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tiestos, solos o con armoniosas combinaciones estéticas; unas veces formando dibujos lineales y<br />
geométricos, otras componiendo grecas o figuras simbólicas de astros, animales y de<br />
representaciones estilizadas prosopocéfalo-antropomorfas.<br />
Allí también se encuentran —entremezclados con otros objetos de uso doméstico y de<br />
osamentas— los ceramios dedicados a prácticas ceremoniales o de rito, como los incensarios y los<br />
vasos para chchallar (oblación ritual) sus ofrendas personales o de conjunto. Ambas clases<br />
estaban destinadas a honrar la memoria de sus insignes progenitores, dioses y divinidades, de<br />
acuerdo con las reglas acostumbradas para los actos públicos o privados. La existencia de estos<br />
recipientes —en absoluto semejantes a los de Tiwanaku— nos revela que, los sacerdotes y el<br />
pueblo cochabambino observaban las mismas formalidades que los de la Gran Metrópoli de los<br />
kolla-aimaras, para rendir culto a sus deidades y antepasados.<br />
El departamento de Chuquisaca es notable por la discreción, fina pulidez y delicadeza de<br />
que han hecho gala los alfareros de Zudáñez, Yamparáes y Camargo, dando preferencia a la<br />
forma y al decorado. Poseen una técnica plástica sobrado adelantadas, siendo el trazado de sus<br />
dibujos y policromías estilizadas bastante aventajado. Su morfología es, generalmente, sencilla y<br />
de pequeñas dimensiones, pero de estructura poco delgada. Muchos manifiestan la inconfundible<br />
influencia tiwanacota, particularmente la simbología de sus representaciones. Entre éstos<br />
predomina el dibujo lineal y el geométrico.<br />
La substancia plástica empleada por los alfareros chuquisaqueños ha sido bastante bien<br />
seleccionada. Su modelado y estructura son buenos, lo mismo que su engobe y bruñido. Varios<br />
ejemplares poseen una artística y atrayente presentación. Su morfología no presenta formas muy<br />
diversas ni numerosas: priman la jarras, los cántaros, las teteras, los vasos cóncavo-convexos y las<br />
ollas. Allí también aparecen las vasijas trípodes, pulimentadas y con ornamentaciones geométricas<br />
o de figuras simbólicas o parecidas a las de la cultura altiplánica. Los colores empleados son: el<br />
blanco, ocre, café y negro, con sus respectivos matices, y algunos acusan la influencia de<br />
migraciones o de traslados sociológicos, efectuados en diferentes épocas.<br />
Cerca de algunos ceramios se han encontrado utensilios para el modelado, pintura y<br />
bruñido, las bases líticas para trabajar sobre ellas, las vasijas y otros objetos similares. Tienen la<br />
forma de discos planos o curvos como las lentejas, de los cuales algunos están pulimentados.<br />
Además, paletas raspadores y pulidores de hueso o de piedra y, finalmente, brochas, pinceles y<br />
pinturas colocadas en vasitos o tiestos.<br />
Nuestros distinguidos colegas, la culta escritora y arqueóloga Sra. Geraldine B. de<br />
Caballero y los Profs. Dick E. Ibarra Grasso y P. J. Vignale se han ocupado y escrito sobre la<br />
cerámica y la arqueología de esas regiones muy eficientemente. Anteriormente a estos escritores,<br />
la Comisión Científica Crequi-Monfort, E. Nordenskiold" W. C. Bennet y A. Metraux han realizado<br />
parciales estudios sobre la alfarería de determinadas zonas del sud boliviano.<br />
Los yacimientos arqueológicos del departamento de Tarija no les va en zaga a los<br />
anteriores, como lo comprueban los valiosos hallazgos excavados en los entierros y en las cuevas<br />
de Concepción (Ankón, Chochoka, Cacica...), El Saire, Tarapaya, Chullpayo, y otros muchos<br />
lugares cercanos a las orillas del Guadalquivir. El reducido número de ejemplares procedentes de<br />
esos sitios, que pertenecen a nuestras colecciones y a las del Museo "Tihuanaco", nos permiten<br />
discurrir ajustadamente sobre la técnica, morfología y contextura de la alfarería tarijeña. Mas, como<br />
a éstos se han agregado los numerosos datos que teníamos y los que nos proporcionó nuestro<br />
distinguido amigo el señor Ivar Zambrana l., hemos podido verificar —aunque no siempre de visu—<br />
los suficientes estudios comparativos que nos inducen a las deducciones siguientes: