escena xii - DSpace CEU

M aría
F il .
C ar.
F il.
María
F i l .
Ca r.
F il ,
© c n u
;.Y de qué trataba el dram a _ Bií
De lo de siem pre, del adulterio. L os a u to -•
res de ahora no saben hablar de o tra cosa...
Y tienen razón, porque, hija m ía, tú
eres m uy nueva en la corte, pero no sabes
cómo está M a d rid ... Sobre todo el ram o
de casados.
M uchas gracias.
;Sí , señor, sí! Anoche, sin ir m ás lejos, en
el palco do al lado, y con toda la desvergüon;;a
del m undo, estaba un tal Peláez,
un conocido nuestro, haciendo com pañía
á u na... en fin. á una de esas... ¡F igúrate
qué cinismo! ¡Un hom bre cargado de familia
y que tiene una m ujer que es un ángel!
Yo á su m ujer no la conozco, pero de seguro
que es un ángel! ¡Y pensar que ese
hom bre escatim ará en su casa una peseta
y luego se g astará por ahí una fortuna!
Porque te advierto que la fu la n a de anoche
llevaba unos brillantes, que oran un
escán d alo .. . ¡Vamos! ¡A mí esas cosas m e
quitan el juicio!
Tienes m u c h a razón.
Com prendo que los solteros hagan todo la
que les dé la gana; ¿pero los casados ¡No
señor! ¡Pues no faltaba más! Si quieren á
su m ujer, no necesitan otra, y si no la quieren,
que se ag u an ten .
¡Muy bien dicho!
¡Nada! ¡Nada! Yo, si fuese juez, sería inexorab
le. A todo m arido que fallase á su m u­
je r lo m andaba al patíbulo!
¡Já, já, já !— ¡Uiéte, hom bre!
C a r.
L e o p. (Sin ganas.) jJe> jé , jé!
F il . ¡Sí, ría n s e u stedes, pero d ig o lo q u e sien to .
Así es que anoche, el dram a por u n lado
y Peláez por otro, me atacaron los nervios
de una m anera h o rrib le. H asta las c u a­
tro, como te dije, no pude pegar los ojos,
y lo poco que dorm í, con u n a pesadilla
espantosa. Soñaba que este m e había abandonado
por una bailarina, que yo los ha-