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Amor total a Cristo - Revelaciones Marianas

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Aquel sueño (éxtasis) se alejó y volví en mí. Desde entonces,<br />

comencé a tener horror grandísimo al pecado (la gracia más<br />

grande que me ha hecho Jesús). Las llagas de Jesús quedaron<br />

profundamente grabadas en mi mente de modo que jamás se han<br />

vuelto a borrar 39 .<br />

El Viernes Santo no le permitieron ir a la iglesia y ella se<br />

encerró en su habitación para meditar en la Pasión del Señor y<br />

Jesús vino a darle personalmente la comunión (algo que en aquel<br />

tiempo no se podía recibir el Viernes Santo). El padre Germán, en<br />

sus notas manuscritas, asegura que tuvo conocimiento de que esto<br />

sucedió por lo menos en tres ocasiones.<br />

Ello lo cuenta así: Habiéndome encerrado en mi habitación,<br />

no estuve sola. Vino el ángel de la guarda y oramos juntos.<br />

Asistimos a Jesús en todos sus trabajos, compadecimos a la<br />

Virgen nuestra Madre en todos sus dolores. No dejó, sin embargo,<br />

mi ángel de hacerme un dulce reproche, diciéndome que no llorase<br />

cuando tuviera que hacer algún sacrificio por Jesús, sino que diera<br />

gracias a los que me ofrecían ocasión de hacerlo. Fue esta la<br />

primera vez y el primer viernes que Jesús se hizo sentir a mi alma<br />

de modo tan fuerte. Y aun cuando no recibí, porque era imposible,<br />

de manos del sacerdote a Jesús verdadero, sin embargo, Jesús<br />

vino por sí mismo y se dio en comunión a mi alma. Y fue tan íntima<br />

esa nuestra unión que yo estaba como estupefacta.<br />

Jesús me habló de modo muy sensible... “Estoy loco, me<br />

repetía Jesús, por unirme a ti; corre, ven todas las mañanas. Pero<br />

mira bien, porque soy un padre y un esposo celoso. ¿Me serás tú<br />

hija y esposa fiel? 40 .<br />

Jesús seguía consolándome y me mandaba al ángel de la<br />

guarda para que fuera mi guía en todo. De todo esto debía yo dar<br />

cuenta a mi confesor. Me fui a confesar, pero no me atreví y salí<br />

sin decirle nada. Regresé a casa y, al entrar en mi habitación, vi<br />

que mi ángel lloraba. Me dijo: “¿De modo que tú no me quieres<br />

ver? Eres mala: callas las cosas al confesor. Recuerda bien lo que<br />

te digo, te lo repito por última vez. Si vuelves a callar lo más<br />

mínimo al confesor, yo no me dejaré ver más de ti. Nunca, nunca”.<br />

39 Autobiografía, pp. 251-253.<br />

40 Autobiografía, pp. 253-254.<br />

20

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