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Motivación y biología: desarrollos teóricos - Revista Electrónica de ...

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<strong>Revista</strong> <strong>Electrónica</strong> <strong>de</strong> <strong>Motivación</strong> y Emoción http://reme.uji.es<br />

que lo hagan como una referencia histórica <strong>de</strong> lo mucho que la Etología ha aportado al<br />

conocimiento <strong>de</strong>scriptivo y funcional <strong>de</strong> la conducta. Parece más pertinente referirse a una<br />

dimensión genética que establece el potencial para las conductas específicas <strong>de</strong> la especie.<br />

Luego, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> las condiciones ambientales en las que se <strong>de</strong>senvuelve cada individuo,<br />

ese potencial para una conducta <strong>de</strong>terminada será más o menos probable. En este marco <strong>de</strong><br />

referencia, creemos que una <strong>de</strong> las aportaciones más relevantes, por el aperturismo que supuso<br />

en su momento a la hora <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r la implicación <strong>de</strong> los factores genéticos y aprendidos en la<br />

conducta <strong>de</strong> cualquier especie, tiene que ver con lo que Mayr (1974) ha <strong>de</strong>nominado<br />

programas abiertos y cerrados: los primeros pue<strong>de</strong>n ser modificados por la experiencia, por el<br />

aprendizaje, mientras que los segundos (instintos, en la argumentación <strong>de</strong> Mayr) no pue<strong>de</strong>n ser<br />

modificados por la experiencia ni por el aprendizaje. El concepto <strong>de</strong> programa que utiliza Mayr<br />

es muy parecido al concepto <strong>de</strong> preparación <strong>de</strong> Seligman (Seligman, 1970; Seligman y Hager,<br />

1972). Para Seligman, existen (a) conductas preparadas, que son, bien las conductas<br />

instintivas, bien las conductas que rápida y fácilmente se apren<strong>de</strong>n; (b) conductas<br />

contrapreparadas, que son conductas muy difícilmente aprendidas, incluso conductas<br />

imposibles <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r; (c) entre los dos extremos comentados se encuentran las conductas no<br />

preparadas, que son conductas que implican la asociación entre estímulos <strong>de</strong>l ambiente y<br />

respuestas <strong>de</strong>l organismo; estas asociaciones tien<strong>de</strong>n a ser arbitrarias, y el aprendizaje suele ser<br />

más lento y costoso que en las conductas preparadas. Las aportaciones <strong>de</strong> Mayr y <strong>de</strong> Seligman<br />

son relevantes y útiles. En efecto, tal como se aprecia en algunos trabajos actuales (Rozin,<br />

Haidt, McCauley e Imada, 1997; Rozin, Haidt y McCauley, 1999), con la utilización <strong>de</strong><br />

explicaciones similares a las comentadas, es posible enten<strong>de</strong>r cómo la emoción <strong>de</strong> asco es<br />

funcional, no sólo en el ámbito biológico, en el cual se localizan sus orígenes (ingestión <strong>de</strong><br />

alimentos), sino también en la gran diversidad <strong>de</strong> situaciones sociales, morales, etc., en las que,<br />

con bastante frecuencia, ocurre dicha emoción. En este marco <strong>de</strong> referencia, Ferris y De Vries<br />

(1997) han aplicado los nuevos argumentos etológicos -esencialmente el <strong>de</strong> la preparación- para<br />

explicar la conducta agresiva y la conducta <strong>de</strong> afiliación, enfatizando la relevancia <strong>de</strong>l sustrato<br />

neurobiológico, presente también en el ser humano, hecho éste que podría explicar ciertas<br />

conductas aparentemente no racionales en la especie humana.<br />

Dentro <strong>de</strong> esta orientación <strong>de</strong> la Etología Humana, las conductas que tienen que ver con<br />

el sexo y la agresión son las que más atención han acaparado por parte <strong>de</strong> los investigadores. En<br />

el ámbito <strong>de</strong> la conducta sexual, merece la pena <strong>de</strong>stacar un trabajo llevado a cabo<br />

recientemente por Bereczkei, Voros, Gal y Bernath (1997), en el que dichos autores estudian las<br />

preferencias sexuales <strong>de</strong> hombres y mujeres a la hora <strong>de</strong> elegir pareja. Algunos <strong>de</strong> los resultados<br />

más llamativos son los siguientes: a) las mujeres consi<strong>de</strong>ran más que los hombres los ingresos<br />

económicos <strong>de</strong> su potencial pareja; b) las mujeres que ofrecían signos <strong>de</strong> mayor atracción física<br />

eran las más solicitadas por los hombres; c) cuanto mayor era el atractivo, así como la condición<br />

física, que las mujeres creían poseer, mayores eran los requisitos que exigían a sus potenciales<br />

parejas en los planos financiero y ocupacional; d) recíprocamente, cuanto mayor era el nivel<br />

económico y el estatus ocupacional <strong>de</strong> los hombres, más exigentes eran éstos en cuanto al grado<br />

<strong>de</strong> atracción física en la potencial pareja; e) las mujeres apreciaban consi<strong>de</strong>rablemente la<br />

implicación y <strong>de</strong>dicación familiar <strong>de</strong> su potencial pareja. Como comentan los autores, en cierta<br />

medida, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser una forma diferente <strong>de</strong> selección “natural”, en la que cada uno <strong>de</strong> los

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