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Diosamorquedesciende.. - Editorial Sal Terrae

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donde tuvo ocasión de conocer a Romano Guardini, que dio al<br />

movimiento un nuevo impulso. En marzo de 1922, a los 18<br />

años, terminó el bachillerato con nota de sobresaliente, y un<br />

mes más tarde ingresó en el noviciado de los jesuitas, donde su<br />

hermano Hugo le había precedido 3 años antes.<br />

Terminada la formación, sus superiores pensaron en él como<br />

futuro profesor de Filosofía, y hacia esa disciplina enfocó<br />

Karl Rahner todos sus esfuerzos. El proyecto, sin embargo, fracasó:<br />

su tesis, que sería publicada más tarde con el título Espíritu<br />

en el mundo, no fue aceptada por su director. Rahner se negó<br />

a rehacerla, hecho que motivó su destino a la Facultad Teológica<br />

de Innsbruck, en la que sería profesor durante muchos años.<br />

Exactamente desde 1937 hasta 1963, si excluimos los 5 años que<br />

estuvo cerrada la Facultad por orden del régimen nazi, y otros 3<br />

más que Rahner enseñó en Pullach, cerca de München.<br />

Ese año, 1963, K. Rahner sustituiría a Romano Guardini en<br />

la cátedra de «Filosofía de la religión y visión cristiana del<br />

mundo», en München. No con mucho éxito, por cierto. «Los<br />

oyentes de Guardini –señala H. Vorgrimmler–, deslumbrados<br />

por el estilista e intérprete literario, quedaron decepcionados<br />

por el estilo duro y trabajoso de Rahner. Por eso, de un modo<br />

visible, dejaron de asistir a clase».<br />

Mientras tanto, había terminado ya el Vaticano II, del que<br />

Juan XXIII le había nombrado teólogo oficial (peritus), tras<br />

muchas maniobras para impedir su presencia en el Aula conciliar.<br />

Su influencia, al lado de otro puñado de teólogos, fue decisiva<br />

en muchos momentos del Concilio.<br />

«Rahner –comenta René Laurentin– no podía suponer<br />

siempre de antemano que sus oyentes le valoraran de un modo<br />

benevolente. Pero sus afirmaciones se enraizaban siempre de<br />

manera muy profunda en la teología clásica. Los miembros más<br />

competentes del Santo Oficio reencontraban allí sus argumentos<br />

y seguían de manera bastante fácil el camino por el que<br />

Rahner les invitaba a seguir. Yo estaba impresionado por los frecuentes<br />

golpes de cabeza con que el Padre Gagnebet asentía du-<br />

– 13 –

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