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Mundo Arqueológico 2 - andes

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TOPO DE PLATA, con la figura desnuda del<br />

Ekeko prehistórico, en relieve. Presenta gorro<br />

con orejeras, "koka- jachchu" y falus. Diámetro<br />

del disco: 45 mmts., y todo el topo 191. Propiedad<br />

y gentileza de M. V. Posnansky. (Según el Cnl.<br />

Federico Diez de Medica).<br />

si se fija la vista sobre la figura que presentamos —que constituye la más antigua e irrefutable<br />

prueba de la remota existencia del Dios Ekeko- se verá que la imagen de ésta se encuentra<br />

representada en el disco del topo o alfiler de plata reproducida en dicha figura. Claramente se<br />

advierte en ella que la efigie burilada es la representación simbólica del diosecillo hogareño de los<br />

kollas, acompañado de sus atributos peculiares: vientre voluminoso, joroba prominente, carrillos<br />

abultados en los que campea el gozo y la sonrisa chacotera; y al que no le faltan las cualidades<br />

privativas de su singular persona.<br />

Ello confirma la relatividad de dicha suposición, al mismo tiempo que desbarata las<br />

erróneas hipótesis según las cuales se cree que el Ekeko fue trasladado de Europa, u otro<br />

Continente a nuestro Altiplano. Hecho que no es efectivo, por la sencilla razón —entre otras<br />

muchas— de que el auténtico topo que exhibimos como documento incontrovertible, procede de<br />

una estratificación o capa sedimentaria, mucho más profunda que la correspondiente a la llegada<br />

de los conquistadores a nuestro territorio, ya que él ha sido hallado a un metro sesenta de<br />

profundidad, en Tiwanaku, mientras que los objetos pertenecientes a la época del Coloniaje, sin<br />

excepción, se encuentran sobre la superficie terrestre o a escasos centímetros de ésta, lo que<br />

pone de manifiesto su menor antigüedad.<br />

Confirmando lo que acabamos de evidenciar con el anterior testimonio, existen numerosas<br />

y palpables pruebas que le dan aún mayor valimiento. Estas provienen de las exhumaciones<br />

efectuadas en los chullperíos, wakas y kjontus (entierros) de casi todas las provincias del<br />

Departamento de La Paz y de algunas del interior de la República y del Sud del Perú. Estos objetos<br />

diminutos estaban consagrados a las ofrendas y dádivas para venerar y exteriorizar su pasión por<br />

el geniecillo protector de la altipampa andina. Nada significa que algunas de esas miniaturas no<br />

fueran más que simples juguetes, puesto que otras muchas constituyen ejemplares que sirven para<br />

vestir, adornar y asegurar los atavíos y vestidos de los ídolos y fetiches kolla-aimaras. Entre estos<br />

objetos tenemos una gran variedad de topitos y alfileres de oro y plata, destinados a sostener los<br />

pañitos, jiskawayos, y los vestiditos, jiskaisinaka, así como pequeñas sandalias, jiskaojotanaka,<br />

para calzar a las deidades. La sandalita de oro calza bien en los piececitos de dos de los ídolos, lo<br />

que prueba que ese era su destino.<br />

Dentro de la enorme variedad de esas diminutas imágenes representativas, se encuentran

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