16.01.2015 Views

El Ocaso de los Idolos (o Como se Filosofa a Martillazos)

El Ocaso de los Idolos (o Como se Filosofa a Martillazos)

El Ocaso de los Idolos (o Como se Filosofa a Martillazos)

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Fe<strong>de</strong>rico Nietzsche - <strong>El</strong> <strong>Ocaso</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Ído<strong>los</strong><br />

tendrá eternamente la razón al <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r que el <strong>se</strong>r es una ficción vacía. No hay más<br />

mundo que el «aparente»: el «mundo verda<strong>de</strong>ro» no es más que un añadido falaz.<br />

3<br />

¡Y qué <strong>de</strong>licados instrumentos <strong>de</strong> ob<strong>se</strong>rvación son para nosotros <strong>los</strong> <strong>se</strong>ntidos!<br />

Pen<strong>se</strong>mos, por ejemplo, en la nariz algo <strong>de</strong> lo que ningún filósofo ha hablado aún<br />

con veneración y agra<strong>de</strong>cimiento, pe<strong>se</strong> a haber sido hasta hoy el más <strong>se</strong>nsible <strong>de</strong><br />

todos <strong>los</strong> instrumentos que están a nuestro alcance. Pue<strong>de</strong> captar unas diferencias tan<br />

pequeñas <strong>de</strong> movimiento que ni un espectroscopio registraría. Si hoy tenemos<br />

ciencia, es en la medida en que nos hemos <strong>de</strong>cidido a aceptar el testimonio <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

<strong>se</strong>ntidos, en que hemos aprendido a aguzar<strong>los</strong> más, a robustecer<strong>los</strong>, a pensar <strong>de</strong><br />

acuerdo con el<strong>los</strong> hasta el final. Lo <strong>de</strong>más no es sino un aborto, que o no llega a la<br />

categoría <strong>de</strong> ciencia —como en el caso <strong>de</strong> la metafísica, <strong>de</strong> la teología, <strong>de</strong> la<br />

psicología, <strong>de</strong> la teoría <strong>de</strong>l conocimiento—, o que es ciencia formal, teoría <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

signos, como la lógica, y la lógica aplicada, como las matemáticas. En ellas la<br />

realidad no hace acto <strong>de</strong> pre<strong>se</strong>ncia ni como problema; ni siquiera <strong>se</strong> cuestiona qué<br />

valor pue<strong>de</strong> tener en general e<strong>se</strong> sistema conceptual <strong>de</strong> signos que es la lógica.<br />

4<br />

Hay otra cosa que pertenece a la idiosincrasia <strong>de</strong>l filósofo, no menos<br />

peligrosa: la <strong>de</strong> confundir lo último con lo primero. Ponen al principio, como<br />

principio, lo que viene al final —por <strong>de</strong>sgracia, porque no <strong>de</strong>bería venir nunca—:<br />

<strong>los</strong> «conceptos supremos», es <strong>de</strong>cir, <strong>los</strong> más generales, <strong>los</strong> más vacíos, el último<br />

humillo <strong>de</strong> la realidad que <strong>se</strong> evapora. Esto no es, una vez más, sino una<br />

manifestación <strong>de</strong> la forma que tienen <strong>de</strong> venerar. Lo superior no pue<strong>de</strong> provenir <strong>de</strong><br />

lo inferior, no pue<strong>de</strong> provenir <strong>de</strong> nada... Moraleja: todo lo que es <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n<br />

tiene que causar<strong>se</strong> a sí mismo. Se consi<strong>de</strong>ra que provenir <strong>de</strong> algo distinto constituye<br />

una objeción, algo que pone en entredicho su valor. Todos <strong>los</strong> valores supremos son<br />

<strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n; ninguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> conceptos supremos, como el <strong>se</strong>r, lo absoluto, el bien,<br />

la verdad, la perfección, pue<strong>de</strong> provenir <strong>de</strong> algo; en con<strong>se</strong>cuencia, tiene que causar<strong>se</strong> a<br />

sí mismo. Pero todas estas cosas no pue<strong>de</strong>n <strong>se</strong>r <strong>de</strong>siguales entre sí, ni estar en<br />

contradicción consigo mismas. Con esto, <strong>los</strong> filósofos disponen <strong>de</strong> su estupendo<br />

concepto <strong>de</strong> «Dios»... Lo último, lo más liviano, lo más vacío es situado como lo<br />

primero, como lo que <strong>se</strong> causa a sí mismo, como el ente realísimo. ¡Qué triste es que la<br />

humanidad haya tenido que tomar en <strong>se</strong>rio <strong>los</strong> dolores <strong>de</strong> cabeza <strong>de</strong> esos enfermos<br />

fabricantes <strong>de</strong> telarañas! ¡Y a qué precio lo han hecho!<br />

5<br />

Terminemos contraponiendo a esto la forma tan diferente como nosotros<br />

enten<strong>de</strong>mos el problema <strong>de</strong>l error y <strong>de</strong> la apariencia (y hablo en plural por pura<br />

cortesía). Antaño <strong>se</strong> consi<strong>de</strong>raba que la variación, el cambio, el <strong>de</strong>venir en general<br />

constituía una prueba <strong>de</strong> que lo que está sometido a ello es algo aparente, como el signo<br />

Proyecto Espartaco 2000 – 2002<br />

13

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!