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Claustro Jerónimo<br />
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD JERONIMA NUMERO <strong>22</strong> • MAYO-AGOSTO 2006
Claustro Jerónimo<br />
SUMARIO<br />
NUESTRA PORTADA............................................................................ 2<br />
El interior de la iglesia<br />
EDITORIAL .............................................................................................. 3<br />
En breves palabras<br />
ESPÍRITU Y VIDA .................................................................................. 4<br />
Notas para el estudio de la vida y obra de Fray José de Sigüenza (I).<br />
LAS FUENTES.......................................................................................... 11<br />
El libro de Job. 1ª parte<br />
NUESTRA HISTORIA............................................................................ 18<br />
Piedras vivas.<br />
TEXTOS DE LOS PADRES.................................................................... 26<br />
Carta de Jerónimo a Juliano<br />
ORAR CON LOS SALMOS .................................................................. 28<br />
Salmo 16<br />
DIOS TE LLAMA .................................................................................... 32<br />
Pensamientos sobre la vocación<br />
APORTACIONES .................................................................................... 36<br />
La música en la Orden de San Jerónimo<br />
EL RINCÓN DEL POETA ...................................................................... 48<br />
La familia<br />
EDITA:<br />
Monasterio de Santa María del Parral<br />
40003 - SEGOVIA<br />
Teléf. 921 431 298 • Fax: 921 4<strong>22</strong> 592<br />
Web: www3.plan<strong>alfa</strong>.es/msmparral<br />
E-mail: oshsmparral@plan<strong>alfa</strong>.es<br />
FOTOGRAFÍA PORTADA:<br />
Presbiterio de la Iglesia del Parral.<br />
Acuarela anónima.<br />
FOTOGRAFÍA CONTRAPORTADA:<br />
La Sagrada Familia. Catálogo de Esculturas de<br />
Segundo Gutiérrez Cmf.<br />
MAQUETA E IMPRIME:<br />
Gráficas Ceyde<br />
DEPÓSITO LEGAL: Sg-56/2000
NUESTRA PORTADA<br />
EL INTERIOR DE LA IGLESIA<br />
Traspasado el cancel nos sumimos en<br />
la penumbra. Como parece querer reflejar<br />
la acuarela de nuestra portada, la<br />
atención se dirige al instante hacia la ca -<br />
be cera de la nave, inundada de luz. Poco<br />
a poco los ojos, acostumbrados ya a la<br />
oscuridad, van descubriendo la be lleza<br />
del conjunto.<br />
Perfilado por la luz, se recorta el arco<br />
carpanel de granito, provisto de caireles,<br />
que sostiene el elevado coro situado a<br />
los pies de la nave, característica de las<br />
iglesias jerónimas.<br />
Las capillas, que flanquean la nave,<br />
muestran al interior su desnuda belleza<br />
desprovista de retablos y ornatos. Las portadas y verjas destacan en la fría<br />
y monótona piedra<br />
Sepulcros y más sepulcros, en el suelo de la nave y en sus muros, dan<br />
testimonio de la fe de hombres y mujeres que quisieron que sus restos es -<br />
cu charan para siempre las alabanzas al Dios de la vida.<br />
En el presbiterio una intensa luz, proveniente de seis amplios ventanales,<br />
que en sus jambas presentan a los doce apóstoles, nimba todo su ámbito.<br />
El retablo y los sepulcros de don Juan Pacheco y de doña María de Por -<br />
to carrero, su esposa, forman un espléndido conjunto.<br />
La Virgen de la Paz, advocación, siempre de profunda actualidad, ocu -<br />
pa el centro del retablo, todo él una catequesis de la vida de la Virgen, a<br />
quien está dedicados la iglesia y el monasterio.<br />
Tan sólo en los relieves del banco hay dos de la Última Cena y el La va -<br />
torio de los pies, situados a ambos lados del lugar que ocupaba el tabernáculo.<br />
Arriba, adecuándose a la curvatura de la bóveda, un ático con Dios<br />
Padre en altorrelieve, corona el retablo, y debajo un Crucificado, con la<br />
Vir gen y San Juan; angelitos recogen en cálices la preciosa sangre de Cris -<br />
to. A los lados, profetas y ángeles tenantes de las armas de la casa de los<br />
Villena, cierran la composición.<br />
2
EDITORIAL<br />
EN BREVES PALABRAS<br />
Algo de retraso lleva este número <strong>22</strong> de “Claustro Jerónimo”. Sea este<br />
mes de octubre, tiempo de encuentro, el que restablezca nuestra comunicación<br />
con todos y cada uno de vosotros, amigos y amigas. A través de nuestras<br />
páginas os transmitimos nuestro deseo de paz en este mundo tan convulsionado.<br />
En nuestro monasterio segoviano del Parral, el otoño va adueñándose<br />
poco a poco del paisaje, tiñéndolo de una rica variedad cromática que transmite<br />
la serena placidez de lo caduco, con la esperanza cierta del renacer y<br />
de la vida.<br />
“Claustro Jerónimo” sigue adelante con la programación establecida para<br />
este 2006, que cursa su último trimestre.<br />
En Espíritu y vida, la profundización en la vida y obra de Fr. José de Si -<br />
güenza, que nos propusimos como objetivo para este año, nos viene de la<br />
ma no de D. Juan José Asenjo Pelegrina, en la actualidad obispo de Córdoba,<br />
que generosamente ha accedido a que el artículo Notas para el estudio de la<br />
vida y obra de Fray José de Sigüenza, unas magnificas páginas escritas en el año<br />
1979 pa ra la revista “Wad –Al- Hayara, vea nuevamente la luz en nuestra<br />
modesta publicación. Dos partes bien precisas integran el artículo., No so -<br />
tros publicamos en este número la primera, alusiva a los aspectos biográficocrono<br />
lógico, el más afortunado por la abundancia de datos de que disponemos; y el<br />
plano del quehacer intelectual de Fray José de Sigüenza, lo publicaremos en el<br />
próximo número.<br />
Nuestra portada, que en este año intenta dar unas pinceladas sobre este<br />
nuestro monasterio, describe brevemente el interior del templo. Las imágenes<br />
que ilustran la revista son todas de este hermoso conjunto.<br />
Las Fuentes aborda un tema de rabiosa actualidad con el libro de Job, del<br />
que se ofrece una primera parte.<br />
En Aportaciones, Gustavo Sánchez, director de la Escolanía del Mo nas -<br />
terio del Escorial, nos brinda, con un amplio conocimiento de causa, su<br />
reflexión sobre la música en la Orden de San Jerónimo.<br />
Nuestra historia, la reflexión sobre las cartas de san Jerónimo, el texto y<br />
comentario del salmo 16, las notas sobre la vocación jerónima y El rincón del<br />
poeta haciéndose eco del pasado V Encuentro de las familias, celebrado en<br />
Valencia, nos brindan motivos suficientes para vitalizar nuestra espiritualidad.<br />
¡Que os aproveche!<br />
3
ESPIRITU Y VIDA<br />
NOTAS PARA EL ESTUDIO DE LA VIDA<br />
Y OBRA DE FRAY JOSÉ DE SIGUENZA 1<br />
Juan José Asenjo Pelegrina 2<br />
No pretendo en esta comunicación tratar todos los aspectos de la<br />
perso nalidad humana y del quehacer intelectual del P. Sigüenza. Sería<br />
imposible sintetizar, en el espacio habitual de este tipo de intervenciones,<br />
los rasgos más destacados de una figura tan rica y de un quehacer tan<br />
diversificado como es el caso que nos ocupa.<br />
Precisamente por ello, me voy a referir casi exclusivamente al estado<br />
actual de los estudios en torno a Fray José, señalando los puntos suficien -<br />
temente aclarados por la investigación y aquellos que siguen necesitando<br />
un mayor examen.<br />
Para mayor claridad distinguiré dos planos: el plano biográfico-crono -<br />
lógico, el más afortunado por la abundancia de datos de que disponemos;<br />
y el plano de la personalidad y quehacer intelectual de nuestro autor, por<br />
el momento menos explorado.<br />
I<br />
Refiriéndome ya al primer aspecto, he de decir en principio que hasta<br />
1975 solo se conocía con bastante precisión el armazón crono lógico de la<br />
vida del P. Sigüenza en su período de religioso jerónimo, es decir, desde<br />
su ingreso en el Parral de Segovia el 16 de junio de 1566, hasta su muerte,<br />
gracias a los Historiadores oficiales de la Orden de San Jerónimo: Fray<br />
Bar to lomé de Santiago, Fray Francisco de los Santos, Fray Pablo de San<br />
Nicolás, y al historiador agustino Fray Luís Villalba Muñoz. Se desconocían,<br />
sin embargo, casi completamente, todos los detalles referentes a su<br />
familia, apellidos, infancia, juventud y formación.<br />
1. Tomado de “Wal –Al- Hayara” <strong>nº</strong> 6 (1979) 127-138. Por razón de espacio, nos vemos<br />
obligados a no incluir el amplísimo elenco de citas que el trabajo original aporta.<br />
2. El autor, en la actualidad obispo de Córdoba, y es natural de la ciudad de Sigüenza,<br />
de donde le viene su interés por el biografiado.<br />
4
Por fortuna, todos estos extremos, que tantos quebraderos de cabeza<br />
causaron a finales del siglo pasado a D. Juan Catalina García, han sido<br />
totalmente aclarados gracias a la publicación en 1975 del Proceso Inquisi -<br />
torial del Padre Sigüenza, encontrado en la Universidad de Halle (Alemania<br />
oriental) por el investigador Gregorio de Andrés.<br />
Por la propia declaración del P. Sigüenza sobre genealogía, parientes y<br />
consanguíneos, estudios y títulos, prestada ante el Tribunal de la Inqui -<br />
sición Toledana el día 21 de julio de 1592, sabemos con toda certeza que<br />
nació en el año 1544 en la ciudad de Sigüenza, siendo hijo natural del clérigo<br />
Asensio Martínez, natural de dicha ciudad y sochantre de su catedral,<br />
y de Francisca de Espinosa, natural de Espinosa de los Monteros, provincia<br />
de Burgos.<br />
El propio declarante atestigua a continuación que su familia paterna procedía<br />
de Aragoncillo y Villar de Cobeta, de donde eran sus abuelos y donde<br />
residían sus tíos, aunque aquellos desde antiguo vivían en Sigüenza, donde<br />
había nacido su padre; declara también que la familia materna procedía de<br />
Espinosa de los Monteros, aunque estaba afincada en Sigüenza, donde residían<br />
su madre y sus tíos.<br />
Con respecto a su madre, Francisca de Espinosa, afirma el P. Sigüenza<br />
que había estado casada con un tal De Franca, de quien tuvo dos hijos:<br />
Juan de Franca, capitán de Flandes, y Pedro de Franca, clérigo de Si güen -<br />
za; que habiendo quedado viuda tuvo dos hijos naturales: Isabel Fer nán -<br />
dez y Librada Hernández, ignorando el nombre del padre de estas medio<br />
her manas. Añade, por fin, que con posterioridad, Francisca de Espinosa<br />
tuvo dos hijos del clérigo Asensio Martínez: el propio Fray José y su hermana<br />
Matea de Espinosa, mujer que fue de Jerónimo de Franco, joyero.<br />
De todo ello deducimos que el nombre patronímico completo del P. Si -<br />
güenza era José Martínez de Espinosa, aunque al ser hijo natural, llevó el<br />
apellido de su madre. Y en efecto, con el nombre de José de Espinosa aparece<br />
al menos cuatro veces en los libros de claustros del Colegio-Univer -<br />
sidad de San Antonio de Portaceli de Sigüenza, entre los años 1561-63.<br />
Por mi parte, y gracias al Inventario de Expedientes de legitimidad y pureza<br />
de sangre para obtener beneficios en la Santa Iglesia Catedral de Sigüenza, pu -<br />
bli cado por el canónigo archivero de dicha catedral, D. Aurelio de Fe de -<br />
rico Fernández, he podido localizar el expediente promovido por el Ca bil -<br />
do para informar sobre el origen y limpieza del aspirante a sochantre, el<br />
5
clérigo Asensio Martínez. Del mismo se deduce que el padre de Fray José<br />
accedió al beneficio seis años después del nacimiento de su hijo, es decir,<br />
en 1550, y que nunca recibió las órdenes mayores, siendo únicamente clérigo<br />
minorista. Aparecen también los nombres de los abuelos paternos,<br />
Bartolomé Martínez, natural de Aragoncillo, y María Gamo, natural de<br />
Villar de Cobeta, siendo ambos cristianos viejos, así como sus padres y<br />
ascendientes.<br />
En la declaración ante el Tribunal toledano asegura a continuación el<br />
P. Sigüenza que a los diez años aprendió a leer y escribir, siendo sus profe -<br />
sores de gramática el maestro Torrijos y el Licenciado Velasco, y de canto,<br />
el maestro Chacón. Refiere después que en 1561, es decir, a los diecisiete<br />
años, comenzó sus estudios en la Facultad de Artes de la Universidad de<br />
Sigüenza, estudiando Lógica con el catedrático Fernando de Rueda en el<br />
curso 1561-62, continuando en el curso siguiente (1562-63) los estudios de<br />
Filosofía con el catedrático Juan de San Clemente, recibiendo el grado de<br />
Bachiller el día 29 de septiembre de 1563, en sesión académica presidida<br />
por el catedrático Bartolomé de Torres, futuro obispo de Canarias.<br />
En este mismo año (1563), y contando diez y nueve años, comenzó sus<br />
estudios de Teología en la Universidad seguntina, asistiendo a las clases<br />
durante tres cursos, es decir, hasta junio de 1566, en que marchó al Parral<br />
para pedir el hábito de los jerónimos. En este período tuvo como profesores<br />
al ya citado Bartolomé de Torres y al doctor Fernando Vellosillo, asistente<br />
al Concilio de Trento en 1563 y obispo de Lugo en 1566.<br />
En la declaración a que me estoy refiriendo aparece además un detalle<br />
desconocido hasta ahora en la biografía de Fray José: su estancia en Si -<br />
güenza, destinado por sus superiores, durante casi tres años, es decir, des -<br />
de septiembre de 1579, hasta junio de 1582, período en el que desempeñó la<br />
cátedra de Artes en el Colegio jerónimo de Portaceli, anejo a la Univer sidad.<br />
Pero lo que encuentra una clarificación definitiva, gracias a la publi -<br />
cación del Proceso Inquisitorial del Padre Sigüenza, es su procesamiento por<br />
el Santo Oficio de Toledo, iniciado en abril de 1592 y concluido el 19 de<br />
febrero de 1593.<br />
Hasta que se conocieron las actas de la Inquisición en 1975, las noticias<br />
que se poseían sobre dicho proceso eran breves, confusas y fragmentarias,<br />
debidas únicamente a los historiadores de la Orden jerónima y a las poco<br />
objetivas apreciaciones del exministro de la Inquisición Juan Antonio<br />
7
Llorente. Los esfuerzos meritorios de D. Juan Catalina García, del P. Zarco<br />
Cuevas y del P. de la Pinta Llorente, por desentrañar las causas y desarrollo<br />
del procesamiento, terminaron siempre en fracaso, al no encontrar la<br />
documentación fehaciente. Hoy por fortuna, el panorama ha cambiado por<br />
completo. Conocemos perfectamente las causas que movieron a varios de<br />
sus hermanos de hábito del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, capitaneados<br />
por el Prior, Fray Diego de Yepes, a denunciarlo ante los visitadores<br />
de la Orden, y ante el Tribunal del Santo Oficio, causas, que, esquematizando<br />
mucho los datos, podemos reducir a las siguientes: las celotipias<br />
monásticas provocadas por las cualidades singulares del P. Sigüenza y por<br />
el aprecio de que éste gozaba ante el Rey Felipe II, su espíritu crítico, su<br />
carácter desabrido y cáustico en ocasiones, su singularísima personalidad,<br />
lejana del fariseísmo y de las contemporizaciones, y su coincidencia en<br />
muchos puntos con el vocabulario e ideario erasmianos. Después de haber<br />
leído atentamente la totalidad del proceso, a mi juicio, esta fue la causa fundamental.<br />
Sin embargo, algunos autores, como Julio Cejador y Américo Castro<br />
han defendido la tesis del antierasmismo de Fr. José, y sí, pienso que ciertamente<br />
tal antierasmismo es evidente en la primera etapa de su vida, quedando<br />
incluso reflejado en varias de sus obras, por ejemplo, en la Vida de<br />
San Jerónimo. No obstante estimo que a raíz de sus primeros contactos con<br />
Arias Montano, especialmente desde enero a abril de 1592, se produjo una<br />
notable mutación, una verdadera «metánoia» en el talante cultural de Fray<br />
José. El trato frecuente y la honda amistad con él le condujo a una total<br />
identificación con el programa erasmiano, que preconizaba la renovación<br />
de la piedad y de la espiritua lidad cristiana, centrada en lo esencial<br />
–Cristo- y desechando lo accidental -las devociones-; que preconizaba<br />
además la renovación de la predicación, a partir de una mayor estima de<br />
la Palabra de Dios; y que reclamaba, por fin, la renovación del método teológico,<br />
poniendo como base el retorno a las fuentes claras y límpidas de la<br />
Palabra de Dios y de los Padres de la Iglesia, destacando también la<br />
importancia de las lenguas bíblicas -hebreo y griego-, a fin de leer la<br />
Sagrada Escritura en sus fuentes originales, no contentándose con el texto<br />
frío y a veces inexacto de la Vulgata.<br />
En efecto, de la lectura de las doce proposiciones presentadas como<br />
sospechosas por los acusadores contra Fray José ante el Tribunal de To -<br />
8
ledo, del alegato de defensa<br />
del interesado, y de los testimonios<br />
de los testigos de<br />
cargo y de descargo, se concluye<br />
que el P. Sigüenza era<br />
un entusiasta defensor de la<br />
Teología positiva, de la revalorización<br />
de la Biblia en el<br />
estudio de los temas dogmáticos,<br />
y del retorno a las<br />
fuentes de los Padres de la<br />
Iglesia, cuya doctrina tan<br />
bien conocía, como demuestra<br />
no pocas veces en sus<br />
obras. En contacto frecuente<br />
con la Palabra de Dios en la<br />
preparación y desarrollo de<br />
su cátedra de Sagrada Escri -<br />
tura y, sobre todo, el trato<br />
con Montano, le habían llevado<br />
al convencimiento de<br />
que no puede haber progreso<br />
dogmático sin una atención<br />
preferente a la fuente primaria de la Revelación. Por ello, más de una<br />
vez, en los primeros meses del año 1592 había minusvalorado públicamente<br />
la Escolástica, tal y como reconoció en el Proceso, donde afirmó que<br />
en muchas de las cuestiones que suelen tratar los escolásticos «se pierde<br />
mucho tiempo», porque aque llos «cada día van buscando otras y descubriendo<br />
mil nuevas opiniones y creciendo sin término las competencias y<br />
las riñas».<br />
Por otra parte, y a pesar de su devoción por San Jerónimo, Fray José de<br />
Sigüenza era contrario a la tesis de algunos teólogos ultramontanos, que<br />
exaltaban exageradamente la impecabilidad del texto bíblico de la<br />
Vulgata, no advirtiendo que la versión de San Jerónimo contiene á veces<br />
algunas inexactitudes. El P. Sigüenza en este punto se alineaba en las filas<br />
de los hebraístas y defendía la conveniencia de utilizar el texto hebreo ori-<br />
9
ginal en la lectura escolar del Antiguo Testamento, con lo que materialmente<br />
menospreciaba el Decreto de la Sesión IV del Concilio de Trento,<br />
que unos años antes (16, IV, 1546) se había pronunciado por razones prácticas<br />
a favor del texto dé la Vulgata, proponiéndolo como texto único y<br />
auténtico para toda la Iglesia.<br />
Para terminar este punto, referido al proceso de Fray José, he de decir<br />
que, en los meses en que se sustanció la causa, residió en el Monasterio<br />
jerónimo de La Sisla, en Toledo, y que en su origen y desarrollo jugaron<br />
un papel muy importante no sólo las causas a que anteriormente he hecho<br />
mención, sino también el contexto agudamente contrarreformista del<br />
postconcilio tridentino, en el que cualquier doctrina remotamente coincidente<br />
con la de los reformadores, era tachada inmediatamente de<br />
Luteranismo. En honor del tribunal toledano hay qué decir que supo reconocer<br />
la inocencia del procesado, dando el visto bueno, en general, a unas<br />
ideas para las que la mentalidad de la época no estaba preparada, pero<br />
que para nosotros, contemplándolas bajo criterios de nuestro tiempo, son<br />
y están en plena vigencia.<br />
Pero no quiero finalizar este apartado, en el que me he referido a la biografía<br />
y cronología del P. Sigüenza, sin destacar que queda por dilucidar<br />
un punto controvertido entre los escasos autores que se han aproximado<br />
a su figura: su carácter. Mientras para los biógrafos oficiales de la Orden,<br />
que escriben inmediatamente después de su muerte, era un prodigio de<br />
dulzura, comprensión y delicadeza en el trato con sus hermanos de hábito,<br />
para sus delatores ante el tribunal inquisitorial, era hosca, sombría, displicente,<br />
desabrida, orgullosa e irritable. Personalmente pienso que era un<br />
temperamento ni enfermizo, ni blando, y que el retrato que le pintara<br />
Bartolomé Carducci, y no Alonso Sánchez Coello, como tantas veces se ha<br />
dicho, nos lo revela como un carácter seco, varonil, recio, laborioso y austero,<br />
de ingenio agudo, franco y aun crudo en su trato. Pero repito que este<br />
punto está todavía necesitado de estudio y de ulteriores precisiones.<br />
(Continuará)<br />
10
LAS FUENTES<br />
EL LIBRO DE JOB (1ª parte)<br />
S. Fragato Segovia<br />
Debido a la extensión -cuarenta y dos capítulos- y a la complejidad de<br />
este libro sapiencial y poético, abordaremos su reflexión en éste y el próximo<br />
número. Nuestro propósito, ya lo sabéis, no pretende sino ser un<br />
estimulo a la lectura de la Página Sagrada.<br />
Daremos, pues, una síntesis del tema, las dificultades que entraña su<br />
estructura, el autor, género literario y la fecha de composición. Presen ta -<br />
remos las personalidades de Job que el libro nos revela: el Job paciente y<br />
el rebelde, dando unas pinceladas sobre su actitud ante Dios y la situación<br />
física y espiritual en que se encuentra, la cual le lleva a una falta de sentido<br />
de la vida.<br />
DIFICULTADES, CLASIFICACION Y ESTRUCTURA<br />
Su lenguaje altamente poético, junto con el tema monográfico que<br />
aborda, y alrededor del cual giran y giran sus larguísimos y monótonos<br />
diálogos -el del mal y el castigo del justo- hacen del libro de Job el más difícil<br />
de todos los sapienciales, pero la dificultad no le quita el que, sin duda,<br />
sea una de las cimas literarias más altas a que ha llegado el hombre en la<br />
historia de la literatura universal.<br />
El autor presenta magistralmente a un hombre justo, triturado por el<br />
sufrimiento, que busca tenazmente una explicación de la situación que<br />
padece. En esta empresa sobrehumana Job remueve cielo y tierra: se en -<br />
fren ta con los hombres y con Dios. Nada le arredra, a todo se atreve desde<br />
la conciencia de su inocencia. Job se queja y grita desesperadamente para<br />
que Dios rompa su silencio y se haga justicia. El grito de Job se pierde en<br />
la noche oscura de su alma como un lamento en un pozo sin fondo.<br />
Se compone de un prólogo (1-2) y un epílogo (42,7-17), que encierran<br />
prosa y poemas concebidos en forma dialogal; incluye larguísimos monólogos<br />
de Job y sus amigos.<br />
11
¿AUTOR O AUTORES<br />
Casi con toda certeza hay que hablar de pluralidad de autores originales,<br />
todos ellos desconocidos. Cuando hablamos del autor de Job, el singular<br />
es colectivo, a no ser que lo reservemos para el redactor final que nos<br />
dejó el libro como ha llegado hasta nosotros.<br />
GENERO LITERARIO<br />
El género literario, si es que se puede hablar en singular, es muy variado.<br />
El marco del poema, es decir, el prólogo y el epílogo, pertenece al<br />
género de los cuentos o de las anécdotas folklóricas, asimilado también<br />
por los Sabios. El poema en si es una joya de la literatura sapiencial, que<br />
se distingue de los demás libros sapienciales del Antiguo Testamento por<br />
tratar fundamentalmente de un solo tema y por la forma dialogada en que<br />
lo desarrolla. La obra es lírica y didáctica a la vez.<br />
FECHA DE COMPOSICION<br />
No hay acuerdo en cuanto a la fecha de composición, sin duda por la<br />
