escena xii - DSpace CEU

D. Nt:!!, Desde entonces, usted perdone, pero desconfío
del cariño de las m ujeres. Y a no
creo m ás que en dos cosas: en Dios y en
el sulfato de quinina.
F il. ¡Jesús, y qué extravagante es este hom brel
D. Nem. y no se figure usted que aborrezco ú las
m ujeres; todo lo contrario. Me gustan m ás
F il .
D . N em.
María
cada día, ¡ya lo creo! Como que las conozco
de prim er orden. ¡Hay cada tentación en
este Madrid! ¿Verdad, jóvenes
¡Doctor, por la V irgen Santísim a, no me
ios descarrile usted!
¡Já, já! ¡E stos te m p e ra m e n to s n erv io so s
so n te rrib le s p a ra los celos!
Don Nemesio, aquí tiene usted, (preaentándole
una caja de cigarros abierta.)
I). Nf.m. ¡Muchas gracias, hija mía! ¡Hom bre, hom ­
bre! Estos cigarros, m ás que de un aspirante
á D iputado, parecen de M inistro de
Ca r.
D . N em.
M aría
F il .
U ltram ar en ejercicio.
• ¡Coja usted, coja usted!
N o; m e b a sta co n esto s. (Enciende uno y guard»
otro.)
Leopoldo... (Ofreciéndole.)
N o; á ese n o le o fre z c s. No fu m a e n tre
h o ra s. L e te n g o b ien a c o stu m b ra d o . D ob
p u rito s al d ía y n a d a m á s.
D. N em. ¡Exquisito, chico, exquisito! Puede que
sean capaces de decir que tam bién estos
cigarros tienen m icrobios.
María A nda, (a Filomena.) ven á enseñarm e allá
d entro esa labor. Con perm iso de ustedes.
F il . V ám onos.— H astaluego.
L e o p. (¡Gracias a Dios!) (Vanse segunda izquierda.)
Ca r. H asta luego.
D. N em. A los pies de ustedes, m odelos de esposas,
cariñosas y preciosas.
Ca r.
ESCENA V
DICHOS, menos FILUHE!fA y HARÍA
V am os, chico. D esahoga do una vez. Te
veo preocupadísim o.