Amor total a Cristo - Revelaciones Marianas
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verme durante ese tiempo, pues esos días eran todos días de<br />
Jesús 43 .<br />
Las salesas estaban dispuestas a recibirla en el convento<br />
como religiosa. Incluso, decidieron recibirla en ese mismo mes de<br />
mayo al verla tan espiritual y con buena salud después de su<br />
curación. Pero de nuevo Dios le exigió un nuevo sacrificio. El<br />
arzobispo de Luca, Monseñor Ghilardi, que había oído hablar de<br />
ella, se opuso resueltamente a su ingreso por razones de salud y<br />
tuvo que salir antes de lo previsto.<br />
Ella lo dice así: ¡Dios mío! He aquí un nuevo dolor. Al día<br />
siguiente, tenía que salir del convento para ir a casa. Hubiera<br />
querido que ese momento no llegase nunca, pero por desgracia<br />
llegó. Eran las cinco de la tarde del 21 de mayo, cuando salí. Pedí<br />
llorando la bendición a la Madre Superiora y saludé a las monjas y<br />
abandoné el convento. ¡Dios mío! ¡Qué dolor! 44<br />
LAS LLAGAS DE CRISTO<br />
El 8 de junio de 1899, en la comunión, Jesús le avisó que por<br />
la tarde iba a recibir una gracia grandísima. Ella lo relata así:<br />
Llegó la tarde. De repente, más pronto que de ordinario, me<br />
sentí presa de un dolor interno muy fuerte de mis pecados; tan<br />
fuerte como jamás lo he sentido. Dolor que estuvo a punto de<br />
hacerme morir allí mismo. Después de esto, me sentí recogida en<br />
todas las potencias del alma... Al recogimiento interior sucedió bien<br />
pronto la pérdida de los sentidos y me hallé en presencia de mi<br />
mamá celestial que tenía a su derecha al ángel de mi guarda,<br />
quien lo primero que me dijo fue que hiciera el acto de contrición.<br />
Una vez hecho, la mamá me dijo estas palabras: “Hija, en nombre<br />
de Jesús, te sean perdonados todos tus pecados”. Luego, añadió:<br />
“Mi hijo Jesús te ama mucho y quiere hacerte una gracia muy<br />
grande. ¿Sabrás tú hacerte digna de ella?”. Mi miseria no sabía<br />
qué responder. Siguió diciendo: “Yo seré para ti madre, ¿sabrás tú<br />
mostrarte verdadera hija?”. Extendió su manto y me cubrió con él.<br />
En ese instante, apareció Jesús con todas las llagas abiertas,<br />
pero de las llagas no salía sangre, salían llamas de fuego, que en<br />
43 Autobiografía, pp. 256-257.<br />
44 Autobiografía, pp. 260.<br />
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