peninsula of Yucatan, with Special Reference to<br />

Their Place in the Maya Area" [manuscrito inédito, aproximadamente<br />

1913, TL], 6-7).<br />

17 Miller, 1889,23, 27.<br />

18 Ibid., 26.<br />

1 9 Véase, por ejemplo, Morley, 1917a, 191; Morley, Brainerd y Sharer,<br />

1983, 357-61.<br />

20 Stephens, 1843; 2:405-406,408.<br />

21 Lothrop, 1924,3; Le Plongeon, 1886, 65-66.<br />

22 Lapointe, 1983,94, 98,135,146.<br />

23 Holmes, 1895, 75.<br />

24 Véase Le Plongeon, 1886, 65-66; Thompson, 1888, 249; Howe, 1911,<br />

539-40.<br />

25 Howe, 1911,548.<br />

26 Ibid. 549-50.<br />

27 Lothrop, 1924, 41; Morley, Brainerd y Sharer, 1983, 595, 601; Gann,<br />

1924,106-107.<br />

28 Sylvanus Morley, citado en Hewett, 1936,161-62.<br />

29 Santa Fe New Mexican, 24 de julio de 1913,3.<br />

30 Morley, 1917a, 192-194; 1917b, 338. Morley no logró hallar la estela<br />

# 1, habiendo leído sobre ella en el célebre libro de Stephens pero sin saber<br />

que Howe y Parmelee la habían sepultado después de su frustrado intento<br />

de llevársela.<br />

31 Santa Fe New Mexican, 24 de julio de 1913,3.<br />

32 Morley, 1917a, 202; véase también, Morley 1917b, 338-339. Aparentemente<br />

las autoridades mexicanas de Santa Cruz de Bravo impidieron a<br />

la Expedición del Museo Peabody de 1913-14, integrada por Raymond Merwin<br />

y C. W. Bishop, visitar Tulum, pero la expedición exploró otras zonas<br />

más remotas de la costa caribeña de Quintana Roo, desde Cancún hasta la<br />

bahía de Ascensión (Morley, 1917a, 192; Jens Yde, "Architectural Remains<br />

Along the Coast of Quintana Roo; a Report of the Peabody Museum Expedition,<br />

1913-1914, compiled from the field notes of Raymond E. Merwin"<br />

[manuscrito inédito, 1941], TL).<br />

243


33 Catherwood, 1844, 23, re: lámina 23, "Castle, At Tuloom"; Howe,<br />

1911,549; Mason, 1927,89; Gann, 1924,106,133. Las exploraciones posteriores<br />

generaron nuevas ficciones. En 1918 Sylvanus Morley, John Held,<br />

Thomas Gann y otros exploraron Tulum y otras zonas de la costa caribeña<br />

de la Península de Yucatán. En un momento Morley y Held viajaron tierra<br />

adentro hasta la abandonada localidad'de Santa Cruz, y Gann escribió un<br />

breve pero vivido relato de su llegada a Santa Cruz, contando que él y los<br />

demás buscaron "a la única familia india 0 del lugar. "Ninguno de ellos entendía<br />

una palabra de ningún idioma salvo el maya. Sin embargo, fue fácil<br />

indicar nuestras necesidades: comida en abundancia, y pronto 9 (Gann,<br />

1924, 34). Tal vez Gann estuviera pensando en comida en ese momento,<br />

pero en tal caso lo hada a kilómetros de Santa Cruz, pues, según indica<br />

Morley en sus diarios, Gann no entró nunca allí (Sylvanus Morley, Diaries,<br />

10 de febrero de 1918, en Lister y Lister, 1970,72).<br />

34 Prince William [príncipe Guillermo de Sueña], 1922,105-107.<br />

35 Lothrop,1924,174,24.<br />

36 Mason, 1927,211-12.<br />

37 Mason, 1927,195-96,293; Villa, 1945,154. Hay otra versión de esta<br />

historia en Bartolomé y Barabas, 1977,61-63. La historia parece aludir al<br />

destino de los renegados españoles del siglo dieciséis Gerónimo de Aguilar<br />

y Gonzalo de Guerrero, en la aún no conquistada región maya de la costa<br />

este de Yucatán. Ambos fueron esclavizados por señores mayas, y Guerrero,<br />

según los cronistas españoles, al fin se casó con una "princesa" maya y<br />

se transformó en un célebre capitán durante las guerras mayas. Aguilar,<br />

por otra parte, fue rescatado por la expedición encabezada por Hernán<br />

Cortés, quien entonces iniciaba la conquista de México. Luego Aguilar desempeñó<br />

un importante papel en la conquista como intérprete de Cortés.<br />

38 Mason, 1927, 214; Adrian, 1924,236. He consultado una traducción<br />

inglesa inédita del artículo de Adrian, preparada por N. C. Leites en enero<br />

de 1937, RRP, 49/12.<br />

39 Compárense las fotos que hay frente a la pág. 108 de Prince William,<br />

1922 y la de Canul en la pág. 114 de Gann, 1928.<br />

40 Gann, 1928,114-15. Cuando visitó a Gann en las ruinas de Tulum,<br />

Canul llevó "un pañuelo de algodón, cuidadosamente envuelto en una tela<br />

limpia, que evidentemente consideraba su pertenencia más valiosa, y lo<br />

exhibió con gran orgullo. En él estaba estampada, en crudos colores, una<br />

imagen del rey Jorge y la reina María. Uno de sus hombres lo había comprado<br />

en Coroza! y se lo había llevado como obsequio". Canul quiso que<br />

Gann los fotografiara a él y su esposa sosteniendo la tela frente a ellos, Canul<br />

aferrando la parte del rey Jorge, su esposa la parte de la reina María.<br />

Pero la esposa de Canul no quiso saber nada, de modo que la foto que se<br />

tomó muestra a Gann en lugar de ella (Gann, 1928,115-16).<br />

41 Alfred Kidder escribió que en sus conferencias Morley a menudo aludía<br />

a los mayas como los griegos del Nuevo Mundo", una comparación inspirada<br />

por la elegancia de su escultura, pintura y arquitectura (Kidder,<br />

1959, 782; Morley, 1913,63).<br />

« Adrian, 1924,235,237.<br />

43 Sylvanus Morley, Diaries, 12,13, 15, 20 y 21 de febrero de 1922,<br />

244<br />

I<br />

APS; Adrian, 1924, 236. Gracias a los buenos oficios de esos contratistas<br />

de chicle, el geógrafo y botánico alemán H Adrian recibió autorización y<br />

asistencia de los mayas locales para atravesar los límites de la concesión y<br />

explorar la ruta terrestre que iba desde Boca Paila hasta Chichimila y Va-<br />

Uadolid, pasando por Chun Pom, Chun On y Yokdzónot, entre el 30 de<br />

agosto y el 15 de setiembre de 1922. Viajó en compañía de mayas de Chun<br />

Pom, entre ellos Juan Bautista Vega.<br />

44 Morley, 1913, 63, 65. La principal fuente de información biográfica<br />

acerca de Sylvanus Morley es Brunhouse, 1971. Muchos hoy otorgarían a<br />

las ruinas de Tikal, Guatemala, el honor de constituir el "mayor" centro<br />

del antiguo mundo maya.<br />

45 Acerca del estado de los conocimientos sobre los antiguos mayas en<br />

los años sobre los cuales escribo: Morley, 1915 y Morley, 1913.<br />

« Brunhouse, 1971,3-13; Morley, 1913,64.<br />

2. Reconocimiento clandestino<br />

1<br />

Morley tomó Santa Cruz por una localidad colonial de construcción<br />

española, aunque sabía que había sido un centro del Culto de las Cruces<br />

Parlantes de tiempos de la guerra (Sylvanus Morley, Diaries, 9 y 10 de febrero<br />

de 1918, en Lister y Lister, 1970,68-73).<br />

2<br />

Moisés Saenz, citado en la anotación del 23 de marzo de 1932 del<br />

"Diario etnológico de un viaje a Quintana Roo, 1932" de Alfonso Villa, RRP<br />

48/4. (A partir de ahora citado como Villa, DEL)<br />

3<br />

Avila, 1974,33-52.<br />

4<br />

Villa, DE1,24 de marzo de 1932; Alfonso Villa, " Quintana Roo. Datos<br />

generales", pág. 7, RRP 48/4. (A partir de ahora citado como Villa, DG.) En<br />

este manuscrito inédito Villa brinda un breve resumen de los hallazgos de<br />

su reconocimiento de 1932. De acuerdo con la historia oral de la Quintana<br />

Roo contemporánea, los ex rebeldes de Santa Cruz, encabezados por un tal<br />

Tomás Pat, se habían establecido cerca de Kanxoc, en un poblado llamado<br />

Xocen.<br />

6<br />

Avila, 1974,76; y de las evocaciones de personas a quienes entrevisté<br />

en la región.<br />

6<br />

Algunas plegarias mayas contemporáneas incluyen la repetición de<br />

nombres de deidades y súplicas dirigidas no sólo en las cuatro direcciones<br />

tradicionales de la cosmología maya, sino también hacia los múltiples altares<br />

de la geografía sagrada de los mayas rebeldes. Aunque en la práctica<br />

ritual y el discurso cotidianos Xcacal Guardia es un centro de culto o pueblo<br />

sagrado (santo kak), nunca se la menciona en tales plegarias, que en<br />

cambio invocan lugares sagrados como Santo Cah Noh Canta Cruz Balam<br />

Nah, Santo Cah Chun Pom, Santo Cah Chan Cah Veracruz, Santo Cah Tulum<br />

Cah, Santo Cah Xocen Cah (en Yucatán) y Santo Cah San Antonio<br />

(también en Yucatán). La exegesis nativa de la omisión de Xcacal Guardia<br />

aclara que dicho pueblo está representado por la mención de Noh Cah Santa<br />

Cruz Balam Nah, adonde las cruces más santas de Xcacal Guardia deberán<br />

regresar un día.<br />

245


7<br />

Shattuck, 1933,179.<br />

8<br />

Frans Blom, Field Diary of the Grey Memorial Expedition (copia dactilografiada),<br />

29 y 30 de julio de 1928, TU!<br />

9<br />

Ricketson y Kidder, 1930, 200. Kidder escribió que el túmulo apareció<br />

a unos 50 kilómetros al este de la posición donde el mapa registraba el<br />

lago Cinchan Hanab" (es decir, la laguna Chichankanab). Los mapas más<br />

detallados y precisos de esa región hoy sitúan el poblado de Xcacal Guardia<br />

a unos 50 kilómetros del lago, y hay destacadas ruinas prehispánicas<br />

en varios sitios de las inmediaciones (Secretaría de Programación y Presupuesto,<br />

Carta Topográfica 1:250.000, Felipe Carrillo Puerto El 61).<br />

10<br />

Redfield a Villa, 23 de noviembre de 1931, y Villa a Redfield, 15 de<br />

diciembre de 1931 y I s de marzo de 1932, RRP 50/2 y 3. Las localidades visitadas<br />

a fines de marzo y principios de abril incluían Xpichil, Xiatil, Dzula,<br />

Yo'actun, Sáhcabchen, Chanchen, San Ignacio (Mixtequilla), Komchen,<br />

Chunbalche, Yokdzonot, Yaxche, Xhazil, San Pedro, Kopchen, Petcacab,<br />

Pom, Chunhuas, Tzucun, Chunkuiche, Señor, Tuzik, otra Yokdzonot y otra<br />

Yaxche. Otros asentamientos visitados incluían Santa Cruz, así como comunidades<br />

yucatecas entre territorio rebelde y el estado de Yucatán.<br />

11<br />

Villa, DEL 16 de marzo de 1932.<br />

12 Ibtd., 2 de abril de 1932.<br />

13 Ibíd., 18 de marzo de 1932.<br />

14 Ibtd., 29 de marzo de 1932.<br />

16<br />

Sapper, 1904, 629. La mayor parte del chicle de Quintana Roo iba a<br />

manufactureros norteamericanos a través de reexportadores de Honduras<br />

Británica (Hoar, 1924,7).<br />

16 Véase ibid., 1924,5.<br />

17 Villa, 1939,235.<br />

18 Villa, DE1,24 de marzo de 1932.<br />

i» Ibíd.,1* de abril de 1932.<br />

20<br />

Ibtd., 2 de abril de 1932; Alfonso Villa, "Notas preliminares", pág. 1,<br />

RRP 49/2. (A partir de ahora citado como Villa, NP.) Estas son las primeras<br />

páginas del original español de Alfonso Villa, "Field Notes. Alfonso Villa<br />

Quintana Roo Trip, December, 1932. Preliminary Notes". (À partir de<br />

ahora citado como Villa, FN.)<br />

21 Villa, NP, 2; Redfield, 1941.<br />

22 Villa a Redfield, 10 y 22 de abril de 1932, RRP 50/3; Villa, NP, págs.<br />

1-3 y 14 de diciembre de 1932; Redfield a Villa, 4 de setiembre de 1932,<br />

RRP 50/3.<br />

23 Villa, FN, 13 de diciembre de 1932.<br />

24 Ibíd., 10-12 de diciembre de 1932; Villa a Redfield, "Lista de Gastos",<br />

RRP 50/3.<br />

25 Ibíd., 18 y 14 de diciembre de 1932.<br />

26 Ibíd., 31 de diciembre de 1932.<br />

27 Villa, NP, págs. 4-5.<br />

28 Villa, FN, 17 y 30 de diciembre de 1932.<br />

29 Ibíd., 31 de diciembre de 1932.<br />

30<br />

Ibíd., 12 de diciembre de 1932 y 3 de enero de 1933.<br />

31 Ibíd., 19 de diciembre de 1932.<br />

246<br />

32 Alfonso Villa, "Notes Regarding Third Trip to Quintana Roo, February,<br />

1933°, págs. 2-3, RRP 49/3. (A partir de ahora citado como Villa,<br />

N.)<br />

33 Villa, FN, 14 de diciembre de 1932.<br />

34 Ibíd., 21 y 31 de diciembre de 1932.<br />

35 Ibíd., 17 de diciembre de 1932.<br />

36 Ibíd., 6 de enero de 1933; Villa, NP, pág. 5.<br />

3. Ilusiones de alianza<br />

1 Tal vez esto fue lo que los extranjeros dijeron a los mayas, pues nótese<br />

que Robert Redfield escribió, a manera de introducción a su artículo<br />

"The Maya and Modern Civilization*: "El nombre "maya' está tan asociado<br />

con ruinas antiguas y con el misterio de gentes desaparecidas que, antes<br />

de describir ciertos planes de investigación de la Institución Carnegie de<br />

Washington, quizá debamos aclarar que los mayas no están extinguidos"<br />

(1933,16).<br />

2 Véase Villa, 1945, 96, y Burns, 1977, 267-68. Algunos mayas de la<br />

época también llamaban a los norteamericanos ëakpo'ol, "cabezas rojas"<br />

(Adrian, 1924,247).<br />

3 Villa, DE1,14 y 15 de marzo de 1932; Escalona, 1940; Larsen, 1964.<br />

4 En una carta escrita a mediados del siglo diecinueve al gobernador<br />

de Yucatán, los mayas rebeldes mencionaban que su divino patrono había<br />

descendido al mundo en "Chichón", presuntamente Chichón Itzá (Bricker,<br />

1981,215). Se dice que una carta similar declara que los rebeldes procuraban<br />

"ponerse de acuerdo con un gobernador que se hallaba en las ruinas de<br />

Chichen" (Baqueiro, 1879,391). Los únicos manuscritos del género Chilam<br />

Balam localizados hasta ahora en el centro de Quintana Roo no mencionan<br />

a los itzas ni Chichén Itzá. En cuanto al Chilam Balam de Tuzik, Villa observó:<br />

"Hoy el texto de este manuscrito no tiene significación esotérica ni<br />

política para los nativos de X-Cacal. Su dueño actual, el secretario Yum<br />

Toi' [Apolinario Itza] solo pudo decirme que es un 'papel muy viejo escrito<br />

por Dios' * (1945, 73). Por último, en cuanto a la arcada de la hacienda de<br />