variedad de partes que contiene. En el prologo y el epilogo se puede detectar<br />
un material muy antiguo, adaptado más o menos por el autor del<br />
poema. Éste habría que datarlo después del destierro babilónico. El poeta<br />
tiene afinidad de lenguaje con el segundo Isaías, pero no parece ser posterior<br />
a él.<br />
El titulo del libro se debe a su personaje principal. Como aparece en los<br />
dos primeros capítulos, Job es el tipo del hombre paciente y sufrido, que<br />
acepta calladamente las desgracias, como acepta las bendiciones de parte<br />
de Dios: “desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor<br />
me lo dio; el Señor me lo quitó: ¡bendito sea el nombre del Señor! (Job 1).<br />
Menos conocida es la parte poética del libro donde aparece el otro Job.<br />
No existe en la Biblia un personaje que se queje más de sus dolores y sufrimientos<br />
que este Job, prototipo del hombre rebelde. Trataremos primero<br />
del Job paciente y después del Job rebelde.<br />
12
EL JOB PACIENTE<br />
Nos referimos al Job del prólogo<br />
(Job 1-2). Las primeras palabras del<br />
libro le presentan como el hombre<br />
moralmente perfecto: “Había una vez<br />
en el país de Hus un hombre llamado Job:<br />
era justo, honrado, religioso y apartado<br />
del mal”. Job es el héroe de un cuento<br />
oriental, como lo demuestran el<br />
ambiente familiar que lo rodea y las<br />
riquezas fabulosas que posee. El<br />
autor además, en la ficción de la escena<br />
celeste, eleva a Job a paradigma<br />
universal del hombre según los planes<br />
de Dios. “¿Te has fijado en mi siervo Job En la tierra no hay otro como él:<br />
es un hombre justo y honrado, religioso y apartado del mal”.<br />
Satán, pura creación literaria, tiene la función en la corte celeste de fiscal,<br />
de examinador y acusador de los hombres, en concreto de Job: “¿Y<br />
crees que [Job] teme a Dios de balde ¿Acaso no es fácil ser piadoso e integro cuando<br />
se nada en la abundancia y no hay que superar la más mínima contrariedad.<br />
Que cambien las cosas y ya veremos”.<br />
Job sufre tres oleadas devastadoras en círculos concéntricos de fuera a<br />
dentro. Primero pierde las posesiones, después los hijos y por ultimo es<br />
herido desde el pie a la coronilla. A pesar de todo Job no pecó ni acusó a<br />
Dios, quién ha ganado la apuesta que parecía haber establecido con Satán.<br />
Éste es el Job justo y paciente creado por el autor para que sirva de discusión<br />
sobre el sentido o sin sentido del sufrimiento humano.<br />
EL JOB REBELDE<br />
El tema de la retribución se había planteado desde antiguo en Israel,<br />
pero no siempre la perspectiva había sido la misma. Al principio preocupó<br />
más el interés comunitario que el individual, y se subrayó sobremanera<br />
el aspecto negativo: por culpa de uno o de pocos pagaban muchos; a<br />
14
veces, sin embargo, también se tuvo en cuenta el aspecto positivo: la inocencia<br />
de unos pocos garantizaba e perdón de muchos: (Ex 20,5s; cf. Gén<br />
18, 24-32; Jos 7; 2 Sam 21,1-14; 24).<br />
Poco a poco el problema de la fe en Dios justo va siendo objeto de profundas<br />
reflexiones, pues claramente se veía que en muchos casos el malvado<br />
prosperaba y el justo lo pasaba muy mal.<br />
Situación del Job rebelde<br />
El drama que presenta el libro de Job es el de una persona buena, intachable,<br />
inocente, que padece toda clase de sufrimientos sin saber por qué.<br />
La situación es idéntica a la del Job del prólogo, no así la reacción. En el prólogo<br />
encontramos una sumisión absoluta, en el poema rebeldía declarada.<br />
Job no tiene conciencia de haber cometido pecado o injusticia alguna<br />
que merezca el castigo que padece. ¿Por qué Dios lo somete a la dura<br />
prueba del dolor Mientras no se le responda a esta pregunta, que subyace<br />
a todas sus reflexiones y es la razón de sus quejas, el sufrimiento suyo<br />
y el de cualquier inocente es, a su parecer, una injusticia.<br />
Job se considera inocente; lo repite una y otra vez: «Soy inocente» (9,21).<br />
A las duras acusaciones de sus amigos, «consoladores importunos» (16,2),<br />
responde resueltamente: «Sé que soy inocente» (13,18); ¡Lejos de mí daros la<br />
razón! (27,5s; cf. 6,25-30). Y con idéntica convicción se dirige a Dios y le<br />
pregunta con atrevimiento: «¿Cuántos son mis pecados y mis culpas<br />
Demuéstrame mis delitos y pecados» (13,23). Job está seguro de que ni Dios<br />
mismo encontrará en él nada reprochable: «Ya que él conoce mi conducta, que<br />
me examine, y saldré como el oro» (23,10; cf. 10,7).<br />
Verdaderamente Job es un hombre justo, su fe en Dios es firme e inconmovible;<br />
si así no fuera, no habría surgido en su conciencia conflicto alguno.<br />
La queja de Job ante su situación<br />
Consecuencia lógica de lo dicho es que Job experimenta su situación<br />
como algo injusto, que no debería haber pasado. Por esto protesta y dirige<br />
sus quejas a la instancia más alta, a Dios mismo: «Hoy también me quejo<br />
y me rebelo porque su mano agrava mis gemidos». (23,2).<br />
Job está gravemente herido en el cuerpo y el espíritu. La imagen de Job<br />
en el estercolero, herido de pies a cabeza, es estremecedora (cf. 2,7s); sus<br />
desgarradoras palabras describen un cuadro terrorífico y a los dolores del<br />
15
cuerpo hay que sumar los del alma, porque Job es objeto de humillaciones<br />
y desprecios: «Me sacan coplas, soy el tema de sus burlas, ... y aun se atreven a<br />
escupirme a la cara». (30,9ss).<br />
Actitud de Job, ante Dios<br />
Job se está topando con Dios en cada gemido de su dolorosa existencia,<br />
reconoce la trascendencia divina: «Dios no es hombre como yo» (9,32). Para<br />
Job Dios es omnipotente, «quiere una cosa y la realiza» (23,13). La creación<br />
entera da testimonio de su poder (9,5-13; 12,7-9; 10,8 -12)<br />
Job tiene la certeza de que su vida está en manos de Dios, que conoce<br />
de antemano los días, los meses, los años, sabe que el hombre no es dueño<br />
de su tiempo, de su actividad, es decir, de si mismo; la vida es como cumplir<br />
un servicio; al final el hombre se va, emprende un viaje sin retorno y<br />
aquí surge la gran pregunta ¿A donde va el hombre cuando expira La<br />
respuesta de Job es, a la tierra, al polvo, al sepulcro, al país de tinieblas y<br />
sombras, a la tierra lóbrega y opaca, de confusión y negrura, donde la<br />
misma claridad es sombra. Donde no hay diferencias de clases, porque<br />
simplemente no hay vida, sino sólo el sueño eterno. (14,11s; 17,13-16;).<br />
Las afirmaciones que han causado mayor escándalo en el libro de Job<br />
son aquellas en que el protagonista, considerándose inocente (9,21; 13,18),<br />
ve, sin embargo, que no le ha servido de nada su inocencia, pues Dios<br />
mismo, “creador de la desgracia” (Is 45,7), es también el causante de su<br />
ruina. Jamás se había oído que un justo hablara a Dios, como lo hace Job.<br />
(13,13-15).<br />
Job, sin ambages, acusa a Dios de ser su adversario. Amargamente se<br />
queja de que Dios lo trata con enemistad: ¿Por qué me ocultas tu rostro y me<br />
tratas como a tu enemigo; ¿por qué asustas a una hoja volandera y persigues la<br />
paja seca El furor de Dios me ataca y me desgarra. (13,24-27; cf. 19,<strong>22</strong>).<br />
El pensamiento global de Job no se puede representar como un trazo<br />
recto sin cambios ni fisuras; más bien habría que representarlo como una<br />
línea quebrada en zigzag. Mas Job mantiene inalterada e inquebrantable<br />
una fe en Dios, que le hace esperar contra toda esperanza.<br />
A pesar de todos los pesares y de lo que su ánimo atormentado manifiesta,<br />
Job confía en la justicia de Dios. Él se considera justo: Dios tiene<br />
conocimiento perfecto de ello. Por esto Job pleitea con la seguridad de que<br />
saldrá absuelto.<br />
16
JOB NO ENCUENTRA SENTIDO A SU VIDA<br />
Job ha perdido todo lo que llenaba y daba sentido a su vida: familia,<br />
bienes, salud, honor. El presente es horroroso; aun el mismo Dios, que<br />
hasta ahora había sido su amigo, le es hostil, ¿Qué gusto puede encontrarse<br />
en una vida así Con todo, a Job ni siquiera le viene a las mientes la<br />
idea del suicidio a pesar de que la muerte, según la concepción antigua y<br />
extendida, es un sueño del que no se despierta nadie. Todo lo somete a la<br />
disposición del Señor. Y es tan fuerte esta fe y confianza, que sacando fuerzas<br />
de flaqueza, robustece el instinto casi extinguido de conservación, y le<br />
hace gritar desde el fondo de su alma esas palabras que el ritual de exequias<br />
recoge ante la presencia del cadáver que va a entrar en el templo: Yo<br />
sé que mi Redentor vive, y que al final de los tiempos he de resucitar del polvo. Lo<br />
veré yo mismo, no otro, mis propios ojos lo contemplaran y en esta carne mía contemplaré<br />
a Dios mi Salvador. (19,25-27)<br />
17
NUESTRA HISTORIA<br />
PIEDRAS VIVAS.<br />
FRAY LOPE DE OLMEDO.<br />
Fr. Ignacio de Madrid, OSH<br />
Monasterio de Santa Mª del Parral<br />
(Segovia)<br />
Hablamos hoy ,en esta sección de “Piedras vivas”, de fray Lope de<br />
Olmedo, aunque algo me ha costado decidirme a ello. Como veréis y<br />
deduciréis al terminar de leer estas páginas, Fr. Lope es una persona discutidísima...<br />
Sí, comenzó siendo jerónimo, miembro de nuestra Orden,<br />
pero con una inquietud reformista que, a los pocos años le separó de ella.<br />
Comencemos a hablar de él.<br />
Por su familia, Lope González de Cotes, nació en Olmedo (Ávila, hoy<br />
Valladolid) en 1370. Dedicado a los estudios, se graduó en ambos derechos<br />
en la Universidad de Perugia (Italia), donde trabó duradera amistad<br />
con quien después fue el papa Martín V, que sería un buen apoyo en la<br />
fundación de su congregación. Fue por algún tiempo jurisconsulto en la<br />
corte pontificia de Avignon durante el pontificado de Benedicto XIII. Más<br />
tarde volvió a la Corte del mismo papa como embajador de Fernando I de<br />
Aragón, de Enrique III y durante la minoría de edad de Juan II quien lo<br />
mandó luego con el mismo carácter a Génova y otros principados de Italia.<br />
En 1400, a la edad de treinta años, ingresa en el extremeño monasterio<br />
jerónimo de Nuestra Señora de Guadalupe, en el que pronto destaca por<br />
su ciencia y observancia ejemplar. Durán pone como fecha de ingreso<br />
1415, apoyándose en la fecha del Testamento de Lope González al ingresar...<br />
(cfr. Obras). Pero esto no es posible teniendo en cuenta que en ese mismo<br />
año participó y actuó en el primer capítulo general de la Orden, como procurador<br />
de su monasterio, y en él fue elegido definidor, oficio importante<br />
y de responsabilidad. Lope empezaba a ser, sin duda, una persona relevante<br />
en la Orden. Sigüenza dice de él: era varón tenido por todos por religioso<br />
y de celo...En el mismo tiempo que vivió en ella se había ejercitado en los estudios<br />
de teología, lección de santos y escritura santa, y de todo alcanzó mucho (T. I, 292-<br />
293).<br />
18
Tres años más tarde, en el capítulo general de 1418, fue elegido Padre<br />
General de la Orden y Prior de San Bartolomé de Lupiana, ya que ambos<br />
cargos iban unidos. Dicha elección, según aparece en las Actas de dicho<br />
capítulo, fue conflictiva por muy distintas circunstancias, a las que ahora<br />
no podemos descender. Pero al fin se dice que los confirmadores fallaron que<br />
debían confirmar la dicha elección pues era recta y canónicamente celebrada (fol.<br />
20r). Durante su generalato no consta que realizara nada extraordinario,<br />
pero es cuando concibe la idea de “reformar” la Orden. Fray José de<br />
Sigüenza piensa: “Como los negocios de la Orden no le daban prisa, y por la<br />
quietud grande que ella había, él estaba ocioso, tuvo lugar, como hombre aficionado<br />
