Revista nº 22 - Plan alfa

cabeza de la rama jerónima olmedista, conocidos en España más por “los
frailes de San Isidro” o “isidros”. De este monasterio saldrían después las
nuevas fundaciones en España: Ntra. Sra. de los Remedios (Sanlúcar de
Barrameda) y San Miguel de los Ángeles de Alpechín (Sanlúcar la Mayor).
Renunció Lope a su cargo de administrador apostólico de Sevilla
(1432) y se retiró al monasterio de San Alejo, en el Aventino (Roma),
donde puso en juego sus ideas rigoristas, principalmente por lo que respecta
a la soledad, y a la austeridad y penitencia. Allí murió con fama de
santo el 13 de abril de 1433. Fue enterrado en el coro de la iglesia, donde
se conserva el sepulcro con su figura yacente. El P. Campos opina que esta
Congregación de la Observancia se mantuvo fiel a sus ideales mientras
que vivió el fundador, pero poco a poco se fue relajando el rigor de la vida
religiosa dentro de esta familia jerónima; a comienzo del siglo XVII volvieron
a la regla de San Agustín y a unas constituciones nuevas. En Italia
tuvo la obra de Lope más larga vida. En España llegaron a tener siete
monasterios. Pero ya en 1449, y entre 1492-1495 por segunda vez, manifestaron
su deseo de unión, aunque no tuvo efecto hasta 1567 En esta fecha
Felipe II envía al capítulo general, que se celebraba en Lupiana, al doctor
Velasco, de su Con sejo y Cámara, para proponerles cómo su Majestad tenía
intento, y lo había comunicado con el Pontífice Pío Quinto, que se redujesen a la
Orden de San Jerónimo los religiosos que eran de los Jerónimos de fray Lope de
Olmedo, a fin de que lo mirasen y considerasen en el capítulo. Tras el estudio
de sus pros y contras, aunque estos aparecían con mayor evidencia, se
determinaron a aceptar la incorporación, más por caridad para con ellos y
obediencia al Pontífice, que por las ventajas que pudieran reportar, que
eran casi nulas, pues las más de las casas -excepto San Isidro del Campo y
Santa Ana de Tendilla (Guadalajara)- eran de escasa importancia en todos
los aspectos.
Ya en este momento, digamos que todo este quehacer y proceder de Fr.
Lope ha sido objeto de muy diversos juicios, y de muy difícil solución,
pues los escritores de la cuestión son partes interesadas. y así, si leemos
sólo a sus impugnadores, parecería llena de intriga y ambición; si atendemos
a sus partidarios, cuajada de virtudes monásticas y sincero amor al
desierto.
En verdad que me gustaría, pero no puedo, entrar de lleno en todo este
tema, mas sí voy a reflejar mi opinión sobre su pretendida “reforma”, que
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