Chichén Itzá, véase Thompson, 1932,249-50.<br />

5 Véase, por ejemplo, Villa, 1945,55.<br />

6 Morley a Redfield, 6 de febrero de 1935, RRP 22/11.<br />

7 Villa, 1945,96,164.<br />

8 /otó., 161.<br />

9 Ibíd., 96. Las figuras aludidas son las del llamado "dios buceador",<br />

que adornan la Estructura 16 y que los estudiosos han interpretado como<br />

representaciones de la deidad Venus y/o el dios abeja (Morley, Brainerd y<br />

Sharer, 1983,359). En cuanto al oak winkob, véanse los cuentos mayas publicados<br />

en Redfield y Villa, 1934,331, y Villa, 1945,154.<br />

10 Oficiales a Morley, 18 de noviembre de 1934, CIW-PM. A menos que<br />

se indique lo contrario, las citas de estas cartas remiten a las versiones originales,<br />

es decir, los manuscritos mayas de los oficiales o los manuscritos<br />

en inglés de Morley.<br />

247


Las cartas que intercambiaron Sylvanus Morley y los oficiales mayas<br />

de Xcacal Guardia se encuentran en un archivo titulado "Correspondence<br />

between S. G. Morley and Various Maya Indian Chiefs from Xcacal to [sic]<br />

the Territory of Quintana Roo, Mexico, and Various Associated Villages,<br />

from November 1934 to June 2, 1936". En ese archivo se incluyen traducciones<br />

inglesas (y a veces españolas) de las cartas mayas. Por razones aclaradas<br />

en este libro, fue preciso retraducir las cartas y, a menos que se indique<br />

lo contrario, los fragmentos citados son traducciones del maya realizadas<br />

por el autor. Inicialmente trabajé con fotocopias de las cartas mayas<br />

originales y con copias en carbónico de las cartas de Morley a los oficiales<br />

mayas que puso a mi disposición el doctor Grant Jones, cuya colaboración<br />

agradezco.<br />

11 Alfonso Villa, Census, CIW-PM. Se trata de una compilación en inglés<br />

de los censos efectuados por Villa en los poblados de Xcacal Guardia<br />

durante setiembre de 1935.<br />

12 Villa, 1945, 48-49; Alfonso Villa, Census, CIW-PM.<br />

13 Alfonso Villa, "Diario etnográfico", 12 de febrero de 1936, RRP 49/6-<br />

7. Se trata del diario de la investigación de campo de Villa en 1935-36, con<br />

base en el poblado de Tuzik, Quintana Roo (a partir de ahora citado como<br />

Villa, DEg). Villa, DG, pág. 6; Villa, FN, 30 de diciembre de 1932; Prans<br />

Blom, Field Diary of the Grey Memorial Expedition, 29 de julio de 1928,<br />

TU.<br />

14 Villa, 1945, 48-49,161.<br />

15 Las traducciones de Morley fueron realizadas por Pedro Castillo de<br />

Dzitas, Yucatán, Edilberto Ceme de Chan Kom, Yucatan, y al menos en<br />

una ocasión por el ahijado de Morley, Isidro Criollo (Morley a oficiales, 22<br />

de marzo de 1929 [sic, pero corresponde 1939], CIW-PM. Pedro Castillo,<br />

quien se crió en Pencuyut, una localidad del oeste de Yucatán, era un ex<br />

seminarista católico y maestro que sabía maya yucateco, español e inglés<br />

(Larsen, 1964, 22; Willard, 1941, 39, 103). Evidentemente Castillo realizó<br />

sus traducciones deprisa, sin tomarse más tiempo para verter el inglés de<br />

Morley al maya, observó una vez Morley, "del que me llevaba a mí redactar<br />

en inglés" (Sylvanus Morley, Diaries, 14 de marzo de 1935, dW-PM). En<br />

cuanto a Ceme, conocía maya yucateco y quizá también español, pero probablemente<br />

era mucho menos culto que Castillo (Villa, 1945, vii; Redfield y<br />

Villa, 1934, 17). Ceme no sólo tradujo en ocasiones para Morley, sino que<br />

fue guía y asistente de Villa durante los viajes por Quintana Roo, y Villa<br />

opina que "contribuyó de manera significativa a que nuestros viajes por la<br />

selva tupida y hostil resultasen mucho menos difíciles" (1945, vii).<br />

16 En 1928 el general maya Francisco May llegó a ciertos acuerdos con<br />

el jefe de operaciones militares del territorio y el gobernador de Quintana<br />

Roo, y entre otras cosas se prohibió izar banderas que no fueran las de la<br />

República de México. Los acuerdos estipulaban que era lo único que los gobiernos<br />

federal y territorial "castigarían muy severamente", como acto de<br />

traición (Avila, 1974, 115). Un oficial de Xcacal Guardia, Pantaleón May,<br />

asistió a esas reuniones con el gobernador Siurob (González, 1977, 76-77).<br />

Los oficiales contemporáneos de Xcacal Guardia dicen que el general May<br />

una vez recibió una bandera británica de ingleses de Coroza!, Honduras<br />

248<br />

Británica, aunque, basándose en sus conversaciones con el gobernador de<br />

Honduras Británica en 1918, Morley había entendido que era el hermano<br />

del general May quien el año anterior había encabezado una delegación<br />

que fue en busca de la bandera y la protección británica para Santa Cruz<br />

(Sylvanus Morley [Mérida, Yucatán] a "Taro", 31 de marzo y 29 de abril de<br />

1918, caja 1101, ítem 98 [Intelligence Division, Naval Attaché Reports,<br />

1886-1939], grupo 38 [documentación general del jefe de Operaciones Navales],<br />

NA). Cuando los mexicanos se enteraron de esto, cuenta la versión<br />

maya, exhortaron al general a realizar un viaje a Ciudad de México, donde<br />

lo agasajaron y desde donde regresó para izar la bandera mexicana sobre<br />

Santa Cruz. La anécdota sugiere que la solicitud de una bandera en la década<br />

de 1930 era al menos en parte un gesto de los oficiales contra el general<br />

May. Algunos mayas de Quintana Roo central obtuvieron enseñas británicas<br />

y las izaron en sus localidades de todos modos (Pacheco, 1947,145-<br />

46). Y en 1957 un grupo de mayas de la región de Santa Cruz viajó a Belice<br />

para ver a la princesa Margarita, entonces de visita, "con objeto de rendirle<br />

pleitesía y reiterarle su inquebrantable lealtad, ya que era la Tiermana<br />

de su majestad'" (Villa, 162, 227).<br />

17<br />

Oficiales a Morley, 3 de mayo de 1935, CIW-PM; véase también Villa,<br />

1945, 49.<br />

18<br />

Bricker, 1981,192n.<br />

is Ibíd., 191-92.<br />

20 Baqueiro, 1879, 389; Villa, 1945,161.<br />

21 Traducción inglesa de Morley de la carta de los oficiales a Morley, 18<br />

de noviembre de 1934, CIW-PM.<br />

22 Morley a Redfield: 6 de febrero de 1935, RRP 22/11; versión<br />

dactilografiada de la traducción maya de la carta de Morley a los oficiales,<br />

21 de noviembre de 1934, CIW-PM.<br />

23<br />

Morley a Kidder, citado en Redfield a Villa, 28 de noviembre de 1934,<br />

RRP 50/5.<br />

24 Oficiales a Morley, 9 de febrero de 1935, CIW-PM.<br />

25 Traducción inglesa de Morley de la carta de los oficiales a Morley, 9<br />

de febrero de 1935, CIW-PM.<br />

26 Morley a Redfield, 6 y 19 de febrero de 1935, RRP 22/11.<br />

27 Ibíd., 19 de febrero de 1935, RRP 22/11.<br />

28 Las cartas intercambiadas entre Morley y los oficiales mayas incluyen:<br />

Cituk y otros a Morley, 18 de noviembre de 1934; Morley a Cituk y<br />

otros, 21 de noviembre de 1934; Cituk y otros a Morley, 9 de febrero de<br />

1935; Barrera y otros a Morley, 3 a 9 de mayo de 1935 (cuatro partes, falta<br />

una parte); Cituk y otros a Morley, 13 de junio de 1935; Morley a Cituk, 2<br />

de julio de 1935; Huuh a Morley, 20 de setiembre de 1935 (dos partes); Zuluub<br />

a Morley, 20 de setiembre de 1935 (siete partes); Morley a Cituk y<br />

otros, 11 y 23 de octubre de 1935; Barrera y otros a Morley, 25 de noviembre<br />

de 1935 (tres partes); Morley a Barrera y otros, 6 de diciembre de 1935;<br />

Barrera y Zuluub a Morley, 2 de junio de 1936; Barrera y otros a Morley, 5<br />

de junio de 1936; Itza a Morley, 15 de agosto de 1936; Morley a oficiales, 28<br />

de enero de 1938; Morley a Cituk y otros, 22 de marzo de 1929 (sin duda<br />

1939). Los textos de las cartas existentes sugieren que está completo el<br />

249


conjunto correspondiente a 1934-1936, excepto una parte faltante en la correspondencia<br />

del 3 al 9 de mayo de 1935. El archivo del Museo Peabody<br />

incluye también sobres de la correspondencia de los oficiales mayas, una<br />

traducción inglesa de parte del Chilam Balam de Tuzik y una carta de Pedro<br />

Castillo a Moriey.<br />

29 Oficiales a Moriey, 3 de mayo de 1935, CIW-PM.<br />

30 Traducción española de Moriey de la carta de los oficiales a Moriey, 3<br />

de mayo de 1935, CIW-PM.<br />

31 Redfield a Moriey, 14 de febrero de 1935, RRP 22/11.<br />

32 Villa, FN, 15 de diciembre de 1932; Villa, 1945, 44; Villa, DE1, 2 de<br />

abril de 1932.<br />

33 Villa, DEg, l 9 y 3 de setiembre de 1935.<br />

34 Villa a Redfield, 6-10 de setiembre de 1935, RRP 50/6; Villa, DEg, 5<br />

de setiembre de 1935.<br />

35 Villa, DEg, 3, 6 y 9 de setiembre de 1935; Villa a Redfield, 6 de setiembre<br />

de 1935, RRP 50/6.<br />

36 Villa, DEg, 5 de setiembre de 1935.<br />

37 Villa, DEg, 10 de setiembre de 1935; Villa a Redfield, 6-10 de setiembre<br />

de 1935, RRP 50/6.<br />

38 Versión dactilografiada de la traducción maya de la carta de Moriey<br />

a Cituk, 2 de julio de 1935. Esta carta es una de las tres que hallé en Quintana<br />

Roo entre los restos del archivo personal del difunto escriba Apolinario<br />

Itza. No he localizado un original inglés ni copias de la versión maya<br />

entre los papeles de la sucesión de Moriey ahora depositados en varias localidades<br />

de los Estados Unidos. Sólo la primera página de una carta que<br />

obviamente tenía varias páginas se halló en Quintana Roo. Y es posible<br />

que la fecha que yo leí como 2 de julio sea en realidad 20 de julio.<br />

39 Villa a Redfield, 6-10 de setiembre de 1935, RRP 50/6; Villa DEg, 6<br />

de setiembre de 1933.<br />

40 Villa, FN, 22 de diciembre de 1932.<br />

41 Villa a Redfield, 6-10 de setiembre de 1935, RRP 50/6; Villa, DEg, 6<br />

de setiembre de 1935.<br />

42 Villa, DEg, 10 de setiembre de 1935.<br />

43 Ibid., Villa a Redfield, 6-10 de setiembre de 1935, RRP 50/6.<br />

44 Villa, DEg, 10 de setiembre de 1935.<br />

« Ibíd., 11 de setiembre de 1935.<br />

45 Ibíd., 7 de octubre de 1935; Moriey a Redfield, 13 de octubre de 1935,<br />

y Redfield a Villa, 5 de octubre de 1935, RRP 22/11 y 50/6.<br />

47 Villa a Redfield, 6-10 de setiembre de 1935; Redfield a Villa, 5 de octubre<br />

de 1935, y Moriey a Redfield, 13 de octubre de 1935, RRP 50/6 y<br />

22/11; véase también Moriey a Merriam, 13 de octubre de 1935, CIW.<br />

4. La súplica de Zuluub<br />

1 Villa, DE1,18 de marzo de 1932.<br />

2 Para la versión de los hechos según Zuluub, véase Larsen, 1964, 38-<br />

39. Otras fuentes publicadas comentan al menos brevemente el incendio<br />

250<br />

I<br />

de Dzula, incluidas Villa, 1945, 33; González, 1977, 80-81; y Pacheco 1934,<br />

17, 78-79.<br />

3<br />

Zuluub a Moriey, 20 de setiembre de 1935, CIW-PM. Todas las palabras<br />

de Zuluub citadas en este capítulo están extraídas de esta carta; las<br />

traducciones son del autor.<br />

4 Villa, Census, CIW-PM; Villa, 1945,48.<br />

5<br />

Villa, 1945, 66, 68. Véase también Sapper, 1904, 629; Hoar, 1924, 5;<br />

Gann, 1918,18. Durante esta primera década del siglo una gran empresa,<br />

la Compañía Colonizadora, pudo trabajar sólo una veintena de kilómetros<br />

cuadrados de una concesión gubernamental de seis mil kilómetros cuadrados,<br />

a causa de la acción de los "indios hostiles" (Arnold y Frost, 1909,158-<br />

59).<br />

6<br />

Villa, 1945,62.<br />

7<br />

Respecto del general May y la explotación del chicle, véase por ejemplo<br />

Villa, 1945, 31-32; Reed, 1964, 251-54; Basauri, 1930, 21.<br />

8<br />

Avila, 1974, 53-54.<br />

9<br />

Villa, 1945, 32.<br />

io Huuh a Villa, 20 de setiembre de 1935, CIW-PM.<br />

11<br />

Respecto de la destrucción de maizales y depósitos de alimentos durante<br />

la guerra, véase Ancona, 1889, 4:139, 197, 243, 258, 273-74. El saqueo<br />

de granjas mayas fue, según Ancona, un obstáculo importante para<br />

las negociaciones, con mediación británica, entre los mayas rebeldes y el<br />

gobierno de Yucatán durante noviembre de 1849 (1889,4:273). En cuanto a<br />

la situación de 1909, véase Arnold y Frost, 1909,159.<br />

12<br />

Villa, DEg, 10 de setiembre de 1935. Véase también Moriey a Me­<br />

rriam, 9 de diciembre de 1935, CIW.<br />

1 3 Villa a Redfield, 12 de diciembre de 1935, RRP 50/6.<br />

5. Tratamiento regio<br />

1 Moriey a oficiales, 11 y 23 de octubre de 1935, CIW-PM; Moriey a<br />

Merriam, 9 de diciembre de 1935, CIW.<br />

2 Villa, 1945, 23, 72; Villa, DEg, 5 de noviembre de 1935.<br />

3 Oficiales a Moriey, 25 de noviembre de 1935, CIW-PM.<br />

4 Villa, DEg, 5 de diciembre de 1935; Moriey a Merriam, 9 de diciem­<br />

bre de 1935, CIW.<br />

5 Moriey a Merriam, 9 de diciembre de 1935, CIW; Villa, DEg, 6 de no­<br />

viembre y 5 de diciembre de 1935.<br />

6 Villa, DEg, 5 de diciembre de 1935; Moriey a Merriam, 9 de diciem­<br />

bre de 1935, CIW.<br />

7 Villa, DEg, 5 de diciembre de 1935.<br />

8 Palacios, 1935; Moriey, 1927, 233; también los informes anuales del<br />

proyecto de Chichén Itzá publicados en el anuario de la Institución Carnegie<br />

desde 1924 en adelante.<br />

9 Véase, por ejemplo, Moriey, 1913, 79-80.<br />

10 Kidder, 1930,99; Norman, 1843,109.<br />

11 Kidder, 1930,99.<br />

251


f-mv<br />

çmppyiçr'xf<br />

12 Respecto de historias acerca de un rey maya y criaturas de épocas<br />

pasadas, hay muchas referencias y versiones publicadas. Respecto de la raza<br />

antigua, véase Burns, 1983, 74-78; Villa, 1945,153-54; Redfíeld y Villa,<br />

1934, 331, 336. Respecto de los seres subterráneos, a veces llamados itza,<br />

véase Maler, 1944,8; Villa, 1945,153; Redfíeld y Villa, 1934, 331; Bartolomé<br />

y Barabas, 1977,61-63; Gann, 1926,93. Una proclama de la Guerra de<br />

Castas dirigida por los líderes rebeldes a los aldeanos mayas aparentemente<br />

hacía referencia a un "gobernador que se hallaba en las ruinas de<br />

Chichén", quien los ayudaría en su lucha (Baqueiro, 1879,391). Acerca de<br />

las serpientes emplumadas de Chichén Itza, véase Redfíeld y Villa, 1934,<br />

335. Al menos dos versiones de las historias sobre el rey hablan de su llegada<br />

ante la aparición de extranjeros benévolos, diversamente identificados<br />

como "hombres rojos", "los que pueden leer los escritos antiguos" (es<br />

decir, los jeroglíficos), "gentes altas con ojos como ojos de abejas" (Villa,<br />