a letras, de revolver atentamente las obras de nuestro glorioso doctor y padre<br />
San Jerónimo” (I, 309). Parece ser que durante este tiempo comenzó a trazar<br />
una serie de normas rigoristas, que se salían del cauce que había seguido<br />
hasta entonces la Orden, y componía una regla monástica sacada de los<br />
escritos de San Jerónimo, con ánimo de imponerla en lugar de la de San<br />
Agustín. Aquí empieza la gestación de la discutida obra monástica de<br />
nuestro Fr. Lope de Olmedo. Llegamos a 1421, en el que se celebra un<br />
nuevo capítulo general y, en contra de lo que han dicho algunos historiadores,<br />
es claro -el ambiente no estaba para ello- que no fue reelegido Padre<br />
General. En 14<strong>22</strong> volvemos a verle en Guadalupe y a mediados de 1424 en<br />
Roma, donde consiguió gracias pontificias que reconocían la creación de<br />
una nueva rama jerónima, etc., etc. El hecho es que, tras unos años de actividad<br />
por parte de Lope para salir con sus intentos de reestructurar la<br />
Orden, nos encontramos con representantes de ambas facciones en Roma<br />
(1428) ante Martín V. Después del oportuno y prudente diálogo con las<br />
partes, dejó siguieran su camino los de la antigua observancia, y autorizó<br />
a Lope a constituir la que empezaría a denominarse “Congregación de la<br />
Observancia”. Hay que advertir que para entonces ya tenía algunos mo -<br />
nas terios, incluso en Roma, con su observancia, y sólo les faltaba esta<br />
aprobación pontificia.<br />
Así las cosas, tras los muchos avatares que este proceso llevó consigo, en<br />
1429 Martín V mandó a Lope como administrador apostólico a la archidiócesis<br />
de Sevilla y allí aprovechó para fundar su primer monasterio en Es -<br />
paña, el de San Isidro del Campo, habitado por el cister, que se encontraba<br />
en plena crisis. Lo erige en casa de su Congregación de la Ob ser vancia; la<br />
más famosa e importante de las que tuvo en España y la que se convirtió en<br />
20
cabeza de la rama jerónima olmedista, conocidos en España más por “los<br />
frailes de San Isidro” o “isidros”. De este monasterio saldrían después las<br />
nuevas fundaciones en España: Ntra. Sra. de los Remedios (Sanlúcar de<br />
Barrameda) y San Miguel de los Ángeles de Alpechín (Sanlúcar la Mayor).<br />
Renunció Lope a su cargo de administrador apostólico de Sevilla<br />
(1432) y se retiró al monasterio de San Alejo, en el Aventino (Roma),<br />
donde puso en juego sus ideas rigoristas, principalmente por lo que respecta<br />
a la soledad, y a la austeridad y penitencia. Allí murió con fama de<br />
santo el 13 de abril de 1433. Fue enterrado en el coro de la iglesia, donde<br />
se conserva el sepulcro con su figura yacente. El P. Campos opina que esta<br />
Congregación de la Observancia se mantuvo fiel a sus ideales mientras<br />
que vivió el fundador, pero poco a poco se fue relajando el rigor de la vida<br />
religiosa dentro de esta familia jerónima; a comienzo del siglo XVII volvieron<br />
a la regla de San Agustín y a unas constituciones nuevas. En Italia<br />
tuvo la obra de Lope más larga vida. En España llegaron a tener siete<br />
monasterios. Pero ya en 1449, y entre 1492-1495 por segunda vez, manifestaron<br />
su deseo de unión, aunque no tuvo efecto hasta 1567 En esta fecha<br />
Felipe II envía al capítulo general, que se celebraba en Lupiana, al doctor<br />
Velasco, de su Con sejo y Cámara, para proponerles cómo su Majestad tenía<br />
intento, y lo había comunicado con el Pontífice Pío Quinto, que se redujesen a la<br />
Orden de San Jerónimo los religiosos que eran de los Jerónimos de fray Lope de<br />
Olmedo, a fin de que lo mirasen y considerasen en el capítulo. Tras el estudio<br />
de sus pros y contras, aunque estos aparecían con mayor evidencia, se<br />
determinaron a aceptar la incorporación, más por caridad para con ellos y<br />
obediencia al Pontífice, que por las ventajas que pudieran reportar, que<br />
eran casi nulas, pues las más de las casas -excepto San Isidro del Campo y<br />
Santa Ana de Tendilla (Guadalajara)- eran de escasa importancia en todos<br />
los aspectos.<br />
Ya en este momento, digamos que todo este quehacer y proceder de Fr.<br />
Lope ha sido objeto de muy diversos juicios, y de muy difícil solución,<br />
pues los escritores de la cuestión son partes interesadas. y así, si leemos<br />
sólo a sus impugnadores, parecería llena de intriga y ambición; si atendemos<br />
a sus partidarios, cuajada de virtudes monásticas y sincero amor al<br />
desierto.<br />
En verdad que me gustaría, pero no puedo, entrar de lleno en todo este<br />
tema, mas sí voy a reflejar mi opinión sobre su pretendida “reforma”, que<br />
21
Tumba de Lope de Olmedo<br />
<strong>22</strong>
es la que produce la llamada “escisión de fray Lope de Olmedo” y, consecuentemente,<br />
divide a la Orden en dos: “Congregación Jerónima de la<br />
Observancia” o “Isidros” -así llamados por el nombre de su primer mo -<br />
nas terio: San Isidro del Campo, en Santiponce (Sevilla)- y la “Orden de<br />
San Jerónimo” - Congregación de España. Pienso que esta cuestión define<br />
el acontecimiento a que me estoy refiriendo.<br />
Como acabo de decir, fray Lope pretende introducir una -en mi opinión-<br />
mal llamada reforma. Y me atrevo a calificarla así porque, si “reformar”,<br />
según el Diccionario de la Lengua Española, es reducir o restituir una<br />
orden religiosa a su primitiva observancia o disciplina, me parece inexacto dar<br />
-como se ha dado- a fray Lope el título de “reformador” y a su obra el de<br />
“reforma”. Ya lo hizo notar el mismo P. Sigüenza cuando escribió: Los<br />
ignorantes que dicen en sus escritos, que fray Lope reformó la Orden de San<br />
Jerónimo... no deben saber qué quiere decir reformar. Reformar es reducir una cosa<br />
a la primera forma, que se ha perdido o estragado por negligencia culpable, puesto<br />
en olvido sus primeros preceptos, deslumbrándose de la primera hermosura. Y<br />
la Orden en estos cincuenta años primeros no sólo no había desdicho de esto, más<br />
aún apenas había asentado sus estatutos y costumbres... Dejo a parte, que en aquellos<br />
mismos años fue cuando podemos decir con verdad, que llegó esta religión a<br />
la cumbre donde pudo llegar en su manera de profesión... (T. I, pág. 310).<br />
Los autores que justifican la actitud de Lope argumentan que no se<br />
concebía que los jerónimos tuvieran la Regla de San Agustín, siendo así<br />
que San Jerónimo -al que se le tiene por padre y protector- escribió abundantemente<br />
sobre la vida monástica. Además ven bien su insistencia en<br />
más soledad y en la abstinencia de carnes; que propugne que los monjes<br />
deben vestir cogulla, etc., etc.<br />
Pues bien, en cuanto a la cuestión de la Regla de San Agustín, conviene<br />
tener en cuenta que. según se determinó en el IV Concilio Lateranense,<br />
en 1215: Para que una excesiva diversidad de religiones (es decir, de reglas y de<br />
fundaciones) no conduzcan a una seria confusión en la Iglesia de Dios, prohibimos<br />
firmemente que en el futuro se funden nuevas religiones; y quien quiera que<br />
desee convertirse a una nueva religión, tome alguna de las ya aprobadas...(canon<br />
13). Esta es la norma que rige en la Iglesia cuando nuestros ermitaños llegan<br />
a Aviñón a solicitar del Papa la aprobación de lo que ellos pretenden.<br />
Gregorio XI, pues, no puede darles otra mejor regla que la de San Agus -<br />
tín... Una regla que es muy genérica y que no ata a un carisma específico,<br />
23
como hubiera sido si se les da la Regla de San Basilio o de San Benito. No,<br />
luego, lo específico lo determinarán las Constituciones, que es lo que<br />
hacen nuestros monjes, en concreto fray Pedro Fernández Pecha en aquel<br />
momento, y luego los primeros capítulos generales. Creo que un argumento<br />
sólido de que esto es así, es el hecho de que la Regla de San<br />
Agustín, en el transcurso de la historia, la han seguido unos trescientos<br />
institutos religiosos y, éstos tan diversos, como, por ejemplo, los Pre di -<br />
cadores o Dominicos, los Hermanos de San Juan de Dios, las órdenes militares,<br />
etc.<br />
Ahora bien, en cuanto a su insistencia en más soledad, en la abstinencia<br />
de carnes, vestir cogulla, etc., en mi opinión todos esos cambios no<br />
implican una “reformar”, sino que es, clara y simplemente, que fray Lope<br />
quería otra cosa. Él quería una Orden de San Jerónimo a su modo, como,<br />
según he dicho antes, hubo otras muchas. Me parece estupendo cómo se<br />
expresa fray Pedro de la Vega: El trienio de fray Lope cumplido, saliose de la<br />
orden y entró en la cartuja -no entro en esta cuestión- y dejándola después con<br />
algunos religiosos que seguían su parecer ordenó otra manera de vivir debajo del<br />
apellido y nombre de la orden.<br />
Pensemos que por aquel tiempo surgen varios institutos que agrupan<br />
a quienes desean buscar la perfección de la caridad guiados por las enseñanzas<br />
y ejemplos del mismo San Jerónimo. Ahora bien, como Jerónimo<br />
es polifacético, da lugar a institutos muy diversos pues los fundadores se<br />
fijan en muy distintos aspectos. De por aquel entonces la historia nos<br />
habla de los “Clérigos apostólicos de San Jerónimo” o “Jesuatos”, los “Er -<br />
mi taños de San Jerónimo” de la Congregación de Fiésole, los “Pobres eremitas<br />
de San Jerónimo” de la Congregación del beato Pedro Gam ba corta<br />
de Pisa, así como de la “Orden de San Jerónimo” en España. En lo sucesivo,<br />
como otra más, hablará de los ”Isidros”o “Congregación de la Obser -<br />
vancia” de fray Lope de Olmedo.<br />
OBRAS DE ~: Regula Monachorum ex scriptis S. Hieronymi... collecta (PL.<br />
XXX, págs. 319-386; Statuta ordinis monachorum heremitarum S. Hieronymi y<br />
Ordinario ordinas... (Ms., Monastero de Yuste); Castigatio Sancti Lupi ad clericum<br />
monendum; Vitae Patrum, sive adhortationes contra octo principalia vitia;<br />
Sententia Patrum; Adhortationes seu homiliae ad perfectam vitae rationem;<br />
Sermones de sanctis ac tempore; Epilogus Sancti Hieronymi (Estas últimas<br />
24
obras manuscritas, parece se conservan en la Biblioteca Ambrosiana de<br />
Milán); Testamento de Lope Gonzalez de Olmedo al ingresar en la Orden de San<br />
Jerónimo...(19.IV.1415), Ms., Archivo de Guadalupe, leg. 45; Sermón en latín<br />
escrito y leído por fray Lope de Olmedo en Guadalupe, (6.X.1416), Ms. Idem.,<br />
leg. 71; Vida y muerte de San Jerónimo. Burgos, 1490, Zaragoza, 1492.<br />
BIBLI.: Libro de los actos de los capítulos generales y privados de la Orden de<br />
San Jerónimo [1415-1473]. Archivo General de Palacio, ms, legajo1790, fol.<br />
1r. -24v.; P. ROSSI, Lupo d’Olmeto il venerabilé, Piacenza, 1642; H. DE SAN<br />
PABLO, Origen y continuación del Instituto y Religión Geronimiana, Madrid,<br />
1669, págs. 405-418; F. DE SAN JOSÉ, Historia Universal de la primitiva, y<br />
milagrosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe..., Madrid, 1743, págs, 36-<br />
37; N. CAYMI, Della vita del Venerabile Lupo d’Olmeto, ristoratore dell’Antico<br />
Ordine Girolamino e fondatore de la Congregazione dei Monaci di San Girolamo<br />
detta di Lombardia, Bolonia, 1754; L. ALCINA, “Fray Lope de Olmedo y su<br />
discutida obra monástica”, Yermo, 2, 1964, págs. 29-57; G. BEAUJOUAN,<br />
“La Bibliothèque et l´école médicale du monastère de Guadalupe...”,<br />
Mèdecine humaine et vétérinaire à la fin du moyen âge, Paris, Centre de recherches<br />
d´Histoire et de Philologie, 1966, págs. 385-386, 397, 420-424; J. L.<br />
DURÁN MÚZQUIZ, “Los Jerónimos: La consolidación (1415-1428)”,<br />
Pam plona, 1985, cap. III (inédito; ejemplar en Archivo del Parral); J.<br />
SÁNCHEZ HERRERO, “Fundación y desarrollo de la Orden de los<br />
Jerónimos”, Codex Aquilarensis, 10, 1994, págs. 63-94; S. COUSSEMAC-<br />
