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Llorente. Los esfuerzos meritorios de D. Juan Catalina García, del P. Zarco<br />
Cuevas y del P. de la Pinta Llorente, por desentrañar las causas y desarrollo<br />
del procesamiento, terminaron siempre en fracaso, al no encontrar la<br />
documentación fehaciente. Hoy por fortuna, el panorama ha cambiado por<br />
completo. Conocemos perfectamente las causas que movieron a varios de<br />
sus hermanos de hábito del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, capitaneados<br />
por el Prior, Fray Diego de Yepes, a denunciarlo ante los visitadores<br />
de la Orden, y ante el Tribunal del Santo Oficio, causas, que, esquematizando<br />
mucho los datos, podemos reducir a las siguientes: las celotipias<br />
monásticas provocadas por las cualidades singulares del P. Sigüenza y por<br />
el aprecio de que éste gozaba ante el Rey Felipe II, su espíritu crítico, su<br />
carácter desabrido y cáustico en ocasiones, su singularísima personalidad,<br />
lejana del fariseísmo y de las contemporizaciones, y su coincidencia en<br />
muchos puntos con el vocabulario e ideario erasmianos. Después de haber<br />
leído atentamente la totalidad del proceso, a mi juicio, esta fue la causa fundamental.<br />
Sin embargo, algunos autores, como Julio Cejador y Américo Castro<br />
han defendido la tesis del antierasmismo de Fr. José, y sí, pienso que ciertamente<br />
tal antierasmismo es evidente en la primera etapa de su vida, quedando<br />
incluso reflejado en varias de sus obras, por ejemplo, en la Vida de<br />
San Jerónimo. No obstante estimo que a raíz de sus primeros contactos con<br />
Arias Montano, especialmente desde enero a abril de 1592, se produjo una<br />
notable mutación, una verdadera «metánoia» en el talante cultural de Fray<br />
José. El trato frecuente y la honda amistad con él le condujo a una total<br />
identificación con el programa erasmiano, que preconizaba la renovación<br />
de la piedad y de la espiritua lidad cristiana, centrada en lo esencial<br />
–Cristo- y desechando lo accidental -las devociones-; que preconizaba<br />
además la renovación de la predicación, a partir de una mayor estima de<br />
la Palabra de Dios; y que reclamaba, por fin, la renovación del método teológico,<br />
poniendo como base el retorno a las fuentes claras y límpidas de la<br />
Palabra de Dios y de los Padres de la Iglesia, destacando también la<br />
importancia de las lenguas bíblicas -hebreo y griego-, a fin de leer la<br />
Sagrada Escritura en sus fuentes originales, no contentándose con el texto<br />
frío y a veces inexacto de la Vulgata.<br />
En efecto, de la lectura de las doce proposiciones presentadas como<br />
sospechosas por los acusadores contra Fray José ante el Tribunal de To -<br />
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