1945,154; Redfíeld y Villa, 1934, 331-32). Algunas versiones cuentan que<br />

el rey vive en Coba, no en Chichén Itzá (Villa, 1945,153; Maler, 1944, 8;<br />

Redfíeld, 1933,23).<br />

i 3 Villa, DEg, 6 de diciembre de 1935.<br />

14 Ib(a\\ Villa, 1945, vi; Morley a oficiales, 6 de diciembre de 1935, CIW-<br />

PM; véase también Brunhouse, 1971,262-64.<br />

15 Villa, DEg, 6 de diciembre de 1935.<br />

16 Morley a Merriam, 9 de diciembre de 1935, CIW; Villa, DEg, 6 de diciembre<br />

de 1935.<br />

17 Villa, DEg, 26 de setiembre y 8 de diciembre de 1935; Brunhouse,<br />

1971,264.<br />

*• Morley a oficiales, 6 de diciembre de 1935, CIW-PM.<br />

19 Supongo que la parte inicial del párrafo es koma'an, que se refiere a<br />

caminos abiertos (Barrera, 1980,230). Tal vez el traductor de Morley quiso<br />

traducir la palabra inglesa peace con la palabra maya hunolal, "paz", pero<br />

los oficiales mayas habrían usado la palabra española paz. En la versión<br />

original inglesa de la carta de Morley la palabra peace aparece varias veces<br />

y está diversamente trasladada al maya como homonolal, tibil be ("virtud",<br />

"rectitud") yyacunahil ("amor", "amor fraternal", etc.).<br />

20 Morley a Merriam, 9 de diciembre de 1935, CIW.<br />

21 Villa, DEg, 25 de enero de 1936. Villa no quería abandonar Tuzik por<br />

la cantidad de días que le habría llevado viajar hasta Payo Obispo, ver al<br />

general Melgar y retornar. Así que pidió a Morley que telegrafiara al general<br />

en su nombre (Villa a Redfíeld, 2 de febrero de 1936, RRP 50/7). Morley<br />

accedió, pidiendo a Melgar "su cooperación para llevar a cabo el programa<br />

de investigaciones científicas de la Institución en Quintana Roo, explicando<br />

la índole de ella". Melgar despachó un telegrama a las autoridades de<br />

Santa Cruz pidiéndoles que prestaran toda su ayuda en las investigaciones<br />

de Alfonso Villa. Envió una copia de ese mensaje; junto con "un telegrama<br />

muy cordial" a Chichén Itzá, para Morley. Morley a la vez telegrafió agradeciendo<br />

a Melgar "su generosa cooperación en bien del público" (Morley a<br />

Merriam, 21 de febrero de 1936, CIW). Acerca de los federales involucrados<br />

en la construcción de carreteras en la región, véase Villa, DEg, 28 de<br />

enero y 12 de abril de 1936.<br />

252<br />

22 Villa, DEg, 29 de enero y 10 de febrero de 1936.<br />

23 Para elaborar la siguiente descripción de la visita de Morley a Xcacal<br />

Guardia recurrí a relatos de Morley, Larsen y Villa: Morley a Merriam, 12<br />

de marzo de 1936, RRP 22/11; Larsen, 1964; Villa, DEg, 29 de febrero a 5<br />

de marzo de 1936; Villa, 1945,125-31. Lamentablemente, los tres no concuerdan<br />

en la cronología de los hechos durante el festival. La narración de<br />

Villa parece ser la más confiable en este sentido; a fin de cuentas, era su<br />

tarea realizar observaciones precisas y tomar buenas notas, y pudo anotar<br />

sus evocaciones un poco antes que los demás, que tuvieron que regresar caminando<br />

hasta Chichén Itzá. Lo he seguido muy de cerca, aunque por momentos<br />

su versión de la secuencia de los hechos no tiene sentido (por ejemplo,<br />

el momento en que Morley presentó los obsequios al sumo sacerdote),<br />

en cuyo caso he confiado en Morley y Larsen. Estos dos relatos no son independientes<br />

entre sí, y sospecho que el diario de Larsen estuvo influido por<br />

la carta de Morley a Merriam que ella dactilografió, y donde Morley anotó<br />

sus propias evocaciones. Mi reconstrucción es pues una combinación que<br />

no se corresponde exactamente con ninguna de las tres versiones disponibles,<br />

y menciono fuentes específicas sólo en caso de citas directas.<br />

24 Larsen, 1964,10.<br />

26 "Informe reglamentario que rinde el C. Delegado del Departamento<br />

Agrario en el Territorio de Q. Roo...", sin fecha (aunque se dan cifras de un<br />

censo tomado el 5 de mayo de 1937), archivo 23:25699 (Tlhosuco), SRA;<br />

Larsen, 1964,13.<br />

2« Larsen, 1964,14-15.<br />

27 Villa, 1945, 43; Villa a Redfíeld, 6-10 de setiembre de 1935, RRP<br />

50/6.<br />

23 Villa, 1945,126.<br />

29 Larsen, 1964,20.<br />

30 Así, al menos, le pareció a Helga Larsen (1964,30).<br />

31 Morley a Merriam, 12 de marzo de 1936, RRP 22/11.<br />

32 Villa, 1945,127.<br />

33 Villa, DEg, 1« de marzo de 1936; Villa, 1945,127.<br />

34 Villa, 1945,123; Larsen, 1964; Morley a Merriam, 12 de marzo de<br />

1936, RRP 22/11.<br />

35 Al menos, eso creo que habrían hecho, basándome en las muchas ceremonias<br />

matan que he presenciado, aunque Villa y Morley habían quedado<br />

rezagados en la procesión y no tuvieron una buena vista de lo que sucedía<br />

en la iglesia.<br />

88 Larsen, 1964,30.<br />

37 Morley a Merriam, 12 de marzo de 1936, RRP 22/11; Larsen, 1964,<br />

32; Villa, DEg, 2 de marzo de 1936.<br />

88 Villa, 1945,131.<br />

* Larsen, 1964,36.<br />

40 Morley a Merriam, 12 de marzo de 1936, RRP 22/11.<br />

41 Villa, 1945,131.<br />

42 Larsen, 1964,32-33,39-40.<br />

43 Morley a Merriam, 12 de marzo de 1936, RRP 22/11.<br />

44 Las versiones orales de la preparación y entrega de las cruces de "ju-<br />

253


amento" no especificaban la fecha precisa del acontecimiento. Tampoco he<br />

podido descubrir qué pasó con las cruces. Quizá la historia sea apócrifa.<br />

« Villa, DEg, 3 de abril de 1936; Villa a Redfield, 3 de abril de 1936,<br />

RRP 50/7.<br />

46<br />

Villa, DEg, 19 de enero y 25 de abril de 1936; Villa a Redfield, 20 de<br />

abril de 1936, RRP 50/7.<br />

47 Oficiales a Morley, 5 de junio de 1936, CIW-PM.<br />

6. Amenaza y cortejo<br />

1<br />

William Stevenson (superintendente de Honduras Británica) a Percy<br />

M. Doyle (ministro plenipotenciario de su majestad británica en México), 7<br />

de octubre de 1856, 50/362, sección Foreign Office, PRO. Estoy agradecido<br />

a la doctora Victoria Bricker, quien puso a mi disposición copias de este y<br />

otros documentos del Foreign Office citados en este libro.<br />

2<br />

Rogers, 1885, 226. El superintendente de Honduras Británica, al menos,<br />

entendía cuan limitadas eran sus opciones. "Los indios no tienen derecho<br />

reconocido al territorio que habitan. Podríamos echarlos fácilmente de<br />

las ruinas de Bacalar; podríamos tomar Santa Cruz, aunque la marcha por<br />

la selva nos costaría algunas vidas; podríamos tomar cualquiera de sus<br />

puestos. ¿Y luego qué? Sólo estaríamos reprimiendo una rebelión mexicana,<br />

y así nos haríamos responsables en cierta medida del uso que las desdichadas<br />

autoridades yucatecas harían del poder tan imprevistamente recobrado.<br />

Pero entretanto los indios, unos 20.000 de los cuales están alzados<br />

en armas, cuyas tropas marchan 50 kilómetros diarios en los angostos senderos<br />

forestales, serían intangibles pero ubicuos en el [Río] Hondo. Cada<br />

balsa de caoba tendría que ir fortificada, e incluso la tripulación de buques<br />

armados podría ser atacada por tiradores invisibles que acecharían entre<br />

las raíces de mangle, en las cuales ningún soldado civilizado podría alcanzar<br />

al indio fugitivo. Las dificultades políticas y naturales de una guerra<br />

india en nuestra frontera me parecen de tal magnitud que haré todo lo posible<br />

de mi parte para impedir que ocurra. Pero los salvajes no se dejan<br />

ablandar por la amabilidad, y el mejor modo de preservar la paz de la colonia<br />

[Honduras Británica] es aparentar que le damos menos importancia<br />

que a la preservación de nuestros derechos" (Frederick Seymour al gobernador<br />

Darling 17 de mayo de 1858, 39/5, sección Foreign Office, PRO).<br />

3<br />

Gann, 1928, 128. Gann continuaba: "Lo máximo que pudimos obtener<br />

de Canul fue un: 'Bien, si son ustedes tan valientes como para visitar<br />

la iglesia, no tengo «órdenes» de detenerlos'. Dijo esto con un destello glacial<br />

y maligno en los ojos, y pensé que miraba de soslayo los cuatro Winchester<br />

cargados que había junto a la puerta" (1928,128-29).<br />

4<br />

Versión dactilografiada de la traducción maya de la carta de Morley<br />

a los oficiales, 21 de noviembre de 1934, CIW-PM.<br />

5<br />

Villa, 1945,96.<br />

6<br />

Oficiales a Morley, 13 de junio de 1935. CIW-PM.<br />

7<br />

Ibíd. 3 de mayo de 1935, CIW-PM.<br />

8<br />

Villa, 1945, 96.<br />

254<br />

1<br />

9<br />

Traducciones mayas de Morley a oficiales, 21 de noviembre de 1934,<br />

CIW-PM.<br />

io Oficiales a Morley, 2 de junio de 1936, CIW-PM.<br />

il Ibtd., 15 de agosto de 1936, CIW-PM.<br />

12<br />

El maya yucateco tiene medios para efectuar una referencia más precisa<br />

a las clases de amor, incluyendo complejas construcciones que en contextos<br />

apropiados pueden denotar, amor filial, amor servil, amor divino y<br />

misericordia, lascivia, narcisismo, codicia, amor mutuo y más. Pero los traductores<br />

no explotaron mucho estos recursos.<br />

13<br />

Parafraseado a partir de Andrade, 1971, texto 6, "El hombre del pene<br />

chico", compilado alrededor de 1930.<br />

i* Burke, 1969,208.<br />

1 5 Gumperz, 1972,16; véase también, Gumperz, 1982.<br />

16 Burke, 1969,115.<br />

17 Redfield y Villa, 1934,97.<br />

18 Andrade, 1977, textos 14, 18, 80; Barrera, 1965; Brasseur de Bourbourg,<br />

1872,120-21; Edmondson, 1982; Edmondson y Bricker, 1985, 52.<br />

1 9 En otra ocasión Villa se sorprendió al ver que su viejo amigo y asistente<br />

maya se despedía de la esposa con un beso. "Como para mi vista era<br />

completamente nuevo, aproveché la primera oportunidad para interrogar a<br />

Edilberto sobre la razón de esta nueva forma de expresar su afecto, respondiéndome<br />

textualmente: Tues, como los de Chan Kom ya hemos visto<br />

los modos de los hombres civilizados, ya empezamos a besar a nuestras esposas<br />

y a nuestros hijos. Antes no lo hacíamos porque estábamos muy atareados.<br />

Pero hoy, ya lo hacemos yo, los Tamay, D. Tus' y creo hasta Adolfo'."<br />

(Villa a Redfield, 6-10 de setiembre de 1935, RRP 50/6).<br />

20 Redfield y Villa, 1934,97.<br />

21 Andrade, 1977, textos 15 n.3 y 18 n.l y n.4.<br />

22 Burns, 1973,67-68.<br />

23<br />

Un estudio reciente, Holmes, 1978, constituye un progreso importante<br />

en el campo de estos importantes tópicos. Véase también Elmendorf,<br />

1972.<br />

24 Baqueiro, 1879,147.<br />

25<br />

Ibíd., 442. La carta del comandante indio se halla entre los documentos<br />

de la Yucatan Collection on Microfilm de University of Alabama Libraries,<br />

filme Yuc. 1, rollo 3 (Bingham, 1972). Allí se encontró sólo la traducción<br />

española de la carta de José María Tzuc, así que me apoyo en otras<br />

cartas en maya yucateco de ese período para establecer que la palabra española<br />

amar reflejaba el original yucateco yakunah.<br />

26 Baqueiro, 1879, 396,400.<br />

27<br />

La última página de la carta, que contendría las palabras finales y la<br />

firma de José María Tzuc, aparentemente no fue microfilmada. He completado<br />

el cierre, con la interpolación "mi corazón" basada en frases similares<br />

de este texto y otras cartas mayas.<br />

28<br />

Baqueiro, 1879,160. En 1849 los defensores de Bacalar habían aceptado<br />

una similar oferta de rendición y se marcharon a salvo de la zona de<br />

guerra (Baqueiro, 1879,149-51).<br />

29 /oíd., 439.<br />

255


30 Burke, 1969,110-14.<br />

31 Baqueiro, 1879, 168.<br />

32 Frederick Seymour al gobernador Darling, 13 de marzo de 1858,<br />

39/5, sección Foreign Office, PRO.<br />

33 En una ocasión Villa reprochó a Morley haber dado 24 pesos a un visitante<br />

maya, señalando que ^os indios se iban a acostumbrar a recibir sin<br />

motivo alguno tales cantidades, rehusando después obsequios de poco valor".<br />

Villa le dijo a Morley que en esta oportunidad reembolsaría el gasto<br />

en que Morley había incurrido para apoyar la investigación de Villa, pero<br />

que "en adelante, era mejor halagar a tales indios con obsequios menos<br />

costosos y de utilidad inmediata, como alpargatas, cuchillos, medicinas,<br />

etc." (Villa a Redfield, 26 de octubre de 1935, RRP 50/6).<br />

34 Shattuck, 1933,175.<br />

35 Villa, 1945, 34; Basauri, 1930, 20. Algunos informes afirmaban que<br />

también atacaban los bien aprovisionados campamentos de los chicleros<br />

para "incrementar sus ingresos", o que exterminaban a los tripulantes de<br />

las naves extraviadas en las costas para "adueñarse del buque y su contenido"<br />

(Villa, 1945, 32; Basauri, 1930, 20; Le Plongeon, 1886, 62-64).<br />

3


mostrado —hace apenas menos de tres años que han dejado de atacarlos—<br />

pero son muy amigables con la gente de Honduras Británica. Van con frecuencia<br />

a la colonia con propósitos comerciales y el penúltimo verano<br />

(1917) el general Mai envió una delegación a Belice, encabezada por su<br />

propio hermano, para pedir al gobernador de la colonia que tomara Santa<br />

Cruz y todo el país bajo la protección de la insignia británica y que la anexara<br />

al Imperio Británico" (Sylvanus Morley [Mérida, Yucatán] a "Taro",<br />

31 de marzo de 1918, caja 1101, ítem 98 [División de Inteligencia, informes<br />

del Agregado Naval, 1886-1939], grupo 38 [documentos generales del jefe<br />

de Operaciones Navales], NA). En la cita anterior he omitido sólo los números<br />

que aluden a lugares en un mapa que acompañaba el informe.<br />

7 Sylvanus Morley (Mérida, Yucatán) a Taro", 29 de abril de 1918, caja<br />

1101, ítem 98 (División de Inteligencia, informes del Agregado Naval<br />

1886-1939), Grupo 38 (documentos generales del jefe de Operaciones Navales),<br />

