Sullivan, Conversaciones inconclusas - Histomesoamericana
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ciones. Con el tiempo, y al amparo de Santa Fe, Nueva York,<br />
Washington y Londres, los escritores exageraron los detalles, inventando<br />
encuentros que no se habían producido. Aunque había especulado<br />
sobre el reciente abandono de Tulum y la posibilidad de la<br />
existencia de ciudades aborígenes activas, Stephens no había mencionado<br />
ninguna presencia humana en esas ruinas costeras. Por el<br />
contrario, la soledad y la desolación le habían llamado la atención.<br />
No obstante, su compañero de viaje, Frederick Catherwood, luego<br />
informó que habían encontrado, en una cámara interior del Castillo,<br />
"rastros de fuego y copal, con lo cual era probable que algunos<br />
indios hubieran celebrado allí sus ritos antiguos, a los que todavía<br />
adhieren cuando no son observados por los españoles". La expedición<br />
de Allison Armour a Tulum en 1895 no desembarcó y no avistó<br />
nada. Pero quince años después se afirmó que los miembros de la<br />
expedición habían visto ondear banderas desde la costa, y en otros<br />
quince años se corrió el rumor de que la expedición había sido "expulsada<br />
por indios hostiles".<br />
George Howe sólo informó que los miembros de su expedición<br />
de 1911 habían visto banderas en Tulum, pero quince años después<br />
la historia creció hasta incluir indios hostiles arrastrándose en la<br />
vegetación. Sylvanus Morley informó sobre el hallazgo de angarillas<br />
de hojas de palmera en 1916. Otro miembro de esa expedición,<br />
escribiendo años después, informó que las hojas estaban en el piso<br />
de un edificio que habían barrido el día anterior, sugiriendo no sólo<br />
que los mayas visitaban las ruinas sino que vigilaban a los expedicionarios.<br />
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Los extranjeros contaron y escribieron estas historias para<br />
hablar de sí mismos, no de los mayas, de quienes sabían muy poco.<br />
Estaban destinadas a enfatizar el coraje de los pioneros de la investigación<br />
científica y a explicar la escasez de logros de las primeras<br />
expediciones. Y desde luego estaban destinadas a vender libros.<br />
Los siguientes visitantes del territorio rebelde elaboraron más ficciones<br />
sobre sus encuentros con el Otro. Pero al menos tendrían<br />
más sustancia sobre la cual trabajar, una vez que los mínimos indicios<br />
de presencia humana y las sombrías interpretaciones de las intenciones<br />
mayas se transformaron en encuentros y diálogos reales.<br />
El honor del primer encuentro moderno con los elusivos indios<br />
de Tulum correspondió al príncipe Guillermo de Suecia en 1920.<br />
Mientras viajaba por el Caribe con su yate Ibérica, el príncipe Guillermo<br />
y su séquito desembarcaron (con típicas dificultades: "nuestro<br />
pequeño chinchorro estuvo a punto de volcar, con su irreemplazable<br />
cargamento de cámaras y materiales de dibujo") en las ruinas<br />
de Tulum. En la playa los recibió un pequeño contingente de soldados<br />
mexicanos que los escoltaron hasta las ruinas.<br />
44<br />
í<br />
Dos muyas anónimos en Tulum, 1922<br />
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