antena conventual - Franciscanos Conventuales de España

Fr. Jordi con un niño apadrinado, en
Bogotá. Debajo, jóvenes bañándose
en el Malecón de La Habana.
de la pólvora, por estar cerca de la
fiesta de Navidad. En los alrededores,
nuestros frailes están el seminario
de La Estrella, un pequeño paraíso
de tranquilidad, sede del Noviciado
conjunto de varios países latinoamericanos,
que contrasta con la otra
comunidad cercana, la Parroquia
Hermano Francisco, en un barrio
popular, la mayoría de casas levantadas
con materiales poco consistentes
o sin acabar, con estridentes músicas
por las empinadas calles.
Allí pude visitar algunos de los
50 niños del programa de apadrinamiento
que la comunidad y un grupo
coordinador, con gran dedicación,
acompañan. Todos eran de familias
desestructuradas, con multitud de
problemas, pero todos ellos reflejaban
en su rostro el agradecimiento
por las oportunidades ofrecidas y las
posibilidades de futuro.
La siguiente parada fue Corozal,
en la costa atlántica. Se hace extraño
estar en la preparación de la
Navidad sudando por el calor y la
humedad. Allí el curso escolar ya
había terminado, y por eso no pude
estar cuando el Proyecto Corozal está
en su apogeo: 150 niños y 50 ancianos
de un comedor social, unos
50 apadrinados y todas las actividades
de apoyo escolar y animación
sociocultural que conlleva. Es un
lugar donde los chicos y ancianos
pueden encontrar alternativas para
salir adelante, como un pequeño
remanso de paz y bien.
Para sostener todo este proyecto
se necesita una buena aportación
económica. Y para ello se ha puesto
a producir una finca que tenemos en
propiedad, de momento de un modo
experimental, con ganado vacuno,
gallinas y otros animales de granja, y
con una plantación de ñame y yuca.
Tiene sus dificultades, y las prioridades
son las de traer la línea eléctrica,
la construcción de un pozo y
solucionar el transporte para llevar
los productos obtenidos para consumo
propio o su venta. Es de admirar
cómo la comunidad está muy
implicada en este proyecto con su
dedicación y entrega.
La última parada fue Bogotá, una
ciudad inmensa, en la que nuestros
hermanos tienen dos comunidades
de formación, que a su vez se abren a
la realidad de los barrios que les rodean
y donde también hay un grupo
de niños apadrinados.
Apadrinar un proyecto
Urge la necesidad de optimizar los recursos,
sabiendo las dificultades económicas
por la crisis actual. Nuestros
esfuerzos están encaminados para
que los proyectos sean autosuficientes
a nivel económico.
También urge cambiar el modelo
de apadrinamiento, que hasta ahora
era de un padrino a un apadrinado.
En adelante se pretende que el
padrino apadrine un proyecto para
que la aportación sea más justa, más
eficaz de cara a los niños y más fácil
de gestionar. Además, es importante
darnos cuentas de que no son solo
personas individualmente las que se
benefician, sino una comunidad que
comparte sus dones con otra.
De regreso a España hice una
parada en Cuba, donde la Orden
también lleva un tiempo queriendo
hacerse presente, donde la realidad
política y social se impone, donde la
esperanza es un bien escaso y donde
la presencia franciscana pretende
ser un pequeño signo del Evangelio.
En general, allí donde la Orden ha
podido hacerse presente, sorprende
la alegría con que la acogen, a pesar
de las muchas dificultades, de modo
especial los más necesitados, quizás
porque su vida es más frágil y han de
vivir más confiados, quizás porque
de ellos es el Reino de los Cielos…
Esta estancia ha supuesto un abrir
los ojos y ponerle rostro a una realidad
que nos interpela desde la fe
y desde la tarea misionera: salir al
encuentro del hermano, sea de la
condición que sea, porque en lo profundo
de su corazón también habita
Dios. Como diría San Francisco, a mí
también “el Señor me dio hermanos”.
Antena
Conventual MARZO 2013 / 27