escena xii - DSpace CEU

D . N em. O ye, q u e si te n é is alg o re se rv a d o q u e tr a ­
ta r , yo m e re tiro .
L eo p. N o, d o cto r, n o se m a rc h e u ste d . C o nfiaré
á los dos lo q u e m e p asa.
D. N em. Y a sabe usted que los m édicos som os
como los confesores. Si se trata do intere-»
ses, cuente usted con lo poco que yo tenga.
L eo p. N o, g ra c ia s, no es eso. (cierra la puerta segunda
izquierda.)
C ar. Como si lo viera... Será alguna genialidad
de tu m ujer.
L eo p. N o, no se tr a ta d e m i m u je r; se tr a ta
de m i. O igan u ste d e s. (Sesientaniostres.-LBopoldo
OQel sillón de la mesa de despacbo.—Carlos á su
derecha y Don Xíomesio á la izquierda.)
D. Nem. Oigamos.
L eo p. H asta ahora no te he dicho u n a palabra y
te va á sorprender la noticia. jTengo un lio
m u y gordo!
C ar. ¡Tú!
L eo p. ¡Si, señor; yo!
I). N em. ¿Se tr a ta d e líos ¡M agnífico! C u e n te u sted ,
c u e n te u ste d . (Acercándose más.)
Car. ¡C hico, m e d ejas aso m b rad o!
C ar. ¡E s claro! Tú te h a s casado en a m o ra d ísim o
d e tu m u je r.
Car. ¡y contra la voluntad de toda la familia!
Yo m e casé por oposición.
L e o p. P u es yo m e casé por concurso... do acreedores...
Y no es esto decir que yo no
quiera á Filom ena, no, señor; la quiero
m uchísim o; pero, francam ente, algunas
veces me acuerdo de que me lleva quince
años y ...
D. Nem. ¡No! Si no tiene nada de p articu lar que u s­
ted haya pecado. Si en este M adrid hay
m ujeres capaces de hacer pecar á un santo.
¡Si San A ntonio llega á vivir en estos
tiem pos, créanm e ustedes, San A ntonio no
se salva!
Car. ¿y q u ié n es ella
L e o p. P u e s u n a m u c h a c h a preciosa.
D. N em. ¿Rubia ¡Las rubias son el diablo!
L e o p. No; es m orena.
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