KER, L´ordre de Saint Jérôme en Espagne. 1373-1516, Université de Paris,<br />
1994, T. II, págs. 7-20 (inédito; ejemplar en Archivo del Parral); J. NÚÑEZ,<br />
Quinta Parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo, San Lorenzo del<br />
Escorial, Estudios Superiores del Escorial, 1999, I, pág. 202; J. DE SI -<br />
GÜENZA, Historia de la Orden de San Jerónimo, Valladolid, Junta de Castilla<br />
y León, 2000, I, págs.357-358, 372-395; F. J. CAMPOS Y FER NÁNDEZ DE<br />
SEVILLA, “El P. Sigüenza y la Orden de San Jerónimo en el tránsito del<br />
siglo XV al XVI”, Cuadernos de Investigación Histórica, Madrid, n. 23, págs.<br />
27.32.<br />
25
TEXTOS DE LOS PADRES<br />
CARTA A JULIANO,<br />
DIÁCONO DE AQUILEYA<br />
Fr. Andrés Gª Torralvo.<br />
Santa Mª del Parral<br />
Segovia.<br />
La carta 6, dirigida a Juliano, un diacono que vive en Aquileya, nos<br />
revela un Jerónimo cuya personalidad, en una visión somera, a veces se<br />
nos escapa. El eremita de Calcis es el hombre cercano, amigo de sus<br />
amigos, solicito de los problemas familiares, -su hermana- y revelador,<br />
sin ambages, de sus angustias físicas y psíquicas: -«La continua enfermedad<br />
y tristeza del alma»- que le impiden a veces cumplir sus obligados<br />
y deseados contactos epistolares .Como siempre, admirables los<br />
ardiles literarios con que Jerónimo, se culpa y acusa a Juliano sobre las<br />
dificultades de la falta de comunicación entre ambos.<br />
Juliano, subdiácono de Aquileya, era en cierta manera el preceptor<br />
de la hermana de Jerónimo. Él la había orientado hacia la vida en común<br />
con un grupo de vírgenes, lo que le constituía en el responsable de la<br />
salud espiritual y física de la joven. Atención que pedía una comunicación<br />
más fluida de Jerónimo con él.<br />
Se pude fechar el escrito a finales del año 375, anterior, pues, a la<br />
etapa de Calcis.<br />
JERÓNIMO LE CONFÍA EL CUIDADO DE SU HERMANA<br />
1. Es refrán antiguo que los mentirosos tienen la culpa de que no se crea a los<br />
que dicen la verdad. Al reprenderme tú de mi silencio epistolar, veo que eso<br />
es lo que me ha ocurrido a mí. ¿Diré que te he escrito muchas veces, pero<br />
que hubo ne gligencia en los carteros Me responderías que ésta es la excusa<br />
de todos los que no escriben. ¿Te diré que no he encontrado quien me llevara<br />
las cartas Me replicarías que hay muchísimos que van de acá hacia<br />
allá. ¿Insistiré en que se las di Pero como ellos no las entregaron, lo nega-<br />
26
ían, y este pleito entre ausentes quedaría<br />
sin decidir. ¿Qué hacer en -<br />
tonces Pediré perdón aun sin ha ber<br />
tenido culpa; porque pienso que es<br />
mejor pedir la paz, cediendo de mi<br />
posición, que no suscitar una re yerta<br />
por man tenerme en mi verdad. El<br />
hecho es que la continua enfermedad<br />
del cuerpo y la tristeza del alma me<br />
han consumido hasta tal punto que,<br />
con la muerte a la vista, no me acordaba<br />
ni de mí mismo. Y para que no<br />
pienses que es falso, conforme al estilo<br />
oratorio, una vez ex puestos los<br />
argumentos, llamaré a los testigos.<br />
2. Aquí ha estado el santo hermano<br />
Heliodoro, que quería morar conmigo<br />
en el desierto, pero ahuyentado<br />
por mis pecados se volvió atrás. Además, la locuacidad de hoy compensará<br />
toda la culpa pasada. Como dice Flaco en una sátira: todos los cantores<br />
tienen el mismo fallo cuando están entre sus amigos», que si se les ruega,<br />
jamás cantan, y si nadie se lo pide, «no paran de cantar. Así también yo, en adelante<br />
te voy a abrumar con tantos mazos de cartas que me tengas que<br />
rogar, al contrario de ahora, que no escriba. Me alegro seas tú el primero<br />
que me das la noticia de que mi hermana, hija tuya en Cristo, persevera en<br />
lo que empezara. Porque aquí, donde ahora estoy, no sólo ignoro lo que<br />
pasa en mi patria, sino aun si mi patria misma todavía existe. Y aun cuando<br />
la víbora hibera sigue desgarrándome con dicterios siniestros, no temo el<br />
juicio de los hombres, pues he de tener mi propio juez: Aun cuando roto se<br />
desplome el orbe, sus ruinas me alcanzarán tranquilo. Por eso te ruego que,<br />
recordando aquel precepto del Apóstol en que nos enseña que nuestra<br />
obra debe resistir, consigas para ti la recompen sa del Señor, procurando la<br />
salud de ella, y a mí me alegres cada vez más con tus frecuentes noticias<br />
sobre la que es nuestra glo ria común en Cristo.<br />
27
ORAR CON LOS SALMOS<br />
SALMO 16<br />
Sor Mª Luisa Parias Burrueco<br />
Hija de la Caridad.<br />
Córdoba.<br />
Señor, escucha mi apelación<br />
atiende a mis clamores,<br />
presta oído a mi súplica,<br />
que en mis labios no hay engaño:<br />
emane de ti la sentencia,<br />
miren tus ojos la rectitud.<br />
Aunque sondees mi corazón,<br />
visitándolo de noche,<br />
aunque me pruebes al fuego,<br />
no encontrarás malicia en mí.<br />
Mi boca no ha faltado<br />
como suelen los hombres;<br />
según tus mandatos, yo me he mantenido<br />
en la senda establecida.<br />
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,<br />
y no vacilaron mis pasos.<br />
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;<br />
inclina el oído y escucha mis palabras.<br />
Muestra las maravillas de tu misericordia,<br />
tú que salvas de los adversarios<br />
a quien se refugia a tu derecha.<br />
Guárdame como a las niñas de tus ojos,<br />
a la sombra de tus alas escóndeme<br />
de los malvados que me asaltan,<br />
del enemigo mortal que me cerca.<br />
28
Han cerrado sus entrañas<br />
y hablan con boca arrogante;<br />
ya me rodean sus pasos,<br />
se hacen guiños para derribarme,<br />
como un león ávido de presa,<br />
como un cachorro agazapado en su escondrijo.<br />
Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo,<br />
que tu espada me libre del malvado,<br />
y tu mano, Señor, de los mortales;<br />
mortales de este mundo:<br />
sea su lote esta vida;<br />
de tu despensa les llenarás el vientre,<br />
se saciarán sus hijos y dejarán a sus pequeños lo que sobra.<br />
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,<br />
y al despertar me saciaré de tu semblante.<br />
REFLEXIÓN<br />
¡Ay! ¡Señor! Si yo pudiera, como el salmista, ponerte a prueba, retándote<br />
a escudriñar lo más recóndito de mí misma; que me sometieras a toda<br />
clase de pruebas, incluida la del fuego, que llegaras a mí sin avisar, saliéndome<br />
al paso en la oscuridad, y estar tan segura, como este creyente, de<br />
que no ibas a encontrar malicia en mi pobre corazón humano, entonces,<br />
podría mantener la serena esperanza de que soy una inocente a quien acorrala<br />
una jauría de mastines.<br />
Pero…no me atrevo. Y, aunque en mí no hay engaño, e intento tener<br />
buena voluntad y mis pies procuran ir siempre por tus caminos, el polvo<br />
de los atajos torcidos por los que a veces me interno, no ha dejado de<br />
pegarse a mis talones y mis pasos han sido vacilantes más de una vez.<br />
Mas, yo sé que Tú me guardas como a las niñas de tus ojos, porque<br />
odias el mal pero amas al pobre pecador humano, y que al despertar de<br />
29
esta vida, que eso es la muerte, veré tu rostro y me saciaré de la belleza de<br />
tu semblante.<br />
A la sombra de tus alas, como polluelo indefenso, yo vivo segura, y Tú<br />
a cada paso me muestras las maravillas de tu misericordia y esa es mi confianza<br />
y lo que me hace estar tranquila: que Tú me salvas de mis adversarios:<br />
miedos, debilidades, angustias, maldades… y siempre inclinas tu<br />
oído y me escuchas, y, aunque me pones a prueba, tú mano generosa y<br />
tierna me sostiene, porque yo, mi Señor Dios, me he refugiado a tu derecha.<br />
Mas hoy también, Señor, traigo a tu presencia, al rezar este salmo, a los<br />
verdaderos inocentes perseguidos, a tantas personas que padecen injustamente<br />
y te suplico que oigas las quejas de los que sufren. Porque Tú eres<br />
la única esperanza del que sufre, la oportuna tabla de salvación en un<br />
30
mundo de injusticias y calamidades. Muéstrate, mi Dios, a todo el que te<br />
invoca y oye mi súplica por los que no quieren, no saben o no pueden<br />
invocarte.<br />
Levántate, Señor, haz frente a los que acorralan a sus semejantes con la<br />
pobreza, la guerra, el hambre, la infamia y el deshonor.<br />
Sé el baluarte esperanzador de los pobres, haz que puedan, que podamos<br />
creer, como estímulo para la vida, aquella hermosa bienaventuranza<br />
que Tú dijiste: Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia,<br />
porque de ellos es el Reino de los cielos.<br />
He leído estos días, que cerca del Cairo, hay un enorme basurero<br />
donde viven más de 500.000 personas, en su mayoría cristianas, que se<br />
ganan la vida entre esas basuras. Y que un artista polaco, en un acantilado<br />
cercano, ha pintado enormes cuadros de Cristo resucitado y glorificado,<br />
con la intención de que, cuando esas personas vuelven a sus poblados,<br />
mantengan la esperanza y recuerden que son ciudadanos de un Reino<br />
donde no habrá injusticia y ellos podrán tener dignidad.<br />
Esto es digno de elogio, levantar el ánimo de estas pobres criaturas,<br />
pero, de ninguna manera, nos disculpa a los que vivimos en la sociedad<br />
del bienestar, a todos los cristianos del mundo rico, de luchar por la justicia,<br />
de trabajar para que no exista el mal, el hambre, la guerra, los niños<br />
abandonados y prostituidos, la intolerancia y los dogmatismos, el odio y<br />
la persecución del justo.<br />
Por eso, Señor, con mi apelación, con mi ruego, con mi ferviente plegaria<br />
por los que sufren, vengo a tu presencia, confiando en tu infinita<br />
misericordia, sabiendo que a los pobres los tienes bajo tus alas y que, como<br />
al pobre Lázaro, al que no se le permitían ni las migajas de la mesa del rico,<br />
Tú lo llevaste a tu hogar, así, a todo el que sufre injustamente, Tú le tienes<br />
reservado un lugar muy cerca de tu corazón.<br />
Y todos, al despertar, podremos contemplar tu rostro.<br />
31
DIOS TE LLAMA<br />
PENSAMIENTOS SOBRE LA VOCACIÓN<br />
DE LA FORMACION EN LA VIDA JERONIMA<br />
Tras esto se pone particular cuidado en que el monje guarde la CLAU-<br />
SURA DE LA CELDA, para poderse ocupar en los tiempos vacativos del<br />
Coro y demás actos de comunidad, en lección, y contemplación —co mo<br />
puntos esencialísimos de la obligación religiosa y monástica— o en<br />
otros ejercidos y trabajos. Por eso, con vivir en esta Religión en los<br />
Claustros y tener por el contorno las celdas, se ve por misericordia del<br />
Señor gran quietud y una calma del cielo... De esta doctrina se ha visto<br />
salir en esta Religión un tesoro grande aun en las cosas de fuera, que el<br />
fruto de dentro es inestimable.<br />
Otra regla y doctrina muy propia de esta Religión enseñaban aque -<br />
llos santos padres a sus hijos: la COMPOSTURA EXTERIOR. Esto no<br />
sabré cómo lo enseñaban, ni aun sé cómo lo aprendí y aprenden los<br />
novicios tan presto, porque dentro de quince días el más torpe sale<br />
maestro. Esta es una cosa que, a juicio de muchos, ni se aprende ni se<br />
enseña, sino que resulta (digámoslo así) o que se infunde por merced<br />
divina, junto con el don de la vocación de este estado. Decía un siervo<br />
de Dios harto experimentado, que si la muerte del alma no tuviese más<br />
de estas venta nas por donde entrar en los novicios de la Orden de San<br />
Jerónimo, que no tendríamos que llorar con Jeremías, cuando decía que<br />
los ojos le ha bían robado el alma. Y así es razón que la modestia y compostura<br />
de nuestro gran Jerónimo —advierte fray Miguel de Alaejos— se<br />
represente siempre a nuestros ojos; y no se pierda por culpa y descuido<br />
de sus hijos aquel proverbio de España, que en viendo alguno compuesto<br />