NA; Tulchin, 1971,15-16; Katz, 1981,515.<br />

8 Asistente de información del comandante de las Fuerzas Navales de<br />

la Zona del Canal y comandante del Decimoquinto Distrito Naval, Balboa,<br />

Zona del Canal, al comandante, Decimoquinto Distrito Naval, memo re:<br />

"Agents for Area 2", 14 de marzo de 1918, archivo 2115-3 (también citado<br />

en Dorwart, 1979); Henneberger (asistente de información de la Oficina<br />

del Comandante de las Fuerzas Navales, Balboa, Zona del Canal) a Charles<br />

Sheldon (en Oficina de Inteligencia Naval. Washington, D. C), 25 de junio<br />

de 1918, archivo 2115-3; L. R. Sargent (comandante de las Fuerzas Navales<br />

de la Zona del Canal) al director de Inteligencia Naval, "Area No. 2<br />

— Report from Dec. 1,1917 to March 31,1918", l 9 de abril de 1918, archivo<br />

2115-7; Sylvanus Morley (San Salvador, El Salvador) a Wilbur, l 9 de febrero<br />

de 1919, archivo 2115-7; cada uno de los anteriores procedente de caja<br />

85, ítem 78A (correspondencia confidencial de la Oficina de Inteligencia<br />

Naval 1913-24), grupo 38 (documentos generales del jefe de Operaciones<br />

Navales), NA.<br />

El asistente naval citado en el texto continuaba: "En el caso del<br />

[agente] N 9 238 [quien intentaba posar de ingeniero en minería] las preguntas<br />

sacaron a luz que no era un hombre relacionado con la minería ni<br />

podía pasar por tal en América Central o del Sur... Más aun, un ingeniero<br />

de minas sólo se puede usar en un país minero, lo cual limita su disponibilidad<br />

para, en nuestro caso, la zona occidental de la América Central".<br />

9 Franz Boas, "Why German-Americans Blame America" (1916), en<br />

Stocking, 1974, 331-35; véanse también los diversos ensayos que acompañan<br />

a Stocking, 1968.<br />

10 Boas, citado en Stocking, 1968,148.<br />

11 Boas, "Scientists as Spies" (1919), en Stocking, 1974, 336-37.<br />

12 American Anthropological Association, 1920, 93-94. Además de Morley,<br />

los que votaron para censurar a Boas y que trabajaban para la inteligencia<br />

militar incluían a Herbert J. Spinder y Samuel Lothrop, espías como<br />

Morley, y W. G. Farabee y M. H. Saville, quienes habían actuado como<br />

capitanes de inteligencia militar (AAA 1919:104; Who's Who in America<br />

vol. 16,1930-31, pág. 1945). El detallado ensayo de Stocking sobre el episodio<br />

sugiere persuasivamente que quienes votaron para censurar a Boas lo<br />

258<br />

hicieron en parte por razones no emparentadas con el espionaje ni el patriotismo<br />

(Stocking, 1968, 270-307).<br />

En cuanto a Morley, sus actividades para la Inteligencia Naval continuaron<br />

al menos por un breve tiempo después de la conclusión de las hostilidades<br />

en Europa. En enero de 1919, Morley, entonces en El Salvador,<br />

recibió órdenes de terminar su tarea y regresar a Washington. Buscó autorización<br />

de sus superiores para quedarse en América Central, ofreciendo<br />

"continuar preparando informes para ellos [es decir, Inteligencia Naval]<br />

hasta que regrese a los Estados Unidos, fuera cuando fuese, tal como si<br />

aún estuviera en servicio activo... y la única diferencia real consistiría en<br />

que la Institución Carnegie pagaría mi sueldo y mis expensas, en vez de<br />

nuestros amigos de Washington" (Sylvanus Morley [San Salvador, El Salvador]<br />

al señor Wilbur, l 9 de febrero de 1919, archivo 2115-7, caja 85, ítem<br />

78A [correspondencia confidencial de la Oficina de Inteligencia Naval<br />

1913-24), grupo 38 [documentos generales del jefe de Operaciones Navales],<br />

NA). Sin embargo, parece que Morley fue dado de baja de la Inteligencia<br />

Naval en marzo de 1919 (Brunhouse, 1971,113).<br />

13 Adams, 1967, 20; American Anthropological Association, 1967. Para<br />

más reflexiones sobre la investigación antropológica y el espionaje, véase<br />

Be ais, 1969.<br />

14 War Diary, U.S.S. Salem, August 1-6,1918, WE-5 — Mexico: Conditions<br />

in Mexico, Misc. 1913-17, archivo 1911-27, grupo 45 (colección de documentos<br />

navales de la Oficina y Biblioteca de Documentos Navales), NA;<br />

Dorwart, 1983,108; D. J. Kendall (Escuadrón de Servicios Especiales de<br />

los EE. UU., Península de Yucatán), informe de inteligencia serie n s 15-<br />

1939, 2 de junio de 1939, caja 1101, ítem 98 (División de Inteligencia, informes<br />

del agregado naval, 1886-1939), correspondencia confidencial de la<br />

Oficina de Inteligencia Naval 1913-24), grupo 38 (documentos generales<br />

del jefe de Operaciones Navales), NA.<br />

IB Kidder, 1930,98-99.<br />

16 Villa a Redfield, 20 de abril de 1936, y Villa a Morley, 11 de mayo y 4<br />

de junio de 1936, RRP 50/7.<br />

17 Villa a Morley, 4 de junio de 1936, RRP 50/7.<br />

i 8 Menéndez, 1978, 68-76; Villa, 1945, 34. La solicitud de la reforma<br />

agraria en Quintana Roo había comenzado en la misma época que el intercambio<br />

de visitas y cartas entre Morley y los oficiales de Xcacal Guardia.<br />

Por ejemplo, en 1929 y en 1935 recibieron sus títulos los poblados cercanos<br />

a los pueblos sagrados de Chun Pom y Chan Cah (archivo 23:19058 [Felipe<br />

Carrillo Puerto], SRA). Varios oficiales luego asociados con Xcacal Guardia<br />

habían asistido a una reunión similar celebrada en 1929 con el gobernador<br />

de Quintana Roo, el general Siurob. Esto fue antes de la ruptura de<br />

los oficiales de Xcacal Guardia con el general May (González, 1977, 76-77).<br />

19 Archivo 23:19058 (Felipe Carrillo Puerto), SRA.<br />

20 Menéndez, 1978, 76. Otros también opinaban que el desarrollo económico<br />

del territorio dependería de que lo colonizaran forasteros, pues los<br />

rebeldes mayas que entonces ocupaban las selvas eran muy escasos (unas<br />

0,15 persona por milla cuadrada en el centro de Quintana Roo en 1915<br />

[Cook y Borah, 1974, vol. 2:151,153]) y demasiado recalcitrantes para res-<br />

259


paldar un programa de desarrollo. En cuanto a este punto: "A primera vista<br />

se ocurre que debería utilizarse a los mayas tratando de civilizarlos; pero<br />

al conocerlos, se comprende cuan inútil sería tal tarea: el maya es más<br />

salvaje que las mismas fieras, en su alma ancestral se ha arraigado el odio<br />

al mexicano, al cual asesinan sin piedad. Por otra parte, el maya es degenerado,<br />

no tiene otro placer que la embriaguez" (Sánchez y Tbscano 1919,<br />

230). En cuanto a la siguiente colonización de Quintana Roo, véase Bartolomé<br />

y Barabas, 1977, 50-54. El censo de 1980 del estado indica que el 37<br />

por ciento de la población de Quintana Roo central (los municipios de Felipe<br />

Carrillo Puerto y José María Morelos) consiste en personas nacidas en<br />

otros estados (México, 1982,1:51).<br />

21 Villa, DEg, 16 de setiembre de 1935.<br />

22 Oficiales a Morley, 25 de noviembre de 1935, CIW-PM.<br />

23 Villa, DEg, 13 de febrero de 1936. En otra parte Villa señalaba que a<br />

la Santísima "se le atribuyen grandes e increíbles poderes, siendo el mayor<br />

de todos, el de destrozar los aviones y hacer inofensivas todas las armas y<br />

medios de ataque que traten de emplear los huaches [soldados mexicanos],<br />

para invadir el Santuario o dominar a sus devotos" (Villa, DO, págs. 6-7).<br />

24 Carta del 22 de agosto de 1935, archivo 23:23219 (Xmaben), SRA; Villa,<br />

1945, 44, 95. Un residente de San José que firmó esa temprana petición<br />

dé acción federal llegó a ser, muchos años después, general del grupo<br />

de Xcacal Guardia.<br />

25 Villa, DEg, 26 de abril de 1936.<br />

26 Villa a Redfield, 26 de mayo de 1936, RRP 50/7; Villa, DEg, 17 de<br />

mayo de 1936.<br />

» Villa, 1979,53.<br />

28 Villa, DEg, 24 de mayo de 1936; Villa a Redfield, 26 de mayo de 1936,<br />

RRP 50/7. En setiembre de 1935 los oficiales mayas indicaron que para<br />

ellos el territorio maya abarcaba desde la costa caribeña hasta un perímetro<br />

semicircular que conectaba Puerto Morelos, Acambalan, Tepich, Dzcnotchel,<br />

la laguna de Chichankanab, Yokchen y Payo Obispo (Villa, DEg,<br />

30 de setiembre de 1935).<br />

29 Villa a Redfield, 26 de mayo de 1936, y Villa a Morley, 4 de jumo de<br />

1936, RRP 50/7; Villa, DEg, 26 de mayo, 12 y 16 de junio de 1936.<br />

30 Villa a Melgar, 25 de mayo de 1936, RRP 49/4.<br />

31 Melgar a Villa, 24 de junio de 1936, y Villa a Redfield, 4 de julio de<br />

1936, RRP 50/7; Villa, DEg, 16 de julio de 1936; Villa a Redfield, 16 de julio<br />

de 1936, RRP 50/7.<br />

32 Villa, DEg, 1,3 y 5 de abril de 1936.<br />

33 io/tf., 4a 7 de julio de 1936.<br />

34 IbüL, 8 de julio de 1936.<br />

35 Villa a Redfield, 16 de julio de 1936, RRP 50/7.<br />

36 Ibid., 13 de agosto de 1936, RRP 50/7.<br />

37 Ibíd., 13 y 6 de agosto de 1936, RRP 50/7.<br />

38 Original maya y traducción inglesa de la carta de los oficiales a Morley,<br />

15 de agosto de 1936, CIW-PM.<br />

3» Villa a Redfield, 11 de agosto de 1936, RRP 50/7.<br />

« Ibíd., 11 de agosto de 1936, RRP 50/7.<br />

260<br />

41<br />

Ibíd., 9 de setiembre de 1936, RRP 50/7; Villa, DEg, 23 de agosto de<br />

1936.<br />

42<br />

Villa a Redfield, 9 de setiembre de 1936, RRP 50/7.<br />

43<br />

Chaac y otros a Melgar, 23 de agosto de 1936, archivo 23:23219<br />

(Xmaben), SRA<br />

44<br />

Villa a Redfield, 3 de octubre de 1936, RRP 50/7.<br />

45<br />

Villa a Melgar, 4 de diciembre de 1936, RRP 50/7; Dictamen del Departamento<br />

Agrario, Comisión Agraria Mixta, 27 de noviembre de 1936, y<br />

Acta Relativa a la Posesión Provisional del Ejido de Xmaben ..., 14 de diciembre<br />

de 1936, archivo 23:23219 (Xmaben), SRA; Villa a Redfield, 31 de<br />

enero de 1937, RRP 50/8.<br />

46 Villa a Redfield, 3 de mayo de 1937, y Morley a Villa, l 9 de mayo de<br />

1937, RRP 50/8 y 22/11.<br />

47 Villa, carta al autor, 7 de julio de 1987.<br />

48<br />

Documento del Departamento Agrario, Chetumal, Quintana Roo, 17<br />

de setiembre de 1937, en el Acta Relativa a la Elección del Comisario Ejidal<br />

y Consejo de Vigilancia en el Ejido de Xmaben, 13 de diciembre de<br />

1936, archivo 232319 (Xmaben), SRA; Villa, carta al autor, 7 de julio de<br />

1987'Villa, 1979 54,<br />

4<br />

»'Villa a Redfield, 28 de junio de 1937, RRP 50/8.<br />

60<br />

Diario de Yucatán, 19 de agosto de 1937 (recorte encontrado con Villa<br />

a Redfield, 23 de agosto de 1937, RRP 50/8).<br />

51<br />

Morley a Redfield, 20 de marzo de 1939, y Villa a Redfield, 3 de abril<br />

de 1939, RRP 22/11 y 37/10.<br />

® Kidder 1940,261.<br />

63<br />

Dame, 1968,115,126-27. Morley no regresó a Quintana Roo central;<br />

pero el misionero protestante sí, pues uno de los mayas que había tomado<br />

esa ruta para visitar a Morley en la década de 1930 le había indicado el camino.<br />

En cuanto a Morley, tuvo al menos un encuentro más con la gente<br />

del conglomerado de Xcacal Guardia, esta vez un grupo de Señor que fue a<br />

verlo a su nueva residencia, cerca de Mérida, en febrero de 1941, para quejarse<br />

de los contratistas de chicle y pedir ayuda. Morley les aconsejó que<br />

fueran a la oficina del gobernador de Quintana Roo en Mérida (Sylvanus<br />

Morley, Diaries, 16 de febrero de 1941, APS).<br />

«4 Villa, 1945, vi-vü, 96.<br />

65 Redfield, 1941,53,57.<br />

56 Villa a Redfield, 4 de diciembre y 26 de mayo de 1936, RRP 50/7. El<br />

biógrafo de Morley fue el primero en ir más allá de lo poco que Villa había<br />

escrito sobre las complejas relaciones entre ambos y los oficiales de Xcacal<br />

