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A p r o i n • 36
SIMA09
Salón Inmobiliario Internacional de Madrid
D
Del 27 al 30 de mayo, tuvo lugar
en el IFEMA, el Salón Inmobiliario
Internacional de Madrid, que junto
al Global Real Estate Congress, han
acaparado la atención del sector inmobiliario
español en los últimos días
(www.simaexpo.com).
El Salón se presentaba como una
incógnita a la apuesta de nuestros profesionales
por este tipo de eventos. La
respuesta no ha podido ser más descorazonadora.
De las 14 naves con que
cuenta el IFEMA, SIMA ha ocupado
únicamente, parte de una de las pequeñas,
la nº 4. Si a ello acompañamos
que en cuanto al Simposio desarrollado
en el salón de sesiones del IFEMA,
con capacidad para 600 asistentes, las
distintas conferencias se desarrollaron
con afluencias entre los 30 y los
70 asistentes, con un contenido no
demasiado atrayente, el fracaso parece
absoluto. La excepción la marca el
momento de la ceremonia de inauguración,
momento sin contenido, en el
que políticos y representantes de instituciones
topiquean a diestro y siniestro,
en el que la sala se llena con todo
el personal de relleno ávido de ver y
ser visto, dando marco a un elemento
típico en nuestro país, que desertiza la
sala nada más empezar a cobrar materia
los contenidos de fondo del propio
Simposio, momento en el que la masa
ilustrada comienza a sufrir las alergias
propias de tener que dar pie a la reflexión.
Es lo que hay…
El Salón, una caricatura de los anteriores,
dibujaba a las claras una realidad
descarnada de un sector que sufre
hasta la desesperación su absoluta
dependencia de las entidades crediticias,
su abandono por parte de estas,
y no sólo eso, sino la competencia más
cruel y canallesca por parte de quienes
han sido sus socios a lo largo de fructíferos
años de bonanza, en los que el
promotor inmobiliario era el principal
agente colocador de hipotecas de las
entidades bancarias.
Stands de chicha y nabo para promotores
desesperados, compitiendo
con bancos y cajas que atendían colas
para malvender activos arrancados a
la necesidad, a cambio de generar pasivos
a los que dar facilidades que les
niegan a sus antiguos socios, transfor-
maron la feria en algo lo más cercano
a la connotación más negativa de la
palabra… una feria.
Para quienes amamos la profesión,
el panorama era una mezcla de tristeza
y rabia que se palpaba en el ambiente.
Entidades financieras y Gobierno nos
han dejado al pie de los caballos. Para
unas hemos sido el soporte de sus mayores
negocios y la fidelización de sus
clientes durante años, y para el otro el
sustento de los buenos resultados económicos
del país, de los que enorgullecerse
y sacar pecho ante Europa.
Hoy, ambos, no sólo nos dan la espalda,
sino que parecen enorgullecerse
de ello. Habéis tirado demasiado de
la manta, dicen los primeros. Menos
ladrillo y más ordenadores, dicen los
segundos, y detrás de todo ello, un
sector que ha significado el 15% de la
economía nacional y otro tanto de la
fuerza laboral, a quien ahora se le pide
que se avergüence de existir.
El suelo, único componente burbuja
en todo este invento, principal
maná de los más sonados negocios
crediticios, pan y alimento de muchos
políticos y sus partidos, ruina de los
auténticos promotores y Turmalet de
los compradores de viviendas, sigue
sin ser regulado socialmente, al ir cayendo
de nuevo en manos de quienes
pueden volver a sacar provecho de su
especulación.
Volvemos a repetir que la labor del
promotor inmobiliario da comienzo
con un solar, apto para obtener una
licencia, lo dice la propia definición
que la LOE hace del promotor inmobiliario.
Todo lo anterior que la haya
sucedido a ese solar, todo el buitrerío
adyacente, la galopante especulación,
no es labor de promotor, con independencia
que haya sido un promo-