y morigerado, recogido en el andar y en la vista, luego le decían<br />
que era un jerónimo.<br />
En este ambiente de soledad, silencio y oración, el monje jerónimo<br />
TRABAJA porque es consciente de la ley divina que ordena al hombre<br />
comer con el sudor de su frente; sin olvidar el ejercicio de la caridad, al<br />
contribuir con el fruto del trabajo al provecho de los pobres, de la sociedad<br />
y de la Iglesia.<br />
32
El trabajo tiene además para el<br />
monje una finalidad ascética. Con él se<br />
evita el ocio, se aprovecha a la Co mu -<br />
nidad y, al procurar sobrenatu ralizarlo,<br />
se convierte en fuente de energía espiritual<br />
y de vida interior, de forma que<br />
quien lo tome lo ha de hacer con intención<br />
santa, piense a menudo en la presencia<br />
de Dios, lo reciba por obediencia<br />
y lo asocie a la voluntaria mortificación<br />
de sí mismo. Por esto, los trabajos a los<br />
que los monjes se dedican son de tal<br />
naturaleza y se disponen y ordenan en<br />
cuanto al tiempo, lugar, modo y forma,<br />
de tal manera que la vida con tem -<br />
plativa verdadera y sólida, ya de toda<br />
la Comunidad, ya de cada uno de los<br />
miembros, no sólo quede a salvo, sino que pueda ser incesantemente alimentada<br />
y robustecida.<br />
Otro de los imperativos del monje jerónimo es la PENITENCIA corpo -<br />
ral, ya voluntaria o impuesta por las Constituciones, con la que purga y<br />
expía no tanto las propias culpas, como las ajenas, y por la que se ofrece y<br />
consagra a Dios como víctima propiciatoria por la propia salvación y la de<br />
sus prójimos.<br />
Quedaría incompleta la imagen del jerónimo si no hiciéramos mención<br />
de lo que con el santo hábito se profesa: mucha HUMILDAD y menosprecio<br />
de si mismo. El color pardo del escapulario recuerda en todo<br />
momento al monje que debe dejarse pisar como la tierra, así como el blanco<br />
de la túnica debe ser reflejo de la pureza de alma y de cuerpo. Los que<br />
busca la Orden de San Jerónimo no es que el monje sea muy docto, ni<br />
haga ostentación de habilidad, memoria, ingenio, sino como muy santo<br />
se precie de callado, humilde, obediente, y aún a veces ignorante, porque<br />
la obediencia en siendo resabida pierde mucho, o lo pierde todo.<br />
A cierto joven que deseaba ingresar en un monasterio, el Prior, entre<br />
otras cosas, le dijo una que pone mucho espanto a los que no pretende<br />
ser religiosos con toda el alma, ni acomete con fe entera la conquista de<br />
33
la tierra prometida, que es un deshacerse del todo de todo cuando sabe<br />
a grandes o a algunas maneras de ventajas sobre los otros, bien sea linaje,<br />
bien letras o riquezas, o de otra cualquier cosa que hace aplauso y<br />
estima por donde se siente aventajado el hombre en el mundo, presuponiendo<br />
que ha de caminar el que en esta Religión entrare –aunque<br />
todo esto se junte en él- tan igual con el más desnudo de todas estas preciosas<br />
alhajas, sin hacer más caso de sus prendas, que si no trajese ninguna,<br />
porque acá ninguna de estas cosas es menester, ni importa para el<br />
fin que se pretende, que es servir a Dios de todo corazón, caminar por la<br />
senda estrecha de humildad y mortificación, menosprecio de sí mismo,<br />
olvidado de cuanto pueda levantarle, o ser causa de altivecerle sobre sí<br />
o sobre su hermano, y quien esto no deja, nada deja.<br />
Juntamente con la humildad —y como su mejor expresión— la gran<br />
virtud de la OBEDIENCIA, en que consiste toda la perfección y el ser de<br />
la vida religiosa, y la imitación de aquel Señor que se hizo, por enseñarnos<br />
esto, obediente hasta la muerte (...). La primera, pues, de todas las<br />
reglas, y en lo que se ha de asentar más firmemente que sobre una roca,<br />
es que se ha de entregar de todo punto en las manos de sus superiores,<br />
sin quedarle ningún resabio, propio parecer o sentimiento: y que en esta<br />
perfecta resignación está la llave de esta puerta y del bien que viene a<br />
buscar: y que advierta que todos los trabajos y asperezas del mundo no<br />
tienen comparación, ni son de alguna monta con el premio que aquí se<br />
alcanza: y si no hace esto lo primero, todo lo demás es de balde, sin<br />
fruto, sin fin, y tras eso lleno de disgusto y de una muerte o de un agonizar<br />
perpetuo.<br />
Sin embargo, la Orden Jerónima no desprecia los ESTUDIOS y las<br />
CUALIDADES NATURALES, antes bien, los fomenta y estimula si van<br />
orien tados, primariamente, a que el monje se una más y mejor a Dios y,<br />
sólo secundariamente, al provecho y utilidad de los demás. Sirva de ejemplo<br />
nuestro fray Jerónimo de Valeriola, de quien se dice que no estudiaba<br />
este santo la Escritura para venderla, ni acreditarse, ni para otros fines<br />
vanos, sino para el que Dios la escribió, para que se aprenda en ella cuál<br />
es la voluntad divina, su amor y sus propósitos para con el hombre; cuál<br />
la obligación del hombre para con Dios... Y a continuación, el bió grafo no<br />
se olvida de consignar lo mucho que aprovechó a los demás su doctrina y<br />
sus buenas disposiciones.<br />
35
APORTACIONES<br />
LA MUSICA<br />
EN LA ORDEN DE SAN JERONIMO<br />
Gustavo Sánchez,<br />
Director de la Escolanía<br />
del Monasterio del Escorial<br />
Desde los primeros años de vida del instituto jeronimiano, destaca el<br />
importante papel que se concede a la música y, en concreto, al canto eclesiástico.<br />
Ya los primeros historiadores de la orden describen el canto en el<br />
coro como el eje principal de la actividad monástica jerónima. Rasgo común<br />
a todos ellos es la insistencia en la “gravedad” y solemnidad del canto. Esta<br />
solemnidad viene a ser prácticamente sinónimo de lentitud. Es decir: cuanto<br />
más solemne el oficio divino, más lento el canto. Por supuesto, hablamos<br />
del canto gregoriano; la polifonía fue introducida en el s. XVI en los monasterios<br />
jerónimos y sólo era permitida en los días de fiesta más solemnes.<br />
La práctica del canto monástico es defendida y comparada por fr.<br />
Pedro de la Vega con el ejercicio continuo del canto de los ángeles. Incluso<br />
afirma este autor que los ángeles cantan junto a los monjes cuando lo<br />
hacen devotamente; concluye refiriendo testimonios de religiosos que han<br />
escuchado las “muy altas y suaves” voces de los ángeles que sonaban con<br />
los frailes:<br />
“Gran familiaridad tienen los santos ángeles con los que en la<br />
iglesia cantan devotamente: ofrecen a Dios sus oraciones, estánles<br />
presentes y cantan con ellos, según aquello que dice el profeta<br />
en un salmo: Antevinieron los príncipes ayuntados a los que<br />
cantan. E infiere luego el profeta, y dice: Bendecid y cantad en<br />
las iglesias al Señor. Por ende hermanos cuando venís a orar y<br />
cantar los salmos, mirad a vuestros príncipes. Estad con reverencia<br />
y disciplina, y gozaos porque vuestros ángeles siempre<br />
ven a Dios. Tomenos pues el oficio de los que tenemos por compañeros,<br />
y esto que es dicho que los ángeles se ayuntan a los que<br />
cantan en la iglesia a muchos santos ha sido revelado; y aun<br />
dello han dado testimonio algunos religiosos devotísimos de la<br />
Orden, diciendo que muchas veces han oído cuando se celebra<br />
36
el oficio cantado en la iglesia, mayormente de noche a los<br />
Maitines, unas vozes muy altas y suaves que juntamente suenan<br />
con los frayles.” (VEGA, fr. Pedro de la: Crónica de los frailes de<br />
la Orden del bienaventurado Sant Hierónimo, (f. 14)<br />
No deja de ser, cuando menos curiosa, la observación que hace fr.<br />
Pedro, de que las voces de los ángeles se manifiestan “mayormente de<br />
noche a los Maitines”, conociendo la dureza de esta hora canónica para los<br />
monjes. El interrumpir el sueño durante dos o tres horas para acudir a la<br />
iglesia, y más aún en las frías noches de invierno, imaginamos que debió<br />
ser una de las más arduas obligaciones para la comunidad monástica.<br />
Son varios los relatos de “milagros” en los que se escuchan voces de<br />
ángeles en monasterios jerónimos (ya me ocupé de ello en otro lugar);<br />
unos proceden del testimonio de unos pocos y otros aparecen incluso avalados<br />
por notarios apostólicos con las correspondientes declaraciones de<br />
testigos (el de 1630 en el monasterio de Lupiana).<br />
Para concluir, trae fr. Pedro de la Vega una sentencia de cierto monje,<br />
por la que manifiesta la enorme importancia que concede al ejercicio del<br />
canto del oficio divino en la Orden de San Jerónimo: “Nunca religioso de<br />
nuestra Orden que no tuviere devoción, y fuere aficionado a estar en el<br />
Oficio Divino, y a seguir el Coro, y a estar encerrado, podrá en la Orden<br />
vivir consolado.” (Ibid., f. 14v)<br />
En todos los textos de Constituciones y Ordinarios de la Orden se dedica<br />
una extensa sección al oficio divino, el cual no debe durar menos de<br />
ocho horas diarias (en días festivos, hasta doce horas). En el Capítulo<br />
General de 1579 y en otros muchos se hace hincapié en que “se diga muy<br />
espaciosamente y con mucha gravedad, pausa y devoción”. Además, los<br />
grandes intelectuales jerónimos, como fr. José de Sigüenza y fr. Martín de<br />
la Vera dedican especial atención a este asunto.<br />
De especial relevancia en la admisión de novicios es la prueba de canto<br />
o voz. Sigüenza dice en la Historia de la Orden de San Jerónimo que los primeros<br />
jerónimos en España procuraban que “supiesen cantar a lo menos<br />
alguna cosa los que recibían el hábito y si no, se lo enseñaban luego” (vol. I,<br />
p. 325). Sobre este asunto profundiza algo más en su “Instrucción de novicios”,<br />
llegando al punto de “levantar la mano”, en la concesión del hábito, a<br />
aquellos que tuvieran buenos conocimientos musicales:<br />
37
“Acerca de esta condición no hay cosa en que detenernos<br />
sino sólo advertir, que los que traen alguna habilidad particular<br />
que sea de provecho en el ministerio Eclesiástico, como es el cantar,<br />
el tañer, y el escribir libros de la Iglesia, pueden ser recibidos<br />
con algo menos suficiencia de la que los estatutos piden.” (Ins -<br />
trucción, p. 94)<br />
Esto podrá llegar a extremos un tanto perjudiciales para la orden en<br />
ciertas ocasiones. El conceder el hábito a postulantes que sólo sabían música,<br />
sin prácticamente tener unos mínimos conocimientos de Latín y<br />
Gramática, cuenta con numerosos ejemplos en las biografías de monjes,<br />
sobre todo a partir del s. XVIII. He aquí uno del Escorial, referido a fr.<br />
Francisco Osés (ca.1730-1774), quien al menos se aplicó más tarde en el<br />
estudio de la Gramática:<br />
“Tomó nuestro santo hábito por su voz, y habilidad en la<br />
Música, hombre ya hecho y de edad de 24 años. Tenía un Con -<br />
traalto muy dulce, y bueno, supliósele el defecto de la Latinidad,<br />
que ignoraba, pero con su buen genio, y aplicación salió en breve<br />
perfecto Grammático.” (Memorias Sepulcrales, pp. 675-676)<br />
Para el gobierno del coro (dividido en dos, por lo general, para el canto<br />
antifonal) existió desde los primeros años la figura del Corrector del<br />
Canto, equivalente al Chantre o Capiscol de las catedrales e iglesias. En los<br />
monasterios de comunidad más numerosa se contaba con un Corrector<br />
Segundo e incluso con un Corrector Tercero. Según Sigüenza, ya los santos<br />
padres del Concilio de Constantinopla crearon la figura del Corrector<br />
del Canto, para de este modo dar unidad al coro monástico: “Para esto<br />
criaron oficios de correctores a quienes todos escuchasen y siguiesen, sin<br />
que alguno tuviese licencia de detenerse ni alargarse más de lo que ellos<br />
ordenasen, reduciendo con esto a unidad tanta diferencia de voces. De<br />
esta obediencia que todos tienen a los correctores (aun hasta allí van juntos<br />