Guardia (Brunhouse, 1971,261-69).<br />

57 Hayden White, con su Tropics of Discourse; Essaya in Cultural Criticism<br />

(1978), me ha incitado a examinar las respectivas interpretaciones de<br />

la historia de Villa y Redfield, mientras que Marcus y Fischer (1986), Clifford<br />

y Marcus (1986), y Clifford (1988) han alentado la aplicación de los<br />

conceptos de White a textos etnográficos y no históricos.<br />

58 Villa, 1945,20-35.<br />

59 Joíd.,34.<br />

60 Redfield, 1947,295-301.<br />

61 Ibíd., 1950,178.<br />

261


8. Rumores de guerra<br />

i Á pesar do las órdenes de último momento del general Melgar, Xcacal<br />

Guardia (y Tuzik) permanecieron al margen del ejido de Xmaben, creado<br />

en 1937 y medido, marcado y cartografiado en la década de 1950 (documento,<br />

3 de diciembre de 1957, archivo 23:23219 [Xmaben], SRA).<br />

2 Redfield y Villa, 1934, 331; Cerne, 1934, 222; Redfield, 1933,16; Joseph,<br />

1982,117,222-23.<br />

3 Sapper, 1904, 628. Véase también Miller, 1889, 26; Lapointe, 1983,<br />

134.<br />

4 Miller, 1889,26; Reed, 1964,239-40; Villa, 1945,28-29.<br />

6 Villa, 1945,42; Villa, 1977,1009b, texto 87.<br />

« Véase, por ejemplo, Andrade, 1977,1009b, texto 87.<br />

7 Revista de Mérida, 4 de abril de 1875,2-3.<br />

8 iotí.,2.<br />

9 Alfred Tbzzer, "Modern Maya Texts with Spanish translation and<br />

grammatical notes, collected near Valladolid, Yucatan", 1901, PM, págs.<br />

149,151,165.<br />

10 Revista de Mérida, I s de abril de 1875,2.<br />

11 Revisto de Mérida, 11 de noviembre de 1881,3.<br />

12 Trentini, 1906, prefacio, 10.<br />

13 Louis Aymé (Cónsul de los EE. UU., Mérida, Yucatán) a W. Hunter<br />

(subasistente de la Secretaría de Estado, Washington, D.C.), "Report: Yucatan;<br />

its productions, climate, monuments, people, customs & commerce",<br />

10 de marzo de 1882, grupo 59 T29 (Departamento de Estado, despachos<br />

de los cónsules estadounidensec en Mérida, 1843-1906), NA (Microfilm, Yale<br />

University Library). Véase también E. H. Thompson (cónsul estadounidense<br />

en Mérida, Yucatán) a George Rives (asistente de la Secretaría de<br />

Estado, Washington, D.C.), 15 de febrero de 1888, mismo grupo de documentos<br />

que el anterior.<br />

14 E. H. Thompson al asistente de la Secretaría de Estado, Washington,<br />

D.C., l fi de junio de 1901, grupo 59 T29 (Departamento de Estado, despachos<br />

de cónsules de los EE. UU. en Mérida, 1843-1906), NA (microfilme,<br />

Yale University Library).<br />

16 Revista de Mérida, 19 de setiembre de 1900, 2; Turner, 1911,147.<br />

Otra fuente indica que según las creencias locales había costado una vida<br />

por durmiente, con un requerimiento de 500 a 600 durmientes por cada kilómetro<br />

de vías (Escalona, 1940,220,222).<br />

16 Escalona, 1940,223; Sylvanus Morley, Diaries, 11 de febrero de 1918,<br />

en Lister y Lister, 1970, 74-75. Las líneas ferroviarias del sur y del norte<br />

se tendieron conectando puntos de explotación agrícola y forestal con puertos<br />

costeros (Reed 1964,244 ss.). Por ejemplo, una línea de setenta y cinco<br />

kilómetros en el sur de Quintana Roo se extendía desde el Río Hondo hada<br />

tierra adentro y se usaba para trasladar madera hasta un campamento<br />

ribereño perteneciente a la Mengel Company, principal fabricante de cajas<br />

de embalaje de madera de los Estados Unidos, con subsidiarias en América<br />

del Norte, Africa y América Central (Sánchez y Toscano, 1919, 206, 209;<br />

Périgny, 1908,68). La línea de trocha angosta foe probablemente construida<br />

por operadores forestales británicos.<br />

262<br />

17<br />

Villa, PN, 22 de diciembre de 1932.<br />

18<br />

Villa señalaba que los mayas de Xcacal Guardia al principio se opusieron<br />

a la construcción de una carretera que atravesara ese-conglomerado<br />

de poblados en la década de 1960. Sin embargo, "cuando descubrieron que<br />

podían ganar 40 pesos diarios como peones de ella, su ánimo cambió"<br />

(1977,889).<br />

19<br />

El pasaje figura en la versión del manuscrito de Xcacal Guardia copiado<br />

y traducido por Alfonso Villa Rojas a mediados de la década de 1930<br />

(Villa, 1945,164). No figura en la transcripción y traducción de Victoria<br />

Bricker de ese manuscrito, tal como cuando lo fotografiaron en Xcacal<br />

Guardia en la década de 1970 (Bricker, 1981, 207). Quizá fue eliminado<br />

cuando se "renovó" el manuscrito mediante la copia, pues Bricker notó que<br />

la paginación del manuscrito de Xcacal Guardia publicado por Villa difería<br />

respecto del publicado por Machlin y Marx (ibíd., 338, n. 38).<br />

20 Villa, 1945,77.<br />

21<br />

Zimmerman señala que le contaron que la divinidad dejó de responder<br />

en 1885 (1963,58 n.28).<br />

22<br />

Aparentemente años atrás el sumo sacerdote del centro sagrado de<br />

Chan Cah Veracruz estuvo implicado en el robo y empeño de joyas pertenecientes<br />

a las divinidades de esa localidad. Muchas de ellas eran de oro, según<br />

Zimmerman (Zimmerman, 1965,155 n.38). Me contaron que el sacerdote,<br />

Norberto Yeh, enloqueció y se mató.<br />

23<br />

Burns, 1983,85.<br />

9. Recuerdos y dinero<br />

i Burns, 1983,80.<br />

2 Villa, 1945,94; Burns, 1983, 79. Allan Burns, el lingüista que entrevistó<br />

a Yama, notó que "el narrador se queja de que Sylvanus Morley no<br />

parecía entender los requerimientos de los mayas y los entretuvo con saludos<br />

cordiales cuando ellos deseaban hablar de armas y asistencia en la<br />

continua lucha". Yama. parecía culpar a Cituk por esta falla en la comunicación:<br />

HOLA, DR. SYLVANUS MORLEY<br />

vinimos a hablarte en persona aquí<br />

en 'Chhe'en Kuha' [Chicken Itzá]<br />

para que puedas darnos CONSEJO, SATISFACCIÓN.<br />

Ya hemos hablado contigo, MISTER, con satisfacción.<br />

Nos has preguntado: "¿QUE NOS OCURRIÓ?<br />

¿Qué nos han hecho?"<br />

SOMOS TAN POBRES, MISTER, tan INOCENTES, tan CERRADOS.<br />

No sabemos qué decir.<br />

Ese importante capitán Cituk<br />

que habló contigo<br />

no tiene SESOS<br />

No tiene ENTENDIMIENTO.<br />

263


çpigç&simjux^ ; i<br />

Simplemente habló aunque la gente le dijo<br />

lo que tendría que haber dicho.<br />

2 Villa, 1945, 74, lámina 6c.<br />

3 Yo visité al comandante San Cen, cuya esposa es luja del difunto profeta<br />

Florentino Cituk. Aunque narraba historias de los viajes de Enoc por<br />

la región, era tan taciturno como había indicado FC.<br />

* Reed, 1964,275.<br />

« Ibíd., 277-80.<br />

7 MachlinyMarx,1971,24.<br />

» Ibíd., 25.<br />

9 Ibíd.<br />

1° ibíd., 27.<br />

u Ibíd.<br />

« Ibíd., 27-28.<br />

13 Ibíd., 28.<br />

14 Burke, 1969,6.<br />

16 Villa, FN, 19 de diciembre de 1932.<br />

16 Su foto y las de varios contemporáneos se han vuelto ubicuas en la literatura<br />

de los estudios mayas y en los más populares escritos de los viajeros.<br />

La de Poot figura en Morley (1938,1946, y en otros libros de Morley,<br />

incluidas ediciones en español de su obra clásica, The Ancient Maya), Bartolomé<br />

y Barabas (1977), Reed (1964,1971), y adornando la sobrecubierta<br />

de Jones (1977). Incluso una vez vi una ampliación de su retrato<br />

como afiche en una tienda turística de Mérida, Yucatán. Cuando Villa<br />

visitó a Poot en 1977, Poot no se dejó fotografiar, pues estaba harto de que<br />

los visitantes fueran a fotografiarlo para luego marcharse de inmediato<br />

(Villa, 1977, 896). Poot suele estar identificado en las fotos que se publican,<br />

pero en realidad su retrato debe su popularidad al clásico perfil maya y<br />

el arete que usaba en un tiempo. Otros oficiales mayas han gozado de similar<br />

inmortalidad: entre otros, Evaristo Zuluub, Concepción Cituk, Apolinario<br />

Itza y Paulino Yama (cuya fotografía adorna la cubierta de Burns,<br />

1983).<br />

17 Reed, 1971.<br />

i 8 Zimmerman ha reparado en lo que ella llamó el "ávido materialismo"<br />

de los mayas que conoció en la década de 1960. Escribió sobre la decadencia<br />

del fervor religioso en Chun Pom y Xcacal Guardia: "El secularismo, el<br />

deseo materialista de poseer dinero y bienes —robar joyas sagradas, ofrecerse<br />

para vender secretos religiosos o de otra índole por dinero, y cosas<br />

por el estilo— ha llenado el vado dejado por el desmoronamiento del Culto"<br />

(1965,156 n39).<br />

10. <strong>Conversaciones</strong> <strong>inconclusas</strong><br />

1 Villa señalaba que en el conglomerado de Xcacal Guardia, en la década<br />

de 1930, había sólo dos chamanes, quienes parecían conocer su oficio<br />

mucho menos que sus colegas de Yucatán (Villa, 1945, 74-75). En mayayu-<br />

264<br />

cateco chamán se dice hmen. Los términos que San usa para describirse<br />

son 'ahkiin bobat o 'ahkiin comak.<br />

2<br />

Villa menciona una historia en la que se atribuye la muerte de una<br />

mujer de cincuenta y tres años en Tuzik (quien según él murió de infección<br />

vaginal) a la maldición lanzada por su madre veinte años antes (1945,<br />

135-36).<br />

3<br />

Acerca de los gophers y el chamanismo yucateco, véase Rátsch y<br />

Probst, 1985.<br />

* También en la Universidad de Harvard se encuentra un manuscrito<br />

sin firma y sin título que es una traducción inglesa del Chilam Balam de<br />

Tuzik, obra de Pedro Castillo, el traductor de Morley. Un segundo juego de<br />

placas fotográficas hechas con los negativos del Museo Peabody se encuentra<br />

con los papeles de Ralph Roys, Archivos de la Universidad de Washington<br />

(Ventur, 1978,40), y partes del Chilam Balam de Tüzik se han publicado<br />

y traducido (Barrera y Rendón, 1948] Stress, 1983; <strong>Sullivan</strong>, 1983,<br />

Apéndice A).<br />

Un reportero de un importante periódico mexicano fue a Quintana<br />

Roo en busca del libro en la década de 1970, tras leer sobre él en la etnografía<br />

de Villa. Le indicaron que hablara con Paulino Yama de Señor; el periodista<br />

escribió: "Infortunadamente, el poseedor del manuscrito, Yum Pol<br />

Itzá, falleció hace tiempo y según relató Pablo [Paulino] Yama, nadie sabe<br />

dónde quedó el documento" (Alejandro Ortiz Reza, "En busca del documento<br />

'Chilam Balam de Tusak", Excelsior, 16 de octubre de 1971,4).<br />

6<br />

<strong>Sullivan</strong>, 1983, Apéndice A<br />

6<br />

Véase, por ejemplo, Villa, 1945,74,161.<br />

7<br />

Victoria Biicker preguntó por el "Testamento" cuando se hallaba en<br />

el centro sagrado de Chan Cah Veracruz. Le dijeron que no tenían su propio<br />

ejemplar, sino que cada dos años iban a Xcacal Guardia para oírlo en<br />

lecturas públicas (1977,255). Bricker también informó que había visto un<br />

manuscrito en Xcacal Guardia en 1971 (1981,338 n.38). Zimmerman señala<br />

que un manuscrito también llamado santo 'almahatàan se leía anualmente<br />

en Chun Pom, aunque ese texto difiere radicalmente de la versión<br />

de Xcacal Guardia, así como de esas versiones halladas durante el siglo<br />

diecinueve en Santa Cruz (Zimmerman, 1963), 70; Pacheco, 1960,167-73;<br />

grabación en cinta de Juan Bautista Vega recitando el santo 'almahatàan<br />

de memoria, registrada hada 1960 por Charlotte Zimmerman). El informe<br />

de Burns, según el cual el documento leído en voz alta en asambleas del<br />

pueblo sagrado de Xcacal Guardia es un manuscrito tipo Chilam Balam,<br />

sin duda es erróneo (Burns, 1977,261; 1980,312).<br />

8 Zimmerman, 1963,70; Burns, 1973,24; Charlotte Zimmerman, carta<br />

al autor, 21 de agosto de 1985.<br />

9 Zimmerman, 1963,71.<br />

i° Las preguntas acerca de la ubicación y del material que compone las<br />

cruces más milagrosas y sagradas son recibidas con igual hosquedad. Algunos<br />

forasteros han creído que las cruces estaban hechas de oro e incrustadas<br />

de gemas (por ejemplo, Burns 1977, 260), mientras que los mayas<br />

que las custodian hablan de profecías acerca del robo o la venta futura de<br />

las cruces. Entretanto, la divinidad de Tulum ha sido trasladada a Xcacal<br />

265


Guardia porque muy pocos hombres aún realizaban el servicio de Guardia<br />

en lulum y, dicen algunos, a causa del flujo de turistas (González, 1970,<br />

40). En cuanto a la sensibilidad maya ante las preguntas por las cruces,<br />

véase también Heyden, 1967,238-39.<br />

11 Machlin y Marx fueron los únicos a quienes se permitió copiar el<br />

Testamento 0 . Lamentablemente, el que está en la fotografía que acompaña<br />

el artículo de Machlin y Marx de veras parece San (1971:24).<br />

12 Pacheco Cruz, 1960,167-73, publicado en traducción española por<br />

Bartolomé y Barabas, 1977,125-27.<br />

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* Este libio se publicó primero en inglés y sólo en 1978 apareció una versión<br />

castellana en México, titulada Los elegidos de Dios. Las dos ediciones no se corresponden<br />

con exactitud, y cuesta decidir si la edición española es una traducción co-<br />

273


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Zimmerman, Charlotte. 1965. The Hermeneutics of the Maya Cult of the<br />

Holy Cross." Numen, 122:139-59.<br />

rregida y aumentada de la versión inglesa o si deriva del manuscrito español que<br />

precedió a la publicación en ingles. En algunos casos las citas de este libro respetan<br />

la versión castellana (cuando ambos textos coinciden), pero los numeras de página<br />

