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al arrastrarse al interior hacía imposible toda comunicación entre el exterior y el interior de dicha<br />
construcción, y por consiguiente impedía su defensa o cualquier avance sobre el enemigo.<br />
Contra dicha suposición, nuestro convencimiento es que, por las razones expuestas y por<br />
las que añadiremos, esas construcciones prehistóricas constituyen monumentos funerarios o<br />
kallkas. Como lo confirman —además de las razones apuntadas— el hecho de existir solamente<br />
esqueletos humanos en su interior; el de pertenecer éstos a individuos de edad avanzada (algunos<br />
de los cuales sobrepasan los cien años de vida) y el que junto a ellos no se haya encontrado arma<br />
de ninguna clase, sino algunos esqueletos momificados de roedores desaparecidos.<br />
Los huesos de los esqueletos se encontraban esparcidos y mezclados unos con otros, lo<br />
que no nos ha permitido determinar la posición en que fueron enterrados los difuntos. Dato de<br />
importancia que contribuye a la determinación de su mayor o menor antigüedad, pues, hoy prima la<br />
idea de que los cadáveres sepultados horizontalmente datan de épocas anteriores a los colocados<br />
en otras posiciones. (p. ej.: a la de los chullpas o amaya kontatas,) (3). Posiblemente, la<br />
mezcolanza de las osamentas se debe a la mano criminal de los "buscadores de tesoros", quienes<br />
al adueñarse de los utensilios, vajilla, vestimenta y adornos, han hecho un daño incalculable a la<br />
ciencia arqueológica.<br />
Estudiados y medidos los cráneos hallados en dichos sepulcros, nos han proporcionado<br />
gran número de valiosos datos antropológicos, de los cuales sólo daremos a conocer lo más<br />
sobresalientes:<br />
El cráneo N°. 5, perteneciente al personaje principal. Es dolicocéfalo (4), con la<br />
deformación artificial circular inclinada hacia atrás, propia de los primitivos aimaras. Su índice<br />
cefálico es el término medio de los cráneos aimaras. Es platirrino, estatura 1.68m. Por el desgaste<br />
anormal de la dentadura se puede calcular que su edad llegaba a los 58 años. Presenta profundas<br />
caries en los molares.<br />
Cráneo N°. 7, pertenece a una mujer anciana. Es dolicocéfalo, con la misma deformación<br />
intencionada aimara. Los dientes cayeron en vida. Los alvéolos del maxilar inferior están casi<br />
totalmente cicatrizados, lo que indica que la edad pasaba de los cien años.<br />
De los otros 4 cráneos, conservados en bastante buen estado —como los anteriores— se<br />
infiere que ellos pertenecían a mujeres de la misma raza. Todos dolicocéfalos, con deformación<br />
artificial aimara y cuyas edades oscilan entre los 40 y los 60 años. Lo que pone de manifiesto que<br />
pertenecían a mujeres que formaban parte del harem o serrallo del personaje antes citado. Dos o<br />
tres cráneos más, completamente deteriorados integran el total de los hallados dentro del túmulo<br />
Kjontu (enterratorio).-<br />
Se denomina así a toda pequeña elevación de tierra, artificialmente levantada sobre la<br />
superficie del suelo por la mano del hombre y destinada a dar sepultura a los muertos en los<br />
campos de batalla y a los fallecidos por epidemias, catástrofes u otras causas. Estos se<br />
encuentran, con mucha frecuencia, en el ambiente agreste de casi todo el altiplano interandino. En<br />
las llanuras que rodean las sierras de Takawa y Chakoma, se encuentra una cantidad apreciable<br />
de ellos.<br />
En la extensa pampa frontera a la serranía donde se hallan los monumentos sepulcrales,<br />
antes descritos, hemos podido divisar más de una docena; cantidad que aumenta enorme y<br />
progresivamente al aproximarse a Viacha, Laja, Tambillo y Tiwanaku, en cuyas tierras existen más<br />
de 500. Casi todos son de escasas dimensiones. Los pequeños no tienen más de un metro de<br />
altura por ocho del diámetro básico. Los mayores no alcanzan a 2 m. x 10 m. x 20 m. Sus formas<br />
varían entre las redondeadas o de casquete esférico, las ovoideas, rectangulares, alargadas e<br />
irregulares.<br />
Al regresar de las ruinas de Takawa, a una distancia de 350 m. de su frente norte,<br />
encontramos un pequeño kjontu. Tiene la forma de un casquete esférico, de 0.60 m. de alto por 8<br />
metros del diámetro de su base; dimensiones que —sin duda alguna— han debido sufrir<br />
variaciones, debidas a la acción de desgaste y acarreo, producidos por agentes atmosféricos en el<br />
transcurso del tiempo inconmensurable. Sobre su superficie y contornos se percibe una gran