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educación
Jubilación de tres profesores del colegio de Madrid
Toda una vida en el Sanbuena
tres profesores del colegio San Buenaventura de Madrid se han jubilado
recientemente tras más de 40 años de docencia. Lo hicieron despidiéndose
de sus compañeros en el lugar donde tanto tiempo han pasado.
Pilar, Paco y
Julia felices
el día de su
jubilación.
Julia Carpio, Francisco Lozano y
Pilar Hernández han dedicado prácticamente
toda su vida a la docencia
y lo han hecho en este colegio, cada
uno desde su nivel o ámbito y con su
estilo personal, pero los tres con ese
“algo” que caracteriza a los profesores
de los colegios franciscanos: alegría,
cercanía y servicialidad.
Los tres han sido un referente para
muchas generaciones de alumnos
y un ejemplo para sus compañeros
más jóvenes. Ahora, con la perspectiva
que da la distancia, son aún más
conscientes de que el colegio ha sido
su segunda casa y han formado parte
de una familia, porque, como dice
Francisco, “me he sentido como en el
vientre de mi madre”.
Durante años han dado clase, han
enseñado a comer a los niños, han
conocido a muchas personas, han
vivido situaciones importantes, han
escuchado, animado y orientado a
Antena
8 / MARZO 2013 Conventual
alumnos y familias, y han reído y
llorado con ellos. Además, han sido
testigos de los constantes cambios
que han hecho del colegio un centro
educativo, moderno, funcional y
comprometido, del que piensan que
lo mejor ha sido siempre el alumnado.
vocación docente
Julia Carpio entró en el colegio muy
joven, a los 21 años. En la capilla del
colegio la casó el P. Bernardino y en
él estudiaron sus tres hijos. Aquí vivió
muchas situaciones importantes en
su vida, como cuando hace tres años
su hijo mayor, Juan, fue ordenado
sacerdote. Para ella trabajar en este
colegio fue una opción personal, ya
que incluso habiendo aprobado las
oposiciones del Estado decidió quedarse
en este centro. Cree que acertó
cuando tomó esa decisión, y jamás se
ha arrepentido.
Francisco Lozano, más conocido
como “Vareta”, es un químico y enólogo
de La Mancha que ha sabido
ser compañero y profesor cercano.
Empezó a trabajar en 1978. Le contrató
el P. Eloy, cuando en vez de portería
había garita. Para él, trabajar en
un colegio franciscano ha supuesto
realizarse como persona, aunque más
bien se ha sentido aprendiz de educador
franciscano.
Uno de los momentos más curiosos
de su vida como docente fue
cuando, explicando el concepto de entropía,
en una clase predijo la caída del
Muro de Berlín. Pero sin duda lo más
importante que se lleva de todos estos
años es que se ha sentido querido por
alumnos y compañeros.
Pilar Hernández era maestra de
Primaria. Fue contratada en 1968.
Todavía guarda el contrato. En ese
momento el colegio todavía se estaba
construyendo. Recuerda cómo
subían en fila con los alumnos por
la rampa y daban los buenos días a
los obreros. En el colegio se casó y
bautizó a sus dos hijos. Los dos estudiaron
en el colegio y aquí hicieron
su Primera Comunión. “Ha sido muy
bonito verles cada día aprendiendo
con sus profesores que, a la vez, eran
mis compañeros”, dice.
El momento más importante como
docente fue el primer día que le
dijeron: “Esta es tu clase”. Para Pilar la
docencia ha sido una auténtica vocación
y lo más importante que se lleva
de todos estos años es que ha disfrutado
trabajando en lo que realmente
le gustaba.
Francisco cezón Madrid