antena conventual - Franciscanos Conventuales de España
antena conventual - Franciscanos Conventuales de España
antena conventual - Franciscanos Conventuales de España
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
asunta utan<strong>de</strong><br />
Entre comillas<br />
El valor <strong>de</strong> un gesto<br />
o sé uste<strong>de</strong>s, pero yo últimamente me he<br />
N sentido un poco saturada con la actualidad<br />
informativa. Me cansaba el exceso <strong>de</strong> palabras<br />
para explicar, para sospechar, para justificar,<br />
para insultar. Sentía que los titulares, las<br />
<strong>de</strong>claraciones, incluso las opiniones, formaban<br />
una niebla sucia y gris que todo lo ocultaba y <strong>de</strong><br />
la que me resultaba difícil escapar.<br />
Era una sensación que se apo<strong>de</strong>raba <strong>de</strong> mí<br />
y que no me gustaba. Siempre he tenido (y espero<br />
no haberlo perdido <strong>de</strong>l todo) un gran amor<br />
por las palabras. He creído en su “po<strong>de</strong>r” para<br />
herir, pero también para sanar, para mover y<br />
conmover. Y, sin embargo, empezaba a verlas<br />
como objetos viejos que han perdido su fuerza<br />
y lustre <strong>de</strong> tanto “manosearlos”.<br />
Estaba con este hastío en el cuerpo, cuando<br />
<strong>de</strong> repente, sin avisar y por sorpresa, se produce<br />
un Gesto. Un Gesto con mayúsculas, honesto,<br />
reflexionado pero no explicado en exceso.<br />
Un Gesto que provoca un montón <strong>de</strong> palabras,<br />
<strong>de</strong> opiniones, pero que sobre todo provoca un<br />
golpe en nuestras conciencias acostumbradas<br />
a las justificaciones, las rectificaciones, los “y<br />
tú más”. Un Gesto <strong>de</strong> pocas palabras: “He <strong>de</strong><br />
reconocer mi incapacidad para ejercer bien el<br />
ministerio”.<br />
Y las palabras recobran su misterio. Alguien<br />
reconoce que las fuerzas no le permiten seguir<br />
y su presencia adquiere fuerza. Alguien se confiesa<br />
incapaz y se le contempla con admiración.<br />
Alguien se muestra humil<strong>de</strong> y se le ve gran<strong>de</strong>.<br />
De repente, supongo que por no estar muy<br />
usada, se nos presenta una palabra que no ha<br />
perdido su fuerza y lustre: renuncia.<br />
Toda una lección la <strong>de</strong> Benedicto XVI, el<br />
Papa actual mientras escribo estas palabras,<br />
aunque probablemente no cuando uste<strong>de</strong>s las<br />
lean. La lección <strong>de</strong> alguien que ha guiado los<br />
pasos <strong>de</strong> la Iglesia durante ocho años y que,<br />
en su último paso al frente <strong>de</strong> la misma, no nos<br />
dice quizás hacia dón<strong>de</strong> <strong>de</strong>bemos caminar,<br />
pero sí cómo hacerlo: viviendo las misiones, los<br />
proyectos, las opciones como un ministerio que<br />
se nos encarga y en el que nos <strong>de</strong>bemos empeñar<br />
hasta que nos fallen las fuerzas, siendo lo<br />
importante el ministerio, el servicio, no el cargo.<br />
Y no se trata solo <strong>de</strong> iluminar a “los <strong>de</strong> casa”,<br />
sino que con la misma misión <strong>de</strong> universalidad<br />
que tiene la fe que profesamos, da una lección<br />
a todos los gobiernos, a todas las instituciones,<br />
a todos y cada uno <strong>de</strong> nosotros, más allá <strong>de</strong><br />
nuestras creencias. Nuestro trabajo, nuestros<br />
cargos, nuestras vidas han <strong>de</strong> ser vividas con<br />
humildad, sabiéndonos necesarios pero no imprescindibles.<br />
Lo importante no es el cargo, el<br />
título, el po<strong>de</strong>r que se nos confiere, lo importante<br />
es el servicio que nos ha sido encomendado,<br />
nuestro propio “ministerio”.<br />
De ahí la importancia <strong>de</strong> vivirlo así, sabiendo<br />
que la mitra que se nos coloca no está para<br />
<strong>de</strong>stacar entre los <strong>de</strong>más sino como un símbolo<br />
<strong>de</strong> la responsabilidad que supone la tarea encomendada;<br />
aceptando el anillo, no para que los<br />
<strong>de</strong>más se arrodillen ante él sino como símbolo<br />
<strong>de</strong>l compromiso con todos y cada uno <strong>de</strong> aquellos<br />
a quienes <strong>de</strong>bemos cuidar; apoyándonos<br />
en el báculo como un bastón, el <strong>de</strong> la confianza<br />
en Alguien que acompaña nuestros pasos vacilantes.<br />
Solo así podremos <strong>de</strong>sempeñar bien<br />
nuestra labor y solo así seremos capaces, llegado<br />
el momento, porque para todos hay un<br />
momento así, <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir: “He <strong>de</strong> reconocer que<br />
ya no soy capaz <strong>de</strong> seguir haciendo bien esta<br />
tarea… y renuncio”.<br />
Antena<br />
Conventual MARZO 2013 / 9