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12 - Durazno - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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por el cambio social y <strong>del</strong> mismo<br />

modo el 89,9% de las mujeres.<br />

La tendencia al cambio social no<br />

es tan marcada como en el trabajo<br />

anterior, en que pasaba <strong>del</strong> 90%,<br />

pero los porcentajes son apenas<br />

menores.<br />

Podemos ver también que el sector<br />

masculino predomina en la primera<br />

investigación en cuanto a la<br />

voluntad de cambio, dándose lo<br />

contrario en la segunda.<br />

La tendencia al cambio social no<br />

es tan marcada como en el trabajo<br />

anterior, en que pasaba <strong>del</strong><br />

90%, pero los porcentajes son apenas<br />

menores.<br />

Podemos ver también que el sector<br />

masculino predomina en la<br />

primera investigación en cuanto<br />

a la voluntad de cambio, dándose<br />

lo contrario en la segunda.<br />

METODOS VIOLENTOS Y<br />

PACIFICOS<br />

Las estructuras sociales se encuentran<br />

en transformación permanente.<br />

Ni los más estables ejemplos<br />

hist5ricos conocidos desmienten<br />

esta afirmación.<br />

Pero es sabido que en toda estructura<br />

se puede encontrar dos<br />

tendencias opuestas: la que se opone<br />

al cambio y la que lo 'propicia.<br />

A veces tiene importancia una tercera<br />

que busca el cambio hacia el<br />

pasado, la que, por razones de método,<br />

dejaremos que se confunda<br />

con la tendencia conservadora, en<br />

oposición ambas a los cambios<br />

progresivos.<br />

Los grupos sociales que reciben<br />

sólo beneficios de las estructuras,<br />

no desean lógicamente que éstas<br />

cambien, si de algún modo corren<br />

el riesgo de ser despojados de<br />

aquéllos.<br />

Es por eso que tales grupos poseen<br />

sus propios mecanismos de<br />

resistencia al cambio, con instrumentos<br />

sensibles en todos los pIanos,<br />

puesto que cualquier modifi-<br />

Comunicación directa con la "opin;ón pública", esa entelequia tan manida<br />

como ignorada..<br />

cación, en el aspecto que sea, debido<br />

al intimo entrelazamiento que<br />

poseen los fenómenos sociales,<br />

puede producir una reacción en<br />

cadena.<br />

Alertados por esos instrumentos,<br />

los mecanismos de resistencia<br />

al cambio levantan automáticamente<br />

las bien lubricadas barreras<br />

que no impiden los cambios<br />

normales -los que sirven a la vida<br />

misma de la estructura- pero<br />

si los que pueden de algún modo<br />

transformarla.<br />

La violencia, o la amenaza de<br />

la misma, es habitualmente empleada<br />

para prevenir también cierto<br />

tipo de cambios "normales",<br />

cuando llevan en si la potencialidad<br />

de otros más profundos.<br />

Esta resistencia al cambio puede<br />

producir un estancamiento relativo<br />

y, comO consecuencia, un<br />

aumento de la presión en el sentido<br />

<strong>del</strong> cambio que haga peligrar el<br />

muro de contención. La violencia<br />

de tales mecanismos crece entonces<br />

proporcionalmente.<br />

En esta situación se operan los<br />

cambios revolucionarios, caracterizados<br />

por su profundidad y por<br />

la rapidez con que se producen,<br />

caracterizados también por el uso<br />

masivo de la violencia, aunque nos<br />

parece que esta última connotación<br />

no tiene por qué ser inherente a<br />

los cambios revolucionarios sino<br />

consecuencia <strong>del</strong> proceso que acabamos<br />

de explicar.<br />

Ya en la encuesta sociológica<br />

cuyos resultados conocimos en las<br />

jornadas de Tacuarembó, junto con<br />

preguntas formuladas sobre el cambio<br />

social, se planteaban otras sobre<br />

si el cambio debia realizarse<br />

en forma pacifica o violenta. <strong>Durazno</strong><br />

re:?itió el planteo en las dos<br />

investigaciones.<br />

Se trataba de encontrar, no los<br />

casos aislados, marginales, perteneciente¡;<br />

al campo de la Sicopatía,<br />

de los que proponen la vio-<br />

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