corresponden siempre a la versión de 1945.<br />

274<br />

índice temático<br />

Acuerdos de paz de 1916 (Guerra<br />

de Castas), 243 n. 32<br />

Administración militar-religiosa<br />

de Xcacal Guardia en el pasado,<br />

71,178-179,211,241 n. 2<br />

ADRIáN, R, 244, n. 43<br />

Agricultura, 89,189,193<br />

AGUILAR, Gerónimo de, 244, n. 37<br />

Akabdzib,35<br />

AKE, Marcelino, 97,112<br />

ÂKKIB, José María, 94<br />

Allison Armour, expedición a Tulum(1895),44<br />

American Anthropological Association<br />

(AAA), 153, 258 n. 12;<br />

exigencias éticas de la investigación,<br />

24<br />

Analfabetismo, 72,216<br />

Ancient Maya, The (Morley), 264<br />

n.16<br />

ANDERSON, capitán, 139-141<br />

Anikab (planta), 184<br />

Antigua civilización maya, colapso<br />

de, 52; idiomas, 19<br />

Antropología, 17-27, 148, 169,<br />

171-176; como encubrimiento<br />

para labores de espionaje durante<br />

la Primera Guerra Mundial,<br />

150-154; métodos de investigación,<br />

23-24<br />

Apicultura, 178,190<br />

Apocalipsis según los mayas, 16,<br />

123,186,204, 211; registros en<br />

el Chilam Balam, 221; véase<br />

también "Días Finales"<br />

Argosy (revista), 208,232<br />

Armamento, 49, 62, 66,125-126;<br />

pedidos de, 208-211; pedidos<br />

hechos a Morley, 75,79,82,93,<br />

106,107,124,169,172,197<br />

Armour, expedición a Tulum<br />

(1895), 44<br />

Arqueología, 25, 52,146,154-155;<br />

investigación vs. restauración,<br />

100-103<br />

Arquitectura maya, 52<br />

Arte maya, 52<br />

Ascensión (bahía), 154,159<br />

Asociación Antropológica de los<br />

Estados Unidos véase American<br />

Anthropological Association<br />

(AAA)<br />

Astronomía maya, 52<br />

Asuntos Indígenas, oficina de (México),<br />

168<br />

Aviones, profecías sobre (fuego-pájaro),<br />

184,208,241 n. 1<br />

Aztecas, 35,51,52<br />

Bacalar (pueblo), 38,94,134,183,<br />

254 n. 2<br />

Bacalar (laguna), 154<br />

BALAM, Sixto, 219<br />

Balche (pobladoX 168<br />

Banderas: uso maya de, 41,44; requerimiento<br />

de protección por<br />

parte de Xcacal Guardia, 75,<br />

79, 92,107,123-124,168, 248<br />

n.16<br />

BARRERA, Agustín, 94<br />

BARRERA, José María, 96<br />

BARRERA, Pedro Pascual, 96-97,<br />

275


108, 113, 117-118, 123, 150,<br />

156,199<br />

BARRERA VáZQUEZ, Alfredo, 167<br />

Belice, 18,19, 43, 75, 77,123,126,<br />

147, 151, 175, 207, 248 n. 16,<br />

257 n. 6; véase también Honduras<br />

Británica<br />

BISHOP, C. W, 243 n. 32<br />

BLAKE (en Bacalar), 139-140<br />

BLOM, Prans, 56,90<br />

BOAS, Franz, 153,258 n. 12<br />

Boca Paila, 244 n. 43<br />

Boston Herald, 170<br />

BRAVO, general Ignacio, 54, 71,<br />

113,160<br />

BRICKER, Victoria, 232, 241 n. 2,<br />

265 n. 7<br />

Británicos, 151, 187; políticas imperiales<br />

en América Central,<br />

125; mayas, idealización de los,<br />

y búsqueda de protección, por<br />

parte de los, 48, 75, 83, 92, 93-<br />

94, 147, 170, 171, 196, 202,<br />

208-210,257 n. 6<br />

Brujería, 217<br />

BURKE, Kenneth, 130, 131, 138,<br />

211<br />

BURNS, Allan, 133,263 n. 2<br />

CAAMAL, Atanasio, 94<br />

CAAMAL, Paulino, 46,48,50,126<br />

CAB, Hilario, 94<br />

CaXakmáak,iakpo'ol, 6ak winkob<br />

("hombres rojos"), 68, 70, 196,<br />

247 n. 2,252 n. 12<br />

CACH, José María, 94<br />

Caldera (poblado), 94<br />

Calendario maya, 52,53<br />

"Callejón de la Muerte", 187<br />

Caminos "abiertos" y "cerrados",<br />

182-185, 188, 190, 197, 201,<br />

262 n. 18; profecías, 182, 184,<br />

208, 240 n. 1; profecía del "fuego<br />

que corre" (vehículos de motor),<br />

184,185-186<br />

Campeche, 29,60,86,89<br />

CAN, Herculino, 72<br />

Cancún, isla de, 154,178<br />

276<br />

CANUL, José María, 94<br />

CANUL, Sebastián, 47, 48, 93,126,<br />

254 n. 3<br />

Caoba, 146,187<br />

CÁRDENAS, Lázaro, 150, 157, 164,<br />

166,168<br />

Carnegie, Institución, 51, 77, 79,<br />

82, 84, 96, 121, 145, 166, 169,<br />

247 n. 1; proyecto de investigación<br />

en Chichén Itzá, 51, 53-54,<br />

98, 99, 102-103, 155; encubrimiento<br />

para labores de espionaje,<br />

150, 152,154, 258 n. 12;<br />

expedición a Tulum de 1916<br />

(Morley y Gann), 43; Expedición<br />

Médica de Yucatán, 56,58,<br />

141<br />

CARPENTER, Arthur, 132<br />

CARRILLO PUERTO, Felipe, 156,180<br />

CARRILLO PUERTO (Santa Cruz),<br />

véase Felipe Carrillo Puerto<br />

Casas en Quintana Roo, 178<br />

"Casta Divina", 185<br />

Castas, Guerra de, véase Guerra<br />

de Castas<br />

CASTILLO, Pedro, 99,106,111,165,<br />

248 n. 15,249 n. 28; traducción<br />

del Chilam Balam, 221, 265,<br />

n.4<br />

CATHERWOOD, Frederick, 36,39,44<br />

CEME, Edilberto, 62, 110, 248<br />

n. 15, 249 n. 28<br />

CEN, Bernardino, 93<br />

CEN, san, 203,264 n. 4<br />

Centros cívicos de la civilización<br />

maya, 52<br />

Centros sagrados contemporáneos,<br />

56, 78,195, 209-210, 226,<br />

245 n. 6; servicio de guardia,<br />

66, 231; manuscritos sagrados,<br />

146, 208, 210, 231, 265 n. 7;<br />

Chan Cah Veracruz (pueblo sagrado),<br />

56, 59, 61, 78,159,195,<br />

208, 226, 236, 237, 245 n. 6,<br />

259 n. 18, 263 n. 22; Machlin y<br />

Marx en, 209<br />

Ceremonias religiosas en Xcacal<br />

Guardia, 109,114-122<br />

Cilankabob (ancestros), 105-106<br />

ClTUK, Concepción, 57, 71, 80, 82-<br />

84, 95, 97, 143,148,169, 170,<br />

171, 195, 199, 200, 206, 263<br />

n. 2; en Chichén Itzá (diciembre<br />

de 1935), 97, 99, 104-106,<br />

148; diferencias con Zuluub,<br />

149,162,164,169; como anfitrión<br />

de Morley en Xcacal<br />

Guardia, 112-114,116-120; y el<br />

problema del ejido, 160, 163,<br />

165,167,169; mencionado, 77,<br />

110,178, 232; cruz milagrosa<br />

recobrada y custodiada por, 56,<br />

86,164; fotos de, 264 n. 16<br />

CITUK, Florentino, 30, 32, 39, 47,<br />

92,178,182,184,188,205,240<br />

n.lyn.2,264n.4<br />

Clero católico, 181-182<br />

Coba, 16,38,241 n. 14,252 n. 12<br />

Colonial, era, 15,16,17, 51; historia<br />

documentada en Chilam<br />

Balam, 69,221<br />

Colonialismo, 21-22<br />

Comercio, 142-145,190,199; véase<br />

también chicle, comercio<br />

Compañía Colonizadora, 251 n. 5<br />

Competencia comunicativa, 130-<br />

131<br />

Comunicación divina, 30-32, 38,<br />

55, 72, 76, 96, 191-193, 207,<br />

226, 241 n. 2, 263 n. 21; véase<br />

también profetas y profecías<br />

Confraternización, véase "mezcla<br />

con el enemigo",<br />

Conquista española, 15, 16, 30,<br />

34,51,244 n. 37<br />

CONRAD, Joseph, 23<br />

Convenciones conversacionales,<br />

130-131<br />

Copan, 52<br />

Corozal (ciudad), 75, 77, 83, 94,<br />

126, 140, 147, 244 n. 40, 248<br />

n.16<br />

CORTéS, Hernán, 244 n. 37<br />

Cozumel (isla), 42,47<br />

CRIOLLO, Isidro, 248 n. 15<br />

Cruz de Santa Cruz, oráculo de<br />

tiempos de guerra, 30, 55, 56,<br />

75, 96, 140-141, 241 n. 2, 245<br />

n. 1; véase también comunicación<br />

divina; Santísima<br />

CRUZ, Juan de la, 30-31, 241 n. 1;<br />

véase también "Proclamas de<br />

Juan de la Cruz"<br />

Cuba, 196, 227; esclavos mayas<br />

en, 37<br />

Cultivo del maíz mediante talado<br />

y quema de árboles, 89,189<br />

Culto de la Cruz (en Santa Cruz),<br />

55, 96,122, 241 n. 2, 245 n. 1;<br />

véase también comunicación<br />

-, divina; Santísima<br />

Çàul (extranjero, "Otro"), 30, 70,<br />

136,181<br />

CHAAK, Francisco, 71, 105, 165,<br />

177<br />

Chaak Luán (poblado), 94<br />

Chacchan (poblado), 165<br />

Chamanismo, 200, 216-217, 264<br />

n.l<br />

CHAN, Miguel, 97<br />

Chan Cah Veracruz (pueblo sagrado),<br />

56, 59, 61, 78, 159, 195,<br />

208, 226, 236, 237, 245 n. 6,<br />

259 n. 18, 263 n. 22; Machlin y<br />

Marx en, 209<br />

Chan Corozal (poblado), 94<br />

Chan Chen, Comandante (poblado),<br />

72<br />

Chanchen (poblado), 246 n. 10<br />

Chanchen Laz (poblado), 165<br />

Chan Kom (poblado), 58, 62,131,<br />

132, 168, 255 n.19; investigaciones<br />

y escritos de Redfield sobre,<br />

175-176<br />

Chan Kom: A Village That Chose<br />

Progress (Redfield), 175<br />

Chan Santa Cruz, 94,183,186<br />

CHARNAY, Désiré, 37,241 n. 14<br />

CHáZARO PéREZ, general Rafael,<br />

157,158<br />

Chichankanab, laguna de, 159,<br />

242 n. 15,246 n. 9<br />

Chichén Itzá, 15,34, 35,39,51-54,<br />

277


•j^Bgcrogjapag<br />

68-69,196,199, 236; abandono,<br />

52; edad, 34, 241 n. 7; Akabdúb<br />

(escritura nocturna), 35; énfasis<br />

arqueológico arrebatado a<br />

Tulum, 54; Caracol, 34; proyecto<br />

de investigación de la Institución<br />

Carnegie, 51, 53-54, 98,<br />

99, 102-103, 155; Castillo, 34,<br />

35,36, 52, 99,106; Patio de las<br />

Mil Columnas, 100; exploración<br />

de, 35, 52-54; Gran Cancha de<br />

Pelota, 34, 52,100,104; jeroglíficos,<br />

35, 52-53; historia, 52;<br />

Iglesia, 34; leyendas del rey, 69,<br />

104-107, 180, 196; Morley en,<br />

51-54, 69, 71-74, 75-77, 84, 96,<br />

102, 103, 104, 124, 169-170;<br />

Convento, 35; Casa Roja (cárcel),<br />

34; proyecto de restauración,<br />

99, 104; Stephens en, 33,<br />

36, 53; Templo de los Jaguares,<br />

34, 52; Templo de los Guerreros,<br />

100; Thompson en, 37, 242<br />

n. 15; visitantes de 1860 a<br />

1880, 37; visitantes de Xcacal<br />

Guardia en diciembre de 1935,<br />

96, 97-100,104-108,148; negociaciones<br />

de Xcacal Guardia sobre<br />

ejidos en, 165,168<br />

Chicle, explotación y comercio, 49,<br />

50, 55, 60-61,62, 64, 79,80, 81,<br />

83, 84, 90, 95, 99, 107, 124,<br />

146, 155, 168, 169, 172, 178,<br />

212, 213, 234, 245 n. 43, 251<br />

n. 5; regulaciones gubernamentales,<br />

66, 89, 177; disputas internas<br />

en Quintana Roo, 161,<br />

164; incursiones de forasteros<br />

en Quintana Roo, 90, 94, 158,<br />

160,162,177; exportaciones de<br />

Quintana Roo, 246 n. 15<br />

Chichínala, 244 n. 43<br />

Chicozapote, 60,115<br />

Chilam Balam (libros), 46, 221,<br />

•228, 247 n. 4; citados, 221,<br />

225; traducidos por Morley,<br />

146,221,265 n. 4<br />

CHUC, Juan Bautista, 94<br />

278<br />

Chumbalche (poblado), 246 n. 10<br />

Chun On (poblado), 203,244 n. 43<br />

Chun Pom (pueblo sagrado), 39,<br />

49, 56, 78, 126, 168, 195, 196,<br />

208, 209, 220, 227, 240 n. 1,<br />

244 n. 43, 245 n. 6, 259 n. 18;<br />

Machlin y Marx en, 209; manuscritos<br />

sagrados de, 210,<br />

231, 265 n. 7; comentarios de<br />

Zimmerman sobre el desmoronamiento<br />

del culto sagrado en,<br />

264 n. 18<br />

Chunhuas (poblado), 149, 246 n.<br />

10<br />

Chunkulche (poblado), 71,92,165,<br />

178,246 n. 10<br />

DAME, Lawrence, 170<br />

Danza de la cabeza de cerdo en<br />

Xcacal Guardia, 119<br />

Diálogos dramatizados en la tradición<br />

oral maya, 198-199, 202-<br />

203,263 n. 2<br />

"Días Finales", 182,236-237<br />

Dies Verdadero, 16, 179, 191;<br />

abandono del, 191-192; voz del,<br />

29-32,39,72,179,192,196<br />

"Divinos Mandamientos", 30, 70,<br />

75-76, 179, 212, 230; véase<br />

también "Testamento''<br />

Dáris (poblado), 94<br />

Dzonotchel (poblado), 37<br />

DZUL, Aniceto, 94<br />

Dzula (poblado), 58,199, 218, 246<br />

n. 10 y n. 23; incendio del poblado<br />

y exilio de los residentes<br />

a Xcacal Guardia, 86-90, 93,<br />

94-95,250 n. 2; llegada del reydios<br />

en 1985,234-235, 236-237<br />

"Edad de Oro" de la civilización<br />

maya, 51-52<br />

EDUARDO Vu, rey, 48<br />

Educación, 178; véase también escuelas;<br />

maestros<br />

Ejido (título de propiedad de tierras),<br />

166; de Xmaben, 167-<br />

168,171,262 n.l<br />

Elecciones locales, 159-160, 178,<br />

182<br />

ENOC (profeta), 203,264 n. 4<br />

Epidemias de 1910,30,241 n. 1<br />

Epidemias del "gran fuego", 30<br />

Epigrafía, 51<br />

"Época de la Esclavitud", 15, 29-<br />

30,179,182,184<br />

Esclavitud de los mayas, 29-30,<br />

37,178-179,180-182,185,190;<br />

abolición, 240 n. 1; charlas sobre<br />

su retorno, 15, 180, 189-<br />

190,194<br />

Escuelas en Quintana Roo, 58,<br />

107, 110,148,172; aceptación<br />

por parte de los mayas, 177;<br />

véase también maestros<br />

Escribas, prestigio de los, 72,199-<br />

200,225-226<br />

Escritura nocturna (profecía), 30;<br />

edificio de Chichén Itzá, 35<br />

Espionaje en la Primera Guerra<br />

Mundial por parte de los antropólogos,<br />

150-154,258 n. 12<br />

Estados Unidos: comparados por<br />

los mayas con los británicos,<br />

75, 83, 92, 93,170,171, 208;<br />

enfoque maya de los, 68,70,84,<br />

155,171,196; primeras opiniones<br />

de Morley sobre un posible<br />

protectorado estadounidense en<br />

Yucatán, 151; súplicas de protección,<br />

alianza, bandera, 70,<br />

75, 79, 81-83, 91-95, 106-109,<br />

125, 145, 148, 154, 155, 168,<br />

169-172, 207, 211, 227, 233,<br />

248 n. 16; rechazo de pedidos<br />

de alianza y protección, 95,99,<br />

106-108, 110, 154, 158, 168,<br />

230; "hombres muy rojoaf (fiaiakmáak,<br />

lakpo'ol, éak winkob\<br />

68, 70,196,247 n. 2,252<br />

n. 12; actividades de espionaje<br />

durante la Primera Guerra<br />

Mundial en México, 150-154,<br />

258 n. 12<br />

Estela N 9 1 de Tulum, 42, 43, 243<br />

n.30<br />

Etiopía, invasión italiana a, 123<br />

Exorcismo, 217<br />

Expedición Médica de Yucatán<br />

(Institución Carnegie, 1929),<br />

56,57,58,142<br />

Expediciones: a Honduras Británica,<br />

51; Institución Carnegie a<br />

Tulum (1916, Morley y Gann),<br />

43, 47; Institución Carnegie a<br />

Chichén Itzá (Morley), 49,52-54;<br />

Expedición Médica de Yucatán<br />

(1929), 56,57,142; Grey Memorial<br />

Expedition (1928, Blom,<br />

Universidad de Tulane), 56-57,<br />

90; a Guatemala, 51; Harvard a<br />

Tulum (Howe y Parmelee), 40-<br />

44; Morley a Tulum (1922), 48-<br />

51; TheNew York Times a Tulum<br />

(1926, Mason), 46; School of<br />

American Research a Tulum<br />

(1913, Morley y Nusbaum), 42,<br />

47; a Tulum 1895-1920, 40-44,<br />

47-48,150; a Tulum, década de<br />

1920,46-51,126<br />

Exploración, 56-58; actitud inicial<br />

de los mayas hacia la, 146,256<br />

n. 42; siglo XDÇ preferencia por<br />

Chichén Itzá sobre Tulum, 54;<br />

véase también arqueología; investigación<br />

etnográfica; expediciones<br />

Explotación, 22,172,182; en el comercio<br />

del chicle, 90, 94; saqueo<br />

por parte de los federales,<br />

90, 107, 251 n. 11; retórica,<br />

193; véase también mayas en<br />

esclavitud<br />

Explotación forestal, 178,187,<br />

234,236<br />

Explotación mexicana de los mayas,<br />

véase explotación<br />

Epidemias del "gran fuego", 30<br />

Extranjeros, 14,17, 24, 206-211;<br />

primera tradición oral maya<br />

acerca de los, 47,105; leyendas<br />

mayas sobre el futuro de los,<br />

70; gringos, 229,230; opiniones<br />

mayas sobre, 30, 68, 70, 106,<br />

279


130, 136, 137, 146, 171, 181;<br />

véase también Estados Unidos;<br />

británicos; "mezcla con el enemigo"<br />

FARABEE, W. G., 258 n. 12<br />

Federales mexicanos: maltrato de<br />

los mayas, 66, 90, 107, 251<br />

n. 11; imposición de la ley por<br />

parte de los, 110,177, 236; temor<br />

de los mayas a, 56, 109-<br />

110,160-161<br />

Felipe Carrillo Puerto (Santa<br />

Cruz), 154, 156,177, 209, 210,<br />

236,259 n. 20<br />

Ferrocarriles, 157, 185-188, 190,<br />

262 n. 15 y n. 16<br />

Ficciones de las memorias de expediciones<br />

y los relatos de viajes,<br />

38,44,47, 242 n. 15, 244 n.<br />

33<br />

Field Columbian Museum (Chicago),<br />

40<br />

Folk Culture of Yucatan, The<br />

(Redfield), 170-171,173-175<br />

GANN, Thomas, 43, 47, 56, 126,<br />

244 n. 33 y n. 40,254 n. 3; labores<br />

de espionaje de, 159<br />

"Gentes rojas", 68, 70, 196, 247<br />

n. 2,252 n. 12<br />

Gobierno, 34, 66, 83,173,177, 248<br />

n. 16; reforma agraria y reparto<br />

de tierras, 156-161, 259 n.<br />

18; y el tráfico del chicle, 66,<br />

90,177; local, condiciones anteriores,<br />

72, 159, 160, 178, 179,<br />

211; local, actualidad, 178,192-<br />

193, 210; Villa como intermediario<br />

entre mayas y el, 155,<br />

158-163,164-168,169,171<br />

Goma de mascar, 55, 60; véase<br />

también chicle, explotación y<br />

comercio<br />

GOMEZ, Dolores, 110<br />

Gran Bretaña, 48-49, 83; véase<br />

también británicos; Honduras<br />

Británica<br />

280<br />

Gran Depresión, 155,157,180<br />

Grey Memorial Expedition, .Universidad<br />

de Tulane (1928), 56,<br />

90<br />

Gringos, 229,230<br />

Gripe, epidemia, 1918-1919, 30,<br />

241 n. 1<br />

Guatemala, 15,18, 19; expediciones<br />

a, 51; tráfico del chicle en<br />

Peten, 60<br />

Guerra de Castas, 15-16, 29, 32,<br />

75, 93,111,147,150,172,183,<br />

186-187; efecto sobre Chichén<br />

Itzá, 36-37; génesis, 182; acuerdo<br />

de paz de 1916, 43; actuales<br />

descendientes de los rebeldes,<br />

180,182; historia de Reed, 214;<br />

sitio de Bacalar, 134-142; véase<br />

también mayas rebeldes<br />

Guerra de clases, 180<br />

Guerra racial, 180-181<br />

GUERRERO, Gonzalo de, 244 n. 37<br />

GUILLERMO, príncipe de Suecia,<br />

44,47<br />

Haciendas, 157; Chichén Itzá, 36;<br />

vida y títulos, 114<br />

Hambre, 181,182,194-195<br />

Harvard, Universidad, 51, 221,<br />

265 n. 4; expedición a Tulum<br />

de Howe y Parmelee, 41-44<br />

Hechicería, acusaciones de, 200,<br />

217,219<br />

HELD, John, 150,244 n. 33<br />

Henequén, plantaciones y comercio<br />

del, 185,186,187,189<br />

HERON TÚK, José María, 94<br />

"Historia de Dios", 221-230; véase<br />

también "Divinos Mandamientos";<br />

Testamento"<br />

Historiografía maya, 17, 52, 53;<br />

Chilam Balam, 69,221<br />

HOLMES, William, 40<br />

Hombre blanco, leyenda de la llegada<br />

del, en socorro de los .mayas,<br />

70, 84,171; véase también<br />

Estados Unidos; británicos; extranjeros<br />

Honduras Británica, 15, 51, 83,<br />

125-126, 139, 151, 171, 248<br />

n. 16, 254 n. 2, 257 n. 6; tráfico<br />

de chicle, 60; tráfico de los mayas<br />

rebeldes con, 32, 37, 40,<br />

125; aprovisionamiento de armas<br />

desde, 125<br />

Hopi, indios, 120<br />

HOWE, George, 41,44,243 n. 30<br />

HUUH, Pedro, 93,97<br />

Ibérica, 44<br />

Idiomas mayas, 19<br />

Iglesia Católica, 96,181-182<br />

Imágenes de serpientes emplumadas,<br />

106,196<br />

Imágenes del "dios buceador" en<br />

la Estructura 16, Tulum, 71,<br />

247 n. 9<br />

IMÁN, general, 33<br />

Imperialismo, 22; norteamericano,<br />

152<br />

Imperialismo norteamericano, 152<br />

Impuestos, 34<br />

Impuestos eclesiásticos, 33<br />

Incidents of Travel in Central<br />

America, Chiapas, and Yucatan<br />

(Stephens), 19<br />

Información, obtención de, 146;<br />

compensación solicitada, 210-<br />

215, 227-230, 250 n. 42; véase<br />

también investigación etnográfica;<br />

papeles sagrados<br />

Ingleses, véase británicos<br />

Inteligencia Naval de los EE. UU.,<br />

154; en la Primera Guerra<br />

Mundial, 150-152, 257 n. 4 y<br />

n. 6,258 n. 12<br />

Interacción masculina-femenina<br />

entre los mayas, 137,138,145;<br />

observaciones de Villa, 65-66,<br />

131-133, 139, 255 n. 19; amor<br />

romántico, 65, 131-133, 255 n.<br />

19<br />

Investigación etnográfica, 18, 20-<br />

22, 23, 61, 148, 261 n. 57; por<br />

Villa, 58-67, 79-80, 80-85,131-<br />

132,144-145,172-173, 214,246<br />

n. 10, 255 n. 19, 256 n. 33, 265<br />

n.4<br />

ISABEL II, reina, 201,209,210<br />

Isla Mujeres, 154<br />

ÍTZÁ, Apolinario, 71, 72,114,160,<br />

164,199-201,217,247 n. 4,265<br />

n. 4; asesinato de, 199-200,<br />

232; papeles de, 217,221, 231,<br />

232, 247 n. 4, 250 n. 38; fotos<br />

de, 264 n. 16<br />

ITZá, Santiago (san), 200, 204,<br />

205, 216-218, 219-221, 229,<br />

235, 264 n. 1; falsamente acusado<br />

de vender "Testamento",<br />

231-233,266 n. 11; en posesión<br />

de los papeles de su padre, 217,<br />

220,225<br />

Itzas,69<br />

Jardinería, 178,190<br />

Jeroglíficos mayas, 17,19; en Chichén<br />

Itzá, 35,52,53; la búsqueda<br />

de Machlin y Marx, 208-210;<br />

de Tulum, 42,71,171<br />

JONES, Grant, 247 n. 10<br />

JORGE V, rey, 48,83,244 n. 40<br />

José María Morelos (dudad). 259<br />

n.20<br />

"Juramento", 122; para Morley,<br />

122,123, 200-201, 253 n. 44; de<br />

Zuluub, 89,122<br />

Kampokolche, 76<br />

Kanxoc (pueblo), 56,245 n. 4<br />

KENDALL, teniente coronel D. J.,<br />

154<br />

KIDDER, Alfred, 57,79,84,102-103<br />

Komchen (poblado), 246 n. 10<br />

Kopchen (poblado), 246 n. 10<br />

LANDA, Diego de, 34<br />

LARSEN, Helga, 110,114,120-122,<br />

253 n. 23<br />

LE PLONGEON, Augustus, 242 n. 15<br />

LETGER, David, 170<br />

Ley, aplicada por los federales,<br />

110,177, 236; por los oficiales<br />

mayas, 177,178<br />

281


Leyendas sobre el rey maya, 69,<br />

70,103-106,180,196, 236, 252<br />

n. 12; véase también rey-dios<br />

Libertad, el actual tiempo de, 178-<br />

179,182-185,188-192<br />

Libro de Quintana Roo, 227<br />

Libros de Chilam Balam, 69, 221,<br />

228, 247 n. 4; citados, 221-225;<br />

traducidos por Morley, 147,<br />

221,265 n. 4<br />

LINDBERGH, Charles, 57<br />

Lingüística, 19-20,27<br />

LOTHROP, Samuel K, 46,150, 258<br />

n.12<br />

Lugares sagrados, 78; véase también<br />

pueblos sagrados<br />

MACHLIN, Milt, 209-210, 232, 266<br />

n.ll<br />

Maestros, 172, 177; vistos como<br />

espías del gobierno, 58, 61, 62,<br />

66,83,107,109,148,179<br />

MARGARITA, princesa, 248 n. 16<br />

MALER, Teobert, 242 n. 14<br />

MARX, Bob, 208-210, 232, 266<br />

n.ll<br />

Masewal (mayas rebeldes), 68, 70,<br />

234,235<br />

MASON, Gregory, 47,48,56<br />

Matan, ceremonias, 115-116,118<br />

Materialismo en conflicto con el<br />

fervor religioso, 212-214, 264<br />

n.18<br />

MAUDSLAY, Alfred, 100<br />

MAY, general Francisco, 55-56, 69,<br />

75, 86, 90, 149-150, 155, 156,<br />

164, 168, 187, 189, 240 n. 1,<br />

248 n. 16,257 n. 6,259 n.18<br />

MAY, Pantaleón, 248 n. 16<br />

Maya of East Central Quintana<br />

Roo, The (Villa), 170-173<br />

Maya yucateco (pueblo e idioma),<br />

18, 72,218<br />

Mayas clásicos, 19, 52; inscripciones,<br />

estela N 5 1, 42; ruinas, 16,<br />

19; véase también Chichén Itzá;<br />

jeroglíficos; Tulum<br />

Mayas mopan, indios, 18<br />

282<br />

Mayas rebeldes, 29-31, 37, 125-<br />

126,180,183; masewal, 68, 70,<br />

234, 235; vestigios en Xcacal<br />

Guardia, 73, 77-78, 90-91, 93,<br />

149-150, 156; véase también<br />

Xacal Guardia, conspiración<br />

contra el gobierno mexicano<br />

MELGAR, general Rafael, 107-110,<br />

156, 159, 161, 163-167, 169,<br />

218,252n.21,262n.l<br />

MÉNDEZ, Reymundo, 94<br />

MENDOZA, Sostenes, 61<br />

Marida, 29, 34, 37, 57, 64, 163,<br />

186; delegación de Xcacal<br />

Guardia en, 165-166<br />

MERWIN, Raymond, 243 n. 16 y<br />

n.32<br />

Mexican Exploitation Company,<br />

79<br />

"Mezcla con el enemigo 9 , advertencias<br />

divinas en contra de la,<br />

70,188,191,212<br />

MILLER, William, 38,146<br />

Ministerio de Educación de México,<br />

100<br />

Misioneros presbiterianos, 170<br />

Mixtequilla (poblado), 246 n. 10<br />

MORLEY, Frances Rhoads, 53, 78,<br />

111,120,214<br />

MORLEY, Henry, 201<br />

MORLEY, Sylvanus, 51, 53-54, 55,<br />

56, 69,196, 232, 244 n. 41, 245<br />

n. 44, 245 n. 4; The Ancient<br />

Maya, 264 n. 16; en Chichén<br />

Itzá, 50-54, 69, 71-73, 75-77,<br />

96, 97-100,104, 124, 154,155,<br />

169-170; Chilam Balam y "Testamento"<br />

copiados por, 146,<br />

221, 265 n. 4; diálogo escrito y<br />

oral con los mayas, 54, 69-79,<br />

80, 81-100,104,105, 106,124,<br />

126-131, 143-147, 149, 155,<br />

157, 158, 164, 169, 171, 182,<br />

201-202, 206, 214, 243 n. 10,<br />

249 n. 28, 252 n. 19, 261 n. 53;<br />

actividades de espionaje en la<br />

Primera Guerra Mundial, 150-<br />

152, 153-154, 258 n. 12; >ra-<br />

mentó* de, 121-124, 200-201,<br />

253 n. 44; evocaciones entre los<br />

mayas de hoy, 198-202, 211;<br />

mencionado, 172, 175, 179,<br />

188, 195, 196, 197, 207, 209,<br />

226, 227, 232, 233; en Tulum,<br />

42, 44, 47-51, 54,126,150, 243<br />

n. 30, 244 n. 33; visita a Xcacal<br />

Guardia, 109-122, 253 n. 23 y<br />

n. 35; y el protectorado de Yucatán,<br />

151; Zuluub lo acusa de<br />

subversivo, 149-150,155, 164,<br />

166; carta de Zuluub a, 88, 92-<br />

93,94-95<br />

Motivos monetarios para brindar<br />

información, 211-215, 227-230,<br />

256 n. 42<br />

Muddy (intérprete), 48<br />

Mujeres, diálogo con, 64-65; véase<br />

también interacción masculinofemenina<br />

Museo Peabody de Arqueología y<br />

Etnología, 221, 228, 249 n. 38;<br />

expedición de 1912, 243 n. 16;<br />

expedición de 1913-14<br />

MUSSOLINI, Benito, 123<br />

Nation, The, 153<br />

New York Times, The, expedición a<br />

Tulum (1926), 46<br />

Nicaragua, 15<br />

Non Bec (poblado), 94<br />

Noh Cah Santa Cruz Balam Nah,<br />

30, 54, 66, 89, 91, 94,157, 245<br />

n. 6; véase también Santa Cruz<br />

Noh Cah Tixcacal, 66; véase también<br />

Xcacal Guardia<br />

NORMAN, B. M., 103<br />

Numerología maya, 52<br />

NUSBAUM, Jesse, 42<br />

Ocupaciones de los mayas, 89,190;<br />

actuales, 178,190,214-215<br />

Oxualacin (poblado), 94<br />

PACHECO Cruz, Santiago, 232<br />

Palenque, 52<br />

Panamá, 151<br />

Papeles sagrados, 208-210, 221;<br />

acceso a, 207-210, 214, 221-<br />

226, 228-233, 256 n. 42, 265<br />

n. 7 y n. 10; copiados y traducidos<br />

por Morley, 146,221,265 n.<br />

4; copias fraudulentas, 225-226<br />

PARMELEB, William, 41,243 n. 30<br />

PAT, José Crescendo, 94<br />

PAT, Leonardo, 94<br />

PAT, Tomás, 245 n. 4<br />

Patrono de la Cruz, 96-97,112<br />

Payo Obispo (pueblo), 58, 93-94,<br />

156,160,162<br />

PEO, Román, 94<br />

Península de Yucatán, 15,19, 34;<br />

comercio del chicle, 60, 89-90:<br />

costa este, 39-40; bosque del este,<br />

183; mapa, 35; norte vs. sur,<br />

38,179-180,182; posibilidad de<br />

un protectorado norteamericano,<br />

151; ferrocarriles, 185-188;<br />

caminos, 182-185,187,188; gobierno<br />

socialista, 180; en la Primera<br />

Guerra Mundial, 150,<br />

