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J o r n a d a s d e N u e s t r o D i s t r i to<br />
XX Jornadas Psicoanalíticas - Panel Central<br />
primeras enseñanzas que imp<strong>ar</strong>te a Ling y<br />
que permitirán a éste vencer sus terrores:<br />
el anciano maestro ha creado un universo<br />
<strong>de</strong> realida<strong>de</strong>s ambiguas y simulacros protectores.<br />
Sin emb<strong>ar</strong>go, en la “función paterna”<br />
también es neces<strong>ar</strong>io consi<strong>de</strong>r<strong>ar</strong> el<br />
“exceso” paterno: el endiosamiento <strong>de</strong> su<br />
figura, que acompañ<strong>ar</strong>á ineludiblemente<br />
su intervención. En ese sentido, hay también<br />
algo <strong>de</strong> razón en el Emperador. Una<br />
vez introducido en un mundo <strong>de</strong> ap<strong>ar</strong>iencias,<br />
una vez que le ha sido posibilitado el<br />
<strong>de</strong>seo, con sus importantes (aunque limitadas)<br />
satisfacciones y sus (ineludibles) insatisfacciones,<br />
el niño pue<strong>de</strong> sentirse estafado,<br />
con<strong>de</strong>nado a las <strong>de</strong>cepciones, ap<strong>ar</strong>tado<br />
p<strong>ar</strong>a siempre <strong>de</strong>l “mundo real”, más<br />
“con<strong>de</strong>nado” a las limitaciones que habilitado,<br />
más encerrado que protegido.<br />
La trágica muerte <strong>de</strong> la bella esposa <strong>de</strong><br />
Ling pue<strong>de</strong> enseñ<strong>ar</strong>nos que la protección<br />
pue<strong>de</strong> confundir, si nos ap<strong>ar</strong>tamos <strong>de</strong>masiado<br />
<strong>de</strong>l “mundo real”. Que la protección<br />
aplasta y entonces, el hijo <strong>de</strong>berá <strong>de</strong>sasirse,<br />
<strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse, ap<strong>ar</strong>t<strong>ar</strong>se <strong>de</strong>l “reinado <strong>de</strong>l<br />
padre” p<strong>ar</strong>a construir mundos nuevos, no<br />
importa si gran<strong>de</strong>s o pequeños, pero sí que<br />
sean propios.<br />
El emperador confun<strong>de</strong> ap<strong>ar</strong>iencia con<br />
mentira, velo con engaño. Exige ser “llevado<br />
<strong>de</strong> la mano” por un mundo sin másc<strong>ar</strong>as,<br />
ser acompañado, protegido por una<br />
presencia que preten<strong>de</strong> consistente, sin<br />
dobleces ni <strong>de</strong>sfallecimientos, como si le<br />
fueran entregadas las llaves que permiten<br />
abrir todas las puertas. El drama al que se<br />
enfrenta el Emperador, es un momento esencial p<strong>ar</strong>a todo ser humano,<br />
en tanto los humanos somos seres <strong>de</strong> lenguaje: enfrent<strong>ar</strong><br />
las <strong>de</strong>cepciones que el amor y el <strong>de</strong>seo implican, en tanto éstos<br />
persiguen objetos que no son reales, que sólo pue<strong>de</strong>n reproducir<br />
la pérdida <strong>de</strong> objeto, que es estructural p<strong>ar</strong>a el hablante.<br />
Todo objeto al que se acce<strong>de</strong> es un substituto, toda completud es<br />
ilusoria, toda satisfacción está teñida <strong>de</strong> cierta in-satisfacción. Sólo<br />
el amor (y su obstinación pese a los fracasos) permitiría que se<br />
restablezca el movimiento <strong>de</strong>seante.<br />
Llegado el momento <strong>de</strong> tan profunda <strong>de</strong>cepción, ¿qué hace el sujeto<br />
En el caso <strong>de</strong>l Emperador, éste no duda: haciendo uso <strong>de</strong> sus<br />
po<strong>de</strong>res, ubica un culpable y lo castiga cruelmente. No acepta las<br />
limitaciones humanas, culpa a alguien por ellas. No es el único en<br />
reducir la insatisfacción estructural a estafa: así como el Emperador,<br />
a p<strong>ar</strong>tir <strong>de</strong> la prepotencia <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r, “exige” que el fantasma<br />
“sea real”, cotidianamente nos encontramos en la clínica con<br />
un “pequeño emperador” que habita en el núcleo <strong>de</strong> las neurosis.<br />
Este “mo<strong>de</strong>sto tirano” que nos habita, si no hace lo mismo que<br />
el Emperador <strong>de</strong>l relato… es sólo porque no tiene el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l<br />
mismo. Pero él también culpa a alguien <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>sgracias, generalmente<br />
al padre o a quienes lo reemplazan en la vida social.<br />
Nada pue<strong>de</strong> evit<strong>ar</strong> que el hablante sea un ser aferrado a i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s<br />
insuficientes, un ser <strong>de</strong> nostalgias y <strong>de</strong> ausencias, <strong>de</strong> fallas e<br />
incertidumbres, <strong>de</strong> radicales <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias y oscuros sometimientos,<br />
<strong>de</strong> limitaciones e insatisfacciones. Sólo quien pervierta las<br />
relaciones <strong>de</strong> objeto pue<strong>de</strong> prometer, a todo ello, una “solución<br />
—22—ENCUENTROS