sacrificio de alabanza y obediencia) nace la hermosura grande que se<br />
ve en los coros de esta religión, aquella concordia tan excelente de todos<br />
tan loada, pues no hay instrumento tan acordado en el mundo que tanta<br />
unión guarde en sus voces.” (vol. I, p. 326).<br />
39
El Corrector regía con la voz (que debía ser potente) y la mano al coro,<br />
siendo imprescindible para el correcto ejercicio de este empleo la autoridad,<br />
tanto musical como moral. Varios son los autores que coinciden en estos<br />
aspectos, pero destacamos el caso de un Corrector que, al parecer, creó<br />
escuela. Se trata de fr. Bartolomé de Santiago (ca.1561-1630), el cual usaba<br />
de una técnica especial consistente en anticiparse al coro para conseguir que<br />
éste entrara con precisión. Dice así el autor de las Memorias Sepulcrales:<br />
“Fue Corrector del Canto muchos años, y continuos más de<br />
veinte. La voz era de contralto que partía con tenor, lo que se<br />
puede desear para decir una misa cantada, y para el coro bastante,<br />
y más con la cordura que usaba della. Entraba medio pun -<br />
to antes, previniendo el acierto, con que tenía menos que corregir,<br />
y no parecía que había Corretor ni que era menester.” (MS,<br />
p. 239)<br />
Esta forma de dirigir el coro la exportó al Convento de San Pablo de<br />
Valladolid, adonde fue requerido para adoctrinar a dicha comunidad en<br />
los usos y prácticas del oficio divino escurialense, a raíz del entierro del<br />
Duque de Lerma.<br />
No siempre son loados los coros jerónimos, ya que existen ciertos testimonios<br />
de viajeros y observadores cualificados que consideran excesivamente<br />
pausados los cantos jerónimos y de una sonoridad excesivamente<br />
fuerte, en detrimento de la inteligibilidad del texto.<br />
Con la introducción de la polifonía (llamada antiguamente “canto de<br />
órgano”) en los monasterios jerónimos a partir del s. XVI, se observan ciertas<br />
novedades en las prácticas musicales. Surge un pequeño grupo de cantores<br />
e instrumentistas que se especializa en el estilo polifónico. Este<br />
grupo recibe el nombre de Capilla de Música y está dirigido por el Maes -<br />
tro de Capilla. De las funciones de la Capilla y su Maestro nos habla fr.<br />
Martín de la Vera en su “Instrucción de eclesiásticos”. Nótese las advertencias<br />
que hace con respecto al Corrector del Canto, diferenciando claramente<br />
un oficio de otro, aunque en ocasiones pudieran recaer ambos en la<br />
misma persona:<br />
“Del canto de órgano se usa en nuestros coros en las fiestas<br />
precipuas, y se permite echar contrapunto en los mismos días, y<br />
cantar en fabordón, todo a disposición del Prior. Ha de haber su<br />
40
Maestro de Capilla, y en esto no se ha de entremeter el<br />
Corrector, si no es que también sea Maestro de Capilla. Éste los<br />
gobierna, y a él deben seguir y obedecer los Cantores músicos y<br />
él encomienda cada uno lo que debe hacer, y quién ha de cantar<br />
al órgano, y en los fabordones que se cantan en el coro, no se ha<br />
de meter el Corretor, sino al Maestro de Capilla pertenece el<br />
echarlos cuando le parece que conviene, y según la festividad y<br />
solemnidad de la fiesta que se celebra. Ha de tener cuidado de<br />
regir la capilla sin alboroto, ni ruido, y los músicos tengan cuidado<br />
de obedecerle, y cantar con toda modestia y compostura.”<br />
(f. 129v)<br />
Como bien dice fr. Martín, el canto de órgano o polifónico sólo se permite<br />
en determinados días y fiestas principales: Navidad, Corpus, Semana<br />
Santa, San Jerónimo y otros (dependiendo del monasterio). Pero en esta<br />
época ¿desde el s. XVI hasta comienzos del XVIII coexisten dos formas de<br />
canto de órgano: el contrapunto y el fabordón. La primera técnica consiste<br />
en “echar voces” sobre la melodía del canto gregoriano, y la segunda es<br />
una armonización muy básica del canto llano en estilo homofónico (es<br />
decir: las voces cantan paralelamente, siempre juntas con el mismo ritmo).<br />
Fray Martín atribuye la invención de estas prácticas a la comunidad del<br />
Escorial (cuestión un tanto discutible):<br />
“Este modo de cantar se usa en las fiestas en el coro de san<br />
Lorenço el Real, a instancia de Felipe Segundo, que porque los<br />
Religiossos no cesassen de la divina alabança, mientras los músicos<br />
cantaban, y por quitar los inconvenientes dichos, tuvo gusto<br />
de que sobre el canto llano, que canta el coro, se echassen otras<br />
voces, y assi cantassen todos, i salió esto felizmente, porque<br />
como el coro, y la Iglesia son tan grandes, y tantas las voces y<br />
ecos, que las responden, no se puede decir cuán bien salga esto,<br />
y más en los fabordones con que se cantan los Salmos.”<br />
Podría ser añadida una tercera técnica de canto de órgano, que sería el<br />
canto polifónico con voces e instrumentos no basado en el canto gregoriano.<br />
También será usada en los monasterios jerónimos esta técnica polifónica,<br />
de la que abundan numerosos ejemplos en diversos archivos musicales.<br />
41
A pesar de haber sido expresamente prohibido este canto por Felipe II en<br />
El Escorial, pronto se hacen concesiones, incluso en propia vida del monarca.<br />
Lo que siempre aparece como objeto de polémica es la interpretación de<br />
obras en lengua vernácula (castellano) en el marco de los oficios divinos.<br />
Estas obras son conocidas con el nombre de “villancicos”, y su interpretación<br />
se extiende a todas las iglesias de España y del Nuevo Mundo. Hay<br />
villancicos de Navidad, de Corpus, a San Jerónimo, a San Lorenzo, a Santa<br />
Paula, etc. Los de Navidad sustituían los responsos latinos en los Noc tur -<br />
nos de los Maitines; el resto se intercalaba en las procesiones entre los himnos<br />
litúrgicos, o en algún otro momento. Al parecer, a raíz de cierta banalización<br />
de los temas tratados ¿sobre todo, en Navidad comienzan a aparecer<br />
prohibiciones. De esto se lamenta fr. Martín de la Vera:<br />
“Filipe II quitó los villancicos de su Real Capilla; ya se han<br />
vuelto a introducir, y de modo, que en las fiestas el canto llano<br />
del oficio, es como de aldea, y no es oído, ni visto, y los villancicos<br />
se celebran con suma autoridad, y solenidad y parece que se<br />
tiene como principal, y el oficio divino, como por acessorio; cosa<br />
digna de llorar, por hacerse en Capilla de Rey, tan pío, y tan<br />
Católico, y en presencia de los Nuncios, y Legados del Papa, y<br />
otros Perlados, que lo habían de celar esto se va introduciendo<br />
en otras muchas partes, y lo que peor es, en los monasterios de<br />
Frailes, y de Monjas. El daño que desto se sigue cualquiera le<br />
puede ver, y a mí no me toca el remediarlo, sino el llorarlo. Del<br />
día de Navidad, y de Corpus Christi, no hablo, porque como<br />
Dios en este día se humanó tanto, parece se puede tomar un<br />
poquito de más licencia, para el consuelo humano, pero siempre<br />
debe hacerse con mucha modestia, porque si Dios se humanó,<br />
no lo hizo para hacernos mas humanos, sino hacernos divinos; y<br />
assí nunca se han de exceder los límites, de modo, que se estorbe<br />
el fin que Dios pretende, a que se endereçan los cantos que la<br />
Iglesia tiene. De aquí es, que los villancicos hechos en lengua<br />
Guinea, o Gallega, o en otras, que no son sino para mover a risa,<br />
y causar descompostura; y otros hechos a imitación, o en la letra,<br />
o en el tono de los cantares, o letras profanas, y que despiertan<br />
la memoria dellas, en ninguna manera debrían cantarse en la<br />
Iglesia, ni en el coro, según lo que el Ceremonial allí dice; pues<br />
42
no sólo no mueven a devoción, sino que del todo la quitan, y<br />
ponen los contrarios afectos; y como están vedadas hacerse<br />
representaciones profanas en la Iglesia, sería justo lo estuviessen<br />
los villancicos, que son desta data, i calidad; pues en lo uno y en<br />
lo otro corre una misma razón.”<br />
Muy a pesar de fr. Martín, esta práctica de los villancicos no sólo no de -<br />
sapareció, sino que a lo largo del s. XVII y más aún en el XVIII se fue extendiendo,<br />
ampliando incluso el repertorio de temas humorísticos y grotescos:<br />
hay villancicos de gitanas, de alemanes, de andaluces, de vizcaínos<br />
(vascos), de alcaldes, de sacristanes, etc. En ellos se intercalan seguidillas,<br />
fandangos, jácaras, minuetos, etc. Existen numerosos ejemplos en las partituras<br />
conservadas en los archivos de Guadalupe y del Escorial. El propio<br />
fr. Antonio Soler compuso más de cien.<br />
Llama también la atención la mención de representaciones “profanas”<br />
en las iglesias. Efectivamente, en varios monasterios jerónimos (Guadalupe,<br />
Lupiana, El Escorial) encontramos datos que lo corroboran. Lo único que se<br />
puede poner en duda es el grado de “profanidad” de estas obras. En Na -<br />
vidad se interpretan autos sacramentales, en cuyos entreactos se introducen<br />
entremeses e incluso bailes. También en recibimientos a personalidades y en<br />
determinadas fiestas (San Nicolás, Carnavales, etc.) se representan obras<br />
teatrales. En todas estas piezas aparecen en mayor o menor medida fragmentos<br />
musicales. De todo ello nos ocuparemos más adelante.<br />
Un aspecto muy interesante que desde hace un tiempo estoy investigando,<br />
es el papel musical de los niños en los monasterios jerónimos.<br />
Además, en estos momentos me encuentro realizando la tesis doctoral<br />
sobre este tema en el caso concreto del Escorial. En San Lorenzo y en<br />
Guadalupe existieron unos “seminarios” (equivalentes a los actuales<br />
seminarios menores) donde un determinado número de niños y muchachos<br />
de entre 12 y 18 años eran adoctrinados en Gramática, Latín y Canto,<br />
además de “buenas, santas y cristianas costumbres”, con el fin (aunque no<br />
era obligado) de formar futuros clérigos. Aunque el de Guadalupe tenía<br />
más antigüedad, ambos centros se amoldaban a las directrices del<br />
Concilio de Trento sobre la creación de seminarios. Al ser éste un aspecto<br />
importante, los niños recibían unos sólidos fundamentos musicales, sobre<br />
todo de canto gregoriano. No obstante, también practicaban el estilo poli-<br />
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fónico en mayor o menor medida. Esto se puede comprobar viendo las<br />
obras musicales del archivo escurialense dedicadas a los niños del seminario.<br />
Pero además de estos niños, existieron otros con una dedicación más<br />
exclusiva a la música. Se trata de los niños cantores o cantorcillos que se alojaban<br />
en las hospederías de algunos monasterios jerónimos. Desde antaño<br />
había sido tradición de la orden jerónima alojar a varios niños de procedencia<br />
humilde ¿siempre y cuando las rentas del monasterio lo permitieran a<br />
los que se les encomendaba diversas tareas domésticas (servir a los huéspedes,<br />
ayudar a misa, etc.) a cambio de su manutención, alojamiento y enseñanza.<br />
A estos muchachos se les enseñaba a leer, escribir y fundamentos de<br />
Gramática y Latín, dependiendo de la disposición de cada uno de ellos. Pero<br />
en aquellos monasterios en los que existía capilla de música, se escogían<br />
varios de estos niños (entre dos y seis, por lo general) para que el Maestro<br />
de Capilla u otro músico (a veces, el propio Hospedero) les enseñara “canto<br />
de órgano” para cantar las voces agudas de las obras polifónicas.<br />
De este modo, existen referencias a estos cantorcillos en los siguientes<br />
monasterios jerónimos: El Escorial, Guadalupe, Lupiana, Granada, La<br />
Murta de Valencia, La Mejorada de Olmedo y El Parral de Segovia. Se gu -<br />
ra mente hubo niños cantores en algún otro monasterio pero hasta el mo -<br />