151,153,154<br />

Perdomo, oficial mexicano, 14C<br />

PËRIGNY, Maurice de, 243 n. 16<br />

Petcacab (poblado), 246 n. 10<br />

Peto, Yucatán, 157,186<br />

PIERCE, Arthur, 151<br />

Piste (poblado), 37<br />

Población: de Quintana Roo, censo<br />

de 1980, 259 n. 20; de los mayas<br />

rebeldes, 30<br />

Pobreza actual, 190,193-196,212<br />

Pom (poblado), 246 n. 10<br />

POOT, Juan Bautísta,70, 77, 202,<br />

205 ; fotos de, 213,264 n. 16<br />

Precios al consumidor, 190,193<br />

Predicciones de guerra futura, 14-<br />

16,178-181,192-197,211,227<br />

Primera Guerra Mundial, 150-154<br />

Problemas del noviazgo, 52, 53,<br />

241 n. 7<br />

"Proclamas de Juan de la Cruz",<br />

30,146,230, 240 n. 1,241 n. 2;<br />

véase "Divinos Mandamientos 8 ;<br />

"Testamento"<br />

283


Profetas y profecías, 17, 30, 182,<br />

184-186, 188, 191-192; véase<br />

también Cituk, Florentino; "Divinos<br />

Mandamientos"; comunicación<br />

divina; Santísima<br />

Progreso (puerto), 64<br />

Puc, Atanasio, 94<br />

PüC, Venancio, 94,139-141<br />

Pueblo, indios (sudoeste de EE.<br />

UU.), 120<br />

Quintana Roo, 15; libros, 170-176,<br />

214, 264 n. 16; plan de colonización,<br />

156,158, 259 n. 20; bosques,<br />

32, 177, 178; ejidos, 164*<br />

168,171,177, 262 n. 1; paisaje,<br />

33; mapa, 59; autoridad militar-religiosa<br />

en el pasado, 72,<br />

178-179; cambios modernos,<br />

177-179; población, censo de<br />

1980, 259 n. 20; obra de los misioneros<br />

presbiterianos, 170;<br />

carreteras, 157, 185-188, 190,<br />

262 n. 15 y 16; conclusiones de<br />

la investigación de Redfield,<br />

174-176; caminos, 182, 185;<br />

chicozapote como fuente del<br />

chicle, 60,115, 246 n. 15; véase<br />

también, chicle, explotación y<br />

comercio; centros sagrados, 56,<br />

78,195,209,227,230,245 n. 6<br />

REDFIELD, Robert, 58, 61, 62, 79,<br />

81-85, 145, 155, 161, 168, 169-<br />

171, 173, 247 n. 1, 256 n. 1;<br />

Cham Kom: A Village That<br />

Chose Progress, 175; The Folk<br />

Culture of Yucatan, 170, 173-<br />

175; observación de las relaciones<br />

entre hombre y mujer, 131-<br />

132<br />

REED, Nelson, 207, 214, 240 n. 1,<br />

241 n. 2<br />

Reforma agraria, 156-161, 162,<br />

164-168,218, 259 n. 18<br />

REINA, Leticia, 232<br />

Relación de cosa3 de Yucatán<br />

(Landa), 34<br />

284<br />

Relaciones domésticas entre los<br />

mayas, 65,66,131-133<br />

Relaciones sexuales y lenguaje,<br />

128-133,255 n. 19<br />

Retórica de la amenaza, 125-128<br />

Retórica de la amistad, 126-131;<br />

véase también retórica del amor<br />

Retórica del amor, 127-131, 137-<br />

139,145,193<br />

Retórica del cortejo, uso de, 128-<br />

131,136-139,145,171<br />

Retórica maya, 127-131,136-139,<br />

145,192-193; cambios, 192; de<br />

explotación, 192; de amor y cortejo,<br />

127-131, 136-139, 145,<br />

171, 193; de la amenaza, 125-<br />

127; recursos de paralelismo y<br />

repetición, 88, 92; "principio de<br />

cortejo", 130; problemas de traducción<br />

véase traducción<br />

Revolución Mexicana, 89, 154,<br />

172,180,187<br />

Rey-dios, llegada del, a Dzula en<br />

1985,234-235,236-237<br />

RHOADS, Frances véase Morley,<br />

Frances Rhoads<br />

ROSENKRANTZ, William, 257 n. 4<br />

Rusia, 196,227<br />

Sacrificios humanos: azteca, 51;<br />

maya, 236<br />

Sahcabchen (poblado), 246 n. 10<br />

Salem (buque de guerra), 154<br />

Saqueo por parte de los federales<br />

mexicanos, 90-91, 106, 251<br />

n.ll<br />

San Antonio (pueblo sagrado), 56,<br />

78,235,245 n. 6<br />

San Antonio Muyil (pueblo sagrado),<br />

236<br />

San Ignacio (poblado), 246 n. 10<br />

San José (poblado), 158,163,165<br />

San Pedro (poblado), 246 n. 10<br />

Santa Cruz, 29, 38, 54-56, 71, 72,<br />

73, 74, 88, 93, 110, 150, 164,<br />

183,187, 243 n. 16, 245 n. 4 y<br />

n. 6; sede del gobierno del condado,<br />

177; cruz milagrosa, 30,<br />

55, 96, 241 n. 2; ocupación por<br />

parte de los federales, 55, 56,<br />

71-75, 90,172,183,187; rebautizada<br />

Felipe Carrillo Puerto,<br />

177; véase también Chan Santa<br />

Cruz; Felipe Carrillo Puerto;<br />

Noh Cah Santa Cruz Balam<br />

Nah<br />

Santa Cruz de Bravo, 54,99<br />

Santa Cruz, indios de, 38,40,151,<br />

243 n. 16,257 n. 6<br />

Santa Fe New Mexican, 43<br />

Santísima, icono Nuestro Señor<br />

1res Personas, 75, 86, 88, 96,<br />

117, 118, 122, 158, 164, 170,<br />

260 n. 23; profecías sobre su<br />

venta, 193; véase también cruz<br />

de Santa Cruz<br />

"Santo Almahthan" (santo 'almahiáan),<br />

30, 230, 265 n. 7;<br />

véase también "Divinos Mandamientos",<br />

"Testamento"<br />

Santo Cah, 245 n. 6<br />

SAPPER, Carl, 38<br />

Saqueo...<br />

SAVILLE, M. H., 258 n. 12<br />

School of American Research<br />

(Santa Fe), 42<br />

Segunda Guerra Mundial, 169<br />

Selvas (montes): Este de Yucatán,<br />

183; Quintana Roo, 32, 177,<br />

178; Sur de Yucatán, 38<br />

Señor (poblado), 58, 61, 64-65, 66,<br />

82, 132, 148, 159, 165, 210,<br />

219, 246 n. 10; chicleros, 161,<br />

164,261 n. 53; ejido, 218; crecimiento<br />

reciente, 178<br />

Servicio de guardia, 66,231<br />

Servicios de salud, 56, 58, 142,<br />

145,177,216<br />

SIN, Andrés, 94<br />

Sisal, hilo, 152<br />

Sisal (puerto), 37<br />

SlUROB, gobernador, 248 n. 16,259<br />

n.18<br />

Socialismo, 180<br />

Sociedad tradicional (en el concepto<br />

de Redfield), 173-175<br />

SOMOZA, Anastasio, 18<br />

SPINDER, Herbert J., 150,258 n. 12<br />

STEPHENS, John L., 33, 36, 39,42,<br />

44,243 n. 30<br />

Submarinos alemanes en el Caribe,<br />

150,154,257 n. 4<br />

Tenochtitlán, 51<br />

"Testamento", 189, 211, 231-233,<br />

265 n. 7, 266 n. 11; copiado por<br />

Morley véase también "Divinos<br />

Mandamientos"<br />

THOMPSON, Edward H., 37, 53,<br />

187,241 n. 14,242 n. 15<br />

Tihosuco (pueblo), 111, 159,163<br />

Tïcal,52,245n.44<br />

Títulos de propiedad de tierra (ejidos),<br />

157-161, 162, 164-168,<br />

177, 218, 259 ri. 18; de Xmaben,<br />

166-168,171,262 n.l<br />

TOZZER, Alfred, 242 n. 14<br />

Toltecas, 52<br />

7bp, en la retórica de la explotación,<br />

192<br />

Trabajo, 178, 190, 193; trabajos<br />

forzados, 185, 187, 190; véase<br />

también esclavitud<br />

Trabajo asalariado, 178,190,193<br />

Tradiciones orales, 47, 202-206,<br />

207, 211; diálogos dramatizados<br />

en la, 198-199,263 n. 2<br />

Traducción, inexactitudes de, 75,<br />

76-79,108, 127-129, 163, 209,<br />

252 n. 19,255 n. 12<br />

Tulum, 16, 38-50, 56, 57, 68, 78,<br />

126, 159, 196, 227, 242 n. 14,<br />

245 n. 6, 265 n. 10; abandono<br />

de, 44; Castillo, 39, 44, 46, 48,<br />

51,91; imágenes del "dios buceador",<br />

71, 247 n. 9; exploración<br />

de, 41-51, 54; jeroglíficos de,<br />

42, 171; Morley en, 42-44, 47-<br />

51, 54, 126, 150, 243 n. 30 y<br />

244 n. 33; peregrinaciones a,<br />

80, 82, 91; príncipe Guillermo<br />

en, 44, 97; estela N 9 1 retirada<br />

de, 42, 43, 243 n. 30; Stephens<br />

en, 39,42,44<br />

285<br />

Ï<br />

f


I<br />

Turismo, 178, 265 n. 10<br />

Tuzik (poblado), 14-15, 58, 61, 67,<br />

77, 79-80, 111, 165, 170, 216,<br />

228, 230, 246 n. 10, 247 n. 4,<br />

248 n. 13, 262 n. 1; Chilam Balam<br />

de, 221, 247 n. 4, 265 n. 4;<br />

tropas federales acantonadas<br />

en, 177; cifra demográfica, 79;<br />

crecimiento reciente, 178; escritos<br />

de Redfield sobre, 175; Villa<br />

en, 58, 62, 64, 79, 80, 84, 95,<br />

107, 110, 123, 141-146, 148,<br />

158-164,199<br />

Tzuc, José María, 134-139, 255 n.<br />

27<br />

TZUC, Luciano, 125<br />

Tzucanela (poblado), 94<br />

UH, Isidro, 94<br />

Universidad de Tulane, Grey Memorial<br />

Expedition (1928), 56<br />

Us, Julián, 94<br />

Uxmal, 39<br />

Valladolid, 34, 244 n. 43<br />

VAN BURéN, Martín, 19<br />

Vaquería (danza), 114<br />

VEGA, Juan Bautista, 49-50, 208-<br />

210, 231, 244 n. 43, 265 n. 7<br />

Vehículos de motor, profecías (fuego<br />

que corre), 184-186<br />

Vestimenta, 48, 69,191, 233<br />

VICTORIA, reina, 48, 75, 83, 94,<br />

170,188<br />

Vigía Chico (puerto), 90, 93,186<br />

VILLA ROJAS, Alfonso, 77, 79, 86,<br />

95, 110, 121, 127, 149, 155,<br />

157, 158, 163, 169, 170, 198,<br />

232, 245 n. 4, 247 n. 4, 248<br />

n. 13, 248 n. 15, 252 n. 21, 254<br />

n. 16; encuentro con oficiales de<br />

Xcacal Guardia en Chichén Itzá<br />

(diciembre de 1935), 97-100,<br />

105, 106-107; y el Chilam Balara,<br />

146, 221, 247 n. 4, 265 n.<br />

4; investigación etnográfica, 57-<br />

67, 79-80, 82-85, 131-132, 144-<br />

145, 172-173, 214, 246 n. 10,<br />

286<br />

255 n. 19, 256 n. 33; como intermediario<br />

entre los mayas y<br />

las autoridades federales, 156,<br />

158-168, 169; The Maya of<br />

East Central Quintana Roo,<br />

170-173; asistencia médica<br />

ofrecida por, 142, 145, 256 n.<br />

40; mencionado, 201, 207, 209,<br />

211; observación de las relaciones<br />

entre hombres y mujeres<br />

mayas, 65-66, 132, 255 n. 19;<br />

historia de la avaricia disfrazada<br />

de piedad, en el oficial de<br />

Chunkulche, 212; en Tuzik, 58,<br />

63-64, 79, 80, 84, 95, 107, 110,<br />

123, 141-146, 148, 158-164,<br />

199, 227, 251 n. 11; en Xcacal<br />

Guardia, 80, 85, 114, 118, 120,<br />

253 n. 23 y n. 25; acusaciones<br />

de Zuluub contra, 149-150,166<br />

Viruela, epidemia, 30, 240 n. 1<br />

WILSON, Woodrow, 151<br />

Windham, general, 140<br />

Xcacal Guardia (pueblo sagrado),<br />

56, 57, 66, 71-73, 78, 79, 86,<br />

147, 170, 183, 199, 218, 226,<br />

229-233, 245 n. 6, 246 n. 9, 247<br />

n. 4; y reforma agraria, 156-<br />

168, 259 n. 18; descripción de,<br />

112; festival de la Virgen de la<br />

Concepción en, 109, 114-122;<br />

festivales, 218; disensos internos<br />

del pasado, 95, 149-150,<br />

159-167,169; disensos internos<br />

del presente, 199, 218-220, 230-<br />

234; solicitudes de títulos de<br />

propiedad, 159-168, 171, 218;<br />

ejido, 218; exclusión de Xmaben<br />

en el ejido, 167, 218, 262<br />

n. 1; Machlin y Marx en, 209,<br />

232; administración militar-religiosa,<br />

71, 178-179, 217-218;<br />

diálogo oral y escrito de Morley<br />

con, 68-79, 80, 81-100, 104,<br />

106-124,126-131,143-148,149,<br />

155, 156, 157, 158, 160, 164-<br />

166, 168, 169, 171, 182, 202,<br />

214, 247 n. 10, 249 n. 28, 261 n.<br />

53; visita de Morley, 109-122,<br />

253 n. 23 y n. 35; Santísima<br />

(cruz milagrosa), 56, 86, 96,<br />

117, 118, 122, 158, 164, 170,<br />

193; conspiración contra el gobierno<br />

mexicano, 71-73, 75-76,<br />

90-95, 106-109, 124, 148, 149,<br />

155, 156, 169, 180; población<br />

asociada con, 71; predicciones<br />

de guerra futura, 179,195; papel<br />

actual en la vida maya, 178;<br />

acceso de los extranjeros a libros<br />

sagrados, 146, 210, 230-<br />

233, 265 n. 7; evaluación de<br />

Redfield, 174-175; escribas, 72,<br />

225-226; chamanes, 216-217,<br />

264 n. 1; Villa en, 80-85, 113-<br />

114,118,120, 253 n. 23 y n. 35;<br />

escritos de Villa, 170-173; conglomerado<br />

de, 165, 183, 218;<br />

comentarios de Zimmerman sobre<br />

el colapso del culto religioso<br />

en, 264 n. 18<br />

Xcan (poblado), 234<br />

Xhazil (poblado), 246 n. 10<br />

Xiatil (poblado), 86, 87, 142, 246<br />

n.10<br />

XlU, Antonio, 114<br />

Xmaben (poblado), 64, 72, 77-78,<br />

82, 110, 143, 165-167, 178; ejido<br />

de, 166-168,171, 262 n. 1<br />

Xocempich (poblado), 170<br />

Xocen (pueblo sagrado), 56, 245<br />

n. 4 y n. 6<br />

Xpichil (poblado), 58, 86, 87, 246<br />

n. 10<br />

Yakunah (amor), 127, 128, 138,<br />

193<br />

YAMA, Felipe, 94<br />

YAMA, Paulino, 61, 66, 110, 148,<br />

160, 199, 209, 263 n. 2, 265<br />

n. 4; fotos de, 264 n. 16<br />

Yaxche (poblado), 246 n. 10<br />

Yaxkax (poblado), 165<br />

Yaxley (poblado), 218-219<br />

YEH, Cristíno, 50<br />

YEH, Norberto, 263 n. 22<br />

Yo'actun (poblado), 86, 87, 246<br />

n.10<br />

Yokdzonot (poblado), 244 n. 43,<br />

246 n.10<br />

Young, Toledo & Company, 125<br />

ZIMMERMAN, Charlotte, 232, 264<br />

n. 18,265 n. 7<br />

ZULUUB, Evaristo, 80, 82, 84, 97,<br />

107,148,156,178,195, 202; en<br />

Chichén Itzá (diciembre de<br />

1935) 97, 147; como anfitrión<br />

de Morley en Xcacal Guardia,<br />

112-114, 117-122; en conflicto<br />

con los colegas de Xcacal Guardia,<br />

149-150,159-162,164,166;<br />

"juramento" de, 89, 122; cartas<br />

a Morley, 86, 87-95, 182; mencionado,<br />

58; cruz milagrosa recobrada<br />

y custodiada por, 56,<br />

86, 88,164; fotos de, 264 n. 16;<br />

refugiado de Dzula, 86, 88-89,<br />

90-91, 93, 94-95, 218; un traidor,<br />

denunciando una conspiración<br />

Morley-Xcacal Guardia,<br />

149-150,155,164,166<br />

287<br />

1<br />

-raí


'<br />

• MU<br />

Esta obra se terminó de imprimir en el mes<br />

de enero 1991 en los talleres de<br />

Mar-Co Impresores<br />

Calle Pedregoso 67, col.<br />

San Francisco Coyoacan<br />

México, 0. F.<br />

M

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