Revista nº 22 - Plan alfa

del monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Retomando el tema de las representaciones teatrales, es esencial el
papel de los niños en las mismas. Téngase en cuenta que a los monjes les
estaba prohibida la participación en este tipo de espectáculos. Aunque no
siempre se cumpliera esta prescripción, lo cierto es que eran habitualmente
los niños los que se encargaban de llevar a cabo estas representaciones.
En ellas actuaban, bailaban y cantaban, acompañados eso sí, por la capilla
de música del monasterio. Como ya se dijo más arriba, hubo autos sacramentales,
loas, comedias, entremeses, bailes y villancicos, repartidos en
diversas fiestas a lo largo del año y con ocasión de festejos extraordinarios.
Además de las voces, los instrumentos eran parte esencial en el culto
divino. Poco a poco, a medida que pasa el s. XVII, al órgano (prácticamente
el único instrumento de los ss. XV y XVI) se le añaden otros instrumentos:
arpa, cornetas, chirimías, clarines y bajones. Y hacia finales del
XVII y comienzos del s. XVIII son introducidos oboes, flautas, trompas,
violines, violones (similares a los violonchelos) y, por último (ya casi en el
s. XIX), el contrabajo. No todos los monasterios podían disponer de una
orquesta completa, pero sí que la tuvieron al menos Guadalupe y El
Escorial. Al margen de todos los citados, el instrumento rey en los monasterios
fue, además del órgano, el bajón. Éste era una especie de fagot con
un sonido menos dulce y de potente sonoridad, usado mayormente como
acompañamiento del canto gregoriano. Proporcionaba un fundamento
grave al coro y aseguraba su afinación; era el único instrumento permitido
en la Semana Santa y en ciertos oficios.
Esperamos seguir profundizando en un aspecto de esencial importancia
en la Orden de San Jerónimo, cual es la práctica musical de sus coros y
capillas de música durante más de cuatro siglos. Conocidos son los casos
del Escorial y Guadalupe, pero en el resto de monasterios no ha sido estudiado
el fenómeno musical con tanta profundidad. Seguramente no revisten
tanta importancia como los de aquellos dos lugares, pero es muy probable
que estén por descubrir interesantes datos y costumbres musicales
referidos a los más de cincuenta monasterios repartidos por toda la península.
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