mento las investigaciones sólamente ofrecen estos resultados. Más adelante<br />
esperamos poder dedicarnos a este asunto de forma más detenida<br />
para proporcionar nuevos datos al respecto. Ni qué decir tiene los quebraderos<br />
de cabeza que debieron dar a los monjes estos niños ¿en El Es co -<br />
rial se cuentan un total de 90 (contando los del seminario, hospedería y<br />
otros) hacia finales del s. XVIII. Constantemente aparecen advertencias en<br />
los libros de Costumbres y Actas Capitulares, con el fin de evitar que “an -<br />
den vagueando” o se presenten en el coro sucios y desaseados; asimismo<br />
encontramos datos curiosos como la indicación de que se “espulguen”<br />
antes de dormir.<br />
También debió ser difícil en ocasiones el conseguir niños cantores para<br />
la capilla, ya que en su defecto eran contratados tiples adultos profesionales.<br />
Estos eran hombres castrados a los que incluso se les daba el hábito,<br />
obviando la normativa vigente en los Ordinarios y Costumbres; tal era la<br />
necesidad de cubrir las voces agudas de la capilla y de mantener el “prestigio”<br />
musical del monasterio. De ello existen varios ejemplos en el caso<br />
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del monasterio de San Lorenzo del Escorial.<br />
Retomando el tema de las representaciones teatrales, es esencial el<br />
papel de los niños en las mismas. Téngase en cuenta que a los monjes les<br />
estaba prohibida la participación en este tipo de espectáculos. Aunque no<br />
siempre se cumpliera esta prescripción, lo cierto es que eran habitualmente<br />
los niños los que se encargaban de llevar a cabo estas representaciones.<br />
En ellas actuaban, bailaban y cantaban, acompañados eso sí, por la capilla<br />
de música del monasterio. Como ya se dijo más arriba, hubo autos sacramentales,<br />
loas, comedias, entremeses, bailes y villancicos, repartidos en<br />
diversas fiestas a lo largo del año y con ocasión de festejos extraordinarios.<br />
Además de las voces, los instrumentos eran parte esencial en el culto<br />
divino. Poco a poco, a medida que pasa el s. XVII, al órgano (prácticamente<br />
el único instrumento de los ss. XV y XVI) se le añaden otros instrumentos:<br />
arpa, cornetas, chirimías, clarines y bajones. Y hacia finales del<br />
XVII y comienzos del s. XVIII son introducidos oboes, flautas, trompas,<br />
violines, violones (similares a los violonchelos) y, por último (ya casi en el<br />
s. XIX), el contrabajo. No todos los monasterios podían disponer de una<br />
orquesta completa, pero sí que la tuvieron al menos Guadalupe y El<br />
Escorial. Al margen de todos los citados, el instrumento rey en los monasterios<br />
fue, además del órgano, el bajón. Éste era una especie de fagot con<br />
un sonido menos dulce y de potente sonoridad, usado mayormente como<br />
acompañamiento del canto gregoriano. Proporcionaba un fundamento<br />
grave al coro y aseguraba su afinación; era el único instrumento permitido<br />
en la Semana Santa y en ciertos oficios.<br />
Esperamos seguir profundizando en un aspecto de esencial importancia<br />
en la Orden de San Jerónimo, cual es la práctica musical de sus coros y<br />
capillas de música durante más de cuatro siglos. Conocidos son los casos<br />
del Escorial y Guadalupe, pero en el resto de monasterios no ha sido estudiado<br />
el fenómeno musical con tanta profundidad. Seguramente no revisten<br />
tanta importancia como los de aquellos dos lugares, pero es muy probable<br />
que estén por descubrir interesantes datos y costumbres musicales<br />
referidos a los más de cincuenta monasterios repartidos por toda la península.<br />
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EL RINCON DEL POETA<br />
LA FAMILIA (Cf. foto contraportada)<br />
Fr. Andrés Gª Torralvo, OSH<br />
Monasterio Santa Mª del Parral (Segovia)<br />
Las motivaciones para traer a El Rincón del poeta el tema de la familia<br />
son varias. El domingo 27 del Tiempo Ordinario resonaba en todas las<br />
iglesias católicas el exigente mensaje de Jesús sobre el matrimonio: -lo que<br />
Dios ha unido que no lo separe el hombre-, y me preguntaba; ¿Qué dirá la<br />
gente de esto Y no me refiero a los no católicos, pues apañados estaríamos<br />
si tuviésemos que contar con la opinión de nuestra sociedad laicista<br />
sobre el tema. Pienso en bautizados e incluso en algunos de los que frecuentan<br />
templos y sacramentos.<br />
Incide en mi intención unas hojas que la diócesis de Segovia nos envía<br />
anunciando la preparación de una Asamblea de Familia para abril del 2007.<br />
No falta en mi estimulo un suceso acaecido a un matrimonio muy querido<br />
que ha sabido afrontar la crisis de su relación con valentía y entereza<br />
desde el ser y la conciencia de que están unidos por un sacramento y se<br />
prometieron fidelidad hasta que la muerte los separe. Advirtamos que no<br />
son todo separaciones…Que hay muchas celebraciones de bodas de plata<br />
y de oro y de mas años -58 aniversario de su boda han cumplido gozosos<br />
una pareja bien amiga que ha sabido ir haciendo crecer su amor más y más<br />
con el paso de los años-.<br />
Y por supuesto la celebración del “ V Encuentro Mundial de las Fa mi -<br />
lias”, reunido en Valencia, en Julio pasado, y clausurado por Benedicto XVI.<br />
Todo esto hace publicar mi pobre verso como un eco y un anuncio. Eco<br />
de lo que fue, y debe seguir siendo, el evento que congregó a tantas familias<br />
en la ciudad del Turia y cuyo mensaje ha de seguir presente en nuestra<br />
sociedad que tanto necesita de clarificación en el campo familiar.<br />
Anuncio, y promesa de oración, promesa de un acompañar esta actividad<br />
pastoral de la diócesis segoviana en la que estamos integrados los monjes<br />
jerónimos, desde nuestro especial carisma.<br />
Me sirvo para ello de una talla realizada por Segundo Gutiérrez, (cfr.<br />
contraportada) misionero claretiano, que hace años que cambio, -mejor,<br />
añadió- a su elocuente palabra, para anunciar el evangelio en todos los<br />
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ámbitos, el de la talla de madera. Con una gubia, y la fuerza creadora de<br />
sus manos, salen hermosas y sugerentes figuras que nos comunican la profunda<br />
espiritualidad que le embarga.<br />
Hace unos años, con motivo de exponer en el Palacio Episcopal de<br />
Segovia, me visitó. De las obras que aparecían en el catálogo, me llamó la<br />
atención la que hoy ocupa nuestra contraportada. Tal vez me indujera a<br />
ello el recuerdo de una pareja muy querida que, en aquel entonces, vivía<br />
gozosa la expectativa de su primer embarazo. Eso hizo que entonces compusiera<br />
los versos que ahora se publican aquí.<br />
Si de un árbol, en su madera dura,<br />
capaz es la hábil mano del artista,<br />
de, tallándola, lograr que a simple vista<br />
manifieste en si ¡oh! tanta ternura.<br />
Si esto es así, decidme: ¿Qué dulzura<br />
inunda a ambos dos ¿Qué sentimiento<br />
al sentir el latido y el aliento<br />
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de nueva vida que de los dos emana<br />
y de Aquel que al hombre tanto ama,<br />
que se encarnó y tuvo nacimiento.<br />
Perseverar así, bien, muy bien unidos.<br />
Una mano al corazón asida.<br />
Y la del otro abrazando la vida.<br />
Que al amor os impulse sus latidos.<br />
No falte la oración en vuestra casa<br />
que caldea el amor como la brasa.<br />
El monje, -no por indiferencia- aunque no está muy al tanto de toda la<br />
problemática que convulsiona nuestra sociedad en el ámbito de la familia,<br />
no deja de escuchar las nuevas –no hay nada nuevo bajo el sol- ofertas<br />
que en este campo se hacen desde tantos lugares.<br />
El monje, no se escandaliza de las 800.000 parejas heterosexuales -<br />
“dinkis” se les llama- que en España -¿podemos aún hablar así- viven<br />
juntos renunciando al matrimonio. Es un nuevo modelo familiar cuyo<br />
acrónimo proviene del ingles “Double income, no kids” (sueldo doble, sin<br />
hijos) y que los expertos ya consideran como una etapa más en el ciclo<br />
vital de los europeos. Lo que identifica a estas parejas es el no sentirse atados<br />
y poder disfrutar de viajes, consumo, ropa, telefonía móvil, informática,<br />
cuidado del cuerpo, donde la juventud, como canon de la belleza y la<br />
felicidad se imponen como criterio absoluto.<br />
El monje no se extraña, -es algo viejo y hay culturas que viven en ellade<br />
que la poligamia pretenda imponerse en nuestros lares; la mezcla de<br />
culturas hace que esta opción llame con fuerza a las puertas de Europa. Se<br />
ha legalizado el matrimonio homosexual, y conociendo el progresismo<br />
multiculturalista que nos gobierna, no resultaría extraño que se autorizara.<br />
El monje sabe que muchas de las uniones pasan rápidamente por lo<br />
que se ha dado en llamar el “matrimonio Express”. No ha retenido datos<br />
publicados últimamente, pero le pareció escalofriante el número de parejas<br />
que diariamente rompen su unión. -¿Hubo en algún momento amor, o<br />
sólo un egoísmo exacerbado que los lleva a buscarse a si mismos en el<br />
otro. Un pensar que «carácter» es sinónimo de dejarse llevar por el mal<br />
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genio, que «tener personalidad» es no ceder y dejarse llevar por el egoísmo,<br />
que «dignidad» es no dejarse engañar por excesos de entrega o que la<br />
«fidelidad» a tu pareja es algo aburrido y carente de aventura. Todos estos<br />
postulados y muchos más imperan en nuestros días y lo más importante<br />
en nuestro interior, porque simplemente no se conoce el esplendor, la<br />
belleza y el atractivo de la verdad.<br />
El monje, acoge, -no acepta- y comprende la postura de personas -a<br />
veces seria- y la de otros que no lo es tanto. Más no es su tarea el ofrecer<br />
soluciones y juzgar las actitudes de unos y de otros.<br />
El monje, sin imponer, sin forzar, opta por un modelo de familia, el<br />
cristiano. Desde su más profunda experiencia personal y compartida, sabe<br />
lo importante que para el individuo en ciernes tiene la cercanía y tutela de<br />
un hombre y una mujer que se aman. Y no solo en orden a la fecundidad,<br />
sino en el crecimiento y desarrollo afectivo personal de los adultos.<br />
El monje acoge, no acepta, comprende, no da soluciones, no fuerza, no<br />
impone, sí opta, más todo eso, repito, no es su oficio, lo que si hace, lo que<br />
ha de hacer es orar, orar mucho por la problemática familiar. Y hoy este<br />
pobre monje poeta os invita a alzar la voz a Dios con algunas de las frases<br />
de la oración compuesta para el “V Encuentro mundial de las Familias”.<br />
Oh, Dios, que en la Sagrada Familia nos dejaste un modelo perfecto de vida<br />
familiar vivida en la fe y la obediencia a tu voluntad.<br />
Te damos gracias por nuestra familia. Concédenos la fuerza para permanecer<br />
unidos en el amor, la generosidad y la alegría de vivir juntos.<br />
Ayúdanos en nuestra misión de transmitir la fe que recibimos de nuestros<br />
padres. Abre el corazón de nuestros hijos para que crezca en ellos la semilla<br />
de la fe que recibieron en el Bautismo.<br />
Fortalece la fe de nuestros jóvenes, para que crezcan en el conocimiento de<br />
Jesús. Aumenta el amor y la fidelidad en todos los matrimonios, especialmente<br />
aquellos que pasan por momentos de sufrimiento o dificultad.<br />
Derrama tu gracia y tu bendición sobre todas las familias del mundo.<br />
Unidos a José y María, te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.<br />
Amén.<br />
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SI DESEAS INFORMACION VOCACIONAL PONTE EN CONTACTO CON:<br />
Noviciado Orden de San Jerónimo. Monasterio de Santa María del Parral - 40003 Segovia<br />
Teléf. 921 43 12 98 • E-mail: oshsmparral@plan<strong>alfa</strong>.es